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P. Gustavo Prato
24/07/2016
DEL FRACASO A LA VICTORIA
Josué 7-8
V.C.:8:1 “Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y
levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad
y a su tierra.”
Hoy tenemos una lectura especial sobre el fracaso y la victoria del ejército de Israel ante el
pueblo cananeo de Hai. Vamos a aprender las causas espirituales del fracaso de Israel en la
batalla y como Dios los ayudó a levantarse nuevamente. No es agradable escuchar noticias de
fracasos, pero la realidad es que varias veces hemos experimentado el fracaso en nuestras vidas.
De hecho, algunos hermanos viven en derrota a causa del fracaso pasado. Lo importante del
fracaso es que aprendamos nuevas enseñanzas a través de ellos y no repitamos los mismos
errores. Si tenemos fe podemos aprender muchas cosas espirituales a través de los fracasos y
crecer espiritualmente. Pero si no tenemos fe nos quedaremos derrotados y llevaremos una vida
limitada. El fracaso no es para vivir derrotados, sino para darnos nuevas enseñanzas y luego
alcanzar una victoria mayor en nuestra vida. Oro que a través de esta historia podamos aprender
las claves para levantarnos del fracaso y tener la victoria en las batallas de nuestra vida de fe.
Especialmente oro que sea una dirección para prepararnos espiritualmente para experimentar la
victoria en nuestras próximas conferencias de verano.
Después de andar por el desierto durante 40 años en el desierto (Josué 5:6a), había llegado el
tiempo de que Israel conquistara Canaán. Deuteronomio 9:1,4,5 dice “Oye, Israel: tú vas hoy a
pasar el Jordán, para entrar a desposeer a naciones más numerosas y más poderosas que
tú,… No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado de delante de ti,
diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra; pues por la impiedad de
estas naciones Jehová las arroja de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud de tu
corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu
Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres
Abraham, Isaac y Jacob.” Dios decidió usar a Israel para llevar a cabo su juicio sobre los
pueblos cananeos, al mismo tiempo estaba cumpliendo la promesa dada a Abraham, a Isaac y a
Jacob que a su descendencia daría esa tierra. La Biblia nos manifiesta que varias oportunidades
que Dios usó a una nación para juzgar a otra. Incluso muchos años más tarde de la conquista de
Canaán Dios usó a Asiria para juzgar a las tribus del norte de Israel por sus pecados y más tarde
a Babilonia para juzgar a Judá.
Los capítulos 1 al 6 del libro de Josué comprenden el llamado personal de Dios para Josué, los
preparativos espirituales para entrar a Canaán y la primera gloriosa victoria contra Jericó. En el
capítulo 7 Josué rápidamente se dispuso a continuar la conquista, atacando la siguiente ciudad:
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Hai. Ellos pensaron que podían conquistarla fácilmente, pero el resultado de la batalla fue la
derrota y hubo varias bajas. Esto fue un terrible fracaso. El pueblo se desanimó v5 “por lo cual
el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua.” Ellos tenían la promesa de la
victoria, pero ahora se encontraban en esta situación lamentable. Esta era una situación muy
difícil para el líder Josué. Josué clamó a Dios en ese momento terrible
Entonces ¿Cuáles fueron las causas de la derrota?
1) El pecado de Acán.
Dios le explicó a Josué cuál era el motivo de su fracaso (v11y12). En su respuesta lo primero
que dijo fue “Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; Dios les
explicó que por haber tomado del anatema no podrían hacer frente a sus enemigos, y Él no
estaría más con ellos, si no destruían el anatema de en medio de ellos.
Al ir contra Jericó Josué había dado la instrucción (6:17-19): “Y será la ciudad anatema a
Jehová, con todas las cosas que están en ella;” Aquí anatema significa que estaba prohibido
tomarlo pues estaba destinado a la destrucción en obediencia a Jehová. Josué aclaró que solo
Rahab y su casa vivirían y los utensilios de oro, plata, hierro y bronce que serían consagrados a
Jehová. Todo lo demás en la ciudad debía ser destruido y quemado, entregándose como ofrenda
a Dios. Sin embargo, el v1 dice “Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en
cuanto al anatema; porque Acán hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de
Judá, tomó del anatema; y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel.”
prevaricación significa que desobedecieron a Dios. Un hombre llamado Acán tomó de lo que
estaba prohibido. El v21 dice que Acán tomó un manto babilónico muy bueno, doscientos siclos
de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos. Él tenía que quemar el manto y
entregar la plata y el oro al tesoro de Jehová. Entonces la ira de Jehová se encendió contra los
hijos de Israel y sin conocer este pecado escondido Josué fue a la batalla y fracasó.
