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P. Andrés Prévot s.c.j En Sittard, el maestro de novicios, cede la palabra a María. Nuestra Señora del Sagrado Corazón a sus novicios “De Maria numquam satis” Traducción y revisión del texto original P. Evaristo Mtz. de Alegría scj Postulación General, Roma 2006 PRESENTACIÓN Han transcurrido más de cien años desde que el P. Andrés Prévot ejerciera su ministerio de formador, como maestro de novicios, de la joven Congregación de los Sacerdotes del Corazón de Jesús, elegido por el Venerable Padre Dehon, ocho años después de la fundación, para formar a sus aspirantes, nada menos que desde 1886 hasta 1909. En los huertos de Dios, especialmente Sittard, su gran obra, y Manage, el cultivo de tantas plantas jóvenes llenó por completo sus días y sus noches, entre el trabajo, la oración, el acompañamiento espiritual y material de sus novicios que, a medida que avanzaban los años eran más numerosos, procedentes de varias nacionalidades, no siempre fáciles de amalgamar. No sabemos cuándo escribe este librito, que en vida no fue editado y si corrió de mano en mano en copias entre sus novicios. El desconocimiento, concreto, de la figura y obra del P. Andrés y, por ahora, por parte mía, de tiempo y preparación para encuadrar, analizar su personalidad espiritual, me han llevado a intentar hacerlo conocer un poco más, e interesar a nuestras nuevas generaciones, a veces lejanas de la historia familiar, como a su tiempo se lamentaba el P. Dehon, cuando nos dejó sus memorias, esquemáticas, en su libro: Souvenirs. Si el P. Dehon llega a afirmar de él “que es más fundador que yo”, -dejando aparte las humildades de los santos-, hay que insistir en un mayor conocimiento sobre el modo cómo se iniciaban los candidatos en la propia espiritualidad dehoniana, en lo que los dos estaban de acuerdo, y los estilos de ponerla en práctica de la propia Congregación. El librito nos ayuda a conocer cómo se vivía en el noviciado, usos y costumbres, no muchos, pero indicativos y, sobre todo, el modo de prácticar las virtudes y ser educados en ellas. para ser unos buenos religiosos. Pueden resultarnos sorprendentes los “métodos” de participar en la Eucaristía diaria, la comunión tres veces por semana, encuadrados en la Misa como recuerdo de la pasión y cruz del Señor. El amor y reparación, la participación personal en el sacrificio, en la ofrenda, llevaban a los novicios al amor que lleva amor. Nos encontramos en las antípodas del primer movimiento litúrgico, y años luz de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. En una, como segunda parte, insiste en la meditación frecuente de los cuatro fines del sacrificio, en la animación misionera, en las bienventuranzas del misionero; en los principios de sólida vida cristiana, en la humildad, de la que hace uno de los fundamentos de la vida religiosa dehoniana y, finalmente el estudio meticuloso de algunas virtudes, especialmente importantes para la formación humana y cristiana de sus novicios que, como dice el autor, aun cuando no perseveren, que salgan bien formados como seglares cristianos. La presentación actual de este pequeño libro, en su traducción y adaptación, ha tenido en cuenta, en primer lugar, el original presentado para el Proceso de Beatificación, copia del cual está en el archivo de la Postulación, y el librito publicado en italiano en 1941 por el Estudiantado de las Misiones de Bolonia que, evidentemente, por sus pequeñas divergencias, procedía de otra fuente y que hemos añadido. P. Evaristo Martínez de Alegría scj Roma, 1 marzo de 2006 EL GRAN CONSEJO DE MARÍA Vivid siempre con María, Nuestra Señora del Sagrado Corazón, como hijos en la confianza y en el amor; ella es la alegría del noviciado, la que da el fervor y la perseverancia a los que la aman. Este es el resumen de mis instrucciones, hijos míos. Sabéis que no quiero para vosotros otra cosa que la paz y la alegría. Seguid los consejos dócilmente de vuestra Madre, hijos de mi Corazón. “Fili, acquiesce consiliis meis” y os haré alcanzar con abundancia los frutos tan dulces del amor, de la paz y de la alegría, que son los principales frutos del Espíritu Santo. Soy yo quien os debe formar en el noviciado, instruiros, orientaros, haceros entrar en el Sagrado Corazón de Jesús. Recordad a menudo el gran consejo de nuestra Directora y ponedlo siempre en práctica. Os permitirá, con poca fatiga y en poco tiempo, llegar a ser un buen y fervoroso novicio del Sagrado Corazón, que es todo lo que tenéis que hacer en el noviciado[1]. AL LEVANTARSE Habéis dormido bajo mis cuidados maternales; os he vigilado durante la noche, y mientras reposabais, mi Corazón ha hablado al Corazón de mi Amado, para adorarle, darle gracias y orar en vuestro nombre. Pensad que soy yo quien ahora os llama con la campana del despertar. 1. Responder enseguida[2]; que el segundo toque de la campana no os encuentre en la misma posición que el primero. Besad vuestro crucifijo, ofreced vuestro corazón a Jesús, saludad a vuestra madre y vestíos con modestia en la presencia de Dios. 2. Recordad los puntos principales de la meditación que vais a hacer y entreteneos dulcemente con estos pensamientos. Podéis recitar también plegarias vocales o jaculatorias, mientras os estáis vistiendo o entretenidos en cosas materiales. Podríais así, si lo deseáis, acostumbraros para toda la vida, y esto será una ayuda preciosa para manteneros recogido, y al mismo tiempo podéis aprovechar para las almas del purgatorio, si recitáis con esta intención las jaculatorias provistas de indulgencias. [1] P. André Prévot: De Maria nunquam satis. Instructions de Notre-Dame du Sacré-Cœur. Archivo de la postulación B 16 / 17 dactilografiado, pp. 59 ; Maria SSma ai novizi del S. Cuore, traducido por P. Zappi, editado por Studentato delle Missioni di Bologna, 1941. pp. 96. La edición de Bolonia ofrece algunas pequeñas variantes, al circular copias diferentes. [2] Faltan estas dos palabras en la edición italiana, p. 6 3. Reavivad vuestro fervor desde el primer momento de la jornada, y encontraréis siempre tiempo una primera visita al Smo. Sacramento, antes de la hora de meditación. Felices, también, si sabéis daros prisa, para tener tiempo, de vez en cuando, para hacer el Vía Crucis y poneros así, desde el primer momento de la jornada, en el seguimiento de Jesús, como compañeros inseparables y fieles consoladores. 4. En esta primera visita a Jesús y a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, besad en primer lugar, humildemente, la tierra, después ofreced a Jesús por manos de María, todo la jornada con las indulgencias que pudierais alcanzar. 5. Haced el examen de previdencia con respecto al examen particular. Podéis prever conmigo las ocasiones de faltar que se os presentarán y me las confiaréis para que os ayude a superarlas o, mejor aún, preved las victorias que podéis lograr y proponeos con coraje que no os falte ninguna. 6. Ofrecedme también vuestras penas y dejadme hacer, en vuestro corazón, un lugar de espera para la cruz del día que yo os ayudaré a acogerla cuando se presente, así como a darle la bienvenida con honor y alegría. 7. No escuchéis los pretextos de la pereza, si os sugiere que habéis dormido mal, que podéis quedaros todavía en la cama. A no ser por enfermedad, intentad al menos levantaros y venir a someter vuestra situación a la obediencia que os preservará de toda ilusión[3]. LA ORACIÓN DE LA MAÑANA 1. Recitad las oraciones de la mañana con vuestros hermanos siempre piadosa y pausadamente. Mantened el mismo tono que los demás, siempre que podáis hacerlo:” ut omnes uno ore unánimes honorificetis Deum”. Pensad que Jesús esta en medio de vosotros y que, según su promesa, vuestra oración hecha en común, será infaliblemente escuchada. 2. Saboread todo lo más que podáis las plegarias que recitáis. Si sobrevienen distracciones, llamadme en vuestro auxilio, a través de una mirada dirigida a mis rostro, después esforzaos más en gustar lo que estáis diciendo en este momento, sin preocuparos de lo que ya ha pasado. Podéis también, a menudo, serviros del libro que fijará vuestra atención y dificultará las distracciones. LA MEDITACIÓN 1. En la meditación, sencilla y dócilmente, seguid el método que se os ha dado. Os haré encontrar allí, en la simplicidad y la obediencia, la luz y la unción de la gracia, algún pensamiento fortificante y una resolución saludable para la jornada. 2. No dejéis nunca de anotar, después de la meditación, las gracias, las luces particulares que habéis recibido y los propósitos que habéis hecho. [3] Edición italiana. Falta todo el texto del nº 7, p. 7 3. En cada visita que hagáis al Santísimo durante el día, enseguida procurad renovar vuestros propósitos. 4. Si os sucede que no podéis hacer la meditación a la hora establecida, no os olvidéis de hacerla después de la Santa Misa, de hacerla entera y con esmero. Más bien, como S. Ignacio lo recomienda, si estáis tentados de abreviarla, añadid algunos minutos más para alcanzar victoria sobre vuestro enemigo y ser siempre un hombre de Regla. LA SANTA MISA 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Pensad siempre en la Santa Misa como el acto más importante de la jornada, como también lo dice la Regla. Asistid, uniéndoos a mí, como vuestro modelo S. Juan lo ha hecho en el Calvario. Yo os haré recoger las gracias que brotan del Corazón abierto de Jesús para vosotros; os ayudaré a sacrificaros con él. Puesto que es el acto principal que tenéis que hacer, si queréis asistir con provecho a la Santa Misa, es necesario que os ofrezcáis en sacrificio con Jesús y hacer provisión de espíritu de sacrificio para todo el día. “Totus Christus caput et corpus”(S. Agustín)[4]. Poned sobre la patena, con la hostia del Sacrificio, todos los sacrificios que la divina voluntad o la Regla os pedirán hoy, ofrecedlos antes con Jesús, el Sumo Sacerdote. Después, en la Consagración, pensad que Jesús los sella con su Sangre para que su Padre los reciba como venidos de Él mismo, no siendo otra cosa que un uno con su sacrificio. Ensayad al menos alguna vez el participar en la Santa Misa según los cuatro fines del sacrificio: es el método más fructuoso. Serviros de un libro para seguirlo más fácilmente. Ensayad, también, después de la Santa Misa, de hacer de vuestra jornada una misa prolongada; es una práctica de sacerdotes fervorosos y que os puede ser muy útil. Una jornada que será como una Misa prolongada, será necesariamente una jornada animada por el espíritu de religión y del sacrificio, una verdadera jornada de Religiosos y de Reparadores. Si queréis, a veces, podéis probar a este respecto una técnica que consiste en dividir, durante la jornada, las horas entre los cuatro fines del sacrificio, uno para cada cuarto de hora. Solamente no olvidéis, con respecto a este método y otras prácticas semejantes, que no pueden ser buenos sino en tanto en cuanto la gracia os da el atractivo y que lo seguís sin poner obstáculos, en plena libertad de corazón y de espíritu. Del reglamento [4] Falta la cita en latín en el texto della Postulacion. Edición italiana p.8 A las 6.20 tendrá lugar la Santa Misa. Durante la Santa Misa todos estarán de pie o de rodillas. A la salida de la misma, se canta por dos veces:”Sancte Johannes, Cordis Jesu discipule dilectum, ora pro nobis”, en honor de S. Juan, el patrón especial del Noviciado. Los días de comunión: domingo, miércoles y viernes, todos permanecen después de la Misa veinte minutos y, si hay una segunda Misa, hasta el “Nobis quoque peccatoribus”, aun los que no hayan comulgado, para la acción de gracias[5]. Para oír mejor la santa Misa Decid sencillamente, al comienzo del augusto sacrificio: Quiero asistir a la Santa Misa en unión a María, como S. Juan al pie de la cruz; creo que la santa Misa es la renovación del sacrificio de la cruz; que me aplica los frutos; que yo debo unirme a sus sentimientos, a las oraciones, a las acciones, al sacrificio de Jesús en la cruz y que yo recogeré los frutos que allí han recibido los fieles compañeros de Jesús en la cruz. Para nosotros mismos: contrición-perdón Para Jesús: compasión-amor Para las almas: salvación-celo a) b) c) d) e) Intentad meditar todo esto según la segunda forma de rezar de S. Ignacio: los tres principales sentimientos del Corazón de Jesús (amor, humildad, obediencia); los cuatro fines de la inmolación; las siete palabras de Jesús en la cruz; los cuatro principales sacrificios de Nuestro Señor (pobreza, humildad, sufrimiento, muerte); los doce frutos del árbol de la cruz, que son los doce frutos del Espíritu Santo. Dad un minuto solo a cada uno de estos puntos, o paraos en aquellos que os toquen más de cerca, tanto tiempo cuanto encontréis consideraciones útiles que hacer A. I. [5] Los tres sentimientos principales del Corazón de Jesús Sentimiento de amor: es la víctima que se inmola, que se sacrifica hasta el anonadamiento:”semetipsum exinanivit”por la mayor gloria de Dios y la salvación de los hermanos. No se encuentra en la edición italiana el extracto del Reglamento, p. 9 II. III. Sentimiento de humildad: “humiliavit semetipsum”. Se ha humillado por su sumisión a la justicia divina, por la aceptación de toda confusión motivada por nuestros pecados, de los que Él soportaba el peso. Sentimiento de obediencia:”factus obediens usque ad mortem, mortem autem crucis”. Así es por lo que ha merecido el nombre de Jesús, es decir Salvador de las almas… de vuestras almas. Pensad, ¡qué caridad, qué humildad hay todavía en su Corazón para con vosotros! Y vosotros mismos, ¿qué sentimientos tenéis para con Él? ¿qué sentimientos tenéis para con vuestros hermanos, vuestros superiores? ¿ Qué sentimientos queréis tener hoy? ¿Qué propósitos queréis hacer? B. Los cuatro fines de la inmolación Uníos a estos cuatro fines o intenciones principales, que son los cuatro fines del sacrificio: a. Adorar a Dios su Padre y reconocerlo como Soberano, maestro de la vida y de la muerte; - anonadarse a sí mismo ante la Majestad divina; abandonarse a su Providencia, a su amor, a su justicia; amarlo con todo el corazón, pues su amor es infinito; alabarlo perfectamente como siendo el Verbo divino, su imagen sustancial, la sola digna de su Belleza infinita. b. Pedirle perdón como Víctima por los hombres, sus hermanos: 1. Reconocerse cargado de sus pecados y sufrir la humillación delante de Dios su Padre. 2. Manifestarle un verdadero arrepentimiento. 3. Ofrecerle una digna y sobreabundante satisfacción por todos. 4. Lavar a todos los pecadores en su divina sangre. 5. Remitirle todas sus faltas y reconciliarles con su Padre celeste. 