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Muñoz Bandera JF. Psicologia.com. 2011; 15:48.
http://hdl.handle.net/10401/4501
Revisión teórica
El comportamiento antisocial como trastorno primario y
la comorbilidad de otros trastornos en la infancia y la
adolescencia
Muñoz Bandera, Juan Francisco1*, Amores Fernández, Francisco Javier2.
Resumen
La comorbilidad es la presencia de uno o más trastornos en una persona además de la
enfermedad o trastorno primario, y el efecto de estos trastornos o enfermedades adicionales
(Feinstein, 1970). Esta comunicación presentará los trastornos más comunes que aparecen en el
sujeto en coexistencia con el comportamiento antisocial. Es poco frecuente que el trastorno
antisocial se presente de forma aislada, generalmente va asociado a otros síntomas y trastornos.
Entre estos trastornos, los de conducta aparecerían en el 21% de los trastornos depresivos, en el
25% de los psicóticos, en el 42% de los que consumen drogas (Mojarro y Benjumea, 1995;
Demilio, 1989) y en el 35% de los que tienen un diagnóstico de trastorno de hiperactividad
(Anderson et al., 1987). Realizaremos una revisión teórica para sintetizar las características que
presentan estos trastornos al coexistir, de forma que puedan ser fácilmente detectadas, siendo
útil para una detección temprana de esta comorbilidad como para una presente o futura
intervención. A su vez se presentarán los estudios e investigaciones más recientes que aporten
datos sobre la prevalencia de la comorbilidad de los trastornos citados anteriormente. También
presentaremos un análisis de los trastornos primarios que más suelen asociarse a la
comorbilidad con el comportamiento antisocial, es decir, expondremos la bidireccionalidad de
este fenómeno. Finalizando con la descripción de los factores de riesgo para la aparición del
comportamiento antisocial, a los que agregaremos los factores que se unirían en el caso de
aparecer comorbilidad con otro trastorno.
Palabras claves: Psicopedagogía, Comportamiento antisocial, Trastorno de conducta,
Psicología del desarrollo.
Keywords: Educational psychology, Antisocial behavior, Conduct disorder, Developmental
psychology.
Recibido: 02/01/11 - Aceptado: 15/01/10 – Publicado: 30/09/11
* Correspondencia: [email protected], [email protected]
1y2 Universidad de Granada
Psicologia.com – ISSN: 1137-8492
© 2011 Muñoz Bandera JF, Amores Fernández FJ.
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Muñoz Bandera JF. Psicologia.com. 2011; 15:48.
http://hdl.handle.net/10401/4501
Introducción
En la ruptura de las habilidades sociales positivas que nos guían en la consecución de ser
competente socialmente, nace el comportamiento antisocial. Y es durante el curso del desarrollo
normal del niño y del adolescente en el que surgen las conductas antisociales, es evidente que
los trastornos de conducta en niños y adolescentes representan un problema social importante.
Aunque la verdadera relevancia de la aparición de los trastornos de conducta vienen porque
estos suponen cada vez más, que el número de víctimas por asesinatos, violaciones, robos,
incendios, conducción bajo los efectos del alcohol, abusos deshonestos a la pareja y a niños, que
se llevan a cabo hoy día son en una mayor proporción perpetrados por personas con un historial
de conducta antisocial.
El comportamiento antisocial incluye una amplia gama de conductas tales como acciones
agresivas, hurtos, vandalismo, piromanía, mentira, absentismo escolar, y abusos físicos y
sexuales. Aunque estas conductas son diferentes, normalmente se consideran juntas. La razón
principal para ello es que de hecho están asociadas. Así, los niños muy agresivos son propensos
a mostrar también alguna de las otras conductas antisociales. Además todas estas conductas
infringen reglas y expectativas sociales importantes, y muchas de ellas igualmente reflejan
acciones contra el entorno, incluyendo a personas y propiedades.
