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Dominancia ocular y su influencia -o ausencia de influenciaen el rendimiento académico
Sábado, 13 de marzo de 2010 | De 14:00 a 15:00 horas | N-102
Domingo, 14 de marzo de 2010 | De 14:00 a 15:00 horas | N-101
Introducción
¿Hay algo en común entre escribir con la mano derecha, mirar a través de una mirilla
con el ojo derecho, comenzar un saludo primero con un beso en la mejilla izquierda
o dar una patada a un balón con el pie derecho? Las asimetrías sensoriomotoras, y
las asimetrías cerebrales se reflejan en parte, están siempre presentes en los humanos, y, para esas asimetrías lo que podemos decir, es que han estado claramente
presentes desde los primeros homo. Algunas han estado presentes en el mundo de
los animales durante millones de años. Se le ha prestado mucha atención a la asimetría entre ambas manos, y en menor medida, entre los dos pies. Por el contrario,
la preferencia ocular y la dominancia, por las que se viene mostrando cierto interés
desde finales del siglo 16, han sido mucho menos estudiadas. Las asimetrías oculares deben ser consideradas en el contexto de todas las asimetrías, pues están
todas entrelazadas durante el desarrollo. Por ejemplo, se cree que la preferencia se
desarrolla, o se refuerza, cuando el recién nacido, que con frecuencia gira la cabeza
hacia la derecha, ve su mano derecha moverse. Esta asimetría visual, a su vez, se
cree que surge de la asimetría postural presente incluso antes del nacimiento. El
objetivo de esta comunicación es situar las asimetrías con respecto a las asimetrías
sensoriomotoras en todos los sistemas, y lanzar la pregunta sobre su relación con el
desarrollo cognitivo y funcional.
Jacqueline Fagard
Doctora en Psicología por la Universidad de París V y diplomada
en Psicopatología por el Instituto
de Psicología de París, ha publicado cuatro libros y escrito capítulos de diversas publicaciones, ha colaborado
con instituciones como el Max Planck Institute de
Munich, Alemania, la University of Pennsylvania
y el MIT, y se ha dedicado a la docencia. En la
actualidad, trabaja como investigadora en el
Centre National de la Recherche Scientifique,
ocupa el cargo de directora asociada del LPP (Lab
Psychology of Perception), donde está al frente
del equipo Perception Action Development,
y pertenece a la junta de editores de Infant
Behavior and Development y Developmental
Psychobiology.
Descripción de asimetrías
Las asimetrías sensoriomotoras fueron detectadas por la mano. La mayoría de
individuos tenían preferencia por una de las manos, normalmente la mano derecha.
La “mano preferida” se define generalmente como la mano que se emplea para la
escritura, y la mano que está más activa en las actividades diarias, con frecuencia
bimanuales (ver McManus, 2002, para revisión). La mayoría de las personas son diestras –alrededor del 88% en una población no sesgada, pero el hecho de ser diestro
o zurdo no pertenece a una categoría claramente diferenciada y la preferencia por
una mano varía en una población en un continuo desde ser muy zurdo a fuertemente
diestro (Annett, 1967). Además, la elección de la mano para realizar una tarea no sólo
depende de la mano que se prefiera, sino de factores relacionados con la tarea tales
como el lado de presentación y la complejidad de la tarea, en adultos (Mamolo, Roy,
Bryden, & Rohr, 2004) y en niños (Gabbard & Helbig, 2004; Leconte & Fagard, 2006).
La dominancia de una mano es también evaluada a través de la diferencia en el rendimiento entre ambas manos en tareas manuales (Annett, 1972; Fagard & Corroyer,
2003; Peters & Durding, 1978). Sin embargo, la diferencia en la realización no siempre va en favor de la mano con preferencia, y el grado y la dirección de la diferencia
dependen de las características de la tarea (Bryden, Roy, Rohr, & Egilo, 2007; Flowers,
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1975; Triggs, Calvanio, Levine, Heaton, & Heilman, 2000). La preferencia de pie se
determina con acciones unipodales (e.g. golpear una pelota) y con el mantenimiento
del equilibrio (e.g. mantenerse de pie sobre un solo pie mientras el otro se encuentra
activo, o saltar sobre un pie (Gabbard & Hart, 1996; Dargent-Pare, De Agostini, Mesbah, & Dellatolas, 1992). Una elección consistente se observa normalmente para el
pie activo, pero es menos consistente para el pie que mantiene el equilibrio (Hart &
Gabbard, 1996). En torno al 80% de la población elige el pie derecho para golpear un
balón. La preferencia de oído es evaluada por la mano elegida para escuchar a través
de una puerta, por ejemplo (Reiss & Reiss, 1998). La preferencia por oído derecho se
encuentra en alrededor del 60% de la población. La preferencia ocular será el objeto
de una sección específica a continuación.
