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“PON LA PALABRA EN TU BOCA” POR: FELIPE DEL CASTILLO Deuteronomio 11:18‐21 Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis por señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas, ora sentado en tu casa, o andando por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes: Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus portadas: Para que sean aumentados vuestros días, y los días de vuestros hijos, sobre la tierra que juró Jehová a vuestros padres que les había de dar, como los días de los cielos sobre la tierra. La palabra de Dios es el alimento espiritual que Dios nos quiere dar cada día y debemos alimentarnos de ella. Toda persona que ha recibido a Cristo como su Señor y Salvador o que ha tenido una experiencia con Jesucristo, no debiera ser negligente sobre la palabra de Dios, porque el diablo gana ventaja cuando un cristiano no reconoce la importancia, ni vive en su vida lo que la palabra de Dios debe ser para nosotros. Es por eso que hacemos énfasis en que leas la palabra de Dios aunque estés cansado o triste; antes bien, con mayor razón debes ir a la palabra y hacer de ella el alimento espiritual que tu necesitas. Una persona que no reconoce la importancia de la palabra de Dios en su vida, no mentalmente sino con sus actitudes fácilmente se le podrá robar aún lo que Dios le ha dado, aún las promesas y las grandes victorias que Jesús nos da, el engaño del diablo podrá venir y robarle fácilmente. Es por eso que necesario que cada uno de nosotros cobremos responsabilidad y busquemos de todo nuestro corazón alimentarnos de la palabra de Dios. Deuteronomio 11 nos lo dice por tanto pondrás estas mis palabras en tu corazón y en tu alma y las atarás como señal en tu mano y te serán por frontales entre tus ojos. Esta hablando de algo simbólico; aunque en algún tiempo tomaron esta porción como algo literal y los judíos ortodoxos muy apegados a la religión judía se ataban pequeños pergaminos en la mano y en la frente con algunas porciones de la palabra la ley de La Toráh, tomando literalmente lo que el versículo dice. La aplicación específica del versículo es simbólica “trae la palabra de Dios en tu mano” es decir para todo lo que tu hagas con tu mano, para todo lo que tu extiendas tu mano, considera la palabra de Dios, en tu mente, todo lo que tu pienses, todo lo que vayas a decidir, todo lo que vayas a sentir, considéralo con la palabra de Dios primero. El verso 19 dice las enseñarás a tus hijos hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Como es que un padre cristiano va a guiar en el camino del Señor a sus hijos si no conoce la palabra de Dios, yo sé que todos tenemos capacidades diferentes y que probablemente ahora con y tanta enseñanza en las escuelas tan avanzadas y la tecnología de las computadoras los hijos puedan aprender más que los padres. Pero la Biblia sigue diciendo que es responsabilidad de los padres enseñar de Dios a sus hijos, no puedes confiar que le enseñen a tus hijos de la palabra de Dios en las congregaciones, la responsabilidad de enseñarle de Dios a los hijos es tuya y no de ninguna congregación, ni de ninguna escuela, ni de ningún amigo, ni de ningún maestro, ni de ningún líder o pastor. La responsabilidad de enseñarles la palabra de Dios a los hijos es de los padres. Pero como vamos a enseñar la palabra de Dios, si nosotros no la comemos, si no la recibimos, si no estamos buscando la palabra de Dios. La Biblia dice la enseñarás a tus hijos hablando de ella cuando te sientes, en la mesa a comer o cuando te sientes a convivir en la sala de la casa, comparte la palabra de Dios, si conoces los principios de la palabra de Dios y compártelos en todo momento con tus hijos y con las personas con las que estas conviviendo. La Biblia dice “habla” la palabra cuando te sientes, cuando andes en el camino, hay mucho tiempo muerto cuando nos trasladamos en bicicleta, en camión o a pie, o en carro de un lugar a otro, tiempo en el que vamos escuchando la canción del camión, o viendo los edificios, o los nuevos modelos que salieron del carro que te gusta, y vamos ahí perdiendo el tiempo en los momentos de traslados, pero dice la Biblia que cuando andes en el camino hables la palabra de Dios. Parece que Dios quiere enseñarnos que el hablar Su palabra es importante, háblala