Download 7 gritos de muerte y vida (Elias Alcalde Martín)

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1a
PADRE, PERDÓNALOS
PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN
(Lc 23,34)
MIS BRAZOS SIEMPRE ABIERTOS
Tengo en la cruz mis brazos siempre abiertos
para que vengas pronto a refugiarte;
prenderte entre estos brazos, perdonarte,
cepos de amor y de indulgencia ciertos.
Son dos ramos, dos ramas, son dos huertos
derramándose en flor de parte a parte,
que, de tanto quererte y esperarte,
se quedaron exánimes y muertos.
Maduro el corazón, se dora en la era.
Contempla la amarilla primavera,
palmo a palmo, extendida por mis brazos.
Desde la cruz te entrego el alma entera,
que se me cae a pares, a pedazos,
esperando respuesta: tus abrazos.
2
orar
Padre, perdónalos y perdónanos.
Padre de Jesús y de los pecadores
Padre lleno de amor:
En cada instante te excedes con nosotros, en el don
que nos regalas de tu propia vida.
Eres amor y, para nosotros, pecadores, amor perdonante siempre, desmedido, rebosante.
Ignoramos la inmensidad de tu amor y el abismo
infernal de nuestra culpa: rechazarte y dañarte en
tus hijos queridos, nuestros hermanos.
Más el perdón que tu Hijo te implora nos abarca a
todos y a cada uno en reconciliación gratuita, perfecta.
Danos cada día tu perdón que renueva, haznos dignos de Ti para dignificarnos entre nosotros compartiendo tu perdón entero.
Siendo cada uno previamente perdonado podrá
sentirse arrepentido y convertirse a Ti, Padre misericordioso. Y parecerse a Ti practicando la misericordia sin fin.
3
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2a
EN VERDAD TE DIGO: HOY
ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO
(Lc 23,43)
TÚ QUE FUISTE LADRÓN ARREPENTIDO
Tú que fuiste ladrón arrepentido,
feliz ladrón robando el gran tesoro:
encontraste en mi cruz la puerta de oro
del paraíso abierto y prometido.
Yo que fui Luz de Luz, Dios tan crecido,
por culpa de un querer que tanto adoro
he perdido la luz clara, el decoro...,
te he querido encontrar y me he perdido.
¿Qué has hecho tú de mí, que has saqueado
mi pobre corazón y lo has dejado
hecho un esclavo de tu señorío?
¡Devuélveme, ladrón, lo que has robado;
dame de una vez, Dimas, lo que es mío!
¿No te da pena verme muerto y frío?
4
orar
Jesús, Hermano de cruz y de gloria
Señor:
No te avergüenzas de llamarnos hermanos a nosotros, los que nos robamos unos a otros los bienes
necesarios para la felicidad de la vida, la honra y
dignidad que pertenecen a todos los nacidos en
esta tierra.
Compartes el sufrimiento injusto que nos acarreamos y cargamos todos.
Viniste al mundo a traernos el Reino de la vida, el
amor y la felicidad.
Con excusas necias te rechazamos hasta el absurdo
de la muerte de cruz
Y así llegas hasta compartir el sinsentido de nuestra
muerte para liberarnos de su sino.
Recuérdanos a cada uno en tu Reino eterno de vida
y de gloria, Compañero de camino y de destino.
Yo te caigo en falta al no quedarme siempre contigo. Pero confío en tu promesa fiel: Estarás conmigo
hoy. Para suplicarte en cada momento la compasión que necesito.
5
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3a
MUJER, MIRA A TU HIJO
HIJO, MIRA A TU MADRE
(Jn 19,26-27)
AHÍ TIENES A TU MADRE Y MADRE MÍA
Ahí tienes a tu madre. Una espada
cruel la dejó maltrecha y malherida.
Mírala dolorosa y afligida,
sola, junto a mi triste cruz, plantada.
Ahí tienes a mi madre inmaculada.
Mírala al pie del árbol de la vida,
mírala intrépida, sin ser vencida
por la muerte, la noche ni la nada.
Te doy a aquella a quien yo más quería,
la que es mi pan y paño de agonía.
Mira su corazón: es ya tu casa
abierta y encendida: ¡entra y pasa!
Ahí tienes a tu madre y madre mía.
Mírala. Es nuestra madre y es María.
6
Con la madre amada,
discípulos amados
y herederos de Jesús
orar
Jesús Nazareno:
María, la mujer de Nazaret llena de gracia, guardaba toda tu vida en su corazón de madre tuya.
