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La verdadera fiesta de los Fieles Difuntos, 2 de Noviembre. No es día de muertos, sino de vivos. - FIAT - M
Escrito por Lunes 02 de Noviembre de 2009 11:04 - Ultima actualización Lunes 02 de Noviembre de 2009 15:36
Los fieles difuntos, a quienes recordamos el mes de Noviembre, son aquellas personas que
nos han precedido en el paso a la eternidad, y que aún no han llegado a la presencia de Dios
en el Cielo.
Son almas que han sido fieles a Dios, pero que se encuentran en estado de “purificación” en el
Purgatorio. Por esta razón, es costumbre en la Iglesia Católica orar por nuestros difuntos y
ofrecer Misas por ellos, como forma de aliviarles el sufrimiento de su necesaria purificación
antes de pasar al Cielo. (Ver Catecismo de la Iglesia Católica #1031-32 y 2Mac.12, 46)
El recuerdo de nuestros seres queridos ya fallecidos nos invita también a reflexionar sobre lo
que sucede después de la muerte. Primero hay que recordar que la muerte es el más
importante momento de la vida de nosotros los seres humanos: es precisamente el paso de
esta vida temporal y finita a la vida eterna y definitiva. Bien dice el Prefacio de Difuntos: “la
vida no termina, se transforma y al deshacerse nuestra morada terrenal adquirimos una
mansión eterna”.
También hay que pensar que la muerte no es un momento desagradable, sino un paso a una
vida distinta. Por tanto, no hay que temer la muerte. Y esta afirmación se basa, no sólo en la
enseñanza de la Iglesia, sino en los múltiples testimonios de aquéllos que dicen haber pasado
por el dintel de la muerte y haber vuelto a esta vida.
Sabemos que fuimos creados para la eternidad, que nuestra vida sobre la tierra es pasajera y
que Dios nos creó para que, conociéndolo, amándolo y sirviéndolo en esta vida, gozáramos de
El para toda la eternidad ... para siempre, siempre, siempre ...
De las opciones que tenemos para después de la muerte, el Purgatorio es la única que no es
eterna. Las almas que llegan al Purgatorio están ya salvadas, permanecen allí el tiempo
necesario para ser purificadas totalmente antes de acceder al Cielo. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Los que mueren en la gracia y amistad con Dios,
pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren
después de la muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la
alegría del Cielo.” (Catecismo de la Iglesia Católica #1030)
El fuego probará la obra de cada cual ... se salvará, pero como quien pasa por fuego” (1a. Cor.
3, 13-15).
La purificación es necesaria para prepararnos a la “Visión Beatífica”, para poder ver a Dios
“cara a cara”. Sin embargo, el paso por la purificación del Purgatorio ha sido obviado por
algunos. Todos los santos -los canonizados y los anónimos- son ejemplos de esta posibilidad.
¡Es posible llegar al Cielo directamente! Y, además, es deseable obviar el Purgatorio, ya que
no es un estado agradable, sino más bien de sufrimiento y dolor, que puede ser corto, pero que
puede ser también muy largo. Por eso es aconsejable aprovechar las posibilidades de
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La verdadera fiesta de los Fieles Difuntos, 2 de Noviembre. No es día de muertos, sino de vivos. - FIAT - M
Escrito por Lunes 02 de Noviembre de 2009 11:04 - Ultima actualización Lunes 02 de Noviembre de 2009 15:36
purificación que se nos presentan a lo largo de nuestra vida terrena, pues el sufrimiento tiene
valor redentor y efecto de purificación. Al respecto nos dice San Pedro, el primer Papa: “Dios nos concedió una herencia que nos está reservada en los Cielos ... Por esto debéis estar
alegres, aunque por un tiempo quizá sea necesario sufrir varias pruebas. Vuestra fe saldrá de
ahí probada, como el oro que pasa por el fuego ... hasta el día de la Revelación de Cristo
Jesús, en que alcanzaréis la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas” (1a.Pe. 1,
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