cuando te acuestes, háblala cuando te levantes, podemos pensar: “bueno pues querrá que todo el día esté hablando la palabra de Dios”, y sí, eso quiere decir el Señor, que todo lo que hables, que todo lo que estés comprometido a decir siempre sea de acuerdo a la palabra de Dios. No religiosamente, no que hables de versículos bíblicos todo el día, sino que constantemente estés poniendo en tu boca los principios de Dios y su palabra. Es verdad que todos los días enfrentamos dificultades y luchas, y la manera en que un cristiano debe enfrentar sus luchas, sus tentaciones y problemas es como Jesús lo hizo con la palabra de Dios, cuando Él fue tentado por el diablo en el desierto ¿qué usó Jesús para resistir la tentación? La palabra de Dios, inclusive tanto la usó Jesús contra satanás que el mismo diablo la usó contra Él cuando le dijo: escrito está sus ángeles mandará para que tu pie no tropiece en piedra… aviéntate del pináculo más alto que la palabra dice que te van a tomar los ángeles y te van a cuidar, pero Jesús le volvió a contestar con la palabra escrito esta no tentarás al Señor tu Dios. Jesús nos da el ejemplo de poner la palabra en nuestra boca, la Biblia dice que Jesucristo no habla nada que proviniera de Él, sino que todo lo que Él hablaba era lo que Él había oído decir al padre. Debemos reconocer el señorío de Jesucristo sobre nuestras vidas no solamente que Jesús es nuestro salvador, ciertamente primero es nuestro salvador, pero después Él quiere que lo hagamos nuestro Señor. Y como Jesús lo dijo yo no hablo nada de mi propia cuenta, sino hablo todo lo que he oído al padre, así también nosotros, si algo hablamos que no conviene, debemos dejar nuestras justificaciones y nuestras excusas para hablar de lo que no conviene y decir, yo hablo lo que el Señor ha tratado en mi propia vida. Josué 1:8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Dios habla que no sólo hay que conocer la palabra; una vez que leemos la palabra lo que sigue es que debemos ponerla en nuestra boca. Y cómo vamos a poner en nuestra boca algo que no conocemos. Algunos creíamos que iba a venir el Espíritu Santo a decirnos los versículos bíblicos o las promesas bíblicas en los momentos de debilidad, porque Él se sabe la palabra, y uno podría pensar que aunque uno no medite o estudie la palabra el Espíritu Santo nos va a dar las palabras adecuadas, pero ¡no es cierto!. El Espíritu Santo puede poner en el momento de debilidad o prueba únicamente la palabra de Dios que tu has introducido a tu vida cuando la has leído, estudiado o meditado. Él no puede recordarte una palabra que no has estudiado, que no has leído o escuchado. Así que el primer paso es leer la palabra u oír la palabra y el segundo paso es ponerla en tu boca; dice la Biblia que no se aparte de tu boca este libro de la ley, y aquí hay algo que a Dios le interesa decirnos y es que ¡no se aparten de nuestra boca!. No es el conocer, ni el oír, ni el saber la palabra de Dios lo que causa que prosperemos en nuestro camino y todo nos salga bien; dice la Biblia específicamente que lo que causa que prosperemos en nuestro camino y todo nos salga bien es a causa de poner la palabra de Dios en nuestra boca. A muchos se nos enseñó a orar en la mente, pero la Biblia dice que lo hagamos con nuestra boca, Jesús dijo: pedid y se os dará. No se puede pedir sólo con la mente. Aún el contexto de esta cita nos habla de alguien que viene y dice: necesito esto. Y si para empezar no leemos la palabra, lo primero que debemos hacer es leer la palabra de Dios y después ponerla en nuestra boca. El Salmo 119: 170‐172 también nos habla al respecto. Entrando en el contexto de esta cita bíblica la persona que la escribe esta orando y clama pidiendo que su oración llegue delante de Dios: Venga mi oración delante de ti: líbrame conforme á tu dicho. Mis labios rebosarán alabanza, cuando me enseñares tus estatutos. Hablará mi lengua tus dichos; porque todos tus mandamientos son justicia. Dios desea que tu lengua hable la palabra de Dios, que menciones la palabra de Dios, no necesariamente compartiendo de Dios a otros, pero confesando la palabra de Dios. Este mismo salmo en el verso 11 nos da una clave para no pecar, muchos de nosotros caemos ante la tentación, cuando viene alguna situación que nos quiere hacer enojar con violencia, o nos hace abrigar