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 MEMORIA DE PRÁCTICAS EN EMPRESA EN EL “AULA DEL MAR” (MÁLAGA) Laura Arranz Ballano INTRODUCCIÓN Mi estancia en Aula del Mar abarca desde el 1 de Julio hasta el 31 de Julio de 2009. Aunque un mes sea insuficiente para comprender todo el funcionamiento de una empresa y participar en todos los trabajos y actividades que se llevan a cabo en ella, he podido realizar una gran cantidad de tareas de lo más variado. Desde el cuidado y mantenimiento de tortugas marinas, galápagos, peces y crustáceos; realización de necropsias a ejemplares de delfín listado, elaboración de cuadernillos educativos destinados a centros escolares, con información sobre las especies más características del Mar de Alborán y una serie de actividades propuestas para el disfrute y aprendizaje del alumnado; hasta la participación en campañas de educación ambiental realizadas en distintas playas de la costa malagueña. ¿QUÉ ES AULA DEL MAR? Se trata de un centro especializado en el estudio del ecosistema marino del Mar de Alborán, ubicado en Málaga capital en el antiguo edifico de la cofradía de pescadores, al lado del puerto. En él se desarrollan numerosas actividades, tales como la educación ambiental de pequeños y mayores, por medio de itinerarios marinos, talleres del mar, cursos especializados, proyecciones audiovisuales y recorridos por el Acuario‐Museo Aula del Mar. También se crean publicaciones y material didáctico. Se realizan investigaciones sobre la reproducción y el mantenimiento de numerosas especies marinas en cautividad, estudios sobre el impacto ecológico en el litoral andaluz y recuperación de especies protegidas, como los delfines o las tortugas marinas en colaboración con la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Se celebran jornadas sobre temas monográficos de interés marino, simposiums, cine forums, conferencias, charlas y coloquios. Así como exposiciones temporales, en intercambio con otros centros similares de España o fuera de ella. En definitiva Aula del Mar pretende hacer llegar a la gente la mayor información posible sobre el mundo marino para que aprenda a cuidarlo y respetarlo. Laura Arranz Ballano
HISTORIA El “Aula del Mar” fue fundada en 1989 por cinco socios: José Luis Mons Checa, Juan Antonio López Jaime, Juan Jesús Martín Jaime, Cristina Moreno Fernández y Francisco López Jaime, los cuales son en su gran mayoría biólogos. Las instalaciones, un edificio de unos 500 m2 situado en la Avenida Manuel de Agustín Heredia en el puerto de Málaga, fueron cedidas por la Cofradía de Pescadores de Málaga. Para su financiación recibió ayuda de distintas entidades como la Consejería de Trabajo, la Diputación, el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria de Málaga e incluso de entidades benéficas como Cáritas. En un principio, este centro comenzó con una única línea de trabajo, la oferta a los centros escolares de actividades relacionadas con el medio marino del Mar de Alborán, centradas fundamentalmente en la educación ambiental y que es actualmente la más consolidada y la que mantiene la estabilidad económica de la entidad. En 1990 se inició una nueva línea de trabajo consistente en la apertura de una exposición permanente durante los fines de semana destinada a todo tipo de público, formada en un principio por unos pocos acuarios marinos con especies autóctonas de la zona y una buena representación de conchas y esqueletos de animales marinos invertebrados, así como varias maquetas de embarcaciones, paneles informativos y piezas artesanales del ámbito pesquero. Este Acuario‐Museo posibilitó la toma de contacto con numerosas personas amantes del mundo marino, animadas a colaborar con los miembros del Aula del Mar en la divulgación y estudio del mar. Así fue como se creó una nueva actividad, ligada al Acuario‐Museo, denominada “Club del Mar”. Este Club aglutinaba a biólogos, submarinistas, pescadores, ecologistas, acuariófilos, naturalistas, y estudiantes en general, que posibilitaron la realización de numerosos actividades: conferencias, charlas, cine fórums, excursiones, inmersiones, jornadas, publicaciones, etc. En 1991, gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Málaga con sus Servicios Operativos y