Los estudios más determinantes sobre conducta antisocial consideramos que son los de
Farrington (1), en Cambridge, sobre el desarrollo de la conducta antisocial y delictiva; se realizó
sobre una muestra de 411 hombres del sur de Londres, que fueron entrevistados desde los 8 a
los 32 años. Los resultados de este estudio longitudinal han sido descritos en cuatro libros (West
(2, 3); West y Farrington (4, 5)), y en más de 60 artículos catalogados por Farrington y West (6).
Su estudio demostró que el síndrome de la conducta antisocial tiende a persistir a lo largo del
tiempo. Para Farrington, el nivel de tendencia antisocial dependerá de los procesos de
inhibición, de dirección, y dinamizadores, mientras que la ocurrencia de delitos y otros actos
antisociales dependerá de la interacción entre el individuo (con un cierto grado de tendencia
antisocial) y el ambiente social, y de un proceso de toma de decisión en oportunidades
criminales (López y López, (7).
La comorbilidad es la presencia de uno o más trastornos en una persona además de la
enfermedad o trastorno primario, y el efecto de estos trastornos o enfermedades adicionales
(Feinstein, (8). Es poco frecuente que el trastorno antisocial se presente de forma aislada,
generalmente va asociado a otros síntomas y trastornos. Entre estos trastornos, los de conducta
aparecerían en el 21% de los trastornos depresivos, en el 25% de los psicóticos, en el 42% de los
que consumen drogas (Mojarro y Benjumea, (9); Demilio, (10)) y en el 35% de los que tienen un
diagnóstico de trastorno de hiperactividad (Anderson et al., (11)).
Comportamiento antisocial como trastorno primario
Se han aplicado muchos términos diferentes para referirse a las conductas antisociales tales
como conductas impulsivas, trastornos o problemas de conducta y delincuencia. Desde el
comienzo, es necesario definir dos de estos términos. Para nuestros propósitos, conducta
antisocial se empleará para referirnos ampliamente a cualquier conducta que refleje el infringir
reglas sociales y/o sea una acción contra los demás. Con este uso, las conductas antisociales se
refieren a distintas acciones como peleas,, agresiones, mentiras y otras conductas con
independencia de su gravedad. Tales conductas son observables en adolescentes bajo
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tratamiento clínico aunque también se aprecian en distinta medida en la mayoría de los niños
en el curso del desarrollo normal.
El término trastorno de conducta se empleará para hacer referencia a los casos en que los niños
o adolescentes manifiestan un patrón de conducta antisocial, bien cuando existe un deterioro
significativo en el funcionamiento diario en casa o en la escuela, o bien cuando las conductas son
consideradas incontrolables por familiares o amigos. De esta forma, trastorno de conducta
queda reservado para la conducta antisocial clínicamente significativa y que sobrepasa
claramente el ámbito del normal funcionamiento.
Entre los adolescentes de 12-18 años tienden a surgir temores más relacionados con la
autoestima personal (capacidad intelectual, aspecto físico, temor al fracaso, etc.) y con las
relaciones interpersonales (Kazdin, (12)).
Modelos causales de la conducta antisocial
Modelo Biológico
Este modelo parte de la idea de que los individuos que muestran determinadas características
somáticas, fisiológicas, o neuroanatómicas, tienen una mayor probabilidad de presentar
conducta antisocial. A continuación, haremos un repaso de las principales teorías sobre factores
que se apoyan en este modelo.
En primer lugar, aducimos a los factores genéticos y ambientales, las investigaciones sobre ellos
se han realizado a través del estudio de gemelos, familias criminales y sobre anomalías
cromosómicas. Caspi y Moffitt (13), consideran que existe un modelo de transmisión genética
que explica la conducta violenta. Respecto a los factores neurológicos, existen diversos factores
psicofisiológicos relacionados con la conducta antisocial, que muestran electroencefalogramas
anormales, sobre todo en los criminales reincidentes (Hill y Pond, (14); Bach y Rita et al., (15);
Mednick et al., (16)), viéndose fundamentalmente implicadas a las regiones anteriores del
cerebro, las áreas que regulan las funciones ejecutivas como la de planificar y tomar decisiones.
