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Título: CONCIENCIACIÓN SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO. EL EFECTO
INVERNADERO: UN GRAN PROBLEMA MEDIOAMBIENTAL CON POCAS
ALTERNATIVAS.
Autor: Francisco Javier Expósito Martín.
1. Introducción
En este artículo abordaremos uno de los temas capitales en el devenir de
nuestro Planeta y de la Humanidad. Nos estamos refiriendo al cambio climático y, más
concretamente, a una de sus principales causas: el efecto invernadero. Nos
adentraremos en el estudio de dicho problema, así como de algunas de las soluciones
que presentan una parte de la comunidad científica para frenarlo y combatirlo.
Con el estudio de esta problemática de candente actualidad, pretendemos
conseguir un aumento de la concienciación social en nuestro alumnado ante los
problemas medioambientales. Esta empatía con el medio que buscamos impulsar en
nuestro alumnado, queremos que se vea traducida en una serie de valores y
conocimientos básicos, como por ejemplo:
-
Entender que la mayoría de los problemas medioambientales son producto
de la actividad humana descontrolada en ciertos aspectos.
Conocer la verdadera transcendencia que poseen estos problemas en el
devenir de la Humanidad y del Planeta.
Comprender que está en las manos de todos y es responsabilidad de todo
el mundo, conservar el medio físico que nos rodea.
Conocer algunas de las soluciones que actualmente se plantean para frenar
este problema.
La temática medioambiental posee un protagonismo considerable en el
desarrollo del currículo de nuestra materia, Ciencias Sociales, Geografía e Historia, en
la Educación Secundaria Obligatoria. Por esta razón, creemos que el tratamiento de
este asunto en nuestras aulas, haciendo a nuestro alumnado consciente de la
importancia del mismo, es algo fundamental. Además, no sólo apostaremos por
inculcarles valores de respeto y mejora del medioambiente, sino que, asimismo,
conseguiremos desarrollar en el alumnado dos de las ocho Competencias Básicas que
debemos impulsar en nuestros discentes de la ESO. Concretamente nos referimos a la
competencia social y ciudadana, así como a la competencia del conocimiento e
interacción con el mundo físico (competencias 5 y 3, respectivamente).
2. El Cambio Climático
El efecto invernadero es uno de los principales causantes del conocido como
cambio climático. A las personas que lo desconozcan debemos informarles de
antemano que nuestro planeta ha conocido a lo largo de su dilatada historia,
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innumerables fluctuaciones climáticas. Así, ha habido largos períodos de clima más
caluros y secos, en contraposición de otras épocas en las que el fenómeno del
Glaciarismo era la tónica dominante.
Por lo tanto, los cambios en el clima han sido una constante a lo largo de todas
las eras geológicas del planeta. Entonces, ¿por qué es tan grave y delicada la
situación climática del planeta actualmente?, se preguntarán algunas personas. La
respuesta está en que debido a ciertas prácticas llevadas a cabo por la Humanidad,
los cambios climáticos que La Tierra está padeciendo son los más acelerados de su
historia.
De ahí estriba su importancia en la actualidad. En tan solo un par de siglos la
temperatura media del planeta ha ascendido tanto como lo debería haber hecho en
varios milenios y ciertamente, los humanos somos los responsables de ello. La tala
indiscriminada de árboles, la escasa repoblación de los bosques, los altísimos índices
de contaminación, el consumo prioritario de combustibles fósiles, el vertido incesante
de gases de efecto invernadero y un largo etc., contribuyen con el calentamiento del
planeta y con el cambio climático.
3. El Efecto Invernadero: Un enorme problema medioambiental
A continuación abordaremos uno de los principales causantes del cambio
climático: el efecto invernadero.
Para comenzar y en síntesis, podemos decir que el efecto invernadero es
producto de la captura y almacenamiento en la Atmósfera, de gases como el CO2 y
otros muchos de similares características.
En la actualidad La Tierra tiene una temperatura media constante de unos 14º
o 15º centígrados y dicha temperatura se mantiene gracias entre otros factores, al Sol.
El calor que la tierra recibe llega del Sol en forma de radiación de onda corta. Al llegar
a La Tierra esa radiación se comporta y evoluciona de diferentes maneras:
-
-
Parte de ella, rebota en la Atmósfera hacia el espacio exterior
(aproximadamente el 30 o 35% del total de radiación). De igual modo, la
radiación que cae en los océanos es despedida hacia el exterior. Se produce
una reflexión total de esta parte de la radiación solar.
Pero otra buena parte de ella, la absorbe La Tierra y la devuelve rebotada en
forma de radiación de onda larga hacia el espacio. Precisamente esta radiación
es la que actúa en el cambio climático. Pero además, existen unos elementos
distorsionantes, que actúan como una barrera que impide que la radiación
ascienda al espacio y que hace que sea devuelta de nuevo a la superficie
terrestre. Esto lo pueden hacer por ejemplo las nubes (agua sub-enfriada en
altura).
