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Saludo de Mons. D. DEMETRIO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Obispo de Córdoba, en la Reunión del Consejo Diocesano de Pastoral El Consejo Diocesano de Pastoral es un organismo de comunión y de participación de toda la diócesis. Tiene una sola reunión al año, la que hoy celebramos. Otras instituciones, como el Consejo Presbiteral y el Consejo de Laicos, tienen otras dos reuniones anuales. Esta reúne a todos en una sola convocatoria. Por eso hemos de cuidarla, tanto en su preparación, como en su celebración, como en lo que aquí pongamos en común. Estamos dando los primeros pasos de esta institución. Ésta es la tercera reunión. El Consejo Diocesano de Pastoral tiene que llegar a ser el órgano en el que resuena el estado de la diócesis: cómo estamos, a qué punto, cómo llevamos la tarea de la evangelización, qué dificultades encontramos, qué logros hemos alcanzado, para alegrarnos unos y otros de estos logros y cuáles deberían ser los acentos. Unos acentos vienen dados ya por las circunstancias, otros vienen dados por la orientación del Santo Padre, otros vienen dados por campañas o programas que hacemos para toda la diócesis. Por ejemplo, estamos en los cuatro años que recuerdan el Concilio Vaticano II (1962-1965). Cada año vamos viendo algún aspecto y cada uno en su parroquia, colegio o institución donde se encuentra lo va aplicando como puede. El obispo dirige una Carta pastoral al principio de curso para exponer a grandes rasgos los acentos que pueden ser comunes para toda la diócesis. Este año, por ejemplo, en torno a los Sacramentos, que es la segunda parte del Catecismo de la Iglesia Católica, cuyo vigésimo aniversario también estamos celebrando. Y, junto a los Sacramentos, la Constitución dogmática Lumen gentium del Concilio Vaticano II, qué es la Iglesia: su constitución, su misterio, sus miembros (laicos, consagrados o religiosos y pastores), la dimensión escatológica, la llamada a la santidad y, por último, la Virgen María como colofón y anticipo de todo lo que la Iglesia aspira a ser. Esas son las líneas, principales que, repito, cada uno lleva después a su grupo cómo puede, aplicándolo a su ámbito concreto. Cada año vamos dando, a principio de curso, esas pautas dentro del trabajo cotidiano, no se suprime el trabajo cotidiano que es sobre el cual descansa el trabajo de toda la diócesis. La Iglesia diocesana, en sus parroquias, en sus instituciones, en sus grupos de apostolado, en sus comunidades, etc. descansa y vive en el día a día, en lo que se hace día a día. No tenemos por qué inventarnos nada nuevo. Pero como obispo ofrezco para todos, hasta donde cada uno pueda y quiera asumir, unas líneas comunes que van señalándose cada año. Y en esa carta pastoral de comienzo de curso, en los cursos que llevo al frente de esta diócesis, escribo para recordar a todos los fieles en dónde nos encontramos. Nos ha llegado también del papa Francisco esta Exhortación Apostólica, que después nos van a exponer con más detenimiento: Evangelii gaudium. Yo creo que aquí se está expresando como la tónica fundamental de la evangelización que se va a realizar y se está realizando en nuestro tiempo: la alegría del evangelio. Si alguien tiene que transmitir alegría y gozo al mundo de hoy, que muchas veces aparece triste, es precisamente la Iglesia, testigo de Cristo resucitado. Pienso que es un documento que hay que leerlo, releerlo y tenerlo muy presente porque es un documento de los que hacen época y que habremos de referir continuamente, porque el papa Francisco con este documento ha querido expresarnos las líneas de su pontificado también a toda la Iglesia . Cuando se trata de adhesión al papa, no sólo se trata de aplaudirle o decir "te quiero mucho", sino leerle y procurar adecuar nuestra mente a sus orientaciones. Se trata de un acto de obediencia interior. Por eso es muy importante tenerle a mano, leerle, meditarle y de ahí extraer enseñanzas, que las hay muy abundantes, para toda la Iglesia. Y él habla en este documento de una Iglesia en salida. Salir, es la palabra, yo diría, primera y fundamental de este documento. Salir. Está reflejando la salida del Hijo del seno del Padre. Diríamos que en la casa del Padre en la eternidad, se está muy a gusto, tan a gusto que ahí vamos a estar todos para toda la eternidad: en el seno del Padre. Estando ahí muy a gusto, el Hijo ha recibido del Padre el envío de salir: “salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre” (Jn 16,28). Esa salida del Verbo para recoger a todos los que el pecado ha apartado de Dios, esa salida es la que prolonga la Iglesia. La Iglesia tiene la tarea de evangelizar. El papa Francisco lo resume con una