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GUIA PARA RECORRER
LAS VIAS DE LA FE
(Adaptación del material entregado
a los peregrinos en Roma)
El Papa Benedicto XVI, ha convocado a todos los bautizados a vivir un Año de la
fe,
Objetivo de este año
-
Suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada
convicción, con confianza y esperanza.
-
Intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía,
que es «la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde
mana toda su fuerza»
-
Promover el testimonio de vida de los creyentes para que sea cada vez más creíble.
-
Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar
sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de
hacer propio, sobre todo en este Año. (n.9)
Objetivos específicos:
-
Comprender de una manera nueva el Concilio Vaticano II.
Redescubrir el Catecismo de la Iglesia Católica.
Renovar la Iglesia a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes.
Renovar la proclamación del Evangelio. (Anuncio)
¿Cómo celebrarlo?
1) A lo largo de este Año, será decisivo volver a recorrer la historia de nuestra fe: que
contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado.
Santidad: la gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el
crecimiento y desarrollo de las comunidades a través del testimonio de su vida.
Pecado: debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el
fin de experimentar la misericordia del Padre que sale al encuentro de todos.
Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, «que inició y completa
nuestra fe» (Hb12, 2): en Él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del
corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor,
la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la
muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse
hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el
poder de su resurrección. En Él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan
plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra
historia de salvación. (n.13)
Mirada puesta en María, los apóstoles, discípulos, mártires, santos y todos los
creyentes que ya han partido y el testimonio de los que creemos en Jesús.
2) El Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la
caridad.(…) La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento
constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de
modo que una permite a la otra seguir su camino
3) «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2 Ts 3, 1): que este Año
de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en Él
tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero..
Comienzo: 11 de octubre de 2012
Finaliza: Cristo Rey. 24 de noviembre de 2013
Celebra: 50 años del Concilio Vaticano II y los 20 años del Catecismo de la Iglesia Católica
Invitados por el Papa
Como respuesta a esta invitación del Papa te invitamos, a través de estas reflexiones, a
renovar tu fe y de la tu comunidad, uniéndote aún más profundamente a la fe indefectible y
sólida de la Iglesia. Este itinerario te propone vivir las cuatro dimensiones de la fe indicadas por
el Santo Padre: la “oración”, la “celebración”, el “testimonio” y la “profesión” (cf. XVI, Carta
Apostólica Porta Fidei n. 9; Juan Pablo II, Const. Ap. Fideo Depositum).
En esta guía encontrarás una ayuda para recorrer las “Vías de la fe”. ¡Buen Camino!
PRIMERA ETAPA. La fe rezada
“Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a
que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa sobre todo en un momento de
profundo cambio como el que la humanidad está viviendo”. (Benedicto XVI, Porta fidei n. 8)
En esta primera etapa, te invitamos a hacer un breve momento de reflexión y de oración sobre
la fe. Encuentra un rincón tranquilo, siéntate cómodamente y mira a tu alrededor.
Reflexión personal
“Habla, Señor, que tu siervo escucha” (Cf. 1 Sam. 3:10)
Algunos pasajes de la Escritura y del Catecismo de la Iglesia Católica te ayudarán a responder
las preguntas: ¿Qué es la “fe”? ¿Qué significa “creer”?
1. Para la Biblia, creer significa reconocer el don gratuito de la presencia y de la
intervención de Dios en la propia historia. Una de las profesiones de la fe del Antiguo
Testamento más conocidas es la contenida en Dt. 6, 20-25: “Cuando el día de mañana te
pregunte tu hijo: “¿Qué son estos estatutos, estos preceptos y estas normas que Yahvé
nuestro Dios os ha prescripto?”, dirás a tu hijo: “Éramos esclavos de Faraón en Egipto, y Yahvé
nos sacó de Egipto con mano fuerte. Yahvé realizó a nuestros propios ojos señales y prodigios
grandes… y a nosotros nos sacó de allí para conducirnos y entregarnos la tierra que había
prometido bajo juramento a nuestros padres”.
