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“HAGAN ESTO EN MEMORIA MÍA”
LA SAGRADA LITURGIA COMO EL ESPLENDOR
DE LA GLORIA ETERNA DE DIOS1
DE:
SU EXCELENTÍSIMO Y REVERENDÍSIMO
JOHN C. NIENSTEDT
“. . . . y cuando haya sido levantado de la tierra
atraeré todos a mi” Juan 12:32
Mis primeros recuerdos de la Sagrada Liturgia son los
de la parroquia donde yo vivía, providencialmente el
nombre de la iglesia era “San Pablo.” Era una estructura
solemne de estilo gótico con un altar alto y bello de mármol
de Carrara.
Durante mi juventud allí yo sabía que estaba
entrando no solo a un lugar sagrado, sino que yo creía que
era una visión de lo que el cielo tendría que ser.
Cada
A través de esta carta se hacen muchas referencias a los cambios del
texto de la edición del Misal Romano en inglés. Al presente no hay
planes inmediatos de revisar la traducción del Misal Romano en
español, aunque esos cambios eventualmente vendrán de conformidad
con las directrices del “Liturgiam Autenticam.” No obstante, los
principios, las normas y los preceptos que se encuentran contenidos en la
más reciente Instrucción General del Misal Romano y en el
“Redemptionis Sacramentum” continúan aplicándose para todos los
Ritos Latinos Católicos, sin importar que idioma se use en la misa.
1
1
domingo todos nosotros, los ocho de nuestra familia nos
montábamos en nuestra furgoneta y nos íbamos una corta
distancia para asistir a la
mañana.
Santa Misa de las ocho de la
Solíamos sentarnos en la segunda fila del lado
izquierdo del altar, dos filas antes de la fila donde se
sentaban mis abuelos. ¡Recuerdo tan bien aquellos días!
En aquella época la parroquia era más que todo el
centro de mi universo y durante la liturgia del domingo me
sentía verdaderamente en mi hogar rodeado de familia y
amigos.
En aquel entonces, la Santa Misa se celebraba en latín
aunque el sermón era en inglés.
Allí en la Iglesia “San
Pablo” crecí conociendo las respuestas de la misa y me
quedaba fascinado al ver el cuidado, la solemnidad y la
reverencia de ese ritual de la misa.
Sin poder ponerle
palabras a mis sentimientos estaba cautivado con la Liturgia.
Por dentro, yo sabía que las palabras del sacerdote le daban
voz a las oraciones silenciosas de los que estábamos
reunidos por la fe. Yo también sabía que nos proveía del
sustento espiritual y de la fuerza del poder del Espíritu
Santo por medio de la persona del sacerdote. Y además
sabía que reunía a una pequeña pero muy importante
comunidad de creyentes que se reunían esta hora y que esa
reunión tenía un significado que iba más allá
cantidad de personas que estaban reunidas allí.
2
que la
Hermanos y hermanas, con mucho agrado comparto
estos recuerdos con ustedes a la vez que comienzo mi
primera carta pastoral a la Arquidiócesis de Saint Paul y
Minneapolis dedicada a la fuente y la cúspide de la forma de
vida Cristiana —es decir la Sagrada Liturgia de la Santa
Misa.
En mis primeros años de formación de mi experiencia
religiosa de la celebración de la misa con la comunidad de fe
de mi parroquia dedicados al gran Apóstol San Pablo, han
tenido una influencia duradera sobre mí, incluyendo estos
cuatro años en esta grandiosa Arquidiócesis, Iglesia Local
nuestra dedicada al mismo Apóstol que predicó el evangelio
a los que no eran judíos.
3
El Concilio Vaticano II comenzó cuando yo estaba en
onceavo grado en mi escuela y cuando el Concilio Vaticano
II terminó, para ese entonces yo estaba en el Seminario. Allí
tuve la inmensa la gracia de recibir un curso sobre la Santa
Misa, el cual fue impartido por un sacerdote inteligente y
erudito. Con investigación y estudio
y en términos claros,
él nos guió
paso por paso por todo el orden de
la
sagrada
misa;
relacionando
cuidadosamente unas partes con las
De verdad, tenía
tanta inspiración,
que ahora no
puedo imaginar
mi vida sin ésta.
otras para formar finalmente un
todo sintético. Yo estaba cautivado y me di cuenta que sentía
mas y mas inspiración en la riqueza del significado que
descansa en el corazón de esta maravillosa oración. De
verdad tenía tanta inspiración que ahora no puedo imaginar
mi vida sin esta. Ya sea que se celebre en latín, o en inglés, en
italiano o en español, el efecto es esencialmente el mismo.
Las palabras obviamente son importantes, pero la verdadera
importancia descansa en el misterio por el cual esas palabras
animan, inspiran y emocionan.
Este es mi cuarto año aquí en la Arquidiócesis de
Saint Paul y Minneapolis y mi tercer año con el privilegio de
servir como su Arzobispo. Durante este tiempo, he tenido la
maravillosa oportunidad de celebrar la Sagrada Eucaristía
literalmente en cada lugar de esta Iglesia Local, 164 visitas
pastorales a las parroquias, 73 visitas a las escuelas,
celebraciones en los campus de nuestras dos Universidades
4
Católicas, durante las festividades de las Iglesias Católicas
de Rito Oriental, las ordenaciones de los diáconos, de
sacerdotes, las ordenaciones episcopales, confirmaciones y
por supuesto el Sagrado Triduum en nuestra magnífica
Catedral.
