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Liderazgo cristiano
1
Un líder conforme
al corazón de
Dios.
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Lección dos:
SIN MANCHAS
INTRODUCCIÓN:
En el principio Dios miró que TODO lo creado era bueno. La Biblia nos
dice: «Dios miró todo lo que
había hecho, y consideró que
era muy bueno. Y vino la
noche, y llegó la mañana: ése
fue el sexto día» (Génesis
1:31). La obediencia a Dios
define lo bueno. En el
principio todo obedecía a la
perfecta voluntad de Dios. El
bien está asociado a la
obediencia a Dios y el mal
a la desobediencia.
Alejados del bien el mal predomina. En el principio el hombre estaba
conectado espiritualmente a su creador. El pecado rompió esta conexión.
A partir de ese momento la mancha del pecado infecto al hombre y el
mal, comenzó a dominar sobre el bien.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 01
El pecado desconectó a la humanidad de Dios.
La desobediencia nos aleja de la buena voluntad de Dios para con nosotros. El
pecado consiste en
desobedecer a Dios. La paga
del pecado es muerte. La
Biblia nos confirma: «Porque
la paga del pecado es muerte,
mientras que la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús,
nuestro Señor» (Romanos
6:23). En esencia el pecado
consiste en desobedecer la
Palabra de Dios.
Librarnos nosotros mismos, de la mancha del pecado, es tarea
imposible. Nosotros no podemos librarnos del pecado pero Jesucristo, sí
puede. «Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del
pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les
conceda a los que creen» (Gálatas 3:22). Gracias a Jesucristo
recibimos el regalo de la salvación.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 02
PRIMER PRINCIPIO: Debemos buscar y hacer el bien.
El mal está asociado con el pecado. El pecado es el resultado de la
desobediencia a la Palabra de Dios. La Biblia establece: «Todo el que
comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la
ley» (1 Juan 3:4).
La Biblia es la Palabra de Dios. El cumplimiento de la ley no nos hace
inocentes ante Dios; la ley sólo sirve para que reconozcamos que somos
pecadores. La Biblia misma nos enseña claramente que ahora Dios nos
acepta sin necesidad de cumplir la ley. Dios acepta a todos los que creen
y confían en Jesucristo, sin importar si son judíos o no lo son. La Biblia
nos dice: «Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que
están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede
bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser
humano será justificado delante de él; porque por medio de la
ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley,
se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y
por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él» (Romanos 3:19-22a
RVR60).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 03
Un cristiano sin mancha, se mantiene
fiel, a la Palabra de Dios. «Jesús se
dirigió entonces a los judíos que habían
creído en él, y les dijo: Si se mantienen
fieles a mis enseñanzas, serán realmente
mis discípulos; y conocerán la verdad, y
la verdad los hará libres» (Juan 8:31).
Un cristiano sin mancha no se
satisface con los deseos de la carne. Es
un hombre o mujer que alcanza la
justicia de Dios que proviene a través de
Jesucristo. La misma no se alcanza por
las obras de la ley sino a través de la fe
en Jesucristo.
Un cristiano sin mancha vive
en el espíritu. La Biblia nos
dice: «Digo, pues: Andad en
el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Gálatas 5:16
RVR60).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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La carne vs. el Espiritu. La diferencia «básica», entre
un cristiano carnal y un cristiano espiritual, está relacionada con
su prioridad en la vida. Todo creyente en sus inicios experimenta
una lucha entre la carne y el espíritu. La carne representa nuestra
naturaleza pecaminosa.
Dios quiere que hagamos el bien. El bien es el resultado de la
obediencia a Dios. Nuestra tendencia como seres humanos es
satisfacer la carne. En la medida en que crecemos en el
conocimiento de Dios hacemos su voluntad. En la medida en que
nos acercamos a Dios vencemos el mal con el bien. La Biblia nos
dice: «Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y
el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre
sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois
guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Gálatas
5:17-18).
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Creyente vs. discípulo. Todo creyente en sus inicios es más carnal que
espiritual.En la medida en que crecemos en el conocimiento de Dios, dejamos de
ser creyentes para transformarnos en Discipulos. La Palabra de Dios nos permite
«crece», en el conocimiento de
Dios. Un creyente que no se
alimenta con la Palabra de Dios
es un enclenque (débil)
espiritual.
¡Un serio peligro! El creyente
que pone en acción la Palabra, se
transforma en un serio peligro,
para los planes de Satanás. El
alimento «sólido» de la Palabra
transforma al creyente en
discípulo. No son los años que tengas como cristiano lo que define tu
madurez espiritual, sino lo que apliques de ella a tu vida. «Mas el que
mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella,
no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace» (Santiago 1:25RVR60).
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Metamorfosis espiritual. La Palabra nos transforma, pues es ella la que da
inicio, a nuestra metamorfosis espiritual. El Espíritu Santo pone el deseo en nuestro
corazón pero la decisión final es nuestra. Es la Palabra la que nos da las
herramientas para alcanzar nuestra «reforma» espiritual. La cual requiere un
cambio de actitud y comportamiento.
La Palabra tiene el potencial, de transformar a todo
hombre carnal, en hombre espiritual. Este cambio
se parece a la metamorfosis que experimente un
gusano al transformarse en mariposa. Ante se
arrastraba pero ahora vuela.
El creyente que experimenta, la reforma espiritual,
deja de caminar por la lógica humana para volar
por fe. Los que así lo hacen, deja de ser víctima
de las circunstancia, para transformarse en un serio peligro para los planes
del infierno. Antes de vez en cuando perseveraba, daban «gracias» cuando
le convenía y mostraban alegría cuando los resultados le eran favorables.
Ahora como discípulo todo cambia. La metamorfosis espiritual le
permite perseverar con paciencia en toda situación dando gracias con
alegría al Padre (ver Colosenses 1:11b-12a).
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Alcanzar la vida abundante. Un «cambio de actitud» hacia Dios, nos lleva a
un cambio de «altitud» en nuestra relación con Él. La Palabra de Dios nos ayuda
alcanzar el cambio de actitud que nos es
beneficioso. El secreto para vivir la vida
abundante que Dios nos ofrece está
relacionado con el mal y el bien. En resumen
podemos identificar el «bien» como obedecer
a Dios y el «mal» con la desobediencia. Uno
de los objetivos de la Palabra de Dios es
enseñarnos a vivir vidas dignas del Señor,
agradándole en TODO.