Acán dijo: “lo cual codicié y tomé” (v21.). Acán cayó en la codicia y desobedeció la orden de
Dios. Acán fue dominado por el deseo excesivo y ansioso de poseer esos bienes. Acán pensaba
que hizo esto en secreto y que nadie más lo sabía, porque él no conocía bien a Dios. Dios si
sabía lo que él hizo. Gá. 6:7 dice: 7 No se engañen: de Dios nadie se burla. Las cosas
escondidas se revelan algún día. –Si insistimos en mantener ese pecado oculto, sin
arrepentimiento, el día que se revele tendremos mucha vergüenza y mucho dolor. El pecado de
Acán fue revelado ante todo el pueblo y finalmente por su codicia acarreó la destrucción a su
familia. Nosotros debemos guardarnos de la codicia y vivir ante los ojos del Dios vivo.
Aquí podemos aprender las graves consecuencias del pecado escondido. Acán era solo una
persona entre miles del ejército de Israel. Pero su pecado afectó a todo el pueblo. En el v1 y 11
dice “Israel ha pecado”, no dice solo Acán, sino Israel. Dios vio el pecado de Acán como el
pecado de todo el pueblo. Pensemos en la influencia que tendría el pecado de Acán. Aunque
Acán no le dijo a nadie, es muy probable que su familia se diera cuenta de que él había robado
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el anatema. También es posible que otras personas lo hayan visto o se enteraran de esto en el
futuro. Al ver esto otras personas pensarían que no era tan necesario obedecer a Dios
absolutamente. Ellos pensarían que estaba ben llevar una doble vida, pecando a escondidas,
porque igual tendrían victoria. Esto sería una fuente de corrupción entre el pueblo. Dios no se
agradó de eso. Dios quiso quitar esa mala influencia del pueblo de Israel. Por su mala influencia
Acán fue fuente de maldición. Si vivimos una vida limpia ante los ojos de Dios, seremos fuente
de bendición, pero si vivimos pecando secretamente, seremos fuente de maldición. Si nos
arrepentimos de nuestros pecados y volvemos a Dios, seremos fuente de bendición, pero si no
nos arrepentimos de nuestros pecados escondidos seremos fuente de muchos problemas.
¿Quieren ser fuente de bendición o fuente de maldición? El pecado de una persona quiebra la
unión de la comunión cristiana. Si es miembro principal del ministerio, la influencia de su
pecado es muy grande. Sin embargo si se arrepiente de sus pecados, esto puede formar un
ambiente espiritual de vivir sinceramente ante los ojos de Dios. Pero si no se arrepiente y se
descubren sus pecados, esto puede causar un gran ataque de Satanás al ministerio. Oro que
todos nosotros vivamos ante los ojos de Dios y seamos fuente de bendición y alegría para
nuestra iglesia.
Hermanos, también debemos entender el corazón de Dios. Para Dios es más importante la
obediencia que el sacrificio (1 Sam 15:22). Aunque preparemos muchas cosas y hagamos
muchas cosas externamente, si tenemos pecados escondidos no podemos esperar la victoria
espiritual en nuestra vida. Con pecados escondidos no podemos tener la victoria espiritual.
No somos perfectos, pero lo que el Señor quiere es que salgamos de la vida que permanece en el
pecado. No solo de los pecados escondidos, también de los no arrepentidos. Hay hermanos que
“comentan” su pecado, pero no se arrepienten. Esto es muy grave. Arrepentirse es tomar una
decisión firme de apartarse totalmente del pecado. Además de la codicia otro pecado escondido
puede ser la incredulidad, calumnias, chismes, el adulterio, la pornografía. Oro para que
nosotros tengamos un corazón sensible a Dios y no guardar estas cosas en nuestro corazón. De
esta manera podremos tener la victoria espiritual.
2.- Corazón sobrado.
