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Producción de la naturaleza y nuevas estrategias de acumulación: el pensamiento de
Neil Smith como aporte a una interpretación de la "economía de bajo carbono”.
Production of nature and new strategies of accumulation: the thought of Neil Smith as a
contribution to an interpretation of the "low-carbon economy".
Andrei Cornetta∗
Resumen: Antes de la expansión de la agricultura genéticamente modificada, o del primer animal
clonado, en 1984, Neil Smith, acuñó el término "producción de la naturaleza" en Uneven
Development. Lo que hace intrigante su argumento es la afirmación de que la humanidad en el siglo
XX no sólo "interactúa con", "interfiere en", o incluso "cambia" la naturaleza, sino que además la
produce materialmente (Castree, 2001). A partir de las reflexiones sobre la producción de la naturaleza
realizadas por Smith y por sus interlocutores (Castree; Harvey; Katz; et al.), se buscará reflexionar
acerca de las nuevas estrategias de acumulación creadas dentro de la llamada "economía de bajo
carbono", haciendo hincapié en cómo los acuerdos internacionales para "mitigar" los efectos del
cambio climático pueden generar particularidades en el desarrollo geográfico desigual. Así, nuestra
comunicación se ubica en el debate sobre el concepto de "producción de la naturaleza", utilizándolo no
sólo como importante herramienta teórica para el análisis del desarrollo desigual, sino también para
reflexionar sobre la dicotomía sociedad-naturaleza. En este sentido, se sostiene que los acuerdos para
la compensación de las externalidades ambientales, insertos dentro de una lógica de financiarización
de la economía, representan nuevas formas de producción de la naturaleza. El ejemplo de las
actividades de secuestro de carbono forestal demuestra esta faceta del capitalismo contemporáneo,
donde la penetración del capital alcanza la escala invisible – ya sea en la modificación genética de los
árboles y en la valoración de la fotosíntesis, ya sea en la contabilización del carbono capturado y su
comercialización en los mercados ad hoc.
Palabras clave: producción de la naturaleza; cambio climático; economía de bajo carbono;
acumulación del capital.
Abstract: Before the expansion of genetically modified agriculture or of the first animal cloned, in
1984, Neil Smith, coined the term "production of nature" on Uneven Development. What makes his
argument so arresting is the claim that humanity in the twentieth century not only "interact with",
"interfere with" or even "alter" the nature, but also produce it materially (Castree, 2001). From
reflections on the production of nature made by Smith and his interlocutors (Castree; Harvey; Katz;. et
al), it will seek to reflect on the new accumulation strategies created within the low-carbon economy
emphasizing on how international agreements to “mitigate” the effects of climate change can be
generated particularities in the uneven geographical development. So our communication is based on
the debate about the concept of "production of nature", using it not only as an important theoretical
tool for the analysis of uneven development, but also to reflect on the society-nature dichotomy. In this
sense, it is argued that the arrangements for compensation of environmental externalities, inserted in
an economic logic of financialization, can represent new forms of production of nature. The example
of the activities of forest carbon sequestration demonstrates this facet of contemporary capitalism, in
which the penetration of capital reaches the invisible scale - either in the genetic modification of trees
and valuation of photosynthesis, either in accounting carbon and its sale in the markets ad hoc.
Keywords: production of nature; climate change; low-carbon economy; accumulation of capital.
Doctorante en Geografía Humana, geógrafo graduado por la Universidad de São Paulo (USP), Brasil. Es autor
de A financeirização do clima: uma abordagem geográfica do mercado de carbono e suas escalas de operação
(Annablume, 2012) y coautor de Cambio climático global, transformación agraria y soberanía alimentaria en
América Latina (Clacso, 2014). [email protected]
∗
Los temas considerados “ambientales”, por lo menos desde la década de 19701, han
dado lugar a diversas especulaciones sobre el futuro del planeta, las cuales derivan en la
aparición de una serie de políticas y mecanismos de mercado, dirigidos a atenuar (o mitigar)
los numerosos efectos adversos sobre el ambiente. La cuestión del cambio climático global es
emblemática en este sentido, especialmente a la luz de los daños económicos que tal evento
puede causar; o por cambios en la superficie de la Tierra u otras tantas consecuencias
“catastróficas”, a menudo presentadas, en los grandes medios de comunicación.
