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Iglesia La Roca - ¿Cómo Edificar la Casa del Señor? – (Domingo 03-04-2016)
PALABRA PREVIA A LA PRÉDICA (Domingo, 03 de abril de
2016)
Pastor Yamil Ismael
Tiempo de entregarse voluntariamente al Señor
El Señor dice: “Este es un tiempo que te entregues
voluntariamente a mí. Es el tiempo, es el tiempo, no te voy a
obligar. Yo he pagado el precio pero no te voy a obligar. Es el
tiempo para que presentes tu cuerpo como un sacrificio
agradable. Este es el tiempo, es hoy día, es ahora”.
Padre amado, gracias por este tiempo, gracias por el Cuerpo,
gracias porque no estamos solos y todo el Cuerpo se entrega
hoy a ti. Padre, mira el corazón de cada uno, aumenta nuestra
fe para que podamos dar este paso de fe y entregarnos
totalmente a ti. Ayúdanos a entregarte todo y que seas Tú el
que nos gobierne por completo. Cada detalle de nuestra vida te
entregamos a ti de manera voluntaria. Señor, nos rendimos a tu
amor que nos constriñe y atrapa, por eso venimos de manera
voluntaria a ti para entregarnos de todo nuestro ser.
Ayúdanos a entender que si queremos que hagas algo nuevo,
entonces tenemos que dejar lo viejo. Gracias Dios mío por este
día en que rendimos nuestras vidas. Gracias porque estaba en
tus planes nuestra salvación y redención. Señor, toma Tú
control de cada uno de los que se entregan a ti hoy día. Se Tú
Señor de cada una de las cosas que te rendimos hoy. ¡Gracias,
Señor!
Entendamos el corazón de Dios hacia nosotros
Romanos 3:23 “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios.”
Tal vez son años que caminamos con Dios como nuestro Señor,
pero hay revelaciones cada día que son verdades o verdad
presente, como dice la Palabra. Él es bueno y nos da Su Palabra
para cada día. Hoy quiero compartir algo muy básico que es
parte de los fundamentos de Dios.
Sabemos que por el pecado hemos sido separados de Dios. Este
versículo nos muestra el corazón de Dios hacia nosotros. Podía
decir: “Por cuanto todos pecaron, están destinados a la muerte
y a nunca tener comunión conmigo”. Dios no está interesado
en que muramos sino en glorificarnos. Este es el corazón de
Dios y muchas veces caminamos en nuestra vida cristiana sin
saber lo que Dios ha hecho o cuál es Su corazón para nosotros.
Nos enfocamos en nosotros, en cómo estamos caminando y no
sabemos qué es lo que Dios ha hecho, qué es lo que está
obrando, ni qué es lo que quiere para nosotros.
Generalmente nos referimos a este versículo de Romanos para
decir que todos somos pecadores, y es la verdad, pero ahora
cuando lo leamos, pensemos en el corazón de Dios. Él quiere
glorificarnos y para ello tiene un plan perfecto. Tenemos que
conocer el corazón de Dios, Su plan, y saber que ese plan ha
sido hecho para nosotros. Todos podemos acceder a Su plan
porque Él quiere salvar y glorificar a todos sin excepción. Él no
hace un plan para unos pocos sino que todos tenemos acceso a
Su plan.
La primera parte de ese plan es muy central y es algo que ya
está hecho. Cuando Jesús dijo: “Consumado es”, fue porque el
plan ya había sido completado. No hay nada más que el Señor
pueda hacer. Lo que Él puede hacer es mostrarnos lo que Él ha
hecho y que tengamos acceso a esa vida. Pero, todo ya está
hecho; el plan de Dios comprende la sangre y la cruz. Si no
conocemos esto, no podemos tener acceso a lo que Dios
quiere. ÉL quiere glorificarnos pero antes Él nos va a justificar,
redimir y santificar para después ser glorificados. Dios quiere
compartir Su gloria con nosotros.