lascivia o lujuria, o aún pensamientos de fornicación, o adulterio, robo, celos, envidia, pleitos, etc. y caemos y sucumbimos ante ellos, pero la palabra de Dios nos enseña como resistir la tentación en el Salmo 119:11 En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti. Así que cuando dices la palabra de Dios y la crees en tu corazón al hacer esto la palabra adquiere poder y se convierte en un arma para defendernos contra los ataques del diablo. En efesios 6 dice que tomemos la espada del espíritu, que es la palabra de Dios, pero no podemos tomar el libro de la Biblia y al momento de tener un cheque rebotado golpear con la Biblia al cheque y así luchar con la palabra, porque no habla del libro, habla de que declaremos la palabra, porque mientras no confesemos la palabra, la espada permanece enfundada. Cuando declaramos la palabra de Dios y la creemos en nuestro corazón es entonces cuando sacamos la espada y empezamos a pelear contra las situaciones adversas, contra los espíritus, las enfermedades, la apatía, la depresión, etc.. Así que afirmar lo que Dios ha dicho es importante; esto es lo que llamamos una declaración o una confesión. Declara y confiesa la palabra; no nos referimos a pensar y repetir algo que anhelas como un carro o casa, como quien cree que con sólo mencionarlo lo atraerá con un pensamiento positivo, por ejemplo hay quien dice: ¡Quiero un audi, quiero un audi! Creyendo que lo tendrá. Más hablamos de declarar lo que Dios dice en su palabra, y sí en ella dice que Dios que te puede dar algo o que te puede sanar, entonces tu puedes declarar aquella palabra, con la confianza de que Dios se compromete a que así suceda. Marcos 11: 23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Esta palabra en el evangelio de Marcos confirma nuevamente que lo que “digamos será hecho”, porque no dice que lo que crea le será hecho, sino que dice: lo que diga, será hecho. Dile a ese monte quítate y échate en el mar, y lo que digas te será hecho, y si tu crees lo que dices en el corazón y lo confiesas con la boca creyéndola con fe, no como una receta mágica, pero creyéndola con fe y declarándola con la boca: lo que digas te será hecho. Hay montes en nuestra vida como la depresión, los celos, (los pensamientos con los que tu luchas) el menosprecio, el temor, y cualquiera que sea el monte que tengas quiero decirte que hay una promesa de Dios con respecto a tu problema en particular, y si la pones en tu corazón y la declaras con tu boca y le dices a ese monte que se mueva y le confiesas lo que la palabra dice en contra de esa situación, lo que digas te será hecho, eso dice la Biblia en palabras de Jesús. Romanos 10:8‐10 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Esta palabra nos confirma que están ligadas la creencia en el corazón y la confesión o la declaración con la boca. Apocalipsis 12:9‐11 Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Dice la palabra y ellos (esta hablando de nosotros) le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Y sabemos que Jesucristo fue el que venció en la cruz del calvario, que cuando satanás creyó que ya todo estaba terminado y que Jesús se iba a quitar de su reino, Dios le levanto de entre los muertos y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Él es el Señor. La victoria es de Jesús, Él exhibió públicamente a los principados y potestades derrotados en la cruz del calvario triunfando sobre ellos, Él apareció para deshacer las obras de satanás y el gran triunfo de Jesucristo fue su sacrificio en la cruz, cuando por medio de Su sangre nos limpió del pecado; siendo este último la principal arma que el diablo tenia contra nosotros, por medio de la cual nos jalaba, nos atormentaba y nos poseía en ciertas áreas de nuestra vida. Jesús es nuestra victoria, Él ha vencido en la cruz del calvario y la sangre derramada de Jesús es lo que nos da la victoria, Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra. ¡Diga una palabra con la mente!