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TEMA 3º ¿QUÉ ES EL HOMBRE?
1. “Yo soy por lo pronto, una realidad que pregunta, que, incluso, se hace cuestión de sí
misma…Las cosas y los animales, por lo que sabemos, no lo hacen. Soy, pues, de alguna
manera distinto de los animales y las cosas. Aunque. Sin duda, soy corpóreo, como ellos y
ellas. .. Peso unos gramos, mido unos centímetros, nací ayer, moriré mañana, ando entre las
cosas; sin los estímulos internos y externos que me excitan, sin la actividad de mi cuerpo, sin
la acción de mis neuronas –esas “mariposas del alma” que dijo Ramón y Cajal-, no viviría, no
podría ser yo. Pero, a la vez, soy ese yo que vive de la verdad, la evidencia, la invención y el
ingenio, la belleza y el amor, y también de la mentira, el error, la duda, la fealdad, el tedio, la
indiferencia y el odio. Un yo, en resumen y según compruebo, contradictorio, y que sabe que
lo es, como no puede serlo y saberlo una cosa. S, son azorantemente verdaderas las palabras
que, si no recuerdo mal, escribió en alemán Ulrico de Hutten y puso en español en Ortega: Yo
no soy un libre hecho con reflexión,/ yo soy un hombre con su contradicción. “
M. Yela, Yo y mi cuerpo.
2. “Mientras tengamos el cuerpo y esté nuestra alma mezclada con semejante mal, jamás
alcanzaremos de manera suficiente lo que deseamos. Y decimos que lo que deseamos es la
verdad. En efecto, son un sinfín las preocupaciones que nos procura el cuerpo por culpa de su
necesaria alimentación; y encima, si nos ataca alguna enfermedad, nos impide la caza de la
verdad. Nos llena de amores, de deseos, de temores, de imágenes de todas las clases, de un
montón de naderías, de tal manera que, como se dice, por culpa suya no nos es posible tener
nunca un pensamiento sensato… Si no es posible conocer nada de una manera pura
juntamente con el cuerpo, una de dos: o es de todo punto imposible adquirir el saber, o solo
es posible cuando hayamos muerto, pues es entonces cuando el alma queda sola en sí misma,
separada del cuerpo, y no antes.”
Platón, Fedón
3. “Hace mucho tiempo, el hombre oía extrañado el sonido de un golpeteo regular dentro de
su pecho y no tenía ni idea de su origen. No podía identificarse con algo extraño y
desconocido como era el cuerpo. El cuerpo era una jaula y dentro de ella había algo que
miraba, escuchaba, temía, pensaba y se extrañaba, ese algo, ese resto que quedaba al
sustraerle el cuerpo, eso era el alma. Hoy, por supuesto, el cuerpo no es desconocido:
sabemos que lo que golpea dentro del pecho es el corazón y que la nariz es la terminación de
una manguera que sobresale del cuerpo para llevar oxígeno a los pulmones. La cara no es
más que una especie de tablero de instrumentos en el que desembocan todos los mecanismos
del cuerpo: la digestión, la vista, la audición, la respoiración, el pensamiento. Desde que
sabemos denominar todas sus partes, el cuerpo desasosiega menos al hombre. Ahora también
sabemos que el alma no es más que la actividad de la materia gris del cerebro. La dualidad
entre el cuerpo y el alma ha quedado velada por los términos científicos y podemos reírnos
alegremente de ella como de un prejuicio del pasado. Pero basta que el hombre se enamore
como un loco y tenga que oír al mismo tiempo el sonido de sus tripas. La unidad del cuerpo y
el alma, esa ilusión lírica de la era científica, se disipa repentinamente.”
M. Kundera, La insoportable levedad del ser
4. Curriculum
El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente
usted sufre
reclama por comida
y por costumbre
por obligación
llora limpio de culpas
extenuado
hasta que el sueño lo descalifica
usted ama
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético
se convierte en escombros
usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre siempre
un lío
entonces
usted muere. M. Benedetti, Próximo prójimo.
5. “Por un lado, es una realidad (la persona humana) que es “suya”, determinada como absoluta frente a toda realidad en cuento tal. Por otro lado, mi persona es una realidad cuyo carácter absoluto está de alguna manera codeterminado por refluencia (influencia), por otras personas, por otros absolutos.” X. Zubiri, El hombre y Dios. 6. “Los hombres, para ser felices, no habiendo podido encontrar remedio a la muerte, a la miseria, a la ignorancia, han tomado la decisión de no pensar en ello.” B. Pascal, Pensamientos. 7. “Porque no quiero morirme del todo, y quiero saber si he de morirme o no definitivamente… No quiero morirme, no, no quiero ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre y vivir yo, este pobre yo, que me soy y me siento ser ahora y aquí… Que con razón, sin razón o contra ella no me da la gana morirme. Y cuando al fin me muera, si es del todo, no habré muerto yo, esto es, no me habré dejado morir, sino que me habrá matado el destino humano. “ M. de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida 8. “El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme para destruirla: un vapor, una gota de agua, es suficiente para matarlo. Pero aun cuando el universo lo aplstase, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, puesto que él sabe que muere y la ventaja que el universo tiene sobre él. El universo no sabe nada. Toda nuestra dignidad consiste pues, en el pensamiento.” B. Pascal, Pensamientos. 9. “El corazón tiene razones que la razón no conoce; se ve en mil cosas. Yo digo que el corazón ama al ser universal naturalmente y a sí mismo naturalmente, según se entregue a ello, y se endurece contra uno u otro a su gusto. Habéis rechazado al uno y conservado al otro; ¿es que os amáis por razón? El corazón es el que siente a Dios y no la razón. De ahí lo que es la fe. Dios es sensible al corazón, no a la razón.” B. Pascal, Pensamientos 10. “Cuando el hombre y la razón creyeron serlo todo, se perdieron a sí mismos; quedaron, en cierto modo, anonadados. De esta suerte, el hombre del siglo XX se encuentra más solo aún; esta vez, sin mundo, sin Dios y sin sí mismo. Singular condición histórica. Intelectualmente, no le queda al hombre de hoy más que el lugar ontológico donde pudo inscribirse la realidad del mundo, de Dios y de su propia existencia. Es la soledad absoluta. A solas con su pasar, sin más apoyo que lo que fue, el hombre actual huye de su propio vacío: se refugia en la reviviscencia mnemónica de un pasado; exprime las maravillosas posibilidades técnicas del universo; marcha veloz a la solución de los urgentes problemas cotidianos. Huye de sí; hace transcurrir su vida sobre la superficie de sí mismo. Renuncia a adoptar actitudes radicales y últimas: la existencia del hombre actual es constitutivamente centrífuga y penúltima. De ahí el angustioso coeficiente de provisionalidad que amenaza disolver la vida contemporánea. Pero si, por un esfuerzo supremo, logra el hombre replegarse sobre sí mismo, siente pasar por su abismático fondo, como umbrae silentes (sombras silenciosas), las interrogantes últimas de la existencia. Resuenan en la oquedad de su persona las cuestiones acerca del ser, del mundo y de la verdad. Enclavados en esta nueva soledad sonora, nos hallamos situados allende todo cuanto hay, en una especie de situación trans-­‐real: es una situación estrictamente trans-­‐física, metafísica. Su fórmula intelectual es justamente el problema de la filosofía contemporánea.” X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios.