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PARAMIXOVIROSIS EN PALOMAS La paramixovirosis de las palomas es una enfermedad de distribución mundial y está producida por un virus, más concretamente por el paramixovirus Serotipo 1 (PMV 1), diferente al PMV 1 que causa la enfermedad de Newcastle en gallinas. Afecta tanto a palomos deportivos como a palomas de fantasía. mensajeras, buchonas y En 1977 una variante del virus PMV-1 produjo un brote en palomas en Irak, pasando a Egipto en 1978. En 1981 aparece una epidemia en los palomares de mensajeras en países como Italia, Portugal, España y Malta. Dos años después la enfermedad ya se detecta en otros países como Bélgica, Holanda, Alemania e Inglaterra. Los síntomas observados en aquellas primeras palomas afectadas eran los siguientes: depresión, temblores, pérdida de apetito, tortícolis, parálisis de alas o patas, diarrea y alta mortalidad. Se descubrió que este virus era diferente del que producía la enfermedad del Newcastle en gallinas. Una vez que la paloma entra en contacto con el paramixovirus, éste se multiplica en primer lugar en las zonas de entrada al organismo: ojos, nariz y boca. Dos o tres días más tarde el ave empieza a excretar el virus a través de secreciones del ojo, de la nariz y de la boca. Cuatro días después de la infección el virus ya se encuentra en las heces de la paloma. El período de incubación, es decir, el tiempo que pasa desde que el ave se contagia hasta que muestra síntomas de enfermedad varía entre 5 y 35 días. Esto supone que palomas contagiadas con paramixovirosis puedan transmitir la enfermedad incluso antes que ella muestre síntoma alguno de malestar. La sintomatología de la enfermedad ha ido evolucionando conforme han ido pasando los años. Entre 1983 y 1986, al comienzo de la epidemia, las alteraciones del sistema nervioso central eran los principales síntomas observados: tortícolis (ver fotos 1, 2 y 3), incoordinación de los movimientos de la cabeza, temblores de las alas, parálisis completa o parcial de las alas o patas, pérdida de equilibrio, imposibilidad de coger las semillas… La mortalidad en adultos era baja pero podía ser alta en pichones. Tras una semana las aves podían recuperarse de forma espontánea y completa. Foto 1 Foto 2 Foto 3 Con el paso de los años los síntomas nerviosos fueron cada vez menos frecuentes y más habitual la sintomatología renal: poliuria (aumento de la producción de orina) (ver fotos 4 y 5) y polidipsia (beber más de lo habitual). Estos dos síntomas pueden llegar a durar semanas. Si tras dos meses de enfermedad las aves no han curado, la polidipsia y la poliuria permanecerá durante el resto de la vida de la paloma, no teniendo por qué afectar al rendimiento deportivo del ave. La mortalidad suele ser baja (5%), muriendo fundamentalmente aquellas palomas que son incapaces de comer o beber debido a las lesiones del sistema nervioso. Foto 4 Foto 5 A finales de los años noventa los síntomas de la enfermedad parecieron cambiar de nuevo: los vómitos y las diarreas complicaban los síntomas anteriormente descritos, pudiendo llegar la mortalidad hasta el 50% en casos severos. Las palomas podían aparecer muertas sin síntomas previos. Entre 6 y 8 semanas después de comenzar la enfermedad las palomas dejan de ser portadoras del virus y por lo tanto ya no pueden contagiar a ningún otro ejemplar, incluso aunque aún sigan mostrando síntomas nerviosos o renales. Algunos ejemplares quedan estériles tras el paso de la enfermedad. La paramixovirosis produce una mayor mortalidad en pichones, también en adultos que sufran además otras enfermedades. La recuperación de la enfermedad varía según los síntomas sufridos. Cuando se trata de lesiones nerviosas puede tardar hasta un año en recuperarse la paloma afectada, mientras que si son problemas renales la curación total puede tardar pocas semanas. La prevención de la enfermedad pasa por la vacunación. En un principio, cuando no existían vacunas específicas de palomas, se usaba lo que existía en ese momento, es decir, las vacunas vivas para gallinas de aplicación tópica a nivel ocular, nasal o a través del agua de bebida. Con el paso del tiempo se fabricaron