Modelo Sociológico
Durante los años 60, el enfoque sociológico fue el gran protagonista de todos los estudios,
produciéndose gran información sobre los correlatos sociales y demográficos de la conducta
antisocial: la edad, clase social, escuela, pareja, familia, etc. Describiremos algunas de las teorías
que han tenido mayor impacto.
La teoría del funcionalismo fue propuesta por Parsons (17) y Merton (18). Esta perspectiva
considera que la inadaptación del individuo nace del fracaso para acercarse a las metas sociales
a través de medios y procedimientos legítimos, por tanto vemos que el comportamiento
desviado es provocado por una sociedad concreta que establece metas inalcanzables para
muchos de sus integrantes.
Entre las teorías del aprendizaje social, la teoría de la transmisión cultural propuesta por
Sutherland et al. (19) consideramos que es la más relevante. Sutherland desarrolla su teoría del
comportamiento delictivo como comportamiento aprendido a través de procesos de interacción
y comunicación.
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En la teoría del control, tomamos como referente a Hirschi (20) y su teoría del arraigo social, en
ella postula que todo individuo es un infractor potencial y solo el miedo irreparable que pudiera
ocasionarle el delito en sus relaciones interpersonales (padres, amigos, pareja, vecinos, etc.) e
instituciones (escuela, trabajo, etc.) le frena.
Por último, la teoría del etiquetado considera que la criminalidad es el resultado de un proceso
social de interacción, ya que la criminalidad existe solo en base a los criterios normativos y
valorativos, siempre circunstanciales, establecidos por y para los miembros de una sociedad.
Modelo psicológico
Las teorías psicodinámicas parten del modelo de Sigmund Freud (21), en el que la conducta
antisocial sería el resultado de un desarrollo defectuoso de la personalidad e implica falta de
control de los impulsos. Friedlander (22) considera que la causa de la conducta delictiva es
producida como consecuencia de una crianza ineficaz antes de los 7 años, lo que supone una
incapacidad de contener el principio del placer por parte del adolescente.
La teoría de la hipótesis frustración-agresión de Dollard et al. (23), defiende que si una persona
se siente frustrada, entendiendo por frustración la condición que surge cuando la obtención de
metas está bloqueada, la respuesta es agresiva. Para ellos la frustración siempre conduce a una u
otra forma de agresión y la agresión es consecuencia de la frustración.
Desde la teoría del aprendizaje social-cognitivo, diversos autores como Bandura (24) sostienen
la idea de que la adquisición y el mantenimiento de pautas y modelos antisociales se llevaba a
cabo, de igual forma, que el aprendizaje de cualquier otra nueva conducta o comportamiento. La
persona no nace delincuente, sino que aprende a serlo, a actuar como tal, a través de sus
vivencias directas o experiencias directas, o adquieren de forma vicaria un patrón desadaptado.
Factores de riesgo del comportamiento antisocial
No se pueden hacer simplificaciones con respecto a los factores específicos que causan la
conducta antisocial, la heterogeneidad de las conductas denominadas antisociales excluyen las
respuestas simples. Se pueden identificar factores que colocan al adolescente bajo riesgo de
conducta antisocial. Estos factores han sido estudiados extensamente (Henggeler, (25);
Patterson, Reid y Dishion, (26); Robins y Rutter, (27)). Examinaremos a continuación los
factores del adolescente, los padres y la familia, y otros relacionados con la aparición de la
conducta antisocial.
Factores del adolescente
Los niveles bajos de funcionamiento intelectual y las deficiencias académicas se asocian a los
trastornos de conducta. Esta relación se ha demostrado con distintas medidas del rendimiento
intelectual y escolar y medidas de la conducta antisocial (Rutter y Giller, (28); Martí, (29)). Otro
factor interviniente es el temperamento, el cual denomina aquellos aspectos dominantes de la
personalidad que muestran alguna consistencia a través de las situaciones y el tiempo.
