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María Rosa y su regalo de cumpleaños
Domingo 12 de Abril de 2009 23:16
Buenas noches mis hermanos, mis compañeros.
Estas personas modernas que caminan ahí se hacen de bestia. ¿Saben por qué?
Piensan que comandan Dios, Jesús y los ángeles del cielo. Pero ellos no saben lo qué hacen.
Es por eso que soy amiga de estos compañeros que tienen el corazón puro, que vienen en el
Centro Espírita donde se hace la caridad, donde se practica el amor al próximo de verdad.
Lugar cristiano donde no se trata con dinero, no se preocupa con las cosas materiales. Es un
lugar donde todos tienen el espíritu abierto a las enseñanzas de Jesús. Nosotros sabemos que
en el Centro Espírita ocurre la limpieza psíquica de las personas.
Los espíritus que trabajan aquí van, en caravanas, hasta la residencia del hermano y hacen la
limpieza del local; apartan y encaminan los espíritus que están allí por cualquier motivo;
impregnan todo con la bendición de Dios. Lógico que la vida de la persona ha de mejorar, ya
que mejora el astral, la parte material tiende a quedar arreglada.
Cierto día conté una historia a mis hermanos y amigos, en una fiesta de cumpleaños de una
compañera de ustedes, y yo pedí al Dr. Bezerra para repetirla, en lo que el está de acuerdo.
Cuando vivíamos en el interior, en nuestra región del Contestado, había en nuestro pueblo una
pequeña iglesia, sin la pintura, de aquellas que todavía hablaban con Jesús.
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Ali aprendí a amar a Jesús y Nuestra Señora.
En un domingo, cuando cumplí 12 años, gane de mi padre un vestido rosado.
El compró el vestido en la venta de Don Chico que quedaba más adelante, en la carretera.
Después de haber vendido algunos alimentos y de haber trabajado como diarista para los
estancieros, reunió dinero y me compró el vestido y un par de zapatos.
Yo era una chica de 12 años, hermosa, ojos oscuros, cabellos negros, rizados, y tenía en la
cara la alegría de vivir, lo que era visto en mi sonrisa de felicidad.
Fue el regalo más hermoso que había recibido en toda mi vida.
Salimos bien temprano de nuestra casa. Con el vestido rosado fuimos a la iglesia donde
cantábamos y orábamos hosannas a Jesús y a la Nuestra Señora. Cómo me encantaba cantar
para Dios.
Yo tenía Jesús como mi símbolo de amor, Aquel a quien yo tenía que seguir para siempre.
Ustedes no imaginan el amor que yo tenía por el joven hermoso y atractivo de Galilea.
Después de las celebraciones hicimos un picnic de almuerzo, porque pobre también puede
hacerlo. Comimos pan, cuca, pollo relleno y de postre compota de durazno.
Yo miraba las decenas de personas en vuelta. Niños jugando “pega-pega”, de se esconderse, y
algunas parejas caminando bajo los árboles frondosos.
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Entonces yo pensé: me gustaría conocer a alguien. Un joven que me respectase, que me
amase.
Me gustaría tener una familia, tener una casa simple, cuidar de mi trabajo. Me gustaría tener
mis hijos; amamantarlos, cárgalos en mi falda, cuidar de sus cabellos, dando un buen baño y
bésalos con toda la ternura que el corazón de una mujer y madre puede contener.
Eso yo pedí a Jesús de todo mi corazón. Con que fervor yo pedí a Jesús este regalo.
Entonces yo sería tan feliz cuánto yo estaba feliz en mi vestido nuevo.
Pero los hombres hacen la guerra. Adoran hacer guerra. Utilizan el brazo fuerte de las armas
para dominar el pueblo.
Los hombres donaran las tierras, nuestras tierras, donde vivíamos a decenas de años, viviendo
en nuestras costas.
Quince kilómetros de cada lado de la vía férrea, lo que equivale a una vasta región, fueron
donados a las compañías y miles de “sertanejos” fueron tocados a hierro y fuego para fuera de
sus tierras.