¡Podemos agradar Dios en TODO! Uno de
los objetivos de la Palabra de Dios, es
enseñarnos a vivir vidas dignas del
Señor, agradándole en TODO. La clave consiste en aprender a hacer el
bien. La Biblia lo resume: «¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus
obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien!
¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y
defiendan a la viuda!» (Isaías 1:16-17).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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La vida abundante que Dios
nos ofrece. La misma no
implica ausencia de problemas
sino paz en medio del problema.
Una vida abundante nos permite
mirar el futuro con esperanza.
¿Cómo es posible dar gracias
con alegría en medio de una
crisis o problema? La diferencia
no está en el problema sino en tu
Dios. ¡Él es más grande que tú
problema! Él es TODO poderoso. Su amor por ti es incondicional. Es
perfectamente justo. Estos tres criterios (Su poder, Su Amor y Su Justicia) son la
llave que te da acceso para que puedas disfrutar, de la vida abundante que
Dios nos ofrece. Nuestro Dios es BUENO. En su bondad para con
nosotros no va a permitir, que enfrentemos una prueba o problema, que
Él no esté dispuesto a duplicar en bendición (Ver Job.42:10). Lo hizo
con Job y también lo hará contigo. Entender esta verdad produce en
nosotros «esperanza» y nos trae paz en medio de las dificultades.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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Cinco pasos que nos dan acceso a la vida abundante que
proviene de Dios. La Biblia lo resume: «En fin, hermanos,
alégrense, busquen su restauración, hagan caso de mi exhortación,
sean de un mismo sentir, vivan en paz. Y el Dios de amor y de paz
estará con ustedes» (2 Corintios 13:11).
La meta de todo creyente
comprometido con vivir
una vida, digna del Señor,
es agradándole en TODO.
Requiere mantenernos
alegres, buscar nuestra
restauración, hacer caso a la
Palabra de Dios, ser de
un mismo sentir con
los que aman a
Cristo y vivir en
paz. Si así lo
hacen, el
Dios de amor y paz, estará con ustedes.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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EL PRIMER PASO: La Alegría.
Nuestro Creador nos diseñó para ser alegres.
La verdadera felicidad está asociada con Dios.
La estrategia de Satanás es simple y consiste
en sembrar dudas relacionadas con las
intenciones de Dios. La verdad absoluta de
que «Dios es bueno», Satanás ha logrado
sustituirla, por la pregunta; «¿será bueno
Dios?».
Preguntarnos si Dios es bueno, activa la
duda, contamina nuestra confianza y desactiva la fe. Sin fe es imposible
experimental la verdadera alegría que proviene de Dios. Sin alegría no podemos
agradar a nuestro Señor y Creador. La alegría no es una sugerencia para el
cristiano sino un requisito. En la medida en que crecemos en el
conocimiento de Dios, interpretamos la felicidad, no por lo que nos dice
nuestros cinco sentidos sino por lo que nos revela el Espíritu Santo de
Dios. La Biblia nos dice: «Alégrense más bien, y regocíjense por
siempre, por lo que estoy a punto de crear: Estoy por crear una
Jerusalén feliz, un pueblo lleno de alegría» (Isaías 65:18).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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EL SEGUNDO PASO: Nuestra
restauración. En el museo, cuando se dice que un
cuadro va a ser restaurado, es un proceso. Es algo
más complicado que reparar el marco del cuadro.
Implica devolver sus colores originales. Buscar
nuestra restauración es volver a nuestra relación
con Dios antes de que el pecado nos infectara.
Nuestra restauración está asociada con la fe en
Jesucristo. Pablo como buen judío, antes de
conocer a Cristo practicaba y obedecía la ley, para
llegar a ser justo ante Dios. Todo cambio al
conocer a Cristo. Lo que antes era importante lo dejo de ser. Ahora lo importante
es Cristo. Somos justificados por medio de la fe en Cristo. La Biblia nos
dice: «Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual
lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser
hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la
que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe»
(Filipenses 3:8-9 RVR60).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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EL TERCER PASO: Hacer caso a
la exhortaciones de Pablo. Hoy día es
fácil tener una Biblia. Muchos usan la Biblia
como un amuleto pues la tiene pero no la
leen. La Palabra de Dios nos señala el
camino para hallar el bien y llegar a ser
bienaventurado (Gozoso).
La Biblia nos dice: «El entendido en la
Palabra hallará el bien, el que confía en
Jehová es bienaventurado» (Proverbios
16:20). No basta con tener una Biblia tenemos que leerla. Los que se deleitan en
la Palabra de Dios activan su poderoso Poder. Entender la Palabra, no es asunto de
inteligencia, sino revelación espiritual. La Biblia establece que los que «en la
ley del Señor se deleitan, y día y noche meditan en ella. Son como el árbol
plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, dan fruto y sus
hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hacen prospera!» (ver Salmos
1:2-3). Hacer caso a la exhortaciones de Pablo, nos permite ser
cristianos sin manchas, con el potencial de activar el enorme
PODER de Dios.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
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EL CUARTO PASO: Ser de un
mismo sentir. Debemos amar a Dios.
Mostramos nuestro amor por Dios
mediante la obediencia de Su Palabra. Los
que así lo hacen son rectos y buenos ante
los ojos del Señor. Sobre amar a Dios y
obedecer Su Palabra la Biblia nos dice:
«Ama al Señor tu Dios con todo tu
corazón y con toda tu alma y con todas tus
fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas
continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando
vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes» (Deuteronomio 6:5-7).