2. Siempre en el Antiguo Testamento, Abraham, nuestro padre en la fe, nos enseña que la fe
consiste en entregarnos con plena confianza a Dios, confiando en la bondad y en la
fidelidad: “El Señor dijo a Abraham: “Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que
yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré… y por ti se bendecirán todos los
pueblos de la tierra”. Abraham partió, como el Señor se lo había ordenado…” (Gen. 12,1-5)
3. En el Nuevo Testamento, la fe es la respuesta del discípulo a la invitación que Jesucristo
hace a creer en su persona y en su doctrina, condición para entrar en el Reino de Dios,
reconociendo en Cristo al Hijo de Dios, el Mesías: “Jesús salió con sus discípulos… y en el
camino les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo?... “Y ustedes, ¿quién dicen que soy
yo?”, ellos respondieron “Tú eres el Mesías” (Mc. 8,27-29).
4. EI mismo Pedro nos recuerda que el cristiano es aquel que profesa la fe y está dispuesto a
dar razones de su fe, consciente de que comunicar la fe es una ocasión para evangelizar:
«Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre dispuestos a defenderse de
cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen» (1 Pe 3,15-16).
5. EI Catecismo de la Iglesia Católica, del que se celebra este año el XX aniversario de su
publicación, habla de la fe en el capítulo tercero, bajo el titulo "La respuesta del hombre a Dios":
«Con su Revelación, "Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran
amor y mora con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía"
(Conc. Vat. II, Dei Verbum, 2). La respuesta adecuada a esta invitación es la fe» (n. 142).
MPEC 1
1. En una hoja apaisada trazo una línea horizontal y marco cada año de mi vida.
a. En esta línea marco aquellos acontecimientos, momentos, en los que he
experimentado la “presencia de Dios”, su bondad y fidelidad en mi vida personal, familiar
y comunitaria.
b. También marco aquellos acontecimientos, momentos en los que he experimentado la
“ausencia de Dios” tanto personal como familiarmente y en comunidad.
c. ¿Qué he descubierto de Dios? ¿De qué manera me ayudó o no en la relación con Él?
2. ¿Cuáles son tus certezas de fe y cuáles son tus dudas de fe? ¿Qué estás haciendo
concretamente para conocer mejor los contenidos de tu fe?
3. ¿Qué frutos estas pidiendo a Dios para tu fe en este Año?
Si lo hacemos en familia o en comunidad podemos compartir nuestras reflexiones,
escuchándonos con respeto y en silencio.
Este compartirnos implica sólo escucharnos, sin responder, ni opinar, ni comentar lo que dice mi
compañero. Lo que se comparte en este espacio queda en nuestro corazón y no se realizan comentarios
posteriores.
ORACIÓN
(Puede ser de modo personal, en familia o en comunidad)
Buscamos un lugar adecuado, ponemos una imagen de Jesús, de la Trinidad, de María, etc.
Flores, una vela. En el medio la Palabra de Dios. Nos podemos en ronda, círculo. Si lo
hacemos en familia o comunidad designamos una persona para que guíe. Nos disponemos
para la oración.
Guía: Tomamos conciencia de nuestro cuerpo y de nuestro interior.
Allí en lo profundo de nuestro corazón habita Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.
Honramos nuestro cuerpo por ser “templos de Dios”, morada santa, sagrario de su presencia.
Honramos nuestro corazón por ser lugar de encuentro, de silencio, de intimidad, de amor y
entrega de Dios en nosotros y nosotros en él…
Hacemos un acto de fe en esa presencia: Creo, Señor que estás en mí… Dios Padre, Dios
Hijo, Dios Espíritu Santo. Trinidad Santa….
Me quedo en esa presencia… en silencio…. Cuando me distraigo o vienen pensamientos,
vuelvo a esa presencia misteriosa… Creo, Dios mío, Santísima Trinidad… Creo aunque no te
veo, no te siento, no te toco, ni te escucho…. Creo…. Aunque dude….
Después de un rato de silencio le damos gracias a Dios por este rato de encuentro amoroso,
podemos finalizar diciendo: «Señor, Creo, ayúdame porque tengo poca fe» (cf. Mc. 9:24b).
