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QUIERO SABER / ESPÍRITU DE PROFECÍA – Julio de 2004 El pecado imperdonable - II ¿En qué consiste el pecado imperdonable? Responde DANIEL OSCAR PLENC director del Centro de Investigaciones White en la Argentina. En las Escrituras, encontramos el registro de personas que pecaron contra el Espíritu Santo: e) Judas. Para el tiempo de la última cena, “el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote hijo de Simón que lo entregara” (Juan 13:2). Al haber rechazado la última oportunidad de arrepentimiento y confesión, “Satanás entró en él” (Juan 13:27). ¿Qué quiso decir Jesús cuando habló de pecado contra el Espíritu Santo en Mateo 12:31-32? Elena de White lo comenta de esta manera: “Ellos [los fariseos] atribuían a influencias satánicas el santo poder de Dios, manifestado en las obras de Cristo. De ese modo, pecaron contra el Espíritu Santo. Obstinados, sombríos y duros de corazón, decidieron cerrar los ojos a toda evidencia, y así cometieron el pecado imperdonable” (Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 1067). La aplicación espiritual trasciende la experiencia de los fariseos. “En nuestros días, los hombres se han colocado donde son completamente incapacitados para llenar las condiciones del arrepentimiento y la confesión; por lo tanto, no pueden hallar misericordia y perdón. El pecado de la blasfemia contra el Espíritu Santo no radica en cualquier palabra o hecho súbito, sino en la firme y determinada resistencia contra la verdad y la evidencia” (Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 1068). Su tesis principal se evidencia en las siguientes palabras: “Nadie necesita considerar el pecado contra el Espíritu Santo como algo misterioso e indefinible. El pecado contra el Espíritu Santo es el pecado de un rechazo persistente a responder a la invitación a arrepentirse” (A fin de conocerle, p. 245). “La manifestación más común del pecado contra el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del Cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazo de Cristo es un paso hacia el rechazo de la salvación y hacia el pecado contra el Espíritu Santo” (El Deseado de todas las gentes, pp. 291, 292). Ante una consulta concreta sobre el pecado contra el Espíritu Santo, Elena de White escribió una carta personal, con pensamientos iluminadores y consoladores sobre este tema: “Hermano P, usted pregunta si ha cometido el pecado que no tiene perdón en esta vida o en la venidera. Contesto que no veo la menor evidencia de que éste sea el caso. ¿En qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo [...] Por medio de su Espíritu es como Dios obra en el corazón humano; y, cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el conducto por medio del cual Dios puede comunicarse con ellos. Al negar la evidencia que a Dios le agradó darles, apagan la luz que había resplandecido en sus corazones y, como resultado, son dejados en tinieblas [...] Hermano mío, el Espíritu lo invita hoy. Acuda de todo corazón a Jesús. Arrepiéntase de sus pecados, haga su confesión a Dios, abandone toda iniquidad y podrá acogerse a sus promesas. ‘Mirad a mí, y sed salvos’ (Isa. 45: 22), es su misericordiosa invitación [...] Mientras usted lea las promesas que le he presentado, recuerde que son la expresión de un amor y una compasión inefables. El gran corazón lleno de un amor infinito se siente atraído hacia el pecador con compasión ilimitada” (Joyas de los testimonios, t. 2, pp. 265, 266). En síntesis, el pecado contra el Espíritu Santo es: (a) Persistir en la impenitencia; (b) Rechazar permanente y definitivamente al Espíritu Santo, que convence de pecado y guía a la verdad (Juan 16:8, 13); c) No confesar el pecado ni desear su perdón, y (d) Atribuir a Satanás la obra del Espíritu Santo. No en vano, Pablo exhorta a sus lectores de entonces y de ahora a no apagar o entristecer al Espíritu (1 Tes. 5:19; Efe. 4:30).