La clave para que nos valla bien está relacionado con hacer lo recto y bueno
ante los ojos de Dios. La Biblia nos dice: « Haz lo que es recto y bueno a
los ojos del Señor, para que te vaya bien y tomes posesión de la buena
tierra que el Señor les juró a tus antepasados» (Deuteronomio 6:18). Haz de
la Palabra de Dios tu vitamina espiritual. Ella nos enseña hacer lo recto
delante de Dios. Un cristiano sin mancha hace lo bueno y lo recto
ante Dios.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
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EL QUINTO PASO: Vivir en paz.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos
serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9). La
Biblia nos confirma que Dios bendice a los que
procuran la paz. Tenemos la responsabilidad de
buscar la paz. La Biblia nos afirma: «Si es
posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan
en paz con todos» (Romanos 12:18).
La paz es parte fundamental del reino de
Dios. «Porque el reino de Dios no es cuestión
de comidas o bebidas sino de justicia, paz y
alegría en el Espíritu Santo» (Romanos 14:7).
La paz de Dios nos conviene pues nos
permite disfrutar de la vida y gozar de
días felices. La Biblia nos dice: «El que quiera amar la vida y gozar de
días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de
proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la
paz y la siga» (1 Pedro 3:10-11).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
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PROMESA:
Si cumplen en tú vidas estos «cinco» pasos, el Dios de amor
y de paz, estará con ustedes. «En fin, hermanos, alégrense,
busquen su restauración, hagan caso de mi exhortación, sean
de un mismo sentir, vivan en paz. Y el Dios de amor y de
paz estará con ustedes» (2 Corintios 13:11).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
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SEGUNDO PRINCIPIO: No nos podemos dejar llevar, por
nuestros deseos carnales (CINCO SENTIDOS).
El alma y el espíritu. La Biblia enseña que el hombre tiene naturaleza
dual. Es decir, no solamente tiene cuerpo sino también una parte eterna,
la cual es llamada «el alma» en algunos textos y «el espíritu» en otros.
Las palabras «alma y espíritu» son casi idénticas y tienen varias
definiciones según el contexto del versículo en el cual se encuentran.
Nuestra naturaleza carnal y espiritual. Nuestra dualidad proviene de
Dios. Él nos creó con la capacidad de tener un cuerpo físico y un
cuerpo espiritual. El ser humano se compone de cuerpo fisico, alma y
espíritu. El cuerpo físico es temporero pero el alma y espíritu es eterno.
La muerte no es el fin sino el principio. Lo que la humanidad
interpreta como muerte, en realidad es «eternidad». El alma tiene
dos posibilidades, pasar la eternidad con Dios o alejado de Él.
Los que han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador
tiene garantizada la vida eterna con Dios. «La mentalidad
pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que
proviene del Espíritu es vida y paz» (Romanos 8:6).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
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El alma no muere. En los tiempos bíblicos los hebreos, estaban
convencidos que el resultado de sus experiencias en el mundo, determina
donde pasarían la eternidad. Las obras, en relación al cumplimiento de la
ley (La Tora), determinaban tu futuro en la eternidad. Para el Judío
observante de la ley, la única manera de que el ama humana alcanza el
nivel de justicia, es cumpliendo toda la ley. Jesucristo cambio TODO. La
fe, en Jesucristo, es la llave para nuestra salvación. Creer en Él le otorga a
nuestra alma el regalo de la vida eterna y la herencia (recompensa).
Misericordia y obras. Esta herencia o recompensa que el alma reciba en
el cielo está asociada con la misericordia de Dios y con nuestras obras
aquí en la tierra. Dios ha determinado, que por fe (creer en Jesús), recibe
el perdón de pecados y herencia entre los santificados (ver Hechos 26:18b).
Esta herencia está asociada con nuestras obras. La Biblia nos dice: «
Por lo tanto, no juzguen nada antes de tiempo; esperen hasta
que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la
oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada
corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que
le corresponda» (1 Corintios 4:5).
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Sin manchas
página 18
La bendición está asociada a Dios. El
deseo de nuestro creador es bendecirnos. Es por
esta razón que a través de Su Palabra y Su
Espíritu Santo nos anima a vencer el mal con el
bien. En la medida en que obedecemos
recibimos nuestra alabanza. El concepto de
recibir nuestra «alabanza» por parte de Dios está
asociado con recibir nuestra recompensa.
Nuestras buenas obras son fuente de
bendición. Hay un premio y este está
relacionado con las obras que tú haces aquí en la
tierra. La Biblia nos dice: «Porque somos
hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios dispuso de
antemano a fin de que las pongamos
en práctica» (Efesios 2:10). Entonces
cada uno recibirá de Dios la
alabanza que le corresponda (ver
Corintios 4:5).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
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No son dos sino tres. Las dos
palabras, alma y espíritu, (en el
Antiguo Testamento [NEPHESH y
RAUCH] tanto como en el Nuevo
[PSUCHE y PNEUMA]) se
pueden definir en algunos textos
como "viento" o "aliento". Este
viento, es el que sopló Dios al el
hombre, y este se convirtió en un
ser viviente.
La Biblia nos dice: «Y Dios el
Señor formó al hombre[a] del
polvo de la tierra, y sopló en su
nariz hálito de vida, y el
hombre se convirtió en un
ser viviente» (Génesis
2:7). El hombre se
compone de cuerpo,
espíritu y alma.
Antiguo Testamento:
NEPHESH y RAUCH
Nuevo Testamento:
PSUCHE y PNEUMA
Significado:
VIENTO O ALIENTO
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LA NATURALEZA DEL SER HUMANO: Cuerpo, espiritu, alma.
EL CUERPO: Nos conecta con el mundo físico. El cuerpo humano, es una de
las maravillas, más sorprendente de toda la creación. Dios diseño al hombre a su
imagen y semejanza. No estamos hablando del cuerpo físico porque Dios no
tiene cuerpo físico. Nos referimos a sus atributos como la creatividad,
sensibilidad a la belleza, capacidad de experimentar gozo y tristeza, la
inteligencia para mostrar bondad, actuar con justicia y decir la verdad. Ingenios
para soñar con posibilidades y transformarlas en realidad. Este mecanismo
biológico llamado cuerpo humano es increíble.