En esta mujer creyente contemplamos la más pura
fe de toda la comunidad del pueblo de Israel.
Y la primera fe en Ti, Jesús, fruto bendito de su
vientre, Salvador de todos los pueblos.
En la hora suprema de tu muerte, Jesús, con tu palabra de hombre entero, nos das como madre a tu
querida madre fiel.
Tu amor a ella pasa a la comunidad de todos tus
discípulos amados, herederos de la nueva alianza
sellada con tu sangre.
Como hijos fieles de tu madre, creemos en tu
amor, Jesús. Queremos corresponderte amándote
y amándonos, como miembros de tu Cuerpo que
es la Iglesia, tu Esposa amada, suplente de nuestras
faltas de amor.
7
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4a
DIOS MÍO, DIOS MÍO,
¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
(Mc 15,34)
DESDE LO MÁS PROFUNTO ALZO MI GRITO
Desde lo más profundo alzo mi grito
como una ardiente y roja llamarada.
Oye, Señor, ven pronto a mi llamada:
solo soy hombre y en la sombra habito.
No me dejes morir como un proscrito,
pues maldito es quien muere en la estacada,
colgado de una cruz y por la espada
del silencio de Dios como delito,.
Grito. Vuelvo a gritar. Nadie responde.
Cuanto más grito, más abandonado,
más se espesa la noche y Dios se esconde.
¡A quién acudir! ¿Cómo, cuándo, dónde?
No me dejes, mi Dios, de ti olvidado,
pues tu ausencia es cruel lanza en mi costado.
8
Tu abandono, Jesús,
recoge todos los nuestros
orar
Jesús abandonado:
Amargo es el abandono de todos los humanos a la
esclavitud del pecado y de la muerte.
Más abandonados aún los acorralados por hambrunas, torturas, cárceles, asesinatos… y las guerras siempre fraticidas.
Con la impotencia fatal de no poder superar solos
tanto pecado como nos domina, amarga y destruye, por dentro y por fuera.
¡Cuántas veces, parece, gritamos al vacío!
Abandonados como Tú, Jesús, de las manos hermanas de los prójimos y más abandonados de las
paternales manos de Dios…
Pero el Dios tuyo nunca renegó ser Dios de Ti, ni
de ser Dios nuestro, de cada uno de los humanos…
Al Dios vivo pertenecemos porque Él nos hizo y somos suyos.
Y Dios escuchará nuestros gritos como escuchó los
tuyos, Jesús, al confiarte a sus manos bienhechoras
en la oscuridad total.
9
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5a
¡TENGO SED!
(Jn 19,28)
TENGO SED
De sed el alma entera se me abrasa.
Mi lengua es teja, y baja a mi garganta,
y al cielo de mi boca se levanta
el infierno deshecho en pura brasa.
La pavesa se ha hecho presa de mi casa.
Se calcinó la voz. Y ya no canta
al sol la flor. Ni crece ya otra planta,
sino esta sed voraz que me traspasa.
Tengo sed, y me quemo entre la hoguera
de un fuego no retórico o vacío.
¡Se me muere de sed el alma entera!
Tengo sed, y te miro como un río,
como un mar de agua dulce, verdadera...
¿No me darás un vaso lleno y frío?
10
Sed del Dios vivo
y de viva fraternidad
orar
Jesús de las Bienaventuranzas:
Tú, el Pobre más grande de toda la historia del Pueblo de Dios, has sido el hombre más feliz de toda la
historia humana.
Porque la plenitud del Espíritu de amor de tu Padre
Dios te rebosaba el corazón de felicidad: al abrir tu
boca para proclamar dichosos a los pobres, a los
sedientos de justicia, a los limpios de corazón, a los
misericordiosos y trabajadores de la paz.
Jesús, en tu continua oración confiada al Padre, saciabas tu sed de ver su rostro.
Y en servir su Reino a las muchedumbres saciabas
tu sed de tener hermanos y hermanas en la nueva
familia de los hijos de Dios haciendo su voluntad.
El que tenga sed, que venga a Mí y beba.
El que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed…Le daré agua viva.
Jesús, que nuestra sed de Ti apague tu sed de nosotros, para saciar tu deseo infinito de que vivamos
como hijos de tu Padre y como hermanos entre nosotros.
11
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6a
TODO ESTÁ CONSUMADO
(Jn 19, 30)
Consummatum est!