Todas estas vivencias me han dejado con la
impresión de que nuestros sacerdotes, diáconos, monjas,
catequistas, los coordinadores de la celebración religiosa así
como los fieles católicos en general, toman la celebración de
la Sagrada Liturgia muy en serio, dando mucho más de su
tiempo y poniendo su esfuerzo personal en su preparación
y su ejecución. Por eso estoy profundamente agradecido, ya
que es de verdad un signo de vitalidad de la fe que nos
caracteriza, ya que somos el Cuerpo de Jesucristo, quien
permanece por siempre y para siempre nuestro más alto
sacerdote.
A la vez estoy consciente, que al poner en marcha la
nueva traducción del Misal Romano, que está señalada para
el Primer Domingo de Adviento de este año, esta es una
oportunidad maravillosa que tenemos para detenernos y
reconsiderar el papel tan importante que tiene la Santa Misa
en nuestras vidas, tanto como personas en lo individual,
como parroquias de la
comunidad de fe y
como
Arquidiócesis.
Quiero ofrecerles algunas reflexiones sobre este
aspecto más importante de la vida de la Iglesia como la
respuesta a cuatro preguntas: Primero, ¿por qué la liturgia es
5
tan esencial para el bienestar de la Iglesia? Segundo, ¿Cómo
podría nuestra unidad en la celebración religiosa cimentar
nuestra unidad como Iglesia? Tercero, ¿por qué es tan
importante
que
participemos
semanalmente
en
la
celebración de la Liturgia del domingo? Y cuarto, ¿porqué
todo lo que hacemos en está gran Arquidiócesis debe
basarse en la Liturgia en esta gran Arquidiócesis, tanto
individual como colectivamente?
PARTE I
¿CUÁL ES LA CONEXIÓN ESENCIAL ENTRE LA
SAGRADA LITURGIA Y LA IGLESIA?
6
Para poder entender porqué la Sagrada Liturgia es
tan
importante
para
la
iglesia,
definamos
nuestros
términos— ¿qué es la Iglesia y que es la Sagrada Liturgia?
En la Constitución Dogmática de la Iglesia el Concilio
Vaticano II nos recuerda que la Iglesia es Sacramento –
símbolo e instrumento de comunión con Dios y símbolo de
unidad entre todos los hombres.”2 El Concilio también hace
referencia a la Iglesia como la “reunión conjunta” de todos
aquellos que creen en Cristo y como “personas que han sido
reunidas en la unidad y dentro de la unidad con el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo.”3 La Constitución sobre la Sagrada
Liturgia, del mismo gran Concilio señala el propósito claro
de esta unidad en Cristo, cuando dice que todas las
actividades de la Iglesia están dirigidas hacia la santificación
de los seres humanos y a la glorificación de Dios.4 Sobre
estas referencias entonces podemos decir simplemente que
el propósito de la Iglesia es llamar a sus miembros a la
santidad,
en
otras
palabras
a
crear
santos
y
consecuentemente todo lo que la Iglesia hace debe ser visto
bajo esa luz.
Pero la santidad para el cristiano
El propósito de la
no es una actividad solitaria, pues se
Iglesia es llamar
a sus miembros a
2 la santidad, en
Concilio Ecuménico,Vaticano II Constitución Dogmática sobre la Iglesia,
otrasGentium,
palabras,
Lumen
21 deanoviembre, 1964, número 1.
3
Ídem.,
n.
4.
crear santos.
4
Concilio Ecuménico, Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia,
Sacrosanctum Concilium, 4de diciembre, 1963, número. 10.
7
lleva a cabo en y por medio de la Iglesia, la cual está
“reunida” en asamblea convocada por Jesucristo para
formar su Cuerpo y esto se observa completamente en
la celebración de la Sagrada Liturgia. Nuevamente, la
singularidad
de
esta
celebración
religiosa
fue
recalcada en las enseñanzas del Concilio Vaticano II:
“. . . porque como cada celebración litúrgica es un
acto de Cristo, el sacerdote y Su Cuerpo, que es la
Iglesia, es una acción sagrada que sobrepasa todas las
demás; ninguna acción de la Iglesia puede equiparar
su eficacia bajo el mismo título o el mismo grado.”5
Si nuestra celebración religiosa es de verdad eficaz,
tiene que hacerse por medio de “”Él, con Él y en Él.
Como lo ha escrito el Papa Benedicto:
“La grandeza de la Liturgia se deriva de sí misma y
no de lo que nosotros hacemos de ella. Nuestra
participación por supuesto es necesaria, pero como un
medio
de
reafirmación
de
nosotros
mismos
humildemente dentro del espíritu de la Liturgia y
para servirlo a él que es el centro principal de la
Liturgia: es decir Jesucristo. La Liturgia no es una
expresión de la concientización de la comunidad, la
cual en todo caso es difusa y está cambiando, sino que
es la revelación recibida en fe y oración y su medida
5
Sacrosanctum Concilium, número 7.
