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LOS CREYENTES
Y LAS
DISTRACCIONES
DEL MUNDO
Ph. Laught
Los creyentes y las distracciones del mundo
¿Amigos creyentes, que lugar colocan en nuestra vida las distracciones y
los placeres que propone el mundo? ¿Cuál debe ser nuestra actitud a este respecto?
¿Dónde hay que trazar el "límite" que no hay que sobrepasar? ¿Cómo podemos saber si
tal o cual cosa es peligrosa o se declara inocente? ¿Si alguien forma parte de una
congregación
— o de un grupo de cristianos —, ¿tienen que dar sus hermanos la
apreciación sobre la manera en la cual sus momentos de recreo son empleados? ¿Y si
se considera que este “control” debe efectuarse, hasta donde puede ejercitarse? ¿Hay
“distracciones” a las cuales es necesario renunciar, de mala gana sin duda?
El mundo donde vivimos busca siempre de “sensaciones” cada vez más fuertes y
más excitantes. Los más jóvenes se apasionan por todo lo que les parece nuevo y más
sensacional. Las prohibiciones les parecen insoportables, de donde este eslogan bien
conocido, es generalmente aceptado: “prohibido prohibir”. ¡El hombre natural, verdadero
descendiente de Adán, desea obtener cueste lo que cueste lo que la Palabra de Dios sin
embargo prohíbe! (Génesis 3: 17-19)
Muchos piensan que no es necesario esperar para ver a los nuevos convertidos
desterrar de su vida todas las distracciones, sobre todo si son aun jóvenes. ¡Trabajar, se
dice, sin tomar estos momentos de descanso, sería verdaderamente embrutecedor! Las
opiniones dadas por los “conductores”
supuestos para aconsejarlos, son a menudo
divergentes: uno condena firmemente toda forma de entretenimiento, otro
se muestra
mucho más permisivo. Pero, por desgracia, muchas vidas cristianas definitivamente han
sido arruinadas porque personas, en un
momento u
corriente peligrosa, que los arrojó sobre "arrecifes".
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otro, se dejaron llevar por una
Cristianos, ¿podríamos comportarnos en el mundo como los no
creyentes?
La regla de vida de un verdadero cristiano es muy diferente a la de los
hombres. Un deseo de caminar sobre los trazos del Señor se ha formado en el corazón
de aqueo que le pertenece (1ª Pedro 2: 21); le pide a Dios dirigir su vida en todos su
aspectos « Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina
por el camino que debes seguir»
(Isaías
48: 17). Luego, profesar amar al Señor,
asegurar que se busca servirle en la obediencia, supone renunciamientos. Cada uno es
llamado a discernir delante de Dios lo que debe abandonar en su propia vida: esas cargas
que pueden trabar su marcha (Hebreos 12: 1). El es llamado a caminar cuidadosamente;
debe tener cuidado de no estar « provisto de sabiduría»
y acordarse constantemente
que los días son malos (Efesios 5: 16); Es conducido a ver todo de una manera diferente
del hombre que, « mora sobre la tierra » (Apocalipsis 3: 10), que no piensa nunca en el
mas allá . Cristo es la vida de un rescatado (Filipenses 1: 21), no es más — no debe ser
mas — su “yo” egoísta y corrompido el que cuenta.
Amigos cristianos, manifestemos sin duda un vivo deseo de vivir de una manera
que le agrade al Señor, recordándonos que hemos sido comprados a gran precio (1ª
Corintios 6: 20; 1ª Pedro 4: 1-5). Amemos ser útiles para Él sobre la tierra, así como a
los suyos y a todos hombres (Gálatas 6: 10). Hemos comprendido que « el mundo entero
está bajo el maligno » (1ª Juan 5: 19). Sabemos que el jefe de este mundo, como no
puede quitarnos la salvación, procura siempre "neutralizarnos". Con este fin, nos ofrece
todo tipo de tentaciones, con el propósito de interrumpir nuestra comunión con Señor.
También experimentamos la gran necesidad de ser ayudados para resolver estos
problemas, comprendiendo que se trata de un asunto vital.
Tan pronto como nuestros pecados son perdonados, nuestra fe reposa en
Cristo. Salvados « por la eternidad », somos habitados por un gozo interior que los
incrédulos ignoran. Como herederos del Reino, tenemos parte de las « Delicias que están
a Su diestra para siempre» (Salmo 16: 11). ¡Un gran reconocimiento hacia el Señor delante
de tanta gracia que nos invade, así como un deseo de conocer Su voluntad para hacerla!
