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tierra, pasando por Loreto y Turín. Aquí se
detuvo porque los Caballeros de la Orden
de San Mauricio y San Lázaro no querían
restituir los bienes que se habían salvado,
cuando los protestantes de Berna habían
saqueado la Diócesis de Ginebra, y que
Gregorio XIII había confiado a su protección, en 1579.
El 1° de junio de 1599 es recibido Francisco en Annecy, con gran fiesta, como Obispo Coadjutor; pero Francisco no quiere
saber nada de episcopado, sino de seguir
ejerciendo como Prevosto y completar la
restauración de la diócesis, según el Plan
que habían trazado con su Obispo, hacía
un año:
1. Retornar las Parroquias a su vida normal, con su párroco a la cabeza, restaurando iglesias y casas saqueadas y
destruidas.
2. Velar por una educación de vanguardia; y, para ello, implantar un colegio
de los Jesuitas en Thonon. – Estos llegarán, entre octubre de 1599 y enero
del 1600, serán seis y lo organizarán.
3. Constituir la Colegiata de Thonon,
que se llamará Oratorio, con 8 sacerdotes generosos que hagan de misioneros. Será la fortaleza católica frente a
la protestante Ginebra, cuya conquista
por parte del Duque fracasó.
4. Fundar un Hospital, u Hospicio,
donde los convertidos pobres reciban
ayuda espiritual y material; y donde
sus hijos aprendan algún oficio. Se llamaría “Albergue de todas las ciencias
y oficios”.
La gradualidad de intervenciones queridas
por Francisco y por su Obispo se vuelven
a encontrar con las intemperancias apostólicas del P. Cherubin (¡el de las famosas
40 horas!) que, de todos modos, aceleran
los tiempos.
Pero, peores aún fueron las intemperancias
políticas del Duque Carlos Emanuel I que,
de nuevo, por la no devolución de Saluzzo,
entró en conflicto con la Francia de Enrique IV. Éste envió sus tropas que, apoyadas
por Ginebrinos y los de Berna, invadieron y destruyeron la Saboya. Enrique IV
mismo llegó hasta Annecy, en octubre de
1600, colocando en puestos claves a protestantes que intentaban la reconquista del
Chablais. El obispo Granier y Francisco,
no sin reticencias, se tuvieron que presentar a Enrique IV para salvar el trabajo misionero ya hecho en la diócesis. Francisco
mismo volvió a recorrer el Chablais, no sin
riesgos para su persona, para confortar a
los párrocos y católicos, pidiéndoles resistir
y perseverar fieles a la Iglesia católica.
El 17 de enero de 1600, finalmente, se
firmó una nueva paz en Lyon; y Francisco
pudo continuar la reestructuración de la
diócesis como verdadero obispo coadjutor,
de hecho, aunque sin ordenación y sin las
insignias correspondientes.
Y aquí dejamos a Francisco, no sin invitar
a leer entre líneas los elementos que acomunan a Francisco de Sales y a Don Bosco, en su obra evangelizadora y promotora,
propia de un humanismo cristiano.
Mons. Granier, pues, pide a Francisco que
se traslade a París para obtener de Enrique
IV los decretos que permitan restablecer plenamente los derechos de la Iglesia.
Francisco de Sales permanecerá allí con
esta misión, que al final se reveló inútil,
desde el 20 de enero de 1602 hasta el 20 de
septiembre del mismo año. Estos 8 meses,
sin embargo, resultaron ricos de experiencia y enriquecimiento espiritual.
Continuará en el próximo número...
S A L E S I A N I D A D
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C S R F P
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