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Transcript
ENTREVISTA EN RELIGION DIGITAL
Antonio Munduate Larrea, pasionista
El pasionista asegura que "denunciar la injusticia es tarea de profetas"
Antonio María Munduate cp: "Hoy más que nunca, los pobres ocupan el
centro de nuestra vida y acción"
"Las palabras del Papa sobre los pobres nos recuerdan la centralidad de
nuestro carisma"
José Manuel Vidal, 11 de febrero de 2016 a las 08:30
Tenemos una gloriosa y heroica historia de compromiso misionero en
situaciones de pobreza y persecución
(José M. Vidal).- Antonio María Munduate es un pasionista de origen vasco,
recriado en Colombia, donde estuvo más de 15 años. En la actualidad, como consejero
general de su orden, vive en Roma. Desde allí recuerda que el carisma de los
pasionistas de atención a los pobres está en perfecta sintonía con las claves del
pontificado del Papa Francisco. Y, en alas de su historia de "compromiso misionero en
situaciones de pobreza y persecución", continuarán ejerciendo la profecía y
denunciando las injusticias.
Padre, ¿de dónde es usted y cuántos años lleva de religioso pasionista?
Nací en Irún (Gipuzkoa) hace 60 años, 37 de los cuales llevo como religioso
pasionista: 17 años en España (incluido el tiempo de la formación), 15 años en
Colombia y 5 en Italia.
¿Por qué optó por los pasionistas para entregar su vida a Dios y a los demás?
Toda vocación implica una profunda experiencia personal, un enamoramiento, a
veces con momentos o situaciones puntuales que marcan un proceso, como el ‘eran
casi las cuatro de la tarde' (Jn 1,39), que recuerda san Juan. En mi caso pienso que las
cosas se fueron dando poco a poco. La verdad es que, como quien dice, nací a la puerta
de un convento pasionista. En mi familia y en la comunidad pasionista de Irún viví,
alimenté y profundicé mi experiencia de fe y mi vocación pasionista: los sacramentos,
la catequesis, el tiempo libre, el ser catequista... Desde niño me sentí llamada para a
ser y hacer con los demás lo que aquellos religiosos hacían con nosotros.
¿Cuál es el carisma de los pasionistas, primero llamados "Los pobres de Jesús"?
"Pasionistas: Para llevar al
mundo la alegría de la Cruz". Este
fue el eslogan que enmarcó las
diversas actividades de la
Congregación de la Pasión de
Jesucristo con motivo de las
celebraciones del 200 aniversario
de la muerte de su fundador, san
Pablo de la Cruz. Yo no había
ingresado
todavía
en
la
Congregación, me encontraba
realizando los estudios de
Ciencias Físicas. Era un eslogan
que me impactó por su aspecto contradictorio: alegría y cruz. Algo chocante,
misterioso.
La Iglesia reconoció en san Pablo de la Cruz la acción del Espíritu Santo que le llevó a
fundar una familia religiosa para anunciar con la vida y el apostolado el evangelio de la
Pasión. Para mantener siempre viva la memoria de la Pasión de Cristo, la "obra más
grande del divino amor", como enseñaba nuestro fundador.
Un carisma, una misión siempre actual. El Papa Francisco, pocos días después de su
elección, en la eucaristía del Domingo de Ramos del 24 de marzo de 2013, recordaba a
todos, especialmente a los jóvenes que "la cruz de Cristo, abrazada con amor, nunca
conduce a la tristeza, sino a la alegría, a la alegría de ser salvados y de hacer un poquito
eso que ha hecho Él aquel día de su muerte".
Experimentar esto, vivirlo y anunciarlo es nuestro carisma y misión en la Iglesia y en
el mundo.
¿Siguen teniendo a los pobres y descartados, como dice el Papa, en el centro de su
vida y acción?
Nuestras Constituciones proclaman que "tenemos el misterio pascual como centro
de las actividades de nuestra vida". Y añaden: "Nos dedicamos con amor al
seguimiento de Jesús Crucificado, y nos preparamos con espíritu de fe y de caridad a
anunciar su pasión y muerte, no como acontecimiento histórico pasado, sino como
realidad, ciertamente presente, en la vida de los hombres que ‘hoy son crucificados'
por la injusticia, por la ausencia de un sentido profundo de la vida y por el hambre de
paz, de verdad y de vida".