6. Revestir a todos los pobres pecadores, sus hermanos, de todas sus virtudes divinas, para que sean favorablemente acogidos por el Padre celeste. Pensad, en este momento, que Jesús os dice, como a Santa Gertrudis: “Disponed de mi Corazón, para reparar vuestras faltas y negligencias, para hacer que vuestras obras sean perfectas y dignas de la Santa Trinidad”. Ofreceos, también vosotros, para hacer penitencia, con Jesús, por su Cuerpo que es la Iglesia, de manera que se cumpla lo que falta a su Pasión; renovad vuestra ofrenda como víctimas del Sagrado Corazón, víctimas de amor y reparación por vosotros mismos, por la Iglesia, por el pueblo elegido; ved de antemano sobre qué cruz os inmolaréis hoy, qué sacrificios, grandes o pequeños, aceptaréis para la obra de la Reparación; pensad, en particular, por quien queréis reparar. c) Agradeced a Dios en su propio nombre y por todos: “gratias agens”. Él es toda benevolencia, toda bendición, todo beneficio para su Padre celeste; le ofrece una alegría infinita por su Reconocimiento. No olvida ninguno de los beneficios concedidos a Él mismo, a vosotros, o a los demás hombres. Lo agradece por los que no Le agradecen, por todos los pecadores; Su reconocimiento tan tierno y tan fiel, repara perfectamente por todas vuestras ingratitudes y las de todos los hombres; canta con Maria el “Magnificat”.Unid vuestra voz a la suya, y repetid saboreándolo las diversas estrofas del Magníficat, y vuestra voz será escuchada con agrado por el Padre celeste:”tua vox audita est”; recordad todos los beneficios de los que vuestro Dios os ha colmado: beneficios generales y beneficios particulares, beneficios concretos, tanto de comunión, la vocación y la gracia de la reparación, como de las alegrías con las que ha colmado vuestro corazón, el tanto amor que os ha manifestado. ¿Qué agradecimiento le habéis manifestado? Y no obstante, os ha llamado a reparar con vuestro agradecimiento la ingratitud de los hombres. Es preciso que le seáis doblemente agradecidos: una vez por vosotros mismos, otra por los hermanos. Rogad a Dios por todos nosotros. “Preces offerens suplicationesque cum clamore valido exauditus est”. ¿Qué tipo de oración? Él ha orado así: “Pater noster!” decid saboreando el Padrenuestro con el sacerdote, diferenciando las siete partes principales: “Pater noster,- sanctificetur nomen tuum,- adveniat regnum tuum,- fiat voluntas tua,- panem nostrum da nobis,- dimitte nobis,- et ne nos inducas in tentationem,- sed libera nos a malo”. Rogad según la voluntad del propio Jesús como objeto de vuestras oraciones, con el Corazón de Jesús como órgano, con su Cruz como el precio de todas las gracias que queréis alcanzar. ¿Por quién rezaréis? Hacedlo con el sacerdote en el memento de los vivos. C. Las siete palabras de Nuestro Señor en la Cruz Se cree que las repite sobre el altar 1. “Dimitte illis” –mihi –omnibus peccatoribus 2. “Hodie eris mecum in paradiso”: Que las almas de los agonizantes estén hoy en el paraíso. 3. “Ecce filius tuus”: ¡Oh, María, acogedme hoy como hijo tuyo! Que toda la jornada sea para ti un hijo de confianza y de amor.”Ecce filius tuus”“Monstra te esse matrem”. Podéis recitar el “Ave maris stella”, según el tercer modo de orar de S. Ignacio. 4. “Deus meus, quare me dereliquisti?: Dios mío, a causa del abandono tan doloroso en el que me dejáis, tened piedad de todos los pobres abandonados, de las almas abatidas, de todos cuantos están tentados, desesperados. 5. « Sitio » : Tengo sed con Jesús, que tiene sed de la cruz, de las almas. ¡Oh, mi Dios, yo quiero calmar la sed de Jesús! Quiero darle los corazones de mis hermanos que Él quiere poseer; quiero consolarle con mis oraciones y sacrificios, hechos con una intención purísima, para que no haya ninguna amargura en su bebida. 6. “Consumatum est: ¡Oh Jesús, consumad mis oraciones, acciones y sacrificios en unión con los vuestros! 7. “Commendo”: Me abandono en tus manos; hacedme fiel al abandono que es el don más excelente del hombre a Dios, y que debe ser el acto más ordinario del alma víctima en honor de su Dios. Me abandono a ti con todo lo que soy todo lo que tengo, por puro amor, con plena confianza, sin temor y sin reserva alguna. D. Los cuatro principales sacrificios de Nuestro Señor a) b) c) d) E. “Su pobreza”, sus anonadamientos bajo la forma del crucificado, bajo la forma de hostia. ¿Qué haréis por imitarlo? “Sus humillaciones”, en el Calvario y en altar; imitad su humildad y sus humillaciones. “Sus sufrimientos”: ved sus dolores, contad sus llagas, medid la profundidad, la sublimidad, la anchura, la extensión de su sacrificio. ¿Qué retraso o qué reserva os atreveríais a poner todavía al vuestro? “Su muerte” ; finalmente, que es la última palabra del amor:”Sic dileixit maiorem hac nemo -ut et qui vivunt, jam non sibi vivant;ergo mortui estis et vita vestra abscondita esta cum Cristo in Deo”. Por tanto, prácticamente, muerte a vuestra propia voluntad, muerte a vuestro amor propio, muerte a vosotros mismos totalmente para vivir con Dios solo. Los doce frutos del árbol de la vida Recoged, recoged los que prefiráis para el fin del Santo Sacrificio; recogedlos para vuestro Bienamado, para la Iglesia, para vosotros mismos, para vuestra Sociedad, para el pueblo elegido, para ésta o aquella alma, por tal o tal fin particular. 1. “La caridad”que es necesario derramar sobre toda criatura que se os avecine; 2. “La alegría” que es necesario hacerla presente siempre y en todo lugar:”iterum et sempre gaudete in Domino”;. 3. “La paz”, que es el don más excelente de Dios al hombre; 4. “La paciencia”, que hace perfecta toda obra; 5. “La benignidad”, que debe llenar vuestro corazón; 6. “La bondad”, que hay que ejercer en todas las palabras, y en todas las acciones; 7. “La longanimidad”, que os hará perseverar en el bien; 8. “La mansedumbre”, que os hará gustar de todos los frutos de vuestra unión con el Corazón de Jesús; 9. “La fidelidad”, que os merecerá entrar en la alegría de vuestro Maestro; 10. “La modestia”, que debe edificar a vuestros hermanos y hacerles sentir el buen olor de Jesucristo, presente en vosotros mismos; 11. “La continencia”, que os preservará de todo mal; 12. “La castidad”, que guardará vuestro corazón unido al Corazón de Jesús, vuestro soberano Bien. “A. R. D. O. R ADORACIÓN y AMOR: Bienhechor, Amigo, Padre, Hostia, Infinidad de Perfección infinita. RINGRAZIAMENTO (acción de gracias): Creación, Cristiano, Eucaristía, Víctima, Sacerdote del Sagrado Corazón. DEMANDA: Liberación de las almas del Purgatorio, Salvación de los Agonizantes, Conversión de los pecadores, Triunfo de la Iglesia. Extensión del Reino del Corazón de Jesús. OFERTA: Memoria ( beneficios de Dios), inspiraciones (métodos para la piedad y el fervor), sensibilidad de corazón (amor a Jesús y al prójimo), voluntad (propósitos), razón, deberes, conciencia, coherencia. REPARACIÓN: por ti mismo, por las personas consagradas, purgatorio, agonizantes, pecadores.”[6]. LA SANTA CONFESIÓN I. II. [6] Os conduzco al tribunal de la misericordia, como conduje a Magdalena al pie de la cruz, en espíritu de penitencia y de reparación, para purificaros en la sangre del Salvador y renovaros en la gracia de la reparación que os es propia. Preparaos con cuidado, bajo mi mirada (emplead diez minutos, entre el examen y los actos de contrición). Haced la confesión con humildad y no dejéis de hacer, después, una pequeña acción de gracias en el que: a) ofreceréis al Sagrado Corazón un acto especial de reconocimiento por el amor y la misericordia que ha testimoniado a los hombres en el sacramento de la penitencia y donde, b) me confiaréis la resolución particular que hayáis tomado y que yo os ayudaré a realizarla. A.R.D.O. R. Este apartado conclusivo no se encuentra en el texto del Archivo Postulación. Se incluye tomándolo del texto de la edición italiana, p.17 III Mi corazón maternal, tan preocupado por vuestros intereses, os recomienda algunas cosas para la confesión: 1. Acusad vuestras faltas con algunas circunstancias muy breves, pero suficientes para humillar vuestro amor propio, al que no gusta hacerse reconocer, lo que permitirá al confesor daros los avisos oportunos (Permoyer)[7]. Tomad cada vez, haciendo el acto de propósito firme, una resolución precisa sobre un punto particular. De suerte que, la confesión, os ayudará fuertemente a disminuir el número de vuestras faltas y a corregiros de ellas. 2. Algunas recomendaciones prácticas: a. Sed puntuales, a la hora indicada y según el orden indicado. b. Recitad el “Confiteor” antes de presentaros. (Inútil decir: Hace ocho días que me confesado, he recibido la absolución, etc…). c. Añadir a la acusación de los pecados y los de la vida pasada, y particularmente contra tal virtud, por ejemplo, la caridad… Pido perdón a Dios y a usted Padre, la penitencia, etc… d. Después, sin acabar el confiteor, decir el acto de contrición. Extracto del reglamento: la confesión de Regla se hace el jueves, para prepararse a la Hora Santa y a la comunión del viernes. El P. Maestro estará siempre a disposición de los que deseen dirigirse a él más frecuentemente.[8] LA SAGRADA COMUNIÓN 1. Soy yo quien ha preparado la mesa eucarística; soy yo quien os invita; no echéis en balde mi invitación. 2. Deseo llevaros a la comunión frecuente y fervorosa, que será la garantía de vuestra esperanza y el medio para vuestra santificación. 3. Acercaos a ella con humildad y confianza; comprended que no sois nada y que es preciso que Jesús sea todo. Acercaos, si queréis, simplemente por el abandono en sus manos. Si os dejáis conducir dócilmente, yo misma os prepararé, acogeré a Jesús en vosotros, y le daré gracias con vosotros. Probablemente se trata del jesuita alemán José Permayr, (1713-1765), famoso director espiritual y autor de varios tratados de espiritualidad, traducidos al francés y cercanos al camino espiritual del autor. Dictionnaire de spiritualité vol XII, 1156-1158 Beauchesne, París 1984. [8] No se encuentra este extracto en la edición italiana, p.18 4. Inspiraos alguna vez en el método que he enseñado a S. Luis Maria Grignion de Montfort. 5. Preparaos especialmente a la Santa Comunión por las victorias logradas en la víspera sobre vuestro defecto dominante. Animaos a ello por esta palabra dicha a S. Juan:”Vincenti dabo manna absconditum”. A quien haya logrado la victoria, le daré a gustar el maná oculto de la Eucaristía, es decir le reservaré las gracias de devoción más abundantes, las consolaciones más animadoras, las luces que hacen progresar más rápido en la práctica de las virtudes. 6. Como acción de gracias, durante la jornada, coge con la mayor fidelidad los frutos de este Sacramento de amor que has recibido, haciendo con más cuidado, sucesivamente, durante la jornada, la ofrenda de vuestras acciones al divino Salvador con un acto de amor más fervoroso. 7. Te invito a obtener con estas prácticas el favor de poder hacer la comunión el lunes, para ayudar a librar las almas del purgatorio, que para mí son las más queridas, y después la comunión del martes, en modo particular en la obra de la reparación. Si frecuentemente, mejor cada semana, me ofreces estas otras dos comuniones a mí, a quien has dado todos tus bienes, te prometo como compensación para toda la vida la gracia inestimable de la comunión frecuente y fervorosa. “O salutaris Hostia quae coeli pandit ostium!”[9] LOS ESTUDIOS 1. Realiza los pocos estudios del noviciado bajo mi mirada maternal, y serán bendecidos. Soy yo quien es la Madre de la sabiduría, la doy a quienes confían en mí, a quienes me dejan el cuidado de formarlos. Sabéis que es la madre quien dirige los primeros pasos en los estudios de los hijos de la familia, y que la providencia del Corazón de Jesús me ha encargado muy particularmente de instruiros, a ti querido novicio, que sois mi hijo privilegiado. Soy yo quien formó a S. Juan, vuestro modelo, el apóstol teólogo por excelencia, el que ha se ha elevado más alto de todos en la ciencia sagrada. Soy yo quien ha obtenido para mi siervo Alberto Magno una ciencia prodigiosa, salvaguardada por una humildad todavía más admirable. Soy yo, quien más recientemente, he dado al santo Cura de Ars, a pesar de las dificultades que debieron parecerle insuperables, toda la ciencia útil con la cual ha podido hacer tanto bien. 2. ¿Cuáles son los estudios en el noviciado? La llave de la ciencia para el novicio del Sagrado Corazón, es la caridad, y la gran lección que debe aprender, es la humildad. Os daré esta llave y os enseñaré esta lección, si queréis seguir mis consejos. Como vuestra Regla os dice, debéis llegar a decir con S. Pablo: “No sé otra cosa que Jesús crucificado”, o según el sentido de vuestra vocación: “No sé otra cosa que el Corazón de Jesús inmolado”. Aprended, si queréis, cómo [9] Il parágrafo 7, solo en la edición italiana p. 20 decía un Santo: “Seis letras, cinco rojas y una blanca”, las cinco llagas y María Inmaculada. Todos tenéis que estudiar, en el noviciado, la Sagrada Escritura, la Regla, la Perfección Cristiana[10] y religiosa y un poco de elocuencia sacra. Yo os haré estudiar todo esto desde el punto de vista del amor y con humildad, porque yo soy la Sabiduría, y la sabiduría consiste en juzgar todo, explicar y orientarlo desde el punto de vista del amor y fundamentar todo sobre la base de la humildad. Os formaré, si queréis, durante vuestro noviciado a reconducir todo al amor. La filosofía es el amor a la sabiduría; la teología lleva al conocimiento del amor de Dios; la Sagrada Escritura, es la palabra del amor; si la elocuencia sagrada se inspira del amor, - y la pastoral no es otra cosa que el ejercicio del amor, - si en vuestros estudios juntáis siempre la humildad y el amor, serán plenamente bendecidos. No os darán el orgullo de la ciencia, que hincha y pierde, sino sólo la ciencia de la caridad que edifica y salva. 3. ¿Cómo, pues, de un modo práctico, debéis estudiar? a. En principio no estudiéis otra cosa que lo que sea según la voluntad de Dios y las indicaciones del superior. Si es necesario haceos exactamente un reglamento particular de todo lo que tenéis que estudiar: Después, antes de poneros a estudiar, ofrecedlo al Corazón de Jesús, con un acto de amor y un propósito especial de humildad. Decid, si queréis, un Ave María, siguiendo la práctica de varios santos y que yo siempre he bendecido. b. Durante el estudio, estad todos bajo mi mirada y mi dirección maternal; repetid frecuentemente jaculatorias, tantas como podáis. Podríais a menudo encontrar provecho haciendo de vuestros estudios una especie de lectura espiritual, según el segundo método de S. Ignacio tomado en sentido amplio. c. Para acabar, reservaos siempre algunos instantes para sacar de vuestros estudios, como vuestro Directorio os recomienda, las consecuencias para la vida cristiana, para la vida interior, para la vida religiosa, vida de reparación o apostólica. Intentad retener de cada lectura que hagáis, un principio que os ayude por algún tiempo y especialmente para el mismo día, y de cada libro que leáis, un principio que os sirva para toda vuestra vida. Seréis entonces como el verdadero sabio del Evangelio, colocaréis en vuestro corazón, un tesoro de cosas nuevas y viejas, del cual podréis echar mano, en el momento oportuno para vuestro bien y para el bien de vuestros hermanos. EL TRABAJO [10] Probablemente ha ce referencia al Tratado de Perfección Cristiana, del V.P. Rodríguez sj. Un clásico en los noviciados hasta la renovación conciliar. Sin publicar conservamos los esquemas y notas del Beato Juan Mª de la Cruz, novicio en 1925-1926 en Novelda (Alicante), bajo la dirección del P. J.Goebels, novicio a su vez del P. Prévot. Al comenzar vuestro trabajo, recordaos y recitad si queréis, en voz baja, la oración de las nueve de la mañana, y después, durante la duración del trabajo, entreteneos con los sentimientos que ella os inspira. Haced los actos que os indica y recogeréis, al final, los mismos frutos que producía el trabajo de la Sagrada Familia. Podéis, a veces, pensar en ella, según la segunda forma de S. Ignacio: 1º. Transportaos, pues, a Nazareth: a. En el santuario silencioso de la Sagrada Familia. Sabed que el noviciado es como un santuario, es necesario que sea silencioso; observad religiosamente el silencio. A Jesús le encantará entretenerse con vosotros: “Frequens illi sermocinatio cum homine interno” ¡Oh, qué dulces enseñanzas, qué luces, cuántas consolaciones, qué ánimos encontraréis en sus palabras si sabéis escuchar y hablarle! “Audiam quid loquatur in me Dominus, quoniam loquetur pacem”. b. Después, viendo que Jesús, María y José no piensan sino en corresponder a la voluntad divina, os propondréis no buscar otra cosa que obedecer, con toda sumisión de cuerpo, corazón y espíritu, “Subditus illis”. La obediencia humilde, cordial, generosa, he aquí la regla del trabajo en la Sagrada Familia; que sea también la nuestra. c. En fin, que observaréis cómo todo el trabajo en Nazareth tiene por motivo la santa pobreza: la pobreza que la Sagrada Familia ha practicado para la obra de la Reparación; la virtud de la pobreza de la que os quiere dar ejemplo; la pobreza evangélica de la que os quiere alcanzar la gracia. Trabajad bien con espíritu de pobreza para practicar la pobreza religiosa; observad sus reglas a la perfección. Ved en este trabajo pobre y penoso una ocasión de mostraros un poco generosos y de hacer algunos sacrificios para enriquecer espiritualmente a vuestros hermanos. 