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timidez, ya va practicando los deberes de la profesionalidad, se presta al rito de las fotos y contesta con desparpajo y furtivas miradas cómplices a su compañero. —¿Cómo es que siendo tan tímida te dedicas al teatro?. —Uy, no lo sé... Hay buenos actores y actrices que son tímidos. Empecé haciendo teatro con Paco en un local que tenemos ahora en la calle La María. En plan aficionado, para pasar el tiempo. A mí me encantaba aquello pero no pensaba dedicarme profesionalmente. Después, Paco entró en la Pupa, otro grupo de auíe de Sevilla y yo me fui con ellos. Aprendí acrobacia, a montar en zancos e incluso a hacer títeres. Una vez hasta suplí a una actriz que se había doblado un tobillo. Un día llegó Ricardo Iniesta para hacer unos seminarios de teatro. De esa gente que participó eligió a unos cuantos para un segundo seminario, que después pasarían a un grupo. Y así fue surgiendo todo. —¿Qué le encuentras a estar en un escenario interpretando?. —No sé... Es que no lo sé. Creo que es un trabajo muy humano y creo también que tengo una serie de actitudes que trabajar y aprovechar. Por ejemplo, me gusta muchísimo el flamenco y otras cosas que después me sirven para un espectáculo. No directamente hay que bailar en un espectáculo o meter acrobacia, que es algo que a mí me quita el miedo, pero son cosas que ayudan. ¿Eres miedosa?. —Sí, bastante. Le tengo muchísimo miedo a la muerte. —¿Te sorprende tu éxito?. —Me sorprende pero no sé... Tampoco me descoloca. Palomitas de maíz El teatro está obrando grandes prodigios en la vida de Carmen. Actualmente es una «reinsertada» del tabaquismo, mala costumbre que va abandonando a fuerza de voluntad y por miedo a la afonía. Sin embargo, a excepción de tan saludable decisión, nada afirma haber cambiado en sus adentros. «Creo que soy una persona de lo más normal, de lo más «curranta» y ni me creo ni siquiera creerme nada. Estas cosas se suelen subir a la cabeza. Son cosas que están ahí, que van pasando... Las observo, me río mucho y me lo paso muy bien con mis colegas». —Pero ¿te gusta la fama y el éxito?. —No me importa y le agradezco a la gente que le guste lo que yo hago. Lo que ocurre es que me incomoda. ¿Sabes lo que te digo?. Que viene alguien y me pongo colora. Noto que se me suben tos colores y entonces A B C/88 Sevillana, a sns veintiún años ha sido elegida actriz revelación de la temporada en Madrid —Muchos profesionales se quejan de que en Sevilla nadie va al teatro, ¿qué opinión te merece el público de tu ciudad? —He observado durante el festival Teatro en Otoño que la gente estaba como con las uñas así puestas (Carmen imita un feroz zarpazo). También me incomoda un poco que la gente coma palomitas u otras chucherías mientras actúo. Parece una tontería pero rompe el climax. He visto a la gente corno muy a la defensiva Astronauta y arquitecto A Carmen no le gustaría interpretar en el cine. no me siento bien, aunque es divertido. Me encanta ir por la calle, como el otro día, y que una persona se me acerque, me reconozca y me diga: «Oye, pues me ha encantado tu interpretación y no sé qué y no sé cuánto», pero me retrae. Me da vergüenza. —Después de tanto hablar de crisis en el teatro, ¿vuelven tos jóvenes a interesarse por él?. —A la gente le va gustando cada vez más el teatro. El problema es que la gente no sabe lo que es trabajar haciendo teatro. Es bastante duro. Tienes que pasarte muchas horas viajando o trabajando muchísimo, cargando y descargando. Hay gente que ha empezado a hacer teatro y se ha desilusionado porque es muy sacrificado. De momento yo no lo dejaré. Estoy contenta con el teatro y tengo muchas ganas de seguir trabajando y aprender. —¿Te da para comer y vivir?. —Sí, yo vivo de esto y no me quejo. No necesito más que la comida, mi casa y dos o tres cosas más. —¿Qué tal se porta el Gobierno autónomo con vosotros?. ABC SEVILLA (Sevilla) - 14/12/1986, Página 88 — A q u í hacen muy pocas cosas. Hay un grupo que a mí me gusta mucho, son «Los mongolos de la muerte», pero no tienen ni un duro y están trabajando por ahí, como pueden. A mí me hubiera encantado verles en el Festival de Teatro de Otoño. —¿Qué te ha parecido el festival?. —He visto muy poco. A la Jácara, Teatro del Mediterráneo y a la Jarana. No sé, no sé... A mí no me ha gustado mucho lo que han hecho. Los nombres no siempre son sinónimo de calidad. Ha participado gente con un trabajo bien hecho, pero hay cosas que no me han gustado. Es que últimamente voy poco al teatro. No tengo tiempo y cuando voy me encanta pasármelo bien, aunque tú sabes que yo tengo que mirar el teatro de otra forma, no sólo para divertirme. El público sevillano, su público, ya ha podido admirar las cualidades escénicas de Carmen en la obra lorquiana -Así que pasen cinco años», recientemente estrenada en el teatro Alvarez Quintero. El teatro, actividad que casi comparte el divino don de la ubicuidad (hoy aquí, mañana allí, pasado allá), ha puesto también alas íntimas a Carmen. Vive en Sevilla, independizada de su familia y pasea por sus calles de tibio sol en estado becqueriano. O sea, enamorada y novia de un apuesto colega «tope güay del paraguay» que se preocupa insistentemente por el buen estado de sus cuerdas vocales y su profesión. «Vivo en la Alfalfa desde hace tres años —recuerda Carmen—. De chica he vivido siempre en Pío XII y luego mis padres se mudaron a Parque Míraflores, que está por allí, por la avenida de Pino Montano, y después la Alfalfa». —¿Que tal se toma tu familia que te dediques a la farándula? —Uf... Se k) toman bien. Lo que pasa es que, dentro de lo normales que son, es una gente muy rara. Mi padre, por ejemplo. Mi padre me halaga, sí, ante una cosa que he hecho. Me dice «me-ha-gustado-esto-y-lo-otro», si, pero nunca me dice: «Ay, me ha gustado tu interpretación» o «me ha gustado más que las demás», ni mis hermanos. No sé... Es que yo los conozco desde hace mucho tiempo y siempre han sido así. Yo me siento mucho más cómoda con la gente que me cuenta lo que ve cuando actúo. —¿Fuiste una niña más o menos feliz? —Tuve una infancia feliz. Hay muchos momentos felices. De pequeña yo no sentía que quería dedicarme al teatro. Quería ser arquitecto, quería ser... yo qué sé. Astronauta y esas cosas raras. De hecho, empecé a estudiar delincación, con vistas a eso y lo dejé. Me metí en Artes y Oficios y b dejé. Así que me puse a cuidar niños, y por las tardes me iba con la gente del teatro. Recuerdo que de chica me daba mucha vergüenza representar, aunque me lo pasaba muy bien haciendo teatro en el colegio. —¿Cómo andas de amores? (Se ríe y se sonroja automáticamente. Después lo cuenta intercalando miradas con un divertido Paco Gil, que no dice esta boca es mía.) DOMINGO 14-12-86 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.