Computadora biológica. El cerebro tienes 13 mil millones de neuronas
trabajando sabiamente a nuestro favor. Si quisieras remplazar tu cerebro por la
computadora más perfecta del mundo, es posible que la máquina electrónica
ocupe el sitio de un edificio de setenta pisos de alto. El cerebro nos
ayuda a clasificar y guardar la informacion que nos llega a traves de
los cinco sentidos. Los cinco sentido han sido dados por Dios para que
ayudar a nuestra alma a interpretar el mundo físico. El mundo físico
no es real, pues lo que hoy se ve mañana dejara de existir, en cambio
mundo espiritual es eterno. La eternidad define la realidad.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 21
LA NATURALEZA DEL SER HUMANO: Cuerpo, espiritu, alma.
EL ESPIRITU: Esta asociado a la fuerza que nos conecta con Dios. Es nuestra
brújula espiritual. Esta conexión la podemos identificar como temor a Dios. A
causa del pecado lo que nos unia quedó roto. En la medida, en que crecemos en
el conocimiento de Dios, reparamos esta conexión. ¡Restaurar esta coneccion es
importante! En el final de los tiempos, nuestro Creador planifica restaurar el
temor de Dios. La Biblia nos dice: « Haré que haya coherencia entre su
pensamiento y su conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien
y el de sus hijos» (Jeremías 32:39).
Es muy probable que el ama y el espíritu entraran al hombre cuando Dios
sopló en su nariz hálito de vida. A partir de ese momento, el hombre se
convirtió, en un ser viviente. En el hombre había temor de Dios. La Biblia nos
dice: «Teman al Señor ustedes sus santos, pues nada les falta a los que
le temen» (Salmo 34:9). El pecado rompió nuestra conexión con
Dios. Sin esta conección dejamos de tener temor a Él. Sin nuestra
brújula espiritual, no hay coherencia entre nuestros pensamientos y
conducta. Sin esta «coherencia», lo que define nuestra realidad no
es el espíritu, sino nuestros cinco sentidos.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 22
LA NATURALEZA DEL SER HUMANO: Cuerpo, espiritu, alma.
EL ALMA: Nuestro ser internos que regresa a Dios. El alma está asociada
con las emociones y al morir el cuerpo, el alma regresa a su creador. Dentro del
cuerpo del hombre habita el espíritu y el alma. Ambas están tan y tan unidas,
que parecen una sola, pero en realidad son dos. La Palabra de Dios tiene el
poder de separarlas. La Biblia nos dice: «Ciertamente, la palabra de Dios es
viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta
lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga
los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12). «Y el mismo
Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo»
(1 Tesalonicenses 5:23).
Antes del pecado, el alma mantenía contacto, con la realidad a través
del Espíritu. El pecado rompió la conexión entre el espíritu del
hombre y Dios. Esa rotura creo una separación. La humanidad quedó
desconectada de Dios. El hombre dejó de interpretar la realidad a
través de su espíritu y comenzó a interpretar la realidad a través de
sus cinco sentido.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 23
¿En dónde hemos de pasar la eternidad? Dos
posibilidades; alejado de Dios o con Él. Algunos en su
obstinado pensamiento se niegan aceptar el mundo
espiritual. Rechazan su realidad porque no lo pueden ver o
entender. La realidad, es que existe un mundo espiritual,
donde Dios es soberano. Todo creyente en Jesucristo tiene
acceso a ese maravilloso reino en donde podemos
experimentar la plenitud que proviene de Dios.
Es Dios quien nos hace aptos para participar de Sus
bendiciones. La Biblia nos dice: «Él los ha facultado para
participar de la herencia de los santos en el reino de la luz. Él nos libró del dominio
de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos
redención, el perdón de pecados» (ver Colosenses 1:12-14).
Dios nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su
amado Hijo. Cuando hablamos del dominio de la oscuridad estamos
hablando de seguir nuestros malos deseos. En cambio cuando nos
referimos al reino de luz de Jesucristo, estamos hablando de obedecer al
Espíritu. Dios por medio de Jesucristo nos dio vida eterna, el
apoderarnos de ella, depende de nosotros.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 24
El ser humano, en esencia, es carnal. En la
medida en que crece en el conocimiento de Dios y
madura en la fe, disminuye como carnal y aumenta como
espiritual. Una persona carnal siembra para agradar a su
carne mientras que una persona espiritual siembra para
agradar a Dios. Una persona espiritual sustituye la
desobediencia por obediencia. El que siembra para
agradar al Dios, del espíritu cosecha vida eterna. Este
nivel de cristiano obtiene mayor satisfacción, haciendo la
voluntad de Dios, que haciendo la suya propia.
Nuestra carnalidad nos inclina hacia el mal mientras que
nuestra espiritualidad nos inclina hacia el bien. Es por esta
razón, de que la Biblia nos invita, a vencer el mal con el bien
(Romanos 12:21). Nuestra naturaleza pecaminosa nos
inclina a la desobediencia a Dios mientras que nuestra
naturaleza espiritual sustituye la desobediencia por
obediencia. «No nos cansemos de hacer el bien,
porque a su debido tiempo cosecharemos si no
nos damos por vencidos» (Gálatas 6:9).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 25
La recompensa de nuestras obras. Algún día, tanto el creyente como el
incrédulo, tendrá que dar cuenta por sus accione. Dios tiene un premio
reservado para todos los que se atrevieron a creer en Jesucristo, a confiar en Él
y a obedecerle. Muchos por desconocer lo valioso del premio se dan por
vencidos con facilidad.
Agradamos a Dios cuando sustituimos nuestra naturaleza carnal
por la espiritual. Al crecer en el conocimiento de Dios dejamos
de ser cristianos carnales y nos transformamos en cristianos
espirituales. La meta es estar siempre con el Señor. Cuando
Jesucristo venga por su iglesia, será un evento glorioso.
La Biblia nos dice: «Porque el Señor mismo con voz de mando,
con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego
nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos
arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en
el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los
unos a los otros con estas palabras» (1 Ts. 4:16-18).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 26
La recompensa de Dios.
¡El premio! Tanto la salvación, como la corona que nos habla la Biblia, están
relacionadas con la recompensa. La recompensa de la salvación tiene su inicio en
la misericordia de Dios. En cambio, la corona que Dios nos ha de entregar en
el cielo, está relacionada con nuestras obras.