Otra causa de la derrota fue el corazón sobrado El v3 dice “Y volviendo a Josué, le dijeron: No
suba todo el pueblo, sino suban como dos mil o tres mil hombres, y tomarán a Hai; no
fatigues a todo el pueblo yendo allí, porque son pocos.” Los hombres pensaban: “Hemos
ganado a Jericó, la cual era muy difícil de conquistar, ahora será muy fácil conquistar a Hai
porque ya somos muy fuertes”. Ellos tenían un corazón orgulloso, confiaban mucho en sí
mismos. Josué les hizo caso, sin consultar a Dios, actuando según su parecer o experiencia
humana. Por esta causa perdieron en la batalla. Cuando tengamos victoria debemos ser más
humildes para oír la voz de Dios. El tiempo más peligroso llega después de obtener una gran
victoria. Por eso la palabra dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.
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(1Co.10:12). Pensamientos que salen de un corazón sobrado son “Yo tengo mucha experiencia,
aunque no ore mucho, todo va a salir bien”. “Dios siempre nos ha bendecido, no hace falta
orar”. “Estamos en tiempo de avivamiento, no hace falta invitar tanto, igual las ovejas van a ir”.
“Otros hermanos orarán, no hace falta que yo ore mucho”. El corazón sobrado es la antesala
al fracaso. El corazón sobrado nubla nuestra visión. Por la gracia de Dios tuvimos la vigilia el
viernes pasado. Agradezco a Dios por los hermanos que quieren hacer lucha espiritual
dependiendo de Dios. Vamos a orar en cada reunión de estudio Bíblico por nuestras
convivencias y que el Señor nos dé un nuevo corazón.
Ahora vamos a veamos como ellos se pudieron levantar del fracaso.
Josué se postró en tierra ante Dios. Lo primero que vemos qué hizo Josué ante el fracaso, él
se postró en tierra, rompiendo sus vestidos. Ante el fracaso debemos orar a Dios buscando su
misericordia, guía y su dirección.
Dios los ayudó a levantarse. La clave para levantarse del fracaso fue recibir la ayuda de Dios.
¿Cómo los ayudó Dios?
Dios le reveló cuál era el pecado escondido. Dios manifestó claramente el problema
escondido a Josué. El pastor o los pastores no saben todas las cosas. Pero Dios si sabe. Cuando
oramos a Dios pidiendo su guía, el trabaja para que nuestros pecados escondidos sean
manifestados y de esta manera podamos purificarnos.
Dios le enseñó cómo enfrentar la situación. Dios le explicó que él revelaría quien era el
culpable y qué hacer luego de hallarlo. Ahora no tenemos instrucciones tan severas como las
que fueron ejecutadas sobre Acán en tiempos del antiguo testamento. Pero Dios dio a la iglesia
instrucciones de cómo tratar el pecado en medio de la congregación. Gálatas 6:1 “Hermanos, si
alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una
actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado”. Ante una
situación en que un hermano es sorprendido en pecado, el objetivo debe ser restaurar al
hermano. Debemos tener esperanza que ese hermano salga de su pecado y se levante como un
siervo o sierva del Señor. Haciendo esto, debemos tener una actitud humilde. En cuanto al
proceso de restauración podemos encontrar en Mateo 18:15-17 pasos concisos para tratar de
restaurar al hermano en pecado “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele
estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún
contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los
oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.” Se debe
hablar a solas con el hermano, si no se arrepiente hablar con él y uno o dos testigos más, si no
se arrepiente hablar a la iglesia, y si no escucha a la iglesia entonces ya no puede ser
considerado como un miembro de la congregación. Esto implica un trabajo arduo con mucha
esperanza, agotando todas las opciones hasta que ese hermano se arrepienta. Pero si finalmente
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no se arrepiente, ya no puede ser considerado un miembro de la congregación. En este caso
estamos hablando de una persona que está muy dura en su corazón.
Josué fue obediente a Dios y enfrentó esa situación de pecado. El siguió las instrucciones
específicas de Dios en este caso. En el momento que Dios revela un pecado escondido debemos
tratar esa situación a la manera de Dios. Aunque llegar hasta este punto no resulta agradable, no
podemos evadirla. Una vez en la congregación había un hermano que estaba robando a
escondidas, luego de manifestarse se conversó con él y él no quería arrepentirse. Finalmente se
le dijo amablemente que ya no podía ser parte de la congregación. Yo mantuve la relación de
amistad con él y luego él nos comentó que fue a otra iglesia y aparentemente mejoró. Una
situación así es triste y tensa. Algunos piensan que es mejor no confrontar al hermano en
pecado porque se va a molestar y se va a ir, pero finalmente si no se arrepiente igual su vida va
a ser muy miserable. Oro que tengamos un corazón obediente como el de Josué.