2. Alegraos de que vuestra vida, por las ocupaciones materiales, sea como la de Jesús, María y José, una vida de “oración, trabajo y sacrificio”. a. Una vida de oración. Recurre a varios medios para rezar serenamente en estas horas benditas, sea con la oración mental, con las jaculatorias u otras oraciones vocales. b. Debe darse necesariamente una vida de trabajo. Preocupaos solamente de que este trabajo sea hecho sobrenaturalmente, animado por la gracia del Espíritu Santo, con el fin de que sea verdaderamente obra de Dios: “Opus Dei, quod agitis”. c. Por lo mismo será un sacrificio santo, en el que inmolaréis al Señor vuestro cuerpo, vuestra voluntad, vuestras fuerzas en olor de suavidad. 3. Animaos a realizar vuestro trabajo por amor y con cuidado hasta el final, pensando en los frutos de salvación que logrará. a. Como la Sagrada Familia, colaboraréis con ello, también vosotros a la obra de la redención, según vuestra vocación, como reparador, víctima con el Corazón de Jesús, que es actualmente, más que nunca, el modo más útil de trabajar en la Iglesia. b. Observaréis perfectamente la regla del noviciado, y de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, que es el medio más seguro, por parte vuestra, de atraer las bendiciones del cielo y de tomar parte en todo el bien que se hace y se hará. c. Finalmente, haciendo de todas vuestras acciones, aún de vuestros trabajos materiales, otros tantos sacrificios, os asegurará el mayor valor posible para la gloria de Dios, para vuestra propia santificación y para el bien de los hermanos. Extracto del Reglamento A las 10. 15, iniciarán los trabajos manuales, que concluirán a las 11horas.[11] Cada uno se ocupará con cuidado de este ejercicio e intentará el no evitarlo, o el excusarse con pretextos inútiles. Cuando se haya concluido el trabajo señalado se irá a pedir otro, para estar siempre ocupado. El silencio debe ser observado escrupulosamente. Después de las Vísperas comenzarán los trabajos hacia las 2 horas, hasta las 3.30. LAS COMIDAS Hijo mío, por causa de la debilidad de la carne, las comidas son una de las acciones más peligrosas para vuestra salvación, pero si queréis tomarlas bajo la mirada de vuestra Madre, como un hijo bien educado, os preservaré de toda falta y os haré practicar varias preciosas virtudes que os servirán como alimento para vuestras almas. Os indico tres reglas a seguir y tres virtudes principales a ejercitar: 1. Andando al refectorio, procurad el poner en práctica la regla que señala S. Ignacio en sus Ejercicios. Preved lo que os conviene como alimento y bebida, y lo que os proponéis no tomar. Y haced el propósito de no ir más allá. Una vez que estáis en la mesa, cualquier pretexto que la sensualidad os ofrece, y a pesar de las pequeñas dificultades que pudieran surgir, manteneos firme en lo que habíais decidido, atentos a no cambiar nada, pues lo que habíais decidido bajo el impulso del buen espíritu, lo cambiaríais bajo el influjo de la sensualidad. 2. Preocupaos de seguir también, en la mesa, la norma que da S. Francisco de Sales, en sus constituciones, siempre tan suaves: “En cada comida, haced [11] . No se encuentra en la edición italiana el extracto del Reglamento. p. 25 pequeñas mortificaciones, según el atractivo que sentís y las fuerzas de que disponéis”. Esta regla, como podéis ver, está encerrada en vuestra regla de la mortificación continua. Ofreced estas pequeñas mortificaciones en espíritu de reparación por la salvación de los pobres agonizantes, que mientras vosotros os alegráis a la mesa, están expuestas a ser presa del demonio en el infierno. 3. Otra norma, o más bien un sistema precioso que podéis seguir alguna vez, es el que Santa Gertrudis enseñaba a sus Hermanas y que Nuestro Señor ha recompensado con tantas gracias: Decir a menudo, durante las comidas esta invocación u otra semejante: Señor Jesús, por virtud de vuestro divino amor, unidme plenamente a Ti, como yo me uno a estos alimentos. Tres virtudes que, a continuación, debéis practicar en las comidas son: la templanza, la mortificación y la educación religiosa. a) Comencemos por la templanza I.- No comáis tanto que os haga mal a la salud; os dais perfectamente cuenta de que es un desorden y una falta. II.- No comáis con avidez y precipitación; es una especie de gula que no es menos nociva a la salud de cuerpo que a la del alma. III.- Cuando dudéis si tenéis que tomar tal o cual alimento, en tal cantidad u otra, inclinaos más bien por parte de la privación; es el medio más seguro para no equivocarse. b) A continuación la mortificación Os debe ser querida, porque os hará triunfar de la sensualidad que es vuestro enemigo capital, y porque Jesús os recompensará con el ciento por uno de gracias y de alegría por todo cuanto le habéis ofrecido; pero debe ser acompañada de la discreción y bendecida por la obediencia. Podéis ejercitarla en el sazonar, en los postres, de lo que se puede privar sin dañar a la salud y ni parecer singulares. c) [12] La educación cristiana, en fin, es una virtud compleja, formada de caridad, de modestia, de humildad. Observadla en todo con esmero; no os permitáis nada que pueda chocar a los demás; no tiréis nada por tierra; no dejéis caer nada por debajo de la mesa[12]; ni hagáis ruidos inconvenientes; mantened siempre los buenos modales; mostraos bien educados como un hijo de Maria. Distinguíos como conviene a un hijo de Dios. Hacer siempre las oraciones de la mesa piadosa y pausadamente. “no dejéis caer nada por debajo de la mesa”, no se encuentra en la edición italiana, p. 28 Algunas faltas que hay que evitar: colocar con ruido las sillas, inclinarse demasiado sobre la mesa; soplar sobre la sopa u otro líquido con ruido; al servirse escoger la mejor parte; evitar el tomar en el vaso o en el plato algo que debe dejarse enseguida y que podría perderse; evitar también malgastar el pan. No olvidéis que la lectura en el refectorio deber ser alimento para tu alma. Intentad sacar siempre algún fruto de ella. Cuando coméis después de la comunidad, por ejemplo después de haber servido, no toméis más que vuestra parte, como de ordinario, estad en guardia ante la tentación; vuestra Buena Madre sufriría al veros faltar a la templanza. “Edas ut vivas. Ne vivas ut edas” [13] LA RECREACIÓN 1º.- Hijos míos, soy yo quien preside vuestras recreaciones: “Posuerunt me custodem”. Se me ha constituido guardiana. No hay vigilante en el noviciado. Mi amor sabrá guardaros; permaneced fieles bajo mi mirada. ¿No querréis, imagino, engañar a vuestra Madre? 2º.- Para pasar una recreación estupenda y feliz, preocupaos, al menos alguna vez de pedir conmigo por toda nuestra familia, en la visita que precede a la recreación, los cuatro primeros frutos del Espíritu Santo: caridad, alegría, paz y paciencia, Pedidlos insistentemente para vosotros y para vuestros hermanos. Estaré atenta a haceros encontrar las ocasiones de acogerlos en el recreo y, sobre todo, haré alejar de vosotros los frutos opuestos que serían frutos envenenados: aversión, tristeza, inquietud, impaciencia. Nada de aversión, ni la menor semilla de acritud o resentimiento, os dice vuestra Regla. Nada de tristeza: Repetid conmigo el lema de S. Juan Berchmans: “Tengo horror a tres cosas: la tristeza, la ociosidad, y las amistades peligrosas”. Nada de inquietud: la inquietud es el mayor mal después del pecado. Nada de impaciencia, de palabras bruscas, nada de fastidioso, ¡nada! ¡nada! 3º.- Al comienzo de la recreación, uníos a vuestro grupo con prontitud. Os veré con alegría en vuestro sitio y os haré encontrar una gracia de estado abundante, para que paséis bien el recreo. Os daré lo necesario para alegraros y edificaros con vuestros hermanos. De lo contrario os diré: la gracia de estado no está ahí, está allí en vuestro grupo: idos fielmente a encontrarla en su sitio. 4º.- Si queréis alegrar plenamente mi Corazón, no concluyáis nunca la recreación sin haber dicho algo edificante a vuestros hermanos, que son mis hijos, sin haber hecho algún bien a sus almas. Pedídmelo y yo os ayudaré a encontrar alguna cosa interesante y edificante para ellos, sea en los recuerdos de vuestras lecturas, de las conferencias, sea en la fiesta del día, o en otras circunstancias. [13] Frase que aparece en la edición italiana, p. 28 5º.- Si tenéis que dejar el lugar de la recreación, sed fieles en pedir permiso: cada vez será una violeta de humildad que me podéis ofrecer al pasar delante de mi imagen. 6º.- Observad atentamente las reglas de la educación. Llegaréis así a formaros según los ejemplos de mi divino Hijo, que observaba muy bien todas las conveniencias, que atraía todos los corazones a Él por su buena gracia y buenos modales. Recordad que los éxitos de vuestro futuro ministerio dependen, en gran parte de vuestra presentación limpia y agradable; aprended a haceros todo con todos, para ganarlos a Jesucristo. 7º.- Si tenéis que lavar los cubiertos, hacedlo buena y alegremente, como mi Jesús en Nazareth, Sentíos felices de servir un poco a vuestros hermanos. Sé feliz de servir a los Padres[14]. Poned todo en orden; que la limpieza reluzca por todas partes. Después, daos prisa en venir a tomar parte en la alegría común de la recreación. 8º.- Si se juega, imitad a S. Juan Berchmans, que jugaba con empeño, por caridad, que intentaba ganar la partida, para poner en ello más interés, que era feliz en decir un “Ave María” al final, cuando perdía; esta “Ave María” dicha por los que han perdido, atraerá mi sonrisa hacia vosotros, y yo os haré ganar, como compensación, algunas gracias de mi Hijo divino. No os olvidéis de hacer esta práctica: rezar un Ave María por quienes han ganado la partida. 9º.- Sed fiel, en el día que está señalado, en hablar la lengua de la familia del Sagrado Corazón[15]. Si faltáis a ello causaréis dolor a los oídos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, que aquí es la madre de la familia y por esta desobediencia apenaríais al Corazón de Jesús. – Os aconsejo, por otra parte, de tener celo por aprender otras lenguas vivas, cuantas os sea posible: os animaréis a ello teniendo en cuenta esta palabra tan bien dicha: “Un misionero del Sagrado Corazón es tantas veces misionero cuantas lenguas vivas conoce”. 10º.- Si seguís mis consejos, saldréis de la recreación contentos y llenos de méritos y mejor dispuestos para la oración, como S. Juan Berchmans, vuestro modelo. 11º.- No os digo nada sobre las palabras de crítica o mal espíritu; si alguno quisiera dejarse llevar por ellas, haría ver que no pertenece a la familia, y yo no hablo a quienes no quieren ser mis hijos. EL FINAL DE LA JORNADA Confiadme el final de cada una de vuestras jornadas, como el de toda vuestra entera vida: “Vita et finem vitae meae sibi commendo”. Sed para mí hasta el final, como un hijo en la [14] El texto italiano traduce: Sé feliz de servir a los Padres. p.30 Se refiere al francés. El problema lingüístico creó problemas en Sittard de tipo nacionalista y de vida común. El testimonio del P. Guillermo Zicke, que se encuentra en el dossier sobre el P. Andrés (p.119), hace referencia a situaciones concretas, especialmente desde que la Escuela Apostólica era alemana, y los novicios franceses, belgas, holandeses, italianos y alemanes tenían que adaptarse a una lengua común. [15] confianza y amor, y yo completaré todo, de modo que no os falte nada de lo que debéis hacer por el Sagrado Corazón, por mí, por vuestra vocación. 1º.- Pedidme, en vuestra visita de adiós, porque tengo en cuenta muy bien de que no os olvidéis de saludar a vuestra Madre, antes de ir a descansar, - pedidme ser el suplemento y el complemento de vuestra jornada: el suplemento reparando vuestras faltas con mis méritos y los de mi Hijo divino, cubriendo vuestras miserias con mi misericordia, proveyendo con mi ternura maternal lo que os falta para vuestras necesidades diversas; el complemento, añadiendo de mis tesoros según la humildad, la confianza y el ardor de vuestros deseos, todo lo que sea necesario para que la medida de hoy sea cumplida: “complevit labores illius”, para que todas las deudas sean pagadas, vuestras deudas de reconocimiento, de reparación, de amor a Dios y a las almas: “Dominus retribuet pro me”. 2º.- Retiraos enseguida, en silencio, recordando que es el tiempo cuando comienza el silencio sagrado; que sea para vosotros sacro e inviolable; no olvidéis de añadir el silencio de acción; evitad de hacer ruido cuando vais a preparar vuestras cosas para el día siguiente, evitad de ir a derecha o izquierda en este momento, de circular por el corredor, de hacer cualquier cosa que pudiera disturbar el sueño de vuestros hermanos: “Adjuro vos, ne evigilare faciatis dilectam”.[16] 3º.- Ocupaos interiormente en oraciones, reflexiones piadosas; sobre todo no os olvidéis de repasar en vuestro interior el tema de vuestra meditación del día siguiente. Haceos estas tres preguntas: ¿qué consideraciones haría yo en mi meditación? ¿qué afectos? ¿qué resoluciones? 4º.- Acostaos modestamente como quien está bajo la mirada de vuestra Madre Inmaculada. A veces os sentiréis mejor teniendo su rosario en la mano, como Ella se ha dejado ver en Lourdes, y recitándolo para dormiros dulcemente. María rezará por vosotros en la hora presente como lo habéis pedido en el Rosario. ¡Oh, esta hora está llena de peligros, no olvidarlo! Y Ella no faltará de pedir por vosotros en la hora de vuestra muerte, que el sueño os debe hacer recordar. “Dormio sed cor meum vigilat”[17]. Extracto del reglamento: Después de la bendición del R. P. Maestro, cada uno se dirigirá a su celda para acostarse. Los que tienen más de 18 años, podrán quedarse hasta las 21.45 horas. Una vez en la celda se acostará enseguida; después de una pequeña oración se desvestirá con prontitud y modestia. Todas las luces deben estar apagadas al toque indicado. Se dormirá rezando el rosario, o repasando mentalmente el tema de la meditación u otro motivo piadoso e invocando al Corazón de Jesús. Se tendrá siempre cuidado de no romper el silencio comprendido entre la oración de la noche y la oración de la mañana. Durante este tiempo, es preciso redoblar la [16] [17] Falta la frase en latín en la edición italiana, p. 32 Falta la frase en latín en el texto de la Postulación, p. 20 vigilancia para no hacer ruido. Se considerará, como falta grave, la violación del silencio sacro, hecha con propósito deliberado[18]. EL PENSAMIENTO FRECUENTE DE LOS CUATRO FINES DEL SACRIFICIO He aquí una práctica que deseo inculcaros con insistencia para que os pueda servir a hacer de vosotros unos verdaderos religiosos, y de cada una de vuestras acciones un verdadero sacrificio; de tal forma que os haría cumplir perfectamente los títulos de Sacerdote del Sagrado Corazón y de víctima del Sagrado Corazón, que os están preparados por vuestra vocación y os asociarán lo más eficazmente posible a la obra de la redención. I.