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150 años después..La vigencia de la teoría evolucionista de Charles Darwin
17
PERSPECTIVAS DARWINIANAS PARA EL ANÁLISIS DE LA TECNOLOGÍA
LÍTICA EN ARGENTINA
Cardillo Marcelo
CONICET-IMHICIHU-DIPA
[email protected]
Resumen
Este trabajo aborda algunos aspectos de la aplicación de la arqueología evolutiva
darwiniana en Argentina, vinculada con los análisis líticos. Se destacan dos campos en
los que ha habido más desarrollo, los estudios de optimización y de diversidad. Se
propone que estos últimos tienen gran potencial en el estudio de patrones en escalas
espaciales amplias, al utilizar poblaciones de artefactos como unidad de análisis. Con el
fin de ejemplificar alguna de las posibles aplicaciones de estas unidades, se exploran las
relaciones entre conjuntos de distintos puntos del norte y sur de Patagonia. Los
resultados sugieren la existencia de patrones relacionados con la distancia geográfica y
la variabilidad ambiental en escala macroregional.
Introducción
Los artefactos líticos constituyen, probablemente, el registro material mejor
representado en las secuencias arqueológicas del Pleistoceno y el Holoceno. Es por este
motivo que esta línea de evidencia ha sido empleada frecuentemente como un indicador
del proceso evolutivo humano, al correlacionar el cambio observado en la tecnología
con el cambio biológico en las poblaciones humanas (ver discusión en Foley 1987,
Foley y Lahr 2003). En las primeras referencias sobre la relación entre la evolución
cultural y biológica, los materiales líticos fueron empleados como indicadores de la
capacidad cognitiva y motora de los primeros homínidos. De esta manera, Darwin
escribe haciendo referencia a los estudios de Lubbock:
“[…] that when primeval man first used flint stones for any purpose, he would
have accidentally splintered them, and would then have used the sharp fragments. From
this step it would be a small one to break the flints on purpose, and not a very wide step
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to fashion them rudely. This latter advance, however, may have taken long ages, if we
may judge by the immense interval of time which elapsed before the men of the
neolithic period took to grinding and polishing their stone tools” (Darwin 1882: 44).
A pesar de esta temprana referencia, sin embargo, el empleo de esquemas
evolutivos utilizando el concepto de selección no fue explícitamente incorporado al
análisis lítico hasta los trabajos de Dunnell (1978, 1980, 1989), mientras que en nuestro
país el trabajo de Borrero (1993) puede ser considerado como el primero que establece
una agenda de análisis lítico vinculada con esta teoría. El objetivo del presente trabajo
es exponer algunos de los conceptos y aplicaciones del evolucionismo darwiniano en el
estudio de los materiales líticos, haciendo especial énfasis en los desarrollos en nuestro
país. Asimismo, y a partir de un caso empírico, se revisará la utilidad del concepto de
diversidad –que es clave para la aplicación de un enfoque evolucionista- y la aplicación
de distintas escalas de análisis, mediante la definición de unidades a distintos niveles de
inclusividad.
Teoría evolutiva y análisis lítico
Tal como sostienen Dunnell (1989), Rindos (1984) y Borrero (1993), los
conceptos de selección y variación son fundamentales en la aplicación de la teoría
evolutiva en arqueología. Ambos conceptos son indisociables entre sí, ya que la
selección puede ser identificada como mecanismo causal de la persistencia diferencial
de la variación sobre la que actúa. Al respecto, entendemos que la selección puede ser
tanto “natural” como “cultural” (ver Mesoudi et al. 2004 para una discusión sobre este
punto). Si bien la selección natural es entendida comúnmente como la causa última de
variación adaptativa (Dunnell 1980), tal como propone Durham (1991, entre otros), la
selección cultural, que puede vincularse directamente con la toma de decisiones (ver
discusión en Boyd y Richerson 1985, Durham 1991), no está necesariamente orientada
a la respuesta adaptativa, ya que los patrones culturales pueden generar maladaptaciones
(Boyd y Richerson 1985). El problema radica en que la acción diferencial de estos
mecanismos en el largo plazo (selección natural o toma de decisiones adaptativa) es
muchas veces imposible de discriminar, más aún cuando el resultado es adaptativo, tal
como lo sugiere Muscio (2002, 2004).