8
consecuentemente es la fe de la Iglesia en la cual se
recibe la revelación. Las formas que se le dan a la
Liturgia pueden variar de conformidad con el tiempo
y el lugar así como los ritos. Pero lo que es esencial
es el enlace con la Iglesia, la cual por su parte está
unida por la fe en el Señor. La obediencia de la fe
garantiza la unidad de la Liturgia mas allá de las
fronteras de tiempo y lugar y nos permite vivir la
unidad de la Iglesia como el hogar del corazón.”6
Este “hogar del corazón”
está hecho para los creyentes
que
se
han
“reunido”
en
asamblea para orar en unidad.
En la comunidad de creyentes,
nuestras esperanzas, tristezas,
alegrías y lamentos de nuestros
propios
recibidos,
corazones
afirmados
son
y
trasformados a la vez que son
En la comunidad de
creyentes, nuestras
esperanzas, tristezas,
alegrías y lamentos de
nuestros propios
corazones, son recibidos,
afirmados transformados
a la vez que son
ofrecidos como uno solo
en oración en Cristo y
hacia el Padre.
ofrecidos como uno solo en oración en Cristo hacia el Padre.
Entonces vemos por qué es profundamente cierto que nadie
6
Cardenal Joseph Ratzinger, “Teología de la Liturgia,” presentada durante las
Journées Liturgiques de Fontgombault, 22 a 24 de julio, 2001, segunda
impresión Oriens (Verano 2002, vol. 7, #2).
9
puede hacer su oración a Dios como una persona individual
y aislada.
Nuevamente el Papa Benedicto ha observado:
“Rezar es siempre en oración con alguien.
Nadie
puede rezarle a Dios como una persona individual
aislada y con su propia fortaleza. El aislamiento y la
pérdida
del sentido básico de la hermandad en
oración constituyen la mayor razón de la falta de
oración. Yo aprendí a rezar, al orar con otros, al
hacerlo con mi madre, por ejemplo, al seguir sus
palabras que gradualmente iban teniendo significado
para mí a la vez que yo hablo, vivo y sufro en
comunión con ella. <Y por eso es precisamente por
qué es imposible comenzar una conversación con
Cristo a solas prescindiendo de la Iglesia: Una forma
cristológica de oración que excluye a la Iglesia
también excluye al Espíritu y al ser humano mismo.
Yo necesito sentirme dentro de esas palabras en todo
lo que hago en oración, en mi vida, en mi sufrimiento
y en mis pensamientos. Y este proceso mismo me
transforma; pero no debo de tratar de darle una
dispensa con el ejemplo de las palabras, porque ellas
tienen vida, son un organismo en crecimiento, las
10
palabras en vida y en oración de cantidades
incontables de gente.”7
Por lo tanto la Liturgia encuentra su origen en el
llamado de Cristo para “reunirnos”—Él que es ambos
sacrificado y supremo sacerdote, el que nos ofrece y quien es
ofrecido. El que nos llama a la santidad, pero siempre en y
por medio de la Iglesia y de la Liturgia. Nuevamente esta es
la razón de la existencia de la Iglesia: para traer a los
bautizados en una relación más cercana con Cristo como
miembros de Él en un solo Cuerpo, que celebran en oración
la Liturgia junto con Cristo por la Gloria de Dios y el
bienestar de todos.
Nuestra oración colectiva y en
comunidad es entonces oración que se ha cumplido en
Cristo y tal vez se cumpla en nosotros, y como Cristo para
que también podamos ser enviados y llevar los frutos de
vida del mundo.
Aquí, en el “trabajo” de la Iglesia reunida en Cristo,
los dos grandes temas del Concilio Vaticano II, communio y
missio, se tornan más claros.
La Iglesia se reúne por su
llamado a la comunión para enviar en misión para llevar a
Cristo al mundo y para traer al mundo a Cristo. Como lo
dijo su Santidad Juan Pablo en Christifideles Laici, “La
7
Joseph Cardinal Ratzinger, “Sobre la Base Teológica de la Oración y la
Liturgia,” La Celebración de la Fe: Acercamientos a la Teología de la Liturgia
(San Francisco, Ignatius Press, 1986), páginas. 31 y 32.
11
Comunión eleva la misión y la misión se cumple en la
comunión.”8 Nos es imposible tener una sin la otra.
También hay una dimensión escatológica en esta
reunión frecuente denominada “Todavía no” de nuestra
vida de fe, esto es, nuestro futuro eterno en Dios,
reflexionando sobre las palabras del Propio Señor Jesús
sobre nuestra misión:
“. . . . y cuando haya sido levantado de la tierra
atraeré todos a mi” (Juan 12:32)
Esta reunión con Cristo que
Esta reunión en
ocurre en la Liturgia es
el
Cristo se tiene lugar
anuncio con anticipación de la
en la liturgia y es el
reunión la cual tendrá lugar en la
anuncio con
Nueva Jerusalén cuando Cristo
anticipación de la
decida reunir a toda la gente con
reunión que tendrá
él al final de los tiempos.
lugar en La Nueva
Jerusalén, cuando
8 Cristo decida reunir
Papa Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Christifideles Laici, 30de
a toda de
la 1988,
gente
con 32.
diciembre
Número.
12
él al final de los
tiempos.
Bajo este entendimiento de la Liturgia, podemos ver
cómo la Iglesia es la unidad sacramental y la fuente de
salvación de todo el mundo. Cuando “la Santa Misa
termina,” estamos llamados a ir por el mundo proclamando
la Buena Nueva de Jesús crucificado y resucitado, una
realidad que se presencia, se siente y se ve en la Sagrada
Liturgia.