En los tiempos finales. Cuando llegue el momento de valorizar nuestras obras
enfrentaran la prueba de fuego. En esta prueba las obras que fundadas sobre la
apariencia se quemaran pero las obras fundadas sobre la verdad se mantendrán. Si
nuestras obras pasan la prueba del fuego, recibiremos el premio.
La calidad de nuestras obras serán puesta a prueba. La Biblia nos dice:
«Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras
preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el
día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y
pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha
construido permanece, recibirá su recompensa, pero si su obra es
consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como
quien pasa por el fuego» (1 Corintios 3:12-15).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 27
Recibir la recompensa completa. A diferencia
de la salvación, que es una, hay varios grados de
recompensas. Algunos recibirán grandes galardones,
otros no. Unos obtendrán recompensas completas, otros
no. Lo que determinará lo que reciba el creyente, si un
galardón grande o pequeño, completo o parcial, es la
calidad y cantidad del servicio para el Señor.
En contraste con la salvación, la recompensa del
cristiano será proporcional a su servicio aceptable,
incluso el Señor Jesucristo con mucha frecuencia habló
del pago en relación con la labor. Después de hacerlo, usualmente aconsejó a sus
discípulos a trabajar en busca de una gran recompensa. Juan dijo: «Cuídense de no
echar a perder el fruto de nuestro trabajo; procuren más bien recibir la
recompensa completa. Todo el que se descarría y no permanece en la
enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza sí
tiene al Padre y al Hijo» (2 Juan. 1.8). Los que crecen en el conocimiento
de Dios, no se descarría, porque permanece en la enseñanza que nos
conduce a la vida eterna y por su perseverancia reciben la
recompensa completa.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
página 28
Esclavos de la carne: Son todos los que no
conocen a Jesucristo. Su naturaleza pecaminosa les
controla y nada bueno habita en ellos. Los esclavos
de la carne no tienen otra alternativa, que seguir
las paciones y deseos, de su naturaleza
pecaminosa. Hay seres humanos que con mucho
esfuerzo, de su parte, logran someter la carne pero
aun así siguen siendo esclava de ella.
Vendido como esclavo al pecado. La Biblia nos
dice: «No entiendo lo que me pasa, pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si
hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la
ley es buena; pero, en ese caso, ya no soy yo
quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí, es
decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo
hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy
yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí» (Romanos 7:14-20).
El esclavo de la carne no es capaz de hacer lo bueno.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
Sin manchas
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Controlados por la carne: Estos son, los que
conocen a Jesucristo, pero por NO están dispuesto a
«crecer en el conocimiento de Dios». Ellos en vez de
controlar la carne son controlados por ella. No son
esclavos, porque poseen la libertad, de seguir las
inclinaciones de la carne o rechazarla. En su dejadez,
viven vidas mediocres, que le impide disfrutar de la
vida «abundante» que Dios ofrece.
Nosotros podemos, controlar la carne, si nos lo
proponemos. Jesucristo rompió con la ley del pecado.
Debe haber una transformación, en nuestra manera de
pensar, si en verdad deseamos ser libre. La Biblia nos
dice: «Pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que
es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene
cautivo» (Romanos 7:23). Si en verdad deseamos, controlar nuestra carne,
debemos someternos a nuestro Creador, resistir al diablo y acercarnos a
Dios. La Biblia lo establece: «Así que sométanse a Dios. Resistan al
diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a
ustedes» (Santiago 4:7-8a).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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Los que controlan la carne. Los que están dispuestos a
pagar el precio que requiere el crecer en el conocimiento de
Dios. No son perezosos, sino que trabajan con esmero y
sirven al Señor con entusiasmo. Ellos están consciente de que
es necesario, que nuestro «yo» disminuya, para que Cristo
Bi
bli
a
aumente en nuestro Ser interior. Pablo lo definió: «Porque
para mí vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipense 1:21).
Todo el que crece, en el conocimiento de Dios, hace lo
bueno. Hacer el «bien» nos permite disfrutar de la vida «abundante» que Dios nos
ofrece. La Biblia nos dice: «Querido hermano, no imites lo malo sino lo bueno. El
que hace lo bueno es de Dios; el que hace lo malo no ha visto a Dios» (3 Juan
1:11). La Biblia nos aconseja: «Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al
Señor con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren
paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración» (Romanos 12:11-12). El
hombre espiritual no satisface los deseos de la carne. «Digo, pues: Andad
en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de
la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y
éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis»
(Gálatas 5.16-17)
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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TERCER PRINCIPIO: Tenemos la
responsabilidad de andar en el Espíritu.
Somos creados para buenas obras. La prioridad de
TODO discípulo es vivir vidas dignas del Señor,
agradándole en TODO. Hacer lo que la carne nos pide
nos roba nuestra identidad como cristiano. Somos
creados en Jesucristo para buenas obras. Incluso Dios
dispuso de antemano estas «buenas obras» a fin de que
las pongamos en práctica (ver Efesios 2:10). Nuestra
identidad como cristiano es hacer lo bueno.
Hacer lo bueno nos permite dominar el pecado. El pecado consiste en
desobedecer la Palabra de Dios. Al igual que la oscuridad, el pecado nos hace
tropezar y caer. El pecado ademas de ser desobediencia a la Palabra de Dios,
nos asecha. La Biblia nos dice: «Si hicieras lo bueno, podrías andar con
la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una
fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo» (Génesis 4:67). La Buena noticia es que nosotros podemos dominarla y con la ayuda
de Jesucristo, derrotarla. La clave de nuestra victoria esta en
vencer el mal con el bien.
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Identidad del hombre espiritual es ser bueno. El querer y el hacer
provienen de Dios. La Biblia nos dice: «Pues Dios es quien produce en ustedes
tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad» (Filipenses
2:13). Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad (1 Tesalonicenses 4:7).
Santidad implica limpieza. La Biblia establece: «Si alguien se mantiene limpio,
llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda
obra buena. Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la
justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un
corazón limpio» (2 Timoteo 2:21-22).