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En cuanto a la selección natural, se entiende que la variación ambiental es un
factor que afecta a los organismos de distintas maneras y que tiene influencia en el
establecimiento y cambio en las adaptaciones (Winterhalder y Smith 1992, Boone y
Smith 1998). A su vez, la selección natural puede operar sobre los organismos de
manera diferente en el tiempo, a través del proceso de construcción de nicho (Odling
Smee et al. 1996, Laland y Brown 2002). Al respecto, es esperable que la interacción
entre seres humanos y el ambiente genere modificaciones potencialmente heredables.
La cultura se comporta como un agente activo en la construcción del nicho, junto con la
variación ambiental. Dentro de este marco pueden analizarse, por ejemplo, procesos
como la litificación del paisaje (Webb 1993, Martínez 2002), en donde el descarte
intencional (o no) de rocas en distintos puntos del espacio a lo largo del tiempo
modifica el costo de explotación de los distintos recursos de subsistencia.
Como se mencionó, la incorporación de modelos evolutivos darwinianos para el
estudio de la tecnología lítica en nuestro país se relaciona con el trabajo de Borrero
(1993). Este autor, siguiendo a Dunnell (1989) y a Rindos (1984), propone incorporar el
concepto de selección de manera explícita dentro de los estudios tecnológicos.
Asimismo, sugiere trasladar el foco de los estudios líticos al estudio de la variación,
centrado en el análisis del cambio en frecuencias de artefactos y rasgos (por ejemplo,
cantidad de filos en un instrumento, o cantidad y diversidad de materias primas) y dejar
de lado posturas con énfasis en la clasificación y en la descripción cualitativa (ver
también Borrero 1989). Un segundo aspecto relevante es la propuesta de este autor de
una agenda de trabajo a futuro, en donde se presentan distintas líneas de evidencia con
potencial para ser estudiadas en términos de la teoría evolutiva. De esta agenda, los
puntos más desarrollados posteriormente han sido los estudios de optimización, manejo
del riesgo y los análisis de diversidad. En cuanto a los primeros, Franco (1993, 1994)
observó tendencias en la maximización de los recursos líticos en función de la calidad
de la materia prima y de la distancia a las fuentes de aprovisionamiento. De manera
similar, Charlin (2009) vinculó un conjunto de indicadores de mantenimiento de filos en
artefactos con la distancia a las fuentes de aprovisionamiento, priorizando escalas
espaciales amplias. Por su parte, el trabajo de Restifo (2007) permitió caracterizar
estrategias económicas relativas al manejo de las materias primas en función de la
distancia de las fuentes de aprovisionamiento y de la calidad de las rocas (ver también
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Cardillo y Scartascini 2007). El concepto de manejo del riesgo fue utilizado, entre otros,
por Franco y Borrero (1993), Escola (2006) y López (2008), con el fin de generar
modelos explicativos del cambio tecnológico vinculado con cambios ambientales y a la
explotación de recursos de subsistencia.
En lo relativo a los análisis de diversidad, Lanata (1995, 1996) empleó índices y
métodos de correlación simple para explorar propiedades del registro arqueológico
fueguino, pudiendo diferenciar tendencias en la diversidad, en algunos casos vinculadas
al tamaño de las muestras analizadas. Estos análisis fueron también empleados
recientemente por Mercuri (2006), con el fin de caracterizar el cambio en las estrategias
tecnológicas del Formativo en la puna de Salta e identificar el patrón de transmisión
cultural dominante para ese bloque temporal. Dentro de este marco, los análisis de
diversidad mostraron ser especialmente útiles para describir el cambio en conjuntos
líticos, tal como lo sugieren Rindos (1989) y Leonard y Jones (1989), entre otros.
Cambios en la composición y frecuencia de los conjuntos de artefactos, pueden
relacionarse con diferencias en las estrategias de subsistencia y uso del espacio1. Estos
conjuntos pueden ser tratados como unidades de análisis a distintos niveles de
inclusividad, lo que a su vez permite relacionarlos con distintas escalas espaciales y
temporales, tal como veremos a continuación.
Escalas y unidades de análisis lítico
Dentro de una perspectiva evolutiva jerárquica (Vrba y Gould 1984), la selección
puede ocurrir tanto en la escala de la toma de decisiones humanas (por ejemplo, qué
diseño es el más conveniente para una determinada función, cuándo mantener o
descartar un artefacto, etc.), o a escalas más amplias. Como por ejemplo, cambios en
tiempo o espacio en la diversidad y composición de los conjuntos líticos. En este
sentido, fluctuaciones en la frecuencia de grupos de artefactos (conformados por
distintas clases) pueden relacionarse con gradientes en productividad ambiental de
manera directa, para explorar patrones de cambio tecnológico. Estas unidades también
pueden ser utilizadas como caracteres en análisis fenéticos y filogenéticos, para estudiar
patrones de divergencia o convergencia tecnológica en diferentes escalas espaciales (ver
más adelante).
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Proponemos que el uso de distintas escalas y unidades de análisis puede brindar
una mayor comprensión de la variabilidad artefactual2. El análisis de unidades
inclusivas centra el foco en poblaciones de artefactos y no tanto en los artefactos
aislados o en las clases. Los valores medios, la varianza y las proporciones relativas de
clases o rasgos (por ejemplo tamaño, forma, peso de los artefactos) pueden ser
entendidos como propiedades aditivas (en el sentido de Gould 2004) de los conjuntos de
artefactos. De esta manera, un conjunto lítico puede tener una alta perfomance en un
ambiente y ser subóptimo y potencialmente maladaptativo en otro (ver Borrero 1993)3.
La ventaja más clara de la construcción de unidades en escalas por encima del artefacto
es que permite resumir de manera cuantitativa propiedades de los conjuntos (por
ejemplo, utilizando índices o medidas de dispersión o tendencia central) y disminuir la
heterogeneidad de las muestras (ver entre otros a Mcardle y Andeson 2004 para la
discusión de este punto en ecología). Siguiendo a Rindos (1989), creemos que la
diversidad es una medida de las propiedades de los conjuntos (entendidos como
unidades de análisis) a distintos niveles de inclusividad. La diversidad puede ser medida
de diferentes maneras, como composición (presencia-ausencia), frecuencia relativa de
distintas clases (por ejemplo la riqueza) o mediante índices (Magurran 2004). Como
veremos a continuación, al analizar la diversidad a distintas escalas (en este caso
espaciales), es posible dar cuenta de procesos que son más sensibles de ser observados
en escalas amplias, como aquéllos relacionados con la dinámica evolutiva de las
poblaciones humanas.
Caso: divergencia tecnológica entre las costas norte y sur de Patagonia durante el
Holoceno medio-tardío
Para explorar procesos evolutivos en distintas escalas se tomaron 42 muestras
arqueológicas en el norte y sur de la costa patagónica, analizando en ellas un número
total de 9450 artefactos, de los cuales 790 son instrumentos. Nos centraremos aquí en el
análisis de estos últimos. La frecuencia de distintas clases artefactuales se transformó en
proporciones, para minimizar potenciales diferencias relativas al tamaño de las muestras
(ver Cardillo 2009a para un análisis detallado de este punto). Estas proporciones fueron
empleadas como variables en análisis de agrupamiento jerárquico, empleando el método
de Neighbor-Joining4 (Saitou y Nei 1987). Se emplearon dos escalas espaciales: 1) el
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locus (n=42), que corresponde a unidades espacialmente acotadas como cuadrículas de
muestreo y transectas y 2) el sector (n= 4), que corresponde a extensiones de costa
variables, dentro de las cuales se realizaron los muestreos. Dos de estos sectores se
ubican en el norte de la costa Patagónica (provincia de Río Negro) y dos en Patagonia
meridional (provincia de Santa Cruz). Por consiguiente, en el nivel más inclusivo se
definieron cuatro conjuntos (dos del norte y dos del sur) correspondientes a estas dos
regiones, que se encuentran separadas entre sí por 1000 km lineales. Posteriormente, los
resultados fueron tratados mediante un programa que incorpora reticulaciones (T-Rex,
Makarenkov 2000, 2001) con un criterio optimizante. Las reticulaciones pueden indicar
vías alternativas de asociación entre las unidades analizadas, no representadas en la
resolución dicotómica del fenograma (Rohlf 2000) (gráfico 1).
Resultados
En el primer caso (gráfico 1a), se observa que los conjuntos de la costa sur de
Patagonia (subrayados) aparecen en el mismo sector del fenograma, sin embargo la
resolución es pobre ya que 40 nuevos vértices fueron agregados por el programa de
reticulaciones. Esto señala que, en la escala de cada locus, es difícil establecer
diferencias en la tecnología, más tomando en cuenta que en muchos casos las muestras
provienen de sectores cercanos espacialmente. Al sumar todos los conjuntos para cada
uno de los cuatro sectores, se observa que existen diferencias significativas en la
composición y abundancia de clases artefactuales entre el norte y sur de Patagonia
(gráfico 1b). Posteriormente, mediante remuestreo, (5000 iteraciones de Bootstrap), se
estableció el porcentaje de soporte de cada bifurcación. Los resultados sugieren que un
patrón consistente emerge al analizar la diversidad en esta escala. Las escalas más
pequeñas, en cambio, muestran gran variación interna, lo que puede relacionarse con
convergencia en el modo de uso del espacio por parte de los cazadores recolectores:
espacios de alta diversidad usados de manera persistente y espacios de menor diversidad
utilizados de manera más esporádica (Schlanger 1992).
Es interesante notar que el patrón de agrupamiento es congruente además con la
proximidad geográfica y similitud en los parámetros ambientales entre sectores, lo que
podrá ser contrastado incrementando el tamaño de las muestras (Cardillo 2009b).
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Gráfico 1: Árbol de Neighbor-Joining utilizando unidades de distinto nivel de
inclusividad a) locus, (42 unidades de muestreo) y b) sectores, (4 conjuntos) los
números en la base de cada bifurcación indican el soporte de bootstrap (1000 pseudo
réplicas). Se emplearon distancias euclidianas sobre las proporciones observadas de 19
clases de instrumentos recuperados en muestreos aleatorios y transectas. NPN Norte de
la costa norpatagónica, NPO norpatagonia oeste, DRSC desembocadura del río Santa
Cruz, EM extremo meridional de Patagonia. Las líneas punteadas indican las
reticulaciones.
Esta observación sustenta la hipótesis de un patrón geográfico de diferenciación
tecnológica para el Holoceno medio/tardío entre el norte y sur de la costa patagónica
(Cardillo 2009a)6. Esta diferenciación, al menos en parte, podría estar relacionada con
las variaciones en el ambiente observadas en sentido latitudinal, como en el caso del
gradiente en la temperatura media anual de 15º a 7º grados centígrados entre el norte y
sur de Patagonia. Esto estaría relacionado con procesos no aleatorios de selección
natural/cultural sobre la diversidad tecnológica, que podrían incrementar la frecuencia a
favor de los toolkits más eficientes en cada ambiente (Cardillo 2009 a y b). Cabe
destacar que estas diferencias entre regiones se observan también en el diseño de
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algunos artefactos, como raederas y cuchillos, que sugieren para el sur de Patagonia una
mayor inversión de energía en la formatización y mantenimiento (Cardillo 2009a). Esto
podría indicar distintos requerimientos de performance en algunas categorías de
instrumentos en latitudes más altas.
El patrón observado en la composición de los conjuntos líticos puede ser
relacionado, también, con líneas de evidencia independientes consideradas en escalas
espaciales semejantes. Este sería el caso de las diferencias identificadas en el esqueleto
craneofacial de las poblaciones de Patagonia para el Holoceno tardío por Pérez y
Monteiro (2009). Los autores sugieren que éstas pueden relacionarse con mecanismos
de selección y plasticidad fenotípica de las poblaciones humanas cazadoras recolectoras
y horticultoras. Análisis que hagan énfasis en los conjuntos y escalas espaciales amplias
más que clases aisladas, podrían tener potencial en estudios como los realizados por
Barrientos y Pérez (2002, 2005) y Pérez (2006) vinculados con la dinámica poblacional
del sudeste de la región pampeana. Sería posible cruzar estos datos con la información
sobre la tecnología lítica en escala macroregional para explorar patrones de correlación
entre la divergencia cultural y biológica, tal como lo proponen Guglielmino et al.
(1995).
Discusión y conclusiones
Creemos que los resultados señalan, entre otras cosas, el potencial del empleo de
distintas escalas de análisis de los conjuntos líticos en el estudio de procesos evolutivos,
incluyendo el uso de las propiedades aditivas de los conjuntos7. Al respecto, avances en
la integración entre distintas líneas de evidencia pueden verse en los trabajos que
relacionan tecnología lítica con resultados de estudios isotópicos sobre restos humanos,
tal como lo indican los recientes trabajos de Borrero et al. (2008, 2009) para Patagonia
meridional y Cardillo y Favier Dubois (2008) para norpatagonia.
Por último, muchos aspectos de esta agenda darwiniana restan por ser abordados.
Esto precisa, entre otras cosas que continúe la generación de teoría sobre los análisis
líticos pero también, y quizás de forma más importante, que las herramientas
metodológicas vinculadas al análisis del registro arqueológico acompañen las preguntas
generadas desde la teoría. La contrastación de las implicaciones de la teoría es lo que va
a permitir el desarrollo y continuidad de esta línea de investigación dentro de la
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arqueología. Al respecto, creemos que la incorporación de escalas de análisis amplias
tanto temporales como espaciales está más en fase no sólo con la teoría sino también
con las propiedades del registro arqueológico, probablemente el único que condensa
información sobre el proceso evolutivo humano.
Agradecimientos
Quiero agradecer especialmente a Gabriel López, Ramiro Barberena, Iván
Pérez y a los evaluadores anónimos, cuya lectura crítica han ayudado a mejorar
sustancialmente este trabajo. Los datos presentados aquí fueron obtenidos en el marco
de la beca tipo II de avance de doctorado del CONICET.
Notas
1
Para ello es fundamental tal como señala Hiscock (2001), controlar la influencia que
tiene el tamaño de la muestra sobre la riqueza artefactual.
2
Al respecto, entendemos que tal como proponen Hurt et al. (1997), es posible
considerar una jerarquía de unidades teóricas que pueden considerarse evolutivas. Estas
unidades pueden ser rasgos, artefactos, y grupos de artefactos funcionalmente
integrados (Hurt et al 1997).
3
Hurt et al. (1997) proponen que para que los conjuntos funcionen como unidades
evolutivas es necesario que estén integrados funcionalmente. Sin embargo la integración
funcional resulta en un concepto poco operativo y requiere asumir la dependencia entre
partes, como en una entidad orgánica. Sin embargo, el registro arqueológico no
representa un evento sincrónico sino más bien un palimpsesto. En este sentido lo que
observamos es la co-ocurrencia de distintas clases de artefactos, que resultan de
conductas de descarte dentro de un bloque temporal variable (Stern 1994). Más aún
considerando que un mismo espacio puede emplearse con fines diferentes en poco
tiempo, tal como observó Binford (1978). La relación estadística entre clases de
artefactos dentro de un conjunto puede explorarse, por ejemplo, mediante análisis de
correlación o agrupamiento (Cardillo 2009a) y puede ser una pauta válida para definir
unidades compuestas por clases diversas.
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Los análisis fenéticos consideran la similitud total y no solamente la heredada, como la
cladística. Sin embargo, tal como sostienen Sokal y Rohlf (1979), tales estudios pueden
contener información sobre la filogenia de las unidades analizadas.
5 Las diferencias en la tecnología entre el norte y sur de Patagonia, han sido estudiadas
y discutidas previamente por Menghin (1952) y Orquera (1985, 1987), desde distintos
marcos teóricos.
6
El concepto de unidades aditivas es especialmente útil para contrastar hipótesis sobre
exaptación en artefactos líticos tal como lo propone Borrero (1993), ya que para Gould
(2004) las propiedades aditivas de los individuos pueden considerarse exaptaciones al
nivel de la especie (en nuestro caso, al nivel de la clase de artefacto).
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