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E U C A R I S T Í A
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C UA RTO D O M I N G O D E C UA R E S M A
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La increíble obra
del Espíritu Santo
en la liturgia
¿Quién hace posible nuestro nacimiento, y crea todo?
¿Quién rompe la tierra, quién agita el mar?
¿Establece el deseo del corazón donde el viento tiene que ir?
¿Quién llama el fuego? Nadie lo sabe. *
De todas las personas de la Trinidad, el Espíritu Santo es quizás
el más misterioso. ¿El viento, el aliento, el fuego, la paloma?
Muchas imágenes del Espíritu sugieren movimiento, libertad y
vida. Nos ayudan a captar el sentido del Espíritu como amable
y gentil, pero de impresionante poder. El viento puede ser un
ligero soplo de aire fresco o un viento feroz. El fuego aporta la
seguridad del calor y la luz, pero también puede quemar una
casa y derribarla. ¡No se juega con fuego!
La Iglesia en los primeros siglos definió formalmente al
Espíritu Santo como la Tercera Persona de la Santísima
Trinidad. El Espíritu Santo no es una fuerza sino una Persona.
Igual en majestad con el Padre y el Hijo, el Espíritu es digno de
adoración. Aunque las huellas del Espíritu Santo se ven en la
Biblia desde el principio, no es hasta el Nuevo Testamento que
el Espíritu Santo se revela más plenamente.
En Juan 16:7-15. Jesús promete enviar el Espíritu para ser
nuestro intercesor y guía. El Espíritu continúa la misión de
Cristo en la tierra. El Espíritu Santo está con nosotros aún
ahora, guiándonos y dándonos poder. La misión conjunta
del Hijo y el Espíritu es ahora nuestra misión, la misión de
la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica lo describe así: “La
misión de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del Espíritu
Santo, sino que es su sacramento: con todo su ser y en todos
sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio,
para actualizar y extender el misterio de la comunión de la
Santísima Trinidad “(CIC, 738).
El Espíritu Santo siempre nos conduce hacia el futuro.
La escatología, o los “últimos días”, cuando Cristo vendrá de
nuevo, es el puesto de observación especial del Espíritu Santo.
Así como el Espíritu se cernía sobre las aguas en la creación, y
ungió a Jesús para su obra de la redención, así el Espíritu Santo
guía la Iglesia hacia el futuro con esperanza.
Con razón nos presentamos sobrecogidos ante la libertad
de Dios. Y sabemos que el Espíritu “sopla donde quiere”
(una verdad ampliamente demostrada en los Hechos de los
Apóstoles). Sin embargo, también sabemos que el Espíritu
Santo es digno de confianza. El Espíritu no contradice la
revelación dada en Jesucristo. En efecto, el Espíritu nos lleva
más profundamente a esa verdad.
Nuestra vida como cristianos, en la Iglesia, es la vida en el
Espíritu. De hecho, la presencia del Espíritu es especialmente
intensa en los sacramentos de nuestra salvación. El Espíritu
Santo está activo en todos los sacramentos. Los tres
sacramentos de la iniciación, el Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía, nos hacen ser quienes somos por medio del Espíritu.
DE LA PILA A LA MESA
Comienza con el agua. El más puro y más claro de los líquidos,
el agua se presta muy bien por naturaleza para ser el signo
sacramental del Espíritu de Dios –limpia, restaura, da y
sostiene la vida. Desde las aguas de la Creación a las aguas de
la pila bautismal, el increíble trabajo vivificador del Espíritu
Santo ocurre por medio del agua.
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La unción con aceite, también un signo del Espíritu Santo,
sigue al Bautismo, cuando recibimos el Sacramento de la
Confirmación. El don del Espíritu Santo en este sacramento
nos fortalece para la misión, y sella el Bautismo que hemos
recibido.
Y también el Espíritu Santo es el agente de transformación que,
por las palabras de Jesús que el sacerdote pronuncia, convierte
el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. En la
Eucaristía, el Espíritu Santo nos transforma también y nos hace
santos.
DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
A LA VIDA COTIDIANA
El Espíritu está trabajando constantemente dentro de nosotros
para hacer la misa fructífera para nosotros y para el mundo.
El Espíritu Santo nos prepara para recibir la Palabra de Dios
con fe. El Espíritu Santo llena nuestro corazón al rezar y cantar,
intercediendo con y para nosotros en todo momento. El Espíritu
Santo nos teje en la unidad, especialmente durante el Rito de
la Comunión, sino también en la celebración en su totalidad.
Por último, el Espíritu Santo nos fortalece a medida que somos
enviados a vivir la misión de la Iglesia.
Profesamos la fe en el Espíritu Santo en el Credo durante la
misa, sin embargo, nuestra fe en el Espíritu Santo quizá no
se puede expresar mejor que cuando somos obedientes a
sus impulsos en nuestra vida cotidiana. Discernir el Espíritu,
responder al Espíritu y regocijarnos en el Espíritu son los
movimientos indispensables de la vida cristiana.
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REFLEXIÓN
¿Alguna vez piensas que tu corazón necesita estar
“preparado para recibir la Palabra de Dios” en la
misa dominical? El aburrimiento, la inquietud y las
distracciones no son algo que simplemente podemos
eliminar o desaparecer por la fuerza de voluntad, y
solo por nuestra cuenta. Necesitamos el Espíritu Santo.
ACCIÓN
Presta atención a los susurros del Espíritu Santo dentro
de ti esta semana. Puede ser que te enfrentes a una
decisión moral, una inesperada oportunidad para hacer
el bien o una crisis que necesitas resolver. Escucha y
luego actúa, según el Espíritu te inspire. Observa el
resultado, para ti y para otros. El próximo domingo,
cuando vuelvas a la Eucaristía, lleva tu gratitud.
ORACIÓN
Espíritu de Dios, gracias por tu increíble trabajo en
todos los sacramentos, pero sobre todo en la Eucaristía.
Nos permites rezar, adorar y aceptar la verdad de
Aprendemos a discernir y responder al Espíritu por medio de
la evangelización y la catequesis, pero también desarrollamos
el gusto por hacerlo, de hecho, –el arte para hacerlo– por la
forma en que participamos en el culto. ¿Cómo sabemos lo que
es bueno? ¿Por qué debemos rezar? ¿Cómo agradecer a Dios?
¿Cómo alabarlo? El Espíritu nos enseña estas cosas por medio
de la oración de la Iglesia.
AUTORA
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Jesucristo. Abre nuestros corazones para el trabajo
continuo que deseas realizar en nosotros, y danos el
poder para nuestra misión en el mundo. Amén.
Rita Ferrone es escritora y conferencista sobre liturgia, catequesis y la renovación de la Iglesia Católica.
La cita en la primera pág. es de Still Must We Walk, canción de Tom Conry. Se usa con permiso del autor. Todos los derechos reservados.
Copyright © 2011, de Paulist Evangelization Ministries. Todos los derechos reservados. Nihil obxtat: P. Christopher Begg, S.T.D., Ph.D., Censor
Deputatus. Imprimatur: Reverendísimo Barry C. Knestout, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Washington, 7 de febrero de 2011. El Nihil obstat
y el Imprimatur son declaraciones oficiales de que un libro o folleto está libre de errores doctrinales o de moral. No implican de forma alguna que
quienes han otorgado el nihil obstat y el imprimatur están de acuerdo con el contenido, las opiniones o declaraciones expresadas. Publicado por
Paulist Evangelization Ministries, 3031 Fourth St., NE, Washington, DC 20017, www.pemdc.org
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