Download los 10 mandamientos

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
MENSAJE DE LA VIRGEN DEL TOSCÓN
MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
(Recopilación de los mensajes de la Virgen María en los cuales habla de los mandamientos.)
- Dios puso un orden en esta Tierra y dictó unos Mandamientos a cumplir; Mandamientos que en realidad están
dentro de cada uno cuando descubrís a Dios en vuestro interior; porque cuando amáis a Dios de verdad, veis a
Dios en los demás, lo amáis como a vosotros mismos, en esto se encierran todos los Mandamientos.(29.9.94)
- ...Si queréis acercaros a Dios lógico es que busquéis qué es lo que Él quiere de vosotros, por eso debéis repasar
esos Diez Mandamientos que algunos ni siquiera conocen, e intentar día tras día, mientras Dios os mantenga con
vida en esta Tierra, perfeccionar ese alma tan imperfecta por las dudas y las faltas de confianza.(24.10.96)
(La Madre pidió a una persona que citara los Mandamientos.)
- De los Diez Mandamientos que habéis escuchado muchos habéis contado aquellos que cumplís pero hay
muchos que no cumplís ¿verdad? ¡Qué difícil es! sobre todo, cuando pensáis que algunos son demasiado duros,
que algunos no contemplan las debilidades humanas; esos son los mandatos de Dios, esos son los
Mandamientos del que os da la vida. No entréis a juzgar si son duros o no, porque perdéis el tiempo. Dios no ha
cambiado, Dios siempre es el mismo, sois vosotros los que habéis cambiado a través del tiempo y os habéis
vuelto cada vez más rebeldes; habéis actuado antes por temores y volveréis a hacerlo en poco tiempo por
temores a Dios, cuando no podáis controlar la Tierra en sus manifestaciones acudiréis a Dios. Cuando Jesús os
dice, se brinda a ayudaros, es precisamente para que cumplir los Mandamientos no sea una tarea tan difícil.
Muchos pecáis diariamente porque no cumplís alguno de estos Mandamientos, pero hacéis buenas cosas para
compensar. Hijos míos, no podéis compensar. Lo que está mal está mal y lo que está bien está bien, hay una
balanza, pero el mal pesa.(24.10.96)
(El día 21 de Septiembre de 2000 el Señor nos decía por medio de Fabiola que dedicáramos una reunión a
cada mandamiento empezando por el último. Nos pedía que reflexionáramos y nos comunicaba que la
Madre asesoraría en cada mandamiento.)
(El jueves 28 de Septiembre de 2000 se comenzó a hablar de los mandamientos. La Madre al final de cada
reunión nos transmitía un mensaje sobre el mandamiento del cual habíamos hablado durante la reunión.)
- Dios se ha acercado a esta humanidad de mil formas distintas. La tozudez del hombre ha llamado de Dios a
un acercamiento diferente; en fases distintas, de Dios habéis recibido diferentes acercamientos. Dios grabó
unos mandatos, son guías a seguir para evitar la muerte del alma. Las leyes de Dios, resumidas en los diez
mandamientos, están todas relacionadas; todas esas faltas contenidas en esas pequeñas frases son falta de
amor en los corazones. (28.9.00)
- Si os limitáis a interpretar literalmente una frase que ha sido traducida por otros, recortaréis el ámbito de
los mandamientos, haciéndolos a vuestra propia medida; y así nunca faltáis a algunos de los mandamientos,
porque vuestra conciencia se cierra a una interpretación corta claramente reducida para quien es Dios. Dios
os quiere perfectos, no lo sois, y a través de estos mandamientos Dios quiere que, cayendo en la cuenta de
que lo que está mal está mal siempre, podáis mejorar. (28.9.00)
- Cuando se es limpio de corazón estos diez mandamientos se cumplen con facilidad. La verdad está grabada
en el corazón del hombre, habéis leído muchas veces y escuchado de otros, ¿por qué esa verdad no se hace
transparente en vuestras mentes y os hace actuar con certeza, con justicia, con honestidad? Habéis venido y
estáis aquí para recuperar algo que habéis perdido, y no precisamente a través de un recuerdo que Dios
mantiene apagado, sino a través de las cosas bien hechas. (28.9.00)
1
- Dios puso esas leyes para guiaros, porque pedisteis las cosas claras, “que Dios pida, nosotros haremos”; y
Dios pidió de manera clara, pero esas diez cositas están totalmente relacionadas entre ellas. Cómo habéis
comentado, ya en varias ocasiones, si os limitáis a centraros en el significado exacto, el mandamiento escrito
está reducido, recortaréis en demasía el contenido, porque así nunca os confesáis de matar y ¿cuántos de aquí
no han matado? Y todos, también todos, ninguno se escapa, ha matado, ha matado ilusiones, ha matado
esperanzas, ha matado alegrías, son matanzas ¿verdad? distintas en gravedad que, depende de la sensibilidad
que tengáis en el corazón hacia Dios, las haréis más graves o menos graves. (28.9.00)
- Muchas veces los hijos de Dios, muchos hijos de la Iglesia, así se llaman a sí mismos, tienen un
comportamiento laxo totalmente a los mandamientos, “si no hay mala intención, no hay falta”. Y encubiertos
con esas frases, con esos argumentos, no se reconocen incumplidores. A veces os asustáis con lo que tantas
veces habéis oído: “pecados mortales”, eso de pecados mortales parece que influye también en esa
interpretación corta que hacéis de los mandamientos. Hijos míos, pecados mortales también tiene su
interpretación, son mortales porque van matando el alma poquito a poco, más a medida que no tomáis
conciencia de que faltáis; porque Dios es magnánimo, porque Dios lo perdona todo, porque Dios no os va a
mandar a eso que llamáis infierno por dos o tres faltas, pero sí es verdad que el alma se ennegrece, si es
verdad que el alma se ensucia, si no tomáis conciencia de qué son las faltas, haréis y dejaréis de entender lo
que desde un principio siempre ha estado claro. Os he dicho muchas veces que no sois ignorantes a lo que
está bien y a lo que está mal, pero corréis el peligro real de llegar a un punto de que veáis bueno lo que es
malo, de que os engañéis como ya lo hacéis. (28.9.00)
- Todos los mandamientos indican lo mismo. La falta de amor es lo que provoca el incumplimiento de todos
los mandamientos, pero eso ya lo sabéis. Y hay muchos mandamientos que pasáis de largo siempre, porque