… podemos pensar una palabra con la mente, pero no la podemos decir ¿o si?, podemos pensar, pero decir es declarar, es poner la palabra en nuestra boca. Ellos le han vencido por medio de la palabra del testimonio. Cuando declaramos la palabra de Dios, lo que Él ha dicho que a hecho por nosotros y lo presentamos delante de satanás, él tiene que retroceder porque señalamos que Jesucristo ha vencido en la cruz y que Jesús nos ha dado todas las promesas que Él conquistó para nosotros, y por esas promesas le estamos diciendo a satanás ¡retírate de delante de nosotros! y él tiene que retirarse en el nombre de Jesucristo. Pon la palabra en tu boca, el Salmo 107:1‐2 Alabad a Jehová, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia. Díganlo los redimidos de Jehová, los que ha redimido del poder del enemigo. ¿Ya has sido redimido, ya has sido trasladado de las tinieblas a la luz?. ¡Dilo! dice la Biblia díganlo los redimidos del Señor. No dice que lo creas, dice que lo digas. En los momentos de conflicto, en los momentos cuando lloras, en los momentos cuando eres engañado por el diablo para que confieses destrucción y maldición (¡no sirvo para nada!, ¡me va a ir mal!). En esos momentos declara la palabra de Dios… dice díganlo los redimidos del Señor, di la palabra, háblale a las cosas la palabra de Dios, habla lo que no es, como si fuera… porque por fe andamos y no por vista. Cuando el problema esté delante de ti, declara la palabra; no quiere decir que tengas que hablar cosas locas creyendo que el problema no esta delante de ti, no es así, el problema esta ahí, pero la palabra de Dios dice que lo que hay que hacer es que cuando ores le declares al problema las promesas de Dios, si tu problema es financiero apréndete de memoria las promesas de provisión y cuidado y de seguridad de Dios para tu vida y declaralas. Di la palabra que tu también tienes parte en la lucha, sabemos que a veces el desánimo y la frustración se quieren señorear de nosotros para vencernos, y en esos momentos no podemos ver con claridad, pero en cuanto alguien nos haga ver o en cuanto Dios nos muestre a través de Su Espíritu Santo trayendo a la mente una verdad de las que hemos aprendido “di la palabra”, “menciónala. Algunas personas cuando están enfermas dicen: “pues acepto la enfermedad porque el Señor quiere que sufra un poquito” o “Señor voy a sentir un poco de aquel sufrimiento que tu tuviste en la cruz por mi”. Esa es la enseñanza tradicional de la religión popular en México, que dice que cuando estés en una situación difícil o enfermedad se la ofrezcas a Dios porque así participas de aquel sacrificio; como diciendo: “sí Jesús reconozco que esto no es nada comparado con lo que tu pasaste en la cruz”. Y ciertamente pasaremos por cosas semejantes a las que pasó Jesús, pero la Biblia nos enseña que enfrentemos a los problemas confesando lo que la Biblia dice; pero qué pasa si estoy dice y dice la palabra y no pasa nada, pues entonces Dios revelará a tu vida porque estas en esa circunstancia. Pero lo primero y lo básico que puedes hacer es declarar la palabra de Dios, declarando lo que no es como si fuera. Y si no hay el dinero, si no hay el trabajo, si las ventas se están cayendo, tu puedes decir: “Señor, aunque las ventas se caigan, mi dinero no proviene de las ventas, proviene de Ti, Tu eres mi proveedor y mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme Sus riquezas en gloria”. Yo declaro ante este problema de falta de esto… Tu palabra. ¿Y qué pasa si esto no funciona Felipe? Entonces ora a Dios para que Dios te muestre que esta pasando, aunque en la mayoría de los casos Dios quiere que perseveremos declarando la palabra de Dios; la fe se expresa por medio de la boca declarándola o confesándola, tu fe nunca crecerá más allá de lo que tu declaras. Perdona lo que voy a mencionar porque puede sonar agresivo, pero si tu dices que eres un débil o un inútil, así lo será, si dices: “nada me sale bien”, nada te saldrá bien, si dices: “es que no vendo”, no venderás. ¡Dilo para que lo recibas!, dice la palabra de Dios en Joel 3:10 b diga el débil: Fuerte soy. Pero por qué si no es fuerte, porque el Señor esta contigo y Él es tu fuerza en el tiempo de debilidad. Los cristianos victoriosos lo son por lo que creen, no por lo que sienten; y es que la confesión debe estar basada en la palabra de Dios y no en lo que uno siente. Si la Biblia dice que yo tengo vida eterna por haber recibido a Cristo y creer en Él, pero yo no siento nada, yo debo creer la promesa de que tengo vida eterna. Algunos cristianos que han recibido a Cristo se preguntan si verdaderamente serán salvos, y se preguntan: ¿de verdad si muero iré con el Señor? Hoy te digo que si tu has recibido