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La conservación de la arquitectura moderna de los años Treinta en Londres. Carlos Montes Serrano Catedrático de la E.T.S. de Arquitectura Universidad de Valladolid En diversas ocasiones me he ocupado en estudiar la arquitectura moderna en Inglaterra, en especial, a través del análisis de la obra de sus principales pioneros, entre los que cabe destacar a Wells Coates (1895-1958) y a Berthold Lubetkin (1901-1990)1. Con ocasión de este Congreso, me gustaría ofrecer alguna información del estado de conservación y valoración de los principales edificios construidos en la década de los Treinta, centrándome en especial en la arquitectura de la vivienda en Londres2. Es mi intención mostrar cómo el tradicionalismo inglés, no sólo impidió la difusión del estilo internacional en los años de entreguerras, sino que el desdén y oposición por aquella arquitectura sigue aún vigente en nuestros días, haciendo que aquellas obras pioneras sean escasamente conocidas y valoradas, incluso siendo criticados algunos intentos de salvaguarda y conservación de este escaso patrimonio arquitectónico. 1 C. MONTES, “A propósito de pingüinos y otros animales: B. Lubetkin”, en BAU. Revista de Arquitectura, nº. 8/9, 1993, pp. 198-199. “A vueltas con los aniversarios. Wells Coates 1895-1958”, en BAU. Revista de Arquitectura, nº 11, 1994, pp. 60-67. “La tradición analítica de la arquitectura moderna. Berthold Lubetkin y la arquitectura inglesa de los años treinta”, en E. SOLANA (coord.), La formación cultural arquitectónica, Las Palmas de Gran Canaria 1994, pp. 414-430. “El CIAM IV y la Carta de Atenas. La contribución inglesa y los inicios del Grupo MARS”, en J.M. POZO (coord.), Forma Urbis, Pamplona 2000, pp. 185-195. 2 El mantenimiento, la conservación y restauración del patrimonio arquitectónico de Inglaterra, referido a la vivienda, es un problema casi inabordable; tan sólo debemos pensar que el 60% de la población de Londres vive en Areas de Conservación. Cfr. Daryl J. FOWLER, “Las ciudades históricas en Inglaterra: su conservación, gestión y desarrollo” en AA.VV., La recuperación de la ciudad histórica, Segovia 1998, pp. 35-44. Utilizamos la palabra conservación por ser la más comúnmente utilizada en Inglaterra. Por otra parte, en la mayor parte de las ocasiones la salvaguarda del patrimonio arquitectónico, referido a la vivienda del Movimiento Moderno en Inglaterra, es un problema de conservación y mantenimiento continuo, sensato y respetuoso del estado original del edificio ––de su forma externa, materiales, color, texturas, acabados, distribución y aspectos técnicos––, más que de restauración. Conservación que deberá estar abierta a posibles mejoras que permite la tecnología de hoy y a posibles modificaciones en los interiores con el fin de que las viviendas puedan seguir en uso; ya que debemos pensar que la vivienda es algo vivo, cuyas funciones y elementos deben adaptarse a las necesidades del momento y a los usuarios cambiantes. Con todo, es evidente que algunas obras, por su estado de degradación actual, por ejemplo, los apartamentos Lawn Road de Wells Coates, exigirían una intervención en la totalidad del edificio ––una restauración–– para devolverle a su estado original, recuperando los acabados originales y quitando añadidos posteriores, con objeto de poner de nuevo en valor o devolver el edificio a sus condiciones originales, conservando o recuperando tanto la forma como el uso. Sobre el concepto de conservación me parece adecuado lo expresado en: M. A. GARCÉS, “La restauración como conservación” en I. REPRESA (coord.), Restauración Arquitectónica II, Valladolid 1998, pp. 73-84. 1 I Los intentos por introducir la modernidad en Inglaterra fueron realmente heroicos, ya que el tradicionalismo arquitectónico aún tenía un fuerte arraigo en el Reino Unido a comienzos de la década, en la que arquitectos tradicionalistas, como Edwin Lutyens o Giles Gilbert Scott, aún dominaban el panorama profesional. Además, en 1932 se aprueba la Town and Country Planning Act, legislación claramente inspirada por los sectores más reaccionarios del país que, con el fin de conservar el tipismo tradicional de la arquitectura inglesa de años anteriores, se opusieron radicalmente a toda intervención presuntamente moderna o continental3. Estas circunstancias, en nada