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TEMA 4
COMUNIDAD DE TAIZÉ
Comunidad de Taizé
Comunidad de Taizé
L
a Comunidad de Taizé es una comunidad monástica cristiana que acoge
integrantes de diversas confesiones.
Iglesia de la Reconciliación de Taizé
1.- Fundación
El Hermano Roger (Roger Louis Schutz-Marsauche),
hijo de un pastor suizo y estudiante de teología, se
sintió movido en agosto de 1940 a «construir una vida
comunitaria en la que la reconciliación según el
Evangelio, sería vivida en una realidad concreta».
Tenía 25 años cuando abandonó Suiza. Se instaló en
Taizé, en la Borgoña francesa. Durante la Segunda
Guerra Mundial ocultó a refugiados, entre ellos judíos que huían de la zona ocupada.
Más tarde se le unieron rápidamente compañeros de diferentes iglesias.
En los años 50 algunos hermanos abandonaron la colina de Taizé hacia lugares donde la
pobreza era extrema, para vivir junto a los que más sufrían.
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Comunidad de Taizé
El Hermano Roger permaneció como prior de la comunidad hasta su muerte a los 90
años, el 16 de agosto de 2005, apuñalado por una mujer rumana con aparentes
trastornos mentales durante la oración vespertina en Taizé.
Su sucesor, designado por él mismo unos años antes, es el hermano Alois Löser.
Cuando la Iglesia escucha, sana, reconcilia, llega a ser lo que es en lo más luminoso de
ella misma: limpido reflejo de un amor (Hermano Roger)
2.- La Comunidad de Taizé
La Comunidad de Taizé se ha ido desarrollando a lo largo de los años. Actualmente, se
compone de un centenar de hermanos originarios de una treintena de países y que son
Cristianos procedentes de las diversas confesiones. La Comunidad es un signo visible y
palpable de la reconciliación y unidad de los Cristianos. La Comunidad no acepta
ningún donativo. Los hermanos se ganan la vida con su trabajo, y sus herencias
personales las dan a los más pobres. Hay pequeñas fraternidades de hermanos en los
barrrios pobres de Asia, América del Sur y del norte y África.
Los momentos importantes en Taizé están marcados por la oración común, que tiene
lugar en la Iglesia de la Reconciliación tres veces al día. Al son de las campanas se
paralizan los trabajos, los encuentros, y todos, jóvenes, mayores y niños, se reúnen con
los hermanos para la oración.
La pequeña comunidad monástica se centra en la oración, la meditación cristiana y la
reconciliación.
Taizé ha creado un estilo único musical que refleja la naturaleza meditativa de la
comunidad. En la música de Taizé se repiten, o se cantan en canon frases sencillas,
normalmente versos de los Salmos.
3.- Encuentros internacionales en Taizé
Mucho antes de la caída del muro de Berlín, los hermanos de Taizé iban discretamente a
los países del Este a encontrarse con los jóvenes. De ahí el contacto privilegiado de
Taizé con la Europa del Este.
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Comunidad de Taizé
Desde finales de los años cincuenta, Taizé fue lugar de peregrinación y encuentro para
jóvenes del mundo entero donde poder celebrar la reconciliaación de los Cristianos y
lugar de encuentro con Dios. Jóvenes del mundo entero peregrinan hasta Taizé para
participar en los encuentros que tienen lugar cada semana de domingo a domingo en la
colina.
Taizé es famosa por sus encuentros de jóvenes, que son acogidos por la Comunidad
durante todo el año en gran número. Taizé organiza además, desde 1978 y anualmente,
un encuentro de cinco días en una gran ciudad europea, del 28 de diciembre al 1 de
enero, al que asisten decenas de miles de jóvenes. Con motivo del Encuentro Europeo el
Hermano Roger publicaba todos los años una "carta"1 traducida a mas de sesenta
idiomas y que seria retomada en los encuentros de Taizé.
Representantes de las Iglesias peregrinan a Taizé para <<Refrescarse en las fuentes de
la fe>>. Hasta Taizé peregrinaron el Papa Juan Pablo II, el Papa Juan XXIII cuando
entonces era nuncio apostólico en París (ambos grandes amigos del Hermano Roger),
tres Arzobispos de Canterbury, metropolitas ortodoxos, catorce obispos luteranos de
Suecia y numerosos pastores, sacerdotes y Obispos del mundo entero. Madre Teresa de
Calcuta también peregrino a Taizé y mantenía una estrecha amistad con el hermano
Roger.