Además de este aspecto central, las formas en que se desarrolla el conocimiento sobre
el estado actual del cambio climático y su movimiento en la sociedad, sobre todo la
perspectiva científica basada en el argumento de que los cambios en el clima – entendidos en
la escala global y que tienden al calentamiento – habrían sido impulsados, en gran medida,
por las emisiones de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial.
Las consecuencias económicas que surgen en el contexto del cambio climático global
son numerosas y no se limitan a aquellas que interfieren directamente sobre la superficie de la
tierra, las cuales configuran una nueva geografía del uso del suelo, además de los más
variados y complejos riesgos sociales2. Por el contrario, se amplían a otros impactos –
aparentemente indirectos – que son propios de los mecanismos de mercado direccionados a
las estrategias de mitigación de gases de efecto invernadero, cuya operación está vinculada a
las llamadas “externalidades ambientales”3 insertos dentro de una lógica de financiarización
de la economía.
1
Las raíces del ambientalismo se remontan al siglo XIX, momento en el que la opinión pública se movilizó
frente a la promulgación de leyes de protección forestal en varios países de Europa y EE.UU, sin embargo, sólo
en la mitad del siglo XX, las discusiones frente al ambientalismo tomaron proporciones más grandes. La
oficialidad de la agenda ambiental ganó notoriedad con la convocatoria de la primera Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, celebrada en 1972 en Estocolmo. En ese mismo año, unos meses
antes de la conferencia, se publicó el informe “Los límites del crecimiento” del Club de Roma. Este documento
constituye un hito para la perspectiva neomalthusiana en la evaluación de la economía global, al proponer
medidas como el “crecimiento cero” frente a la creciente escasez de los recursos naturales disponibles. Para una
lectura completa sobre el momento en que las cuestiones ambientales pasan a formar parte de las preocupaciones
geopolíticas de los Estados, ver: Moraes, A.C.R. (2000) Capitalismo, Geografía e Meio Ambiente.
2
Como objeto de la producción y percepción social, el riesgo apunta a la posibilidad futura de ciertos
acontecimientos y procesos y hace presente una situación que (todavía) no existe. Los riesgos relacionados con
el cambio climático están vinculados no sólo con los impactos en la superficie de la Tierra, sino que tienen un
vínculo indisociable con la política. Aunque el origen de un organismo científico como el IPCC tiene como
elemento constitutivo la política – sobre todo el Estado – la brecha entre los expertos y los políticos se revela en
un doble sentido: por un lado, en el aspecto epistemológico, en relación a la dualidad ciencia y política, y por
otro, frente a la disparidad de las escalas geográficas involucradas.
3
El origen del concepto de "externalidades" en la teoría económica se deriva de la idea del economista Inglés
Arthur C. Pigou que, en la década de 1920, examinó las formas de compensación para equilibrar los problemas
generados por las externalidades negativas. Pigou (1946) fue uno de los primeros en establecer el concepto de
externalidades, que más tarde se aplicará con respecto a las externalidades ambientales con la lógica de “quien
contamina paga”.
La manera de pensar el fenómeno, su influencia en las políticas públicas, el mercado
que se crea como parte, o complementario a estas políticas, además de diversos
acontecimientos en escalas detalladas donde acciones de mitigación de emisiones se
convierten en parte de la vida cotidiana de las comunidades rurales4 o en las periferias de las
grandes ciudades5, son algunos de los variados aspectos de esta dimensión particular del
cambio climático que merecen ser tratados con precaución.
Esta complejidad inspira el debate sobre el cambio climático desde una mirada crítica,
que profundice desde una perspectiva de análisis alternativa, no sólo con respecto a las
emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera y sus consecuencias sobre la
superficie de la Tierra, sino también los acontecimientos políticos y económicos emergentes
con relación al el cambio climático.