Nuestra meta en la carrera de la fe: Es crecer en el conocimiento de Dios. En
la medida en que «crecemos» en dicho conocimiento, los frutos del espiritu se
manifiestan en nuestra vida. «En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría,
paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No
hay ley que condene estas cosas» (Gálatas 5:22-23). En esencia esas son las
características de alguien «bueno» y las desarrollamos en la medida en
que crecemos en el conocimiento de Dios. Ser bueno no es el
objetivo, sino nuestra identidad, la desarrollamos en la medida en que
nos acercamos a la meta. La meta en la carrera de la fe es activar
el poder de Dios. Esto lo logramos en la medida en que
crecemos en el conocimiento de Dios.
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La transición de hombre carnal a espiritual es un proceso. Este
proceso requiere tiempo, esfuerzo, paciencia y determinación. En la medida
en que crecemos en el conocimiento de la Palabra de Dios, disminuimos
como hombres
carnales, y
aumentamos como
hombres
espirituales. La
meta en este
proceso, es que
nuestra voluntad se
someta
incondicio
nalmente,
a la de
Dios.
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Crecer en el conocimiento de la
Palabra de Dios requiere:
TIEMPO. La transición de
creyente carnal a espiritual es un
proceso que no ocurre de la noche a
la mañana, requiere tiempo. En la
medida en que crecemos en el
conocimiento de Dios nuestro
espíritu se fortalece y nuestra carne
se debilita.
Es una combinación de esfuerzos
donde nosotros tenemos una parte y
el espíritu de Dios tiene la parte
más importante. «El que
comenzó tan buena obra
en ustedes, la irá
perfeccionando hasta el
día de Cristo Jesús (ver Filipenses 1:6).
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Crecer en el
conocimiento de la
Palabra de Dios
requiere:
ESFUERZO. La
transición de creyente
carnal a espiritual
requiere una acción de
nuestra parte. Este
crecimiento es un
proceso que combina
ánimo, valor y fuerza.
Tenemos que
esforzarnos por
vivir vidas dignas del Señor, agradándole en TODO. Estamos hablando de
una persona comprometida a que su «yo» muera para que Cristo reine en
su ser interior. «Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el
Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del
Señor somos» (Romanos 14:8).
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Crecer en el conocimiento
de Dios requiere:
PACIENCIA. La transición de
creyente carnal a espiritual pasa
por diferentes etapas y una de
ella es la paciencia. Estamos
hablando de la capacidad de
soportar con resignación las
adversidades de la vida. Esta
virtud nos permite enfrentar las
adversidades de la vida con
agradecimiento y alegría. A
diferencia de la fe, que es
dada por Dios, la
paciencia la
desarrollamos. Todo creyente persevera pero no todos lo hacen con
paciencia. Crecer en el conocimiento de Dios nos permite perseverar
con paciencia en toda situación dando gracias con alegría (ver
Colosenses 1:11b-12a)
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Crecer en el conocimiento de Dios requiere:
DETERMINACIÓN. La transición de creyente carnal a
espiritual requiere osadía, valor y atrevimiento. La meta de
todo cristiano espiritual es que Cristo reine en su
corazón. Es una transición que demanda
tenacidad para perseverar en nuestro
compromiso de agradar a Dios en TODO. Un
incentivo, para mantener nuestra determinación
de alcanzar la meta, es recordar que algún día
tendremos que rendirle cuenta a Dios. La
Biblia nos dice: «Que cada uno de nosotros,
tendrá que dar cuentas de sí, a Dios» (ver
Romanos 14:12). El mejor consejo para
vencer el mal con el bien: «No seas
sabio en tu propia opinión; más bien,
teme al Señor y huye del mal»
(Proverbios 3:7).
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CUARTO PRINCIPIO: OBEDECE a Dios trae grandes
beneficios
La diferencia entre carnal y espiritual. La obediencia caracteriza a un
hombre espiritual mientras que la desobediencia identifica a los carnales. La
vida abundante, que Dios nos ofrece, está disponible para todos los cristianos
pero no todos se apoderan de ella. Desconocen los beneficios de la
obediencia nos hace desobedecer.
La obediencia que agrada a Dios: Implica crucificar nuestra naturaleza
pecaminosa con sus paciones y deseos. La obediencia a Dios trae bendición.
La Biblia establece: «Y tú volverás a obedecer al Señor y a cumplir todos sus
mandamientos, tal como hoy te lo ordeno. Entonces el Señor tu Dios te
bendecirá con mucha prosperidad en todo el trabajo de tus manos y en el
fruto de tu vientre, en las crías de tu ganado y en las cosechas de tus
campos. El Señor se complacerá de nuevo en tu bienestar, así como
se deleitó en la prosperidad de tus antepasados, siempre y cuando
obedezcas al Señor tu Dios y cumplas sus mandamientos y
preceptos, escritos en este libro de la ley, y te vuelvas al Señor tu
Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» (Deuteronomio
30:8-10).
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¡La Palabra de Dios nos capacita para toda buena obra! En la
medida, en que crecemos en el conocimiento de Dios, confiamos en Él y
le obedecemos. Este crecimiento está asociado con la Palabra de Dios.
«Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para
reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el
siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra»
(2Timoteo 3:16-17).
Un discípulo es un hacedor de la Palabra. En la medida en que el
discípulo, crece en el conocimiento de Dios, logra dominar, su naturaleza
pecaminosa. La meta de todo discípulo, es crucificar en forma simbólica a
esta naturaleza, en la cruz de Cristo. Un hacedor de la Palabra de Dios
tiene como prioridad hacer el bien. Su propóito como cristiano es vencer
el mal con el bien. Saber hacer el bien y no hacerlo le es pecado. La
Biblia nos dice: «Así que comete pecado todo el que sabe hacer el
bien y no lo hace» (Santiago 4:17). Ser un verdadero discípulo
implica mantenernos fieles a las enseñanzas de la Biblia. Ella
nos dice: «Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían
creído en él, y les dijo: Si se mantienen fieles a mis
enseñanzas, serán realmente mis discípulos» (Juan 8:21).