- El religioso debe vivir, habitualmente, ejercitando la virtud de la Religión, porque permanece siempre siendo religioso sea cual fuere la ocupación exterior a la que se dedique. De manera que, como cristiano, sea que coma, sea que beba, sea que haga otras cosas, debe siempre actuar como cristiano, en nombre de Jesucristo y a gloria de Jesucristo; del mismo modo el religioso, en todas sus obras, las más ordinarias como las más santas, debe siempre actuar como religioso con los sentimientos e intenciones de Jesucristo, el perfecto Religioso del Padre celestial. Ahora bien estas intenciones no son otras que los cuatro fines del sacrificio y de la virtud de la Religión. Adorar: Alabar, amar al Padre celestial como príncipe soberano. Darle gracias como autor de toda bondad. Pedirle perdón para reparar todo el mal que le ofende. Pedirle gracias por su misma gloria y en sus criaturas. II.- Recordad las nociones fundamentales que ya sabéis, para que a este respecto, sean principios sólidos que sirvan de base a una conducta segura. A.1º) Todo cristiano debe ser víctima, porque todo cristiano es miembro de Jesucristo; y Jesucristo es esencial y principalmente Víctima. 2º) Todo religioso debe aspirar a ser una víctima perfecta, puesto que el religioso no es otra cosa que un cristiano perfecto. 3º) La víctima es una criatura ofrecida en sacrificio. 4º) El sacrificio es una ofrenda hecha a Dios de una criatura con destrucción bajo algún aspecto, con estos cuatro fines: adorar (especialmente reconocer a Dios como Soberano Señor de la vida y de la muerte), dar gracias, expiar, implorar. [18] Extracto del Reglamento: falta en la edición italiana. p.33. Silencio sacro o “gran silencio”(n.d.r.) 5º) El religioso, bajo este punto de vista es, en tanto que víctima, una persona unida a Nuestro Señor, en su sacrificio, con estos cuatros fines. 6º) De lo que se sigue que, cuanto más a menudo se una a Nuestro Señor por estos cuatro fines, más será religioso, verdadero religioso[19] perfecto religioso; así pues, esto es lo que se logra con el pensamiento frecuente de los cuatro fines del sacrificio. III.- En la práctica, ¿en qué consistirá este pensamiento frecuente? Voy a indicaros, desde un método abreviado, lo que podéis, enseguida, desarrollar y variar al infinito. Adorar a) Honrar la excelencia infinita de Dios en Èl mismo; es una infinidad de perfecciones infinitas. b) Someterse totalmente a su soberano dominio sobre toda criatura, sobre vosotros en particular.[20] Complacerse sucesivamente en sus diversas perfecciones; someterle y consagrarle después todas las facultades del alma y los sentidos del cuerpo. Actos de alabanza en unión con el Verbo divino. Dar gracias Actos de amor de complacencia en unión con el Espíritu santo… a Dios por todos los beneficios para con nosotros y para con todos; ir recorriéndolos… Pedir perdón Por mis faltas y por las de los demás; ir recorriéndolas… Considerarlas genéricamente.[21] Pedir gracias Los dones de Dios para sí mismo y para los demás. Enumerar. Podéis serviros en este punto de las indicaciones dadas para la práctica relativa a la Santa Misa. También podéis desarrollar y variar estas fórmulas; encontraréis en ellas, sin cesar y fácilmente, nuevas aplicaciones, nuevas luces, nuevas gracias, un alimento nuevo para la vida religiosa, nuevas ayudas para cumplir bien vuestras acciones. IV.- Emplead este método de los cuatro fines del sacrificio, en modo particular: a) para asistir a la Santa Misa, para la Adoración y para el Santo Oficio; b) podéis añadir o sustituirlo alguna vez a la fórmula ordinaria con la que ofrecéis vuestras acciones a Dios; podéis decir, por ejemplo: Ofrezco [19] [20] [21] “verdadero religioso” en la edición italiana, p.35 El párrafo siguiente falta en la edición italiana, p. 35 “Considerarlas genéricamente”, edición italiana, p. 36 c) d) esta acción por los cuatro fines del sacrificio: adorar, dar gracias, pedir perdón, e implorar mercedes; alguna vez podéis probar a dividir una hora de silencio, de oración, hasta una hora de ocupación exterior, según los cuatro cuartos de hora que la componen, entre los cuatro fines del sacrificio, a cada uno de los cuales dedicaríais un cuarto de hora; vosotros, futuros misioneros, podéis alguna vez proponeros el pasar de este modo una hora en trabajar para obtener gracias para los trabajos de vuestros cohermanos[22] o preparar gracias para vuestros futuros catecúmenos. Puede ser que un día seáis particularmente felices por haberos ejercitado y habituado a esta forma de vida interior y de la vida religiosa, que es tan rica, tan fecunda, tan perfecta. María Santísima anima a sus futuros misioneros Haceos ayudar en el pensamiento fundamental de vuestra vocación con el ideal misionero, para completarlo, fortificarlo y perfeccionarlos el uno con el otro. Para llegar a ser un buen misionero del Sagrado Corazón, sed de antemano un buen religioso del Sagrado Corazón; animad un ardiente deseo de llegar a ser unos buenos misioneros del Sagrado Corazón. I.- Esta es la marcha con la que vuestra Madre os hará avanzar por este camino: 1º.Entregaos totalmente al Sagrado Corazón de Jesús, puesto que Él es quien os ha llamado; dejaos abrazar por su Amor; desead sacrificaros por Él y por su cuerpo místico. 2º.Entonces, os hará comprender que no hay amor más grande que el de dar la vida por los que se ama, y que no se puede ofrecer mejor sacrificio al Sagrado Corazón que el del propio país, de la familia, comodidades, su descanso, su salud, la vida, como lo hace el misionero del Sagrado Corazón. Así seréis, en la vida del misionero, el más perfecto cumplimiento del lema: “Amor y Sacrificio”, que es el de la víctima del Sagrado Corazón. Todos os colmaréis de este espíritu de amor y de sacrificio en vuestro noviciado. Este espíritu, además, os habrá empujado hasta los últimos límites del amor y del sacrificio y os habrá conducido por ello, a ser misionero del Sagrado Corazón, para ser en cuanto sea posible, mártir o víctima de su amor. II.- Por otra parte, el pensamiento, el deseo de ser misionero del Sagrado Corazón os habrá ayudado: [22] En la edición italiana falta: “atraer gracias para los trabajos de vuestros cohermanos” p. 36 a).a tener algo más de generosidad, más decidido, y aspiraciones más elevadas; b).os habrá hecho plenamente conscientes y fervorosos, sabiendo muy bien que un misionero tibio no iría a misiones sino a perderse y que un misionero inconsciente sería una contradicción vergonzosa. III.- En fin, este pensamiento os habrá hecho pensar, sin dejaros en paz, en la necesidad de formaros en el espíritu y la vida de amor y sacrificio, que debe ser la de todos los verdaderos misioneros. Podéis observar cómo estos dos pensamientos se ayudan el uno al otro. PRINCIPIOS DEL VERDADERO Y SÓLIDO CRISTIANO Hijo mío, yo quiero salvar vuestras almas, porque sois mis hijos. He sacrificado a mi Jesús por vosotros; ¿cómo podría resignarme a veros perecer? Si yo os he hecho venir a esta casa es para formaros y fortificaros en los buenos principios que deben asegurar vuestra salvación. Que si no tenéis segura, o si perdéis vuestra vocación religiosa, no salgáis por lo tanto de aquí sin una provisión de buenos principios y de gracias abundantes que aseguren vuestra salvación. Por tanto sed fieles a las lecciones que os voy a dar aquí. Para la Sociedad del Sagrado Corazón y para el mundo, es necesario que no salgan de aquí más que predestinados. Ier. Principio La salvación es la única cosa absolutamente necesaria; la cuestión misma de la vocación no es más que secundaria respecto a aquella: “Quid prodest homini si mundum universum lucretur, animae vero suae detrimentum patiatur? Es necesario, pues, que se ponga aquí, el fundamento de mi salvación. IIº Principio La fe, primer principio de la salvacion. “Sine fide impossibile est placere Deo.” Es necesario que trabaje aquí en fortalecer mi fe, de tal forma de hacer de ella: 1) una fe inquebrantable, b) una fe viva que opera por la caridad. Fortaleced vuestra fe: a) por la razón, b) por el ejemplo, c) por la práctica. a) Por la razón.- Penetraos de las fuertes pruebas de la verdad de la Santa Religión: profecías, milagros, testimonios de mártires, señales de la divinidad y de la santidad de la Iglesia, etc… El establecimiento del cristianismo por Dios mismo es un hecho. No hay nada más testarudo que los hechos: lo más claro, lo mejor probado, lo más incontestable de todo b) Por el ejemplo.- “La prueba especial de nuestra verdad es nuestra virtud” (Montaigne). El ejemplo de vuestros hermanos que os edifican y que sentís que están en plena posesión de la verdad. El ejemplo de los santos de los que leéis e imitáis la vida. El ejemplo de todo cuanto siempre ha existido acá debajo de espíritus elevados, almas nobles, corazones generosos, que merecen siempre nuestra confianza. Las virtudes heroicas, las obras santas, los milagros sorprendentes que Dios multiplica en su Iglesia solo, y que para vosotros manifiesta que ella es el camino, la verdad y la vida. c)Por la práctica .- Si alguno practica mis mandamientos, dice Cristo, él reconocerá si mi doctrina viene de Dios o si viene de los hombres. Practicando los ejemplos de Cristo, reconoceréis por experiencia que Él es la misma verdad que ilumina al fiel y le comunica la vida, la unción, las luces interiores, y los consuelos de su gracia os harán gustar y sentir que Él es vuestro Dios y soberano bien. Vuestro corazón se unirá a Él y vuestra alma, toda entera, se someterá voluntariamente a Él. d)A la objeción sutil del demonio, podréis responder con el argumento del todo o nada. “Domine, si error est a te ipso decepti sumus”[23]. Si mi religión me engaña, es Dios mismo quien me engaña. Si Dios me engaña, no existe. Si Dios no existe, no existe nada porque solo Dios puede ser la causa de todo; no hay nada sin causa; por tanto yo creo en Dios; yo creo en Jesucristo. e)A la objeción de las pasiones, es decir a todas las objeciones que hacen los incrédulos, podéis responder: “A fructibus eorum cognocetis eos”. Os reconozco por vuestros frutos. No hay incrédulo que no lo sea sino por efecto del orgullo, de la lujuria o de la avaricia. Así, pues, la pasión ciega al hombre, como todos saben: por tanto combatiré fielmente a mis pasiones, para permanecer en la verdad y en la fe. “Vivid de tal forma que no tengáis que temer que exista Dios, y no dudaréis de ello jamás”, ha dicho Rousseau. ¿Se ha visto nunca a un santo perder la fe? El pasaje de la Iglesia a las sectas no es otro que el camino de los vicios, y el pasaje de las sectas a la Iglesia es siempre el camino de la virtud. Es un protestante famoso quien ha dicho esto ( Fritz William). III er. Principio El temor de Dios Segundo principio de salvación: “Initium sapientiae timor Domini”. Ser temeroso de Dios. 1º.- “Deum time, hoc est omnis homo”. Teme a Dios con la inteligencia, porque como criatura no sois nada ante él y porque, como pecador, habéis merecido todos sus castigos; temed a Dios con el corazón, porque siendo vuestro Padre, vuestro Salvador, vuestro supremo Bien, sería totalmente necio para vosotros ofenderlo y perder su amistad. 2º.- Temed a Dios y no temáis a nadie más, ten horror al respeto humano[24]: “Yo temo a Dios, querido Abner, y no tengo otros temores”. Temed a Dios y no temeréis algún mal. No temáis a quien puede haceros perder el cuerpo sino temed a quien puede arrojar alma y cuerpo al infierno. [23] [24] … a te ipso dicepti sumus, en la edición italiana p. 41 “ten horror del respeto humano”, en la edición italiana, p. 42 3º.- Temed a Dios, es decir: a.-Temed el infierno, en el que Dios precipita sus enemigos por la eternidad. b.- Temed a Dios, es decir temed el pecado que causa la muerte a vuestro Dios.[25] b.-Temed a Dios, es decir temed a vuestro juez que será inflexible en vuestra muerte. 4º.- Meditad estas tres palabras: muerte, infierno, cruz y os inspirarán el temor. IVº Principio Pensadlo bien. Reflexionad sobre los cuatro fines del hombre. “Memorare novísima tua et in aeternum non peccabis”. 1º.- La muerte. Juzgad todas las cosas bajo el punto de vista de la muerte. Es la sola que siempre es verdad. “O mors, bonum est judicium tuum”. 2º.- El juicio. “Reddet uniquique juxta opera eius”. El pensamiento del juicio os hará más juiciosos y caritativos, dos frutos que asegurarán vuestra salvación[26]. a.- Examinad vuestras obras a la luz del juicio de Dios, y os apresuraréis a realizarlas conforme a su justicia. b.- No juzguéis las acciones de los demás para que las vuestras no sean juzgadas:”Nolite judicare et non judicabimini”. 3º.- El paraíso. ¡Oh, cuánto me parece la tierra despreciable cuando miro al cielo”. Donde está vuestro tesoro, allí està también vuestro corazón. “Quae sursum sunt quaerite[27], non quae super terram”. 4º.- El infierno. Contemplad el lugar que os habéis merecido y convertíos sinceramente de vuestro pasado, y conservad siempre un temor saludable para el futuro. Vº Principio Pesad esta palabra: Eternidad. “Annos aeternos in mentem habui”. “Ite in ignem aeternum”, “Semel periisse est in aeternum periise”. “Eternidad” es la palabra que espanta más saludablemente la imaginación y que hiela más rápidamente la carne en rebelión. VIº Principio [25] Lleva a la muerte en cruz de Cristo Jesús (n.d.r) Falta el breve comentario en la edición italiana, p. 43, que lo da en IV Principio, parágrafo 2, a p. 43 [27] Edición italiana: sapite. [26] Media ad finem . Antes morir que cometer un pecado mortal. Sed lógicos. Para llegar a vuestro fin, superad todos los obstáculos: el pecado; emplead todos los medios: las buenas obras y la Cruz. Huid del pecado mortal más que de la misma muerte, porque el pecado mortal es la muerte de vuestra alma, que es mucho peor que la muerte del cuerpo. Porque el pecado mortal, es la muerte de vuestro Dios “rursus crucifigentes”, que es mucho peor que la de vuestra alma; porque el pecado mortal es, directa o indirectamente, la muerte, la ruina, el infierno[28], de un cierto número de vuestros hermanos y, como consecuencia, el mismo número de veces la muerte de un alma y la muerte de vuestro Dios, directamente por el escándalo, indirectamente por todo lo que, sin este pecado, al menos vosotros que estáis entregados a la salvación de las almas, hubierais podido salvar un cierto número de almas de más. VIIº Principio Huid del pecado venial, porque él mismo os conduce al pecado mortal. “Qui in modicus iniquus est, in maiore iniquus erit”. Renovad siempre la resolución de nunca más cometer un pecado venial, deliberadamente. a.- El pecado venial voluntario os conduce al pecado venial habitual, a la tibieza, y casi siempre la tibieza al pecado mortal y muy a menudo al infierno[29]. b.- El pecado venial voluntario os obstaculiza el ser conscientes, os familiarizáis con la idea de la ofensa a Dios, debilita y elimina, de algún modo, vuestra amistad con Nuestro Señor, os priva de sus consuelos y entrega vuestra alma al enemigo y a la miseria. c.- El pecado venial voluntario hace que os busquéis a vosotros mismos y las satisfacciones de vuestro amor propio, en lugar de buscar la salvación de vuestros hermanos. Es decir: 1º. La esterilidad del ministerio. 