Por otro lado, estas cuestiones, especialmente las formas en las que se produce
históricamente el clima, tanto en su sentido actual, como en su proyección futura, nos lleva a
reflexionar sobre el concepto de producción de la naturaleza (Smith, 1984; 2007; Harvey,
2006; Castree, 1995;. et al) en busca de algunas particularidades del cambio climático dentro
de la lógica de acumulación del capital, especialmente las formas de crear mecanismos
económicos y las medidas de "mitigación" de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En este sentido, la idea de la producción de la naturaleza – transversal a este texto –
puede proporcionar herramientas analíticas para un examen particular de las consecuencias
económicas y políticas del cambio climático global, y las formas en que se relacionan con el
desarrollo geográfico desigual. Como Smith dice,
The production of nature not only provides a rather philosophical foundation
for discussing the uneven development of capitalism, but it is a very real
result of the development of this mode of production. What jars us so much
about this idea of the production of nature is that is defies the conventional,
sacrosanct separation of nature and society, and it does so with such abandon
and without shame. We are used to conceiving of nature as external of
4
Existen numerosos casos en el campo brasileño en que las poblaciones rurales se insertan en los proyectos de
compensación de gases de efecto invernadero, en especial en los llamado REDD +, o aquellos vinculados a la
industria papelera. Para una lectura sobre algunas de las consecuencias de casos como estos, ver: Cornetta, A.
(2014) Entre o clima e a terra: o atual regime político das mudanças climáticas globais e a agroindústria de
papel e celulose no Brasil. In RAMOS, G. C. D. et al. Cambio climático global, transformación agraria y
soberanía alimentaria en América Latina; Paula, E. de; Morais, M. de J. (2012) O conflito está no ar: Povos da
floresta e espoliação sob o capitalismo verde.
5
Proyectos de Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), también han generado importantes avances en ciertas
poblaciones de la periferia de las grandes ciudades, como se vio en el caso del proyecto “Biogás” en el relleno
sanitario Bandeirantes en la Región Metropolitana de São Paulo. Para leer sobre este caso ver: Ribeiro, A. M et
al. (2009) Perus – O caminho mais curto para Quioto: A conquista da participação pela sociedade civil;
Cornetta, A. (2012) A financeirização do clima: Uma abordagem geográfica do mercado de carbono e suas
escalas de operação.
society, pristine and pre-human, or else as a grand universal in which
humans beings are but small and simple cogs. But here again our concepts
have not caught up with reality. It is capitalism which ardently defies the
inherited separation of nature and society, and with pride rather than shame
(Smith, 1990: xvi).
En el argumento de Smith, los detalles de la producción de la naturaleza bajo el
capitalismo pasan necesariamente por las determinaciones que la lógica del valor de cambio
conduce en las relaciones entre sociedad y naturaleza: “Capitalism production (and the
appropriation of nature) is accomplished not for the fulfilment of needs in general, but for the
fulfilment of one particular need: profit” (Idem: 54).
Esta tendencia se establece en el discurso alarmista que ha sido creado en torno a las
cuestiones ambientales, en particular con el cambio climático global y las consecuencias que
este fenómeno provoca en todo el mundo. Este discurso ha estimulado movilizaciones
políticas que, a su vez, crean nuevas formas de inversión en recursos hasta el momento “no
mercantilizados”, como la variedad de los servicios ambientales6 y los créditos de carbono, lo
que se plantea como un activo financiero, un nuevo producto dotado de sus propias
características en cuanto a su valor de uso – “compensar las emisiones de gases de efecto
invernadero”.
La producción histórica del clima
La “ciencia del cambio climático”, como es llamada en los documentos del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), traza los límites del
planeta y las consecuencias de la industrialización avanzada con una fuerte postura realista7.
