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El cenote de Dos Ojos situado a unos kilómetros de Playa del Carmen, es uno de los
mejores lugares para bucear
en carvernas de la región.
TRES DÍAS
PERFECTOS EN
LA RIVIERA MAYA
ENVUELTAS EN LA ATMÓSFERA DEL CARIBE
MEXICANO, MADRE E HIJA SE RECONECTAN
ENTRE ELLAS Y CON LA NATURALEZA.
TEXTO: FERNANDA GONZÁLEZ VILCHIS
FOTOS: ADAM WISEMAN
PARADAS AL BORDE DEL CENOTE, CON GANAS DE AVENTARNOS A NADAR Y, AL MISMO TIEMPO ESPERANDO A QUE LA OTRA INICIE, FINALMENTE –SIN QUERER– NOS LANZAMOS LAS DOS AL MISMO TIEMPO.
“Hey, casi caes sobre mi cabeza”. El cenote de Dos ojos es
un lugar alucinante. Una tierra ejidal que se ha convertido en
uno de los sitios favoritos para inversiones y tours de buceo
en cenote de la Riviera Maya. Cavernas, ríos subterráneos y
una serie de cinco cenotes que puedes visitar. Cada uno
tiene una particularidad, Silvestre –el encargado maya del
parque, hijo de uno de los ejidatarios dueños del lugar– nos
recomienda visitar el de los Lirios: “Ahí la vegetación es más
generosa, el agua está llena de lirios acuáticos y, aunque es
mas pequeño que otros, la atmósfera es muy especial”.
Pero mi hija tiene otro itinerario: “Dicen que el mejor es el
de ojo de agua. Es el famoso, mamá. Quiero ir a ese”, dice con
su voz adolescente. Me alivia saber que es contestataria hasta
con el desconocido. “¡Pues empecemos por ese!”, responde
Silvestre. Conciliación es el nombre del juego durante estos
días que hemos decidido pasar en tierras mayas.
Ojo de agua es un cenote, como si la boca de la tierra se
abriera para comerte. Es grande pero el agua es tan transparente que con el reflejo del sol se torna en diferentes tonos
de azul. El salto –hacia adentro– te deja la piel electrizada.
Se siente frío al principio, pero te recuperas de inmediato.
Nadamos de un lado al otro, sin visores, nuestros ojos son
suficientes para ver la variedad de peces, las formaciones rocosas y todo el mundo marino que vive en estos sótanos de
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agua. Junto a nosotros, observamos a una familia francesa
prepararse emocionada con su equipo de buceo; su guía los
llevará a recorrer el sistema de cuevas subterráneas que une
a este cenote con otro cenote llamado Un ojo.
“Tenemos que sacar la certificación Padi, má. Se me antoja muchísimo nadar este laberinto”, mi hija cambia su
discurso. Ahora soy su cómplice, así que decidimos pasar
la mañana desde muy temprano recorriendo los cenotes de
este lugar. Al final nadamos en dos más y aprovechamos
para platicar más con Silvestre quien nos cuenta un sinfín
de anécdotas, pero sobre todo nos habla de las maravillas de
este lugar: que si el árbol de Chenchen es típico de la región...
“Hay que tener mucho cuidado porque su jugo es pegajoso y
quema la piel. Te puede dejar un hoyo”, nos advierte. Pero la
naturaleza es sabia. “Siempre que te encuentras con este
árbol, al lado está otro, el chacá, que es el antídoto”. Nunca
crecen el uno sin el otro.
Nuestra siguiente parada es un cenote más pequeño. La
luz del sol proyecta pequeños arcoíris en el agua. Se antoja
meterse, pero también se antoja sólo sentarse a observar los
juegos de la luz en el agua. Silvestre nos sigue envolviendo
con sus historias. Le preguntamos si alguna vez alguien se
ha perdido en estas cuevas. “No sería difícil”, responde “en
realidad sólo los hijos de los ejidatarios pueden ser guías de
La luz suave del atardecer hace que sea una hora perfecta para acercarse a la palapa principal del hotel para disfrutar de la brisa y un
coctel antes de ir a cenar en el restaurante La Marea. Para los más osados es un momento para lanzarse a disfrutar la piscina central.
National
Geographic
Traveler
MANGLARES,
PLAYA DE
ARENA BLANCA
Y UNA NUEVA
GASTRONOMÍA
CARACTERIZAN LA
RIVIERA MAYA.