Un inconverso no tiene tales motivos: ¡su horizonte se limita a la tierra! Simplemente
procura satisfacer sus codicias por todos los medios a su alcance. ¡Un rescatado por el
Señor y un “vecino”, aun en sus pecados, tienen motivos interiores opuestos!
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Esperamos vivamente que cada uno de los lectores esté unido « en el haz de los que
viven… » (1ª Samuel 25: 29), y no se encuentran entre los que están muertos en sus
faltas y sus pecados (Efesios 2:1). ¿Si somos entonces hijos de Dios, cómo podemos
comprender verdaderamente cuál debe ser nuestra conducta para responder al
pensamiento del Señor? Indiscutiblemente, hay que volverse hacia la Biblia, única
autoridad válida cuando se trata de la doctrina, comparable al esqueleto — esta imagen
recuerda su carácter fundamental y su utilidad — o para la marcha práctica. Encontramos
en el único Libro inspirado los grandes principios sobre los cuales un cristiano debe estar
establecido. Descubrimos allí “tests” que encuentran su aplicación cada vez que una
pregunta parece "dudosa", delicada para concordar.
La Palabra
de Dios será entonces nuestra única
guía.
Llegará a ser
rápidamente como un “Supremo tribunal de apelación” . No obstante, para encontrar allí la
respuesta divina a todos nuestros problemas es esencial, en el momento de abrir la
Palabra de Dios, pedirle al Señor someter nuestro espíritu a Su Palabra y cumplir en
nuestro corazón de buena voluntad: « El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá
si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta » (Juan 7: 17).
Primeramente examinemos atentamente muchas exhortaciones del
Nuevo Testamento
Parece muy útil tener una visión de conjunto de la enseñanza del Nuevo Testamento
sobre el tema delicado que abordamos. Citaremos varios pasajes cortos, sacados de las
epístolas, teniendo entre ellos una similitud sorprendente. Qué podamos considerarlos con
cuidado, guardando las disposiciones interiores recordadas anteriormente y qué Dios nos
ayude a discernir su voluntad. El desea hacer de nosotros hijos de obediencia (1ª
Pedro 1: 13-16) — ¡Lo que es tan contrario a nuestras disposiciones naturales!
Romanos 12: 2 — « No os conforméis a este siglo (mundo) »
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2ª Corintios 6:17 — « Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis
lo inmundo; Y yo os recibiré ».
Gálatas 1: 3-4 — « nuestro Señor Jesucristo… se dio a sí mismo por nuestros pecados
para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre».
Efesios 5: 7, 10-11 — « No seáis, pues, partícipes con ellos (incrédulos) . Porque en otro
tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor… no participéis en las obras
infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas ».
Efesios 6: 12 — « Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. ».
Filipenses 2:15 — « para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en
medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como
luminares en el mundo ».
Colosenses 2:20 — « habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos (principios)
del mundo... ».
1ª Tesalonicenses 5: 22 — « Absteneos de toda especie de mal ».
2ª Timoteo 2:20-21 —
« Así que, si alguno se limpia de estas cosas (vasos de
deshonra), será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda
buena ».
Tito 2 : 11-12 — « Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los
hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos,
vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente aguardando la esperanza
bienaventurada… ».
Hebreos 13: 13-14 —
« Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su
vituperio; porque no tenemos aquí ciudad permanente... ».
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Santiago 4: 4 — « ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? ».
1ª Pedro 1: 14 — « como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
teníais estando en vuestra ignorancia ».
1ª Juan 2: 15 — No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama
al mundo, el amor del Padre no está en él.».
1ª Juan 5: 21 —« Hijitos, guardaos de los ídolos ».
El mismo claror de la trompeta divina resuena en la epístola a los Romanos
como en la primera epístola de Juan; esta enseñanza se dirige a todos los hijos de Dios.
Un pensamiento atraviesa todos estos versículos: la separación necesaria del creyente
con este mundo sin Dios de quien ha sido arrancado con fuerza (Gálatas l1: 4). Es preciso
velar
cuidadosamente para no sufrir aun influencia del mundo, ni casarse con sus
caracteres.
Una línea de demarcación clara debe ser trazada continuamente entre el
cristiano y todos los « rudimentos del mundo » (Colosenses 2: 8; 1ª Juan 2: 16-17).