2º. Apagarse el celo. VIIIº Principio Huid de la lujuria como la más grande desgracia: la lujuria es la desgracia, la locura, la vergüenza. Los médicos la clasifican entre los placeres de la imaginación, que es una facultad loca y mentirosa. Los sabios paganos decían de ella:”Non tanti poenitere emo[30].”El Espíritu Santo dice: “Ignis est devorans et eradicans usque ad genimina”. Es la muerte de un Dios[31], será para vosotros la muerte en la impenitencia, la muerte eterna en el infierno. IXº Principio [28] “… ruina, infierno, en la edición italiana VI Principio, p. 44 El texto del Archivo Postulación: VII Principio, parágrafo a) añade lo arriba escrito, desarrollando el principio p. 22 [30] “emo” falta en la edizión italiana: VIII Principio, p. 45 [31] Cfr. nota 24 [29] Sed hombres de oración: “Oportet semper orare, nunquam deficire”. Haced bien vuestros ejercicios de piedad; habituaos a hacerlos regularmente cada día, cueste lo que cueste, prolongarlos cuando estáis tentados de abreviarlos; aprovechar el primer momento libre para hacerlos cuando por fuerza habéis debido omitirlos a la hora señalada. La meditación os traerá a la memoria, cada día, las verdades de la salvación. Santa Teresa decía: “Garantizo la salvación de un alma que, todos los días, hace un cuarto de hora de meditación”. El examen de cada día, os mostrará los pasos que habéis dado fuera del camino de las virtudes y os hará volver al buen camino. La plegaria diaria a María no le permitirá dejaros perecer. La oración os alcanzará la gracia, sin la cual no podéis lograr vuestra salvación. Xº Principio Sed fieles a la gracia, “Qui in pauca fuisti fidelis, supra multa te constituam: intra in gaudium Domini tui”. No seáis ni pelagianos ni jansenistas. Reconoced que sin la gracia no podéis hacer nada “sine me nihil potestis faccere” y que con la gracia, lo podéis todo. “Omnia possum in eo qui me confortat”. Por tanto: 1º.- Oración muy humilde, como la del pobre publicano: “Deus propitius esto mihi peccatori”. 2º.Oración confiada, como la del centurión: “Tantum dic verbum”. Tened confianza, sobre todo en la gracia de estado; comprended y aplicad bien el principio de las gracias de estado. Dios da abundantemente a cada uno las gracias necesarias para cumplir los deberes de su estado; sin esto se mentiría a sí mismo. Así pues, confianza con respecto a los cargos que la Providencia os impone; confianza ante las tentaciones a las que las circunstancias os exponen; Dios os concederá abundantemente las gracias para cumplir vuestro deber en todo ello. La gracia tiene un amigo dentro de nosotros: la conciencia, que habla siempre como ella; escuchadla siempre. Y un enemigo: el amor propio que, siempre se opone; no lo escuchéis nunca. XIº Principio La intención sobrenatural en cada acto. “Satagite ut per bona opera certam voestram electionem faciatis”. Haced todas vuestras obras de manera que ellas merezcan la ricompensa del cielo. Las dos condiciones necesarias son: 1. Hacerlas en estado de gracia. 2. Realizarlas por Dios. Estad atentos y fieles, porque, tened cuidado, a menudo no tenéis ninguna intención en lo que estáis haciendo; a veces obráis con una intención puramente natural, o también con una intención defectuosa de vanidad o satisfacción personal. Aplicaos a obrar por Dios, para cumplir su santa voluntad, como un hijo que trabaja por su padre. a.- Haced todas vuestras acciones en nombre de Jesús, vuestro Salvador, en unión con Él, a gloria de su Padre, por su amor, para obedecerle y servirle. b.- Cumplid así todas vuestras obras, aun las más comunes y más mínimas: “sea que comáis, sea que bebáis, hacedlo todo por la gloria de Dios”. c.- Haced cada cosa una después de la otra, con todo el amor y todo el cuidado que os sea posible, sin inquietaros por la acción precedente y sin preocuparos de la que va a venir. XIIº Principio El buen uso de la cruz de cada día:”Bajulat crucem suam quotidie”. Cada día nos trae su parte de penas, tentaciones, sacrificios, trabajos. Es vuestra cruz del día. Esta es mi cruz de hoy, debéis deciros. Es mi Padre celestial quien me la envía para hacerme expiar mis pecados y ganar el cielo; debo llevarla en unión con Jesús, que ha sido crucificado por mi salvación; la acepto como tal y la llevaré con fe, con reconocimiento, con amor, en tanto en cuanto sea capaz. XIIIº Principio La comunión frecuente y ferviente. La santa Comunión no es una recompensa por vuestras virtudes, sino un socorro para vuestras debilidades; es un alimento necesario para restaurar vuestras fuerzas; un remedio indispensable para curar las enfermedades del alma. Es así como la instituyó Jesús, es así como la debéis recibir. Se podría decir a los justos como S. Agustín: “ Recibidla cada día, porque pecáis cada día”. Si la recibís con fervor, nunca será demasiado; encontraréis en ella los mayores bienes. Pero no exageréis en esta disposición de fervor. Nuestro Señor vendrá con gusto, si se lo pedís con el deseo sincero de hacer lo mejor durante la jornada, aun cuando no le aportéis, como señal de fervor, otra cosa que una o dos prácticas de buenas obras, o dos o tres victorias sobre vosotros mismos, o uno o dos sacrificios realizados como preparación. XIVº Principio La devoción a María , tabla de salvación. No se podrá perecer cuando se la quiere servir. “Temería por la salvación de mi alma si no tuviera devoción a María”, dice S. Juan Berchmans. a.- Todas las noches antes de acostarte reza un “Ave María” para obtener la gracia de una buena muerte. b.- Recitad cada día piadosamente el Rosario. c.- Llevad siempre con honor el escapulario, recordando las promesas de María: “In quo quis moriens, aeternum non patietur incendium”. Apretadlo sobre el corazón en las tentaciones y durante la noche, conjurando a María de que no permita que ensuciéis su santo hábito por el pecado mortal. d.- Acordaos por tanto que, estas prácticas de devoción, no constituyen más que una probabilidad de salvación y que no pueden daros la seguridad a no ser que vayan juntas con la huída del pecado que, os haría indignos de la protección de María. XVº Principio Necesidad de seguir la propia vocación para asegurar la propia salvación. La vocación es el camino que Dios os ha trazado y para el que os preparado todas las gracias de estado necesarias. ¿Podréis llegar al cielo por otro camino del que Dios os ha señalado? ¿Podréis salvaros por otras gracias de las que Él os ha preparado? ¡Ah! Sed fieles a la gracia de la vocación. Perseverad en el camino por el que ella os conduce. Desgraciado el que, por infidelidad o cobardía, por miedo al combate o temor de las dificultades, busca el camino ancho de la gente del mundo, que lleva a la perdición. XVIº Principio “Hoc fac et vives” Haced todo esto en vuestro noviciado y, sea cual fuere vuestro futuro, yo os protegeré como hijos míos, y este año habrá sido para vosotros un año de salvación y os encontraréis juntos en el cielo con vuestros hermanos que son mis hijos. PRINCIPIOS PARA RECORDAR HABITUALMENTE Hijo mío, yo soy la Madre de la Sabiduría divina; deseo que mis hijos actúen sabiamente, basándose sólidamente sobre los verdaderos principios y aplicándolos, suavemente, según la lógica del espíritu y la lógica del corazón. De antemano, poned bien el fundamento de todos los principios prácticos, a saber el “Fin”, por el cual Dios ha creado al hombre y al que todo debe relacionarse: “In omnibus respice finem”. El hombre ha sido creado por Dios para conocerlo, amarlo, servirlo, y a través de este medio, llegar a unirse con Él en el cielo. Las criaturas no han sido hechas más que para ayudar al hombre a obtener este fin, de donde se sigue que no debe servirse de ellas sino para lograr este fin. Es de este principio general de donde fluyen todos los demás principios que deseo inculcaros para vuestro modo de actuar. Ier. Principio El hombre razonable debe ser lógico en su conducta: “media ad finem”. a.- Tomar los medios necesarios para llegar a su fin. b.- No cambiar el orden de la razón poniendo los medios en el lugar del fin. IIº. Principio El hombre moral – ser de conciencia – la conciencia es la regla de la moralidad. a.- Según que tengáis más o menos conciencia, tendréis más o menos valor moral delante de Dios y de los hombres. b.- El hombre que no tiene conciencia se desprecia a sí mismo; no podría tener la paz ni la alegría interior. c.- Si no tenéis conciencia, a pesar de todas las apariencias de piedad, seréis de los que S. Pablo condena con estas palabras: “Speciem quidam pietatis habentes, virtutem autem eius abnegantes”. d.- Si no tenéis conciencia, no seréis nunca hombres ni de deber ni hombres de honor, y menos aún hombres de bien u hombres de Dios. IIIº. Principio El verdadero cristiano. Ser miembro de Jesucristo.”Qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum, quia sine me nihil potestis facere”. Pensad que sois miembros de su cuerpo, del que Jesús es la cabeza y el Corazón; permaneced unidos a Él; no actuéis más que bajo sus impulsos; obrad en todo, en cuanto os sea posible, por Él y para Él, como cada miembro lo hace por el cuerpo humano. Es el principio: a.- Es el principio de la vida cristiana. Como podéis ver, es por esto por lo que el cristiano es otro Cristo. b.- Es el principio del mérito: vuestras acciones no tienen valor sobrenatural y divino sino en tanto en cuanto provienen de Jesucristo, influyendo en vosotros, obrando en vosotros, del mismo modo que las palabras de los labios y, las obras de vuestras manos, no son inteligentes sino en cuanto proceden de la inteligencia que las anima. c.- Es el principio de la confianza en la oración. Lo que vosotros pidáis a Jesús como miembros de su Cuerpo, no os lo puede rechazar porque no puede desinteresarse de sus miembros. ¿Os parece que la cabeza rechaza al pie o a la mano la ayuda que le piden? IVº. Principio El religioso. Colocad sólidamente la triple base del edificio religioso: obediencia, caridad, humildad. 1.- 2º. Obediencia en sus tres grados: Obediencia exterior que hace todo con cuidado. Obediencia de corazón que obedece con amor. Obediencia de espíritu, que obedece con sumisión de juicio. La caridad igual: La caridad externa que hace todo por el prójimo con delicadeza. 3º.- La caridad del corazón, que se inspira en la caridad del Corazón de Jesús[32]. La caridad del espíritu que cree en todo y juzga todo como bien. La humildad lo mismo también: La humildad exterior que aprovecha de toda ocasión. Humildad de corazón, que unida al Corazón de Jesús, ama el ser humilde. Humildad de espíritu que cree con gusto en la razón para ser Humillado, y que siendo nada y pecado, la humillación es para él de justicia y verdad. Vº Principio El religioso del Sagrado Corazón. Que el Corazón de Jesús sea vuestro Corazón para amar a Dios y a vuestros hermanos, para orar, para sacrificaros. 1.- Decid a menudo con los labios, con el corazón, con las obras el oremus tan conmovedor de la Congregación: “Pater misericordiarum et Deus totius consolationis, que propter nimiam caritatem qua dilexisti nos, dilectissimi Filii tui Cor amantissimum nobis ineffabili bonitate donasti, ut te uno corde cum ipso perfecte diligamus, praesta quaesumus ut, cordibus nostris inter se cum Corde Jesu, in unum consummatis, omnia nostra in humilitate et caritate eius fiant, juxta cordis nostri desideria compleantur. Per eundem… [33] 2º.- Repetid antes de vuestras oraciones la invocación de S. Bernardo en la liturgia: “Hoc corde Jesu et meo invento orabo Deum”. 3º.- Para vuestros sacrificios , recordad que el Corazón de Jesús, es el altar y la llama, y que sólo unido a Él, nuestro sacrificio puede subir al cielo el olor de suavidad. VIº. Principio El religioso de nuestra Sociedad: Amor y Reparación. Es la característica distintiva de nuestra Sociedad, como dice la Regla: “Consolantem me quaesivi” [32] “La caridad del corazón…” falta en la edición italiana p. 53 Oremus, del texto italiano p. 54 cfr. Oficcia propia Congregationis Sacerdotum Obblatorum a Corde Jesu, en el Oficio Votivo del Corazón de Jesús, Ad Laudes, 69, 1891 [33] La intención habitual que nosotros debemos tener nos está indicada por la fórmula: “Señor, yo os ofrezco esta acción en unión con el divino Corazón y por el inmaculado Corazón de María, en espíritu de amor y de reparación”. Es la realización de la gran palabra del Apóstol: “Adimpleo in carne mea, ea quae dessunt passionem Christi pro corpore eius, quod est Ecclesia”. Este es el principio fundamental para los reparadores y las víctimas del Sagrado Corazón. Es necesario que añadamos a la pasión del Redentor nuestra parte de sufrimientos y de sacrificios para reparar nuestras faltas y las de nuestros hermanos, para cumplir con la parte que se nos ha reservado como miembros de su cuerpo místico, y para ayudar a otros miembros a cumplir con la suya. VII. Principio Nuestra vocación completa: Amor y sacrificio. “Dilexit me e tradidit se”. 1.- Amor : Vocación del Sagrado Corazón, por tanto vocación de amor ; por tanto también vida de amor. 2.- Sacrificio: Sin sacrificio no hay amor; cuanto más amor hay más hay sacrificio. El sacrificio es la medida del amor a Dios y a las almas. “Maiorem hac dilectionem nemo habet”. VIIIº. Principio Los fines particulares deben ser como los medios para alcanzar el fin principal, por ejemplo: el pensamiento de ir a las Misiones para practicar mejor la vida de amor y sacrificio por las almas; es el medio más seguro y más perfecto. IXº. Principio Los ocho principios de S. Ignacio, que son la fuerza de sus Ejercicios, de sus Reglas, de su Instituto: 1º. La lógica en la conducta (ver el 1er. principio): “Creatus est homo ad hunc finem”. 2º- El cuidado por hacer bien cada acción: “Bene omnia fecit”. Amor y cuidado hasta en las más mínimas cosas. 3º.- La humildad. Fundamento necesario para toda virtud. “Sic decet nos implere omnem justitiam”. a.- Soy nada y pecado, esta es la pura verdad para mí. b.- Siendo nada, nada me es debido si no es el olvido; como pecador sólo me es debido el desprecio; para mí ésta es la justicia. b.- Jesús, mi Salvador, mi Modelo, mi Dios no ha querido otra cosa que la humillación; por tanto debo amar la humillación como Él; esto es para mí el verdadero amor. 4º.- La lucha contra consigo mismo. “Agere contra”. “Si quis vult venire post me, abneget semetipsum”. La práctica del examen particular para vencerse a si mismo, “vince teipsum”. 5º.- El celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. “Zelus domus tuae comedit me.”” Qui non zelat non amat”. Si el amor es el fuego, el celo es la llama. 6º.- El amor a la cruz, y principalmente el amor a las humillaciones, porque Jesús ha amado la cruz como el único bien que le faltaba en el cielo, y que ha venido a buscarlo en la tierra, porque es por la cruz por lo que Jesús ha amado a Dios y a las almas y que, vuestro corazón, que no es otra cosa que uno con suyo, no puede amarlas de otro modo. Educaos en el amor a la cruz con esos tres actos: acto de fe en los bienes que produce:”Bonum mihi!”, acto de reconocimiento por los beneficios que os aporta, acto de amor, de deseo, de alegría. 7º.- El amor de la paz; “fructus spiritus: caritas, gaudium, pax”. La alegría y la paz son efecto del buen espíritu; conservarlos siempre en vuestra alma. La inquietud y la tristeza son los frutos del mal espíritu; rechazadlos constantemente. 8º.- El puro amor a Dios y la alegría en Dios. “Diliges Dominum Deum tuum ex toto corde tuo”. “Servite Domino in laetitia”. Porque Dios es vuestro bienhechor, vuestro Padre, que encierra en si una infinitud de perfecciones infinitamente amables. Haced cada día un cierto número de actos de amor de Dios, por ejemplo al comienzo de las principales acciones, y que su número vaya siempre aumentando. Xº. Principio La vida de unión a María. Este principio puede ayudar a cumplir todos los demás: “en poco tiempo y con pocos gastos”, como lo explica S. Luis Mª. Grignon de Monfort[34]. “Omnia mihi bona venerunt pariter cum illa”. Para llegar a esta vida de unión con María, seguid el gran consejo que ya conocéis. LAS OCHO BIENAVENTURANZAS DEL MISIONERO DEL SAGRADO CORAZÓN EN EL CONGO 1º. Feliz el misionero del Sagrado Corazón, por gustar de la alegría de sufrir por Dios y por los hombres. 2º. Feliz el misionero del Sagrado Corazón, porque la tristeza es una miseria de la que Dios libera a los verdaderos misioneros. 3º. Feliz el misionero del Sagrado Corazón en el Congo, porque no puede morir en su misión sino para ir al paraíso. 