a una subvención concedida por la Diputación de Málaga, se consiguió ampliar y remodelar el Acuario‐Museo trasladándolo a la primera planta del edificio y dejando la segunda exclusivamente para las instalaciones del Aula Marina (talleres, laboratorios, biblioteca, oficina, almacenes, etc.) Un año importante para el centro es 1994, pues aunque ya desde 1991, año en que ingresó la primera tortuga en el Aula del Mar, se venían realizando labores de rescate y rehabilitación de cetáceos y tortugas marinas, no fue hasta éste cuando se creó el Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (C.R.E.M.A) gracias a un convenio de colaboración entre Aula del Mar y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. La labor del CREMA es importante pues es la única organización en Laura Arranz Ballano
todo el litoral andaluz que se ocupa de esta tarea. Para ello Aula del Mar cuenta con el equipamiento necesario para la recogida y traslado de especies marinas amenazadas, para su tratamiento y cuidado, así como para facilitar su posterior readaptación al medio natural. Desde su fundación han recibido tratamiento y cuidados para su recuperación y posterior liberación al medio marino 19 tortugas marinas y 13 cetáceos de diferentes especies. Otras actividades importantes realizadas por Aula del Mar han sido la impartición de cursos, a través del Instituto Social de la Marina, especializados en cultivos marinos destinados a pescadores y el desarrollo de una experiencia piloto de piscicultura (principalmente doradas y lubinas) en un tanque habilitado en un carguero atracado en el Puerto de Málaga. También se imparten en colaboración con el Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados de Málaga cursos sobre Educación Ambiental, Acuicultura y contaminación Marina; así como diferentes cursos, en colaboración con el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, destinados específicamente a profesores y monitores ambientales. ORGANIZACIÓN DEL CENTRO En Aula del Mar se desarrollan 3 líneas de actuación: • Aula del Mar, encargada de la realización de actividades formativas así como publicaciones relacionadas con la educación ambiental y la conservación del medio marino destinadas al sector pesquero, la comunidad educativa y a la población en general. . •
Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas de Andalucía (CREMA) que se ocupa de la asistencia y el cuidado de las tortugas marinas y cetáceos heridos que aparecen en las playas de la costa malagueña, para su posterior liberación al mar, y de la coordinación de la Red de Voluntarios Ambientales del Litoral Andaluz. Por lo general estas tortugas son ingresadas en el CREMA por presentar problemas de flotabilidad, fracturas en el caparazón, heridas externas, ingesta de anzuelos y plásticos, y debido a las técnicas de pesca con palangre. •
Actividades investigadoras, como el cultivo experimental del pez marino “Aphia minuta” (Chanquete), la reforestación de los fondos marinos con plantas fanerógamas y el estudio de la migración y el estado de la población de las tortugas marinas en el litoral andaluz. La planta baja del edificio, con una extensión aproximada de 600 m2, además del área de recepción, alberga las dependencias visitables por el público en general: Laura Arranz Ballano
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Acuario‐museo del Mar, formado por una serie de acuarios con los peces más característicos del mar de Alborán y una sala que muestra ejemplares disecados de la fauna y flora malagueña, así como maquetas de barcos y otros objetos representativos de las actividades desarrolladas en el mar, en Andalucía, como son la navegación, la pesca, los cultivos marinos y la arqueología submarina. •
Sala de Audiovisuales con capacidad para 50 personas. •