Vestidas ya con ropa ligera, fuimos a nuestra primera actividad planeada: una clase de grill. La chef Jetzabel Rojas
nos esperaba sonriente. Sobre el jardín habían colocado una
mesa para dos y un grill en forma de tres cochinitos de barro.
“Cada uno tiene una madera diferente para ahumar los alimentos. Usaremos dos: jabín y zapote. Nos pusimos manos
a la Obra: guiadas por la chef añadíamos especias y chiles
a camarones, carne, pollo y verduras, con el mar caribe de
escenario. Sencillo pero preciso. “La combinación de los sabores locales y las maderas es lo que le dará el toque a lo que
comerán”. Cada una concentrada. Mi hija es muy precisa, así
que temía no atinar a las cantidades. Justo cuando debía poner el aceite de oliva, la chef me advierte: “Lo justo, lo justo”,
yo obedezco; claro, más por los ojos de pistola momentáneos
que me echó mi hija que por la receta. Exactamente le pongo
de aceite de oliva, ¡lo justo!, contestó la chef. Al final nos sentamos en medio del jardín con vista al mar a degustar lo que
habíamos cocinado. “¡Está delicioso! Viste, má, cómo sabe
diferente con cada madera, se nota mucho en el sabor”. Sin
duda mi plan empezaba a cobrar forma. Luego llegaron las
cervezas artesanales para acompañar el grill, y ahí sentadas
frente al mar la vida era perfecta.
Esa tarde fue relajada, caminamos
en la arena blanca y fresca de la Riviera
Maya, nadamos un ratito y nos tiramos a
leer en los camastros enormes para más
NADAMOS EN LOS
tarde contemplar el atardecer. Pedimos
CENOTES DE DOS
un guacamole y un té frío de limoncillo
OJOS, UNO DE LOS
con coco. Por fin nos relajábamos juntas.
Y aunque la plática tenía más que ver
TRES MEJORES DE
con los planes para el día siguiente, la
LA PENÍNSULA DE
cercanía entre las dos era palpable.
este sistema de cenotes. Sólo ellos han crecido aquí”. Esa es
la idea. Así han ido heredando el orgullo de su tierra maya,
y también les da un empleo. “Este árbol rojo, por ejemplo,
es un chicozapote, una madera rojiza típica de la zona”, continúa Silvestre. Luego, nosotras nadamos en el agua de los
cenotes un par de horas. Estar ahí es casi mágico. El agua es
cristalina, absolutamente ligera. No pesa. Acaricia y no pica
como el agua de mar. Flotamos. Luego, descubrimos formaciones; entonces, nos sumergimos hasta donde podemos. No
extrañamos ni un segundo el visor ni las aletas. Estamos solas en un mundo subterráneo. Así estuvimos hasta poco más
del medio día –cuando se empieza a llenar de visitantes–.
Durante el viaje de regreso al hotel, a mi hija le empezaron
a surgir dudas. ¿Cómo se formaron estos ríos subterráneos?
¿Hay otros lugares similares en el mundo? Ese bombardeo
de preguntas me recordaba a su niñez, cuando estaba lejos
del hartazgo de la adolescencia que la tenía atrapada. Para
mis adentros suspiré: fue buena idea haber decidido pasar
tres días a la Riviera Maya juntas antes de que se marche a
la universidad. Y aquí estamos, manejando de regreso, contemplando el paisaje y sintiendo el aire cálido entrar por las
ventanas sin piedad, con la música –el
playlist de ella, por supuesto– de fondo
mientras platicamos y reímos, pero a ratos a todo volumen.
DÍA UNO
Un spa con inspiración maya y servicios usando especias y plantas de la región, son la mejor manera de consentirte, Arriba el Wayak
Ritual. Abajo, una clase de yoga privada para madre e hija. para empezar el día, puedes pedir que se ajuste a tu habilidad y rítmo.
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National
Geographic
Traveler
Llegamos ayer de la Ciudad de México.
En el aeropuerto nos recogió un transporte del hotel para llevarnos a la propiedad, a 45 minutos de Cancún. Meses
atrás había planeado este viaje para reYUCATÁN.
conectarme con mi hija. En la ciudad, la
vida atropella, los pendientes, las tareas,
DÍA DOS
el ajetreo no nos deja momentos para
El día amanece temprano en la Rivieconversar. Sentía que estaba a punto de
ra Maya. El cambio de horario hace que
perder la oportunidad de tocar base con
el sol salga a deshora; por su geografía
ella antes de que emprendiera vuelo rumbo a una universidebería tener una hora adelante con respecto a la Ciudad de
dad en el extranjero.