Como se mencionó anteriormente, el argumento es que, desde la primera Revolución
Industrial, la temperatura media global aumentó en 0,76 °C entre 1850 y 2005. De acuerdo
con el Cuarto Informe de Evaluación del IPCC, para que los efectos del cambio climático no
6
Hay varias definiciones en relación a los elementos que constituyen los servicios ambientales. La Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aborda la cuestión y los delimita hacia actividades cuya
finalidad es recibir, prevenir, mitigar o corregir los daños ecológicos en agua, suelo, aire, incluidos los problemas
relacionados con los residuos, la contaminación y el daño a los ecosistemas. Para más detalles ver: OCDE.
Environmental goods and services. An assessement of the environmental, economic and development benefits of
further global and trade liberalisation. Paris: OECD/OCDE, 2000.
7
Como el filósofo Allan Chalmers (2006) sostiene, “el realismo, o el empirismo ingenuo, implica la noción de
verdad. Para el realista la ciencia busca descripciones verdaderas de cómo es realmente el mundo. Teorías
verdaderas describen correctamente esa realidad. Si una teoría es verdadera, es verdadera por ser el mundo tal
como es” (traducción propia).
sean más drásticos, debe haber una reducción entre 50% y 85% de las emisiones de CO2 hasta
la mitad del siglo XXI (IPCC, 2007).
En el último informe, publicado en septiembre de 2013, los escenarios de
calentamiento del planeta se reafirman por el IPCC. Según el documento, la perspectiva es
que la temperatura del planeta podría aumentar en 4,8 o C en el siglo XXI si las emisiones de
gases de efecto invernadero se mantuvieran con las tasas actuales en los próximos años. Las
últimas tres décadas son vistas como las más calientes frente a todas las décadas anteriores.
“La temperatura mundial combinada (tierra y mar) muestran un incremento de alrededor 0,89
o
C durante el período de 1901 a 2012 y sobre 0,72 o C en el período 1951-2012" (IPCC, 2013:
8).
La mayoría de los resultados de esta "ciencia" viene de las técnicas más sofisticadas de
modelador climático (Global Circulation Models8), en la alta tecnificación de las ciencias
naturales y de los recursos propios de la tecnología digital. La abstracción del proceso global
de cambio climático se concreta en los Informes de Evaluación del IPCC, y anticipa un
escenario de desastres que afectan aspectos clave de la geografía. En otras palabras, los
documentos del IPCC “hacen visible lo invisible” y apuntan a una serie de consecuencias
catastróficas que vislumbran un escenario preocupante para la economía mundial
considerando los numerosos impactos que los cambios climáticos pueden causar a la
superficie de la Tierra.
Incentivos financieros, subsidios y créditos fiscales, acuerdos voluntarios e impuestos,
son algunos de los mecanismos establecidos por el IPCC como medidas que pueden superar
las dificultades de la mitigación del cambio climático. Tales resoluciones se deben en gran
parte a la utilización de dichos modelos para la circulación atmosférica y oceánica general
(AOGCM) que “descifran” las ecuaciones de la atmósfera y los océanos como una
herramienta para el análisis científico y como parámetro para las decisiones de políticas
públicas.
La peculiaridad de estas ecuaciones es la manera en que se produce el clima en
distintos tiempos mediante cálculos que “discretizam”9 variables climáticas (la presión y el
viento, la humedad, la temperatura, etc.) a intervalos de tiempo seleccionados para construir
8
Estos son los modelos numéricos que representan los procesos físicos en la atmósfera, el océano, la criosfera y
la superficie de la Tierra. Sintéticamente estas herramientas simulan y dan la respuesta global del sistema
climático al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero. Para más detalles, véase
<http://www.ipcc-data.org/guidelines/pages/gcm_guide.html>
9
“Discretización es el método matemático que convierte cualquier proceso continuo en partes discretas, capaces
de ser analizadas matemáticamente y en programas digitales, pero que genera constantes aproximaciones.