esos siempre los cumplís, y yo os digo que a todos faltáis, a todos, en menor o en mayor medida, pero a
todos. Lo que pasa es que vuestras conciencias están recortadas y limitáis las cosas, también es verdad que
queréis avanzar, que tenéis impulsos buenos para laborar, y a veces vuestras memorias se paralizan, y
olvidáis instantes de angustia por el bienestar de otros, y olvidáis instantes de alegría por el problema del
hermano, os olvidáis. El olvido, a veces, es una ayuda, otras veces no. (28.9.00)
- Cada uno por cada uno recoge los mandamientos a su medida, y según el estado del alma y el del
entendimiento así los interpretáis; y sois más o menos cuidadosos según estáis por dentro, y así sois más o
menos rígidos con la interpretación y con el cumplimiento. Todos los mandamientos, os dije, están
relacionados, son guías para que el alma no se muera, para evitar la muerte del alma. (5.10.00)
- Sois parte de Dios, pero guardáis en vuestro interior pecado que hay que limpiar. Os dije también: si sois
demasiado estrictos dada la situación en la que estáis, del estado de vuestras almas, entonces, conscientes de
que no sois capaces de cumplir de una manera estricta los mandamientos, el desánimo se haría pronto en
vuestro corazón y os hundiría más de lo que estáis. No quiere Jesús desánimo sino alientos, pero quiere Jesús
las cosas claras, porque Dios no ha cambiado, Dios es el mismo, antes, ahora y siempre; sois vosotros los
que habéis cambiado, hartos de un Dios con leyes habéis buscado en Jesús un Dios que permite todas las
cosas. Cuidaos bien de cambiar la imagen de Jesús, de la que tiene verdadera, Jesús en Dios es la alegría que
falta en vuestros corazones, es el ánimo que falta en vuestras vidas, pero Jesús es Dios y en Dios el orden
estará siempre. (5.10.00)
- Vuestra Madre es la cuidadora de los mandamientos, así me habéis llamado en alguna ocasión, y en verdad,
así está mi servicio designado, pero Dios que los da, Dios que ayuda a interpretarlos, Dios me indica cuando
tengo que ser más estricta y cuando tengo que ser menos estricta según los lugares; y también muchas veces
me habéis oído decir que este lugar para mí es el lugar donde Jesús más claramente os está cuidando de
manera que con comportamientos claramente inadecuados, poco limpios, sois más mimados que otros que
ya están haciendo muchas obras buenas, y encima, estamos aún exigiéndoles más y vosotros con tanto
tiempo aún estáis en pañales. (5.10.00)
2
- Jesús quiere veros enderezar los caminos, pero quiere Jesús que avancéis, y por eso ha pedido que repaséis
los mandamientos que tenéis olvidados, tan olvidados que algunos, ni siquiera recordáis cuales son, y los
recordáis ahora, sólo el recuerdo ya es bueno; sólo recordáis los graves y aquellos que no entendéis bien los
olvidáis, y el orden es importante aunque no lo parezca; de cualquier forma para tener amor, para poder tener
esas fuerzas que necesitáis en verdad para superar esas pruebas, unas detrás de otras, para que ese amor
realmente nazca del corazón, necesitáis aumentar la fe; porque la fe, la confianza verdadera en Dios, en su
existencia, en su amor, en su misericordia, haría brotar de vuestro corazón el amor necesario, amor que se
traduciría en fuerzas para poder cumplir estas guías, que no son más que ayudas para vuestra alma. (5.10.00)
- Por graves que sean vuestras faltas Dios quiere recuperaros y a través del perdón esa recuperación es
posible, pero necesitáis un remordimiento sincero, y para tener remordimiento hay que tener conciencia clara
de las faltas cometidas, por eso a través de estas reuniones se están reavivando los contenidos de los
mandamientos con amplitud, para que podáis hacer exámenes de conciencia más rigurosos, mejores
exámenes de conciencia. (9.11.00)
DÉCIMO MANDAMIENTO (28.9.00)
“No codiciarás los bienes ajenos”
- Codiciar los bienes ajenos es fruto, en verdad, de la falta de conciencia que tenéis de ser hijos de Dios, de
que Dios todo lo puede, de que Dios no se equivoca y da a cada uno lo que necesita para mejorar el estado
de su alma. La falta de conciencia os empuja a fallar una y otra vez en este mandamiento.
- La codicia que guardáis todos en el corazón se manifiesta de distintas formas en cada uno de vosotros,
porque queréis lo que vuestro hermano tiene, que habéis anhelado y aún no tenéis; os empuja esa codicia a
entristeceros… pero, hay muchas tristezas que tienen disculpa. Lo grave es, hijos míos, alegrarse, como
decís, de que Dios haga justicia, y de que aquel que tenía y celabais ahora no tenga, porque parece que la
justicia de Dios pasa porque todos estéis iguales; y entráis en juicios, y el juicio en vuestra vida está muy
relacionado con este décimo mandamiento; cuando enjuiciáis los méritos que tiene vuestro hermano para
tener o no tener bienes, para recibir o no bienes espirituales, cuando os comparáis y decidís que no tiene
méritos suficientes estáis cometiendo una falta, porque si Dios no se equivoca, por algo será que ese
hermano que tenéis al lado vive lo que vive, tiene lo que tiene.
- Pero pensando en codicia como querer tener lo que el otro posee, desviáis realmente lo que Dios os está
pidiendo, Dios os está pidiendo que aceptéis la vida que tenéis, que aceptéis lo que Él mismo os prepara en
el camino, y eso no significa que os mantengáis impasivos ante lo que ocurra, sino que actuéis en
consecuencia con lo que vivís, que veáis en vuestro hermano a Jesús, que os alegréis de las alegrías y que
compartáis las penas. Parece que el servicio de jueces os gusta demasiado, porque no lo abandonáis a pesar
de tantas veces de consejo repetido una y otra vez, dejad los juicios. La injusticia se reparte por el mundo, ya
lo sabéis, y a todos os tocan situaciones “injustas” entrecomillas, como decís. Dejad que Dios obre, dejad
que Dios permita lo que Dios mismo cree que ha de permitir, pero actuad con astucia; muchas veces también
os he dicho, actuad con ligereza, con rapidez, con diligencia para salir del paso en situaciones
comprometidas en las que vuestro corazón mande impulsos negativos que os hagan actuar de maneras
incorrectas.
