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San Juan Eudes y El Espíritu Santo –Pentecostés
Algunas enseñanzas de San Juan Eudes sobre el Espíritu Santo
1. Desde Pascua hasta la Ascensión, honraremos la vida gloriosa de Jesús y su estadía
en la tierra después de su Resurrección;
De Ascensión a Pentecostés nuestra devoción tendrá por objeto la vida gloriosa de
Jesucristo en los cielos desde su Ascensión, misterio éste que honraremos también
de modo especial en cada Domingo del año. (Vida y Reino de Jesús p.186)
2. La fe cristiana nos enseña que en el misterio de la santísima Trinidad hay tres
Personas: con una misma divinidad, un mismo poder, una misma sabiduría, bondad,,
inteligencia,, voluntad.
3. Por eso, nuestro Salvador, en cuanto Dios y en cuanto hombre, tiene un mismo
Corazón con el Padre y el Espíritu Santo;
Es decir tienen unidad de espíritu, de amor y de voluntad.
De aquí que adorar al Corazón de Jesús, es adorar al Corazón del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, adorar a un Corazón que es un horno de, amor ardentísimo a
nosotros. (El C de J capitulo XI p. 87)
4. Jesús no puede ser separado ni del Padre ni del Espíritu Santo de quienes El
procede. No hay, más que un solo y mismo Dios, y desde luego los homenajes que se
le tributan se dirigen igualmente al Padre y al Espíritu Santo, aun cuando no hubiera
intención explícita de honrarles con El y en El.
(VRJ p.17)
5. San Juan Eudes pide que nos demos al Espíritu Santo que es darnos a Jesús (al
Espíritu de Jesús), quien nos lo mereció con su muerte y que nos lo envía para
difundir en nuestras almas la vida de la gracia. (VRJ 27)
En suma, el espíritu de Jesús es el mismo Espíritu santo dotado de todas las gracias, virtudes y
bendiciones, fuente de paz y tranquilidad, que busca sólo los intereses de Dios y de su gloria;
(VRJ p64)
*. Puesto que nuestro amable Jesús se complace en estar y conversar con nosotros por
medio de la oración, mírenla como lo más importante de su vida. Les exhorto en el
nombre de Dios a que experimenten cuán verdadera es la afirmación del Espíritu Santo:
«no hay amargura en su sociedad, ni fastidio alguno en su compañía, sino contento
y felicidad». (VRJ p 76)
6. El Espíritu Santo, en el libro Eclesiástico, nos habla en los términos siguientes: «Hijo, si te
acercares a servir al Señor Dios, prepara tu alma a la tentación”. “Gobierna tu corazón y
muéstrate firme. Pégate a Él y no te alejes, para que crezcas en los últimos momentos. Todo
cuanto te aconteciere, recíbelo, y en las vicisitudes de tu humillación, ten paciencia. Porque
en fuego se prueba el oro, y los hombres buenos, en el horno de la humillación». (EccIo. 11,16).
No se engañen, imaginándose que en el sendero del Señor no hay sino rosas y delicias.
Hallarán espinas y penalidades; mas, suceda lo que sucediere, amen siempre a Nuestro Señor
con fidelidad y su amor trocará en mieles las hieles de la vida y sus amarguras en dulzuras
inefables.
Imiten a Jesús, quien, mientras vivió entre nosotros, amó el sacrificio y el dolor y consideró el
día de su pasión como el más feliz de su vida: VIDA Y REINO DE JESÚS 115 1
El Espíritu Santo nos asegura en el Eclesiástico que «aborrece y abomina al orgulloso» Por
consiguiente, si desean agradar a Dios y servirle con perfección, pongan todo su empeño en la
adquisición de esta ciencia divina del conocimiento de sí mismos, graben estas verdades en su
espíritu meditando en ellas y suplicando a diario a Nuestro Señor que las imprima El en
persona en ustedes.(VRJ 134)
Si miramos la Iglesia de Dios a la luz de la fe, veremos que, teniendo a Jesucristo por cabeza y
por guía al Espíritu Santo, es absolutamente imposible que pueda alejarse de la verdad para
caer en el error, y, por lo tanto, que todas las ceremonias, costumbres y funciones de ella
están caracterizadas por la santidad de su Fundador; por tanto cuanto ella prohíbe u ordena
con todo derecho, prohibido o mandado ha de ser;
Todo lo que ella nos enseña, sin falta ha de estar ajustado a la verdad y por consiguiente,
hemos de estar dispuestos a morir antes que apartarnos dichas verdades;
y, finalmente, que estamos obligados a respetar y honrar todos las cosas de la Iglesia como
santas y sagradas.(VRJ 55)
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San Pablo enumera dones nueve, a saber: Sabiduría, ciencia, fe, curación de
enfermedades, gracia de milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas,
interpretación de las Escrituras.
¿En qué consiste la gracia de hablar con sabiduría? Es la facilidad de explicar
claramente las verdades de fe.
¿Y la de hablar con ciencia? Es la que da la facilidad en explicar claramente lo que
pertenece a las costumbres.
¿Qué es don de fe? Es, según Crisóstomo, la confianza grande que se necesita para
hacer milagros, o como prefiere San Ambrosio, la gracia que confiere la fuerza y valor
para intimar sin miedo la doctrina del evangelio, o bien, según otros, una luz celestial
que esclarece de una manera particular a los que predican el Evangelio. «La Fe es un
carácter divino por el que la luz de la Divina Faz se ha impreso, en nuestras almas” (Salm
4 ó 7).
¿En qué consiste la gracia de curar enfermos y la de hacer milagros? Son dos gracias
que se pueden reducir a una. Porque la curación de enfermedades tiene por objeto la
salud del cuerpo por el milagro y la gracia de hacer milagros tiene el fin de manifestar
el poder de Dios por obras portentosas.
¿Qué es el don de profecía? Es la gracia por la que se conoce el porvenir y los
secretos que no pueden conocerse en sus causas naturales. Este don abarca la
gracia de las revelaciones.
¿Qué es discernimiento de espíritus? Es una luz del Espíritu Santo, destinada a
conocer los pensamientos, los deseos, los movimientos, los afectos interiores como
causados por un buen o mal principio.
Don de hablar diversas lenguas. Este don se les concedió a los apóstoles el día de
Pentecostés y consiste en la facultad de hacer que entiendan las verdades del cielo
aquellos a quienes se les enseñan.
Don de interpretar las divinas Letras. Es una luz especial para conocer el sentido de
las divinas Escrituras y para darlo a entender al prójimo.
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