Variables básicas de las ecuaciones (humedad, temperatura, presión, viento) son discretizadas […] en tiempo y
espacio” (Bailão, 2014: 145) (traducción propia).
un modelo. Es decir, hay un procedimiento de fraccionamiento climático dentro de los
sistemas digitales que pueden calcular el clima y sus variables en diferentes momentos y
formas de analizar matemáticamente su evolución.
Este “modelado”, no se restringe al carácter físico del clima como pareciera ser, sino
también – debido a su naturaleza social – es político; un escenario de emulación, todas muy
bien medidos y cuantificados, que apunta a las posibles consecuencias del cambio climático
en una perspectiva de futuro que se extiende hasta 2100, como lo indica el Informe de
Evaluación del IPCC.
En general, estos informes, especialmente los dirigidos a los policymakers, demuestran
la interacción entre los científicos y los gobiernos que resulta en una predicción de la tesis del
cambio climático antropogénico, mientras que los gases de efecto invernadero adquieren
centralidad en las decisiones políticas a el tema. En otras palabras, se centra en las políticas
para las estrategias de mitigación del cambio climático y las compensaciones de emisiones, en
perjuicio de los ajustes territoriales necesarios.
En este sentido, pensar en términos de una “producción histórica del clima”, implica
necesariamente una reflexión sobre el contenido cognitivo de la referida “ciencia del cambio
climático”. El papel de la ciencia, como Castree argumenta (2001: 194), es esencial en las
relaciones contemporáneas entre la sociedad y la naturaleza, mientras que su “naturaleza” se
entiende mal. “Whithout scientific research and new technologies stemming therefrom,
humans would not have the capacity to remake nature in the ways they are currently doing”.
Demeritt (2001) de acuerdo con esta idea refuerza que la ciencia tiene un papel clave en la
(re) transformación de la naturaleza material, sino también conceptualmente.
Argumentos científicos en relación con las amenazas catastróficas del cambio
climático global y el supuesto “consenso” entre los científicos sobre el origen del “cambio
climático global” antropogénico, activan no sólo nuevas formas de apropiación de la
naturaleza – como los proyectos de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación
Forestal (REDD+) – , sino una manera específica de producirla en una proyección de futuro,
donde el clima adquiere contornos informatizado en un escenario cálido y escaso de recursos.
Confluencias entre el clima y la economía
En el contexto del cambio climático, o lo que se denomina de “crisis ambiental”, las
normas propuestas sobre cómo hacer frente a la escasez de recursos que se anuncia, se basan
principalmente, en mecanismos de compensación de las externalidades ambientales,
particularmente bajo los efectos de innovaciones tecnológicas y estrategias compensatorias de
mercado. Uno de los pilares del discurso del desarrollo sostenible10 es la escasez, sobre todo
de fuentes de energía fósiles. Sin embargo, es importante señalar que la escasez de los
combustibles fósiles, o de algún otro recurso, es una producción social, no una obra de la
naturaleza, “es socialmente organizada para permitir el funcionamiento del mercado”, como
argumenta Smith ([1984] 1990) en diálogo con Harvey (1980: 114). Paradójicamente, las
reglas sobre cómo manejar la escasez son pensadas como una medicina paliativa. Los
mecanismos de mitigación tendrían esta función por medio de las innovaciones tecnológicas,
así como la lógica del mercado.
Es en esta dinámica que las innovaciones tecnológicas y los servicios ambientales son
objetivamente complementados en su función específica – “mitigar las emisiones de gases de
efecto invernadero” –, mientras surgen nuevas perspectivas para la acumulación de capital. Es
decir, mientras crean los mecanismos de mercado que incorporan al sistema productivo un
pasivo ambiental, como en el caso del mercado de carbono, se crea automáticamente un
nuevo canal de inversión; por una parte, encarnado en el sector productivo a través de
innovaciones tecnológicas y reorganizaciones de uso y ocupación del suelo, y por el otro, la
financiera desmaterializada a través de los Certificados de Reducción de Carbono y todo el
aparato de los mercados ad hoc.