Desde el año 1966, las hermanas de San Andrés (comunidad católica)comenzaron a
asumir una parte de las tareas de acogida.
Hermano Roger de Taizé
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Carta de Taizé. Para el 2006 carta inacabada.
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Comunidad de Taizé
PARA EL 2006
Carta inacabada
La tarde de su muerte, el 16 de agosto, el hermano Roger llamó a un hermano y le dijo:
«¡Anota bien estas palabras!» Hizo un largo silencio, mientras buscaba cómo formular su
pensamiento. Luego comenzó:«En la medida en que nuestra comunidad cree en la
familia humana posibilidades para ensanchar…» Y se detuvo, la fatiga le impedía
terminar la frase.
En estas palabras, se encuentra la pasión que le habitaba, incluso a su avanzada edad. ¿Qué
entendía por «ensanchar»? Probablemente, quería decir: hacer todo lo posible para que
sea más perceptible a cada uno el amor que Dios tiene por todo ser humano sin
excepción, por todos los pueblos. Él deseaba que nuestra pequeña comunidad iluminase
este misterio con su vida, en un humilde compromiso con los otros. Entonces, nosotros, los
hermanos, quisiéramos retomar este desafío, con quienes a través de la tierra buscan la paz.
En las semanas que precedieron a su muerte, él había comenzado a reflexionar sobre la
carta que sería publicada durante el encuentro de Milán. Había indicado algunos temas y
ciertos textos que quería retomar y reelaborar. Los hemos reunido, tal como estaban en
aquel momento, para constituir esta «Carta inacabada», traducida a 57 lenguas. Ella es
como una última palabra del hermano Roger, que nos ayudará a avanzar por el camino en el
que Dios «ensancha nuestros pasos». (Salmo 18,37)
Meditando esta carta inacabada, en los encuentros que tendrán lugar durante el año 2006, en
Taizé semana tras semana o en otros lugares de los diversos continentes, cada uno podrá
buscar cómo acabarla en su propia vida.
hermano Alois
«Os dejo la paz, mi paz os doy»1: ¿Cuál es esta paz que Dios da?
Una paz interior es, ante todo, una paz del corazón. Es la que nos permite mirar con
esperanza el mundo, incluso cuando está desgarrado por la violencia y los conflictos.
Esta paz de Dios es también un apoyo para que podamos contribuir, muy humildemente,
a construir la paz allí donde está amenazada.
Una paz mundial es tan urgente para aligerar los sufrimientos, en particular para que los
niños de hoy y de mañana no conozcan la angustia y la inseguridad.
En su Evangelio, con una fulgurante intuición, san Juan expresa en tres palabras quién
es Dios: «Dios es amor.» 2 Si comprendiéramos solamente estas tres palabras, iríamos
lejos, muy lejos.
¿Qué es lo que nos cautiva de estas palabras? Encontrar en ellas esta luminosa certeza:
Dios no envió a Cristo a la tierra para condenar a nadie, sino para que todo ser humano
se sepa amado y pueda encontrar un camino de comunión con Dios.
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Comunidad de Taizé
¿Por qué hay a quienes les sobrecoge el asombro de un amor y se reconocen amados,
incluso colmados? ¿Y por qué otros, sin embargo, tienen la impresión de ser poco
tomados en cuenta?
Si cada uno comprendiese: Dios nos acompaña hasta en nuestras insondables soledades.
A cada uno le dice: «Tú cuentas mucho a mis ojos, tú eres precioso para mí, y te amo.»
3 Sí, Dios no puede más que dar su amor, ahí está el todo del Evangelio.
Lo que Dios nos pide y nos ofrece, es acoger sencillamente su infinita misericordia.
Que Dios nos ama es una realidad a veces poco accesible. Pero cuando descubrimos que
su amor es ante todo perdón, nuestro corazón se apacigua e incluso se transforma.
Y henos aquí capaces de olvidar en Dios lo que acosa al corazón : ahí está la fuente
donde volver a encontrar el frescor de un impulso.