- Codiciar es muchas cosas, pero realmente codiciar, si queréis saber realmente como estáis en codicia,
haced un examen interno, serio, y preguntaos: ¿Cuántas veces os habéis alegrado de que algún hermano haya
tenido mala suerte en algo, haya tenido algún problema? ¿Cuántas veces habéis dicho: “Dios ha hecho
justicia, ahora si que está bien todo”, cuando habéis visto que un hermano ha sido castigado? Cada vez que
os hayáis alegrado de eso habéis cometido falta contra el décimo mandamiento.
- Quedaos, hijos míos, con algo importante: la codicia entendida como ese querer poseer lo que el otro tiene,
dejándolo así, recortado en eso, evidentemente para muchos no es una falta que se cometa con frecuencia, si
profundizáis y os volvéis un poquito más sensibles, un poquito más pulcros con vuestra alma y ampliáis el
3
ámbito de este mandamiento, si os ponéis a reflexionar en esas alegrías que tenéis con el mal ajeno, el mal
ajeno se representa en muchas cosas, también tendréis, a medida que toméis conciencia de esas alegrías que
os provoca el mal ajeno, avanzaréis, avanzaréis realmente en el camino hacia Dios.
NOVENO MANDAMIENTO (5.10.00)
“No consentirás malos pensamientos ni deseos impuros”
- Si vencéis al mal cumpliendo este noveno mandamiento, fuerzas tendréis para vencer el sexto
mandamiento, igual que para manteneros limpios en otros, porque de los pensamientos malos e impuros
fácilmente se pasa al deseo, a esas ganas sin medida, y del deseo se pasa al acto.
- Y este noveno mandamiento, como todos los demás, está traducido, se ha modificado con la sana intención
de que las almas no sean tan laxas, de que tomen en cuenta el contenido de lo que incluye cada
mandamiento. Hombres al servicio de Dios han buscado la mejor forma de enunciar el mandamiento, y la
han modificado varias veces, escritas algunas, no escritas muchas.
- Sois a semejanza de Dios, por voluntad de Dios hombres y mujeres, pero olvidaos del sexo, porque habéis
hablado del deseo corporal, del pecado que se comete cuando se desea; pero olvidaos, os repito, de que sois
hombres o mujeres, porque recortáis el ámbito de este mandamiento. Sois, cada uno por cada uno, libres para
cumplir los mandamientos y para no cumplirlos también; pero lo grave es que también sois libres para
engañaros, y os engañáis cuando vestís de buena intención lo que claramente está mal. No se puede jugar
con las ilusiones de los demás, no se puede jugar con los sentimientos de los demás; y estáis de tal manera
en este pasar que el acercamiento corporal provoca necesariamente, antes y después, un acercamiento
psíquico que deja secuelas.
- Sois egoístas, pero os da igual, os da igual porque pensáis que no hacéis daño y no veis más allá, y no veis
las lágrimas que yo veo, no percibís la angustia que yo percibo, por fuera todo está muy bonito, pero no
sabéis ver en el interior, y os acercáis sin amor a los demás, y cuando falta el amor, la impureza nace por sí
sola. El amor es la causa del incumplimiento de todos los mandamientos os dije, y os lo vuelvo a repetir. Si
amáis, purificáis; si amáis, os vuelvo a repetir, purificáis pensamientos, actos; los deseos se purifican con
amor; y os veo preocupados y despreocupados, preocupados en exceso, no sabiendo amar, y recortando la
manifestación de un amor puro por extrañas ideas recogidas de aquí y de allá; pero también os veo
despreocupados y haciendo daño a otros.
- Malos pensamientos. ¿Qué son malos pensamientos? Cualquier pensamiento que no sea puro, cualquier
pensamiento que provoque falta de serenidad, que provoque alegría por males ajenos, es un mal
pensamiento, pero eso ya lo sabéis. Deseos impuros, también lo sabéis, parece… me dice Jesús, que no que
parezca que es, que como lo habéis practicado lo sabéis bien. El deseo impuro da, la mayoría de las veces,
paso al acto impuro; por eso es tan importante que lo frenéis; pero no confundáis las cosas, si os llenáis de
amor, si os llenáis de verdadero amor no hacéis daño, y los pensamientos son buenos y los deseos son puros,
y los actos son puros también; y eso es importante que lo tengáis claro, porque tampoco quiero veros
amando sin saber amar, sin manifestarlo, porque el hombre es cuerpo también, y Dios no os hizo para estar
solos, y vuestra Madre os comprende, y vuestra Madre entiende que os busquéis, que necesitéis compañía; y
vuestra Madre comprende que os juntéis como decís, que os améis, pero falta orden, falta orden y falta
pureza; porque habéis también de saber que amores que comienzan limpios se ensucian, porque el vicio
entra con facilidad y el egoísmo sobretodo, y ese comienzo tan bonito a los ojos de Dios, de una entrega total
por amor, entregando cada uno al otro todo lo que tiene, buscando lo mejor para que el otro sea feliz, eso no
dura mucho, y de repente uno cae en la cuenta que no recibe lo mismo que da y empiezan los problemas, y
eso provoca tantas faltas.
- Si cuidáis este noveno mandamiento fácilmente mantendréis otros sin hacer esfuerzo apenas. Los
pensamientos acuden a todas las mentes, lo que hay que hacer es ser diligentes para eliminarlos, porque los
juicios vienen a todos, y oís una crítica de alguien y no sabéis pararla, os dais tanta prisa, os veo, en
4
comentar con otros, cuando ni siquiera sabéis si lo que habéis escuchado es cierto; y transmitís mentiras, y
esos malos pensamientos han dado frutos; y os hacen faltar, esos malos pensamientos, contra el octavo
mandamiento.
- Me dice Jesús que os diga algo positivo, pero yo creo que ya he dicho lo más positivo y es que el amor
hace vencer esta falta, el amor bien entendido, el amor: caridad; el Amor con mayúsculas: Amor de Dios,
eliminan los malos pensamientos. Me dice Jesús, insistiendo en lo positivo, que siendo así, que lo perdona
todo, hay que ser valientes para asumir la falta, igualmente valientes para reconocer el perdón de Dios en el
corazón, porque Dios lo da, pero antes hay que reconocer la falta.
- Y este mandamiento es uno más, no es el de más importancia, tampoco el menos importante; pero es
verdad que el incumplimiento de este mandamiento, el descuido por este mandamiento os lleva a faltar en
otros, por eso es importante que lo cuidéis con un poquito más de esmero. Os confesáis a menudo de este
mandamiento, es verdad, pero muchas veces os confesáis pensando en un momento concreto, particular,
cuando habéis faltado en muchísimas ocasiones en un periodo corto, porque el pensamiento no para
¿verdad?