México, pero no es así. De cualquier manera, me despertó la
La adolescencia había traído un ensimismamiento naluz que entraba suave a la habitación y el canto de los pájatural; había dejado de ser su amiga de juegos que fui en la
ros tropicales; aunque lo que más me sorprendió al abrir
infancia, mucho menos podía considerarme ya su cómplilas puertas de nuestra terraza privada fue la presencia de un
ce de planes. Por ello, planeé este viaje al Viceroy Riviera
mono araña. Ya nos había advertido el manager del hotel que
Maya. Quería un lugar donde nos consintieran al máximo.
una familia completa vivía en el manglar. Desperté a mi hija.
Y así fue. Desde el principio hice peticiones. Quería muchas
Nos sentamos en la cama a observar cómo se columpiaba de
actividades de modo que tuviera experiencias con ella, tratar
rama en rama y con destreza se lanzaba a la mesa de la terraza
de reencontrar esa complicidad perdida.
en busca de rastros de comida, como no encontró nada, simUna vez en el hotel, dejamos las maletas en nuestra villa
plemente regresó a la selva. “¿Lista para la clase de yoga?”. Haprivada: un cuarto-casita en el manglar. Al llegar te hacen
bíamos reservado una clase especial para las dos. Con tapetes
una limpia maya. Un chamán entona palabras de bienvenien mano caminamos entre manglares, que son los caminos del
da mientras limpia a los huéspedes con copal. “¡Qué buena
hotel, hasta el jardín frente al mar, donde nos esperaba el insidea!”, dije entusiasmada; en cambio mi hija tenía cara de
tructor. Llevaba algunos años viviendo en la Riviera Maya y
¿qué demonios es esto? Pero su actitud se transformó al enhabía pasado de ser instructor de jiu-jitsu a descubrir el yoga
trar a la habitación y ver la hamaca, la piscina privada y la
“Con toques de filosofía maya”, nos aclaró. Colocamos los taducha al aire libre, que fue –por supuesto– lo primero que
petes sobre el pasto grueso, y empezamos la clase acariciadas
se lanzó a usar. Yo decidí quedarme sentada en mi terracita
por la brisa de mar y el movimiento de las palmeras.
para disfrutar una limonada y escuchar los sonidos del man“Este día se honra a kaba’n, men, lamat (sabiduría, pájaglar. Pájaros y mar a la distancia mientras que una brisa ligero y semilla). Es un día para abrir el corazón”, con esta frase
ra pasaba a refrescarnos.
comenzó la clase mientras mi hija, otra vez, me lanzaba unos
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Julio/Agosto
2014
El sistema de cenotes y cavernas
de Dos Ojos, es uno de los 10 más
grandes del mundo, incluye algunos
tan prístinos como el de Los Lirios.
Las ruinas arqueológicas
de Tulum a la orilla del
mar son una visita obligada en la Riviera Maya.
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ojos de pistola, casi podía adivinar lo que pensaba, pero al
Pasamos la tarde en el spa. Habíamos escogido un trafinal nos relajamos e hicimos la clase fluida inspiradas por la
tamiento de esencias mayas dentro de una palapa al aire
vista del mar turquesa frente a nosotras.
libre en medio de una vegetación exuberante. La terapeuta
El desayuno nos supo a gloria: jugo fresco y chilaquiles.
empezó con un ritual de lavado de pies y siguió con un masaNotamos, entonces, que todas las mesas estaban dispuestas
je largo y relajante.
para dos. Además de puestas en ángulo para que ambos coEsa noche, absolutamente renovadas, cenamos en el resmensales pudieran disfrutar de las vistas al mar y la playa.
taurante del hotel. No dejamos de observar a las otras paVolteamos alrededor y nos percatamos de que la mayoría de
rejas que sólo tenían ojos para ellos mismos. La palapa del
los huéspedes eran parejas. Normal pensé yo. Es un hotel
restaurante tiene una vista privilegiada, es ideal para mirar
con cabañas privadas en el manglar y pequeño, se antoja disel atardecer. La comida es una mezcla de ingredientes locales
frutar entre dos. Hoy mi pareja y yo teníamos planeado un
e invención de la chef. Lo que más nos gustó fue el pescado
clásico día de playa. Lo más estresante de nuestro plan de
pargo en salsa de chaya. Y mientras cenábamos no dejábala mañana era escoger el camastro para tomar el sol.
mos de hablar maravilladas de la historia de las abejas. Por si
El mar caribe seduce. Después de un rato de leer, caminafuera poco, la piel seguía oliendo a los aceites. Definitivamenmos por la arena hasta el mar. La Riviera Maya es un gran
te habíamos dejado atrás a la ciudad y su estrés,
lugar para nadar. El agua cristalina y turquesa se antoja para
flotar un rato sin prisas. Pero hoy el mar estaba más agitado.
