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que debería haberse matizado subra­
yando la evolución indicada y alabán­
dola como merece. Con ello, sin ries­
go alguno y sin abdicar de ningún
principio, se alientan las fuerzas que
propugnan esa evolución, en vez de
provocarlas a una solídarlzación ins­
tintiva con una institución que apre­
cian y que por esto mismo quieren
salvar. Pero lo que ya es un palo de
ciego irresponsable y perjudicial para
la causa socialista y de la libertad
del pueblo español es que en el nú­
mero de la prim era quincena de se­
tiem bre, en un artículo sin firm a en el
que replica a unas bobadas que había
escrito el diario YA, „El S o cialista “
crea conveniente meter en el ajo al
Vaticano, hurgando innecesariam ente
en la herida que más le duele a la
nueva Iglesia española, que es la de
la bendición de las armas nacionales
y la proclam ación de la „cru za d a “ .
Los cristianos no combaten
al socialismo
Si la Iglesia y los cristianos se empe­
ñasen en estos errores, razón de
sobra tendría „El S o cialista “ con apos­
trofarles de la form a más dura que
supiera. Pero cuando la Iglesia espa­
ñola no „pretende o lvid a r“ que bende­
cía las armas, sino que ha reconocido
oficialm ente en la Asam blea Conjunta
de Obispos y Sacerdotes que ello fue
un grave e rro r que debe reparar, la
más elemental prudencia política
exige, como mínímo, dejar en paz a la
Iglesia, para que madure y dé frutos
ese acto de co n trició n ; y m ejor aún
sería, sin abdicar, repito, de ningún
principio, alentar desde la atalaya so­
cialista esta nueva corriente que tan
buenos resultados puede tener y sin
duda tendrá para los españoles. Y
cuando los cristianos no combaten
ya al Socialism o como su enemigo,
sino que se van dando cuenta cada
vez más de que es en el Socialism o
donde más claram ente se recogen en
el plano de la sociedad laica sus
aspiraciones sobrenaturales, se cae
por su propio peso que los socialistas
deberían dar cabida y posibilidades de
actuar en el PSOE a esos nuevos
compañeros, sin discrim inaciones ni
reticencias.
Todo esto y mucho más que tengo
que dejar para m ejor ocasión se me ha
ocurrido con respecto al Socialism o
y los cristianos leyendo „El S ocialista"
de los últim os meses.
■
20
JO S E MARIA
DIEZ-ALEGRIA
Durante su estancia de seis meses en
Alemania, en 1953, José Ma Díez-Ale­
gría dió el paso de las ideas abstrac­
tas a las ¡deas concretas que engen­
dran la responsabilidad m ilitante de
estar „en favor, dice, de la verdadera
libertad de todos, en prim er lugar de
los más injustam ente oprim idos . . . en
la esperanza, dentro de la Historia,
de la liberación de las clases explo­
tadas". He aquí una reseña de sus
razones.
La Iglesia alineada con los
ricos
El autor y su obra ¿Por quién es
escuchado?.
EL CRISTIANISMO
¿VIA HACIA EL
SOCIALISMO?
El libro titulado „¡Yo creo en la Es­
p e ra n z a ...! ha sido calificado por
ei vespertino parisiense „L a C ro ix“
como „Un libro que divide a los cris­
tianos españoles“ .
La obra, 197 páginas, denuncia la
coartada entre el capitalism o y la
Iglesia C atólica (entiéndase lo mismo
de las otras Iglesias).
El autor, P. José Ma Díez-Alegría,
hermano del General Díez-Alegría, y
Profesor de las Universidades Pontifi­
cias, Gregoriana y Com illas-M adrid,
fundam enta reciam ente en su trabajo
los principios cristianos por los cua­
les los trabajadores conscientes han
de d ecir: Basta a la explotación de
los hum ildes por el capitalism o.
Los católicos conservadores han reac­
cionado poniendo su grito en el cielo.
Con sus publicaciones bien se puede
com pletar ya una b iblioteca de sen­
siblerías y repeticiones de dogmas,
en torno al trabajo esperanzador del
P. J. Ma Díez-Alegría, que ellos conde­
nan como „un libro subversivo de la
religión y del orden s o c ia l“ .
Por otro lado el autor de „¡Yo creo
en la E s p e ra n z a ...!“ „El credo que
ha dado sentido a mi vida", ha sido
castigado a vivir fuera de la Compa­
ñía de Jesús durante un período ini­
cial de dos años (L’Osservatore Ro­
mano, 28 marzo, 1973).
Las revíndicaciones sociales contra
la desigualdad, en todas sus formas,
se enfrentan con la defensa de la
propiedad privada de los m edios de
producción sostenida por la Iglesia
Católica, convertida, en la realidad
de los hechos, en una defensora po­
derosa de la propiedad privada bur­
guesa del Capitalism o.
Si es cierto históricam ente que el
C atolicism o de los últim os siglos, en
conjunto, ha sido mucho más obstá­
culo a la liberación de las masas e
instrum ento de injusticias que lo con­
trario, es porque los cristianos, en el
plano m acro-socíal, han aceptado la
concepción económ ico liberal del
m ercado de egoísmos, inspirado en
la filosofía racionalista del siglo XVI11.
En nuestros días, y a partir del Con­
cilio Vaticano II (1926), el M agisterio
Oficial, ha abandonado la afirm ación
de que la propiedad privada de los
medios de producción es de derecho
natural. Esta posición „nueva", bien
que Marx (1867) dem ostró que el
Capitalism o no es „una parte del
marco eterno de la naturaleza", co­
rresponde en la Iglesia muy insuficien­
temente a la actitud „re a l“ del „aparato
e cle siástico “ , ya de antiguo aliado
con los ricos y potentes, y hoy atento
a aum entar sus beneficios en la rique­
za y en el poder.
Resulta de esta situación que la Igle­
sia hace declaraciones, de palabra,
m ientras sigue de hecho, histórica­
mente, alineada con los ricos, en el
co nflicto de éstos con los pobres. Y
consecuentem ente la Iglesia convierte
el Evangelio en un anuncio de valores
espirituales, personales (a lo más fa­
m iliares) que no inquieta a los ricos,
para quienes es esencial que Dios sea
un Dios con quien uno puede relacio­
narse antes de que El pregunte por
los hombres hermanos.
El problem a prim ario de los hermanos
ocupa así inexorablem ente un puesto
secundario, y el Evangelio „La Buena
N oticia para los Pobres“ queda en­
EXPRÉS ESPAÑOL / Noviem bre 1974