- Yo os digo, como Madre vuestra que soy, que los malos pensamientos vienen a la mente, pensamientos que
os hacen creer que el mal gana la partida cuando quiere, pensamientos que os hacen perder la fe, que os
hacen creer que Dios no es tan poderoso como dicen, pensamientos que pueden apartar claramente del
camino cuando esperáis y Dios no os responde, empezáis a perder la confianza en Dios. Hay pensamientos
malos al pensar que Dios no lo puede todo, al pensar que Dios se ha olvidado de vosotros. Es malo pensar
que Dios no os ama, el malo pensar que el alma es un invento de otros, como Dios también lo es, para aliviar
las conciencias; y yo os pregunto: ¿En realidad pensáis que, que Dios exista alivia las conciencias? ¿No será
justo al contrario, porque si Dios no existiera no estaríais tan preocupados? Así que si Dios es un invento,
mal invento entonces. Si Dios viene a ordenar una vida desordenada, que no se quiere ordenar, ¿qué interés
tiene ese invento? ¿Para lo imposible, para lo que otros no pueden solucionar?
- Este noveno mandamiento, uno más, pero con importancia grande, igual que los otros; entrelazados todos
están, pero este mandamiento, cuando se cuida, os vuelvo a repetir, os fortalece para cumplir otros.
Incumpliendo este en cualquiera de sus matices o aspectos, pensamientos, deseos, de cualquier tipo que no
sean limpios, incumpliendo este mandamiento raro sería que no incumplieseis otros; incumplir otros, eso
significa incumplir más de uno. Y cuando vais a hacer examen de conciencia os veo con los deditos, “esto,
esto y esto”, y yo diría que en las manos no tenéis dedos suficientes para las faltas, pero contáis y os quedáis
con tres, con dos, o como hacéis muchas veces: “de estos cinco, este es tan grave que los demás los olvido,
son veniales”. Yo os aconsejo, como Madre, que seáis un poquito más estrictos consigo mismos, que
aprendáis a ser más cuidadosos y no dejar ninguna falta atrás, ninguna, porque de pronto un día descubrís
que aquello que no os habéis confesado hace tanto tiempo es una falta grave. ¿Qué más os da, si el que os
escucha os escucha en un servicio a Dios, como ha de ser, sirviendo de vehículo, qué más os da? Soltad toda
esa porquería para que podáis quedaros limpios después.
OCTAVO MANDAMIENTO (19.10.00)
“No dirás falsos testimonios ni mentirás”
- Habéis testimoniado muchos, habéis intentado esclarecer, cada uno por cada uno, la mentira. Los
mandamientos son guías de Dios para sus hijos amados, guías que sólo pretenden, -como ya os he dicho en
ocasión anterior- guías para limpiar el alma, para evitar la muerte del alma. No es la primera vez, ni será la
última, que escuchéis a vuestra Madre pediros que no enjuiciéis, que controléis eso que decís por la boca.
¿Cuántas veces más necesitáis escuchar los mismos consejos? Si no podéis hablar bien de un hermano
callad. Si siguieseis este consejo, ganaríais mucho en el camino hacia Dios. Una fuerza mala que guardáis en
el interior os empuja a hablar mal de los demás, enjuiciándolos sin necesidad, mintiendo con ganas a veces,
muchas veces, para luchar contra aquel que no está delante para defenderse. Y ya no utilizáis armas, ahora
utilizáis palabras, pero el efecto es incluso peor.
5
- Y en este lugar seréis especialmente probados en este mandamiento cuando muchos vengan a preguntar y
levantéis falsos testimonios y mentiras sin sentido, buscando protagonismo. Sois preparados, es verdad, paso
a paso, para que esas fuerzas que ya tenéis en el corazón, por el mismo Dios puestas, las utilicéis en los
momentos duros que se avecinan; pero seguís preocupados más de los demás que de Dios, no tenéis aún
presencia viva de Dios en vuestras vidas; y os preocupan los ojos de los demás y no los ojos de Dios; la
mirada de Dios no se tiene en cuenta; y os preocupan los oídos de los que escuchan, pero no que escuche
Dios; y así habláis unos delante de otros con poca sinceridad, sin valentía para desnudar el alma, para
compartir las miserias, un compartir que alivia la carga y que ayuda realmente a irla eliminando en ese
compartir. Pocos se atreven a ser sinceros por vergüenzas. Tenéis siempre que quedar bien, y ¿delante de
Dios qué?
- Un mandamiento en el que Dios pide a sus hijos que no levanten falsos testimonios, que no digan mentiras.
Y habláis y vuestra sinceridad está recortada, seguís con esa coraza en el corazón impidiendo que la luz de
Dios entre de una vez en él; una coraza, una coraza que debería estar a punto de caer. También, es verdad,
que paso a paso se hace el camino, que si queréis ir demasiado rápido podéis caer en ese intento. Lo grave es
grave, lo malo es malo.
- Un mandamiento que todos entendéis porque faltáis a ese mandamiento con muchísima frecuencia casi
todos los días de vuestra vida, porque para mentir no son necesarias las palabras a veces, y para levantar
falsos testimonios y transmitirlos tampoco hacen falta, a veces, las palabras, una actitud, una mirada, un
comportamiento en un determinado instante, puede convertirse en una falta contra este mandamiento, pero
es que esto lo sabéis.
- Cuando mentís, como decís, para ayudar a alguien, no os engañéis, que no sois tontos a lo que está bien y a
lo que está mal. La espontaneidad limpia las faltas, la premeditación las aumenta.
- Si cuando habláis mal de un hermano Dios hiciera notar su presencia, caeríais de bruces al suelo pidiendo
perdón; pero Dios no ha escogido el camino de una presencia viva cercana mentalmente con la razón para
ganaros, ha escogido Dios el camino de la libertad, y para ayudaros os pone prueba tras prueba, y las pruebas
están porque las necesitáis.
- Dios no miente como algunos osados hijos de Dios han dicho de su Padre del Cielo; Dios jamás se
equivoca, que Dios haga esperar es muy distinto; pero también es verdad que la mentira está tan arraigada en
vuestro corazón que, a veces, ni os dais cuenta de que mentís. Es una falta contra este mandamiento la que
tenéis todos. También es verdad que Jesús alentándoos siempre en el camino tira de vosotros y os da ánimos
nuevos, sensaciones de capacidad suficiente para poder superar esas faltas, sin embargo, no las aprovecháis.