Aunque esa misma función que cumplen las nubes, pueden hacerla igualmente
ciertos gases como el metano o el CO2, que es una sustancia contaminante que
proviene de ciertas actividades del hombre. Dicho gas impide que la radiación solar
rebotada por la superficie terrestre, ascienda hasta el espacio, quedándose estancada
en las capas inferiores de la Atmósfera. Este estancamiento de la radiación debido a la
barrera que producen estos gases, provoca que en la capa inferior de la Atmósfera la
temperatura ascienda, calentando de este modo a la propia Atmósfera. Esto mismo, es
el denominado efecto invernadero, el cual deja llegar la radiación solar pero no deja
que se vaya, sino que refleja de nuevo la radiación solar hacia La Tierra. Este hecho
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trae consigo, entre otras consecuencias, la potenciación del crecimiento de las plantas
o cambios sustanciales en multitud de ecosistemas terrestres.
El problema esencial es que en la actualidad hay multitud de acciones del ser
humano que, para la realización de las mismas, se genera CO2, contribuyendo de este
modo a que cambie el clima del planeta. Éste hecho puede tener consecuencias a
largo plazo irreversibles, como la perdida de los polos, el retroceso de las zonas
heladas de las altas montañas, la elevación del nivel del mar, etc. Debemos insistir en
que el problema del efecto invernadero es el cambio climático que se deriva de él, y
sobre todo, la velocidad a la que está teniendo lugar dicho cambio.
El motor del clima es la energía solar, la cual mantiene la temperatura del
planeta. Por ello, si las temperaturas terrestres son alteradas, se alterarán igualmente
las precipitaciones, dándose lluvias irregulares que contribuirán con la desertificación
(una de las principales consecuencias del cambio climático). Ésta es el fruto de largos
períodos de sequia intercalados con otros de grandes inundaciones.
4. Posibles soluciones para el problema
Como dijimos antes, el dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero que
se encuentra de forma natural en la Atmósfera. Pero las actividades humanas
aumentan la concentración atmosférica del CO2. Por ejemplo, con la quema de
combustibles fósiles, los cuales al consumirse se transforman en gas que se libera
directa e inmediatamente a la Atmósfera. Aunque esto mismo sucede cuando se
quema algún bosque, con las actividades industriales, los gases de los transportes que
usan recursos fósiles para desplazarse, etc.
Asimismo, debemos decir que la Naturaleza tiene diferentes mecanismos de
retención y regeneración del CO2. Aunque el problema es que a los niveles que se
está generando dicho gas en la actualidad, la naturaleza no tiene tiempo de ejecutar
esta regeneración. Es decir, se produce más CO2 del que puede gestionar y regenerar
la propia naturaleza.
Esta problemática mundial ha provocado multitud de cumbres entre los países
más poderosos y, a la vez más contaminantes y emisores de estos gases, como la de
Kioto, Copenhague, etc., con el fin de reducir el CO2 de la Atmósfera.
4.1.
La captura del CO2
Últimamente se está barajando posibilidad novedosa que, de hecho, se ha
puesto en marcha en algunos países para probar su eficacia. Esta solución que se
plantea consiste, sintetizando mucho la idea, en capturar el dióxido de carbono en las
zonas de emisión y almacenarlo en algún lugar de la superficie terrestre para evitar su
ascensión hacia la Atmósfera. A continuación, desarrollamos detenidamente este
concepto.
Como hemos citado antes, se trata de una de las técnicas que se proponen
para reducir las emisiones de CO2 provocadas por los seres humanos. Básicamente
se trata de capturar el dióxido de carbono directamente de las zonas donde se emite y
se genera y almacenarlo antes de que ascienda a la Atmósfera. Esta técnica tiene
muchas ventajas, aunque también tiene muchos inconvenientes que pasamos a
analizar seguidamente. Para empezar, no se podrían capturar todo el CO2 que se
genera porque casi todos los elementos que producen este gas son móviles, lo cual
dificulta su captura (por ejemplo, un automóvil). Por ello, la aplicación de esta técnica
se reduciría prácticamente a recoger las emisiones que provengan de grandes
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centrales eléctricas o industriales, donde las emisiones se producen en un lugar
concreto.
El proceso contaría con tres etapas: Primero se captura del dióxido de carbono
en su fuente (separándolo de otros gases); seguidamente se transporta a un lugar de
almacenamiento apropiado para ello; y finalmente, se almacena lejos de la atmósfera.