Entonces la visión de nuestros seres “reunidos”
unidos en Cristo, impulsa nuestra intensión de estar en
unidad como uno solo en el ejercicio de la fe y de una
manera particular al
obedecer las instrucciones que la
Iglesia nos ha dado para la celebración de la Liturgia. Como
el Papa Benedicto nos hace recordar: “La obediencia de la fe
garantiza la unidad de la liturgia<”
PARTE II
¿CÓMO INFLUYE LA CELEBRACIÓN DE LA MISA EN
UNIDAD DE LA FE?
Cuando fui nombrado Obispo por su Santidad
Bienaventurado Juan Pablo II, yo escogí mi lema episcopal
“Que todos sean un solo”, me parece que estas palabras del
Capítulo 17 del evangelio según San Juan, son la expresión
13
de la oración fundamental del corazón de Jesucristo por Sus
discípulos—aún mucha más unión con Dios, la cual
naturalmente conlleva a una unidad mucho más profunda
con los demás. Esta oración se ha convertido en algo mío
durante estos años de servicio Episcopal, especialmente aquí
en la Arquidiócesis de San Paul y Minneapolis. Todos
nosotros debemos trabajar por esa unidad la cual constituye
el deseo explícito de Nuestro Señor Jesucristo.
Pero unidad no solo quiere decir “hacerlo por hacerlo
para seguir el rumbo”; esta sería una unidad falsa y no
podría perdurar ya que la verdadera unidad debe tener sus
raíces en la verdad y en nuestra adhesión a ella. Para los
Católicos la unidad quiere decir sentirnos uno solo en la fe,
como lo expresa el Credo y como lo dicen las enseñanzas
sancionadas y establecidas por la Iglesia. Esta unidad se
hace manifiesta en nuestra merecedora recepción de los
sacramentos,
especialmente
el
sacramento
de
los
sacramentos es decir La Sagrada Eucaristía, al que
justamente se le denomina el “sacramento de la unidad.” Al
reunirnos alrededor en un solo Cuerpo y un solo Cádiz,
somos fortalecidos y estamos llamados a formar una unidad
aún más grande de pensamiento y de corazón con Cristo
mismo para que así podamos unirnos más los unos a los
otros; por lo tanto nuestra unidad con los demás deviene
nuestra unidad en Cristo.
14
Al reunirnos en un
solo cuerpo y un
solo Cádiz, somos
fortalecidos y
estamos llamados a
formar una unidad
aún más grande de
pensamiento y de
corazón con Cristo
mismo, para que así
podamos unirnos
más los a los otros.
Recuerdo
antes
de
cuando
un
graduarme
año
del
Seminario, me mandaron a una
Conferencia
Nacional
Seminaristas
en
de
Columbia,
Missouri en el año 1964.
Una
noche me invitaron a una de las
recamaras del hotel a participar
en “la Liturgia”; cuando llegué, la
recamara estaba a obscuras y varios seminaristas estaban sentados
en el suelo junto a quien “presidia” al rededor de una mesa
pequeña en la que había un pan y una copa de vino grande.
A la vez que el servicio comenzó, fue claro para mí que se
trataba de una liturgia experimental, pues esas palabras para
mi eran desconocidas; recuerdo que me ofendí por la
selección de lecturas seculares y de otros textos inventados,
pero cuando llegó el momento de compartir el pan y el vino,
yo me excusé y regresé a mi recamara.
Recientemente, leí una cita que escribió el Papa
Benedicto, que me hace meditar lo que aprendí aquella
noche. Cuando el Pontífice era Cardenal escribió que cuando
la Liturgia “se manipula más libremente, los fieles sienten
que no se está celebrando nada y es de comprender que ellos
abandonan la Liturgia y con ello abandonan también a la
Iglesia.”9
9
See Ratzinger, “Teología de la Liturgia.”
15
Para evitar esos resultados tan desafortunados,
es
necesario entonces que las parroquias y los sacerdotes sean
obedientes a las instrucciones y la legislación que rige
nuestros textos comunes de la Liturgia los actos y las
costumbres. Dicha obediencia sirve para comunicarla mejor
y de hecho, comprender la unidad que es la oración sincera
del Señor Jesús.
Fundamentalmente
la
Liturgia de la Iglesia no es la
expresión
locales
de
o
las
de
costumbres
los
intereses
particulares de una parroquia o
de
determinado
Aunque
es
cierto
sacerdote.
que
una
asamblea o el que la preside
La manera en que
oramos juntos
manifiesta lo que
creemos y por
nuestras creencias
estamos llamados
por Cristo a estar
unidos en uno solo.
frecuentemente incorporan sus propios dones y talentos los
cuales deben ser compartidos con todos los demás y deben
ser incluidos en la ofrenda de glorificación es decir la
celebración de la Santa Misa. Pero en el fondo la unidad del
Rito Romano, se refleja como tal en la universalidad de la
Iglesia, la cual está destinada a brillar por nuestras
celebraciones de la liturgia como la expresión de nuestra
unidad por medio de una sola expresión de fe. Cómo
oramos juntos pone de manifiesto lo que creemos y por
medio de nuestras creencias estamos llamados por Cristo a
estar unidos uno solo.
Dicha obediencia sirve para un
propósito distinto, uno al cual tanto la parroquia como el
16
sacerdote deben someterse tanto con humildad como con
amor.
