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El Espai d’Art Pere Pruna acoge hasta el 20 de octubre la muestra Miradas a la
memoria, formada por 80 instantáneas en blanco y negro “que reflejan una época”
La mirada fotográfica de Francesc Esteve
entra al Museo de Montserrat
Esteve, que se ha ganado por méritos propios un lugar en la crónica social y
fotográfica del nuestro país, afirma que siempre ha hecho su fotografía “y no la
que imponían los clubs y las tendencias de moda”
Montserrat, 21 de junio de 2013. El Espai d’Art Pere Pruna del Museo de Montserrat (MDM) acoge, hasta el
20 de octubre, una exposición de fotografía de Francesc Esteve (Sabadell, 1932), que lleva por título Miradas
a la memoria. La muestra, que está formada por unas ochenta fotografías en blanco y negro, la mayoría
realizadas entre los años cincuenta y sesenta, conecta con el cine neorealista que se hacía en Italia. A través
de sus fotografías, Francesc Esteve se ha ganado un lugar en la crónica social fotográfica de nuestro país,
ya que ha sabido captar una época y una ciudad: Sabadell.
“Siempre he hecho mi fotografía y no la que me imponían los clubs y las tendencias de moda”, apunta Esteve
en uno de los textos que se pueden encontrar en la exposición. “Son fotografías suaves, de casa –añade -,
sin estridencias, sin tener que acudir a la novedad de lo exótico, espontáneas, sin tener que recorrer a la foto
preparada, sensacionalista o violenta”. “Mis fotografías pretenden fijar el movimiento del día a día. Nunca han
estado dominadas por ningún canon, ni por el exceso de técnica, porqué ello habría coartado mi apreciación
de cada instante”, dice este hijo de una familia industrial de Sabadell, que se licenció en Derecho y que se
inició en el mundo de la fotografía de la mano del su padre.
“Hay mucho de Fellini en sus retratos de niños y en las de sus vistas a los mercados, especialmente en la
imagen tierna y nostálgica El niño del azúcar”, afirma el anticuario e historiador del arte Artur Ramon Navarro.
“En las imágenes que nos sirve Esteve nada no es arbitrario ni anecdótico. Más allá del costumbrismo social,
el fotógrafo busca la verdad de la vida que hay detrás de sus personajes y concentra en ellos multitud de
matices que le aporta la fotografía en blanco y negro: unas imágenes que nos llegan con la calidad de la
plata. Su obra es un espejo eficaz sencillo del mundo que ha vivido. No hay retórica barroca, es pura prosa
poética”, resume Artur Ramon en un artículo publicado en el catálogo de la exposición, en el cual justifica que
el Museo de Montserrat le haya hecho el reconocimiento que se merece Francesc Esteve.
Francesc Esteve y la fotografía
Francesc Esteve (Sabadell, 1932) ingresa, el año 1957, en el Càmera Club de Sabadell. En la década de los
50, sus fotografías van ganando diversos premios en los concursos más prestigiosos del momento, como el
de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, impulsado por Luis Navarro, o el de Sant Adrià de Besòs. Era la
época dorada del asociacionismo fotográfico. A partir de 1961 empieza la parte más productiva de su obra.
Se aleja de los concursos, ya que no le placen los parámetros y la visión fotográfica que propugnan, e inicia
un camino de libertad creativa tanto técnica como temática que ya no abandonará nunca. Su obra se aleja del
pictorialismo y del amaneramiento. En ella predominan los lugares con movimiento como mercados, ferias,
desfiles, procesiones... Para él la fotografía tenía que ser sobre todo un reflejo de la sociedad actual, un
cúmulo de situaciones cotidianas reflejadas por los personajes con sus costumbres y relaciones, y la
atmósfera propia de aquel momento. Los años 50 y 60 que él retrata son los de la reconstrucción de la
postguerra y de los cambios del paso de la autarquía a la apertura de fronteras, de flujo migratorio provocado
por la nueva industrialización, y con el contacto con los inicios de un despertar cultural catalán.
Las circunstancias profesionales y personales le obligan a un largo paréntesis en la actividad artística.
Treinta años después, a partir de su jubilación, vuelve a fijar el objetivo en los paisajes y personas
sabadellenses que le son propios, con el mismo interés de verdad e ironía, pero con la nueva complacencia
de ver que el país revive.
El año 2000, el Museo de Arte de Sabadell le dedica una exposición antológica y edita un catálogo con
imágenes de 1943 a 1998. Ha expuesto con fotógrafos como Francesc Català Roca o Xavier Miserachs, y su
obra forma parte del fondo del Museo de Arte de Sabadell y del Museo Nacional de Arte de Cataluña. Ha
colaborado en diversas exposiciones y publicaciones. Entre las más recientes, el año 2006 publicó el libro
Passatgers, con textos de Joan Cuscó, que incluye unas 200 fotografías informales de sabadellenses.
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