Las tendencias direccionales, observadas por los sistemas postural y locomotor,
han sido estudiadas menos frecuentemente. Entre las principales tendencias posturales, podemos mencionar la tendencia de los neonatos a girar la cabeza hacia la
derecha (Michel, 1981) y la tendencia a saludar besando a las personas comenzando
por el lado derecho (Güntürkün, 2003). En el sistema visuomanual, los individuos
tienden a dibujar círculos en sentido contrario a las agujas del reloj (Glenn, Bradshaw,
& Sharp, 1995) y a dibujar perfiles dirigidos hacia el lado izquierdo (Jensen, 1952). En
lo que se refiere al sistema visual en sí mismo, existe una tendencia a mirar barriendo
de izquierda a derecha (Aaron & Handley, 1975), o a asumir que la luz procede de la
izquierda cuando se interpretan estímulos antiguos (Mamassian & Goutcher, 2001).
Ejemplos de tendencias oculomotoras incluyen los giros hacia la izquierda cuando se
camina (Yazgan, Leckman, & Wexler, 1996) o se corre (Lenoir, Van Overschelde, De
Rycke, & Musch, 2006), y los giros en sentido contrario a las agujas del reloj cuando
se baila (Day & Day, 1997; Golomer, Rosey, Dizac, Mertz, & Fagard, 2008), o cuando
se corre alrededor de un círculo (Toussaint & Fagard, 2008). Estas tendencias pueden
ser observadas indirectamente en el diseño de circuitos de carreras circulares, o incluso en las pistas de carreras de caballos, siempre en sentido contrario a las agujas
del reloj. La mayoría de las tendencias direccionales son más débiles y más dependientes de los factores ambientales que la mayoría de las asimetrías. Por ejemplo, el
barrido en lectura está influido por la dirección de la escritura.
Preferencia ocular
En la literatura, los términos preferencia y dominancia son algunas veces empleados
en una forma no diferenciada para referirse a las asimetrías oculares. Se va a restringir el término preferencia ocular para referirse al ojo empleado para visión monocular,
una situación similar a cuando se mira a través de un telescopio a un objeto lejano.
El empleo del ojo con preferencia no está restringido a la visión monocular forzada, e
incluso cuando ambos ojos se encuentran abiertos, la señal que se emplea es sólo la
del ojo con preferencia: Esto fue propuesto por primera vez por Della Porta en 1593,
al mostrar el hecho de que cuando se sostiene un lápiz en frente de uno mismo y
se alinea su punta con un objeto lejano, si alternativamente se guiña cada uno de
los ojos, el lapicero se mantendrá bien alineado con el objeto sólo para la visión de
uno de los ojos. Por tanto, el observador inconscientemente selecciona una señal de
entrada monocular incluso cuando la señal binocular completa está disponible. Por
ojo dominante, se designará al ojo para el cual se elige un estímulo cuando dos estímulos se encuentran rivalizando a través de un estereoscopio. La dominancia ocular
depende del tamaño del estímulo, y de las características relativas a la rivalidad (ver
Mapp, Ono, & Barbeito, 2003, para revisión). Por el contrario, la preferencia ocular es
un rasgo muy consistente, incluso cuando, como ocurre para la preferencia de mano,
los factores espaciales pueden influir en la elección ocular para la visión monocular
(Fagard, Monzalvo-Lopez, & Mamassian, 2008), como vamos a ver. Esta presentación
se refiere principalmente a la preferencia ocular.
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Se necesitan uno o dos tests para determinar cuál es la preferencia ocular con seguridad. Varios tests, frecuentemente empleados, son: Pedir al individuo que mire a
un objeto que se encuentra bastante lejano a través de un agujero que se hace en
una hoja de papel (o a través de un anillo) y pedirle que lo acerque lenta y progresivamente hacia su nariz (Test de agujero en la tarjeta), mirar a través de una hoja de
papel enrollada a modo de “telescopio”, mirar a través de un rifle, o mirar al fondo
de una botella a través del cuello de la misma, o el test de alineamiento cerca-lejos
que ya ha sido descrito. La estabilidad test-retest en la preferencia ocular es buena
(Piran, Bigler, & Cohen, 1982). El ojo es elegido bien consciente o inconscientemente, y la visión es tanto monocular como binocular, pero ésto no parece influir en la
elección. La preferencia ocular está moderadamente correlacionada con la dominancia ocular, pero no presenta relación con la agudeza visual, en adultos (Ehrenstein,
Arnold-Schulz-Gahmen, & Jaschinski, 2005), así como tampoco la presenta en niños
(Fagard et al., 2008).