Por lo tanto, la compensación, su lógica de funcionamiento, aquí adquiere un doble
sentido, tanto en el acto o efecto de establecer un supuesto equilibrio (ambiental o climático),
como en su derivación por metonimia para tomar una ventaja, un beneficio, o ganancias.
La pregunta es, por lo tanto, si las formas en que los acuerdos políticos y económicos
de “internalizar” los costos y los impactos sobre el proceso de acumulación de capital, pueden
representar cierta particularidad en la historia-geográfica del capitalismo contemporáneo. Lo
que se entiende como “externo” por la economía de bajo carbono, que se rige por la lógica de
la compensación, es fundamentalmente, generado internamente por el sistema productivo.
La conducción es por medio de la dialéctica “interior-exterior” (Luxemburgo, 1989;
Harvey, 2004), que se presenta como un movimiento contradictorio e inherente a la dinámica
capitalista. Violación de la integridad de los “recursos naturales”11 a través de la degradación,
10
Es una concepción generalizada en la década de 1990, específicamente después de la segunda Conferencia
Mundial sobre el Medio Ambiente (Río-92), que se basa en la posibilidad de la gestión de los recursos naturales
y la reconciliación de la conservación del medio ambiente, con el desarrollo económico.
11
Se registra el entendimiento dado por “recursos naturales” en este texto. Se entiende que no se trata de un
hecho preexistente o lo contrario de lo social: “Os recursos naturais… se são naturais não são recursos, e, para
serem recursos, têm que ser sociais. Mas vá dizer isso! É um problema, porque às vezes a gente desmancha os
meninos que vêm nos ver. Você diz uma verdade dessas e eles saem tristes, não é?” (Extracto de entrevista con
o incluso la destrucción, de las condiciones fundamentales de producción y reproducción, no
es algo ajeno a la economía, sino que pertenece a su desarrollo contradictorio.
Los restos no deseados (como las emisiones de gases de efecto invernadero) se
externalizan al sistema, a partir del momento en que pierden valor en el mercado, es decir,
cuando no hay perspectivas de ganancias para lo que es sobejo de la producción.
Como muestra Marx, para que un trabajo concreto produzca valor, debe producir un
valor de uso, una utilidad social específica para una demanda efectiva. Por lo tanto, desde el
momento en que no hay una utilidad social, así como una demanda real de un objeto fruto del
trabajo humano, se pierde automáticamente su valor o su imposibilidad que reproducirlo tal
como. Marx señala también que en momentos en que el capital descubre nuevos materiales
útiles o nuevos métodos para la “utilización de la producción de excrementos” en el curso
circular de la reproducción del capital, la máquina (la ciencia en general, especialmente la
química) amplifica esferas de inversiones para el capital y convierte estos “no-valores” en
elementos adicionales de acumulación (Marx, 1984: 77-79, vol. III).
La racionalidad presente en las propuestas para una economía de bajo carbono, así
como en la mayor parte de las políticas sobre el cambio climático, los restos de la
transformación de la materia y la energía, estos “no-valores”, llamados “externalidades
ambientales” se convierten en potencial equivalente del capital, supuestamente capaz de
aliviar los numerosos problemas del cambio climático global.
Consideraciones
La racionalidad económica que dirigió durante dos siglos un sistema de producción
marcado por los excesos y los residuos se reconvierte, hoy, en un modelo que pasa a
incorporar en el curso productivo sus externalidades ambientales. Esta característica corriente,
paradójicamente, se está convirtiendo, de diferentes maneras, en lo que se entiende por
“naturaleza preservada”, en nuevas estrategias de acumulación, como muestra Cindi Katz:
However, the notion of nature as an accumulation strategy introduces an
altered and broader purview for capital’s interests in nature. First, nature qua
nature has become an “investment” in the future. Second, to secure that
investment nature has been commodified and privatized at all scales. Finally,
with the traditional means of access to nature for metropolitan capital no
longer ensured by colonialism, patron-client state relations, or the
Milton Santos. Odete Seabra le pregunta sobre los límites del planeta. Ver: Santos, M., et al. Território e
Sociedade: entrevista com Milton Santos. 2000).