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Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (CREMA) Taquilla y Bazar del Mar para la venta de entradas al Acuario‐museo y de suvenires. En la planta superior (de unos 460 m2), se sitúan las salas destinadas a talleres de educación ambiental, el laboratorio, la biblioteca, la sala de usos múltiples, oficina y aseos. TRABAJOS REALIZADOS DURANTE MI ESTANCIA EN AULA DEL MAR Durante mi mes de prácticas en el centro pude participar en tareas de lo más variado, desde el cuidado y mantenimiento de las tortugas y los acuarios, limpieza de tanques, recogida de un ejemplar de delfín listado muerto y la realización posterior de una necropsia, elaboración de un cuadernillo educativo sobre la fauna más representativa del Mar de Alborán destinado a centros escolares, participación en campañas de educación ambiental, hasta la reparación de la bomba que impulsa el agua del mar desde el puerto hasta los tanques de las tortugas. Mi primer día de prácticas en Aula del Mar ingresó una tortuga boba (Caretta caretta) con una fractura en el caparazón y graves heridas en él. Esta, junto con las otras 5 tortugas de la misma especie (dos expuestas al público en un pequeño patio por no ser posible ya su recuperación y liberación al mar, y tres en estado de recuperación ‐dos de ellas por presentar problemas de flotabilidad y otra debido a una gran herida en el plastrón‐ y ubicadas en otra dependencia separada del acuario‐museo abierto al público para evitarles estrés y acelerar su recuperación), más unas 30 crías también de tortuga boba, de apenas unos meses de vida, donadas por el Parque de Doñana para la colaboración con ellos en un proyecto de cría en cautividad, conformaban el grupo de las tortugas marinas. A parte de este grupo estaba el de las tortugas terrestres, formado por una tortuga mordedora y una serie de galápagos de Florida de oreja roja y amarilla, galápagos leprosos y tortugas carey que junto con los tanques de Laura Arranz Ballano
peces y crustáceos formaban parte de la exposición permanente Acuario‐museo de Aula del Mar. A partir de mi llegada mis dos compañeras de prácticas durante la primera quincena del mes (pues a diferencia de la facultad de Biología de Salamanca que tiene un convenio de prácticas de un mes, la gente que viene de otras universidades sólo puede estar 15 días), una estudiante de Ciencias del Mar de Vigo y otra que estudiaba biología en Córdoba y yo tuvimos que ocuparnos en un principio del cuidado de las tortugas y más tarde del de los acuarios también pues Paco, que era el encargado de su mantenimiento se fue de vacaciones y nos pasó la tarea no sin antes explicarnos con pelos y señales cómo hacerlo y la reprimenda que nos caería a su regreso si encontraba algún pez muerto. 1) Cuidado de las tortugas marinas ingresadas De manera rutinaria todas las mañanas íbamos al Mercado de Atarazanas, situado en pleno casco antiguo de Málaga, a comprar comida para las tortugas y los peces. Por lo general las tortugas marinas se alimentan de pescado (principalmente sardina o jurel), cefalópodos como la sepia y el calamar y moluscos (almejas, etc). Nosotras las alimentábamos con sardinas, jureles o bacaladillas según qué pescado estuviese más barato cada día en la lonja. Comprábamos unos 3 Kg que después repartíamos entre todas las tortugas, tanto marinas como terrestres que seguían la misma dieta. A las tortugas bobas grandes, algunas de las cuales rondaban los 70 kg de peso, y a la mordedora les dábamos el pescado entero pero a las pequeñitas y a los galápagos se lo cortábamos en trozos adecuados al tamaño de su boca. Los lunes era el único día que no había pescado en el mercado y teníamos que comprar calamar congelado que después metíamos en cubos de agua caliente para descongelarlo, pues si se lo suministrábamos frío a las tortugas podían morir por hipotermia. El procedimiento era el mismo, cortarlo en trozos para las tortugas pequeñas y dárselo entero a las grandes. A parte de alimentarlas un día sí y un día no, nos encargábamos de curar las heridas en el caparazón de la tortuga boba ingresada el día de nuestra llegada en el centro. Lo más complicado era sacarla del tanque, ya que pesaba más de 60 Kg y además se asustaba en cuanto te acercabas y huía a refugiarse en una esquina pues no estaba aún acostumbrada a vivir en cautividad. Lo que hacíamos era acercar la camilla en la que la íbamos a curar al borde del tanque y con un salabar la atraíamos hacia nosotros enganchándola por la cabeza, después la sujetábamos por la parte posterior del caparazón ‐con cuidado porque estaba fracturado‐ y esperábamos a que se cansase de aletear para levantarla entre varios hasta la camilla. Una vez en ésta había que sujetarle la cabeza, pues siempre intentan morderte y una tortuga de este tamaño Laura Arranz Ballano