palabra: hemos de salir, salir al encuentro de todas las personas en todas las circunstancias y en todos los momentos. La pastoral debe estar en esa clave: salir, como ha hecho el Hijo eterno. No quedarnos en nuestro ámbito, simplemente, en el cual estamos muy a gusto cada uno, gracias a Dios. Pero hay que tener en cuenta esta palabra: salir. Es el momento, es la hora, es la oportunidad de salir al encuentro de nuestros hermanos. Yo no voy a extenderme más, pero en el segundo de este primer capítulo habla de una pastoral en conversión, es decir, para salir tenemos que ponernos al día y convertirnos a Dios y convertirnos a los hermanos. Y, en el número 31, precisamente, uno de los puntos que el papa señala es: en la «misión de fomentar una comunión dinámica, abierta y misionera, tendrá que alentar y procurar la maduración de los mecanismos de participación que propone el Código de Derecho Canónico (Cf. cc. 460-468; 492-502; 511-514; 536-537)»: Este organismo entra dentro de ese pastoral de conversión: el Consejo Diocesano de Pastoral, el Consejo Parroquial de Pastoral, el Consejo Parroquial de Asuntos Económicos (junto al Diocesano de Asuntos Económicos), el Consejo de Laicos. Son instituciones, que en nuestra diócesis están funcionando, que el papa alienta en esta pastoral de salir al encuentro y para eso poner en funcionamiento las distintas instituciones eclesiales. «Y otras formas de diálogo pastoral, con el deseo de escuchar a todos y no sólo a algunos que le acaricien los oídos» al obispo. «Pero el objetivo de estos procesos participativos no será principalmente la organización eclesial, sino el sueño misionero de llegar a todos». Este es el objetivo del Consejo Diocesano de Pastoral: el sueño misionero de llegar a todos. Ese sueño lo compartimos todos y queremos, en sintonia con el papa Francisco, estar presentes ahí y alentar la buena noticia del Evangelio. Tenemos el gran desafió de la familia, sobre el cual tanto el Sínodo del 2014 como el Sínodo del 2015 se va a ocupar como tema monográfico, y ahora a nosotros nos van a ofrecer una reflexión para que todos aportemos lo que creamos conveniente en este clima de comunión eclesial. Me gustó mucho la iniciativa que el papa tuvo ayer: ha convocado a los novios porque era el día de los enamorados, se le han presentado treinta mil que son representativos de millones y millones a los cuales habrá llegado la noticio hoy. El papa ha aprovechado esa circunstancia para decirles que es posible el “sí para siempre”, y que la cotidianidad después de la vida familiar no es tan de color de rosa como se ve en el noviazgo, pero que también en esas circunstancias Dios, con su gracia, sale al encuentro de los esposos. Incluso salió el testimonio de un matrimonio que llevan 35 años casados, fieles, felices... Este es un ejemplo de cómo una circunstancia, prácticamente pagana, se puede convertir en una circunstancia de evangelización. Es un ejemplo práctico. Por tanto, no podemos mirar al mundo que se aleja de Dios, y allá él. Y si se pierde, allá él. No. Hemos de salir al encuentro. Estoy seguro que millones de novios hoy se sienten contentos de que el papa haya tenido este gesto, que es evangelizador. No ha sido un show de novios o de besos en público. Se trataba de llamar a los enamorados que sueñan con un futuro común en la vida de familia y darles un mensaje desde el Evangelio. Estar enamorados es una cosa muy bonita y, por tanto, se puede vivir y se puede planear desde esa situación un futuro en el matrimonio sólido y estable. El papa les dice que el amor no es un sentimiento pasajero sino que hay que construirlo sobre roca firme, y esa roca es Jesucristo y su Evangelio, el perdón mutuo, el reconocimiento y el respeto. Pongo este ejemplo, primero, porque es muy reciente; segundo, porque pertenece al tema que va a ocupar la reflexión de esta mañana, la familia; y, tercero, porque me parece de una listeza que hemos de copiar en nuestra vida. Hemos de estar atentos dónde están los hombres de nuestro tiempo, dónde están los centros de interés, cuáles son los momentos cruciales de la vida en niños, adolescentes, jóvenes o adultos, y ahí ir a evangelizar. Pues el Consejo Diocesano de Pastoral quiere pulsar esto. En nuestra diócesis cómo estamos. Siempre es mucho más lo que no se ve en el sentido positivo que lo que se ve, porque la Iglesia tiene esta dimensión invisible-mistérica y también esa dimensión visible que está compuesta por nosotros, hombres y mujeres pecadores, pero sabiendo que la Iglesia es un misterio de gracia y de personas que caminan, el Consejo Diocesano de Pastoral tiene esta tarea: encontrarnos unos y otros, para llevar después a las personas que representamos la alegría del Evangelio.