- También sabéis que duelen en mi corazón más unas cosas que otras, pero especialmente el oíros, el veros
haciéndoos daño unos a otros, cuando lo que intenta Dios es recuperarlos a todos, cuando lo que estamos
laborando tiene una meta clara de unificación en el amor de Dios; entorpecéis nuestra labor, porque cada vez
que enjuiciáis, mancháis.
- La astucia bien entendida en un hijo de Dios le lleva a cumplir los mandamientos con más facilidad, la
astucia, bien entendida, elimina muchas mentiras que no son necesarias para ayudar a otros; pero recordad
que el engañarse a sí mismo, a uno mismo, es muy grave. Os engañáis quitando gravedad a lo que hacéis;
todas las faltas son faltas, unas más graves, otras menos graves, en vuestro lenguaje hay faltas que son
delitos y faltas que son descuidos, hay una graduación clara para vosotros, pero también para Dios, y quizás
vuestro orden no sea el orden de Dios; y ahí tenéis que ser humildes para saberos escuchar, para saber
aprender unos de otros sin enjuiciar, sin enjuiciar.
- Y antes que hablar mal de los demás, antes de transmitir comentarios que ni siquiera sabéis si son certeros,
deberíais pensar cómo ayudar a ese hermano que otro está atacando, cómo ayudarle, esa sería la actitud de
un buen cristiano, eso sería la actitud de un hijo del Toscón digno de este lugar, cortar los comentarios, sean
6
ciertos o no sean ciertos. Los comentarios que hacen daño hay que cortarlos de raíz, incluso ir más allá, hay
que intentar recuperar lo que se ha dañado, pero estáis como en pañales. Como dice Jesús: las tortas en los
pañales no se notan suficiente
- Recordad y no olvidéis que estáis para aprender, que estáis para avanzar, pero sobretodo estáis para
amaros, porque es la fuente, es la fuente realmente que necesitáis, el amor de Dios en vuestro corazón. El
amor de Dios en vuestro corazón frenaría mentiras, frenaría falsos testimonios, frenaría esa boca que no para
de hablar, pero ese amor de Dios no está suficientemente en vuestro corazón arraigado. Os falta amor de
Dios, y porque os falta pecáis, y porque os falta no cumplís los mandamientos, por eso os cuesta tanto.
SÉPTIMO MANDAMIENTO (26.10.00)
“No robarás”
- Robáis de manera continua a los demás y a vosotros mismos; a vosotros mismos porque no os respetáis,
porque no os pertenecéis y os habéis olvidado de que sois de Dios, sois suyos y a Él volveréis. Os robáis a
vosotros mismos oportunidades de avanzar.
- Cuando se roba, la mejor forma de enmendar la falta es devolviendo lo robado y devolver lo que se roba no
es tan sencillo porque supone ante todo el convencimiento de que está mal lo que se ha hecho; y Dios habita
en el corazón siempre y la sensación incómoda cuando uno toma lo que no es suyo aparece siempre en el
corazón; cuando robáis, como decís, frutas del bosque que no tenéis, ¿qué estáis robando? si de la naturaleza
cogéis, cogéis de lo que es vuestro, porque sois parte de Dios, pero vosotros mismos habéis dividido lo que
Dios ha dado sin división, y ese es el problema, Dios no ha dividido las cosas, las ha dado todas para todos,
vosotros en la partición que habéis hecho, habéis robado, os habéis quitado unos a otros lo que a todos os
pertenece desde el principio, y por eso unos pasan hambre y otros en exceso no dejan de faltar.
- Robar lo hacéis todos, pero robáis la mayoría de las veces sin tomar conciencia de que en realidad estáis
robando. Todos lo mandamientos que repasáis os deben hacer caer en la cuenta de detalles, muchos, que
dejáis pasar sin importancia; y así después de recoger las palabras de otros hermanos en este lugar, después
de escuchar por voluntad de Dios estos mensajes que recibís en este lugar, después de todo lo que recogéis,
en la humildad que ponéis, aprendéis; y así os volvéis más sensibles a lo que Dios espera de vosotros.
Apagar alegrías en otros, robar la credibilidad de hermanos vuestros lo hacéis con una frecuencia enorme, y
si siguieseis los consejos que se os han dado tantas veces, las cosas serían muy distintas.
- Habláis en esta tarde de un mandamiento, un mandamiento en el que Dios os pide que respetéis lo que es
de cada uno. El amor que es la base para el cumplimiento de todos los mandamientos, no lo tenéis como
debierais, si amaseis a los demás no robaríais nada, respetaríais la libertad y en ese respeto a la libertad no
rechazaríais sentimientos.
- Robáis sin necesidad, y Dios os hace sentir en el corazón que habéis hecho mal; pero esa sensación no la
aprovecháis para rectificar; aprovechad de manera especial a partir de hoy, que habéis profundizado un
poquito lo que significa hurtar, robar, hoy que muchos han caído en la cuenta de que entristecer a alguien es
robarle. Os robáis trocitos de vida y no lo notáis, la tristeza acorta la vida. Ahora que notáis con un poquito
de más claridad que robar es más fácil de lo que pensabais, ahora que sabéis que quitáis a los demás muchas
cosas cada día, haced un esfuerzo por no hacerlo, pero un esfuerzo que dé resultados.
SEXTO MANDAMIENTO (2.11.00)
“No cometerás actos impuros”
- Actos impuros que Dios no quiere que cometáis, actos impuros todos aquellos que os hagan pecar contra la
pureza en todos sus sentidos. Centráis este mandamiento en la pureza física, pero no debéis olvidar que la
pureza es también del espíritu; si os mancháis físicamente mancháis también vuestra alma, pero la mancha
directa al alma es más grave con otras faltas. Actos impuros cometéis cuando pecáis contra ese amor que
7
Dios os da y que no aprovecháis; amor de Dios en el corazón tenéis todos puesto por el mismo Dios que os
ama, pero lo rechazáis, rechazáis a Dios en vuestro corazón y cuando le rechazáis actuáis de manera impura.
- La gravedad, como ya sabéis, depende del estado en el que os encontráis, pero también depende de la
conciencia que tenéis cuando usáis la libertad. Así, si se abre el abanico de posibilidades, actos impuros
también son faltas que están contempladas en otros mandamientos; pero en este, quiere Dios centrarse de
manera especial en la pureza del alma como tal, como era al principio. Los actos impuros manchan el alma.