En su almacenamiento, o bien se transforma físico-químicamente en otros minerales
sólidos, o bien se traslada a otras zonas como las profundidades marinas.
Multitud de estudios pronostican que las emisiones de CO2 seguirán siendo
muy abundantes y considerables a lo largo del siglo XXI. Por otra parte, mientras haya
reservas, la energía primaria seguirá siendo la de los combustibles fósiles (hasta el
año 2050, aproximadamente), por lo que la captura y almacenamiento de CO2 podría
luchar contra este problema, reduciendo a corto-medio plazo los problemas y efectos
del cambio climático. En la actualidad, existen varias opciones tecnológicas para
estabilizar la concentración atmosférica de los gases invernadero. Por ejemplo,
usando la energía nuclear; reduciendo la demanda de energía mediante el aumento de
la eficiencia energética; reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero; etc.
Pero ninguno de estos se ha desarrollado e impulsado hasta ahora. Precisamente por
el escaso uso que se ha hecho de estos sistemas para reducir el problema antes, ha
surgido ahora el de la captura y almacenamiento de CO2. En los países desarrollados
se pretende crear una serie de condiciones que faciliten este hecho y que, a su vez,
sean un precedente para luego transmitirlos a los subdesarrollados.
¿Qué fuentes de emisión de dióxido de carbono pueden ser capturadas? Aquí
entran en juego multitud de factores a tener en cuenta. Como es lógico, son más
fáciles de capturar, cuanto mayores son las emisiones; igualmente influye el hecho de
que sea una fuente fija o inmóvil; así como la proximidad a los lugares de
almacenamiento; o el grado de concentración de las emisiones. Por lo tanto, este
procedimiento no recoge la posibilidad de trasladar la técnica a lugares de pequeñas
emisiones o que sean móviles.
Por otra parte, se ha calculado que se podría capturar entre un 9 y un 12% del
CO2 emitido, para el año 2020 y entre un 21 y un 45% para 2050. Además, se ha
recuperado la idea de que los vectores energéticos como la electricidad o el
hidrógeno, que no emiten CO2, podrían reemplazar los combustibles fósiles para
frenar las emisiones.
Aunque otra pregunta surge en este momento, ¿cómo se puede capturar el
CO2? Está claro que deberá separarse de otros gases, para su tratamiento posterior
de comprimido y almacenamiento. Evidentemente, todo ello conllevará una serie de
costes que traerían consigo un encarecimiento de la producción de la energía eléctrica
entre un 35 y un 80%.
4.2.
El transporte del CO2
Otra cuestión importante a tener en cuenta es cómo transportar dicho gas. Se
ha sugerido que puedan usarse los gaseoductos de alta presión como los que se usan
en los EE. UU., desde los años 70. O igualmente se ha pensado en licuar el gas y
transportarlo en camiones cisterna o en barcos petroleros. Pero evidentemente, este
traslado a los lugares de almacenamiento, también supondrán un coste que variará
según la distancia y la cantidad que se transporte, así como si se hace por mar, o por
zonas pobladas. Las estimaciones derivadas de los estudios nos dicen que en para
una distancia de unos 250 kilómetros, se deberán invertir entre 8 y 10 dólares por cada
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tonelada de gas transportada. Asimismo, se concluye que lo más barato es
transportarlo en barco.
4.3.
El almacenamiento del CO2
En cuanto al almacenamiento del gas se barajan varias alternativas:
Bajo tierra: Aprovechando por ejemplo las formaciones geológicas
subterráneas aptas para el almacenamiento del CO2. Algunas de estas formaciones
serían, por ejemplo, los pozos agotados de gas y de petróleo, o los lechos de carbón
inexplotables. Estos gases tendrían que estar como mínimo a unos 800 metros de
profundidad, donde la presión predominante mantiene el CO2 en un estado líquido.
Además, estas cavidades deberán sellarse para evitar que se emita nuevamente a la
superficie. En cuanto al coste que supondría esta forma de almacenamiento, se estima
que estribará entre los 0,5 y los 8 dólares de almacenaje, más un incremento para el
control de dichos almacenamientos que iría entre los 0,1 y 0,3 dólares.
Inyectado en las rocas: En las estrías y surcos que haya entre éstas.
En las profundidades marinas: El agua del mar, ya recoge por su cuenta buena
parte del CO2 y lo renueva, por lo que se tendría que llevar a las zonas más profundas
para que pueda permanecer más tiempo capturado. De hecho, los océanos absorben
unas 7 gigatoneladas de CO2 al año. Aunque si se llevase a cabo esta posibilidad, las
aguas marinas se volverían más ácidas. El CO2 habría que llevarlo a las
profundidades a través de gaseoductos, y sería inyectado y disuelto en las cavidades
submarinas, pasando al ciclo del carbono a nivel mundial, transformando en hidratos
sólidos, o creando lagos de hidro-líquidos. En cuanto al impacto que esto tendría sobre
el medio marino, podemos prever que dañaría algunos de los organismos marinos, e
incluso modificaría el P.H., por todo ello, empieza a no aceptarse esta posibilidad
como viable.