Acuérdense que este es el corazón de Dios: Todos hemos
pecado pero Él quiere glorificarnos. Él tiene un plan perfecto, la
sangre y la cruz. Nuestra fe tiene que traer lo que Él ha hecho a
que sea una experiencia en nuestra vida. Esa es la función de la
fe.
¿CÓMO EDIFICAMOS LA CASA DEL SEÑOR? (Domingo, 03 de
abril de 2016)
Gabriel Nanetti
El Señor construye Su Casa con Su familia que es la que hace la
voluntad del Padre
Salmo 84:1-5 “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de
los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los
atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Aún
el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga
sus polluelos, cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y Dios mío. Bienaventurados los que habitan en tu
casa; perpetuamente te alabarán. Bienaventurado el hombre
que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos”.
¡Queremos habitar en Su morada! La palabra hebrea para
bienaventurado significa “feliz, afortunado, una persona cuyo
gozo es deseado por otros”.
Salmo 84:10 “Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera
de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
que habitar en las moradas de maldad”.
Ningún otro lugar es mejor que la Casa de Dios. Hay ciertas
verdades en la Biblia que son muy claras y una de ellas es no
dejar de congregarse. Cada uno de nosotros que ha nacido de
lo alto debe tener en cuenta que Dios nos ha equipado con
dones, ministerios y llamamientos para cumplir muchas
funciones, y en particular una específica que es la edificación
del Cuerpo de Cristo. Es importante entender que todos
tenemos una parte en la Casa del Señor, lo que significa que
cada uno de nosotros tiene algo muy específico que dar al
Cuerpo de Dios. Pablo nos dice que todos somos colaboradores
para la edificación del Cuerpo de Cristo y que cada parte del
Cuerpo tiene su función (1 Corintios 12:27; Romanos 12:5-8).
Mateo 12:46-50 “Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí
su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y
le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te
quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo:
¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y
extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi
madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad
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Iglesia La Roca - ¿Cómo Edificar la Casa del Señor? – (Domingo 03-04-2016)
de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y
hermana, y madre.”
conjunto de estas parábolas hay un mensaje o verdad que está
oculto.
Es interesante que nos hagamos dos preguntas: ¿Quiénes son
los hermanos o familia de Dios? Jesús aclara quiénes eran Su
madre y hermanos: Todo aquel que hace la voluntad del Padre.
Una segunda pregunta es: ¿Dónde está el Padre? El Padre está
en los cielos por lo que Su voluntad viene de los cielos.
Jesús dice que el reino de los cielos es semejante a cada una de
las cosas de las que hablan las parábolas. Sabemos que en un
reino hay una autoridad representada por un rey que gobierna.
Antes aprendimos que el Padre tiene una familia compuesta
por las personas que hacen Su voluntad. Entonces, el reino de
los cielos es la familia del Señor haciendo Su voluntad. Es ese
mandato que nos une a todos para hacer una voluntad que
viene del cielo, del reino de los cielos, y que no viene de
nuestras ideas ni de ninguna concepción humana. Por ello
debemos ser capaces de edificar el cuerpo de Cristo de tal
manera que el reino de los cielos y el gobierno o autoridad del
Señor sean manifiestos en medio nuestro.
Es importante que entendamos cómo quiere construir el Señor
Su Casa. Él nos dice que Su familia es la que hace la voluntad de
Su Padre que está en los cielos. Por lo tanto, Dios tiene que
enviar Su voluntad de los cielos, y los que pertenecemos a la
Iglesia debemos escucharla y hacerla y así nos convertimos en
Su familia.
Mateo 13:15 “Porque el corazón de este pueblo se ha
engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado
sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y
con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane.”