En este sentido tengo que decir que hoy más que nunca en nuestra historia los
pobres ocupan el centro de nuestra vida y acción, y que por lo tanto de da una perfecta
conexión con el mensaje que el Papa Francisco continuamente nos dirige.
Ahora bien, soy consciente de que una cosa son los ‘enunciados teóricos' y otra la
‘realidad que vivimos'. Aquí la distancia entre ambos elementos es todavía grande.
Ciertamente tenemos una gloriosa y heroica historia de compromiso misionero en
situaciones de pobreza y persecución: China, Bulgaria, amazonia peruana, El Salvador,
Bolivia, Indonesia, India, continente africano... Sin embargo, durante casi dos siglos,
nuestras actividades apostólicas han tenido como eje central la predicación, no tanto
las acciones de cooperación social o de tipo caritativo.
La revisión de nuestras Constituciones a la luz del Concilio Vaticano II y los últimos
Capítulos Generales nos han llevado a redescubrir esta importante dimensión de
nuestro carisma y de nuestro
apostolado. Queda, con todo,
bastante camino que recorrer
para que también en la práctica
‘los crucificados' sean el centro
de nuestra vida y acción.
Su
carisma
recobra
actualidad con un Papa de los
pobres, como Francisco, que
quiere una Iglesia pobre y de
los pobres, ¿no?
Efectivamente. Como he indicado anteriormente, desde los primeros pasos de su
pontificado el Papa Francisco ha recordado la centralidad del Crucificado y de los
crucificados. Sus palabras nos recuerdan la centralidad de nuestro carisma pasionista y
la responsabilidad de vivir con coherencia el mismo. Podríamos hacer un elenco casi
interminable de las palabras del Papa Francisco. Cito tan solo dos textos:
Primero, las palabras que el día siguiente a su elección, el 14 de marzo de 2013,
proclamó en su primera homilía como Papa, en la eucaristía celebrada con todos los
cardenales: "Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando
confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos
obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor. Quisiera que
todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el valor, de
caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la
sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado.
Y así la Iglesia avanzará".
En segundo lugar la referencia a los ‘los crucificados', a los pobres; no se puede
separar el Crucificado de ‘los crucificados'. Lo expresó de una forma impactante en las
canonizaciones que realizó el 12 de mayo de 2013; creo que fueron sus primeras
palabras públicas en español: "Madre Lupita (Santa Guadalupe García Zavala) se
arrodillaba en el suelo del hospital ante los enfermos y ante los abandonados para
servirles con ternura y compasión. Y esto se llama «tocar la carne de Cristo». Los
pobres, los abandonados, los enfermos, los marginados son la carne de Cristo. Y Madre
Lupita tocaba la carne de Cristo y nos enseñaba esta conducta: no avergonzarnos, no
tener miedo, no tener repugnancia a tocar la carne de Cristo.
Madre Lupita había entendido qué significa eso de «tocar la carne de Cristo».
Este tema ha sido una constante en su magisterio y para nosotros, pasionistas, es un
reto: «A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente
distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana,
que toquemos la carne sufriente de los demás» (EG 270).
En el ‘Angelus' del 14 de septiembre de 2014, fiesta de la Exaltación de la Santa
Cruz, Francisco de nuevo hace referencia al ‘Crucificado y a los crucificados': "La cruz de
Jesús expresa toda la fuerza negativa del mal y toda la omnipotencia inmensa de la
misericordia de Dios... Cuando dirigimos la mirada a la cruz donde Jesús estuvo
clavado, contemplamos el signo del amor, del amor infinito de Dios por cada uno de
nosotros y la raíz de nuestra salvación. De esa cruz brota la misericordia del Padre, que
abraza al mundo entero...
Mientras contemplamos y celebramos la Santa Cruz, pensamos con conmoción en
tantos hermanos y hermanas nuestros que son perseguidos y asesinados a causa de su
fidelidad a Cristo .Esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa aún no está
garantizada o plenamente realizada. Pero también sucede en países y ambientes que
en principio protegen la libertad y los derechos humanos, pero donde concretamente
los creyentes, y especialmente los cristianos, encuentran obstáculos y discriminación".
No podemos no sentirnos aludidos por estas palabras.