Los estudios de preferencia ocular refieren frecuencias de alrededor del 65% para
ojo derecho, 32% para ojo izquierdo, y únicamente un 3% de inconsistencia en la
preferencia ocular entre adultos (Porac & Coren, 1976). La frecuencia difiere entre
los diestros y zurdos, pero la correlación entre mano y ojo es menor que la correlación entre mano y pie (Porac, Coren, Steiger, & Duncan, 1980; Dargent-Pare et al.,
1992). De acuerdo con el meta-análisis realizado a partir de 47 artículos científicos y
54.087 individuos, alrededor del 34% de las personas diestras tenían preferencia por
ojo izquierdo y el 42% de los zurdos tenían preferencia por ojo derecho (Bourassa,
McManus, & Bryden, 1996). Para esos individuos la lateralidad ojo-mano se dice que
es cruzada. La lateralidad cruzada ha sido considerada como asociada probablemente con discapacidad cognitiva, sin mucho fundamento, como podremos ver más
adelante.
Así como la opción para mano en actividades de agarre unimanual, la elección del ojo
para la visión monocular está influida por factores espaciales. En un estudio, pedimos
a los niños que mirasen a través de un tubo de plástico a un objeto situado en una de
cinco localizaciones sobre un panel semicircular. Los objetos, círculos pequeños de
1,5 cm de diámetro, estaban localizados en el panel alrededor del niño de izquierda
a derecha. Treinta y nueve de los 42 participantes eran diestros para escritura, y la
mayoría tenían preferencia por ojo derecho. Cuando visualizaban los cinco objetos, el
ojo derecho era más empleado en general que el ojo izquierdo, más en niños diestros
que en niños zurdos. Había un efecto significativo en el lado del objeto de presentación sobre el ojo elegido para mirar, incluso cuando los participantes algunas veces
elegían el ojo con preferencia contralateral al que empleaban para mirar a los objetos
laterales (Fagard et al., 2008).
Desarrollo y origen de las preferencias oculares
De la misma manera que la preferencia de mano, pero ligeramente más tarde, la
preferencia ocular aparece durante la infancia. A la edad de seis años el 90% de los
niños han desarrollado la preferencia ocular (Dellatolas, Curt, Dargent-Pare, & De
Agostini, 1998), y no hay cambios en la distribución de la preferencia ocular con la
edad (Porac & Coren, 1976). Al contrario que la preferencia de mano, el género no
parece tener influencia alguna en la preferencia ocular (Coren, 1993; but see Reiss,
Tymnik, Kogler, Kogler, & Reiss, 1999 and Porac & Coren, 1976). La consistencia entre
la preferencia de ojo y mano fue encontrada en el 68% de los niños en edad preescolar (Mahone, Wodka, & Hiemenz, 2006), una proporción comparable a la que se
había encontrado en adultos. El origen de las asimetrías en general es todavía objeto
de debate, en el que no se va a entrar en el marco de esta presentación. Se realizan
hipótesis sobre la influencia genética de algunas de las asimetrías que aparecen
tempranamente. Existe cierto fundamento para el origen genético de la preferencia
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de mano a partir de estudios genéticos poblacionales y, en menor medida, también de
estudios en genética molecular. El hecho de que en una pareja en la que un progenitor
sea zurdo tenga mayor posibilidades de tener un niño zurdo, e incluso mayor para
una pareja en la que ambos sean zurdos que en unos padres diestros, ha conducido a
los investigadores a postular que un gen tendente a la utilización de la mano derecha
influiría en la elección del niño por esta mano, tal y como se propone en la teoría
del “right-shift” (Annett, 1996; McManus, 1991). Sin embargo, dos hechos pueden
contradecir dicha afirmación: la imitación se ha demostrado que juega un papel importante en las elecciones de los niños para agarrar objetos y manipularlos, y esto
por sí mismo podría explicar por qué los padres zurdos tienen más niños zurdos que
los padres diestros (Fagard & Lemoine, 2006; Michel, 1992). Además, si la genética
tuviese mucha influencia sobre la preferencia de mano, se esperaría un descenso
mayor en la frecuencia de niños diestros con ambos padres zurdos que la que se
observa en realidad: Cuando uno de los padres es zurdo, la proporción de niños diestros se sitúa alrededor del 80%; cuando ambos padres son zurdos, esa proporción
cae hasta un 75% (ver McManus & Bryden, 1992, para revisión). Con la preferencia
ocular, no hay posibilidad de que la imitación afecte, y no hay riesgo de influencia
cultural, lo que hace que esta asimetría sea bastante interesante. Ha sido observado
cierto grado de tendencia familiar por preferencia ojo izquierdo (Annett, 1999; Reiss,
1997), pero en menor grado que para preferencia por mano izquierda (Coren & Porac,
1980; Saudino & McManus, 1998), y no todos los autores coinciden en esta tendencia
familiar (Dellatolas et al., 1998). La preferencia ocular puede ser observada en primates no humanos, pero, hasta donde se conoce, no en otros animales. Esto podría ser
indicativo de que la preferencia ocular “es importante para los animales con campos
binoculares que se solapan en gran medida” (Porac & Coren, 1976, p. 884).