Se nos reconocerá como “cristianos” (Hechos 11:23,26), si nuestro entorno puede
ver claramente por nuestro andar lo que es el “precio” (valor) para nuestro corazón. ¡Esto
difiere totalmente de las codicias que obsesionan tanto a los materialistas
¿Cuál será la impresión de los que nos observan? ¿Si pueden comprobar que, apelando al
bello nombre de cristiano, tenemos más o menos los mismos gustos, las mismas
costumbres que los que abiertamente se jactan de ser incrédulos?, ¿tendrán derecho a
pensar? Uno de ellos podía decir a un hijo de Dios cuya “conducta” dejaba que desear:
“tu dices que perteneces al cielo: ¡en estas condiciones, déjanos la tierra, para que
podamos
gozarla a nuestro antojo!”. Era una palabra solemne que aun habla a la conciencia y al
corazón de cada uno. En efecto, comprobamos mucho
que a menudo los creyentes
también buscan participar en placeres mundanos. “Ceden” a los deseos de su carne; si tal
es nuestro caso, ¿en que difiere nuestra conducta de los otros hombres que aun son
“esclavos” de Satanás?
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Es necesario aprender a rehusar, como Moisés o Daniel (Daniel 1: 8;
Hebreos 11: 24-26) las ofertas constantes de un mundo dirigido por Satanás. El está
dispuesto a satisfacer los apetitos insaciables de la carne en nosotros. Pero tenemos el
socorro del Espíritu,
huésped divino que tiene su vivienda en el rescatado del Señor
(Gálatas 5: 16). ¡Y si la carne está presente en cada cristiano, no puede manifestarse si
está mantenida en la muerte! El apóstol Pablo exhortaba así a los creyentes romanos: «
sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne » (Romanos
13: 14).
No prestemos oído a las proposiciones sutiles de nuestro « adversario, el
diablo », si no formaremos parte de aquellos cristianos cuya conducta no está de acuerdo
con su llamamiento celestial; la Escritura describe los caracteres de que están revestidos:
son los mismos que brillaron en Cristo, hombre perfecto aquí abajo (Colosenses 3: 12;
Efesios 4: 23-24). Solamente imitando su ejemplo podremos agradar a Dios durante
nuestra vida terrenal.
Retengamos también las instrucciones dadas por los numerosos
versículos del Antiguo testamento concerniente al caminar del pueblo
de Israel en el desierto.
El apóstol Pablo aplicó la historia de Israel al período cristiano actual, en el
capítulo 10 de la primera epístola a los Corintios.
La nube había conducido y protegido a los hijos de Israel, el mar Rojo se había abierto
para dejarlos pasar; habían sido librados para siempre de la esclavitud del Faraón, figura
de Satanás. En el desierto, durante cuarenta años, todos habían sido alimentados por el
maná y bebido del agua de la roca, figuras de Cristo. Sus ropas y sus sandalias no se
habían gastado (Deuteronomio 29: 5). La bondad de Dios los había rodeado sin cesar de
un cerco de protección.
¡Sin embargo Dios no se complació de la inmensa mayoría de ellos! (1ª Corintios
10: 5). Su corazón se había quedado en Egipto, una figura del mundo. Este extravío
engendró en unos
malos deseos; otros zozobraron en la idolatría, la fornicación, las
murmuraciones e incluso hasta tentar a Cristo — ¡qué se encontraba espiritualmente en
medio de ellos! Luego « estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que
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no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron » (verso 6).
¡Se desea siempre
cuando no estamos satisfechos de lo que Dios nos da, y es del primer pecado! Si Cristo
no llena el corazón, las cosas abandonadas en el momento de la conversión, en el ardor
del primer amor (Filipenses 3: 7-8) encuentran poco a poco su lugar.
Los israelitas se acordaban de los melones, del ajo… en una palabra de las cosas que
comían en Egipto. Parecían haber “olvidado” el horno de hierro (Deuteronomio 4: 20); si
olvidamos nuestra condición miserable,
delitos y
de cuando estábamos
muertos en nuestros
pecados, corremos el peligro de olvidar la purificación de nuestros pecados
pasados (1ª Pedro 1:14; 2ª Pedro 1: 9). Perdemos nuestro discernimiento espiritual.
Entonces, otras personas, otros objetos se apoderan poco a poco de nuestro corazón y
llegan a ser ídolos familiares.
« Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo
a comer y a beber, y se levantó a jugar » (v 1ª Corintios 10: 7; Éxodo 32: 6). Moisés,
representando a Dios, ya no estaba visible (Éxodo 32: 23). Ellos hacen un becerro de oro,
y Aarón, aunque era sumo sacerdote, fue cómplice de su locura.
La idolatría resulta de un relajamiento moral. Vivimos en una sociedad cuyo
dios es su vientre (Filipenses 3: 19). Una sociedad donde las artes y más aun el “ocio”,
ocupan una elevada posición
Los surtidos de placeres y el ocio a la carta son
constantemente nombrados en la publicidad exagerada de los medios de comunicación. «
Haznos dioses que vayan delante de nosotros » (Éxodo 32: 1), ya lo había dicho Israel.