“Engrosado” significa que ha crecido grasa en sus corazones, así
como sucede en un corazón natural cuando hay grasa en las
arterias que termina produciendo un infarto. Cuando ha
crecido la grasa, o malestar, no es posible convertirse ni
entregarse al Señor. Es importante que entendamos que
nuestros corazones deben transformarse para entender la
Palabra del cielo y hacer la voluntad del Padre, y así
convertirnos en la familia de Jesús que pueda edificar el Cuerpo
de Cristo.
Este versículo es una explicación de Jesús a la pregunta de por
qué el Señor enseñaba en parábolas (Mateo 13:10). Al estudiar
esta Palabra, la pregunta que nos hacemos es: Si Jesús dice que
habla en parábolas para que no se le entienda, entonces ¿por
qué debemos escudriñar las parábolas? ¿Para qué están las
parábolas en la Biblia? ¿Por qué Dios permite que nosotros
escudriñemos la Biblia? La respuesta está en los siguientes
versículos:
Mateo 13:34-35 Todo esto habló Jesús por parábolas a la
gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo
dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca;
declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.”
¿Por qué Jesús nos habló en parábolas? Para poder declarar las
cosas escondidas desde la fundación del mundo, y es por eso
que necesitamos entender las parábolas. Es importante
comprender y que el Espíritu nos pueda revelar lo que estaba
escondido desde la fundación del mundo porque cumplirá esa
gran función que tenemos todos y que es edificar el Cuerpo de
Cristo. Esa enseñanza está escondida en las parábolas del
capítulo 13 de Mateo.
Después de aclarar que la familia de Jesús es la que hace la
voluntad del Padre, en este capítulo el Señor enseña sobre la
voluntad del Padre y el reino de los cielos a través de las
parábolas de: el sembrador, el trigo y la cizaña, la semilla de
mostaza, la levadura, el tesoro escondido, la perla de gran
precio, la red y un padre de familia que saca de su tesoro cosas
nuevas y cosas viejas. De todas estas parábolas, Jesús enseña
magníficamente la del sembrador y la del trigo y la cizaña. En el
La parábola del sembrador nos enseña cómo edificar el
Cuerpo de Cristo
Jesús explica la parábola del sembrador que puede ser
entendida no sólo bajo una perspectiva de evangelismo, como
generalmente es enseñada, sino también de la edificación del
Cuerpo de Cristo:
Mateo 13:3-9 “Y les habló muchas cosas por parábolas,
diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras
sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron
las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no
había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía
profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no
tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos
crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio
fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El
que tiene oídos para oír, oiga.”
La explicación de la semilla que cae junto al camino está en los
siguientes versículos:
Mateo 13:19-20 “Cuando alguno oye la palabra del reino y no
la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su
corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”.
Cuando edificamos el Cuerpo de Cristo y damos una palabra
carente de revelación, viene el malo y la arrebata. De la misma
manera, cuando estudiamos la Biblia, la leemos y sólo es letra o
información que no vivifica, es como semilla que cae junto al
camino, y entonces viene el malo y la arrebata. Para edificar el
Cuerpo de Cristo debemos asegurarnos que todos entienden la
palabra que estamos predicando. Cuando cumplimos el gran
llamado de ir y hacer discípulos, si tenemos a alguien que
estamos discipulando, tenemos que asegurarnos que le
impartimos vida y no solo información, porque si no vendrá el
diablo y arrebatará la palabra, y entonces no estaremos
cumpliendo a cabalidad nuestra función en el Cuerpo de Cristo.
Necesitamos entender que debemos dar revelación.
El término hebreo para “palabra” tiene dos raíces: Logos y
rema. El logos es simplemente la información que se obtiene
para ayudar a entender una situación. Cuando leemos la Biblia
como un libro cualquiera, podemos obtener logos o solamente
información, letra sin Espíritu. Pero cuando leemos la Biblia y
hay rema, nuestra vida es cambiada y transformada de gloria
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Iglesia La Roca - ¿Cómo Edificar la Casa del Señor? – (Domingo 03-04-2016)
en gloria, y entonces el enemigo no puede venir y arrebatarnos
la palabra sembrada. Entendamos que la Palabra del reino
viene del mismo corazón y voluntad del Padre y no tiene ningún
defecto, pero debemos entenderla y pedir su revelación al
Espíritu Santo.