Desde hace tiempo, existe un debate referente a la función de la preferencia ocular.
El hecho de que tengamos un ojo preferido podría ser, en teoría, de poca importancia
en las asimetrías perceptuales hemisféricas ya que en condiciones normales, en
humanos, cada ojo contribuye en la visión de ambos campos visuales, con el lado
derecho -cuando el globo ocular es observado desde la parte posterior de la cabezade cada retina alimentando al hemisferio derecho, y el lado izquierdo de cada retina
alimentando al hemisferio izquierdo. La información desde el campo visual izquierdo
alcanza el lado derecho a través de la parte nasal de la retina del ojo izquierdo y la
parte temporal de la retina del ojo derecho, y viceversa para la información desde
el campo visual derecho que alcanza el hemisferio izquierdo. Hasta un cierto grado
de excentricidad del estímulo desde el punto de fijación, los hemisferios reciben la
información desde ambos ojos. En las partes “monoculares” del campo visual, cada
hemisferio recibe información del ojo contralateral solamente. Cuando el estímulo es
proyectado a través de un estereoscopio, es posible enviar información diferente a
cada ojo desde cualquier punto del campo visual. Algunos discuten que la preferencia ocular no juega ningún papel en la visión binocular, y que funciona únicamente
cuando se emplea sólo uno de los ojos (Mapp et al., 2003). Otros sostienen que hay
una diferencia en el rendimiento dependiendo de con qué ojo, el ojo con preferencia o
el ojo que no tiene preferencia, sea empleado, de la misma manera que la mano con
preferencia es más eficaz que la mano que no tiene preferencia, como será explicado
en el párrafo siguiente.
Preferencia ocular y diferencia en el rendimiento
Para ver si la preferencia ocular puede inducir algo de asimetría, independientemente
de cuál es el hemisferio que recibe la información, uno puede presentar un estímulo
en el centro de tal manera que el ojo derecho vea algo diferente que el ojo izquierdo.
En tales condiciones, ambos hemisferios son alimentados por cada ojo. Por ejemplo,
en su estudio, Shneor y Hochstein (2005) pidieron a sus sujetos que llevasen gafas
rojo-verde cuando miraban a un conjunto de líneas rojas y verdes orientadas a 60º
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presentadas en un corto periodo de tiempo. En la mitad de los ensayos un objeto rojo
o verde orientado at 40° reemplazaba a una de las líneas y a los sujetos se les pedía
que refiriesen la presencia del objeto. Los sujetos, que no eran conscientes del hecho
de qué ojo veía el objeto, realizaron la prueba significativamente mejor que cuando
el objeto era observado por el ojo preferido. Otra técnica consiste en poner un parche
sobre uno de los ojos. Durante la visión monocular forzada, cuando el otro ojo está
tapado, se observó que el sesgo de atención cuando se dividía una línea vertical era
menor cuando se usaba el ojo preferido en comparación a cuando se usaba el ojo no
preferido (Roth, Lora, & Heilman, 2002). Otros estudios muestran que las acciones
balísticas como lanzar una pelota se realizan mejor cuando se emplea el ojo preferido
(see Porac & Coren, 1976, para revisión), o que seguir el rastro de un laberinto se
realiza más rápidamente empleando el ojo con preferencia (Coren & Porac, 1982; Porac & Coren, 1981), así como una tarea de golpeo a un objeto en aceleración (Coren,
1999). ¿Es el procesamiento de la información visual más rápido cuando llega del ojo
con preferencia que del ojo del que no tiene preferencia? Dado que este hecho fue
observado sólo para estímulos con duraciones mayores, Shneor et al. concluyeron
que podría deberse a la mayor capacidad del ojo con preferencia para inhibir la señal
que llegaba desde el otro ojo. Las imágenes en visión monocular proporcionan una
base funcional del concepto de preferencia ocular, al mostrar que la estimulación que
realmente el ojo con preferencia activa un área mayor en la corteza visual primaria
que la estimulación del ojo que no tiene preferencia (Rombouts, Barkhof, Sprenger,
Valk, & Scheltens, 1996; ver sin embargo Mendola & Conner, 2007, para un hallazgo
diferente).