Estas reflexiones siempre son pertinentes para la vida
de la Iglesia, pero con la implementación inminente de la
recién traducida tercera edición del Misal Romano estas
reflexiones son ahora especialmente oportunas. Los textos
nuevos sobre las oraciones de la Iglesia proporcionan
momentos llenos de gracia para reexaminar nuestras
prácticas de la liturgia y para asegurarnos que la vida de la
liturgia en nuestras parroquias, en las comunidades
religiosas y en los diferentes apostolados siguen los
lineamientos de conformidad con las normas litúrgicas
dictadas por la Iglesia.
Como lo he señalado los Hijos de Dios tienen el
derecho de recibir la Liturgia como ha sido ordenada y
aprobada por los libros litúrgicos. Durante estos cuatro años
me ha impresionado la cantidad de tiempo e investigación y
estudio que se ha invertido en el proceso de aprobación de
los textos litúrgicos nuevos. Los expertos ofrecen su trabajo
de traducción, los obispos sugieren modificaciones, y la
Conferencia Episcopal vota cada trabajo y de allí los
resultados se le envían a Su Santidad con la solicitud de
autorización. Es un proceso meticuloso lleno de deliberación
—el cual creo que incluye la gracia de la presencia del
Espíritu Santo quien guía a toda la Iglesia, por lo que pensar
que tal esfuerzo pueda ser ignorado o sea pasado por alto,
17
por costumbres particulares locales de una comunidad o por
costumbres pastorales de un grupo local, sin importar que
tan bien intencionados sean, atenta contra la propia unidad
de lo que es la Iglesia y lo que la Liturgia significa y fomenta.
Para asegurar que
este
texto
cumple
nuevo
por
se
completo
dentro de nuestra Iglesia
Local, les pido a todas las
comunidades
que
se
revisar
litúrgicas
aseguren
de
poner
en
y
práctica las más recientes
Instrucciones Generales del
Misal Romano las cuales
deberán
estar
en
cumplimiento
completamente el Primer
Para asegurar que este texto
nuevo se cumple por
completo dentro de nuestra
Iglesia Local, les pido a
todas las comunidades
litúrgicas que se aseguren
de revisar y poner en
práctica las más recientes
Instrucciones Generales del
Misal Romano, las cuales
deberán estar en
cumplimiento
completamente ya el
Primer Domingo de
Cuaresma en 2012.
Domingo de Cuaresma en 2012; poniéndole
atención
especial a los asuntos tales como la postura utilizada en la
Santa Misa, la modificación u omisión de los textos litúrgicos
sin la aprobación necesaria y la purificación de los
recipientes sagrados.
Si una parroquia o comunidad
necesita más tiempo del que se ha señalado, les pido que me
envíen una carta exponiendo las razones del retraso con un
plan concreto para su cumplimiento. Además es importante
que las instrucciones del Vaticano del año 2004, Redemptionis
18
Sacramentum, se estudien y se pongan en práctica en las
parroquias, tal y como se los pedí en el año 2009.
Nuevamente les repito estas instrucciones y les pido a los
sacerdotes y a las parroquias que le pongan atención
particular a aquellas prácticas que están prohibidas dentro
de este documento; ya que tales prácticas deberán cesar
inmediatamente.
En total, esta última directriz mía, la cual en realidad
ya ha sido ordenada por la Iglesia Universal desde hace ya
una década, no debe ser un peso para las comunidades de fe
de esta nuestra Iglesia Local. Para aquellos que se sientan
afectados,
les
ofrezco
los
servicios
de
la
Oficina
Arquidiocesana de Oficios Religiosos, para auxiliarles en la
catequesis y en la planificación que sea necesaria para
obtener los resultados de estos cambios obligatorios.
Por supuesto que no es
Para fomentar esa
“participación completa,
consciente y activa” que
está al centro de toda la
renovación y reforma
litúrgica, debemos
esforzarnos por entender
completamente lo que
estamos haciendo cuando
nos reunimos y
respondemos al amoroso
llamado de Dios Vivo y
Verdadero.
suficiente que simplemente
sigamos la ley de la Liturgia
de la Iglesia, ya que para
lograr
esa
completa,
“participación
consciente
y
activa” que est{ al centro de
la renovación y la reforma
litúrgica,
esforzarnos
debemos
por
completamente
19
entender
lo
que
estamos haciendo cuando nos reunimos y respondemos al
amoroso llamado de Dios Vivo y Verdadero. Con este fin es
por
supuesto
muy
importante
que
entendamos
los
antecedentes culturales e históricos de los ritos y los rituales.
Las realidades teológicas que se expresan con tanto poder en
nuestra práctica litúrgica también deben conocerse y deben
explorarse para llegar a entender la profundidad completa
de los misterios de lo que celebramos en la misa.
Nuevamente, recuerdo con inmensa gratitud el curso que
durante mi Seminario me dio un conocimiento profundo de
lo que celebramos en la Liturgia.
Pero también tenemos simplemente que escuchar la
Liturgia por sí misma. Todos, el clero y los laicos también
tenemos que esforzarnos, para escuchar con verdadera
docilidad las palabras utilizadas en el mensaje que la Iglesia
nos ha dado y las vivencias que ella cultiva dentro de
nosotros a la vez que sus oraciones son proclamadas entre
nosotros. Desafortunadamente para muchos de nosotros la
Santa Misa Dominical es simplemente una actividad más
dentro de nuestras vidas tan ocupadas.