Un dios que puede ser tocado — que reemplaza al Dios invisible. Sin duda es necesario
recordar las advertencias propuestas al creyente en cuanto a las cosas más comunes de
la vida. Abstengámonos de los excesos en comer y beber (1ª Corintios 10: 31), cuidemos
de dejar que nuestro corazón se haga pesado por la golosina (Lucas 21: 34
¡« Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil
»! (1ª Corintios 10:8; Números 25: 2-9). Es una de las consecuencias de la idolatría. Los
israelitas no debía en forma absoluta casarse o tener relaciones sexuales con pueblos
que servían a otros dioses. Era negar la relación que Dios había establecido con ellos.
Cuando actuaron de este modo, un juicio terrible cayó sobre ellos (Números 25: 1-9). La
Palabra exhorta al creyente a huir de la fornicación (1ª Corintios. 6: 18) y lo advierte de
que Dios juzgará a los fornicarios y adúlteros (Hebreos 13:4).
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« Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y
perecieron por las serpientes » (Deuteronomio 6: 16; Números 21: 5-6). La incredulidad
hizo que el pueblo terrenal de Dios blasfemara (Números 21: 4-9).Guardémonos de
menospreciar y tentar a Cristo. ¡Sería la señal del descontento que ha invadido nuestro
corazón!
«Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor»
(Números 14: 2; 16: 41-49). Las murmuraciones
revelan el estado del corazón; por
desgracia, pueden tomar el lugar de los sentimientos de reconocimiento y de alabanza
que deberían ser incesantes.
Todas estas cosas están
escritas – lo hemos leído — para servirnos de
advertencia. ¡El texto penoso de la marcha de Israel es un ejemplo humillante de lo que
somos capaces de hacer, bajo
solemnemente
que
el
“manto”
del cristianismo! ¡La Palabra
merecen los frutos de la carne
advierte
— aunque la gracia actúa
actualmente a favor del creyente!
Contamos sobre las promesas de Dios y sobre su fidelidad
Ya hemos podido reconocer que el mal se encuentra, en potencia, muy en nuestro interior
(Romanos. 7: 23). El Tentador — uno de los títulos tristes de Satanás — procura
continuamente, por sus solicitudes repetidas, hacerlo reaparecer. ¿Cuál es su constante
fin? Hacer caer a los hijos de Dios, para interrumpir su comunión con Cristo. ¡A veces la
derrota interviene en el momento preciso cuando creemos que nosotros estamos de pie!
(Salmo 30: 6-7). Contamos con nuestras propias fuerzas, mientras que en realidad eran
inexistentes
Pero Dios es fiel: ¡qué aliento es pensarlo ¡ Conoce nuestra debilidad y no le
permite a Satanás tentarnos más allá de lo que podemos soportar (ver Job 1: 12; 2: 6). Ha
preparado de antemano una salida victoriosa para la prueba (1ª Corintios 10: 13). Cada
vez que el Enemigo se presenta, es necesario que nos acordemos de las
promesas de
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nuestro Señor. Entonces con apóstol podremos decir: « cuando soy débil, entonces soy
fuerte»; « porque su poder se perfecciona en la debilidad »
(2ª Corintios 12:-9 10).
No olvidemos estas exhortaciones del apóstol Pedro: « sed también vosotros santos en
toda vuestra manera de vivir… conducíos en temor todo el tiempo de vuestra
peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados, por la sangre preciosa de Cristo » (1ª
Pedro 1: 15, 17-19). No dejemos vagabundear nuestros pensamientos, evitemos todas las
cosas malas que podrían manchar nuestros espíritus. Estemos en guardia contra toda la
impureza que pueden llevar medios de comunicación, revistas, películas o espectáculos.
Qué nuestros pensamientos estén ocupados al contrario por el Señor y por su Palabra,
buscando « todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre » (Filipenses 4: 8). Entonces gustaremos de esta
compañía bienaventurada del « Dios de paz » (Filipenses 4: 9). Es fiel para santificarnos
totalmente y conservar nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo entero sin reproche
hasta la venida de nuestro Señor Jesús Cristo (1ª Tesalonicenses
5: 22-23). Quiere
ayudarnos a vivir para su honra. Hagamos todo « sin murmuraciones y contiendas » a fin
de que estemos « irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el
mundo », « asidos de la palabra de vida» (Filipenses 2: 14-16).
Vela siempre, en todo lugar, a toda hora,
Porque el enemigo te acecha a cada instante
Para deslizarse en la morada santa
Donde debe reinar el Todopoderoso.
¡Vela por la mañana, vela la tarde, vela y hora siempre!
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