DÍA TRES
Las olas eran más pronunciadas y el ejercicio de nadar a flote
Desayunamos en el muelle. “Parece que estamos comiendo
fue más divertido. Aproveché el ir y venir de las olas, para que
en medio del mar”, decía mi hija emocionada mientras pedía
en una de esas, sentadas sobre la arena, poder hacerle la preotra vez chilaquiles y jugo verde. Era temprano. El sol todagunta clave: “Entonces, ¿qué estudiarás?”. Esta pregunta en
vía no calentaba y yo, en el afán de tener cosas planeadas,
la ciudad había sólo traído frustración
había pedido este desayuno especial para
constante y un enojo latente consigo
dos. Fue una experiencia interesante, los
misma que le impedía conversar. Aquí
meseros llegaban sonrientes, cargando
UNA VISITA
frente al mar, se suavizó. El mayordomo
las charolas y los pies mojados. Las olas
de playa llegó con toallas secas y mieny el viento tenían al mar un poco agitaA PLAYA DEL
tras nos servían una refrescante agua
do. Estábamos ahí solas desayunando en
CARMEN PARA
de limón con chía, me respondió tan
compañía de las gaviotas, y nuestro meCOMER Y
tranquila: “Creo que comunicaciones
sero maya aprovechó para contarnos almultimedia”. ¡Uf, vaya declaración! Sigunas historias. Habíamos decidido salir
CURIOSEAR FUE
guió caminando por la arena blanca que
a nadar en los cenotes cercanos. Así que
UN ANTÍDOTO
tiene la virtud de no calentarse. Yo la
después de un buen desayuno estábamos
AL ESTRÉS DE LA
seguí hacia el camastro fingiendo tranlistas para aguantar la excursión rumbo al
CIUDAD.
quilidad. Pedimos un guacamole para
cenote Dos ojos, más allá de Playa del
seguir la plática, y a la sombra de la paCarmen. En estos cenotes, propiedad de
lapa fluyó la conversación.
los ejidatarios, fue donde conocimos a SilEn la tarde, ya adaptadas al ritmo del
vestre, nuestro guía por la ruta de las cacaribe, hicimos una larga caminata por la playa como preparavernas y narrador de la naturaleza maya.
ción para una cita en el spa. Habíamos decidido tomar un maNadar en esas aguas subterráneas no podrían ser mejor
saje “Wayak ritual” siguiendo rituales y esencias de la región
experiencia. Contentas y unidas, de regreso al hotel, decimaya. Situado en una palapa gigante, llegamos media hora
dimos hacer una parada en el restaurante Maíz de Mar,
antes para descansar. “Buenas tardes, señoritas”, nos saludó
en Playa del Carmen, en la zona nueva de la Quinta Aveniel chamán que nos había hecho la limpia el día anterior. Esda, un lugar que combina mariscos locales y maíz. Cominos
taba cuidando un tronco bajo una pequeña palapa. Curiosas
hamburguesitas de langosta, agua de maíz tostado y menta
nos acercamos. “Son abejas meliponas. No tienen aguijón”,
y un aguachile de pulpo y habanero tatemado. Luego decididijo. Estas abejas son oriundas de la península de Yucatán y
mos caminar para ver qué nos encontrábamos. Un poco de
están protegidas por ser únicas y por producir una miel dulce
shopping nunca está de más. Y así se nos fue nuestra última
de propiedades orgánicas y curativas inigualable. “Vengan, les
tarde: charlando sobre cualquier cosa, riéndonos. No recuerabriré el tronco para que vean las colmenas”. Fascinadas nos
do desde hace cuánto no teníamos unos días así, pero ahora
acercamos. Estábamos renuentes a estar demasiado cerca al
estábamos ahí otra vez mamá-hija, pero también amigas. No
momento de abrir la tapa del tronco. Imaginábamos ser picasé si fue por el ambiente cálido y relajado de la Riviera Maya
das aún después de que el chamán nos volvió asegurar que no
o el mar o los cenotes, pero aquellas pequeñas discusiones
habría tal posibilidad. Entre risas, lo que destapó fue un hadiarias se estaban quedando atrás. “¿Un helado?, yo invito”,
llazgo para nosotras, un pequeño mundo, arquitectura melosa
me arrastró mi hija al local Chez Céline. En ese momento la
habitada por las abejas que salieron a tomar aire; sagaces se
Riviera maya y el futuro sabían a lavanda con miel.
quedaron sobre el tronco, y otras revolotearon por arriba de
las cabezas para regresar a su negocio de hacer miel. El chaFERNANDA GONZÁLEZ VILCHIS es directora editorial de
mán, guardián de las abejas, las dejaba caminar por sus braNGT. ADAM WISEMAN fotógrafo, actualmente realiza un
zos y su cara sin problema. Después retomamos nuestro plan.
proyecto artístico de retratos móviles.