4º.- Feliz el misionero del Sagrado Corazón en el Congo, porque le es fácil ser mártir, al menos de la caridad. [34] Beatificado en 1888 y canonizado en 1947 5º.- Feliz el misionero del Sagrado Corazón, porque habiéndose entregado sin límites a su misión, tiene con que pagar sus deudas, sin necesidad de purgatorio. 6º.- Feliz el misionero del Sagrado Corazón, porque no tiene más que dejar hacer a la Providencia y a la gracia para ser inmolado como víctima del Sagrado Corazón. 7º.- Feliz el misionero del Sagrado Corazón, porque entregando su vida por los fieles, muestra el más grande amor posible por Nuestro Señor y por las almas. 8º.- Feliz el misionero del Sagrado Corazón, porque puede a costa de pocos gastos y poco tiempo, alcanzar por el amor y el sacrificio el fin de su vocación. BONUM MIHI ! EL BIEN DE LA HUMILLACIÓN I.Hijo mío, ama la humillación porque es buena, muy buena para un alma de buena voluntad. 1º. La humillación es buena para el pobre pecador, porque lo pone en orden, en la justicia y en la verdad, de donde el pecado del orgullo le había hecho salir miserablemente: “Bonum mihi quia humiliasti me ut discam justificaciones tuas”. Le recuerda que siendo nada y pecado, sólo le es debido el olvido y la confusión, que a Dios sólo pertenece todo honor y toda gloria. ¡Oh, cómo es bueno el ser puestos en nuestro sitio, en la verdad y en la justicia! La verdad es el bien para el corazón[35]; el orden, es el bien para el alma entera; la humillación es, por tanto, el bien, el bienestar, la felicidad . “Bonum mihi!”. 2.- La humillación es buena para el cristiano, porque es miembro de Jesucristo; debe tener los mismos sentimientos que Cristo Jesús, y poner su gloria donde Jesús ha puesto la suya, es decir en la cruz y en la humillación. “Absit mihi gloriari, nisi in cruce Domini”. Sería una vergüenza ser un hombre delicado en cuestiones de honor con un jefe coronado de espinas. Que digáis, pues, cuando sea ocasión: “Bonum mihi!” 3.- La humillación es buena para los amigos del Corazón de Jesús, porque nos hace semejantes a Él y dignos de su amistad: “Amicitia pares invenit aut facit”, porque es el mejor don de su amistad. “Ibant discipuli gaudentes quoniam digni abiti sunt pro nomine Jesu contumeliam pati”, y la prueba más segura de nuestro amor por Él. 4.- La humillación es buena para el misionario, porque le hace cumplir excelentemente su misión, que es la de salvar las almas. “Si somos muy humillados, decía S. Francisco de Sales, al finalizar su misión en Grenoble, Dios será grandemente glorificado y vosotros veréis las conversiones a montones”. “Bonum mihi!”, decía el Santo Pedro Luis Chanel[36] a cada una de las humillaciones tan numerosas y agotadoras que llenaron sus últimos años de [35] [36] La edición italiana traduce por mente p.60 Misionero y mártir. Beatificado en 1889 y canonizado en 1954 misionero. “Bonum mihi!”, es la señal de que Nuestro señor acepta mi misión y que va a bendecirla abundantemente. Podéis recordar también el hecho de aquel compañero de S. Francisco Javier, en el Japón, que soportando humildemente un escupitajo que le tiran a la cara, supuso el éxito de la misión y un movimiento admirable de conversiones. IIº.- TRES VENTAJAS Si queréis meditar más de cerca el amor a las humillaciones, aplicaos lo que os he dicho con respecto al amor de la cruz, recordándoos que la humillación o la cruz humillante, es la mejor de las cruces, la más fácil de llevar en un sentido y la más rica en frutos de salvación. Hijo mío, para comenzar, pongamos juntos este principio que es fácil de comprender: es necesario amar la cruz a causa del bien que produce para vosotros, para las almas, para Dios; sin duda tiene su parte de rechazo, y vuestra naturaleza débil, obstinándose a ver sólo este lado, os dice que la cruz no es amable; pero la gracia, mostrándola bajo el punto de vista mejor y más verdadero, bajo el punto de vista de la fe, os hace ver en ella un manantial de bienes, un bien que nosotros podemos amar y buscar. 1º.- Para vosotros, en primer lugar. Es la cruz que os da lo que más podéis desear: a. el cielo, b. el céntuplo de los bienes aquí abajo, c. la realización de vuestros mejores deseos. a.- El cielo: ¡Oh, hijo mio! Es la cruz sola quien lo abre. Es necesario sufrir con Jesús para entrar también su gloria; pensad que cada pequeña cruz, por ligera y de corta duración que sea, os merece una medida eterna de gloria y felicidad en el cielo. ¡Ah, cómo tendréis en el cielo, este amor de la cruz! ¿Por qué no lo tenéis ya desde ahora? b) El céntuplo de los bienes aquí abajo: Si la lleváis con resignación y amor, recibiréis en esta vida cien veces más de consolaciones, de alegrías, de gozos, de paz, de verdadero contento, que no hubieran podido daros las alegrías naturales, de la que ella os priva o que le sacrificáis. c) la realización de vuestros mejores deseos: Es necesario poner la cruz , aquí abajo, en la base de todas las tareas en las que se desea tener éxito; toda bendición se hace con el signo de la cruz; es la cruz la que marca a las almas generosas y entregadas; es la cruz la que hace apóstoles y víctimas; es la cruz la que da el coraje y es capaz de inspirar confianza: “spes unica”. Si queréis alcanzar vuestros fines, sabed que no llegaréis sin la perseverancia en la paciencia. 2º.- Por vuestros hermanos, además: Hijo mío, haréis el bien, sobre todo en la medida en que améis la cruz y aceptéis de buen ánimo por su salvación, la vida de entrega y de sacrificio. Es por la cruz por la que Jesús ha salvado las almas; es por la cruz que puedes cooperar más eficazmente en la obra de la redención. Cumplid valientemente en vuestra carne lo que falta a la pasión de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia, como os enseña el apóstol S. Pablo y, así, tendréis parte en esta obra tan bella, la más divina de las obras divinas. Pensad, que por vuestras penas llevadas con amor, podéis engendrar almas para la vida eterna y, pronto, como la madre después de los dolores del parto, os olvidaréis de vuestra pena, para no sentir otra cosa que la alegría de que un hombre ha nacido para el cielo.”Quia natus est homo in cooelum”. 3º. - En fin, en relación con Dios, la cruz debe pareceros toda amable, porque es la mejor prueba de vuestro amor y el mejor don del amor de Dios; puesto que el Padre celestial la ha dado a su Hijo y que éste ha dado una parte abundante a su Madre y a sus amigos queridos, es por lo que no hay mejor don que ofrecer. También, no podemos darle mejor prueba de nuestro amor que aceptando sufrir por Él, porque la amistad debe llevarnos a hacer como Él, a esforzarnos en ser semejantes a Él: “Amicitia pares invenit aut facit”. ¡Ah, cómo seremos felices en el cielo de haber sufrido por Él! Es una felicidad que los ángeles nos envidiarán. Si la envidia pudiera existir en el mundo de los bienaventurados, dice S. Francisco de Sales, los ángeles envidiarían a los hombres dos sufrimientos: El sufrimiento de Dios por el hombre y el sufrimiento del hombre por Dios. III.TRES GRADOS Para conduciros suavemente hacia este amor de las humillaciones, os voy a indicar algunos grados que os llevarán sin mucho trabajo. 1º.- De antemano, proponeos hacer actos de fe sobre los bienes que se encierran en la humillación. Cuando se hace presente, pequeña o grande, cuando vosotros mismos la sentiréis vivamente, cuando os parezca aplastante para vuestra débil naturaleza, siempre podréis decir: “Dios mío, yo creo que es buena, que me la enviáis para mi bien; creo que me viene de vuestra mano siempre bienhechora; creo que la acompañáis de una gracia especial para el bien de mi alma; creo que es un don de vuestro amor y que ella debe ayudarme a amaros más; yo creo que bien aceptada, me dará un don eterno de gloria y felicidad; creo que, desde esta vida, será para mí la señal un signo de vuestras bendiciones sobre mis trabajos y, si lo quisiera, un medio eficaz de atraer gracias sobre las almas que amo; creo que es digna de ser amada, y yo quiero amarla como tal, a pesar de los sentimientos contrarios de la naturaleza”. Hijos míos, haced estos actos a menudo, en toda ocasión y, pronto, sentiréis que vuestros pensamientos y vuestros sentimientos han cambiado con respecto a la humillación; comprenderéis cómo se la puede amar; la pediréis como una gracia, que vuestro dulce Salvador no os negará. 2º.- El segundo grado de amor a las humillaciones, es el reconocimiento por las que Jesús os envía; os dais cuenta bastante bien que, puesto que ellas son un bien, debéis agradecérselas a Dios. Tened el coraje de darle gracias, aunque os parezca a primera vista que lo hacéis de no buen grado. Decid y repetid:”Deo gratias”. Un solo “Deo gratias” en momento de tribulación agrada más a mi divino Hijo que una larga oración en la consolación. Agradecedle, alabadle, bendecidle por las humillaciones que Él ha sufrido por vosotros y por las humillaciones que queréis sufrir por Él. Decidle que reconocéis la virtud de la humillación, que probáis sus beneficios y que le pedís la gracia de hacer un buen uso de ella, es la mejor acción de gracias por las humillaciones. 3º.- En fin, intentad llegar al tercer grado, al amor propiamente dicho de las humillaciones, el amor que produce la alegría cuando la humillación se hace presente, el deseo de ir en su busca cuando está ausente. Intentad hacer actos, al principio puede ser al borde los labios, pero después también desde el fondo del corazón. Solamente no olvidéis que no se trata de ninguna manera de un amor sensible, de una alegría sensible, de un deseo sensible; es suficiente el amor de la voluntad, que dice a Nuestro Señor: “Amo la humillación, porque ella me ayuda a amaros más y a trabajar más eficazmente en la salvación de las almas. Quiero deciros, con vuestros santos: Me alegro de la humillación. “Bonum mihi quia humiliasti me”. IV.- TRES PRÁCTICAS Ahora no os será difícil el ser fiel, especialmente en tres ocasiones principales en las que tenéis necesidad de hacer un buen uso de las humillaciones. 1º.En primer lugar, aceptad con sumisión las órdenes o recomendaciones y las disposiciones de la obediencia, lo que contraría a vuestro amor propio; someteos externamente con simplicidad, con el corazón buenamente y con la mente sinceramente. Pensad y decíos que lo más sabio y mejor para vosotros es: “Bonum mihi!” 2º.Del mismo modo aceptad las correcciones, reprimendas, penitencias, aun las impuestas por equivocación, nunca una palabra de queja, de excusa; el silencio, el silencio de antemano, el silencio sobre todo, tanto cuanto dure la ebullición de vuestro amor propio turbado. Después, cuando la calma se haya hecho, cuando la gracia de la verdad haya triunfado, decid en vuestro corazón: “Bonum mihi! Enseguida decid a Nuestro Señor: “Deo gratias!” A vuestros superiores un cordial “gracias” y, en fin, trabajad en vuestra corrección en el sentido que os ha sido indicado. 3º.En tercer lugar, aceptad buenamente, sin guardaros ningún germen de amargura ni resentimiento, las palabras o gestos, que con razón o sin ella, vinieran a herir vuestro amor propio, vuestra susceptibilidad, vuestra vanidad: “Bonum mihi, bonum mihi!”, ¡es estupendo! Todas estos pequeños golpes de alfileres, o de lancetas, acabarán por matar vuestro orgullo, si los recibís sin defenderos y les dejáis cumplir su trabajo saludable: “Bonum mihi, bonum ¡” Y cuando, a través de estas pequeñas humillaciones, hayáis llegado, acá abajo, a la gran alegría de la humildad, y en el cielo a la gran gloria de los humildes ¡oh, cómo diréis con todo el corazón[37]: “Bonum mihi, bonum mihi!” ALGUNAS VIRTUDES Iª VIRTUD: DULZURA I.NECESIDAD. Es la virtud característica de los amigos del Corazón de Jesús, porque deben llevar el distintivo de su jefe: “Mitis corde”, Reparadores, porque es la practica constante de la dulzura lo que constituye el sacrificio más frecuente y el asciende mejor hacia Dios en olor de suavidad; del apóstol de Sagrado Corazón, porque es por la miel de la dulzura con la que debe atraer a las almas, como S. Francisco de Sales, San Pablo, como Nuestro Señor mismo. IIº.LA DULZURA se define como una virtud producida por la paciencia y animada por la caridad, que consiste en soportar todo por parte de las personas y de las cosas, de una manera buena y agradable, especialmente evitando todo ruido y todo choque, 1º. Una virtud –“virtus a viro””De forti egressa est dulcedo”. ¡Cuanta fuerza hay que tener para ser dulce! “Melior est patiens viro forti”. En la genealogía teológica de las virtudes, la fuerza produce la paciencia y la paciencia la dulzura. 2º. Producida por la paciencia (Santo Tomás): “Patientia opus perfectum”.Animada por la caridad: “Caritas patiens est, benigna est, omnia suffert”.- “Omnibus omnia factus sunt ut omnes faceres salvos”. 3º. Lo soporta todo, todo y de todos, aun de los más inaguantables:”omnia suffert, omnia sustinet”: todos los caracteres, todos los caprichos, contradicciones, contrariedades, humores, ofensas, humillaciones, modos bruscos, etc… y aun las sorpresas, de las que se dejan tan fácilmente prender las virtudes más consolidadas. 4º. De parte de las personas, sin excepción, y de las cosas sin restricción. 5º. De buenos modales: la bondad es una forma de la caridad que consiste en decir o hacer el bien a alguien de un modo que sale desde el corazón y va al corazón. La dulzura viene del Corazón de Jesús, que palpita en nuestro pecho, y va al corazón de nuestros hermanos para ganarlos para el Corazón de Jesús. 6º. De una manera agradable: agradable a la naturaleza, a la imaginación, a los sentidos, al corazón. Es por esto por lo que es necesario tomar al hombre y ganárselo, como se cazan las moscas en la miel. Es necesario agradar un poco a los sentidos para entrar en la inteligencia de la voluntad. “Nihil est in intellectu quod non prius[38] fuerit in [37] [38] “y en el cielo.a la gran gloria de los humildes edición italiana p. 67 En el texto del Archivo de la Postulación falta “fuerit” p. 43, 6 sensu”. Es así como la dulzura, por un atractivo casi irresistible atrae al hombre todo entero y lo gana para el bien: “Beati mites quoniam possidebunt terram”. Felices los que viven la dulzura porque serán señores (de la tierra[39]) de corazones. 7º. Especialmente evitando todo ruido, todo enfrentamiento. Nada de gritos de palabras bruscas, nada de choques por amor propio, nada que aparezca contrario a las buenas maneras, ni que hiera gustos, ideas, humores, los mismos caprichos de la gente, nada de rudo o rigidez, nada de groserías ni poca delicadeza, nada de todo cuanto pueda chocar. III.- PRÁCTICAS ¿Dónde recogeréis este fruto, el más delicado de los doce frutos del Espíritu Santo? Os indicaré las ocasiones principales. 1ºEn vuestros sentimientos sed delicados. Ahogad de prisa en vuestro corazón, todo brote de acritud y resentimiento que podáis observar. No guardéis en vuestros corazones otra cosa que los sentimientos del Corazón de Jesús, manso y humilde, manso y humilde para con todos, manso y humilde para con vosotros mismos, sed mansos y humildes para vuestros hermanos, para con los que estáis tentados de antipatía o aversión; empapaos, bebed en la benignidad del Corazón de Jesús y no tengáis más que sentimientos, pensamientos y juicios favorables con respecto al prójimo. 2ºSed delicados en vuestras palabras. Hay tres tipos de palabras que os debéis prohibir absolutamente: toda palabra enojosa, toda palabra de queja, toda palabra brusca. Todo esto sería acidez, que siempre hace algún daño. Al contrario, todas vuestras palabras estén impregnadas de bondad, si queréis hacer el bien a todos para ganarlos a todos para Jesucristo. 