La pasión de Cristo, que es su lema, y la compasión con sus hijos, marca de la
Congregación, conecta perfectamente con el Jubileo de la Misericordia.
Sin duda. Contemplar, vivir y anunciar el amor de Dios manifestado en el misterio de
la
pasión,
muerte
y
resurrección del Señor es
nuestra razón de ser y existir
como Pasionistas en la
Iglesia. San Juan dice: "Dios
es amor" (1 Jn 4,8); el Papa
Francisco nos dice "El
nombre
de
Dios
es
misericordia". Amor, misericordia, que alcanzan su plenitud en la pasión de Cristo.
Explícitamente nos lo recuerda el Papa Francisco en la ‘Bula de convocación del Jubileo
extraordinario de la Misericordia', cuando escribe: "La justicia de Dios es la
misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección del
Señor. La Cruz de Cristo entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el
mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva" (MV 21).
En un artículo que escribí hace unas semanas en una de nuestra publicaciones hacía
un breve estudio para ver cómo el ser ‘misioneros de la misericordia' ha sido el trabajo
apostólico propio de nuestra Congregación a lo largo de la historia. La predicación de
las misiones buscaba encaminar a los oyentes hacia la conversión, y a los ya
convertidos animarlos a perseverar en el camino de la santidad. Pablo de la Cruz
escribía repetidamente que el establecimiento de la Congregación en la Iglesia era obra
del ‘Padre de las misericordias', del ‘Dios misericordiosísimo' y por ello la vida y el
apostolado de los pasionistas debía ser una respuesta a esta misericordia del Señor.
Sin olvidar estos aspectos podemos decir que hoy se nos exige, cada vez más,
acompañar la predicación con el ejercicio concreto de las obras de misericordia
espirituales y corporales, como he indicado ya.
¿Tiene previsto su Congregación algún gesto o actividad especial para este año
misericordioso?
Las actividades concretas para este año de la misericordia se están realizando en el
marco de las diversas entidades jurídicas de la Congregación y sobre todo en el ámbito
de las comunidades locales, de acuerdo con los planes pastorales de cada Diócesis.
Algunas acciones específicas se están desarrollando en aquellas comunidades que han
sido designadas por los Obispos ‘Templos Jubilares'. Por ejemplo, en España, la
parroquia-santuario de Santa Gema (Madrid) y el santuario del Cristo de la LuzMártires Pasionistas (Daimiel); en Italia los santuarios de San Gabriel de la Dolorosa y
Santa María Goretti; y algunos de otras diócesis del mundo de los cuales poco a poco
nos va llegando la información.
Como Gobierno General de la Congregación y dentro de un marco temporal más
amplio que el del Año Jubilar, pues en 2020 celebraremos los 300 años de la fundación
de nuestra Congregación, se está estudiando el hacer una propuesta al Santo Padre
sobre alguna necesidad o actividad eclesial concreta a la que nuestra Congregación
pudiera responder.
La mayor parte de su actividad como pasionista la ha desarrollado en
Latinoamérica, imagino que se siente orgulloso del Papa argentino. ¿Qué espera de
su próximo viaje a México?
Pienso que para todo el mundo iberoamericano en un motivo de orgullo el que
Francisco sea el Papa; además, en mi caso, se añade el hecho de que el Papa sea un
religioso.
Sobre las expectativas del viaje del Papa a México, el próximo 12 de febrero, creo
que quien mejor las ha expresado es el mismo Papa, en su videomensaje a los
mejicanos: "Yo voy a México no como un Rey Mago cargado de cosas para llevar,
mensajes, ideas, soluciones a problemas,... Yo voy a México como un peregrino, voy a
buscar en el pueblo mexicano, que me den algo... voy a buscar la riqueza de fe que
tienen ustedes, voy a buscar contagiarme de esa riqueza de fe... Ustedes tienen una
idiosincrasia, una manera de ser que es fruto de un camino muy largo, de una historia
que se fue forjando lentamente, con dolores, con éxitos, con fracasos, con búsquedas,
pero hay como un hilo conductor. Ustedes tienen mucha riqueza en el corazón y, sobre
todo, ustedes no son un pueblo huérfano porque se glorían de tener Madre".