¿Qué significa la semilla que cayó entre pedregales?
Mateo 13:20-21 “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es
el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no
tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la
aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego
tropieza.”
¿De qué nos habla una planta que no tiene raíz profunda?
Significa que los fundamentos de un creyente no están
fuertemente establecidos en el Señor. Cuando edificamos el
Cuerpo de Cristo al leer la Palabra y compartirla, al estar en
comunión, al ayunar, al orar y adorar, debemos acordarnos
siempre que nuestros fundamentos deben estar sobre Él.
Debemos acordarnos para que un día en nuestra vida, cuando
venga la aflicción, no nos olvidamos del Señor y que lo último
que hagamos sea consultarle qué debemos hacer. Esto sucede
cuando nuestros fundamentos no están establecidos en el
Señor y tratamos de resolver en nuestras fuerzas, entonces
tropezamos y fallamos porque es una buena idea de nuestra
mente pero no es la Palabra del Señor que nos está
transformando.
Cuando venga la aflicción recordemos nuestras raíces, nuestros
fundamentos; recordemos que Él es Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Recordemos que estamos hechos de cuerpo, alma y
espíritu. Digamos a nuestra alma que se sujete a nuestro
espíritu y que nuestro cuerpo cumpla lo que nuestra alma
traduce. Recordemos que Jesucristo es el Señor y volvamos a
nuestro primer amor. Recordemos de dónde Dios nos ha
sacado y fortalezcámonos en el Señor para que en el momento
de la aflicción nuestra raíz no falle y sea tropiezo. Es muy
importante que recordemos nuestras raíces.
Mateo 13:22 “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que
oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las
riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”
No podemos servir a dos señores, a las riquezas y al Señor. No
podemos dejarnos llevar por las preocupaciones ni dejar que
entren conceptos engañosos en nuestra vida. Por ejemplo, no
debemos dejar de diezmar porque todos los recursos son del
Señor. Siempre vamos a tener preocupaciones y afán en
nuestras puertas, que son como espinos. El problema surge
cuando dejamos que los espinos crezcan y nos ahoguen.
Debemos ser buenos administradores de los recursos
financieros que el Señor nos da. El dinero es buen siervo pero
pésimos amo. Si no tenemos habilidad para invertir nuestros
talentos, preocupémonos y consultemos con los banqueros que
son nuestras autoridades espirituales para que, basados en la
Palabra, nos aconsejen cómo invertirlos. Si estamos afanados
no dejemos que esos espinos crezcan tanto que quiten nuestra
vida de oración e intimidad con el Señor, o que nos lleven a no
congregarnos. Los espinos siempre estarán ahí pero lo
importante es no dejar que crezcan porque el problema surge
cuando lo hacen.
La explicación de la semilla que cae en buena tierra está en el
siguiente versículo:
Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es
el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento,
a sesenta, y a treinta por uno.”
Si por ejemplo alguien obtiene un nuevo trabajo con una alta
demanda y por ende cansancio, y por ello deja de congregarse,
podemos decir que sus fundamentos no están en la Biblia
porque ésta establece no dejar de congregarnos como algunos
tienen por costumbre (Hebreos 10:25). Cuando nuestros
fundamentos son bíblicos o centrados en la Palabra del Señor,
no dejamos de congregarnos ni permitimos que ningún
cansancio mate nuestra raíz.