En condiciones cotidianas, el individuo puede mover la cabeza y/o los ojos para llevar
el estímulo a la fóvea. El sistema motor que se ocupa de la motilidad ocular puede
ser así otra fuente de asimetría visual. La asimetría motora del sistema visual ha sido
estudiada para los sacádicos guiados visualmente, indicando dominancia del hemisferio derecho para el control atencional de los sacádicos y dominancia del hemisferio
izquierdo para el origen motor de los sacádicos (Petit, Zago, Vigneau, Andersson,
Crivello, Mazoyer, Mellet, & Tzourio-Mazoyer, 2009). La fuente principal de asimetría
visual, sin embargo, procede del hecho de que la información de los campos derecho
e izquierdo alcanza sólo un hemisferio, el contralateral, independientemente del ojo a
través del que sea conducida, y de que los dos hemisferios sean muy asimétricos en
el procesamiento de la información.
Campos visuales y asimetrías hemisféricas
Para evaluar las asimetrías hemisféricas perceptuales, se debe presentar la información en un hemicampo mientras se pide al sujeto que fije a un punto en el centro, de
tal manera que sólo un hemisferio reciba la información. Es bien conocido que los
estímulos lingüísticos, al menos para juicios sintácticos, son más rápidos y se procesan mejor cuando aparecen en el campo visual derecho, mientras que las caras, la
localización espacial o la discriminación de la orientación son más precisas cuando
el estímulo aparece en el campo visual izquierdo (Kimura, 1969). Por tanto, mientras
la información lingüística es más directa y eficazmente procesada por el hemisferio
izquierdo en la mayoría de individuos, incluso los zurdos, los estímulos espaciales
son mejor procesados por el hemisferio derecho (Hellige, 1993). ¿Están las asimetrías
de los campos visuales restringidas a niveles de procesamiento alto? La mayoría
del procesamiento de bajo orden parece ser equivalente entre los dos hemisferios
(Fendrich & Gazzaniga, 1990) de acuerdo con Georgeson (1987) hay asimetrías en
los campos visuales sistemáticas en contraposición con la percepción, presente en
ambos ojos.
Dado que nos podemos situar fácilmente a nosotros mismos vis-à-vis en escenas
visuales, podemos preguntarnos si inconscientemente explotamos esta asimetría del
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sistema de procesamiento de los campos visuales. Tal comportamiento puede ser
observado en pollos, el cual es particularmente interesante pues en el cerebro de
las aves los nervios ópticos se decusan completamente, de tal manera que cada
ojo proyecta solamente hacia el hemisferio contralateral. Cuando extraen granos de
entre los guijarros mientras vigilan la aparición de un posible depredador, un pollito
de pocos días de edad se las apaña para mirar al grano con su ojo derecho mientras
mantiene su ojo izquierdo vigilante ante el posible depredado. De este modo, el pollo
emplea su hemisferio izquierdo para la categorización (guijarros versus granos) y su
hemisferio derecho para examinar que no se produzcan un episodio amenazante para
la vida (Rogers, 1980). Una estrategia similar podría ser parte del hábito humano de
sostener a los bebés en el lado izquierdo. La tendencia de sostener a los bebés en el
lado izquierdo ha sido ampliamente observada, en diestros y en zurdos. Una hipótesis
sobre esta observación es que la persona que sostiene al bebé elige inconscientemente el lado que envía la información sobre el estado emocional del bebé al hemisferio derecho que está más especializado en el procesamiento de las emociones que
el lado izquierdo (Vauclair & Donnot, 2005).