Permítanme ser
claro: el estar tan ocupados puede ser un peso que se
interpone en nuestra capacidad
para
la
santificación.
La
Eucaristía del Domingo y la
Sagrada
Liturgia
en
general,
deben convertirse en la fuente y
el centro
de nuestras vidas,
20
Para participar
verdaderamente en
la Santa Misa y en
los otros
sacramentos
debemos estar
unidos en Cristo,
que es la fuente de
toda santidad.
puesto que no hay nada
más grande que la oración en
Jesucristo nuestro Sacerdote Sagrado, la cabeza de la Iglesia
y los feligreses celebrando juntos al Padre en unidad del
Espíritu Santo. Para participar verdaderamente en la Santa
Misa y en los otros sacramentos tenemos que estar unidos en
Cristo que es la fuente de toda santidad.
Cuando escuchamos las palabras de la Santa Misa, o
las palabras de absolución, o la belleza y el poder de las
oraciones del bautismo y la confirmación, descubrimos de
nuevo los misterios de la fe que encienden nuestro sentido
de contemplación de la maravilla que marcó a los discípulos
el camino a Emaús cuando descubrieron a Jesucristo
resucitado
y
presente
entre
ellos.
También
cuando
escuchamos la historia de nuestra salvación, también se
logra esto entre nosotros, aun cuando estamos en espera y
con la esperanza de la gloriosa llegada del Señor y para la
consumación de todas las cosas en Él.
La unidad que tiene significado y efecto por la
Liturgia se logra de una manera limitada pero real cuando
escuchamos juntos las palabras de la Iglesia; en verdad la
participación completa en los sagrados misterios no es
posible
sin
este
precepto
fundamental
de
escuchar
receptivamente.
Aquí yo quisiera escoger una sugerencia de lo que
escuché recientemente del australiano Matthew Kelly, autor
del libro Redescubriendo el Catolicismo,
quien sugiere que
cada Católico debe traer un diario a la Santa Misa que en la
21
car{tula tenga inscrito: “¿Que es la única cosa que debo
hacer hoy para ser una mejor persona?”10 El garantiza que si
nos centramos mentalmente en ese pensamiento cuando la
Santa Misa comienza, vamos a descubrir el gozo y el
significado que descansa en el corazón de la Eucaristía; yo
digo que él está en lo correcto y sugiero que probemos hacer
esto.
Prepararnos para la puesta en práctica del nuevo
Misal necesitará paciencia, humildad y esfuerzo por parte de
todos nosotros, pero a la vez que aprendemos las palabras
nuevas y llevamos a la práctica los cambios históricos que
afectan a toda la Iglesia cuyo idioma es el Inglés y
esforcémonos por escuchar lo que la Iglesia dice en estas
oraciones que han sido retraducidas.
Desde luego es mi
esperanza y mi oración que estas palabras nuevas den lugar
a que todos nosotros reflexionemos una vez más sobre los
misterios de la Santa Misa y que nos esforcemos aún más y
de todo corazón por la unidad que ésta causa y expresa.
10
Matthew Kelly, Nuestras Vidas Cambian cuando Nuestros Hábitos Cambian ,
Disco Compacto, producido por Lighthouse Catholic Media, NFP, 2011.
22
PART III
¿PORQUÉ LA SANTA MISA DOMINICAL ES TAN
ESENCIAL EN NUESTRA VIDA DE FE?
Comencé esta carta pastoral con mis recuerdos de
antes asistiendo a la Santa Misa Dominical con mi familia a
mi parroquia en la que crecí. Al hacer hincapié en su
importancia, fue el principio creo yo, de mi formación como
discípulo de Nuestro Señor Jesucristo. Para mí la vivencia al
asistir a la Santa Misa Dominical no la veía como una
obligación sino más que todo algo que yo de verdad quería
hacer y que disfrutaba mucho y podría decir que ésta era
una obligación de corazón. Por supuesto yo sabía que era
un pecado mortal si no iba a Misa, pero este pensamiento
solo me proporcionaba una pequeña fracción de motivación
para asistir a la Santa Misa. Yo no hallaba las horas para
asistir al oficio de la Santa Misa dominical primordialmente
porque me puso en contacto con mi Dios.
Así que escribo este tercer capítulo de mi carta
pastoral para compartir “el amor eterno” que he tenido por
la Santa Misa en general y en particular por la Santa Misa
Dominical. Para guiar mis reflexiones en esta sección leí
nuevamente la carta Apostólica a su Santidad Juan Pablo II
del año 1998 Dies Domini, Sobre la Santificación del Domingo.