3º.Sed delicados en vuestros modos de comportaros. Reprimid desde el momento en que os deis cuenta, todo gesto que manifieste vuestra contrariedad interior. No digáis no a una orden dada por un superior, ni a un servicio que se os pide. No mostréis ni mala cara ni decepción. Una ayuda se puede tener aquí desde un consejo original de las Paillettes d’or: “Un santo es un personaje apacible e imperturbable”, ni descontento; Buscad alrededor vuestro en todo la calma, por la unción de la caridad. [40] 4º.Sobre todo, soportad a todos con una delicadeza infatigable. No hagáis consistir la delicadeza en poneros de acuerdo con quienes son delicados ellos mismos, sino más bien en soportar los caracteres difíciles, en explicar, pacientemente, los malentendidos, en recibir de buen grado las contradicciones que os ponen, a permanecer ecuánimes vosotros mismos, benevolentes con todos a pesar de todas las dificultades. 5º.Aún más, poned la perfección de la delicadeza en aceptar humildemente todas las humillaciones que os llegan de parte del prójimo, todo reproche, toda censura, todo choque de amor propio, poned buena cara, simplemente agradecer, duplicad la caridad. [39] [40] En la traducción italiana, p. 70, f En la edición italiana falta la referencia a Paillettes d’or, p. 71, c. ¡Oh, qué frutos preciosos de delicadeza para recoger en toda ocasión! Qué frutos verdaderamente dignos de mi Jesús bienamado, para el gozo de su Corazón: “Dignum dilecto meo! IIª VIRTUD: EL FERVOR Iº.- Definición: El fervor es un amor (creciente) a Nuestro Señor, que hace que se vaya a la oración, a los diversos actos de virtud, al sacrificio, con más presteza, facilidad y gusto: “Prompte, facile, delectabiliter”, en diversos grados. IIº.- Comparación o termómetro espiritual: 0º Estado de pecado 1º -10º Estado de gracia 10º- 20º Tibieza 20º-100º Fervor 100º Celo, que bulle, que se desparrama por todo lo que le rodea IIIº.- Tres motivos 1. 2. 3. Feliz mil veces el corazón en el que reina el fervor. “Flammescat igne caritas, accendat ardor proximus” « Quid volo, nisi accendatur IVº.- Tres cualidades : 1. 2. 3. Vº.- Con prontitud, si retrasos, sin dejar para otro momento.”Paratum est cor meum”. Fácil, la costumbre hace fácil lo que ahora os cuesta; el amor hace fácil lo que asusta al alma tibia; la gracia hace fácil lo que es imposible a la naturaleza. “Delectabiliter” No se hace bien sino lo que se hace con gusto. “Nemo potest diu manere absque delectatione (S. Tomás)”. El todo está en buscar el placer en el bien, puesto que no está sino en él. Tres prácticas 1. La oración: a. Servirse de modos diversos para orar con gusto, con facilidad y con placer. b. Hacer alguna cosa más: vía crucis, comuniones extraordinarias, visitas facultativas al Santísimo Sacramento, peregrinaciones, un número señalado de jaculatorias. 2.- Los actos de virtud a. Un número señalado de prácticas de obediencia, de caridad, de humildad, etc. b. No decir nunca no a un acto de virtud pedido por la Providencia o la obediencia. c. No echarse nunca para atrás, ante un acto de virtud heroica que se presenta: - “Vade prius riconciliari fratri tui”; Agradecer, aunque sea por escrito, por una humillación, una observación. Hacer amistad con alguien que resulta pesado[41]. 2. Los sacrificios a. Aceptar generosamente todos los sacrificios que la divina voluntad y la Regla os imponen. b. Aceptar voluntariamente y gozosamente la Cruz para el progreso del Reino de Nuestro Señor y de su Sagrado Corazón. c. Aceptar y cumplir todos los sacrificios propuestos por la gracia con la alegría que da el amor de Jesús y la esperanza de lograr el céntuplo. d. Dar generosamente todo a todos, siempre e. Cada cierto tiempo, alguna mortificación generosa, sacrificar lo que más me gusta en la mesa, todos los dulces, alguna vigilia alguna vez más fuerte y alegre, el ayuno algunas veces, pero nada sin permiso. IIIª VIRTUD: LA SINCERIDAD Iº. La sinceridad consiste en seguir a la verdad, tal como la conciencia nos la muestra, en nuestras relaciones con Dios, con el prójimo, con nosotros mismos, y en huir de la simulación y de la prudencia de la carne. Se reduce a esto: decir la verdad o bien guardar silencio. Es una definición corta y práctica. Y basta. Cuando no sea bueno decir la verdad o que no tenéis el coraje de decirla, guardad silencio y guardaréis la sinceridad. Después, a medida que avancéis en rectitud, en simplicidad y en humildad, llegaréis a no temer la verdad y no recurriréis al silencio más que por guardar la prudencia. IIº. La verdad os hará más delicados de conciencia para con vosotros, sencillos para con Dios, y llenos de rectitud para con los semejantes. IIIº.- Es la condición necesaria para la humildad, la humildad no siendo otra cosa que la sinceridad consigo mismo, la disposición necesaria para llegar a ser amigo de Dios y probar los efectos de su bondad –“Quam bonus est Deus his qui recto sum corde! Cum simplicibus sermocinatio eius”-, la calidad absolutamente requerida para que vuestros hermanos os den su estima y su confianza. Dios os amará en la medida que tengáis un corazón recto; los hombres os estimarán en proporción a cuanto perciban vuestra [41] Esta última indicación no parece en la edición italiana, p. 74, c sinceridad; vosotros mismos estaréis contentos en proporción también de la delicadeza de vuestra conciencia. IVº.- La sinceridad os hará evitar, al precio que sea, la mentira, la duplicidad, la simulación. 1.- La mentira: ¿No es indigno de un hombre de oración, dejarse llevar voluntariamente por la mentira? ¿Esta mentira no es totalmente vergonzosa en un hijo de María? La mentira, ¿ no será algo abominable en un amigo del Sagrado Corazón, en un alma reparadora, un alma víctima? Jurad, pues, para siempre odio a la mentira: más aún morir que mentir voluntariamente. Hablad siempre con toda sinceridad y la sinceridad os permitirá ser prudentes: “sic sermo vester est est est,non non”. 2º- La duplicidad: la sinceridad os pide alejaros y tener horror a toda duplicidad, a todo fingimiento en vuestras palabras, en toda vuestra conducta y, sobre todo, en la relación con vuestros superiores. Es necesario que puedan creer que les habláis como pensáis, que os descubrís a ellos tal como creéis que sois delante de Dios, que en los motivos que dais para obtener un permiso, u otras cosas, no existe nada escondido. Esta sencillez para con vuestros superiores producirá la apertura del corazón que les permite conocer todo sin ocultarles nada; la docilidad que sigue los avisos; la obediencia franca que se somete de buena gana a sus órdenes y sin juicio; la confesión bien humilde de vuestras faltas que ayudará tanto a corregirlas; el afecto hacia estos mismos superiores, para consolarlos y ayudarlos de todas las maneras. 3º.- La disimulación: La sinceridad excluye también la disimulación que es tan indigna de la profesión religiosa y del carácter sacerdotal. Por tanto, ¿no deberá preguntarse alguno de vosotros, habré caído a menudo en ella, puede ser sin darme cuenta? Para obtener un permiso o un favor, ¿he hecho valer algunos motivos bastante débiles para que se me conceda, disimulando los motivos, más graves, que llevarían al superior a rechazarlo? Cuando mis hermanos se dan cuenta que he caído en algún defecto o he cometido alguna falta, mi amor propio ¿se las ingenia para disimular, o al menos disminuir, excusarla, puede ser, desgraciadamente, hasta rechazarla indirectamente sobre las espaldas de otro, aun inocente? Cuando deseo lograr alguna satisfacción personal, satisfacer mis pequeñas pasiones personales, sensualidad, curiosidad, ¿destaco en buscar algún pretexto para ocultar el juego de la pasión y hacer que los demás asuman el cambio de mis intenciones? Poniendo la mano sobre la conciencia, ¿no me sucede el buscar mis comodidades, disponiéndolo todo para aparecer como mortificado? ¿Escoger la mejor parte en la mesa, con tanta habilidad que nadie pueda sospechar su juego? ¿hacedme adjudicar el mejor vestido, la mejor habitación, etc… dando la impresión de no importarme? ¿De hacerme elegir para un trabajo u oficio honroso, diciendo que otros lo harían mejor, pero sintiendo muy bien el despecho que tendría en el corazón, si se me tomaba la palabra? Vº.- Combatid este defecto por: 1º- Por el amor a la verdad, nada hay más hermoso que la verdad, la verdad sola es amable. 2º.- El amor de Nuestro Señor, que sólo ama a las almas simples y rectas, de las que puede decir:”Ecce verus israelita in quo dolos non est””Numquid cor tuuum rectum est cum Corde meo, sicut corde meum cum corde tuo?” 3º. El amor de María, vuestra Madre, paloma perfectamente sencilla. 4º.- Con el amor a vuestra vocación misionera: la simplicidad es un requisito que Nuestro señor exige absolutamente a sus misioneros:”Estote simplices sicut columbas”. 5º.- Con el amor a vuestros hermanos. No los engañéis, amadlos sinceramente, hacedles un verdadero bien, sed de verdad sus amigos, es decir, sed sinceros, leales así como acogedores y benevolentes en vuestras relaciones con ellos. 6º.- “Omnis homo mendax”. Golpeaos el pecho, pobre pecador, y decid: soy un mentiroso, falto a la sinceridad, me engaño a mí mismo, engaño a mis superiores y a mis hermanos; quisiera hasta engañar a Dios. Por ello tengo horror de la mentira y de la duplicidad. ¿Qué hacer? Arrojarme y abismarme en el Corazón de Jesús, que es para mí toda verdad y toda caridad: “O veritas, Deus, fac me unum tecum in veritate et caritate!”. Hacer mía su sinceridad, su sencillez, su rectitud, y después: humildad y confianza y se obtendrá todo. 7º.- Para acabar de haceros ver el horror del disimulo, pensad en lo que puede causar bastante fácilmente: a. la prudencia de la carne, que es enemigo de Dios, por ejemplo, cuando se convierte en el arte de conducir a las personas fuera de la verdad y contra los mandatos de Dios, para llevar a satisfacer su ambición y sus deseos desordenados. b. La misma hipocresía, que es el vicio más vergonzoso a los ojos del mundo, y que puede llegar a ser ante Dios un pecado mortal, cuando las consecuencias son gravemente dañinas, por ejemplo, entrar en la vida religiosa sin vocación, introducir en la comunidad el mal espíritu, entristecer gravemente a los superiores con intrigas, maquinaciones, falsedades. IVª VIRTUD LA PACIENCIA I.La paciencia consiste en aceptar, por amor a Dios, los sufrimientos, los trabajos, los sacrificios. Es necesaria para la paz de vuestros hermanos. También se la ha llamado la ciencia de la paz:”Patientia quasi pacis scientia”. II.Si deseáis animaros a recoger abundantemente este fruto del Espíritu Santo, meditad el precio, tomado de tres expresiones de la Sagrada Escritura : 1º- “In patientia possidebitis animas vestras” La paciencia os es necesaria en la vida espiritual, para conservar vuestras almas en la paz, en medio de las pruebas, tentaciones, desolaciones, tedio, distracciones. La paciencia cambia todos estos males en bienes, porque hace que por esto, vuestras plegarias sean más agradables a Dios, más dignas de ser escuchadas y más meritorias para el cielo. 2º.- “Fructum afferunt in patientia !” Es la paciencia que, sosteniendo vuestro coraje hasta el final de vuestro trabajo, fecunda todas vuestras buenas obras y multiplica sus méritos; la paciencia corona todas las obras perfectas y ella es la obra más perfecta de todas: “patientia opus perfectum habet!”. Cumplid vuestros deberes con paciencia, con paciencia realizad los sacrificios que Dios os pide, esto será la perfección. Con esto llevaréis a vuestro Maestro el céntuplo, y la paciencia hará vuestros trabajos completos ante sus ojos. 3º.- “Per patientiam curramos ad propositum nobis certamen”. La vida es una batalla en la que la paciencia diseña la táctica. En este combate es la humildad la que triunfa, la pobreza quien recoge los más ricos despojos, es la muerte a uno mismo la que da la vida, es el sufrimiento quien alcanza las alegrías de la victoria. III. Paciencia con vosotros mismos en vuestras miserias, faltas y defectos; soportaos a vosotros mismos con serenidad como debéis soportar a los demás; soportaos constantemente y humildemente. Paciencia con el prójimo, soportaos recíprocamente:”supportantes invicem”. Llevad de buen grado el fardo de los demás, es decir, el peso de sus miserias y defectos, soportad todo de todos, soportad lo que os parezca más insoportable. No deis señal de ningún resentimiento, nada. Nada de quejas, nunca, ni una palabra.Paciencia con Dios mismo de alguna manera:”sustinete sustentaciones Dei”, pero en tal caso paciencia llena de resignación y abandono, sabiendo que Dios es infinitamente bueno y sabio en todas las disposiciones de la Providencia, sabiendo también que es siempre nuestro Padre y que no puede permitir el mal si no es por nuestro mayor bien. IV.- Tres ventajas de la paciencia: 1º. “Bona est oratio, melior actio, optima passio”. 2º. La paciencia es la piedra de toque de los santos:”opus perfectum habet”, dice el Espíritu Santo. “Verum humilem patientia probabit”,dice la Imitación. Un santo es una persona imperturbable, dice el autor de las Paillettes d’or, y otro dice también: “Me declaro pronto a canonizar a quien no se impaciente nunca con los niños”. 3º. “Melior viro forti patiens”. En un misionero la paciencia alcanzará más que el coraje. Vª VIRTUD: LA CARIDAD FRATERNA Iº. - Definición y motivos: La caridad fraterna es la que nos lleva a amar al prójimo como hermano nuestro en Jesucristo, y a darle el amor que tenéis por Dios, nuestro Padre, que es su Padre, y por María que es vuestra Madre y su Madre. 1º. Yo digo en Jesucristo: “vade ad fratres meos et dic ad eos… Ecce ascendo ad Patrem meum et Patrem vestrum… quamdiu haec fecisti uni ex fratribus meis minimis, mihi fecistis”. a.- Apropiaos del amor del Corazón de Jesús , puesto que Dios os ha dado el Corazón de Jesús para serviros como órgano de amor: “ut te (et proximos) uno Corde cum ipso perfecte diligamus”. b.- Amáis al prójimo en el Corazón de Jesús, “quasi fratres”. c.- Amáis a Jesús en el prójimo, “mihi fecistis”. 2º. A Dios vuestro Padre: Patrem meum,Patrem vestrum. Meus est Pater vester”. 3º. A María vuestra Madre: “ecce mater tua” ha dicho a cada uno de nosotros. IIº Práctica: Dad a vuestra caridad los caracteres que S. Pablo daba a la suya, que os es propuesta también a vosotros. Es, pues, la perfección de la caridad: la caridad de las víctimas del Sagrado Corazón y de los misioneros del Sagrado Corazón. Os será siempre útil tener grabados en la memoria las diversas características, y desde allí pasarán fácilmente a vuestro corazón, y enseguida también, es de esperar, en toda vuestra conducta. “Caritas patiens est, benigna est, caritas non aemulatur, non agit perperam. Non inflatur, non est ambitiosa, non quaerit quae sua sunt, non irritatur, non cogitat malam, non guadet super iniquitate,congaudet autem veritati, omnia suffert, omnia credit, omnia sperat, omnia sustinet » ( I Cor 13, 4). 1º. Caritas patiens est: la paciencia es el principio y el fin de todo bien, de toda obra buena de aquí abajo, principio y consumación de toda obra, base y coronación de todo edificio sólido. a. b. c. La caridad paciente o la paciencia practicada por caridad, es el instrumento más seguro de la reparación. Es la vida misma de víctima, como es también la muerte que completa el sacrificio. Es la alegría verdadera del misionero y el éxito en sus trabajos. “Fructum afferunt in patientia. Hoc gaudeo…[42] congaudete mecum”. 