Y, en lugar de Jesús permitirme tener a alguien a mi lado, constituir una familia, crear mis hijos,
yo tuve como regalo la guerra.
Yo veía los espíritus y hablaba con ellos, especialmente José María que se había muerto en los
combates en Irani. Entonces yo guerreava.
Y hice eso por amor a mi tierra, por amor a mi gente desesperada. Yo había crecido en el
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medio a los servicios en el campo y en la selva, por eso tenia habilidad y fuerza en el uso del
machete. Para empuñar y manejar un fusil fue fácil. Luego me acostumbré con las armas.
Pero lo más fuerte para mí fueron las visiones espirituales que me hicieron comandante de los
revoltosos.
Luchábamos por la libertad y por la reconquista de nuestra tierra.
Los soldados fueron enviados para matarnos a cambio de dinero, en pagamiento que el
gobierno hacia, por el deseo de los coroneles, a mando de los terratenientes y de las
autoridades del Río de Janeiro. Nosotros nos defendíamos por amor a nuestra tierra y a
nuestro pueblo.
Entonces guerreamos. Todos nosotros perdimos y ganamos. Todos los que entran en la
guerra, pierden. Todos los que se levantan contra la opresión ganan.
Luché con mucha garra hasta el día que la muerte me ganó. Mi cuerpo murió, pero yo estaba
muy viva en el espíritu. Vagué por mucho tiempo por los campos hasta encontrar la luz.
Entonces Jesús me permitió tener la fuerza espiritual y recibir la asistencia del Dr. Bezerra de
Menezes que me retiró tomé de las caminadas en aquellas regiones perdidas y sin fin.
Y si ustedes me preguntan hoy si estoy bien, yo les respondo que estoy feliz porque he recibido
esta gran fuerza espiritual y, veo que mis amigos y compañeros que conmigo caminaban
también recibieran esta luz.
Yo les puedo decir que conocí un padre espiritual que es Bezerra de Menezes, que yo
considero como mestre.
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Y otro día recibí una madre espiritual que se llama abuela María porque ella vino y me abrazó y
me dijo con su voz materna:
- "María Rosa yo también soy María. Somos dos Marías y somos hijas de María de
Nazaret. Entonces somos tres Marías para recibir la bendición del divino Jesús y de Dios
nuestro Padre. Somos iguales a las estrellas del cielo y que también se llaman Tres
Marías".
Pude por la primera vez abrazar la abuela María como mi madre.
¿Quién puede entender la sensación de amor que tuve de este espíritu amigo y que tocó
adentro de mi corazón?
Y hoy cuando recuerdo de eso lloro porque tengo un padre y una madre espiritual.
La relación de ella conmigo viene de hace muchos años, y pude sentir eso en mi corazón.
Por eso les digo para ustedes que todo se inscribe en el proceso divino.
El Dr. Bezerra de Menezes retiró aquellas nieblas que me dejaban ciega y me ataban, y a
través de este Centro Espírita, a través de la mediumnidad de nuestro hermano, pude ver esta
madre maravillosa que tanto me ayudó.
Jesucristo hace todo bien.
Utilizó este Centro Espírita, que le es devoto, y la fuerza de ustedes, mis compañeros de otras
vidas, para que me ayudasen.
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Y esa madre me abrazó y yo lloré mucho porque los espíritus tienen las emociones miles de
veces más desarrolladas que de las personas del mundo material.
Si Jesús me permita un día quiero volver a la Tierra y trabajar en un Centro Espírita igual a ese.
Se el permitir vuelvo a través de la reencarnación para cumplir una misión espiritual de gran
valor.
En un lugar así, lleno de paz, sólo podemos crecer porque tenemos mucho trabajo a hacer y
nuestra voluntad de avanzar es muy grande.
Gracias mis hermanos. Que Dios, Jesús y Nuestra Señora bendiga a todos ustedes. Que nos
bendiga a todos.
María Rosa.
Mensaje recibido por psicofonía, por el médium Luiz Marini, en el Centro Espírita Dr. Adolfo
Bezerra de Menezes, de Pato Branco, en sesión pública en el día 09-12-08.
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