Luego de resolver la situación de pecado ¿Qué sucedió?. Leamos 8:1 “Jehová dijo a Josué: No
temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo
he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra. Dios le dijo:
NO TEMAS NI DESMAYES. Dios le dijo que tomara toda la gente de guerra y se levantar y
subiera a Hai. Dios le dio la promesa de la victoria nuevamente. Esta es la palabra de ánimo de
Dios. Josué tenía miedo y estaba desmayando debido al fracaso y la situación tensa y
desagradable que ellos habían vivido, por la influencia del pecado había perdido a varios de sus
hombres. Pero Dios le dijo: No temas ni desmayes. Dios también tenía dolor por esa situación.
Pero él es justo y el pecado escondido no podía pasar desapercibido. Ahora Dios no quería ver a
su pueblo temeroso y abatido. Dios quería restaurarlos completamente en su ser interior y
levantarlos nuevamente. “No temas ni desmayes” nos muestra que Dios sabe que no es fácil
para nosotros. El sabe que enfrentamos temores por los fracasos pasados y por la influencia del
pecado y la sombra de muerte. Pero en su gracia él quiere sacar todo esas tinieblas de nuestro
corazón, para que sigamos adelante poniendo nuestros ojos en Jesús. No temas ni desmayes es
la palabra para levantarnos una vez más con esperanza. Al estar frente a la mujer sorprendida en
adulterio, Jesús la protegió y le dijo: “Ni yo te condeno, vete y no peques más” Jesús la perdonó
y le dio una nueva vida y una nueva oportunidad. Si somos humildes podemos experimentar
este amor y el poder restaurador de Jesús en nuestras vidas.
El V2 dice“Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y
sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella.”
Esta vez sí podían tomar de los despojos y las bestias. Si Acán hubiese sido paciente, él hubiese
podido vivir y disfrutar muchas cosas. Dios le dio nueva estrategia a Josué, poner emboscadas a
la ciudad. Josué fue obediente y siguió la estrategia de Dios. Josué se levantó muy temprano y
se dividió en dos grupos uno frente a la ciudad (norte) y la emboscada al occidente. Cuando Hai
salió persiguiendo al grupo del frente, se creían victoriosos y desprotegieron la ciudad.
“Entonces Jehová dijo a Josué: Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque
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yo la entregaré en tu mano. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que en su mano tenía.”
(v18) Entonces el grupo de la emboscada entró a la ciudad y la prendió en fuego. Los de Hai al
ver la ciudad puesta a fuego quedaron desorientados. En ese momento Israel atacó por las dos
direcciones y Hai quedó acorralado. Josué siempre mantuvo su mano extendida hasta terminar
la batalla ¡Dios los restauró y los llevó del fracaso a la victoria!.
Este año nosotros vamos a dividirnos en dos conferencias. Ahora estamos librando la batalla de
la invitación. Con la mano extendida vamos a entregar las invitaciones. Tenemos otra estrategia
de invitar a las ovejas del interior que contactamos en los viajes de exploración. Los hermanos
están muy animados para invitar. ¡Vamos a mantener ese ánimo hasta completar la victoria!
Al finalizar la batalla Josué adoró a Dios y leyó la Ley de Dios delante del pueblo (v34,35).
“
Luego Josué leyó todas las palabras de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones,
según lo que estaba escrito en el libro de la ley. 35 De esta lectura que hizo Josué ante toda la
asamblea de los israelitas, incluyendo a las mujeres, a los niños y a los inmigrantes, no se
omitió ninguna palabra de lo ordenado por Moisés.” Después de la victoria tuvieron un tiempo
de adorar a Dios, de reconocer la presencia de Dios en sus vidas y de revisarse nuevamente ante
la Palabra. Después de vencer a Jericó no tuvieron un momento como este, pero ahora sí. Josué
y el pueblo se guardaron de caer en corazón sobrado, por medio de reconocer que la victoria le
pertenecía a Dios.
Si hemos experimentado algún fracaso personal, familiar, oro que podamos levantarnos del
fracaso con esta Palabra. Dios quiere restaurarnos. Oro que podamos depender de Dios para
experimentar la victoria en Dios en nuestra conferencia de verano. Amén.
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