tiene la suficiente fuerza en la mandíbula como para triturarte un dedo o incluso arrancártelo. Juanjo, nuestro jefe, ya nos había advertido de que nos mantuviésemos alejadas de su boca y si desafortunadamente nos mordía un dedo esperásemos a que volviese a abrirla para liberarlo, pues si tirábamos era cuando nos podíamos quedar sin él. Afortunadamente durante toda nuestra estancia no hubo ningún incidente. Una vez la habíamos tranquilizado tapándole los ojos con la mano y presionando su cabeza con suavidad hacia abajo procedíamos a curarla. Primero cortábamos trozos necrosados y en mal estado del caparazón con una cuchilla porque así se aceleraba el proceso de regeneración de éste, después le limpiábamos las heridas con Betadine y permanganato potásico y se las untábamos con vaselina para impermeabilizarlas y que aguantase más el efecto de los desinfectantes en el agua, finalmente le inyectábamos un antibiótico vía intramuscular por la zona dorsal de las inserciones de las extremidades anteriores, para evitar una posible infección. La aguja utilizada era de 0’9x40 mm que es lo que recomiendan los manuales veterinarios. La razón de inyectarles por la zona anterior y no posterior es que en las tortugas marinas existe un sistema portal‐renal que recoge la sangre del tercio posterior de la tortuga y la hace pasar por los riñones antes de retornarla a la circulación general y al corazón, por lo que puede que el fármaco administrado en la zona posterior sea metabolizado y excretado por el riñón sin pasar antes por la circulación sistémica, por lo que no habría realizado ningún efecto. Tras esto la liberábamos al agua otra vez. Los tanques tenían redes para separar a las tortugas entre sí, ya que éstas son agresivas y se pueden atacar. De hecho, aún con red de separación hubo un incidente. La tortuga recién ingresada consiguió pasar por debajo de esta y se metió en el espacio de otra tortuga que era mucho más grande que ella, saliendo mal parada. Por lo que los siguientes días, aparte de las heridas en el caparazón tuvimos que curarle las heridas en la piel de las aletas y la cara que le provocó la otra tortuga. A esta última también la cuidábamos, aunque con menor frecuencia ya que era mucho más difícil de manejar debido a su enorme tamaño y por presentar una gran herida en el plastrón que dejaba visible su cavidad interna. Otra tarea que realizábamos cada cierto tiempo era pesar y medir a las tortugas para ver la evolución en su estado de recuperación. Excepto la tortuga nueva, que al principio se negaba a comer, el resto iban aumentando de peso, lo cual era buena señal. Para medirlas normalmente se sigue un patrón cráneo‐caudal. También les extraíamos sangre regularmente para comprobar su estado de salud. El procedimiento consistía en extraer unos 5ml de sangre del seno cervical dorsal con una aguja de 0’9x40mm. Luego se llevaba a analizar al laboratorio, pero esa tarea ya no la hacíamos nosotros. Laura Arranz Ballano
La penúltima semana hicimos radiografías a todas las tortugas para ver el estado de sus pulmones, si tenían huevos o si se habían tragado algún anzuelo o plástico. En la exploración radiológica existen 3 proyecciones básicas: •
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Dorso‐ventral que es la más usada y se utiliza para la localización de anzuelos, retención de huevos, alteraciones óseas, problemas en las extremidades y obstrucciones intestinales. Antero‐posterior que se usa para visualizar los pulmones. En este caso la imagen se ve de color negro, lo que nos indica la presencia de aire. Si aparecen zonas blanquecinas puede deberse a un proceso neumónico. Latero‐lateral: se usa cuando detectamos una alteración pulmonar con la proyección antero‐posterior, para valorar la extensión del daño. Lo más difícil fue mantener quietas a las tortugas para hacerles las radiografías pues no paraban de moverse. Cuando por fin conseguíamos tranquilizarlas para que se quedasen quietas, salíamos corriendo de la sala para que Juanjo, nuestro jefe, las irradiase sin peligro para nosotras pues sólo había un traje protector. Después entrábamos en un cuarto oscuro para revelar la imagen en un líquido especial y luego la analizábamos. Por las radiografías pudimos comprobar que las tortugas no presentaban ni huevos, ni anzuelos, ni problemas respiratorios. Medición de una tortuga marina Laura Arranz Ballano