Convertirlo en formas sólidas: Se podría almacenar de una forma sólida, es
decir, a través de material carbonatado, siendo una materia prima rentable. Incluso
tendría ciertas aplicaciones y usos industriales, aunque de ese modo, volverían a la
Atmósfera.
Llegados a este punto debemos preguntarnos también si podrá haber fugas de
ese gas almacenado. Se supone que de haberlas, éstas serían muy reducidas.
Aunque lo cierto es que, para que dejasen de ser perjudiciales para la Atmósfera, los
gases de CO2 tendrían que estar almacenados durante muchos siglos. Esto implicaría
la creación y establecimiento de ciertos mecanismos de control y supervisión. E
incluso hay quien vislumbra un nuevo negocio en todo esto, con la reutilización de este
CO2 en forma de combustible.
En España, se han realizado estudios que han estimado que la mejor zona
para almacenar el CO2 sería, gracias a la porosidad y juventud de sus tierras, el Valle
del Guadalquivir.
5. Oposición a la captura y almacenamiento del CO2
La captura y almacenamiento del CO2 es un hecho factible, pero se
desconocen los costes reales o los impactos que podrían tener posibles fugas del gas
almacenado. Además, hay quien apunta a que si se almacenase el CO2, igualmente
habría un mayor consumo de las energías que lo producen y lo emiten, en vez de
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luchar por encontrar otras formas de generar energía que no emitan CO2, como por
ejemplo, la energía eólica.
Por su parte, grupos ecologistas como Greenpeace creen que éstas medidas
no son más que falsas esperanzas y una gran estafa, y así se lo han hecho saber a los
principales precursores de esta posibilidad. Piensan que no se trata más de una
enorme inversión de capitales que daría mucho dinero e ingresos a algunas empresas
que se lucrarían con todo el negocio generado de la captura y almacenamiento del
CO2, y que traería consigo un retraso en el uso de las energías renovables. Esta es
precisamente la solución por la que estos grupos abogan, es decir, incrementar los
esfuerzos y los recursos para generar energía a través de fuentes renovables, no
contaminantes y sin emisiones de gases de efecto invernadero a la Atmósfera. En
resumen, les cuestionan a los estados emisores de estos gases el hecho de que
pretendan reducir las emisiones de esta forma, en vez de intentar buscar otras
alternativas como el uso de unas energías que no emitan gases.
Finalmente, también critican lo poco conocidos que son los posibles efectos
que puede tener el almacenamiento prolongado de estos gases en las zonas que se
acumulen. Es decir, sin tener los suficientes estudios que aclaren las incidencias de
dicho almacenamiento durante un prolongado período de tiempo, no creen
conveniente que se proceda a realizar dicha actividad.
6. Conclusión
Como hemos podido comprobar a lo largo del artículo, y como ya comentamos
en la introducción del mismo, el cambio climático es un hecho indiscutible hoy día el
cual se debe afrontar ya y poner freno sobre todo por parte de los países más
desarrollados y que más gases de efecto invernadero emiten a la Atmósfera.
Precisamente ese es uno de los principales causantes de dicho cambio y del
calentamiento global del planeta, la emisión de gases como el CO2 a la Atmósfera.
Estos gases forman una pantalla que impide que la radiación solar rebotada desde la
superficie terrestre ascienda hasta el espacio exterior, quedando estancada y
aumentando la temperatura media de la Atmósfera y de La Tierra.
Las soluciones que se plantean a este problema son variadas y muy dispares.
En este artículo hemos aportado información sobre una de las últimas alternativas que
se están barajando para rebajar los niveles de CO2: La captura y almacenamiento del
CO2 para evitar su ascensión al cielo. Hemos visto que cuenta con ventajas e
inconvenientes que hacen que tanto los impulsores como los detractores de esta
alternativa luchen por sus ideales y traten de imponerlas.
Las reflexiones planteadas a lo largo del artículo, trasladadas a nuestras aulas
nos ayudarán a crear en nuestro alumnado de la ESO, una concienciación sobre el
cambio climático y sobre el efecto invernadero. Por ello, creemos que es de vital
importancia trasladar ciertos debates que se dan en la calle, a nuestras aulas. De este
modo haremos partícipes al alumnado de temas de actualidad, lo cual contribuirá
además a forjar unas ideas en ellos, a que las expongan, las defiendan y, en definitiva,
a que desarrollen su personalidad y su espíritu crítico.
7. Bibliografía
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