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OBISPADO DE CHILLÁN
Libertad 640. Casilla 117
Fonos: 211801-222337. Fax: 227240
Chillán
HOMILÍA ANIVERSARIO DE LOS 40 DE LA PASCUA DEL
PADRE JOSÉ KENTENICH
“Con el oído en el corazón de Dios,
y con la mano en el pulso del tiempo”
(P. Kentenich)
Con estas palabras el P. José Kentenich, expresaba su profunda
experiencia de fe y mostraba camino a aquellos que lo seguirían
más tarde en el movimiento de Schoenstatt. Hace 40 años la
comunidad Schoenstatiana lloró la partida del siervo de Dios P. José
Kentenich, y renovó su compromiso de cultivar en sus vidas la
misma actitud de su fundador. Como María Santísima ante el
anuncio del Ángel; la familia Schoenstatiana, y toda la Iglesia esta
tarde, pide la gracia de reconocer en la simplicidad de este momento
la grandeza de la misericordia de Dios y su irrupción de gracia en
nuestros corazones. La obra nacida a comienzos del siglo pasado,
como fruto de la labor pedagógica del P. José Kentenich en el
Seminario menor de la comunidad de los Padres Palotinos, en
Schoenstatt, Alemania, vuelve sus ojos y su corazón al Padre de los
Cielos, como tantas veces lo hizo su Padre fundador, para llegar a
Jesucristo a través de María, Madre y educadora, a quien la Familia
aquí presente reconoce como Reina y Vencedora, Tres veces
Admirable de Schoenstatt.
La liturgia de la Palabra de esta tarde, en que celebramos con la
Iglesia Universal a Nuestra Señora de los Dolores, nos presenta la
figura de María Santísima, la Madre del Señor, quien acepta todas
las consecuencias gozosas y dolorosas de la misión de su Hijo como
Madre del Redentor. Modelo de obediencia cristiana, María nos
presenta una actitud dispuesta a seguir la voluntad de Dios, en su
reconocido “fiat”, “hágase en Mí, según tu Palabra”. En la actitud
obediente de María, encontramos la inspiración que le permitió al
Padre José Kentenich alcanzar, vivir, y entregar la profunda
espiritualidad mariana que le ha dejado como herencia a la Iglesia
Universal.
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El relato del Evangelio de San Juan que nos presenta a Cristo, como
Rey triunfante, desde el madero de la cruz, nos manifiesta la forma
como nace la nueva familia de la Iglesia. En ella María Santísima se
nos entrega como nuestra Madre, quien entra en nuestras vidas con
una relación nueva de particular amor y entrega. Al recordar 40
años de la pascua del Padre Kentenich, reconocemos en él a quien
vivió plenamente la experiencia de acoger a María en su vida y ser
acogido por Ella en su escuela de discipulado. Su vida fue un
constante experimentar la filiación mariana, como camino
privilegiado para llegar al Padre. Consagró su vida a Jesucristo,
quien es nuestro Maestro, Sacerdote y Pastor. Supo reconocer en los
signos de los tiempos un especial llamado al heroísmo de la fe, como
lo decía tantas veces: “con el oído en el corazón de Dios y con la
mano en el pulso del tiempo”; se entregó con toda el alma a la
renovación espiritual de la Iglesia y del mundo, a la necesidad de
ser corresponsable con María en la misión apostólica que nos
entrega Jesucristo. Su gran tesoro fue la intuición que tuvo de
reconocer en la Alianza con María, la concreción de la Alianza
bautismal; en ello, el P. Kentenich, encontró el camino de
santificación y la fuente de su fecundo apostolado.
La historia de Schoenstatt se encuentra identificada a muchos
acontecimientos, la gran mayoría simples pero de profundo
significado, y que han llevado al Movimiento a convertirse en un
instrumento privilegiado de devoción mariana y servicio a la Iglesia.
La alianza de amor es el centro de la espiritualidad Schoenstatiana;
así lo entendió su fundador a quien recordamos hoy, quien vio esta
alianza como una forma original de renovar el conocimiento
asumido en el bautismo, donde el cristiano se incorpora
personalmente a la historia de salvación. Esta alianza de amor, se
hace concreta a través de la sincera búsqueda de la santidad en la
vida diaria, el cultivo de una espiritualidad donde los hijos e hijas
de Dios son instrumentos en sus manos, y una profunda fe
práctica en la Divina Providencia.
En esta gran tarea, María es la que acoge, sana, y educa en
nosotros una vida plena, responsable y fecunda. La vinculación con
el Santuario, gran lugar de gracia, nos regala la acogida, entrega el
cobijamiento, que nos da las fuerzas para la transformación interior
y nos impulsa a la gran misión apostólica que se debe hacer
concreta en el mundo actual.
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El gran milagro del Siervo de Dios, Padre José Kentenich, es el
mismo Movimiento de Schoenstatt, que en su apostolado confirma
el compromiso de su fundador de ser fermento en la masa del
mundo de hoy, agradeciendo la acción que ejerce María como Madre
de la Iglesia, quien nos enseña a vivir al estilo de Jesús. En esta
tarde feliz, miramos al Padre Kentenich como al hombre visionario
que supo mirar los tiempos nuevos y las profundas crisis humanas
de todos los tiempos, con los ojos de la fe y de la mano de María.
Con un corazón gozoso podemos decir que su muerte es fecunda en
cada uno de los miembros del Movimiento de Schoenstatt, que
viviendo con seriedad su espiritualidad, conquistan el mundo para
Cristo.
Como tantas veces antes, “con el oído en el corazón de Dios y con la
mano en el pulso del tiempo”, la gran familia de Schoenstatt en el
mundo entero, recuerda su fundador, y renueva el compromiso
asumido por él al servicio de la Iglesia. Desde nuestra Iglesia
Catedral de Chillán, nosotros también pedimos una irrupción de
gracia en la vida y misión de toda la Iglesia, a través del servicio
apostólico de la familia Schoenstattiana, para que se comprometan
cada vez más profundamente en su vida cristiana, siendo testigos
en Ñuble y en el mundo de la grandeza de Dios.
Frente al altar de Nuestro Señor Jesucristo, pedimos la intercesión
poderosa de Nuestra Señora de Schoenstatt para poder cumplir con
la gran tarea de “hacer lo ordinario extraordinariamente bien por
amor a Dios”. De manera que en lo cotidiano y en lo simple de
nuestra vida diaria, reciba el Señor, por María Nuestra Madre, el
honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
† Mons. Carlos Pellegrin Barrera
Obispo de Chillán
Chillán, Septiembre 15 de 2008.-
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