Soy tu Dios y Señor, tu Dueño y Amo…
y sin embargo, en cruz crucificado.
¿Se puede amar más hondo y elevado,
pues de amor me derrito y me derramo?
Jadeo, Gimo. A juicio te reclamo:
¿por qué eres viento esquivo, descastado,
que vas, que vienes, que me das de lado.
Si yo, amor, por tu amor, ay, ¡cuánto te amo!
¡Si lograra hacer más de cuanto he hecho!:
Amor en cruz, maltratado, ¡ay!, maltrecho.
¡Ay, locura de amor, que te amo tanto!
“Cumplido está”. ¿Es todo? Estoy deshecho
en llanto. En ti destilo todo cuanto
pudiera Dios amar, ¡pues te amo tanto!
12
orar
A tu vida consumada en la muerte
falta la nuestra
Jesús entregado:
Cumpliste lo que dijiste: No he venido a ser servido
sino a servir hasta dar la vida en rescate por todos.
Tu discípulo predilecto lo confirma: Sabiendo Jesús
que había llegado su hora de pasar de este mundo
al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el extremo.
Jesús, para tu amor a los pecadores no hay término
medio. Tu amor más grande solo conoce el extremo de llegar a dar la vida.
Tu vida entregada en tu sangre derramada nos libera enteramente del desamor que nos condena.
Tu amor saca nuestro amor, saca el amor de todo
ser humano nacido para el amor, nacido para Dios
que es amor.
Consumaste tu vida de la mejor manera, Amor de
los amores, con tu entrega amorosa a tu Padre y a
nosotros, tus hermanos.
Ayúdanos a consumarla así contigo.
13
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7a
¡PADRE, EN TUS MANOS
ENTREGO MI ESPÍRITU!
(Lc 23,46)
VUELVO A TI, PADRE
Vuelvo a ti, Padre. Qué gozosamente
me inclino y me hundo dentro de tu seno
abismal, manantial, cristal sereno
del luciente frondor de eterna fuente.
Quiero verte y beberte, transparente,
y llenarme de ti, y quedarme lleno
y hambriento, Padre mío, Padre bueno.
¡Qué sed de Padre sufro últimamente!
Hoy vuelvo a ti, no solo ni vacío.
La espiga en cruz brotó con nuevos granos.
Mira: traigo agarrados a mis manos
recientes hijos tuyos, mis hermanos.
¿Sonríes, Padre? Yo también sonrío.
Y a la orilla del mar, sonríe el río.
14
orar
Entregar la vida al Padre,
Dios de la vida,
de las manos del Hijo y del Espíritu
Jesús, Maestro para vivir y para morir:
Tu Padre tanto amó al mundo que te entregó a nosotros, no para condenarnos, sino para salvarnos.
Tú nos enseñas a hacer la voluntad del Padre como
hijos muy agraciados por Él, para serle agradecidos.
Tu vida es toda ella Evangelio, Buena Noticia del
amor del Padre:
Nos perdona y nos capacita para amarnos unos a
otros como Tú nos has amado, con el infinito amor
de Dios rebosando tu corazón humano.
Maestro bueno, repasando cada día tu vida y tu
palabra, caminamos hacia Dios de tu mano y de la
mano de tu Espíritu, Don de tu Resurrección gloriosa: luz, amor, perdón y paz.
En el don del Hijo y del Espíritu confío: para entregarte, Padre lleno de amor, mi vida entera ahora,
y mi espíritu en la hora de mi muerte, con Jesús.
15
Las 7 palabras de Jesús en la cruz, en cada
Pascua, reclaman a sus discípulos amados
identificarnos con Él, junto a la primera
creyente, su Madre, también nuestra.
Son gritos de entrega confiada al amor del
Padre y al amor nuestro.
Palabras–gritos para escuchar, orar, sufrir,
agradecer y gozar con fe oscura y verdadera, esperanza cierta y amor entero (S. Juan de
la Cruz).
Válgannos los bellos sonetos que las prolongan del P. Francisco Contreras, claretiano, ya en la eternidad de Dios.
Mi redacción intenta ser un pálido reflejo,
entre tantas oraciones silenciosas, desgarradas, confiadas, que más nos valen a
todos.
Elías Alcalde Martín
Granada Misionera nº 172
Suplemento nº 13
Delegación Diocesana de Misiones
C/ Casillas de Prats, 5 bajo
18002 Granada · Tel. 958 25 00 46
[email protected]