Existen tres posibilidades que nos pueden ahogar y alejar del
propósito que Dios tiene para nuestras vidas: Los espinos, las
piedras y estar junto al camino. También existen tres
posibilidades del buen fruto: A ciento, a sesenta y a treinta por
uno. El número cien nos habla de un fruto completo, porque
cien es diez por diez, y diez habla de completo. Esta es una
característica que el fruto del Señor debe tener, entendiéndose
que si es del Señor, entonces será completo. El número sesenta
nos habla de un hombre completo establecido en el Señor,
porque sesenta es seis (número de hombre) por diez
(completo). El número treinta habla de la participación de la
Divinidad en el fruto porque treinta es tres (número de la
Divinidad) por diez (completo). Podemos tener un fruto
abundante pero si el Señor no está ahí, no es Su fruto. Podemos
tener muchos tipos de fruto, pero si no es completo y no
participa el Señor, entonces no es Su fruto porque cordón de
tres dobleces no se rompe fácilmente.
Muchos creyentes no se congregan porque dicen que Jesús es
su pastor, pero hay un principio bíblico que es sujetarse a la
autoridad. Cuando salimos de la cobertura espiritual, pueden
suceder cosas extrañas en nuestra vida. Si nuestras raíces no
están en el Señor, tropezamos y dejamos de congregarnos,
salimos de la cobertura de la autoridad espiritual y empezamos
a romper principios espirituales que norman nuestra vida.
Sabemos que una vida así transcurre de tropiezo en tropiezo.
Es importante entender que este principio de “cordón de tres
dobleces no se rompe fácilmente”, se aplica tanto a las tres
posibilidades (espinos, piedras y estar junto al camino) que
evitan que la semilla produzca fruto, así como para cuando se
tiene fruto que es la voluntad del Señor y lleno de Su presencia
(cien, sesenta y treinta). El principio se aplica para cualquiera
de ambas situaciones. Es un dato curioso que ambas
situaciones tengan tres posibilidades.
¿Qué significa la semilla que cayó entre espinos?
Lucas 14:16-20 “Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una
gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su
siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está
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preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero
dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego
que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de
bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo:
Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir”.
Así como en el caso de la parábola del sembrador, en la
parábola de la gran cena también hay tres posibilidades que
nos pueden ahogar y alejar del propósito que Dios tiene para
nuestras vidas: el engaño de las riquezas representado por la
hacienda que necesita ser supervisada, los afanes que vienen
figurados por la yunta de bueyes que se utiliza para el trabajo, y
las preocupaciones que están simbolizadas por el reciente
casamiento. Sabemos que cordón de tres dobleces no se rompe
fácilmente y que sólo el Señor puede romperlo.
Si tenemos fruto, una simiente plantada en el Señor, si por
algún momento hemos dejado que los espinos crezcan, no
olvidemos nuestras raíces. El Señor puede romper ese cordón
de tres dobleces y atarnos con Su cordón. El profeta Jeremías
dijo: “Hay un fuego en mí que me quema, que arde en mis
huesos” (Jeremías 20:9). Dios puede hacer esa obra maravillosa
en medio nuestro cuando proclamamos que Jesucristo es
nuestro Señor. Esta proclamación tiene poder para que
tengamos fruto y fruto en abundancia, para que nuestros hijos
sean como árboles plantados junto a corrientes cuya hoja no
cae y que dan fruto. Necesitamos tener el cordón de tres
dobleces para producir fruto en abundancia. No dejemos que
los espinos crezcan, porque la preocupación y afanes siempre
van a estar presentes. No olvidemos que hay la ley del Espíritu
de vida que nos ayuda a hacer la voluntad del Señor.
Oremos para que no crezcan espinos en nuestras vidas y que
más bien crezca el fruto propicio. No importa qué es lo que
hemos pasado; recordemos que Pablo era perseguidor de la
Iglesia. El Señor puede hacer Su obra maravillosa hoy en cada
uno de nosotros. De manera práctica, necesitamos agarrar la
Palabra para ser tierra fértil que no deja que crezcan los
espinos. La voluntad viene de los cielos, primero oramos y
después fluye la voluntad de Dios.
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