2º. Benigna est. La caridad es benévola en sus sentimientos, benigna en sus palabras, bienhechora en sus acciones; es por lo que ella es buena formalmente. [42] “In hoc gaudete… Edición italiana p. 83, a. Honrémosla con todos nuestros homenajes, deseémosla con todo nuestros deseos, amémosla con todo el corazón, practiquémosla con todas nuestras fuerzas. a. b. c. Para el Reparador[43], le servirá para cubrir la multitud de sus pecados, como el Espíritu Santo lo ha prometido. Para la víctima, será el premio de su sacrificio, y le alcanzará los méritos del martirio de caridad, a falta del martirio de sangre. Para el misionero, le animará en sus trabajos, le consolará en sus penas y lo consumará en su inmolación: “Omnia impendam et superimpendam pro animabus vestris”. 3º. “Non est ambitiosa, non inflatur, non quaerit quae sua sunt La caridad rechaza todo tipo de orgullo, no se hincha de vanidad, no busca las satisfacciones del amor propio, porque no tiene otra ambición que la de la gloria de Dios y de la salvación de las almas. Desprecia la vanidad que no sabría contentar un corazón grande y noble, se vacía de todo amor propio para llenarse cada vez más de amor de Dios y del prójimo. Es la primera reparación que debe cumplir el alma generosa, el primer sacrificio, el primer paso que debe hacer el apóstol del sagrado Corazón para ir a la conquista de las almas. 4º. “Non agit perperam” Su caridad de hecho, no hace nada malo: a. b. c. 5º. No nutre ningún sentimiento desfavorable contra nadie. No dice palabras ofensivas. Prefiere más sufrirlo todo que hacer mal al prójimo, porque comprende que, si quiere reparar el mal, es necesario ante todo no hacerlo ella misma; que si quiere ser víctima, es preciso, primero, inmolar toda nuestra naturaleza pecadora; que si quiere ser apóstol del Sagrado Corazón, no es sino a fuerza de bien que podrá vencer el mal. A mayor razón, sino la caridad tendría el horror de alegrarse del mal en el que los demás caen. Al contrario, ella se entristece y se entrega para repararlo con todos los medios, hasta el derramamiento de sangre si es preciso. Se alegra del bien que hacen los demás y se apropia de algún modo por su unión con ellos:”congaudet veritati!” “Non cogitat malum! Omnia suffert, omnia credit, omnia sperat, omnia sustinet!” En su perfección la caridad se extiende no solo a las palabras de los labios, y a los sentimientos del corazón, sino también a los juicios de la mente; abraza no solo los tiempos actuales sino también por su espera, su esperanza y su confianza, abraza la eternidad. Así ella habrá ayudado con sus esfuerzos a la reparación eterna, irá a formar parte en el cortejo inmortal del Cordero “que se ha inmolado desde el principio de los tiempos”, irá a reinar eternamente con los Apóstoles del Salvador.ª. [43] “Per la Riparazione Edición italiana, p. 83, I. VIª. VIRTUD: EL ESPIRITU DE SACRIFICIO I.Motivos: Es el espíritu de sacrificio por amor es el que da a nuestra Sociedad su carácter propio, os dice la Regla. Será eminentemente querido por todos sus miembros, porque es por él como responden al deseo expresado por Nuestro Señor y como ellos reproducen más perfectamente el carácter dominante de la vida de Nuestro Señor que ha sido, por encima de todo, una vida de sacrificio. II.Tener el espíritu de sacrificio quiere decir: estar habitualmente estimulado por el pensamiento del sacrificio en vuestros sentimientos, palabras y acciones. a. En vuestros sentimientos, afectos, juicios:“hoc sentite”. Tened en vosotros los mismos sentimientos del Corazón de Jesús que no eran otros que de obediencia, caridad, humildad, es decir, sentimientos de sacrificio de sí mismo, hasta el anonadamiento: “exinanivit semetipsum; por Dios y por las almas. “Hoc sentite”, es el principio, es la regla. b. En vuestras palabras, en vuestro lenguaje, las máximas que decís: de la abundancia del corazón habla la boca. Si no hay en vuestro corazón otra cosa que los sentimientos de sacrificio que colmaban el Corazón de Jesús, no habrá en vuestra boca más que palabras animadas por el espíritu de sacrificio. Arrojaréis, lejos de vosotros, las máximas del mundo y de los enemigos de la cruz: “inimicos crucis Christi”: Quiero mantener mi honor, no cederé en mis derechos, quiero vivir a mi aire, sin obstáculos. Oponedle los principios del Corazón de Jesús: “Discite a me quia mitis sum et humilis corde – Beati pauperes spiritu – Abneget semtipsum – Tollam crucem suam quotidie”. c. En fin, en vuestra conducta, cumplid fielmente la profesión de inmolación que habéis hecho al Corazón de Jesús. Aceptad generosamente todos los sacrificios que la divina voluntad o la Regla os impondrán; procurad aceptar con alegría las cruces por la implantación del Reino de Nuestro Señor y del Sagrado Corazón. III. Meditad algunas veces, para mover vuestro ardor e inflamar vuestro amor, cuánto este espíritu que es necesariamente una de las formas del Espíritu Santo, tiene propiedades divinas. a. Es eminentemente consolador, “consolator optime”, produce cien veces más de consolación: “centum tantum in tempore hoc”. b. Es suave: “o quam suavis est”. c. Es vivificante en en el más alto grado:”Credo in Spiritum Sanctum vivificantem”, para vuestras almas que les aumenta la vida, por las de vuestros hermanos, a quienes os hace darles la vida. IV.Para colmaros más y más de este espíritu, gustad de repetir estas fórmulas que podrán serviros de divisa, principio, de regla práctica: a. Amor y sacrificio. b. Sin sacrificio no hay amor. c. Dilexit me, tradidit se VIIIª VIRTUD: El CELO Iº. – El celo es una caridad más grande, “diligis me plus his”, que se extiende sobre vuestros hermanos para amar sus almas y salvarlos. IIº. - La obra de celo es la más divina de todas: “Omnium divinorum divinissimum est cooperari in salutem animarum”. El apóstol, se puede decir, se convierte en concreador con Dios Padre, corredentor con Dios Hijo y corremunerador con Dios Espíritu Santo. Concreador, creador secundario, principio de existencia y de vida desde el punto de vista de la gracia y de la gloria para las almas, como los padres lo son para sus hijos desde el punto de vista natural; corredentor, cumpliendo por su sacrificio y su propia pasión lo que falta a la pasión de Jesucristo, por su cuerpo que es la Iglesia; corremunerador, cooperando con Espíritu Santo en la santificación y en la salvación de las almas, lo que les vale la recompensa eterna. IIIº.- La practica del celo. 1º. Desde ahora ejercitad el celo por la vida de oración y sacrificio. Ofreced cada acto de esta vida: a. Como una pieza de oro para completar las deudas de algunos pobres agonizantes que van a morir. b. Para ayudar a vuestros hermanos misioneros, que están trabajando en redimir las almas. c. Para aumentar la suma que llevaréis desde aquí, como antiguamente los religiosos de la Redención de cautivos, para librar a los cautivos del demonio. 2º.- Para el futuro, preparaos un porvenir de cielo y conquista espiritual: a. Por la buena formación como novicio del Sagrado Corazón. b. Por los santos deseos que ensanchan el corazón y agrandan el alma, haciéndola capaz de las más grandes cosas. A. Haced a menudo esta reflexión: de tal novicio, tal profeso, tal misionero. Por tanto, para ser más tarde un santo misionero, yo deseo ser desde ahora un santo novicio y para ello no me dejaré vencer por nada:”potius disrumpar”. B. Mantened en vosotros los más ardientes y los más constantes deseos. Dios los aceptará como si fueran realizados, aunque debáis morir jóvenes o no ser nunca enviados a la misión. “Desiderium pauperum exaudivit Dominus praeparationem cordis eorum audivit auris tua. Es así como S. Juan Berchmans, S. Luis Gonzaga, S. Claudio de la Colombière[44] y otros, que no han sido misioneros más que de deseo, delante de Dios mantenido los mismos méritos que los grandes misioneros, y llevarán eternamente la corona. 3º. Para multiplicar los recursos y el fruto de vuestro celo, apropiaos por la caridad de las obras y méritos de todos vuestros hermanos: por el buen ejemplo, la buena influencia, el buen espíritu, contribuiréis con todos al bien que ellos hagan y harán, y seréis causa de lo que hacen y harán más aún. Si, por ejemplo, ayudáis a veinte hermanos que están con vosotros a salvar cada uno cien almas, y que también por la feliz influencia de vuestros buenos ejemplos, sois causa que salven cien veces más, o sea diez mil cada uno, contad cuántos diamantes añadiréis a vuestra corona del cielo. Pero, al contrario, qué desgracia sería que, por vuestros malos ejemplos, por vuestra falta de caridad, por la influencia del mal espíritu, por la tiranía vergonzosa del respeto humano, por la critica, por la tibieza fuerais la causa de que, de diez mil almas a salvar, vuestros hermanos retroceden a mil, a cien, a diez, a cero puede ser. ¡Contad de cuántas almas ocasionaríais la pérdida! ¿Queréis tener que rendir cuentas a la hora de vuestra muerte? Concluyo con un pensamiento impresionante que os puede animar mucho a la práctica de vuestras Reglas de la caridad para llegar a ser un misionero todopoderoso delante de Dios. Si cumplís la voluntad de Dios por la obediencia y la caridad, Dios hará la vuestra bendiciendo vuestras obras de celo. “Si homo in gratia constitutus, implet Dei voluntatem, congruum est secundum amititiam proportionem est Deus impleat hominis voluntatem in salvatione alterius”(S. Thomas). Si obedientes fuerimus praepositis nostris, obediet Deus orationibus nostris”, dice S. Gregorio. Si obedecéis de corazón a vuestros superiores, el Corazón de Jesús tendrá placer en obedecer a vuestras oraciones y os concederá todo lo que le pediréis [45]por la salvación de vuestros hermanos[46]. VIIIª VIRTUD: LA PERSEVERANCIA Perseverar consiste en volverse a levantar cada vez que se cae y sin tardar. La gracia de la perseverancia es la más necesaria de todas, porque todas demás no sirven para nada sin ésta para la salvación. La gracia de la perseverancia es una de las más difíciles de obtener, porque ella depende de la predestinación divina, cuyos secretos son [44] Beatificado en 1929 y canonizado en 1992 por Pio IX y Juan Pablo II. Cf. Année avec Marie : 1º Zèle de la gloire de Dieu II pp. 45, 211, 249 ; 2º Zèle de la salut des âmes I, pp. 14, 309, 524. II p. 47, 57, 77, 268, 310 ; Quel esprit doit animer notre zèle, II p. 130 ; Moyens II p.57 [46] Por la salvación de vuestros hermanos, edición italiana, pp. 89,90 c. [45] insondables y los juicios sin apelación. Por tanto, a todo precio, es preciso tomar esta resolución, la única que puede asegurar vuestra perseverancia final: “Me levantaré cada vez que caiga y de prisa”. Si lo aplico habitualmente al pecado venial, estoy seguro de no faltar nunca por el pecado grave, si yo tuviera la desgracia de caer en él, estoy seguro de ser salvado. IXª VIRTUD: EL PROGRESO ESPIRITUAL Se puede decir que hacer progreso, es hacer algún paso hacia delante, cada vez que se apercibe una caída o una pérdida: a este respecto se puede servir de esta fórmula: dos veces más de humildad, dos veces más de confianza, dos veces más de buena voluntad para avanzar. Y se avanza siempre, siempre lo mismo. Xª VIRTUD: LAS BUENAS MANERAS RELIGIOSAS María: Hijo mío, la cortesía civil puede ser una virtud bastante común, pero la cortesía sobrenatural es una virtud muy poco conocida. Es sobre esta virtud a la que yo quiero formaros, como conviene a un hijo bien educado por la más sabia de las Madres y la más grande de las Reinas. Sed dóciles a mis enseñanzas. La cortesía religiosa tiene sus santos, sus mártires, sus Apóstoles, su Maestro divino que la ha consagrado y como divinizado por sus ejemplos y lecciones. Ved por todo esto cuánto sea desiderable y amable. S. Jerónimo Emiliani, por ejemplo, y varios santos lo han imitado en esto, no quiso conservar de la vida del mundo más que una exquisita urbanidad, en la cual había sido educado y que le sirvió mucho para ganarse los corazones. Los dos santos Macario, de Egipto, practicaban en medio de las austeridades de la vida monástica una cortesía perfecta y, uno de ellos, un día convirtió a un sacerdote de los ídolos nada menos que saludándolo con esta cortesía de santo. Se puede decir que S. Francisco de Sales que sacrificaba siempre sus gustos a las reglas de la cortesía, ha muerto víctima de esta virtud, porque ha contraído su última enfermedad, por haberse quedado mucho tiempo descubierto, a cabeza descubierta[47] en medio de un gran frío, por cortesía. S. Pablo, habla y escribe habitualmente según todas las reglas de la cortesía más cuidada. Por el divino Maestro, en fin, veréis en esta instrucción los ejemplos que os da a este respecto, para confirmar la gran lección de mansedumbre y humildad de su tierno Corazón. Podéis meditar, según la segunda manera de orar de S. Ignacio, esta definición de la cortesía cristiana: una aplicación delicada y atenta de testimoniar a todos, por nuestro comportamiento exterior, nuestra estima y nuestra benevolencia (Branchereau)[48]. Veis [47] A cabeza descubierta en la edición italiana, p. p2 Autor, recogido en la edición italiana, p. 92. Luis Brancherau (1829-1913), sacerdote francés que dedicó su vida a la dirección y formación en varios seminarios . Entre otros libros escribe: Politesse et convenances ecclésiastiques (1872).Varias ediciones y una traducción al español. En Dictionnaire de Spiritualité. Beauchesne , vol I. Paris 1937 [48] ya por esta definición que la cortesía sobrenatural es una flor que nace de la humildad unida a la caridad. Ved como Jesús hacia todo bien para ganarse en corazón de sus conciudadanos: se conforma a sus usos y costumbres, “secundum consuetudinem”, sigue exactamente el orden establecido; se levanta y se sienta según las reglas de la buena crianza, que entonces eran observadas. Enrolla el volumen con cuidado que se le ha prestado y lo devuelve atentamente al servidor. Se hace ver de sus conciudadanos, como en su infancia, lleno de gracia y amabilidad, de tal modo que todos están maravillados. ¿De dónde le vienen, se preguntan, esta sabiduría y estas virtudes? Le vienen de su Corazón, que querría con ello ganar vuestros corazones y salvaros. ¡Ah! ¿por qué no queréis escuchar al que es la misma suavidad, como lo habéis llamado cuando era niño? ¿Por qué no queréis instruiros en la escuela de quien es manso y humilde corazón y que quiere haceros encontrar el reposo para vuestras almas? Vosotros podéis insistir prácticamente aquí sobre la resolución de observar bien la cortesía sobrenatural, la cortesía cristiana, eclesiástica, religiosa. La cortesía cristiana es un ramo formado por tres flores, de donde exhala el buen olor de Jesucristo: caridad, humildad, modestia: “caritas Christi – humilitas Cordis Christi – modestia Christi”. La cortesía es el complemento y si es preciso el suplemento de estas tres virtudes. El complemento: - La caridad acompañada de maneras educadas agrada mucho más y gana el alma toda entera; la humildad acompañada de la cortesía, toca especialmente los corazones y atrae a la confianza; la modestia unida a la educación inspira respeto y produce la mayor edificación. El suplemento: - Si no sentís en el corazón bastante caridad y afecto, haced al menos esfuerzos para mantener la cortesía más benevolente y se os será también reconocido. Si no tenéis bastante humildad interior, observad por tanto la cortesía más respetuosa, y nadie podrá quejarse de vosotros. Si teméis faltar en muchos puntos a la modestia religiosa, estad tanto más atentos a no faltar en nada a la cortesía y a las conveniencias tal como las conocéis, y los otros te estarán agradecidos. Pero si faltáis a la cortesía, sobre todo si es voluntariamente, y como consecuencia de una mala disposición, sabed que el prójimo quedará afectado, mal edificado, turbado, lo que lo atribuirá a falta de caridad interior o de humildad y que, a menudo, tendrá mucha dificultad en perdonároslo[49]. [49] Concordat cum originale P. Raijmakers. Secretario General. Roma, 17 de Enero 1958