National
Geographic
Traveler
LIBRO DE CONSULTA
Riviera Maya,
Quintana Roo
Arena blanca y un mar turquesa se combinan
con los manglares y los hoteles de lujo en la
esta zona de Quintana Roo. Lleno de cenotes,
para bucear y actividades al aire libre, es también un lugar ideal para activar tu deseo de
aventura. O si prefieres sólo contemplar el mar.
DÓNDE DOMIR
Viceroy Riviera
Maya, viceroyhotelsandresorts.com.
Hacienda Tres Ríos
haciendatresrios.com.
Posada Margherita
posadamargherita.com.
DÓNDE COMER
Restaurante Maíz de
Mar. Propuesta del
chef Enrique Olvera.
Plaza Cacao, Quinta
Av., entre la calle 30 y
32, maizdemar.com.
Chez Celine
Cocina francesa, ofrece desde baguettes
hasta suculentos postres como Los Eclairs
chezceline.com.mx.
Yaxché
mayacuisine.com.
QUÉ VISITAR
Zona arqueológica
de Tulum. A 130
TIP FOTOGRÁFICO
DEN T R O DEL CEN OT E
Revisa si existe algún orificio por donde
se filtre la luz. Es muy importante el tripié
pero, si no tienes uno, busca una piedra o
alguna superficie para colocar la cámara y
haz la toma con exposición larga. Si está en
automático, quítale el flash a tu cámara. Al
fotografiar personas nadando, pídeles que lo
hagan lentamente. Si el cenote está abierto,
lo mejor es hacer las fotos temprano o justo
antes de cerrar para evitar los contrastes.
kilómetros del aeropuerto de Cancún se
encuentra uno de los
paisajes más idílicos
y fotografiados de la
región: una fortaleza
maya construida
hace más de mil años
frente al mar. La más
icónica de sus estructuras es “El Castillo”
y está ubicada al borde de un acantilado
(tulum.conanp.gob.mx
/inah.gob.mx).
Playa del Carmen.
Mejor conocida como
“Playa” se ubica a 60
kilómetros del aeropuerto de Cancún.
En los últimos años
se ha convertido en el
refugio favorito para
jóvenes europeos,
sudamericanos y
mexicanos quienes
viajan atraidos por
las calmadas aguas
color turquesa y la
afamada 5ta Avenida.
Cenote dos ojos.
Entre Playa del
Carmen y Tulum se
encuentra un sitio
único en el mundo,
ideal para vivir las
mejores experiencias
de buceo. También
puedes recorrer las
diferentes cuevas y
ríos subterráneos que
fueron creados de
forma natural hace
más de 6 mil 500
años. Tiene el cenote
mas profundo de la
región con 118 métros
de profundidad. Hay
tours con equipo de
buceo o esnórquel
por el sistema de cuevas y cenotes. Necesitas un certificado de
buceo en agua abierta
para la mayoría de
esots recorridos. El
precio de entrada
con equipo de buceo
incluido comienza
desde los 130 dólares
(cenotedosojos.com).
Chiquin Ha. Es un
cenote abierto a 10
minutos al sur de
Puerto Aventuras
que debido a su baja
profundidad y a la
luz solar crea reflejos
de luz sobre los peces y las algas que lo
hacen un espectáculo
digno de visitar. Es
perfecto para hacer
esnórquel. El costo
de entrada es de 50
pesos por persona.
Xcaret, Parque eco
arqueológico
Fundado en 1990, en
medio de un entorno
natural envidiable,
este establecimiento
apoya la conservación de la flora y fauna típica de la región
(xcaret.com.mx).
ATLAS
Riviera Maya, Q. Roo
Es una zona turística de
México de 130 kilómetros de longitud situada
a lo largo del Mar Caribe. Se extiende a lo
largo del litoral desde la
localidad de Puerto Morelos hasta la localidad
de Punta Allen.
• Visita la fotogalería
en ngenespanol.com/
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