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ECLESALIA 2003-2004 - 28 – ECLESALIA, 9 DE OCTUBRE DE 2003_ IGLESIA Y HOMOSEXUALIDAD LUIS, un católico ZARAGOZA. La asociación de gays y lesbianas de la Iglesia Anglicana (LGCM) ha organizado una conferencia en Manchester, del día 24 al 26 de octubre de este año, apoyada por el Primado de la Iglesia de Inglaterra, el Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en la que obispos, ministros, teólogos, teólogas, profesores y profesoras universitarios se reunirán con gays y lesbianas de la Iglesia Anglicana de todo el mundo para escuchar sus experiencias en un ambiente en el que aparentemente nadie los va a juzgar. El actual Arzobispo de Canterbury es un hombre abierto y tolerante que desea una Iglesia inclusiva en la que no se elimine a nadie por razón de su sexo, raza u opiniones. Ha mandado el siguiente mensaje a los participantes de la Conferencia: "The Anglican Church has committed itself to listening widely - including listening to the experience of lesbian and gay people. I very much hope that conferences and consultations like this one will help that listening and mutual questioning to happen in an honest and constructive way, as the Church reflects on what its lesbian and gay members are saying." (La Iglesia Anglicana tiene el compromiso de escuchar la mayor variedad posible de experiencias, incluidas las de gays y lesbianas. Espero de verdad que conferencias y consultas como ésta ayuden a que surja la escucha mutua y la reflexión de manera constructiva, al igual que la Iglesia reflexiona sobre lo que dicen los gays y lesbianas que pertenecen a esta Iglesia). Cuando se leen palabras como éstas, uno no puede por menos que comparar la actitud abierta, comprensiva y fraternalmente cristiana de Rowan Williams con el legalismo inflexible y despiadado, la dureza de corazón y la ausencia total de amor del cardinal Joseph Ratzinger hacia sus hermanos cristianos homosexuales y lesbianas, bienaventurados de Dios porque sufren y lloran a causa de la incomprensión y la discriminación, ejercida por sus hermanos de la jerarquía católica y de miembros de la ultraderecha neonazi; bienaventurados de Dios porque tienen hambre y sed de justicia y todavía les queda casi todo para estar saciados; bienaventurados de Dios porque a la violencia ejercida contra ellos durante siglos y siglos de represión legal, social y religiosa responden de manera no violenta, a diferencia de los fundamentalistas de ésta y otras religiones; bienaventurados de Dios porque forman parte de aquel grupo que tanto amaba Jesús: los pobres, los desclasados, los marginados, los que no pueden apelar a nadie más que a Dios. Pues Dios conoce los corazones de gays y lesbianas y no puede ir en contra de lo que El mismo ha creado para gloria suya. Cuánta envidia y admiración nos causa, a gran parte de los católicos y católicas, a los que nos tomamos en serio la Buena Noticia, el ver los avances que se están dando en otras ramas del cristianismo, cuyos miembros están siendo capaces de descender de sus cátedras, salir de sus sacristías, bajar de sus altares y abrirse a las realidades ineludibles del pueblo cristiano. Si uno lee los Evangelios con apertura y humildad se da cuenta de una cosa: Jesús odia los legalismos, la interpretación literal de las Escrituras que cargaba de normas y leyes al pueblo judío pero, en cambio, les permitía dar la vuelta a esas normas y salirse con la suya. A Jesús todo esto le saca de quicio. El no quiere fundamentalismos que alienen al hombre, ni teólogos inteligentísimos que interpreten las Lecturas para manipular a los humildes y a los que no saben. Lo importante para El es el espíritu de la Ley, no la letra. Podrá perdonar pecados muy gordos sin ningún problema pero lo que no traga es la hipocresía de letrados y fariseos. Y no nos engañemos, la Palabra de Dios, lo que Jesús nos transmitió, no lo dijo para una pandilla de judíos perfeccionistas, duros e hipócritas; nos lo está diciendo ahora y hoy a nosotros y a nuestra Iglesia. ¡Es necesario que nuestra Iglesia cambie su corazón de piedra por uno de carne y que reconozca que de cara a gays y lesbianas se está aplicando la Ley al pie de la letra, de manera implacable, al igual que hicieron en su momento letrados y fariseos con los que no eran como ellos! Y es que, como muy bien decía Jesús, "si comprendierais lo que quiere decir corazón quiero y no sacrificios, no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque es señor del sábado el hombre" (Mat 12:7-8). "Corazón", es decir, comprensión, apertura, amor, y "no sacrificios", es decir, no destrozar vidas humanas, ni hacer sufrir lo indecible a otros, para justificar normas escritas hace dos o tres mil años. ECLESALIA 2003-2004 - 28 A mí siempre me hacen sonreír los argumentos en contra de la homosexualidad sacados de la Biblia. Parece que en lo referente a este tema siempre hay que tomarlo todo al pie de la letra, mientras que en otros temas se puede interpretar más libremente. Todos sabemos lo que se dice en el Levítico en contra de la homosexualidad. Sin embargo, también se dice, entre otras muchas cosas, que se pueden poseer esclavos, tanto varones como mujeres, mientras sean adquiridos en naciones vecinas (Lev 25:44) y que comer marisco es una abominación (Lev 11:10), y que uno no puede acercarse al altar de Dios si tiene un defecto en la vista (Lev 21:20), etc. En cuanto al pasaje de Sodoma y Gomorra del Génesis, parece claro para la mayoría que hay un pecado contra la hospitalidad y otro de intento de violencia sexual, tan condenado por casi todo el mundo, entonces como hoy, nada que ver con las relaciones voluntarias y amorosas entre dos hombres o entre dos mujeres. En cuanto al apóstol San Pablo, sabemos que tiene palabras muy negativas contra la homosexualidad en algunas de sus cartas, pero también dice en otro lugar que "el marido es cabeza de la mujer" y que las mujeres deben ser dóciles a sus maridos en todo (Ef 5:21-23), no diciendo para nada que el hombre tenga que ser dócil a la mujer, algo totalmente aceptado y aceptable hasta hace 50 años pero que, hoy por hoy, nadie medianamente inteligente se atrevería a defender. También San Pablo aconseja a los esclavos que obedezcan escrupulosamente a sus amos (Ef 6:5), cuando hoy todos consideramos que la realidad de la esclavitud es algo abominable y que nadie vería como sano ni bueno que una persona esclavizada por otra la obedeciera escrupulosamente. Podría citar incontables pasajes de la Biblia. Sin embargo, todo lo anterior no quiere decir que el Levítico o Pablo estén equivocados. Lo que esos escritores decían tenía sentido en aquellos tiempos, en las realidades en las que vivieron, pero no ahora. Pablo incluso, en 1 Corintios, al hablar de solteros y viudas, dice: "os doy mi parecer", es decir, él cree eso pero, muy sabiamente, acepta que puedan haber otras opiniones; en lo que no tiene ninguna duda es en la historia de la Salvación porque en eso nunca podrá equivocarse la Biblia. Confío en que, siguiendo el ejemplo de la Iglesia Anglicana, nuestros hermanos de la jerarquía se abran a la diferencia, a lo que no entienden o les cuesta entender, y dejen que el Espíritu, que tanto desea la unión de los cristianos y que detesta las divisiones entre los seres humanos, les conduzca a la comprensión y al amor, a fin de hacer que avance el Reinado de Dios.