propiciaban la difusión del nuevo estilo, al que pronto se asoció a un tipo de arquitectura alienígena, de alemanes, propia de judíos y de izquierdistas, ya que los arquitectos modernos más conocidos en Inglaterra a comienzos de la década eran Gropius y Mendelsohn. Es evidente que, ante esta situación, la postura de los arquitectos que introducen la vanguardia en Inglaterra, fue realmente difícil. Ni el contexto profesional, ni la sociedad de la época, ni la industria de la edificación se encontraban preparados o predispuestos para asumir la nueva arquitectura de cubiertas planas, muros blancos, carpinterías metálicas y ausencia de ornamento. En cualquier caso, a mediados de los años treinta ya se había formado en Inglaterra una nueva generación de arquitectos, que con gran esfuerzo consiguieron introducir la modernidad en este país. Con todo, conviene señalar, como un dato significativo de la fuerza del tradicionalismo en Inglaterra, que la mayoría de estos arquitectos habían nacido en alguno de los países de las entonces colonias del imperio británico ––Canadá, Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda–– o habían emigrado años antes. Tal sería el caso de Berthold Lubetkin, Sergei Chermayeff, William Lescaze, Ernö Goldfinger, Wells Coates, Maxwell Fry, Raymond McGrath, Amyas Connell y Basil Ward4. Tras diversos intentos, muchas frustraciones, proyectos abortados en el último momento, y algunas obras titubeantes, la arquitectura moderna se fue imponiendo en Inglaterra a partir de 1935. De tal forma que, en la segunda mitad de la década, cuando la arquitectura moderna se había replegado en el continente por la coacción totalitaria, la crisis económica, o los primeros conflictos armados, en Inglaterra se construía una arquitectura de gran calidad, ajustada a los cánones de la vanguardia arquitectónica de la década, tal como puso por escrito H. R. Hitchcock en el catálogo de la exposición Modern Architecture in England, organizada en el MOMA de Nueva York en 1937, o Le Corbusier con ocasión de sus visitas a Inglaterra5. 3 Sobre la arquitectura inglesa de los años treinta, cfr.: D. CALABI (Coordinadora), Architectura domestica in Gran Bretagna 1890-1939, Milán, 1982. S. COMPTON (ed.), British Art in the 20th. Century. The Modern Movement, Munich 1986. D. DEAN, The Thirties: Recalling the English Architectural Scene, Londres 1983. G. STAMP, “Introduction: Britain in the Thirties”, en Architectural Design Profile, nº 24, 1979, pp. 2-25. J. GOULD, Modern Houses in Britain, 1919-1939, Londres, 1977. J.R. GOLD, The Experience of Modernism. Modern Architecture and the Future City 1928-1953, Londres 1997. J. SUMMERSON, “The MARS Group and the Thirties” en J. BOLD and E. CHANEY (ed.), English Architecture Public and Private. Essays for Kerry Downes, Londres 1993, pp. 303-309. 4 A ellos, habría que añadir a algunos arquitectos locales que, sin estar comprometidos radicalmente con la vanguardia, realizan algunas obras en el denominado por entonces en Inglaterra como “estilo continental”; como Oliver Hill, Joseph Emberton, Christopher Nicholson, F.R.S. Yorke, William Crabtree, Th. Tait y, muy especialmente, el ingeniero Owen Williams4. 5 Le CORBUSIER, “The Vertical Garden City” en Architectural Review, enero 1936, vol. 79, p. 9-10. “The MARS Group Exhibition of the Elements of Modern Architecture” en Architectural Review, marzo 1938, vol. 83, p. 109-116. 2 II Entre las primeras obras modernas de Londres, debemos señalar la obra de Wells Coates y Lubetkin, arquitectos de desigual valoración para la crítica e, incluso, para el público anglosajón de la época. La trayectoria de Wells Coates6 quedó negativamente marcada por la construcción del bloque de apartamentos de Lawn Road en Hampshire (1933-34), que sería el primer edificio del Movimiento Moderno de Londres (fig. 1). Ya desde el proyecto, esta iniciativa recibió un rechazo mayoritario, entre otras razones, por situarse en el barrio londinense de Hampshire, de cierta elegancia y tipismo, con abundantes ejemplos de viviendas unifamiliares de estilo Arts & Crafts y del período Eduardiano. La construcción de Lawn Road fue muy tortuosa; ya que tanto el arquitecto como la empresa constructora carecían de la necesaria pericia técnica, y el presupuesto, continuamente desbordado, exigieron una restricción en las calidades de materiales