23
Como nos lo recuerda el Santo Pontífice, la
importancia del Domingo se fundamenta en el hecho que
nos hace recordar el día de la Resurrección de Cristo. Este es
el evento fundamental en el que descansa nuestra fe, y esto
nos lo recuerda San Pablo; si Cristo no es resucitado, nuestra
fe es en vano. (Primera Carta a los Corintios 15:14). Su
Santidad Juan Pablo II dice: que el misterio bendito de la
resurrección, “recae en el centro mismo del misterio del
tiempo.”11
Y frecuentemente me encuentro a mi mismo
diciendo que “el tiempo es el enemigo” porque parece que
nunca hay suficiente tiempo para lograr hacer todo lo que se
necesita hacer. Pero de hecho, el tiempo es un regalo
precioso en el que cada nuevo desarrollo de mi persona
revela su potencial. Por lo tanto el tiempo es algo más que
aguantar, ya que es algo que debe celebrarse con la
revelación de la vida. Para el discípulo, Jesús resucitado de
entre los muertos, quiere decir crecer en el encuentro vivo
con él por medio de la oración personal y en comunión con
los demás. Esto es lo que le da al tiempo un significado más
profundo: la oportunidad que proporciona la vivencia
interpersonal en dialogo con Jesús resucitado y presente en
su Cuerpo, que es la Iglesia, esto es de hecho lo que ocurre el
Domingo en la celebración de la Santa Misa.
Por supuesto, esta trayectoria, si ustedes lo quieren
ver así, tiene una dimensión escatológica porque esa relación
11
Papa Juan Pablo II, Carta Apostólica Dies Domini, 31de mayo de, 1998,
Número. 2.
24
interpersonal está dirigida al cumplimiento definitivo del
Reino de Dios. Me doy cuenta que ha habido un cambio
increíble en como
la sociedad ve
el Domingo
en
comparación a cuando yo estaba creciendo. Yo se que el “fin
de semana” para la mayoría de las familias hoy día está
hasta el tope con actividades desde la mañana hasta la
noche. Frecuentemente se trata de competencias deportivas,
pero también incluye trabajos y mandados que no se
hicieron durante la semana, y para muchos aún para los
buenos Católicos, la Santa Misa del Domingo puede
convertirse en una actividad más en el calendario, en vez de
ser la culminación de la semana y el principio de un período
de tiempo nuevo.
Esta última manera de ver el Domingo, es decir como
un nuevo principio para recordar la madrugada de la
creación
del
mundo,
como lo describe el Libro
del Génesis, en el leemos
que Dios utilizó seis días
para crear el mundo y
todo lo que lo que hay en
él, y cuando terminó, El
“bendijo el séptimo día y
lo
hizo
(Génesis. 2:3)
sagrado.”
Para los
Para los seres humanos
atrapados en el reguilete de
actividades, el Domingo es el
día para el llamado a la
contemplación y para
reexaminar que ha sido de
nuestras vidas y hacia dónde
van. El domingo es para darle
un significado a los otros seis
días de la semana.
seres humanos atrapados en el reguilete de actividades, el
Domingo es para el llamado a la contemplación y para
25
reexaminar que ha sido de nuestras vidas y hacia donde van;
por lo que el domingo es para darle significado a los otros
seis días de la semana
Por supuesto, ese examen periódico de nuestra
actividad es de utilidad para nuestra persona, pero como lo
hemos visto, ni las vidas individuales en aislamiento ni los
discípulos Cristianos se salvan a solas. Como Católicos
bautizados nos reunimos con el Señor Jesús dentro de la
comunidad y para ser miembros de su Cuerpo Místico. Esta
realidad se refleja en la Eucaristía del Domingo: “Porque
uno es el pan y por eso formamos todos un solo cuerpo,
participando todos del único pan.”
(1-Corintios. 10:17)
Toda la comunidad de la Iglesia está llamada a reunirse en
unidad el Domingo, para ser testigos y proclamar su
significado, de quién es ella y quiénes somos nosotros en
relación a ella. Por eso es que decimos el Credo cada
Domingo durante la Liturgia, ya que esto nos reconfirma
nuestra identidad Católica, la cual por supuesto es de
naturaleza universal y por lo tanto nos une a nosotros en
comunión con todos los Católicos a través de todo el mundo.
En este punto, quisiera alentarles a practicar lo que
mi familia hacía al ir juntos a la Iglesia para participar de la
Sagrada Liturgia del Domingo. Padres de familia por
supuesto guíen con el ejemplo. Solo se me ocurren unos
cuantos privilegios que se les han concedido a los padres de
familia que pueden rivalizar con su responsabilidad de
presentarle a sus hijos a Dios Nuestro Señor, enseñándoles
26
las oraciones y que su conocimiento de la Santa Misa
aumente con su participación alegre y activa.
Finalmente, es esencial que recordemos que nos solo
es la celebración de la Sagrada Eucaristía no es solo la
celebración del sagrado banquete de los discípulos del Señor
Jesús, sino que también es el sacrificio de Cristo Crucificado.
Como lo enseña el Concilio de Trento:
“En este sacrificio divino que se logra en la Santa
Misa, el propio Cristo se ofreció a sí mismo de una
vez por todas de manera sangrienta en el altar de la
cruz está y es ofrecido de manera no sangrienta.”12
Esta enseñanza importante ha sido reafirmada en la
Constitución Dogmática sobre la Iglesia del Concilio
Vaticano II que establece que: “participar en el sacrificio de
la Eucaristía, e; cual es la fuente y la cúspide de toda la vida
Cristiana [la comunidad del clero] ofrece la Divina Víctima a
Dios y se ofrecen a sí mismos juntos en este sacrificio.”13
Lo anterior se especifica aún más en el Catequismo de
la Iglesia Católica que establece que: “En la Eucaristía
el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los
miembros de su cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su
sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y
en su ofrecimiento total adquieren así un valor nuevo.”14
Al unir sus vidas a la de Cristo, los miembros de la
asamblea cumplen su obligación de participar “activa y
12
Denzinger-Shönmetzer, n. 1743.