vacunas inactivadas específicas para palomas y de aplicación subcutánea. Algunas de estas venían en una emulsión aceitosa que podían provocar la formación de abscesos subcutáneos en el lugar donde se inyectaban (el cuello). Abscesos que la única forma de eliminarlos era mediante cirugía. Desde hace algunos años las vacunas que están registradas en España vienen todas con adyuvante acuoso. La dosis administrada a cada ejemplar es de 0,2 ml, y se aplica bajo la piel del último tercio del cuello, es decir, lo más lejos posible de la cabeza y con la aguja apuntando hacia la cola. Se usará una aguja nueva por cada paloma para evitar el contagio de otro tipo de enfermedades. En raras ocasiones una paloma muere tras administrarle la vacuna: en la necropsia se suele encontrar un gran acúmulo de sangre bajo la piel del cuello por la rotura de algún vaso sanguíneo al introducir la aguja. Los pichones pueden vacunarse a las cuatro semanas de vida, desarrollando la inmunidad dos o tres semanas después. Como tras la vacunación las aves deben permanecer en reposo, la mejor fecha para vacunar los adultos es antes o después de la muda. El efecto protector de la vacuna dura aproximadamente un año. La vacunación tiene como objetivo prevenir la enfermedad, pero no curarla. Por lo tanto ninguna ave enferma debe ser vacunada. La vacuna debe mantenerse fría (2-8ºC) desde que sale del laboratorio hasta momentos antes de usarse. Romper la cadena de frío puede implicar la inefectividad de la vacunación. Actualmente algunos colombicultores, siguen usando para sus palomas la vacuna viva de gallinas. Son dos las razones por lo que lo hacen: su precio es más económico y su fácil aplicación. Numerosos estudios científicos han demostrado que la inmunidad que produce esta vacuna viva de gallinas en palomas es insuficiente para protegerlas contra la paramixovirosis, por lo tanto las aves quedarán desprotegidas frente a la enfermedad si tuviesen posteriormente contacto con el virus. Cuando surge la paramixovirosis en el palomar, al margen de vacunar a todas las palomas aparentemente sanas, el colombicultor debe tomar una serie de medidas para evitar que la enfermedad se propague por todas las instalaciones: Ø Como el contagio es vía oral o aérea se debería aislar rápidamente todas las aves enfermas o sospechosas del resto. Cuanto más lejos sean llevadas del palomar, menos peligrosas resultarán. Ø Aquellas palomas que estén muy afectadas deberían ser sacrificadas. Ø Limpieza y desinfección escrupulosa de todas las instalaciones, sobre todo del lugar donde surgió la enfermedad. Deben usarse desinfectantes de amplio espectro a las dosis indicadas por el fabricante. La lejía es una buena opción. La limpieza y desinfección debe ser semanal. Ø En ocasiones es el propio colombicultor el que sirve de medio de propagación de la enfermedad. Para evitarlo debe mantener una meticulosa higiene en ropa, zapatos y manos. Las palomas enfermas serán siempre las últimas en ser atendidas. Ø Si la enfermedad coincide con la época de cría es conveniente separar las parejas reproductoras hasta que se solucione el problema. Ø No deben incorporarse animales nuevos al palomar hasta que no se haya resuelto la enfermedad. Ø Como a veces la paramixovirosis se complica con otros agente patógenos (lombrices, coccidios, tricomonas, salmonella, etc.) es conveniente acudir a un veterinario experto en palomas para que realice las analíticas pertinentes y recomiende el tratamiento adecuado para ese palomar en concreto. La paramixovirosis es una enfermedad que ha venido para quedarse. La mayoría de los aficionados a las palomas la conocen o la han sufrido en sus aves. La única prevención es la vacunación con vacuna inactivada específica de palomas de aplicación subcutánea. Numerosos estudios científicos y mi experiencia como veterinario (trabajando con palomas desde 1992) han demostrado que la vacuna viva de gallinas no sirve para palomas. Cualquier colombicultor que crea estar sufriendo un brote de paramixovirosis en su palomar debe ponerse en manos de un veterinario especialista en aves para poner freno a la enfermedad. Enrique Moreno Ortega Veterinario Especialista en Aves