¿Lo sabemos suficientemente? Dios nos entrega semejante confianza, que tiene para
cada uno de nosotros una llamada. ¿Cuál es esa llamada? Él nos invita a amar como él
nos ama. Y no hay amor más profundo que ir hasta el don de sí, por Dios y por los
demás.
Quien vive de Dios elige amar. Y un corazón que decide amar puede irradiar una
bondad sin límites. 4
Para quien busca amar en la confianza, la vida se llena de una belleza serena.
Quien elige amar y decirlo con su propia vida es llevado a interrogarse sobre una de las
cuestiones más fuertes que existen: ¿cómo aliviar las penas y los tormentos de los que
están cerca o lejos?
¿Pero qué es amar? ¿Será compartir los sufrimientos de los más maltratados? Sí, es eso.
¿Será tener una infinita bondad de corazón y olvidarse de sí mismo por los otros, con
desinterés? Sí, ciertamente.
Y aún más: ¿qué es amar? Amar es perdonar, vivir reconciliados.
siempre una primavera del alma.
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Y reconciliarse es
En el pequeño pueblo de montaña en el que nací, vivía muy cerca de nuestra casa una
familia numerosa, muy pobre. La madre había muerto. Uno de los hijos, un poco más
joven que yo, venía a menudo a nuestra casa, quería a mi madre como si fuera la suya.
Un día, supo que iban a marcharse del pueblo y, para él, irse no era fácil. ¿Cómo
consolar a un niño de cinco o seis años? Era como si no tuviera la perspectiva necesaria
para interpretar esa separación.
Poco antes de su muerte, Cristo asegura a los suyos que recibirán un consolador: les
enviará el Espíritu Santo que será para ellos un apoyo y un consuelo, que permanecerá
siempre con ellos. 6
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Comunidad de Taizé
En el corazón de cada uno, aún hoy susurra: «No te dejaré nunca solo, te enviaré al
Espíritu Santo. Incluso si estás en lo hondo de la desesperación, me tienes cerca de ti.»
Acoger el consuelo del Espíritu Santo es buscar, en el silencio y la paz, abandonarnos
en él. Entonces, incluso si se producen graves acontecimientos, se hace posible
superarlos.
¿Acaso somos tan frágiles como para tener necesidad de consolación?
A todos nos ocurre el hecho de ser sacudidos por una prueba personal o por el
sufrimiento de otros. Esto puede llevar incluso a estremecer la fe y a que se apague la
esperanza. Encontrar de nuevo la confianza de la fe y la paz del corazón supone a veces
ser paciente con uno mismo.
Hay una pena que marca particularmente: la muerte de alguien cercano, de alguien que
necesitamos para caminar en la tierra. Pero he aquí que semejante prueba puede conocer
una transfiguración, y entonces ésta abre una comunión.
A quien está en los límites de la pena, una alegría del Evangelio puede serle entregada.
Dios viene a iluminar el misterio del dolor humano hasta el punto de acogernos en una
intimidad con él.
Entonces estamos así situados en un camino de esperanza. Dios no nos deja solos. Nos
concede avanzar hacia una comunión, esa comunión de amor que es la Iglesia, tan
misteriosa y tan indispensable a la vez…
El Cristo de comunión 7 nos da ese inmenso don de la consolación.
En la medida en que la Iglesia llega a ser capaz de aportar la curación del corazón
comunicando el perdón, la compasión, hace más accesible una plenitud de comunión
con Cristo.
Cuando la Iglesia está atenta a amar y a comprender el misterio de todo ser humano,
cuando escucha incansablemente, consuela y cura, llega a ser aquello que es en lo más
luminoso de sí misma: limpio reflejo de una comunión.
Buscar la reconciliación y la paz supone una lucha al interior de sí mismo. Esto no es un
camino de facilidad. Nada que dure se construye en la facilidad. El espíritu de comunión
no es ingenuo, es ensanchamiento del corazón, profunda bondad, no escucha las
sospechas.
Para ser portadores de comunión, ¿avanzaremos, en cada una de nuestras vidas, por el
camino de la confianza y la bondad de corazón siempre renovada?