acquiescence of trusting or environmentally unaware publics, capital’s need
for clear channels of access to control nature and environmental resources
has been refashioned and reasserted strongly in recent years. Each of these
related bundles of practices is associated in distinct ways with the
reproduction of nature as an accumulation strategy (Katz, 1998: 47)
Con respecto a estos movimientos en que los bosques son económicamente
resignificados, tanto como los ríos y la tierra en “proveedores de un servicio”, Smith
argumenta que si bien la producción convencional de la naturaleza por lo general implica la
extracción de valores de uso, tales como materias primas y recursos para la producción
capitalista, esta nueva forma de “explorar” la naturaleza – como los servicios ambientales – es
diferente.
Whether they do or do not become the raw material for future production is
incidental to their production. Instead, these commodities are simultaneously
excavated (in exchange-value terms) from pre-existing socio-natural
relations and as part of their production they are reinserted or remain
embedded in socialized nature – the more ‘natural’ the better (Smith, 2007:
2).
Es posible considerar, así, nuevas formas de producción de la naturaleza, en las que la
vía de la compensación de las externalidades ambientales, junto con la lógica de la
financiarización, permite la manipulación de capital en nuevas formas de la naturaleza
radicalmente intensa y profunda. El ejemplo de las actividades de REDD+ demuestra esta
característica del capitalismo contemporáneo, donde hay un mayor involucramiento del
capital con la naturaleza atingido escalas invisibles - como en los procesos de fotosíntesis - lo
que implica un movimiento en que porciones forestales vuelven influenciados por las políticas
para el cambio climático y los mercados internacionales de compensación de gases de efecto
invernadero.
En este sentido, discutir las controversias de los diferentes enfoques científicos sobre
el cambio climático, y la forma en que entendemos el clima, es central en esta reflexión con el
fin de entender cómo se constituye un nuevo mercado basado en un conocimiento científico
específico y situado en el centro de las discusiones.
Se plantea la hipótesis, que esta producción científica, basada específicamente en la
tesis del "calentamiento global antropogénico", forja un nuevo concepto de clima (otra
naturaleza) que influye en la formulación de las políticas públicas para el cambio climático,
así como legítima un nuevo mercado (con una fuerte característica rentista) para compensar
las emisiones de gases de efecto invernadero.
Se propone, por lo tanto, un enfoque histórico-geográfico como una posible manera de
entender los procesos sociales por los cuales se produce la naturaleza de diferentes maneras,
en este caso a partir de la discusión de "la producción histórica del clima", acusando formas y
consecuencias desiguales en la geografía de un determinado momento histórico.
En este contexto, emergen muchas preguntas sobre las consecuencias políticas del
cambio climático que pueden ofrecer diversas interpretaciones y alternativas a la perspectiva
hegemónica de pensar sobre el clima y sus cambios: ¿cómo un punto de vista políticocientífico establecido a nivel internacional frente al cambio climático sugiere el tema al
interior de los países para la formulación de políticas públicas? ¿Cómo el Estado
ha
institucionalizado normas para la ejecución de proyectos de compensación de gases de efecto
invernadero, especialmente las llamadas “actividades de mitigación”? ¿Cuáles son las
relaciones que se plantean hoy en día, entre las políticas ambientales y mercados ad hoc desde
el punto de vista de las actividades compensadoras de gases de efecto invernadero? ¿Con más
detalle, cuáles son las ramificaciones que vienen con la inclusión de las actividades de
mitigación en la vida cotidiana de las comunidades rurales y en las periferias de las ciudades?
¿En el caso de los bosques, por ejemplo, sus nuevos usos apuntarían al crecimiento del pago
tributario de la sociedad a la propiedad, teniendo en cuenta que el cálculo actual incluye los
propios procesos biofísicos? ¿Y finalmente, en vista de la creciente economía de bajo carbono
y su estrecha relación con los procesos actuales de mercantilización de la naturaleza, surge el
interrogante, ¿”salvar el clima” y el planeta para quién?
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