y acabados. El resultado final fue muy criticado. Intelectuales y escritores de renombre –– como el célebre Evelyn Waugh–– iniciaron una campaña contra el edificio, que años después acabaría siendo considerado, en votación popular, como el peor edificio erigido en Londres en la década. Por otra parte, a los tres meses la obra comenzó a resentirse de su mala construcción. La protestas de los inquilinos exigieron una temprana restauración a los pocos años de acabar la guerra, con el fin de subsanar un sin fin de patologías y defectos: problemas de estanqueidad en la cubierta, puentes térmicos, revestimientos interiores, deficiencias en las carpinterías...; años después la arquitecta Jennifer Jones tuvo que volver a intervenir sobre el edificio, sin que éste recuperara la prestancia pensada por Wells Coates7. Y, sin embargo, Lawn Road supondría, para la arquitectura moderna en Inglaterra, un hito en su trayectoria. Testimonio de toda una época, constituye hoy día un raro e interesante ejemplo de los inicios del Estilo Internacional en Londres8. Con todo, el estado actual del edificio no puede ser más deprimente. Lo que pretendía ser ––en el pensar de Wells–– un ejemplo de la vivienda mínima para un hombre moderno ha acabado siendo un refugio para las clases más marginales del entorno. Es curioso que, cuando se construía el edificio, se pensase en él como un ejemplo crítico frente a las viviendas victorianas que le rodeaban. Hoy esas viviendas siguen resistiendo el paso del tiempo, mientras que lo que quería ser un paradigma de modernidad, con su estética del trasatlántico, con sus galerías corridas, cubiertas planas, núcleos de ascensores, y servicios de comidas y limpieza colectivos, presenta un estado ruinoso (fig. 2). El valor histórico de Lawn Road para la arquitectura moderna nos permite pensar que, antes o después, llegue a ser sometido a una profunda restauración. Es más, las técnicas modernas podrían garantizar unos acabados mejor de los utilizados en su 6 la obra de Wells Coates es escasa. Entre las viviendas construidas habría que destacas sus tres bloques de apartamentos ––Lawn Road en Hampshire, Londres (1933), Embassy Court en Brighton (1935), Palace Gate en South Kensington, Londres (1937)–– y las casas de campo en Essex (1937) y en Esher, Surrey (1938). Cfr.: S. CANTACUZINO, Wells Coates. A Monograph, Londres 1978. J. M. RICHARDS, “Wells Coates, 1893-1958”, en The Architectural Review, Diciembre 1958. 7 Cfr. la reciente biografía de la hija de Coates. L. COHN, The Door to a Secret Door. A Portrait of Wells Coates, Scolar Press, Aldershot 1999, pp. 127-169. 8 La poca experiencia constructiva que Wells Coates manifestó en Hampstead, fue corregida en un posterior edificio, situado en el barrio londinense de South Kensington. El bloque de apartamentos de Palace Gate (1937), muy inspirado en el Pabellón Suizo de Le Corbusier, y con mayores concesiones a la forma exterior y al espacio interior, gozó de una mayor aceptación. Ha sido recientemente restaurado, destacando con elegancia entre la arquitectura de su entorno. 3 día. Un ejemplo de lo que decimos se encuentra en otra de las obras pioneras de la modernidad inglesa. Me refiero a la vivienda conocida como High Cross, junto al centro educativo Dartington Hall en Devon. Las edificios de Dartington Hall fueron proyectados por el famoso arquitecto norteamericano William Lescaze el año 19329. Pues bien, la vivienda ha sido completamente restaurada por el arquitecto John Winter (fig. 3). De igual forma, los apartamentos de Lawn Road merecen ser restaurados, ya que en la actualidad se nos presentan tan sólo como una muestra del desinterés por la arquitectura del Movimiento Moderno en aquel país. La figura épica de Wells Coates, en favor de los ideales de la modernidad, se merecería este reconocimiento10. III Curiosamente las obra de Berthold Lubetkin fue desde el principio bien acogida por el público11. Sus pabellones del Zoo de Londres ––la Gorilla House (1933) y la Penguin Pool (1934)––, predispusieron al público y a la crítica a aceptar sin mayores sobresaltos la construcción del bloque de viviendas denominado como Highpoint I (1933-35), aunque una vez más, Lubetkin y su grupo Tecton tuvieron que emplearse a fondo para convencer a las reticentes autoridades locales. Lo que volvió a suceder con la construcción del bloque