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Dios ha declarado lo que es bueno. El
ser bueno para el cristiano carnal está basado
en la apariencia pero para el cristiano
espiritual es una vivencia. Ser bueno es
nuestra identidad como cristiano. Una
persona buena se compromete con vivir
vidas dignas del Señor agradándole en
TODO. La obediencia es un criterio
indispensable para todo el que desee
agradar a Dios. El cristiano espiritual es un
discípulo y todo discípulo es un hacedor de
la Palabra. La Palabra es la que define lo
que Dios establece como bueno. En el libro
de Miqueas Dios nos dice lo que es
bueno para Él (ver Miqueas 6:8b):
Uno: Practicar la justicia.
Dos: Amar la misericordia.
Tres: Humillarnos ante
Dios.
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QUINTO PRINCIPIO: Un cristiano sin mancha
AGRADA A DIOS.
No podemos tener manchas espirituales. Entienda por mancha
pecado. La esencia del pecado consiste en desobedecer a Dios. La
voluntad de Dios esta expresada en Su Palabra. De la misma manera
que la obediencia nos acerca a Dios la desobediencia nos aleja de Él.
Pecado consiste en alejarnos de Dios. Un cristiano alejado de Dios
está lleno de manchas espirituales. Nos alejamos cuando buscamos satisfacer
nuestra voluntad y no la de Dios. Hacer nuestra voluntad y satisfacer nuestra carne
siempre nos encamina a desobedecer a Dios. En cambio satisfacer al Espíritu nos
permite hacer la voluntad de Dios. La obediencia nos es beneficiosa pero la
desobediencia nos mancha. Ser un cristiano sin mancha es sinónimo de ser un
cristiano limpio. La Biblia nos dice: «Si alguien se mantiene limpio, llegará a
ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda
obra buena» (2 Timoteo 2:21). Los de corazón limpio son cristianos sin
manchas. La Biblia nos dice: «Huye de las malas pasiones de la juventud,
y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que
invocan al Señor con un corazón limpio» (2Timoteo 2:22).
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Limpieza espiritual. La desobediencia a Dios nos
mancha. Tenemos la obligación de ser cristianos sin manchas.
Estamos hablando de cristianos, comprometidos con crecer, en
el conocimiento de Dios. Este crecimiento nos aleja del pecado
y nos acerca a las bendiciones del Señor. Mientras estemos en
esta tierra, es importante crecer, en la cosas de Dios.
Dejar de crecer en las cosas de Dios es peligroso. El
enemigo anda en busca de lugares donde habitar. La Biblia nos dice: «Cuando un
espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos, buscando descanso sin
en contrarlo. Entonces dice: “Volveré a la casa de donde salí.” Cuando llega, la
encuentra desocupada, barrida y arreglada. Luego va y trae a otros siete espíritus
más malvados que él, y entran a vivir allí. Así que el estado postrero de aquella
persona resulta peor que el primero. Así le pasará también a esta generación
malvada» (Mateo 12:43-45).
Responsabilidad compartida. Jesucristo nos limpia del pecado pero
es nuestra responsabilidad el mantenernos limpio. Nos mantenemos
limpio en la medida en que continuamos creciendo en el conocimiento
de Dios. Este crecimiento implica estar lleno del Espíritu Santo.
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Cinco recomendaciones que garantizan un corazón sin manchas. Si en
realidad queremos, estar sin «manchas»
ante Dios, debemos de dejar de hacer lo
malo. La Biblia nos dice: «Huye de las
malas pasiones de la juventud, y esmérate
en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz,
junto con los que invocan al Señor con un
corazón limpio» (2 Timoteo 2:22). Estar sin
mancha es sinónimo de estar limpio. Un
corazón limpio agrada a Dios.
Fomentamos la limpieza espiritual cuando
nos alejamos del mal y buscamos el bien.
Nos alejamos del mal cuando huimos
de las paciones de nuestra
juventud. Nos acercamos al bien
cuando nos esmeramos en
seguir la justicia, la fe, el amor
y la verdad.
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1
Uno: Huye de las malas pasiones de la juventud. Con el
pecado no se juega. El pecado es desobediencia a la Palabra de
Dios. Cuando la Biblia dice: “Porque todos han pecado”, quiere
decir que todos han quebrantado (desobedecido) la ley de Dios.
Cuando dice: “la paga del pecado es muerte”, quiere decir que el
quebrantamiento (desobediencia) de la ley, automáticamente nos
condena a la muerte. Cuando
Dios dice que sus pecados lo
separan de Él, está hablando
de usted quebrantando Sus
leyes. ¡El pecado es
quebrantar la ley de Dios!
¿Puede alguien echarse
brasas en el pecho
sin quemarse la
ropa? (Proverbios
6:27). ¡Huye de
las malas
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2
Dos: Esfuérzate (esmérate)
en seguir la justicia.
Practicar la justicia es uno de los
tres requisitos establecido por
Dios para definir lo que es bueno
(ver Miqueas 6:8). La justicia y
el derecho son el fundamento del trono de Dios.
La Biblia nos dice: «La justicia y el derecho son
el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el
amor y la verdad» (Salmos 89:14). «Dichosos
(felices) los que practican la justicia y hacen
siempre lo que es justo» (Salmos 106:3).
Practicar la justicia nos es más beneficioso
que acumular riqueza. «En el día de la
ira (cuando Dios juzgue a la
humanidad) de nada sirve ser rico,
pero la justicia libra de la muerte»
(ver proverbios 11:4).
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Tres: Esfuérzate (esmérate) en
seguir la fe. La fe mueve montañas.
El apóstol Pablo, definió la fe, como la
certeza de lo que se espera y la
convicción de lo que no se ve (Hebreo
11:1). ¡La fe nos hace justo ante Dios!
«Porque sostenemos que todos somos justificados por
la fe, y no por las obras que la ley exige» (Romanos
3:28). «De hecho, en el evangelio (buenas noticias) se
revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por
fe de principio a fin, tal como está escrito: «El justo
vivirá por la fe.»» (Romanos 1:17). «El insolente no tiene
el alma recta, pero el justo vivirá por su fe» (Habacuc
2:4). Nuestra fe en Jesucristo combinada con
nuestras buenas obras activan el poder
manifestado en la resurrección (ver Filipenses
3:10b). Este poder esta accesible para los
que creen en Jesucristo, confían en Él y
le obedecen.
