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EL FUTURO DE LA IGLESIA Y EL CRISTIANISMO.
José María Mardones. Investigador del Instituto Filosofía .CSIC. Madrid.
El cambio de Papa desata siempre balances y especulaciones sobre el futuro de la iglesia
y hasta del Cristianismo. Juan Pablo II ha demostrado suficientemente que no es una
cuestión baladí quién esté al frente de la Iglesia Católica. Pero también es cierto que las
"condiciones objetivas" señalan los límites de los cambios. Lo esperable y posible será
siempre una mezcla, no definible a priori, entre la personalidad del futuro Papa y los
imperativos de la realidad. ¿Dónde estamos desde el punto de vista religioso en este
momento? ¿Con qué panorama se va a encontrar el sucesor de Juan Pablo II?
Un mundo religioso y cristiano en cambio
El mundo religioso está agitado. Y no sólo por el 11-S. Se dice que estamos
asistiendo a una metamorfosis de lo sagrado o reconfiguración de lo religioso. Una
breve mirada a la "globalización religiosa" en nuestro momento, con especial atención
al mundo cristiano, nos lo indica.
En todo Europa desciende la práctica religiosa (cristiana), aumenta la increencia
e indiferencia respecto a lo religioso (institucional), al mismo tiempo que hay signos de
cierta experimentación religiosa de tono "oriental", ecléctico, neo-místico y neoesotérico. Estamos al final de la era cristiana de “cristiandad”. España cada día está más
homologada a Europa. El número de los que se declaran no adscritos a ninguna
confesión son ya el 18% y dentro del mundo que se dice católico (82%), la mayoría son
alejados, un tercio escaso practicantes y una minoría de "festivos" o practicantes
ocasionales. Un 70% de jóvenes no pisa la Iglesia.
Estados Unidos y el resto del mundo muestran que la situación europea no es
generalizable. Según P.Berger es la excepción. A juicio de este analista religioso,
estamos viviendo un momento mundial de "exhuberancia religiosa". Ahora bien , el
mundo cristiano norteamericano está sufriendo toda una reacomodación. El cristianismo
de las confesiones protestantes asentadas en EE.UU, el llamado denominacionalismo, se
está desplomando: ha perdido entre 1965 y 1990 entre un quinto y un tercio de sus
miembros en favor de nuevas confesiones o tendencias religiosas de tipo más
carismático, flexible y subjetivo. Crecen las iglesias pentecostales (300%) y las del
evangelismo(200%) antes más minoritario o sectario. El catolicismo estadounidense, la
primera fuerza religiosa, sufre el tremendo golpe institucional del escándalo de la
pederastia y de una pérdida de dinamismo postconciliar, pero todo el mundo cuenta con
su vitalidad.
Latinoamérica es cristiana pero ha cambiado la reconfiguración. Ha dejado de
ser el continente católico. Al menos un 15-20% - unos 50 millones sobre 450- ha pasado
al pentecostalismo y el evangelismo de raíz norteamericana, pero cada vez con mayor
autonomía y capacidad de expansión.
El desplazamiento mayor del cristianismo durante el s.XX ha sucedido en África
y Asia. Por ejemplo, Corea, es un caso llamativo: actualmente sus 50 millones son
mitad cristianos (49%) y mitad budistas (47%). El cristianismo penetra fuertemente
entre los chinos de fuera de China, Singapur, Malasia e Indonesia.
África es el continente donde más ha crecido el cristianismo. Desde la Primera
Guerra Mundial el cristianismo ha comenzado a ser la primera religión en el África
subsahariana. Actualmente se calcula que hay unos 400 millones de cristianos, la mitad
al menos protestantes, de tipo pentecostal y evangélico, con implantación propia.
Esta mirada al cristianismo global indica que hacia el futuro el catolicismo (más
de 1000 millones) y el pentecostalismo y evangelismo ( unos 700 millones) serán las
fuerzas más dinámicas del cristianismo. El catolicismo representa el 64% de los
cristianos, el protestantismo el 25% y la ortodoxia el 9´3%. En total unos 1834 millones
, el 30% de una población mundial de más de 6000 millones. El 75% de los católicos
está ya en países llamados del Sur o Tercer mundo.