Por este camino habrá a menudo fracasos. Acordémonos que la fuente de la paz y la
comunión están en Dios. En vez de desanimarnos, invocaremos al Espíritu Santo
sobre nuestras fragilidades.
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Comunidad de Taizé
Y, a lo largo de toda la existencia, el Espíritu Santo nos concederá reemprender la
ruta e ir, de comienzo en comienzo, hacia un porvenir de paz. 8
En la medida en que nuestra comunidad cree en la familia humana posibilidades
para ensanchar…
(1) Juan 14,27.
(2) I Juan 4,8.
(3) Isaías 43,4.
(4) En la apertura del concilio de los jóvenes, en 1974, el hermano Roger había dicho: «Sin
amor, ¿para qué existir? ¿Por qué seguir viviendo? ¿Con qué fin? Ahí está el sentido de nuestra
vida : ser amados siempre, hasta la eternidad para que, también nosotros, vayamos hasta morir
de amor. Sí, feliz quien muere de amar.» Morir de amar quiere decir, para él, amar hasta el
extremo.
(5) «Vivir reconciliados»: en su libro, ¿Presientes una felicidad?, publicado quince días antes
de su muerte, el hermano Roger explicaba una vez más lo que estas palabras significan para él:
«¿Puedo decir aquí que mi abuela materna descubrió intuitivamente como una clave de la
vocación ecuménica y que ella me abrió una vía de concreción? Después de la Primera Guerra
Mundial, ella estaba habitada por el deseo de que nadie tuviera que revivir lo que ella había
vivido: cristianos combatiendo una guerra en Europa, que al menos los cristianos se reconcilien
para tratar de impedir una nueva guerra, pensaba ella. Ella tenía antiguas raíces evangélicas
pero, cumpliendo en ella misma una reconciliación, se puso en camino a la iglesia católica, sin
por ello manifestar una ruptura con los suyos. Marcado por el testimonio de su vida, y todavía
joven, encontré en su seguimiento mi propia identidad de cristiano al reconciliar en mí la fe de
mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin ruptura de comunión con nadie.»
(6) Juan 14,18 y 16,7.
(7) El «Cristo de comunión»: el hermano Roger utilizó ya esta expresión cuando acogió al papa
Juan Pablo II en Taizé el 5 de octubre de 1986:«Con mis hermanos, nuestra espera cotidiana es
que cada joven descubra a Cristo; no al Cristo tomado aisladamente sino al «Cristo de
comunión» presente en plenitud en este misterio de comunión que es su Cuerpo, la Iglesia. Allí
tantos jóvenes pueden encontrar dónde comprometer su vida entera, hasta el extremo. Allí
tienen todo lo necesario para llegar a ser creadores de confianza, de reconciliación, no solo entre
ellos, sino con todas las generaciones, desde los más ancianos hasta los niños. En nuestra
comunidad de Taizé, seguir al «Cristo de comunión», es como un fuego que nos quema. Iríamos
hasta el extremo del mundo para buscar caminos, para pedir, llamar, suplicar si fuera preciso,
pero jamás desde fuera, sino siempre manteniéndonos al interior de esta única comunión que es
la Iglesia.»
(8) Estos últimos cuatro párrafos transcriben las palabras que el hermano Roger dijo al final del
encuentro europeo de Lisboa, en diciembre de 2004. Son las últimas palabras que pronunció
públicamente.
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Comunidad de Taizé
Después de leer pausadamente esta carta inacabada, te toca a ti terminarla,
en tu vida, con tu vida.
¿Qué deseas para el 2007?
¿Qué o quién habita tu corazón?
¿Cómo resuenan las palabras: paz, reconciliación, misericordia, perdón,
esperanza en el contexto en el que vives?
¿Te ves con fuerzas de retomar el desafío que nos ha planteado el hermano
Alois de Taizé? Si es así, escribe tu carta y envíala a cualquiera de los
siguientes correos ( equipo coordinador del encuentro Arte, Humanismo y
Espiritualidad). Y si nos das tu permiso, tu carta será publicada en un
boletín de la Compañía de María, que saldrá a la luz allá por el mes de
febrero de 2007.
[email protected]
[email protected]
[email protected]
[email protected]
[email protected]
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Comunidad de Taizé
Para el 2007...
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