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Queridos,
el Padre, “rico en misericordia” nos concede una vez más
celebrar el misterio del nacimiento de Jesucristo, el “Redentor de
los hombres”, en la gracia del Espíritu Santo que es “Señor y da
la vida”! El año 2012 ha sido testigo de muchos eventos
importantes para el mundo y para nuestra Familia Gianellina.
¡Damos gracias a la Trinidad, “Dios Amor”, por los innumerables
“dones” que ha querido concedernos!
Continuamos nuestro itinerario de Fe, en el Año de la Fe y
Vocacional Misionero Gianellino, conscientes de nuestra vocación cristiana recibida con la gracia del
Bautismo, y de la llamada a vivir juntos una espiritualidad particular, inspirada en Gianelli, de caridad
evangélica vigilante: una espiritualidad que ofrece constantemente pautas para nuestro crecimiento.
El Catecismo de la Iglesia Católica, indicado por el Papa como libro necesario por su contenido que se
ha de profundizar a lo largo de este año, nos presenta a María como modelo: la Virgen realiza de la
manera más perfecta la obediencia de la fe. Precisamente en la fe, María acogió el anuncio y la promesa
que le llevó el Ángel Gabriel, creyendo que “nada es imposible para Dios” y dando su consentimiento: “Soy
la sierva del Señor, se haga en mí lo que has dicho”. Por esta fe, todas las generaciones la llamarán
bienaventurada.
Y bienaventurada, beata, es también la Hna. Crescencia Pérez, por la que queremos dejarnos
iluminar. Ella se hizo plasmar por el Señor, ¡buscando “fundirse” en el Corazón de Dios!
He encontrado un texto anónimo del siglo IX , del cual comparto con ustedes
algunos pasajes: “He aquí que el Evangelio nos cuenta que después de haber dado
a luz a Jesús, la beata siempre Virgen María, habiéndolo envuelto en pañales, lo puso
en el pesebre. Bien nace en el camino, porque había venido para mostrarnos el camino. Quiso
ser puesto en un pesebre estrecho, Aquel que había venido para prepararnos la vastedad del
Reino celeste. Quiso ser envuelto no en telas de seda y oro, sino en pobres pañales, Aquel que
había venido a entregarnos la vestidura de la inmortalidad. No sería apropiado, hermanos, que
hubiera alguien que hoy no tuviera nada que ofrecer al Señor. A los soberanos y a los amigos que recibimos,
les hacemos regalos, y al Creador de todos que viene a nosotros, ¿no le daremos nada? Y no nos pide otra
cosa que a nosotros mismos: ofrezcámonos entonces a Él y de esa forma, liberados por su inefable piedad
de los males presentes y de los tormentos eternos, acogidos en la beatitud del Reino celeste, podremos vivir
en la felicidad para siempre. Que nos lo conceda el propio Señor y Redentor, nuestro Jesucristo, al cual sea
el honor y la gloria, junto al Padre y al Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén”.
Seremos beatos, nosotros también, si sabemos vivir en profundidad este misterio del nacimiento del
Señor “Nos gustaría ser proclamados beatos. Nos esforzamos pero es difícil. Sin embargo, cada vez que
hacemos una buena acción, podemos gozar de la beatificación interior…”: así han escrito dos niños de 5º
año de Primaria de Udine. ¡De verdad que el Reino de los Cielos es de los pequeños!
Quizás, me he alejado un poco de los augurios de Navidad propiamente dichos, pero ofrezco estos
elementos de reflexión a cada uno, como regalo de Navidad. Quiera el Señor dar poder de bien a mis
palabras para que puedan tocar el corazón de cada uno de ustedes:
FELIZ NAVIDAD Y BUEN AÑO 2013 PARA TODOS!
Hna. Terezinha Maria Petry
Superiora General y Comunidad de Casa Generalicia