a Cristo y vives tu vida rendida a Cristo ¡claro que sí!. No es por lo que sientes, eres salvo por lo que crees, si tu invitaste a Cristo a que se hiciera cargo de tu vida, Él se hará cargo de tu vida aunque no lo sientas. La mayoría de las veces no sentimos que Cristo este a cargo de nuestra vida; no sé si haya leído la historia de las huellas, en donde una persona que tuvo un sueño va caminando por la playa y ve allí toda su vida representada por un camino de pisadas en la playa, durante su vida ve dos pares de pisadas y él ve como Jesucristo siempre va al lado de él, pero dice que en los momentos más difíciles de su vida él se fija que sólo hay un par de pisadas y le pregunta al Señor: ¿por qué en los momentos más difíciles de mi vida te apartaste de mi?, y el Señor le contesta: no hijo en los momentos más difíciles sólo ves un par de pisadas porque yo te sostuve entre mis brazos. El que sintamos o no que el Señor esta con nosotros, no es evidencia de que Dios no esta con nosotros; la Biblia dice yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo, y también dice que nada nos podrá separar del amor de Cristo; y cuando sientas que Dios no esta ahí, acuérdate que Dios está ahí porque la palabra de Dios así lo dice. Y si no lo sientes es porque estas siendo movido por las circunstancias que estas viviendo, pero Dios sigue estando ahí. Proverbios 18:21 La muerte y la vida están en poder de la lengua; nuestras palabras nos destruyen o nos dan vida. Proverbios 18:20 del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre se saciará del producto de sus labios. Si declaras con tu boca que Dios te provee y si declaras que Dios es el que te suple, entonces tendrás lo que necesitas. Pero si no lo declaras, no te sucederá. Muchas personas se quedan en el hoyo de la enfermedad, de la confusión o del temor porque hablan negativamente y contradicen las promesas de Dios. Proverbios 6:2 Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios. Esta verdad fue tan fuerte para nosotros como padres que hablamos con nuestro hijo y mi esposa y yo hicimos un acuerdo de no decirle a nuestro hijo que es desobediente, le decimos cuando ha desobedecido, y cada vez que se nos sale decirle que es desobediente nos corregimos y le decimos: “recuerda hijo que tu eres obediente, no lo vuelvas a hacer… más como tu sabes que eres obediente y desobedeciste te vamos a disciplinar”; hemos cambiado la manera de hablarle a nuestro hijo. Nosotros jamás le decimos a nuestro hijo que es tonto, esa palabra no se pronuncia en nuestra casa; a lo mejor pensarás que es muy exagerado y dirás: “¡pero si tonto no significa nada!”, déjame decirte que sí significa algo: incapacidad; nosotros no declararemos eso sobre nuestros hijos, antes bien les decimos que son inteligentes. Y a lo mejor nuestros hijos no lo entienden, pero nosotros sí porque estamos declarando lo que Dios promete que ellos serán sabiendo de ante mano que lo que Dios promete se cumplirá en cada uno de ellos. Cuántos padres han enlazado con los dichos de su boca la vida de sus hijos, cuántos papás han maldecido sin saber en ignorancia la vida de sus hijos diciéndoles ¡eres un inútil, eres un fracasado, nada te sale bien! y cuando el hijo esta en la cárcel o en banca rota dice: “¡si bien lo decía mi padre no sirvo para nada!”. Tal vez el hijo sea malo o no tenga una habilidad a la luz, pero declara que él puede, que él va a salir adelante, no le digas su incapacidad, menciónele su posibilidad, declara bendición sobre tus hijos. Podemos orar a Dios y pedir que Él trate con nosotros en cada área para darnos cuenta qué estamos diciendo, porque a veces no nos damos cuenta realmente de lo que decimos; he escuchado decir a los esposos que no aman a sus esposas y yo les digo: “¡cállese!” y me dicen es la verdad Felipe, pero yo les digo que no lo digan, que mejor declaren otra cosa, que digan: “me esta costando trabajo amar a mi esposa, pero el Señor me esta ayudando a amarla y la voy a amar como el Señor dice que debo amarla”. Debemos empezar a cambiar nuestra forma de hablar diciendo las cosas que no son como si fueran basados en la palabra de Dios, con esto no queremos decir que lo que esta diciendo no es verdad, probablemente sí lo sea; pero es igual que cuando estamos enfermos, la Biblia dice que nosotros debemos declarar que por la