Highpoint II (1936-38). Hay que señalar que las obras de Lubetkin siempre fueron estudiadas hasta el mínimo detalle, consiguiendo un buen resultado formal ––incluso cercano a un cierto glamour––, a la vez que técnico y constructivo. No es casualidad que Lubetkin colaborase en diversas ocasiones con el ingeniero, también inmigrado, Ove Arup. Gracias a que la visita a los bloques de Highpoint se ha convertido en una clase de peregrinaje de los arquitectos que visitan la ciudad, estos edificios nunca han perdido el original protagonismo que tuvieron en cuanto la más alta manifestación del talento de Lubetkin y como mejor exponente de la arquitectura del Estilo Internacional. De ahí que sus propietarios procuren mantener su forma original, respetuosos con los acabados y materiales originales (fig. 4). Con todo, es de señalar que la experiencia reciente nos indica que esta tarea se debe repetir al menos cada quince años, ya que a mediados de los años ochenta y, posteriormente, a finales de los noventa sus fachadas tuvieron que ser sometidas a una costosa restauración (fig. 5). No ha sido así el caso del Finsbury Health Centre (1936-38), una obra que en su día sirvió de ejemplo de regeneración de una barriada deprimida e insalubre, en la que el edificio servía como una metáfora de las nuevas condiciones de higiene, funcionalidad, técnica y optimismo social. Tal es así, que su imagen sirvió para ilustrar un cartel de propaganda durante la guerra, con la intención de mostrar algunos de los ideales por los que luchaba Inglaterra. La imagen del edificio, hoy día, es de descuido y 9 L. WELLING LANMON, William Lescaze. Architect, Cranbury, N.J., 1986. En una carta reciente (10 de octubre de 2000), la hija de Wells, Laura Cohn, me escribe que los apartamentos de Lawn Road se han puesto por fin a la venta, por lo que es de esperar una rehabilitación integral del edificio. 11 Sobre Lubetkin, cfr.: P. MARDAGA (editor), Berthold Lubetkin, un moderne en Angleterre, catálogo de la exposición del Instituto Francés de la Arquitectura, Lieja–Bruselas 1983. M. A. ALONSO DEL VAL, “De nuevo en la cocina” en Arquitectura, nº. 282, 1990, pp. 20-27. J. M. OCHOTORENA, “La Espiral y la Cariátide: Berthold Lubetkin” en Arquitectura, nº 282, 1990, pp. 64-103. J. ALLAN, Berthold Lubetkin, Architecture and the tradition of progress, Londres 1992. R. FURNEAUX JORDAN, “Berthold Lubetkin”en The Architectural Review, Julio 1955. M. READING y P. COE, Lubetkin and Tecton, An Architectural Study, Londres 1992. VV. AA., “Monografía Berthold Lubetkin (1901–1990)” en revista DPA. Documents de Projectes d’Arquitectura, nº. 12, Universitat Politècnica de Catalunya, 1997, pp. 6-57. 10 4 desidia. El edificio está exigiendo una profunda restauración, a no ser que, siguiendo la amarga afirmación de Lubetkin, prefiramos que el edificio se conserve como “la metáfora de una utopía, que grita por un futuro que nunca vendrá”. IV Otros edificios erigidos en Londres por aquellos años gozaron de mayor o peor fortuna. Entre estos me gustaría destacar los siguientes. En primer lugar habría que destacar el sorprendente edificio que Sir Owen Williams construyó para el Daily Express (1931-32). Una obra que tras su reciente restauración vuelve a brillar con destellos de una modernidad que nos parece realmente increíble para aquellos años12. Dos elegantes obras de Joseph Emberton, de mediados de la década, el Royal Corinthian Yatch Club y los Almacenes Simpson (1935), siguen conservando la fuerza inicial tras sus restauraciones13. Al igual que el edificio de grandes almacenes Peter Jones, en Sloane Square, restaurado el pasado año, obra de W. Crabtree (1936-39), considerado en su día, por votación popular, como el edificio más elegante de la década14. Las obras de Maxwell Fry, arquitecto y teórico comprometido con la vanguardia, y miembro fundador con Wells Coates del grupo MARS, han resistido bien al paso del tiempo. La Sun House en Hampstead (1936), hace honor a su nombre, gracias al cuidado de la misma por parte de sus propietarios. Los apartamentos de Landbroke Glove, en Notting Hill (1936) compiten bien con las elegantes viviendas de sabor victoriano que les rodea. Los proyectos del estudio de Amyas Connell, Basil Ward, Colin Lucas ––otros de los pioneros del Estilo Internacional–– han tenido una conservación más dudosa, debido al