Dicho esto, es cierto que esperamos que el Papa Francisco vuelva a recordar algunos
de los temas ya presentes en sus viajes a Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Cuba, así
como en los viajes a oteros continentes: los jóvenes, la paz, la justicia, la corrupción, la
dignidad de la persona y la cultura del descarte, el derecho a un trabajo digno, el
diálogo ecuménico, la Iglesia en salida, el respeto a la obra del Creador, etc. Son los
temas que están continuamente presentes en su magisterio y que ha recogido en la
Exhortación ‘Evangelii Gaudium' y en la Encíclica ‘Laudato Si'.
En el caso concreto de México, es posible que incida sobre algunos de los problemas
concretos de este Estado: la paz, el narcotráfico, la inclusión de los diferentes grupos
sociales, los indígenas, la corrupción... todo ello en el marco del Año Jubilar de la
Misericordia.
Por si fuera poco, a última hora, se ha añadido la gran esperanza puesta en el
encuentro que camino de México, en Cuba, tendrá con Cirilo, el Patriarca de la Iglesia
Ortodoxa Rusa.
En México y otras partes de Latinoamérica los ricos se hacen cada vez más
escandalosamente ricos y los pobres cada vez más trágicamente pobres. ¿Debería
denunciar la Iglesia católica, con mayor fuerza todavía, esta inequidad que mata?
Denunciar la injusticia es tarea de profetas, es tarea de la Iglesia. En Evangelii
Gaudium 182-183 el Papa Francisco escribe: "los Pastores tienen derecho a emitir
opiniones sobre todo aquello que afecte a la vida de las personas, ya que la tarea
evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humana. Ya no se
puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito de lo privado y que está sólo
para preparar las almas para el cielo". Y citando a san Juan Pablo II recuerda que "la
conversión cristiana exige revisar especialmente todo lo que pertenece al orden social
y a la obtención del bien común".
Como en tantos otros ámbitos, las cosas están suficientemente claras para quien
quiere entender. También es cierto que asumir con todas sus exigencias este reto
supone asumir sus consecuencias, que tantas veces serán el vacío, el rechazo, el
desprecio... y en no pocos casos la persecución e incluso el martirio. No por
empecinarse en una u otra ideologías o corriente política, sino por ser fieles al
Evangelio y al mensaje de Jesús.
¿Cuántos Pasionistas son, en cuántos países están y continúan teniendo
vocaciones?
La Congregación de la Pasión de Jesucristo (PASIONISTAS) fue fundada por san Pablo
de la Cruz en 1720. Nuestra Congregación está presente en 63 naciones y cuenta con
poco más de 1.900 religiosos. Las vocaciones llegan en su mayoría en los países en
torno a la línea ecuatorial: México, Centro América, Colombia, Venezuela, Ecuador,
Perú, Congo, Tanzania, Kenia, Filipinas,
Indonesia, India... Cada año se incorpora a la
Congregación una media de 50 novicios, que
evidentemente son menos de los religiosos que
cada año fallecen o abandonan la Congregación
por diversas razones.
Compartimos nuestro carisma y nuestra vida
con los monasterios de vida contemplativa
femenina pasionista y las Congregaciones de las
Hermanas Pasionistas, las Hijas de la Pasión, las
Hermanas de la Cruz y Pasión y las Siervas de la
Pasión.
Además del santuario madrileño de Santa
Gema, ¿cuántos son y qué hacen los
pasionistas en España?
Los Pasionistas llegaron a Santander en 1878,
pasando de allí a Deusto-Bilbao, donde en 1880
se abrió formalmente la primera comunidad. Fruto del proceso de reestructuración en
2013 se unieron las diversas Provincias hispanohablantes, formando la Provincia
‘Sagrado Corazón', que además de España incluye otras doce naciones de América
Latina: somos 380 religiosos en 60 comunidades.
En España tenemos 21 comunidades pasionistas, en las que viven 175 religiosos. En
la mayoría de los casos estamos comprometidos con el trabajo pastoral de las Diócesis
en las que nos encontramos, colaborando con las mismas mediante la atención de
parroquias. También cuidamos varios santuarios (la mayoría de ellos dedicados a Santa
Gema) y tenemos dos centros educativos. Hay además otras 20 presencias de las
Congregaciones Pasionistas femeninas arriba referidas.