Asimetrías oculares y rendimiento motor y cognitivo
Nos podemos preguntar si el desarrollo óptimo requiere (1) lateralización de mano,
ojo, procesamiento hemisférico, etc.; (2) lateralización similar para la mano y el ojo;
y (3) lateralización acorde a la mayoría, i.e. empleando la mano derecha y el ojo
derecho. Dada la amplia posibilidad de presentación de todos los tipos de asimetría
a todos los niveles del sistema sensoriomotor, se asume con frecuencia que deben
de ser ventajosas. La lateralización del cerebro, por ejemplo, podría potenciar la capacidad neural para permitir el procesamiento de los hemisferios paralelamente y
por separado (Halpern, Gunturkun, Hopkins, & Rogers, 2005). El hecho de que los
pollos busquen comida con el ojo derecho mientras se encuentran en vigilancia por
los depredadores con el ojo izquierdo es un ejemplo de tal procesamiento paralelo
(Andrew, 1988). Además, ha sido mostrada cierta influencia directa de la fuerza de la
lateralización visual sobre el rendimiento cuando se ha manipulado la lateralización
mediante la incubación de embriones de pollo en estadio final en diferentes condiciones de iluminación. Los pollos que no disponen de lateralización son más lentos en la
discrimación de los granos de los guijarros (Rogers, 1982), y también lo hacen peor
en tareas de discrimación izquierda-derecha (Chiandetti & Vallortigara, 2009) que
los pollos con lateralización normal. Sin embargo, en humanos, los datos empíricos
relativos a si la lateralización está o no relacionada con el rendimiento cognitivo son
limitados, y esta relación parece ser compleja y variar ampliamente (Boles, Barth, &
Merrill, 2008).
Ha existido cierta especulación sobre la ventaja de tener preferencia ipsilateral ojomano. En las habilidades motoras, tales como las implicadas en movimientos balísticos, o de puntería, tal como golpear una pelota con un bate de béisbol, parece que
un rendimiento más preciso está más preferencialmente asociado con preferencia
descruzada que con preferencia cruzada ojo-mano (Adams, 1965; Shick, 1971). En
tareas cognitivas, tener lateralidad cruzada ojo mano ha sido más o menos estigmatizado como un indicador de riesgo de dislexia y otras dificultades académicas.
Para comprobar si ésto era cierto, comparamos en niños el patrón de preferencia
ojo-mano con sus habilidades en lectura. No se encontró ninguna relación entre el
patrón de preferencia ojo-mano (cruzada vs descruzada) y la habilidad lectora en
alumnos de primer y sexto curso (Fagard et al., 2008). De forma similar, en un estudio en el cual se administraron medidas neuropsicológicas que requerían atención a
niños de 54 meses de edad, incluyendo el Test de Vocabulario en Imágenes Peaboy
y el Imitating Hand Positions, no encontró diferencia significativa en el rendimiento
entre aquellos con preferencia de mano izquierda versus derecha, preferencia de ojo
izquierdo versus derecho, o preferencia ojo-mano concordante versus discordante
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(Mahone et al., 2006). En un estudio en adultos, se observó un efecto combinado de
preferencia de mano y de ojo en la memorización de dígitos proyectados en parejas
a cada campo visual empleando visión binocular: los individuos con preferencia por
ojo derecho eran más rápidos y más precisos en nombrar dígitos que los individuos
con preferencia por ojo izquierdo, el mejor rendimiento se encontró en personas con
dominancia de ojo y mano derecha y el peor rendimiento en personas con preferencia
de ojo mano izquierda (Sampson & Spong, 1961). En este estudio, los individuos con
preferencia ojo-mano mixta mostraban un rendimiento intermedio.
Como conclusión, las asimetrías visuales incluyen la preferencia por un ojo, el mejor
rendimiento del ojo con preferencia en determinadas tareas, y una gran variedad de
asimetrías en los campos visuales que reflejarían lateralización de las funciones en
el cerebro. Existen indicaciones obtenidas de estudios en animales y en humanos que
sugieren que tener lateralizaciones en el sistema visual es ventajoso para el individuo. Existe poca evidencia de que una lateralización diferente a la de la mayoría de
las personas -mano izquierda y ojo izquierdo-, o lateralidad cruzada ojo-mano refleje
un rendimiento no óptimo.
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