Observando globalmente este cristianismo se perciben una serie de dinamismos
de fondo: el marco donde hay que situar los desafíos y tareas del nuevo papado.
Asistimos a un giro hacia la religiosidad individual de tipo emocional y subjetivo. Más
que las grandes iglesias crecen los movimientos con capacidad de adaptación y
flexibilidad, con horizonte universal y adaptación local, las "iglesias célula". En un
momento de miedo e inseguridad, de riesgo generalizado, la religiosidad es vista más
como factor de seguridad, identidad y hasta consuelo, que como factor de cambio social.
La tonalidad "fundamentalista" de muchos grupos pentecostales es notoria, como los
grupos de mayor crecimiento y vitalidad en la Iglesia Católica son los llamados
"Nuevos Movimientos Eclesiales " de rasgos neotradicionales.
El futuro del catolicismo
El futuro del catolicismo se ve desafiado por esta situación global de la
religiosidad que, como vemos, no es uniforme y por la misma situación eclesial dejada
por Juan Pablo II. Hay efervescencia religiosa, pero no católica. El catolicismo tiene
menos capacidad de expasión en este momento que el pentecostalismo y el evangelismo
Las causas de este anquilosamiento quizá radiquen en su propia fuerza institucional. El
catolicismo se presenta demasiado centralizado y rígido. Especialmente bajo Juan Pablo
II cobró de nuevo fuerza la Curia romana y la función de los nuncios o representantes
del Papa en cada nación. Este giro centralizador le ha dado uniformidad institucional,
pero ha perdido dinamismo local. Los obispos han sido elegidos más en consonancia
con su supeditación a Roma que mirando su capacidad creativa y de estímulo
evangelizador. ¿Tendrá valentía y atrevimiento el nuevo Papa para dar un giro hacia las
"iglesias locales" y descentralizar la Iglesia Católica? Esta tarea requiere recuperar el
"espíritu" del concilio Vaticano II y transformar la Curia romana. Una tarea ardua y ante
la que no se atrevió Pablo VI y que ha dificultado este largo papado.
Una dificultad añadida viene dada por la rigidez doctrinal de la iglesia católica.
durante el papado de Juan Pablo II. La teología ha perdido creatividad. Hay incluso un
clima de denuncia y miedo: proliferan las acusaciones contra los teólogos y los hombres
espirituales más creativos. Continuamente se pone el nuevo Catecismo como el listón
con el cual medir la ortodoxia de lo escrito o predicado. Este uniformismo mata la
innovación teológica y espiritual, frena los intentos de adaptación del catolicismo a las
demandas de la nueva inculturación africana o asiática y asfixia la renovación
intraeclesial. En un momento en que el catolicismo ya no es "occidental" ¿emprenderá y
animará el próximo Papa una real inculturación del catolicismo en dichos continentes?
¿Aparecerá un catolicismo policéntrico y pluricultural o persistirá en ser una "religión
occidental? ¿Se abrirá el nuevo Papa a las voces de los que piden en nombre del
Evangelio el sacerdocio femenino, el celibato opcional o el uso de los preservativos?
La definición de los adversarios o "enemigos" es siempre muy importante para
toda religión. Juan Pablo II fue un enemigo encarnizado de la "religión de Estado”
comunista. Últimamente avistó que el peligro venía del materialismo práctico desatado
por la sociedad de sensaciones y de consumo. ¿Dónde está hoy el “materialismo” y el
“espiritualismo”? Con M.Gauchet habrá que responder que se han cambiado las tornas:
los seguidores del Evangelio se sienten hoy más cercanos a antiguos izquierdistas que a
los neoliberales consumistas de nuestros días. Nuestro mundo necesita un "latigazo"
moral que devuelva tensión utópica y valorativa a la empresa, la política y la sociedad.
Sin etización de la globalización vamos a la quiebra moral. ¿Se encaminará por ahí el
nuevo Pontífice?
Arduas tareas y desafíos. ¿Tendrá el próximo Papa las respuestas?