llaga de Jesucristo hemos sido sanados, con esto no quiere decir que no sabes que estas enfermo, lo sabes, pero no lo dices y en cambio declaras lo que dice la palabra de Dios. Y esto no aplica sólo para los padres, también hay hijos que enlazan a sus padres con los dichos de su boca, cuando les gritan y después lo que declararon les sucede por ejemplo el hijo que le dice a su padre: “¡es que usted jamás me entiende!”, pues por eso… “quieres que te entiendan y tu les dices eso, pues no, no te va a entender”. Cada uno debemos orar a Dios, para que Dios nos manifieste qué es lo que estamos diciendo para cambiar la manera de decirlo; lo que nosotros decimos condiciona nuestra mente, el decir ¡yo no puedo! continuamente es como una droga que derrota el progreso en nuestras vidas, cada vez que digas ¡yo no puedo! o ¡yo no sirvo para nada! en realidad lo que tu estas diciendo es que Dios no lo puede hacer. Es por eso que debemos cambiar nuestra forma de hablar. Habla estas palabras en la cama, al levantarte y al acostarte, habla estas palabras en el camino, habla estas palabras cuando te sientes a la mesa, nos parece muy extremo pero no nos damos cuenta que hablamos muchas cosas que no convienen, que nos dañan, yo he dicho que no puedo, pero lo acompaño con: “pero todo lo puedo en Cristo que me fortalece”; agregando la promesa de Dios a la verdad. El peor desprecio que podemos encontrar en el mundo no es lo que otros digan de nosotros, sino nuestras propias palabras que nos derriban, podemos sobrevivir si otros nos desprecian, pero cuando nosotros nos despreciamos a nosotros mismos eso sí es difícil de vencer, y muchas personas se menosprecian y se hunden, se deprecian a sí mismas, y eso más es difícil de vencer que cuando otros te dicen no puedes, pero cuando tu te dices no puedo, eso es más difícil. Recuerdas aquel hombre llamado Muhammad Ali, él decía ¡le voy a ganar, yo soy el mejor! Y que pasó, nadie le pudo ganar, y lo criticaban de presumido, él se daba el lujo de anunciar el round en el que iba a derribar a sus adversarios y así sucedía. Lo juzgaban de presumido pero se cumplía lo que decía, porque él lo creía; aún más a nosotros que tenemos las promesas eternas de Dios, las promesas más seguras, ¡créalas y confiéselas!; lo que nosotros decimos condiciona a otros, nuestras palabras no nos afectan solamente a nosotros sino también a los que nos rodean, los padres pueden edificar o destruir la vida de sus hijos por medio de sus palabras. Hay una historia acerca de una persona que ministraba presos, él llegó a visitar hasta 150 cárceles en 8 años de ministerio, entrevistó a miles de reos y él les preguntaba algo ¿a caso tus padres te decían que llegarías a prisión? Y según su encuesta el 90% dijo “mi padre siempre me decía que un día yo llegaría a prisión, y aquí estoy”. Yo sé que vemos cosas en otros, en nuestros papás, en nuestro(a) esposo(a), en nuestros hijos que son verdad, pero lo que yo le estoy diciendo que la palabra dice es que usted llame lo que no es, como si lo fuera. Cuando oramos llamamos las cosas que no son como si fueran, cuando declaramos la palabra de Dios sobre quienes lo necesitan el diablo nos pone en la mente “te estás haciendo lavado de coco eso no funciona”; porque el diablo hasta cuando oramos esta trabajando. Porque cuando oramos declarando la palabra de Dios en contra de las circunstancias que vemos, hasta las lágrimas se nos salen porque hay una lucha. Pero aún en la lucha Dios esta con nosotros. La vida cristiana empieza con una declaración, cabe mencionar que las promesas de las cuales estamos hablando solamente son para los hijos de Dios, y si has leído este mensaje y nunca has invitado a Jesús a tu corazón entregándole tu vida y si nunca has tomado esta decisión tan importante, te invitamos a que lo hagas en este momento. Y que con tu boca declares que invitas a Jesús a tu vida y a tu corazón, que desde hoy para siempre anhelas que Él tome el control de tu vida, de tu trabajo, de tu familia y de todo lo que te pase, pídele perdón por tu manera de vivir, declara que abandonas esa manera de vivir, dile que lo reconoces como Señor y Salvador, dile: ¡transfórmame, ven a mi vida, te necesito Jesús!. Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de entre los muertos serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación.