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Confirmación
Viernes 20 de Noviembre del 2009
LA ORACIÓN
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Qué significa la oración, hoy por hoy, en sus vidas: si han descubierto o no la oración como un valor, qué
vivencia tienen de ella, las dificultades, diferencia entre “rezar” y “orar”…
Que descubran que la oración es algo importante para alimentar la relación con Dios.
Motivar la experiencia de la oración, ¡vale la pena intentarlo! Porque la oración, en sí misma, no es difícil.
Que conozcan distintos métodos de oración y descubran cuál es el suyo.
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Objetivos:
Desarrollo de la reunión:
¿Qué es orar? Jugamos al verdadero o falso. Elegir algunas de las frases que nos ayuden a construir nuestra
propia definición de oración, a partir de ella damos una definición teórica de la misma.
¿Hago oración? ¿con qué sentido? Dificultades y cosas que me ayudan. A partir de mi experiencia de
oración (si la tengo), descubrir qué es lo que me ayuda a la hora de vivirla y qué es lo que hace que “se me
quiten las ganas”. Recapitularemos DIFICULTADES Y ASPECTOS PRÁCTICOS que nos ayuden a
superar esas dificultades.
Razones para orar. Si tuviéramos que defender o motivar a una persona hacia la oración, qué razones le
darías para convencerla. Esas razones quizás nos hagan caer en la cuenta de por qué es necesaria la oración
en nuestras vidas.
Formas de orar. Leer las distintas formas de oración que exponemos como sugerencias. Y como la única
forma de aprender a hacer oración es orando, le proponemos como “deberes” que elijan uno de los métodos
e intenten ponerlo en práctica durante la semana.
¿QUÉ ES ORAR?
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La oración no sirve para nada.
La oración me aparta de la vida.
La oración me comunica con Dios.
La oración no es un examen de conciencia.
La oración es una apertura hacia los demás.
La oración es una búsqueda y un riesgo.
La oración no es un refugio ni un consuelo.
Orar es comprometerse.
Orar llega a ser rutinario.
Orar es aburrido.
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Orar es encontrarse.
Orar es perderse.
La oración no tiene horas fijas.
La oración es inútil.
Orar no es recitar oraciones.
Orando se llega a ser cristiano.
Orar es comunicarse.
Orar es difícil.
Orar es sencillo.
Para mi la oración es…
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Pero… “Para emborracharse hay que beber”
La experiencia del corazón no se adquiere teorizando sobre ella. La experiencia de oración se adquiere orando: “Hay
que orar para saber orar”. Nadie se emborrachó jamás leyendo un tratado sobre vino, para emborracharse hay que beber. Sí, ¡hay
que beber!, no tenemos otra alternativa. Los asuntos del corazón son así y no se pueden resolver de otra manera.
Siempre ha parecido más difícil succionar que soplar, y sin embargo, lo instintivo es succionar…es a soplar a lo que
tenemos que aprender. Lo nuestro es beber, alimentarnos de Dios. No queramos enseñarnos a succionar que es muy complicado
contarlo; succionemos sin más, ¡Qué está tirado! ¡Bebamos! Pues igual la oración: no se puede enseñar, lo mismo que no se
puede enseñar a alegrarse, a amar o a llorar, asuntos todos ellos del corazón. La oración procede de un instinto que se da en
nosotros, no se trata de fabricarlo, sino de seguirlo.
La oración es ponerse de tú a Tú a conversar…de tú a Tú, sobre nuestra vida, de tú a Tú, con Él, de la vida de los
demás…
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Viernes 20 de Noviembre del 2009
Y escuchar, escuchar para que Él tenga la posibilidad de hablarnos de la suya: de qué va, de cómo puede colorear la
nuestra, de cómo puede darle sabor…para eso estamos hecho, para el tú a Tú, para la sonrisa y para la comunión. Conversar es
hablar y escuchar. Hablar y callar para que el otro hable.
Es hablar con Dios desde la certeza (no siempre desde el sentimiento) de que no son palabras al vacío; y escuchar, con
la seguridad de que a Dios le importo y desea decirme cosas, por muy dura que sea la sensación de silencio a veces.
A veces pensamos que la oración es pedir y pedir y pedir. Creo que nos equivocamos; la oración es sólida y auténtica
no cuando el que ora permanece en la oración hasta que Dios le escuche a Él, sino hasta que Él mismo sea el que escuche lo que
Dios quiere. El que ora cristianamente, lo que de verdad hace es escuchar. Escuchar a Dios que nos dice cosas.
Una oración así, lleva a la vida, lleva irremediablemente a implicarse en la vida. Y viceversa: cuando la vida se vive
con corazón de oración, nos lleva a poner en Dios toda la consistencia, a la vez que se trabaja y se lucha por sacar adelante las
cosas.
Marcelo Spínola, fue un hombre que aprendió a orar y su experiencia nos ayuda:
“Si para hacer oración tuviéramos que hacer grandes discursos, entonces sería dificultoso, pero no se nos exige esto,
sino que simplemente tratemos con Dios, y si no sabemos decirle nada ponernos delante del tabernáculo y mirar a Cristo de
hito en hito y estarnos allí con Él. Mirad lo que hacen dos amigos cuando están juntos; si no tienen nada que decirse, se miran,
y como se aman, su silencio mismo habla.
AHORA YO...
-¿Hago oración?...
-¿Por qué?...
-¿Qué dificultades experimento?...
DIFICULTADES PARA LA ORACIÓN:
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Todavía no conocemos a Jesucristo, no hemos experimentado su cariño, su Amor, no ha tocado nuestro corazón como
para desearlo profundamente y querer vivir como Él vivió.
Pensamos mucho en nosotros mismos: en nuestras carencias, deseos del corazón, en nuestros defectos, en nuestra baja
autoestima. No acabamos de salir de nosotros mismos, de nuestro reducido mundo.
Tenemos excesiva autosuficiencia y seguridad personal. No busco y escucho al Señor sino que me busco y escucho
continuamente, mi oración ¿Es un diálogo o un monólogo? Sigo creyendo que es más importante lo que yo le diga que
lo que Él quiera comunicarme.
Vivimos hacia fuera, nos parece más interesante y menos aburrido. Los medios de comunicación, el vértigo, el ruido,
no nos ayudan a interiorizar y nos dejamos llevar.
Nos da miedo quedarnos solos con nuestra soledad, tal vez descubra algo que no me gusta, o me pida algo que yo no
quiero... no terminamos de confiar en el Señor como el que nos conoce, no se asusta, nos quiere más que nadie.
La oración es un medio que hay que cuidar y alimentar, todo esto supone tiempo y paciencia, y a nosotros nos gustan
las cosas inmediatas, sin sacrificio, que sirvan y que lo veamos ya.
Nos desesperamos cuando sentimos que en la oración “no ocurre nada”, como si lo importante fuera el tema. La
oración tiene mucho de encuentro con un amigo en el que no pasa nada y pasa todo, hay comunicación de cariño,
compañía y se va cambiando muy poco a poco el corazón.
Es peligroso cuando en la oración nos quedamos en lo “calentito” del momento y no se nota por actitudes de vida que
algo está pasando por dentro de nosotros mismos, que el corazón se está transformando.
Vivimos como problema el que nos distraemos y se nos va la cabeza en la oración, Pero el verdadero problema está en
no hacer presente a Jesús y no contarle esas distracciones o dificultades.
AHORA YO:
Cuando me pongo a hacer oración...
¿Qué cosas me ayudan?
COSAS QUE PUEDEN AYUDAR PARA ORAR
1.
Lo importante es entrar con actitud de ESCUCHA y CONFIANZA. El quiere comunicarse contigo, de cualquier
manera y quizás lo haga cuando menos te lo esperas.
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Adopta una postura que te ayude a estar relajada y atenta. No hagas oración en la cama tumbada, favorece el que te
distraigas y te quedarás dormida.
Haz oración en días y horas fijas, sé generosa y dedícale un rato tranquilo. Sería una pena que sólo hicieras oración
cuando te apetece, cuando te acuerdas o cuando tienes tiempo... El roce hace el cariño y la constancia en dar y en
recibir amor nos hace personas nuevas y felices, así también con Dios.
Búscate un lugar y un momento donde nadie te moleste. Ciérrate en tu cuarto o en otro lugar que te ayude y te serene
(capilla...)
Para el momento de oración ayúdate de materiales que necesites y prepáralos antes: N.T., algún libro, cuaderno y
bolígrafo...
Tener una música suave de fondo te puede ayudar a concentrarte
Cuida el inicio y el final de la oración, dedica tu tiempo a serenarte al principio con serenidad y confianza. No te
despidas de golpe sino con el corazón: con un gesto, un abrazo o unas palabras cariñosas.
ORACIÓN FINAL: Escuchamos una canción y nos planteamos nuestras razones para orar:
... BAJAR A LO PROFUNDO.
Tomo conciencia de lo que realmente quiero.
Quiero pararme.
Quiero escucharme por dentro.
Quiero bajar a lo profundo.
Quiero escucharte por dentro.
En lo profundo
no hay nada que no sea sorprendente.
Y sin embargo
bajamos tan a poco, y pocas veces.
Acomodamos
el pulso a la presión de la rutina.
Nos distanciamos
del fondo y del origen de los días…
… y no bajamos, y no bajamos, y no bajamos.
Nos olvidamos del sentido de la Vida,
del propio barro, del primer atardecer…
Y amontonamos un sinfín de tonterías,
buscando en lo que creer.
En lo profundo
no hay nadie que no sea diferente,
pero a menudo
mostramos sólo aquello que no duele.
Desdibujados
detrás de multitud de vanidades…
Tristes, sin sueños,
ajenos al Amor… superficiales.
…y no bajamos, y no bajamos, y no bajamos.
Nos olvidamos del sentido de la Vida,
del propio barro, del primer atardecer...
Y amontonamos un sinfín de tonterías,
buscando en lo que creer.
En lo profundo
no hay nada que no sea sorprendente…
QUÉ RAZONES TENGO PARA ORAR
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...
...
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FORMAS DE ORACIÓN
PUES, ¡MANOS A LA OBRA ...!
Aquí tienes un a pequeña lista de formas de orar, son unas cuantas pero hay muchas. Lo importante es que cada
persona vaya encontrando su forma, su método, la manera que más le ayude a encontrarse con Dios.
Posiblemente unas veces te ayude más una forma que otra, lo importante es empezar y ver en este momento cuál es
para ti la mejor:
-Orar con el Padrenuestro:
Es la oración universal que muchas veces rezamos sin darle sentido. Escribe esta oración dejando espacios para ir
profundizando en cada frase, cada palabra... qué te sugiere, a qué te lleva, de quién te acuerdas... No lo hagas todo de una vez,
en días distintos si te ayuda... ¡Verás como nunca más serán palabras sin sentido!
-Saber mirar:
“Vió Dios todo lo que había hecho y era bueno” (Gn1, 13)
Pasea con tu imaginación por las calles, lugares, habitaciones... habituales por los que pasas. Trae a tu memoria
lugares de la naturaleza que te evoquen ganas de vivir. Mira atentamente a las personas con las que tratas, a las que quieres, con
las que estudias, con las que sufres... y agradece por dentro todo lo bueno que Dios ha puesto en tu vida.
Pídele que te dé su mirada para ver la realidad como Él la ve, para que te eduque la mirada y ver con los ojos del
corazón.
-Orar con el Evangelio:
Coge el evangelio de Mc 6, 34.
Jesús ha bajado de la barca y, al ver a la gente, se ha llenado de compasión porque estaban como ovejas sin pastor.
Mézclate con aquella gente, siéntete envuelta en la mirada cargada de ternura y de acogida de Jesús. No te hace ningún
reproche, no te señala lo negativo, no te exige que hagas esto o aquello. Sólo te mira y te acepta tal como eres. Respira hondo y
déjate invadir por la paz de esta acogida incondicional.
-Oración carta:
Consiste en eso, en ir escribiendo una carta a Jesús, sin prisas ni preocupaciones. Se la escribo, con confianza, como a
un amigo íntimo. Puedo contarle todo, hablarle de todo, preguntarle, expresarle mis sentimientos, miedos, deseos, proyectos,
etc.
No importa que la carta sea larga o corta, muy bonita o caótica. Lo importante es que salga del corazón.
-Orar con la vida:
Cara a cara con Jesús, puedo repasar mi vida: lo que he hecho, programar lo que voy a hacer, tomar compromisos, ver
que Él está presente en todo lo que me sucede, sea consciente o no.
Al repasar mi vida, hay que hacerlo e profundidad. Si pasas corriendo sobre lo que sucede, no descubrirás en ello la
presencia de Jesús. Él está presente en todo ,o que nos sucede y hacemos. Lo podemos ver en lo positivo y en lo negativo.
-Orar con oraciones hechas
Hay oraciones de otros que nos pueden ayudar mucho. Elige aquellas que te gustan, las que despiertan en ti ganas de
rezar con sentimientos parecidos a los que señala la oración. Rézalas a tu modo, y repítelas muchas veces, te ayudará a orar en
profundidad