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PRÁCTICA Nº6 LOS CONTRATOS CONDUCTUALES Introducción Los contratos conductuales son procedimientos de cambio conductual consistentes en acuerdos escritos entre el psicólogo y aquella persona que quiere llevar a cabo un cambio en su comportamiento en algún sentido, o entre las personas que quieren producir cambios en la conducta de otros y esos otros que se desea que cambien sus conductas, en el que se hacen explícitas las acciones que éste o éstos están de acuerdo en llevar a cabo y las consecuencias del cumplimiento o no cumplimiento de las mismas. Las cláusulas hacen referencia a las conductas concretas que se quieren modificar y a las contingencias que se establecen para conseguir el cambio. El resultado final de un contrato conductual debe ser aceptado por todas las partes implicadas, que deben firmar el mismo. Los contratos conductuales se basan en los principios del reforzamiento positivo (y, en su caso, del castigo negativo). Funcionan, precisamente, porque establecen un claro sistema de contingencias que permite saber de antemano qué cosas van a dar como resultado que se obtengan que otras. Como se puede deducir de esto, un aspecto fundamental para la eficacia de los contratos de contingencias es que éstas se apliquen de forma sistemática y consistente. En ningún caso se deben establecer nuevas demandas que modifiquen los términos del contrato, salvo nueva negociación en este sentido. También, es imprescindible que las contingencias se apliquen de forma inmediata a la ejecución de los comportamientos objetivo o, si esto no fuera posible por la naturaleza de los comportamientos o de los reforzadores que vayan a ser utilizados, que se lleven a efecto de la forma más próxima al evento posible. Cuando los contratos de contingencias involucran a dos o más personas al margen del psicólogo (unos padres y un hijo, una pareja, unos hermanos, etc.) éstos tienen su primera virtud en la estructuración del entorno. A diferencia de lo que suele ocurrir en los ambientes naturales en que los reforzadores son dispensados de forma muy poco sistemática y, en ocasiones, antagónica a los deseos de los participantes (reforzando comportamientos inadecuados y dejando de hacerlo sobre comportamientos adecuados), los contratos vienen a imponer una sistematicidad. Su segunda virtud es que establecen una reciprocidad y un mutuo intercambio entre los actores que, además, se establece en términos positivos, al contrario de lo que habrá sido la historia de interacciones hasta el momento si ella ha dado lugar a la consulta con un psicólogo. Como señalan algunos autores, las ideas básicas a transmitir a los actores a partir de las cuales se sustenta el procedimiento son que el reforzamiento no es un derecho sino un privilegio que se debe ganar, que las buenas relaciones se basan en intercambios de reforzamiento, que el valor de una relación está influido por los reforzamientos recibidos y que con el contrato los participantes se otorgan la posibilidad de ganar el reforzamiento que desean del otro o de los otros. Los elementos de los que debe constar un contrato de contingencias son: la conducta o conductas concretas que se desea que emita la persona (p.e., ponerse a estudiar todas las tardes una hora y media a la vuelta del colegio, de lunes a viernes), las consecuencias positivas específicas que obtendrá por la realización de esas conductas (por cada tarde en la que se cumpla eso, se podrá jugar con un videojuego por espacio de media hora antes de la cena), las consecuencias negativas, en su caso, que tendrá por no emitir el comportamiento (cada período de 10 minutos o fracción de menos sobre la hora y media diaria de estudio prefijada entrañará el mismo tiempo menos de ver la TV después de cenar) y, también en su caso, un sistema de bonificación con privilegios adicionales si se incrementa la frecuencia o la intensidad del comportamiento por encima de lo establecido en el contrato (si se estudia dos horas en vez de hora y media todas las tardes a lo largo de una semana, el fin de semana puede quedarse a dormir en casa de un amigo). Por último, el contrato conductual debe acompañarse de un sistema de registro para plasmar las ejecuciones comportamentales y las contingencias de reforzamiento obtenidas por ello. Objetivo Diseñar un contrato de contingencias y ponerlo en práctica Tareas Escoger cada uno una conducta que se quiera implantar o modificar en uno mismo y no lo hubiese estado haciendo hasta el momento. Con el compañero, diseñar el contrato de contingencias para llevar a cabo el cambio. Desarrollo 1. Pídasele al compañero que seleccione la conducta o conductas sobre las que se desee actuar. Debe ser una conducta que se desee implantar o que, existiendo, se desee incrementar su frecuencia. Por ejemplo, el tiempo de estudio, la práctica de deporte, etc. Defínase de forma operativa y precisa, dejándose establecidos los criterios sobre frecuencia, intensidad, duración, etc. (p.e., estudiar todos los días una hora y media de lunes a viernes; estudiar dos horas el sábado y el domingo) 2. Establézcanse las consecuencias, positivas o negativas, que tendrá para el compañero la emisión de esos comportamientos. Por ejemplo, cada día que se cumpla con la hora y media de estudio diario, uno se concederá a sí mismo una hora de chateo en la red; cada 10 minutos o fracción menos de la hora establecida serán 10 minutos menos de actividad de ocio. Por debajo de una hora de estudio no habrá actividad de ocio alguna. La dispensación de las consecuencias debe estar al alcance de la persona, si bien ello no obsta para que alguien se encargue de administrarlas. 3. Diséñese el sistema de registro de la conducta. Debe ser un sistema sencillo para que la persona no tenga dificultades a la hora de cumplimentarlo pero que permita recoger toda la información relevante a efectos del sistema de contingencias diseñado. En el ejemplo que se está ilustrando bastaría con una rejilla en la que figurasen los días de la semana, la hora de inicio de estudio y la hora de finalización. El registro debe tener un efecto incentivador a medida que se vaya comprobando que se va ejecutando el comportamiento. Por ello, recurrir a procedimientos gráficos da buenos resultados (en vez de anotar hora de inicio y finalización, colorear una barra correspondiente al período de estudio. 4. Cumpliméntese el registro a lo largo de dos semanas y entréguese. LUNES 16:0017:00 17:0018:00 18:0019:00 19:0020:00 20:0021:00 21:0022:00 MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES SÁBADO DOMINGO