Cuando hacéis algo y os quedáis inquietos es que sabéis que está mal, ese acto es impuro porque está
manchando vuestra alma; pero lo importante no es ya que caigáis en lo que significa en realidad el
mandamiento que Dios os presenta como guía para vuestra vida, sino que realmente cambiéis, mejoréis y no
sigáis faltando en lo mismo. Insiste, pues, vuestra Madre en lo mismo, la pureza del alma que tan descuidada
tenéis. Si Dios no está presente en vuestra vida, si la mirada de Dios no la tenéis presente a cada instante, los
actos impuros son continuos.
- El alma necesita del amor de Dios para limpiarse, y cuando se ama con el corazón limpio, cuando el amor
de Dios en vuestro corazón tiene salidas hacia los demás, hacia vosotros mismos, limpiáis, como ya sabéis,
las faltas; si falta el amor todo se ensucia. Las expresiones de afecto, a todos los niveles, pueden ser
expresiones puras si se impregnan de amor, pero es que esto ya lo sabéis, como tantas cosas que sabéis pero
que no aprovecháis.
- Y en este mandamiento en el que se habla de actos impuros os preocupáis de los vuestros propios, ¿y qué
pasa con esas personas a las que queréis, cercanas? ¿Ayudáis acaso a vuestros hermanos a que no cometan
actos impuros? ¿Los ayudáis? ¿Cómo los vais a ayudar si no tenéis conciencia de lo que es faltar realmente a
la pureza del alma? Y muchos seguirán centrándose en el aspecto físico de la impureza, pero tenéis que
recoger y no olvidar que la impureza más grave es la del alma que se ensucia por actos que atentan sobre la
existencia de Dios; cuando ponéis en duda que Dios existe, cuando ponéis en duda que Dios no es poderoso,
no es misericordioso, cuando ponéis en duda que Dios es vuestro Padre del Cielo, la impureza impregna
vuestra vida, porque todo lo hacéis bajo la mirada de un mundo que os engaña, porque estáis para moveros
en el mundo usando del mundo aquello que necesitéis en orden, no para que el mundo os ahogue y os lleve
por donde no queréis ir.
- Todo aquello que hagáis bueno para vuestras almas o bueno para las almas de vuestros hermanos serán
actos puros, y rezar es un acto puro, y perdonar de corazón es un acto puro, y transmitir alegría es un acto
puro, son muchas, muchísimas las cosas que se convierten en actos puros.
- Guías los diez mandamientos para vuestra vida, en este jueves centrados habéis estado en el mandamiento
en el que se os impulsa a actuar de manera pura, conocedores ahora de que el mandamiento, a parte de
centrarse por vuestra propia naturaleza en la parte física, se centra también el la espiritual, conocedores de
esta realidad, sed más exigente con vosotros mismos en el cuidado del cumplimiento de estas guías que Dios
nos dio.
QUINTO MANDAMIENTO (9.11.00)
“No matarás”
- Esta tarde de reunión la habéis dedicado a hablar del mandamiento de Dios que os guía y que os dice que
no debéis matar; y habéis aprendido a lo largo de estas reuniones que los mandamientos en su interpretación
dan mucho de sí, y lo habéis demostrado con vuestras intervenciones tocando aspectos distintos, en la
mayoría correctos. Matáis de muchas formas, pero no confundáis las cosas, matáis realmente cuando no hay
posibilidades después de recuperación, si hay posibilidad de recuperación no estáis matando estáis robando.
- Matáis de muchas maneras y lo sabéis, sin embargo, habéis necesitado de estas reuniones para caer en la
cuenta de ello, y ahora tenéis más claridad, pero pocos se han confesado en este ul gar de matar; cuando
hacéis examen de conciencia no os detenéis en este mandamiento porque normalmente os habéis centrado en
el morir físico; pero ahora que sabéis que Dios no quiere que matéis ni física ni espiritualmente a los demás,
8
espera vuestra Madre del Cielo que seáis más cuidadosos a la hora de confesar vuestras culpas. Todas las
intervenciones... me dice Jesús, que antes de seguir, que aclare para todos que no sois ninguno capaz de
matar almas de otros, podéis herir la vuestra, podéis herir de muerte la vuestra, pero no podéis matar el alma
de nadie, el alma es de Dios, y Dios decide sobre ella, y Dios tiene infinitas ideas que sorprenden al hombre,
muchas formas tiene Dios de salvar las almas.
- Así, con esa claridad, bien entendida, de que no podéis matar las almas de vuestros hermanos, tampoco
descuidéis que si bien no las podéis matar, las podéis confundir, las podéis ensuciar; y matáis con gestos,
porque a veces, acciones de vuestros hermanos en momentos concretos son cortadas bruscamente por
vuestras actitudes, y esas acciones eran para ese momento, ya no son recuperables. Matáis con las palabras,
cuando robáis el prestigio de un hermano, difícil es devolver ese prestigio, porque cuando un comentario se
suelta por esas boquitas descontroladas que tenéis, cuanto más graves son, más rápidamente se extienden.
¿Cómo restaurar el prestigio dañado? Es tan difícil, por eso la lengua que no para en vuestra boca de
articular palabras, muchas veces insultantes hacia otros hijos míos, esas palabras más que robar matan,
matan porque niegan la posibilidad de recuperar lo perdido. Matáis con acciones de desprecio, eso que
llamáis pasar de los demás, bien entendido puede ser conveniente sólo en el caso de que un hermano vuestro
inquiete vuestra alma, pero si el alma está tranquila pasar no es bueno, porque todos os necesitáis, necesitáis
escucharos, necesitáis corregiros con amor, necesitáis en definitiva caminar juntos, porque Dios no os creó
para que estuvieseis solos, sino para que estuvieseis unidos y en unificación volver a Él.
- En esta tarde os habéis confesado como asesinos, tan tranquilamente; todos reconocéis haber matado
ilusiones, alegrías, pero pensad bien, a lo mejor las alegrías que pensáis habéis matado no están muertas,
podéis revivirlas, apresuraos entonces a revivirlas. Ilusiones, pensáis, que habéis matado a lo mejor, podéis
recuperar esas ilusiones en los demás, apresuraos a hacer, a hacer para que Dios se contente con vosotros.
- Si Dios en uno de sus mandamientos os dice: “No matéis”, ¿cómo va a matar Dios? La muerte, pues, es un
engaño. Es vuestra materia la que queda aquí, seguís vivos, Dios no mata, Dios recupera las almas.