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Cuatro: Esfuérzate (esmérate) seguir el
amor. El amor de Dios es tan grande que llega a los
cielos (Salmos 57:10a). El amor de Dios garantiza la
recompensa de todos los que se esfuerzan en ser
«limpios» ante Dios. La Biblia nos dice: «Que tú,
Señor, eres todo amor; que tú pagarás a cada uno
según lo que merezcan sus obras» (Salmos 62:12). El amor de Dios,
no es un sentimiento, sino una poderosa fuerza, que nos cubre y nos
es beneficiosa. Hay tres fuerzas o virtudes que son permanentes en
toda la creación:
La fe.
La esperanza.
El amor.
De las tres fuerzas, la más excelente de ellas, es el amor
(ver 1 Corintios 13:13). Nuestro Dios es grande en amor:
«Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento
para la ira, y grande en amor y verdad» (Salmos
86:15).
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Cinco: Esfuérzate (esmérate) en seguir
la paz. «Apártate del mal, y haz el bien; Busca
la paz, y síguela» (Salmos 34:14). Seguir la paz
es seguir a Dios. «El Dios de paz sea con todos
ustedes» (Romanos 15:33). Dios observa a los
que son íntegros y rectos: hay porvenir para quien
busca la paz pero «TODOS» los pecadores serán
destruidos; el porvenir de los malvados será el
exterminio» (ver Salmos 37:37-38). ¡Buenas
noticias! «Sométete a Dios; ponte en paz con él, y
volverá a ti la prosperidad» (Job 22:21).
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Acercarnos al
bien es
sinonimo de
obedecer a
Dios. Un
cristiano sin
mancha es todo
aquel que obedece
la Palabra de
Dios. Cuando
huimos de las
paciones de
nuestra
juventud
y nos esmeramos en seguir la justicia, la fe, el amor y la verdad
eliminamos las manchas espirituales. Las manchas espirituales las
asociamos con pecado. El pecado lo asociamos con desobedecer la
Biblia. En la medida en que obedecemos la Biblia estamos sin
manchas espirituales.
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SEXTO PRINCIPIO: Nos conviene RENDIRNOS a Dios
Rendirnos a Dios implica someternos a Él. Si en verdad deseamos agradar
a Dios tenemos que crucificar nuestra naturaleza pecaminosa con sus pasiones y
deseos (ver Gálatas 5:24). Esta tarea es imposible, a menos que la influencia de la
carne (cinco sentido), sea sustituida por la influencia del Espíritu Santo. En la
medida en que crecemos en el conocimiento de Dios maduramos espiritualmente.
Esta madurez nos permite hacer la voluntad de Dios y no la nuestra. Alcanzar la
plenitud de la madurez espiritual
requiere que nuestro orgullo
mengue y florezca en nosotros la
humildad. «Dios se opone a los
orgullosos, pero da gracia a los
humildes». Así que sométanse a
Dios. Resistan al diablo, y
él huirá de ustedes.
Acérquense a Dios, y él
se acercará a ustedes»
(Santiago 4:6b-8a).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 2:
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Someternos a Dios: Implica
reconocer que sin su ayuda, no
podemos apoderarnos, de la
buena vida que Dios nos
ofrece. Aun lo imposible, es
posible para los que se someten
a Dios. Él ordena y nosotros
obedecemos. Obedecer a
Dios y someternos no es
igual. Una persona que
obedece a Dios, puede tener
duda de las bondades de Dios
pero una persona que se somete
a Dios, está convencida de
que Dios es bueno. Un
cristiano que ha
decidido obedecer a Dios, de vez en cuando, le desobedece pero un
cristiano comprometido con someterse a Dios es casi imposible que
le desobedezca. Someternos a Dios hace que nuestro orgullo
mengue y florezca nuestra humildad.
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Resistir al diablo, y este,
huira de nosotros. Resistir
al diablo es una ley espiritual,
que nos brinda esperanza
cuando nos encontramos, bajo
el ataque de Satanás. ¡Ánimo!
Rendirnos a Dios en la guerra
espiritual implica obedecer a
Dios en todo tiempo. Conocer
que Dios es bueno nos
permite vencer las inquietudes
y las angustias con que
Satanás intenta robarnos la
paz. La Palabra nos
revela que si
resistimos al diablo,
esto implica aferrarnos a Dios de TODO corazón, Satanás tendrá que huir
de nosotros. Él no huye, porque usted o yo seamos poderosos, él huye
porque nuestro Dios es PODEROSO. Entender esta verdad hace
que nuestro orgullo mengue y florezca nuestra humildad.
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Acercarnos a Dios y Él
se acercará a nosotros.
Mantenernos limpios
espiritualmente garantiza
nuestra cercanía a Dios. Un
cristiano sin «manchas»
está preparado para toda
buena obra. Si nos
mantenemos limpios, nos
acercarnos al Señor y Él, a
nosotros. El mantenernos
sin manchas nos permite,
llegar a ser un vaso noble,
para nuestro Creador.
La Biblia nos
dice: «Si alguien
se mantiene
limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y
preparado para toda obra buena» (2 Timoteo 2:21). En la medida
en que nos acercamos a Él, Dios se acerca a nosotros.
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Resumen:
En el principio el hombre estaba conectado espiritualmente a su creador. El
pecado rompió esta conexión. A partir de ese momento la mancha del pecado
infecto al hombre y el mal, comenzó a dominar sobre el bien. A raíz de este
desastre, hoy día vivimos tiempos muy difíciles donde lo malo parece bueno y
lo bueno, malo.
Nos conviene hacer el bien. No hacemos el bien para que nos llamen bueno sino
para activar el glorioso poder de Dios. Hacer el bien nos da acceso a la vida
abundante que Dios nos ofrece. Cinco pasos que nos dan acceso a la vida
abundante:
1.
2.
3.
4.
5.
Alégrense
Buscar nuestra restauración.
Hacer caso a la exhortación de Pablo.
Ser de un mismo sentir.
Vivir en paz.
Sin mancha
Radiante
RESUMENLecc.de
1: Dios - Lecc. 1:
Un líder conforme
al corazón
página 55
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