descuido de sus propietarios, a apresuradas intervenciones, y a la desidia de la crítica. La Kent House (1936) y la Frognal House (1938), ambas situadas en el barrio de Hampstead, precisarían una más delicada restauración, con el fin de devolverles aquella prestancia que mostraban en las magníficas fotos en blanco y negro publicadas por aquellos años en las páginas de la Architectural Review15. En el mismo barrio de Hampstead, otro emigrado ilustre, el arquitecto E. L. Freud construyó en 1937 un conjunto residencial en Frognal, bien conservadas gracias a que Freud supo adaptarse a la peculiar climatología de las islas, sustituyendo las tersas superficies planas por el ladrillo, abriendo una vía formal que tras la guerra tendría amplia difusión. Cercana a ella, se sitúa en la Hill House (1938), obra del arquitecto Oliver Hill, sometida el pasado año a una profunda restauración que le ha devuelto su original valor16. En 1938 Denys Lasdun realizaría su primera obra, una casa estudio para un artista, edificio bien conservado por sus propietarios, conscientes de vivir en la primera vivienda del arquitecto más afamado en los años sesenta. Por el contrario, el estado actual de la única vivienda construida en Londres por Walter Gropius ––en colaboración con Maxwell Fry––, en el número 66 de la Old 12 D. COTTAM y otros, Sir Owen Williams, 1890-1969, Londres 1986. R. IND, Emberton, Londres 1983. 14 “Peter Jones Store, Sloane Sq. William Crabtree & ass.” en Architectural Review, 1939, vol. 85, p. 291-298. 15 D. SHARP, Connell, Ward, Lucas: Modern Movement Architects in England 1929-1939, Book Art, Londres 1994. 16 R GRADIDGE, “The Architecture of Oliver Hill”, en Architectural Design Profile, nº 24, 1979, pp. 30-41.. 13 5 Church Street, en Chelsea (1936), es bastante decepcionante (fig. 6). Los propietarios recubrieron las fachadas blancas con materiales impermeables, alterando la imagen original del edificio17. Una restauración y restitución de esta vivienda a su estado de origen, junto a la vecina casa del número 64, construida en 1936 por Mendelshon ––en colaboración con Sergei Chermayeff––, también alterada, nos permitiría disfrutar de un conjunto privilegiado de los dos más importantes arquitectos inmigrados a Inglaterra desde la Alemania nazi. V En el barrio de Hampstead, en Willow Road, en un lugar privilegiado frente al parque, también se encuentra la obra maestra del arquitecto inmigrado Erno Golfinger. Construida en 1938, fue sometida hace pocos años a una restauración integral para devolverle al estado original18. Su financiación con fondos públicos provocó una encendida polémica entre algunos historiadores del arte ––del que tenemos un claro testimonio en las páginas del Journal of the Society of Architectural History––, ya que, negando que esta vivienda formase parte de la “National Heritage” de Gran Bretaña, se oponían a la financiación pública, proponiendo que esas ayudas se destinasen a edificios más entroncados con el tipismo e idiosincrasia de lo anglosajón. Lo que es cierto es que gracias a esas ayudas la vivienda recuperó su inicial elegancia, siendo obligados sus propietarios a abrir sus puertas, en determinados días de la semana, al público interesado por la historia reciente de la arquitectura británica (fig. 7). El caso de las viviendas de Willow Road, superada ya esa polémica sobre el concepto de “patrimonio nacional”, ofrece un modelo a seguir, a la vez que nos muestra que la resistencia en admitir la arquitectura del Estilo Internacional sigue aún viva en algunos sustratos de la cultura inglesa. En alguna ocasión se ha afirmado, en relación a la arquitectura del Movimiento Moderno en la Inglaterra de los años Treinta, que los proyectos y dibujos son interesantes, las fotografías aparecidas en las revistas magníficas, mientras que la realidad se nos muestra como una decepcionante pero necesaria fase intermedia entre las dos anteriores. Los edificios restaurados de esta época nos demuestran que los arquitectos del momento produjeron algo más que buenos dibujos y brillantes fotografías. 17 “Houses in Church Street, Chelsea, 1936” en Architectural Review, diciembre 1936, vol 80, pp. 249-255. 18 J. DUNNET y G. STAMP, Ernö Goldfinger, Londres 1983. “E. Goldfinger. Three Houses at Willow Road, Hampstead” en Architectural Review”, 1940, vol. 87, 126-130 y 149-153. 6