CUARTO MANDAMIENTO (23.11.00)
“Honrarás a tu padre y a tu madre”
- Dios, nuestro Padre-Dios nos dice como consejo, que llamáis ley, que honremos a nuestros padres,
¿quiénes son nuestros padres? Si por padres entendemos los dadores de vida, ¿de qué vida estamos
hablando? ¿De la vida física? ¿Es que la vida física existe sin vida espiritual? ¿Qué sostiene con vida al
hombre? Dios detrás siempre de cada hijo suyo esperando esa vuelta, esperando ese reconocimiento que no
llega; y, así, cuando Dios nos aconseja de esta manera, quiere Dios que respetemos a todos aquellos
hermanos nuestros que nos dan vida, entendida de tantas maneras; si nos centramos en los seres que nos
rodean hay muchos padres y muchas madres, porque en todas las fases de la vida tenemos seres que nos
ayudan, que nos sostienen, que nos animan; pero también los seres que no ayudan, que no animan, que no
alientan, que no dan vida, también están ahí para ser amados. No es una obligación amar, es un derecho que
tenéis y que podéis ejercer. Cerrar el corazón al amor es dañar el alma, es oscurecer el alma; negar el perdón
a quién lo solicita es grave falta para un hijo de Dios consciente de serlo, pero también es falta no reconocer
en uno mismo el error grande, el egoísmo que impide la apertura del corazón a los demás.
- Me dice Jesús que hay muchas madres en este salón honradas por sus hijos. El amor que pone Dios en el
corazón es una fuente inagotable, la tristeza que el mal mete en vuestros corazones apaga las fuerzas que
tenéis para daros a los demás.
- Habéis comentado algunos de vosotros el respeto a los mayores por motivos del trabajo realizado; el
respeto a los mayores y a los pequeños también; en distintas formas, respeto a todos, respeto en amor
ordenado. De todos aprendéis, de todos sin diferencia de edades, en ejemplo, en actitudes. ¿Qué os puedo
decir que no hayáis vivido? ¿Qué os puede decir vuestra Madre que no hayáis conocido en la vida que ya
lleváis vivida? Habéis amado, habéis odiado, habéis celado, habéis compartido, habéis desconfiado, y
9
vuestro circulo de amor se ha ido reduciendo tanto que esa unificación que Dios quiere, difícil es de
conseguir si no volvéis a abrir el corazón a los demás con confianza, si no dejáis los daños del pasado en el
pasado.
TERCER MANDAMIENTO (30.11.00)
“Santificarás la fiesta”
- Buscáis de vuestro tiempo espacios para dedicar a vuestros gustos, a vuestras aficiones, y así, tenéis
tiempos escogidos para cuidar vuestra limpieza, para cuidar vuestros cuerpos, para leer, para escribir, para
hablar con otros. Sois capaces de marcaros horarios fijos que cumplir para tantas tareas que no ayudan a
vuestra alma como lo haría compartir con Dios la oración del Domingo. Es verdad que muchos hijos de
Dios, consagrados a Dios, no hacen su labor como debieran, tampoco vosotros hacéis lo que debéis; pero eso
no debe entorpeceros en vuestro avance. Debéis reconocer la importancia que tiene el cumplimiento de los
mandamientos de Dios para el alma, para la limpieza del alma.
- Es bueno que acudáis a Misa, es bueno que acudáis a acompañar a Jesús a los templos, es bueno que
dediquéis a Jesús un tiempo en vuestra vida. Habláis con Jesús, habláis con Dios en cualquier parte, en
cualquier lugar, pero Dios ha dispuesto algunas cosas a su manera; ha dejado Dios ayudas para el hombre, ha
dejado Dios claras ayudas que deberíais aprovechar bien, dejando de lado los juicios sobre hermanos que ya
darán sus razones en su momento, que ya se juzgarán en su hora. Tenéis libertad para obrar pero en la
libertad estáis marcando vuestro camino hacia Dios. Muchas veces os he dicho que no quiere Dios
sacrificios inútiles; lo que hagáis debéis hacerlo de corazón, con sentido.
- Todos los mandamientos que habéis revisado se amplían sobremanera, y con humildad el entendimiento se
abre, y ese abanico de interpretaciones entra en esa cabecita tan desordenada, y se entienden muchas cosas
más que antes. Podéis santificar todo lo que hacéis, habéis hablado bien; pero Dios lo que os pide en este
mandamiento, en esta guía de limpieza, es que dediquéis un rato a vuestra alma; porque es eso, cuidar el
alma, convertido en ley, para que obligados moralmente os limpiéis casi sin daros cuenta.
- Santificar un acto es hacerlo puro, es limpiarlo a los ojos de Dios, visto desde el otro lado, ofrecido por los
demás, ofrecido en amor puro y verdadero. La santificación a través del ir a compartir con otros y recordar el
sacrificio de Jesús, y recordar el gran regalo que os ha hecho Dios a través de ese sacrificio, es importante
para vuestras almas; y más allá de una obligación es una necesidad que tenéis, y, que a veces, no queréis
reconocer. Y cuando estáis mucho tiempo apartados, Dios tira de vosotros; y a través de situaciones
claramente difíciles de solucionar por otros hermanos, buscando a Dios, entráis en un Templo. Dios os
llama, no obliga, os brinda ayuda especial.
- Tenéis descuidada la confesión y muy descuidada la comunión, tremendamente descuidada; y no me
refiero precisamente a que no comulguéis con frecuencia, sino a que no lo hacéis correctamente. Dios en
Jesús se merece entrar en un templo limpio, y sois todos, cada uno, templo de Dios.
- Hay costumbres de antaño, en los que trabajar en los días dedicados a Dios estaba mal visto, y debéis de
entender que es una buena costumbre porque lo que se busca es un respeto al que os ha creado y cuando
decidís dedicarle un tiempo a Dios debería ser sólo para Dios, tiempo hay de hacer todas las demás cosas;
pero como en todo, hay que tener cuidado con los extremos. No es que no podáis lavar, coser o hacer otras
cosas en domingo, pero sí deberíais respetar un tiempo para Dios y sólo para Dios, porque ese tiempo para
Dios en verdad es para vosotros, para el cuidado de vuestra alma. Y, a veces, ponéis el trabajo y los gustos
particulares antes que contentar a Jesús. Jesús os decía y os dice que está esperando en los templos a que
vayáis para daros muchas cosas, grandes cosas; Jesús os marca unas reglas sencillas, pero es que no queréis
participar, y deberíais alentaros a participar, porque este recordatorio de mandamientos no es para que los
dejéis después otra vez en el descuido, sino para que os fortalezcáis y seáis mejores; así, pues, en esta tarde
quiere Jesús que recapacitéis y le vayáis a acompañar los domingos, y prefiere Jesús los domingos a los
10
sábados, una preferencia que no produce secuelas, esto quiere decir que no está pidiendo Jesús que cambien
costumbres, pero como Jesús es Jesús se expresa cuando quiere y como quiere.