Lumen Gentium, n.11.
14
Catechism of the Catholic Church, 1368.
13
27
completamente” en la Santa Misa. Esta participación alcanza
su cometido en la valiosa recepción de la víctima sacerdotal,
Nuestro Señor que fue ofrecido en Sacrificio a quien se
encuentra al recibir la Sagrada Comunión.
Debe señalarse que mientras otros hermanos y
hermanas de otra fe comparten en común con nosotros el
bautismo y el amor natural por las Escrituras de la Biblia, sin
embargo ellos no comparten la comunión completa de la
creencia en las doctrinas de la Iglesia Católica y por lo tanto
no pueden ser invitados a compartir en comunión de la
Eucaristía. Esta disposición se extiende también a aquellas
personas que por sí mismas están en pecado grave o que
públicamente discrepan con las enseñanzas de la Iglesia. La
honestidad requiere coherencia en los actos; al romper con la
comunidad de fe se prohíbe el derecho que uno tiene de
recibir el sacramento de la Comunión.
En tiempos del pasado y aún bajo persecución en el
presente, Católicos creyentes valerosos se arriesgaron a
morir con tal de no dejar de recibir la Eucaristía del
Domingo. Debemos rezar para tener este tipo de fe, con un
sentido profundo de apreciación de esto, o mejor dicho lo
que la Eucaristía constituye.
Bajo este entendimiento
podemos comprender mejor la seria obligación que tenemos
los Católicos de asistir a la Santa Misa del Domingo, no por
la fuerza de la ley sino con la respuesta de amor.
28
PARTE IV
¿CÓMO ES QUE TODO LO QUE HACEMOS SE BASA EN LA
LITURGIA?
Al
concluir
mis
reflexiones
anteriores,
deseo
ofrecerles un resumen breve para afirmar que todo lo que
hacemos como Iglesia Local, es decir la Arquidiócesis debe
basarse en la Sagrada Liturgia. Ya sea que se esté llevando a
la práctica nuestro plan estratégico para las parroquias y las
escuelas, estudiando los textos del nuevo Misal Romano,
defendiendo la familia y los conceptos tradicionales del
matrimonio, trabajando por la paz y la justica para todos,
dándole de comer al hambriento y refugio al desamparado;
cada una de esas actividades nuestras tiene que tener una
conexión en nuestros pensamientos y nuestros corazones
sobre lo que celebramos en la Santa Misa.
La razón de esto, es que es en la Liturgia es donde
encontramos a Jesucristo que aclama aún ahora mismo el
“Sí” a la voluntad del Padre al ofrecerse a si mismo
completamente y sin egoísmo alguno en oblación a su Padre.
Nos unimos a la ofrenda y sacrificio y todo lo que somos y lo
29
que tenemos se lo ofrecemos a él con júbilo y clamor por la
salvación. En este clamor, en este “Sí” a Nuestro Señor Jesús
lo presenciamos una y otra vez en la celebración de la
Sagrada Liturgia, la cual necesita tener eco y resonar en
nuestras propias vidas y en particular en nuestra vocación
sin importar cual sea esta, si se es sacerdote, diácono, monja
o laico o aún obispo,
la intención de nuestras vidas es
resonar con un fuerte pero pacifico “Sí” en respuesta a las
exigencias del amor.
La Liturgia moldea este clamor,
enseñándonos el idioma de la Divina Caridad de la cual está
hecha. Nosotros escuchamos las palabras de la Liturgia para
que así podamos de verdad decir estas palabras en nuestro
diario vivir, Ser Cristianos que conocen la Liturgia, es vivir
entre el equilibrio del llamado a la contemplación y del
llamado a la acción.
Hermanos míos, comencé estas
Nosotros
escuchamos las
palabras de la
Liturgia para que así
podamos de verdad
decir estas palabras
en nuestro diario
vivir.
reflexiones recordando como a mi
temprana edad sentí un amor
profundo
por
la
Sagrada
Eucaristía; de verdad mi relación
con la Sagrada Liturgia ha sido un
“amor eterno” que ha durado toda
mi vida.
Tengo la esperanza
sincera que al leer esta carta pastoral ustedes mis amados
hermanos y hermanas, sean renovados en su amor por la
Liturgia y encuentren en su celebración la muestra de la
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gloria para la que nos ha llamado a ustedes y a mí Nuestro
Señor Jesús.
Que Dios los bendiga!
Dada este primer día de noviembre de 2011,
en la Solemnidad de la Celebración del Día de Todos los
Santos.
31
FUENTES DE CONSULTA:
Catequismo de la Iglesia Católica, párrafos 1066 al 1209.
Instrucciones Generales del Misal Romano.
Redemptionis Sacramentum, Instrucción, Congregación para la
Divina Celebración Religiosa, 2004.
Sacramentum Caritatis, Carta Apostólica de su Eminencia
Papa Benedicto XVI, 2007.
Dies Domini, Carta Apostólica de su Santidad Juan Pablo II,
1998.
Para solicitar copias adicionales por favor comuníquese con
LA ARQUIDIÓCESIS DE SAINT PAUL Y MINNEAPOLIS
226 SUMMIT AVE
SAINT PAUL, MINNESOTA 55102
651-291-4400
www.archspm.org