Examen radiográfico de una tortuga boba Cura del plastrón de una tortuga marina Detalle de la herida Laura Arranz Ballano
2) Cuidado y mantenimiento de acuarios Todos los días realizábamos una inspección de los acuarios para comprobar que las bombas, filtros y aireadores funcionaban perfectamente y que no había ningún pez muerto antes de abrir Aula del Mar al público. Los lunes, miércoles y viernes teníamos que alimentar a los peces. Les alimentábamos alternando un día con sardinas y otro con calamares. Había que cortar el alimento según el tamaño de la boca de cada tipo de pez para que pudiesen ingerirlo. Había de todos los tamaños, desde un enorme mero hasta diminutos peces arcoíris. Para la mayoría de peces bastaba con tirar el alimento a la superficie del agua y ellos subían a buscarlo, pero a los rascacios y a la raya había que suministrárselo con unas pinzas poniéndoselo directamente al lado de la boca; a las rayas porque tienen la boca en la parte ventral del cuerpo y sólo pueden comer lo que esté en el fondo, de manera que los demás peces del tanque se comían todo antes de que pudiese llegar un trozo hasta allí; y a los rascacios porque son peces que no se mueven para alimentarse, sino que, mimetizándose con el entorno (parecen rocas),esperan quietos a que una presa pase por su lado para atacar. 3) Limpieza de tanques Cada 3 ó 4 días teníamos que limpiar los tanques de las tortugas. Los jefes de Aula del Mar lo llamaban “sifonar” y consistía en introducir un trozo de manguera abierta por ambos extremos, unida a un palo. Tapando un extremo de la manguera con la mano se introducía el otro en el agua de modo que hiciese el vacío y comenzase a aspirarla. Con el palo íbamos guiando el extremo de la manguera como si fuese un aspirador para quitar la porquería acumulada en el fondo que iba saliendo junto con el agua fuera del tanque. De este modo no hacía falta vaciar el tanque para limpiarlo. 4) Necropsia Al tercer día de empezar las prácticas apareció un ejemplar de delfín común muerto en la costa de Almería. Fuimos hasta allí a recogerlo con la furgoneta de la empresa y al día siguiente le practicamos la necropsia. Juanjo iba abriéndolo por determinados puntos para extraer los órganos de los que tomábamos muestras que luego medíamos e introducíamos en unos botes a los que clasificábamos con un código. También le extrajimos sangre directamente del corazón y luego enviamos todo al laboratorio para que lo analizasen. Una vez supimos los resultados concluimos que aunque presentaba problemas respiratorios había muerto de viejo, pues en los delfines es muy común que a medida que envejecen sufran neumonía u otros problemas pulmonares. Laura Arranz Ballano
5) Participación en tareas educativas Durante el mes de prácticas participé en varias jornadas educativas que se impartían en las playas de la costa malagueña. En ellas realizábamos distintos talleres con actividades relacionadas con el reciclaje, la educación ambiental, el conocimiento de la fauna y flora del mar de Alborán en las que participaban los niños. El objetivo de estas era enseñarles a cuidar y respetar el mar y a los animales que lo habitan. Otra actividad educativa en la que participé fue en la creación de un cuadernillo con información sobre la fauna más característica del mar de Alborán y una serie de actividades propuestas para que realizasen los niños en los centros educativos. VALORACIÓN DE LAS PRÁCTICAS En general mi valoración es positiva. He aprendido lo que es trabajar en una empresa y cómo funciona un centro de recuperación de especies marinas. He ampliado mis conocimientos en el ámbito de la biología marina que ahora que me resulta muy interesante. Además he tenido la oportunidad de estar en contacto con tortugas marinas y me ha encantado, así como de participar en tareas de sensibilización ambiental con niños. También ha sido una buena ocasión para conocer Málaga y sus alrededores pues nunca antes había estado. Laura Arranz Ballano