SEGUNDO MANDAMIENTO (7.12.00)
“No tomarás el Nombre de Dios en vano”
- Recordáis la ley de Dios en este mandamiento que os ocupaba. Habéis aclarado que no debéis tomar el
Nombre de Dios en vano. Cuando se nombra a Dios sin sentido, cuando se nombra a Dios sin sinceridad en
el corazón estáis faltando; nombráis a Dios y, a veces, lo nombráis bien, aunque muchas veces lo nombráis
sin caer en la cuenta de lo que estáis diciendo realmente. Os he dicho muchas veces; cuidaos cada uno por
cada uno en mejorar porque no sois jueces válidos, no veis más allá. No juzguéis palabras de otros que no
sabéis con qué sentido salen por la boca, cómo está el corazón del que las dice, qué agradecimiento hay
hacia Dios o qué rechazó; como no sabéis mejor que calléis. Cuando seáis capaces de controlar lo que decís,
que tanto os cuesta, cuando seáis capaces en realidad de tener presencia viva de Dios en vuestra vida, cuando
cumpláis este segundo mandamiento de Dios, entonces, sólo entonces tendréis fuerzas para educar a otros, a
muchos otros que hablan sin sentido, pero que hieren vuestros oídos y corazones, habéis dicho; si en verdad
os hieren, ¿dónde está vuestra reacción? La reacción realmente sólo tiene sentido cuando podéis dar ejemplo
verdadero a los demás, prudencia y astucia bien combinadas, pero la cobardía está siempre presente, os da
vergüenza corregir a un hermano, os da vergüenza grande pedir que no se nombre a Dios irrespetuosamente,
y os da vergüenza porque vuestro amor a Dios es pobre aún en el corazón.
PRIMER MANDAMIENTO (14.12.00)
“Amarás a Dios sobre todas las cosas”
- Habláis de amar a Dios, de amar al que es vuestro Creador. Los que aman a Dios por encima de todo están
con Dios.
- Estáis en un camino largo, en el que hay tropiezos, en el que hay también muchos ánimos y alientos.
Aunque no lo sabéis bien con certeza, juntito a Dios estabais, formando parte suya. Os marchasteis de su
lado dando muestras de falta de amor. Dios en esta primera ley, guía, mandamiento, como queráis
denominar en palabras, en este primer consejo, Dios revelaba a los hombres, hijos suyos, que se apartaron en
un principio, la meta que debéis tener todos, porque si amáis a Dios por encima de todas las cosas os uniréis
de nuevo, volveréis al lugar de donde partisteis. La prueba está en vuestra vida de manera continua.
- Faltáis con mucha frecuencia a todos los mandamientos, Dios os regala momentos de cercanía, tener a Dios
en vuestros corazones y en vuestras mentes, también instantes de certeza de su existencia, de su amor, y
como respuesta natural de vuestro ser amáis, pero Dios os deja de nuevo en el camino, solos con su palabra,
solos con el ejemplo de Jesús, para que en libertad os acerquéis a esa meta que es llegar a amarle totalmente.
- Amáis a Dios cuando por Dios en Jesús, cuando por Dios-Padre Todopoderoso, cuando por Dios-Espíritu
Santo cambiáis mejorando. Me dice Jesús que estando Él siempre a vuestro lado, que esperándoos siempre,
os ama sin paradas, sin descansos.
- Amáis a veces, decís, y otras veces no amáis, y en verdad es un proceso que tenéis todos que experimentar
para volver a Dios. Es fácil hablar, muy fácil decir a los demás y confundir también. A veces, el mal se cuela
de tal manera en vuestros corazones y en vuestras mentes que no atináis a distinguir bien entre lo que está de
cara a Dios correctamente puesto y lo que está claramente desordenado. Y amar a Dios se manifiesta en
muchas cosas en vuestra vida, y el no amarle también; sin embargo, es un mandamiento en el que no soléis
pararos a reflexionar, os detenéis más en otros mandamientos. El primer mandamiento de Dios es lo que
quiere Dios de vosotros, que volváis con Él, pero para volver hay que amarle; por eso en las moradas de
Dios hay tantas estancias distintas, porque vuestra evolución es distinta también, y a medida que avanzáis y
mejoráis, a medida que méritos hacéis ante los ojos de Dios, esa estancia que os espera, esa morada que os
11
va a cubrir estará más cerca de la meta, y el camino seguirá después de ahí; porque ahora estáis donde estáis,
en un pasar; hay mucho más allá de este pasar y mucho ha habido antes también.
- Amar a Dios significaría cumplir el resto de los mandamientos. Quien ama a Dios por encima de todo
entrega su vida a Dios, se convierte en instrumento útil para Dios, para lo que Dios quiera. Nunca es tarde
para convertirse en instrumento de Dios útil; por eso os he dicho tantas veces que no os juzguéis unos a
otros, porque aquel que creéis más alejado, en un momento, en un instante, puede volver su mirada a Dios y
cambiar de tal manera que se acerque a Dios y se quede juntito a Él, y vosotros muy lejos aún; y cuando digo
todos es que todos juzgáis a otros hermanos, sobretodo a aquellos que han hecho faltas graves a ojos de
hombres, lo condenáis; no sois jueces válidos. Si amáis a Dios, si queréis amar a Dios, si queréis llegar a esa
meta que Dios os ha puesto, que en realidad es la recuperación de lo perdido, si queréis amar a Dios haced
de verdad por cambiar, con las fuerzas que tenéis, poco a poco, de manera firme, hablando menos, criticando
menos a vuestros hermanos, hablando tan sólo si es para hablar bien, respetad a los demás, ayudad en lo que
podáis, siendo prudentes para no confundir, pero sobretodo astutos para que vuestra alma no se ensucie. Si
queréis amar a Dios, tenéis que buscar a Dios, tenéis que buscar a Jesús en vuestro interior, en el interior de
los demás, porque Jesús está con todos y en todo, Jesús utiliza a todos para ayudaros, y a veces, necesitáis de
un aliento y lo recibís de un hermano, es Dios actuando a través de él. Sois instrumentos válidos tanto más
cuanto más conciencia tenéis de que lo sois, de que podéis ser instrumentos de Dios.
12