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REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de Formación Cristiana 24 de Marzo de 2013 Domingo de Ramos de La Pasión del Señor (Ciclo C) Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 28-40 En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Befaré y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, contestadle: “El Señor lo necesita”. Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: “¿Por qué desatáis el borrico?” Ellos contestaron: “El Señor lo necesita.” Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: “¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.” Comentario breve: Hoy, domingo de Ramos de la Pasión del Señor (también conocido como el Domingo de la Pasión y como el Domingo del Hosanna en los Ritos Orientales de la Iglesia), cristianos mundialmente conmemoraran la entrada triunfal de Jesús a la ciudad de Jerusalén en la semana en que sufrió. Como escuchamos en el evangelio de hoy, que fue proclamado desde la entrada de la Iglesia, el pueblo recibió a Jesús a la ciudad santa con gozo con ramos de palmas y de olivos, alabándolo como su gran esperado rey-mesías. En y a través de Semana Santa (la Gran Semana) los cristianos participan del sufrimiento, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. A través de nuestras liturgias, servicios, devociones y acciones nos unimos a Jesús y de esta manera recibimos las gracias y frutos de su amor redentor. Lo acompañamos en su sufrimiento y nos unimos en su victoria sobre la muerte. Estamos presente a él y el está presente para nosotros. El Misterio Pascual (la Pascua del Señor – el sufrimiento, muerte, y resurrección de Jesús) nos renueva y transforma cada año. Somos invitados a entrar en su muerte y resucitar con el – a morir a nuestro egoísmo para renacer en fe, esperanza, y amor. Hoy los catecúmenos entran su etapa final de preparación a ser in-corpo-rados en Jesucristo y en su Cuerpo, la Iglesia. Hoy el evangelio es proclamado desde la entrada de la iglesia, recordando la entrada de Jesús por los portones de Jerusalén, y así nos invita a abrir las puertas de nuestros corazones, vidas, hogares y parroquias, a Jesucristo quien es el único verdadero rey. Hoy el sacerdote procede mientras la comunidad levantan ramos de palmas y olivos y claman sus ‘Hosannas’ (‘sálvanos ya’) que el pueblo de Jerusalén clamo. Así reconocemos que solamente Jesucristo verazmente salva, y nos salva “de todo modo en que una persona puede ser salvada.” Hoy leemos la narración completa de “la pasión del Señor” de pie en atención reverenda, así involucrándonos en una lectura interactiva (Jesús, la muchedumbre, el narrador, Pilatos, Caifás, Pedro, el Centurión, etc.). De esa manera se nos invita a una profunda participación en la pasión del Señor. Esta Semana Santa tiene que ser diferente a todas las otras semanas; debemos vivirla de manera diferente, y hará una gran diferencia en nuestras vidas. De procesión victoriosa a cena de nueva alianza, de sufrimiento a la muerte, de entierro a resurrección, la Semana Santa nos llama con las palabras de Jesús: “niéguense a sí mismos, tomen su cruz, y síganme,” y así compartan el gozo incomparable de la resurrección. La Semana Santa nos renovara, como cristianos y como Iglesia, para poder vivir el Evangelio con mayor autenticidad y proclamarlo con mayor coraje y generosidad. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: • En los evangelios leemos como Jesús entro a la ciudad de Jerusalén, no como guerrero pero en humildad. El “se humillo, aceptando la muerte, y hasta muerte en cruz” por nosotros, y “Dios lo exalto y su nombre grandemente” (Filipenses 2). El Domingo de Ramos marca el comienzo de nuestra participación en la Pasión del Señor. • El evangelio nos invita a “abrir de par a par las puertas de nuestros corazones a Cristo” (el lema del Jubileo del año 2000). En recibiendo a Jesús en nuestras vidas, todo en nosotros comienza transformar y cambiar. En el poder del Espíritu Santo podemos en Jesucristo participar en la transformación del mundo. • Cada cristiano entra personalmente, y participa, en el Misterio Pascual del Señor a través de los Sacramentos de Bautismo, Confirmación, y Eucaristía (de veras, a través de todos los sacramentos). Las gracias y fruto de la Pascua de Cristo (crucifixión, muerte, entierro, resurrección) nos incorpora en su Cuerpo, la Iglesia, y nos fortalece para la misión de vivir y compartir el Evangelio de Jesús en nuestro mundo. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. • ¿Recibo a Jesús diariamente tras la puerta de mi corazón y vida? ¿Lo recibo en el prójimo que me necesita? • ¿Con qué personalidad en el drama de la pasión de Jesús me parezco mas en este momento? • ¿Como hare esta Semana Santa y el tiempo Pascual que le sigue un tiempo de transformación profunda en el Señor? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 571-73, 595-637