Download Jesús expulsa del templo a los vendedores (Estrellitas).

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Lección 16 y 17 de marzo. Jesús expulsa del templo a los vendedores. El propósito de esta lección es que una vez que los niños par5cipen ac5vamente en la experiencia de enseñanza aprenderá a tener reverencia en la casa de Dios. Base bíblica: Mateo 21:12,13; Juan 2:13‐17 ¡Beeeeee! ¡Muuuuu! (imite el sonido de la oveja y de los bueyes, además de los vendedores)
-¿Quiénes quieren comprar un buey? !Aprovechen que están acabando!
¡Tenemos corderos! ¿Quieren comprar para sacrificio?
-¡Acepto monedas de todos los países! (Agite una bolsa o envase con monedas) ¿Quién necesita
cambiar monedas?:
¿Qué confusión es esta en el templo de Dios? ¿Qué hacen estos animales en el patio del templo?
En Jerusalén había una celebración muy importante: ¡La Fiesta de la Pascua! Personas de todos
los lugares venían a Jerusalén, donde quedaba el templo de Dios, para participar de las
celebraciones. Ellos venían a adorar a Dios y ofrecerle animales en sacrificio. Entonces, los
comerciantes aprovechaban para vender bueyes, ovejas y palomas.
Las personas que venían de muy lejos no podían traer consigo estos animales en el viaje así que
necesitaban comprarlos una vez que llegaban a Jerusalén, para luego ofrecerlos a Dios.
Entonces, los vendedores aprovechaban para ganar dinero. No estaba mal que vendieran los
animales, siempre y cuando lo hicieran con respeto y cobrando el precio correcto. El problema era
que ellos se aprovechaban de la urgencia de la gente y cobraban un precio muy alto y las
personas terminaban discutiendo.
. ¡Este cordero está muy caro! ¡En mi ciudad un cordero cuesta la mitad de eso!
¡ O pagas este precio, o te quedas sin cordero que ofrecer a Dios!- respondía el vendedor
Muchos extranjeros querían dar dinero para el templo, pero el dinero usado en sus naciones era
diferente al utilizado en Jerusalén, entonces tenían que cambiar monedas por las monedas que
eran aceptadas en el templo. ¿Qué hacían los cambistas de dinero? Engañaban a los extranjeros
y les cambiaban el dinero por el valor incorrecto para poder quedarse ellos mismos con una parte
del dinero.
Lo que los vendedores de animales y cambistas de dinero hacían estaba mal. Además de estar
robando, eran un estorbo para las personas que venían a adorar al Dios. En lugar de que la gente
se sintiera feliz de estar en la casa de Dios, terminaban sintiéndose tristes y molestos.
¿Saben quién llegó a Jerusalén para la fiesta de pascuas? ¡El Señor Jesús! Cuando Jesús llego al
templo…… ¡ay, ay, ay! ¡Se enojó mucho!
El patio del templo estaba sumido en la confusión, ruido de gente hablando en voz alta, corderos balando y
bueyes berreando. Los vendedores de animales y los cambistas de monedas habían montado sus tiendas
en el patio del templo. ¡Parecía más un mercado libre que la casa de Dios!
Jesús vio lo que estaba sucediendo: el desorden en el patio del templo, el ruido de los animales, la gritería y
las discusiones de las personas.
¿Ustedes creen que Jesús quedó contento con lo que vio? ¡Claro que no!
Al ver el desorden que los
vendedores estaban haciendo en el templo de Dios, Jesús se molestó muchísimo. Él no iba a permitir que
nadie transformara la casa de Dios en un desorden total. Jesús tomó unas cuerdas para hacer un látigo y
comenzó a sacar a los bueyes y las ovejas fuera del patio.
-¡Saquen esas palomas de aquí!- les ordenó a los vendedores.
¡No transformen la casa de mi Padre en un mercado!
Jesús luego volteó las mesas de los cambistas de
dinero. Las monedas rodaron por todo el suelo.
-¡En las Sagradas Escrituras- les recordó Jesús a los vendedores y cambistas de dinero- está escrito que
Dios dijo lo siguiente: “Este templo es mi casa y aquí se viene a orar”, pero ustedes han transformado la
casa de mi Padre en una cueva de ladrones!
Al sacar los animales y llamar la atención de los vendedores
y los cambistas de dinero, Jesús hizo una limpieza en el templo. Ahora la gente podía adorar tranquilamente
a Dios, sin que nadie los molestara.
Al ver a Jesús poner orden en el templo del Señor, los discípulos recordaron un salmo que era una profecía
sobre Jesús. La profecía decía lo siguiente: “El amor que siento por tu casa arde como fuego en mi corazón”
Repitamos todos este versículo, “El amor que siento por tu casa arde como fuego en mi corazón”.
Vamos a repetirlo.
Ahora ustedes ya saben que la iglesia es la casa de Dios y que a Jesús no le gusta que la gente forme
alborotos en ella. El quiere que todos nos portemos bien y mostremos respeto en la iglesia.
Ejercicio: Consiga una figura de corazón, una de una iglesia y otra de una llama o fuego. Estos dibujos
sustituirán respectivamente las palabras amor, casa y fuego que se encuentran en el versículo. Repita el
versículo completo y cada vez que deba decir las palabras amor, casa y fuego sustitúyalas con el dibujo.