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Por último, analizamos el factor de los niveles subclínicos de conducta antisocial. Estas
conductas pueden denominarse niveles subclínicos porque no revisten la gravedad que requiere
tratamiento clínico.
Factores de los padres y familiares
Los trastornos de conducta y delincuencia predominan en las clases sociales más bajas (West,
(30); Mayor y Urra, (31)). La interacción de los padres con sus hijos contiene varios rasgos que
son factores de riesgo de trastornos de conducta, en concreto, las prácticas disciplinarias y
actitudes de los padres. Respecto al orden en el nacimiento, se relaciona con el inicio de la
conducta antisocial. Ésta es mayor en los hijos intermedios que en los hijos únicos,
primogénitos o los más pequeños (Glueck y Glueck, (32)). Una familia más numerosa aumenta
el riesgo de trastorno de conducta.
La separación de los padres durante la infancia está relacionada con la conducta antisocial
(Rutter y et al., (33)). La conducta delictiva y el alcoholismo, particularmente en el padre, son
dos de los factores paternos que se ha demostrado que aumentan el riesgo de trastornos de
conducta en el adolescente. Estudios longitudinales han demostrado que la conducta antisocial
es estable en las generaciones familiares. Un buen factor de predicción de la agresividad futura
de un adolescente es el nivel de agresividad del padre cuando tenía su misma edad (Huesmann
et al., (34)).
El riesgo de trastorno de conducta se aumenta cuando están presentes tanto las influencias
genéticas como las ambientales (Cadoret, Cain y Crowe, (35)).
Otros factores
Añadimos en este apartado tres factores, que entre muchos otros, pueden ser factores de riesgo
para la aparición de la conducta antisocial. Una vez repasados los factores relacionados con el
adolescente y la familia, los que poseen una mayor probabilidad de predicción son:
- Los centros educativos que tienen malas condiciones físicas, su contexto o una baja proporción
maestro-alumno presentan índices más elevados de conducta antisocial o delictiva.
- El rasgo de búsqueda de sensaciones, en relación a las características de la personalidad, según
diversos estudios pone de manifiesto que la conducta antisocial se correlaciona de forma
positiva con las puntuaciones en dicha variable de personalidad.
- La exposición a programas de televisión violentos o agresivos en la infancia aumentan el riesgo
de conducta agresiva en el curso de la adolescencia.
Una buena propuesta que nos muestra una visión complementaria a la ya explicada, de factores
que predicen la continuidad de la conducta antisocial en la vida adulta, si aparecen o continúan
durante la adolescencia, es la realizada por Kazdin y Buela-Casal (36):
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CARACTERÍSTICA
PATRÓN ESPECÍFICO
1. Edad de inicio
Inicio más precoz (antes de los 10-12 años) de su conducta antisocial. El
inicio precoz también se relaciona con la tasa y la gravedad de la conducta
antisocial ulterior.
2.
Amplitud
alteración
de
la
Un mayor número de tipos diferentes de conductas antisociales; una mayor
variedad de situaciones en las que se manifiesta la conducta antisocial; una
mayor gama de personas u organizaciones contras las que se expresan estas
conductas.
3. Frecuencia de
conducta antisocial
la
Un mayor número de episodios antisociales diferentes, independientemente
de que incluyan o no conductas distintas.
4. Gravedad de la conducta
Conducta antisocial relativamente grave en la infancia, especialmente si
puede comportar enjuiciamento.
5. Tipo de síntomas
Las siguientes conductas antisociales específicas: mentir, impulsividad,
“novillos”, escaparse, robar y llegar tarde a casa. Además, si muestran
síntomas no antisociales de desaliño y enuresis después de los 6 años.
6. Características de los
padres
Psicopatología de los padres, especialmente conducta antisocial; el padre
tiene registros de detenciones, desempleo, alcoholismo; mala supervisión
paterna del niño; disciplina excesivamente estricta, laxa o inconsistente.
7. Familia
Mayor en caso de familias con conflictos conyugales y en familias
numerosas.
Comorbilidad y TDAH
La comorbilidad es la presencia de uno o más trastornos en una persona además de la
enfermedad o trastorno primario, y el efecto de estos trastornos o enfermedades adicionales. Es
poco frecuente que el trastorno antisocial se presente de forma aislada, generalmente va
asociado a otros síntomas y trastornos. Entre estos trastornos, los de conducta aparecerían en el
21% de los trastornos depresivos, en el 25% de los psicóticos, en el 32% de los que consumen
drogas y en el 35% de los que tienen un diagnóstico de trastorno de hiperactividad. A
continuación describiremos el TDAH como trastorno en el que mayor porcentaje de
comorbilidad aparece en relación a la conducta antisocial.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
El TDAH es un trastorno psiquiátrico de origen biológico que afecta la capacidad del niño,
adolescente o adulto para prestar atención a las acciones que realiza (inatención), regular su
nivel de actividad (hiperactividad) e inhibir o frenar sus pensamientos o su comportamiento
(impulsividad). Produce un deterioro importante en la capacidad del niño de desarrollarse en el
ámbito académico, familiar y social. Si no se trata, puede limitar las posibilidades futuras del
niño. Hay tratamientos seguros y eficaces para el TDAH. El tratamiento idóneo es el que incluye
la combinación de medicación, tratamiento conductual y apoyo individual, familiar y escolar.
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Características y conductas observables (Soutullo y Díez, (37)):
- Inatención: Los niños con inatención tienen muchas dificultades para realizar una misma
actividad durante mucho tiempo. Se aburren enseguida tras unos minutos haciendo la tarea, “se
les va el santo al cielo” y empiezan a pensar en otras cosas. Tienen que hacer un esfuerzo extra
para terminar acciones rutinarias y mantenerse organizados. Si no se esfuerzan, se distraen
fácilmente con cualquier estímulo que se cruza en su camino.
- Hiperactividad: Los niños hiperactivos están en continuo movimiento, tienen muchas
dificultades para permanecer sentados durante mucho tiempo en situaciones que lo requieren
(en clase, comidas, iglesia, viendo la televisión, etc.). En clase suelen molestar a los compañeros
porque cuando están sentados se mueven mucho en la silla, cambiando de postura, con
frecuencia se le caen las cosas al suelo, etc.
- Impulsividad: Tienen dificultades para inhibir o modular sus respuestas o reacciones
inmediatas ante las situaciones. Les resulta difícil no hacer lo primero que se les ocurre. No
piensan las consecuencias y directamente hacen o dicen lo primero que piensan. En clase suelen
responder sin pensar lo que se les está preguntando. Dicen comentarios inapropiados sin
preocuparse por la reacción de la otra persona.
Otras características del TDAH:
- Dificultad para las relaciones con otros niños y adultos: Suelen meterse en líos y meter a otros
en líos, y les es difícil ajustar sus respuestas a las situaciones. Suelen ser impopulares entre sus
compañeros.
- Bajo rendimiento escolar: Tienen problemas de aprendizaje por mala organización, mala
memoria secuencial, déficits en actividades psicomotrices finas y gruesas, y habilidades
cognitivas improductivas.
- Baja autoestima: Debido a su impopularidad, a meterse en problemas, y al mal rendimiento
académico, los niños con TDAH tienen una sensación crónica de fallar en todo, de no hacer nada
bien y están acostumbrados a recibir críticas.
Datos de trastornos que aparecen como primarios con conducta antisocial como
secundaria
Conducta antisocial-Abuso de sustancias
En la mayoría de los estudios que se han desarrollado, aparece una clara relación entre estas dos
conductas, lo que es más problemático es descubrir si el uso o abuso de sustancias es
desencadenado por la conducta antisocial, si coexisten ambos, como parte de “un síndrome de
conducta problemática en la adolescencia” (Donovan, Jessor, Costa, (38)); o el abuso de
sustancias actúa como factor de riesgo en el desarrollo de trastornos de conducta. En un estudio
de Kandel, Simcha-Fagan y Davies (39), el uso de sustancias predijo la agresión interpersonal en
mujeres pero no en hombres. Como dato más alarmante resaltamos que un estudio reveló el
82% de los asaltos sexuales estarían inmediatamente precedidos por solo, el uso del alcohol
(Huizinga, Menard y Elliott, (40)).
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Conducta Antisocial-Depresión
Los resultados, en general, sugieren que la típica secuencia de comienzo es, primero conducta
antisocial y luego depresión. Se puede estimar que la prevalencia de esta comorbilidad, se sitúa
entre un 11% y un 33% (Vermeiren, (41)). En lo referente al género, la relación entre conducta
antisocial y depresión parece ser mayor, generalmente, entre las chicas. Las diferencias más
marcadas respecto al género las encontramos en el periodo adolescente de 12-16 años cuando
esta comorbilidad con los trastornos emocionales se sitúa en un 15% en los chicos y en un 48%
en las chicas (Offord et al, (42)).
Conducta Antisocial-Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
La alta comorbilidad entre los dos trastornos puede resultar parcialmente del hecho de que los
comportamientos impulsivos sean característicos en ambos. En datos recientes, la asociación
entre TDAH y trastornos del comportamiento se sitúa entre el 30% y el 60% (López, Serrano y
Delgado, (43)). Encontramos evidencias de la independencia así como de la coocurrencia de
estos trastornos, las puntuaciones en estas escalas están altamente correlacionadas; por ejemplo
en el child behavior checklist (CBCL), las correlaciones entre las escalas de agresión e
hiperactividad oscilan entre .51 y .71 (Achenbach y Edelbrock, (44)). Estudios longitudinales han
mostrado, que el TDAH predijo posteriores problemas conductuales.
También se sabe que cuando se dan ambos trastornos, los padres han tenido más problemas
familiares en la infancia y la adolescencia (Williams y Best, (45)).
Conducta Antisocial-Trastornos de ansiedad
El grupo de los trastornos de ansiedad constituye la categoría diagnóstica menos investigada en
adolescentes antisociales. En el estudio de salud de Ontario (Bowen, Offord y Boyle, (46)), el
15.3% de los chicos con conducta disocial y el 48.1% de las chicas con esta conducta entre los 1216 años respondían en la investigación al criterio de trastorno neurótico (trastorno por
ansiedad, ansiedad por separación, obsesivo compulsivo).
Los estudios han mostrado que los chicos con problemas emocionales sin conducta disocial
tenían un riesgo reducido de convertirse en antisociales, inadaptados, o delincuentes (Kohlberg,
Ricks y Snarey, (47)). Las diferencias en cuanto al género en esta comorbilidad se espera que
sean más altas en la adolescencia.
Conducta antisocial-Problemas somáticos
Los patrones de comorbilidad entre estos dos trastornos puede esperarse que no aparezcan
hasta el final de la adolescencia o el principio de la vida adulta (Loeber y Keenan, (48)). Offord,
Alder y Boyle (49), encontraron que el 37% de las chicas con conducta antisocial también tenían
trastorno de somatización, comparado con el 20% de los chicos adolescentes (12-16 años); la
proporción fue sin embargo, más alta para los chicos que para las chicas. La relación entre
agresión y/o conducta antisocial y el patrón de quejas somáticas, es significativa
estadísticamente entre los 12 y los 17 años, en población general y en muestras clínicas (López et
al., (50)).
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Trabajo seleccionado para su publicación en la revista Psicologia.com, de entre los presentados al XII
Congreso Virtual de Psiquiatría Interpsiquis 2011.
Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Muñoz Bandera JF, Amores Fernández FJ. El comportamiento antisocial como trastorno
primario y la comorbilidad de otros trastornos en la infancia y la adolescencia. Psicologia.com
[Internet]. 2011 [citado 30 Sep 2011]; 15:48. Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/4501
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