SEGUNDA ETAPA. La fe celebrada
«A lo largo de este Año, será decisivo volver a recorrer la historia de nuestro fe, que contempla
el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado. Mientras lo primero pone
de relieve la gran contribución que los hombres y los mujeres han ofrecido para el crecimiento y
desarrollo de las comunidades a través del testimonio de su vida, lo segundo debe suscitar en
cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el fin de experimentar la misericordia
del Padre que sale al encuentro de todos». (Benedicto XVI, Porta fidei n. 13)
En esta segunda etapa te invitamos a celebrar la fe en Dios que muestra su misericordia en el
perdón y en su Hijo Jesucristo, que da su Cuerpo y su Sangre, ofreciéndote su vida e
invitándote al banquete del Pan vivo.
CELEBRACIÓN PENITENCIAL
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R/. Amén.
EI Señor, que ilumina con la fe nuestros corazones, te conceda un verdadero conocimiento de
tus pecados y de su misericordia. R/. Amén.
Oremos. Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que no quieres la muerte, sino la
conversión de los pecadores, ven en auxilio de tu pueblo, para que se convierta a ti y viva.
Permítenos escuchar tu voz y confesar nuestros pecados; que reconociendo tu perdón demos
testimonio de tu verdad y crezcamos en la fe en tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los
siglos de los siglos. R/. Amén.
Lectura de la Palabra de Dios (Co/ 3,8-10.12-17)
De la Carta de San Pablo Apóstol a los Colosenses.
Pero ahora es necesario que acaben con la ira, el rencor, la maldad, las injurias y las
conversaciones groseras. Tampoco se engañen los unos a los otros. Porque ustedes se
despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo, aquel que
avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su
Creador. Por eso, ya no hay pagano ni judío, circunciso ni incircunciso, bárbaro ni extranjero,
esclavo ni hombre libre, sino solo Cristo, que es todo y está en todos. Como elegidos de Dios,
sus santos y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la
benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia. Sopórtense los unos a los otros, y
perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. EI Señor los
ha perdonado: hagan ustedes lo mismo. Sobre todo, revístanse del amor, que es el vinculo de
la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones: esa paz a la que han sido llamados,
porque formamos un solo Cuerpo. Y vivan en la acción de gracias. Que la Palabra de Cristo
resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los
unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos
inspirados. Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús,
dando gracias por él a Dios Padre.
Palabra de Dios. R/. Demos gradas a Dios.
Momento de silencio (o reflexión del sacerdote)
MPEC 2
Examen de conciencia
- Creo en un solo Dios, Padre omnipotente, Creador del cielo y de la tierra.
¿Qué imagen tengo de Dios? ¿Es para ml un verdadero "padre"? ¿En qué momentos de mi
vida he experimentado su maternidad /paternidad? ¿Qué tipo de hijo/a soy: obediente, rebelde,
distraído...? ¿Cómo me relaciono con las personas? ¿Con los bienes materiales? ¿Con la
naturaleza? ¿Respeto a los demás? ¿Respeto las cosas que no me pertenecen?
- Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios.
¿Creo que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida? ¿Cómo respondo a su llamado que me
invita a seguirlo? ¿Cómo es mi oración hoy? ¿Dedico tiempo a la lectura y meditación de la
Palabra de Dios? ¿Cómo es mi encuentro con Jesús en la Eucaristía? ¿Puedo reconocer su
presencia en mis hermanos?
- Creo en el Espíritu Santo, que es Señor y da la vida... y que habló por los profetas.
¿Se manifiestan en mi vida los frutos del Espíritu: «amor, alegría, paz, magnanimidad,
benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio personal» (cf. Gal 5,22)? ¿Me
reconozco templo del Espíritu? ¿Soy dócil a la acción del Espíritu Santo que me habita?
- Creo en la Iglesia una, santa, católica y apostólica
¿Qué relación tengo con la Iglesia? ¿Frecuento alguna comunidad parroquial, algún movimiento, un grupo eclesial a vivo mi fe privadamente? ¿Cómo reacciono ante los "escándalos" de la
Iglesia? ¿Me siento responsable de la santidad de la Iglesia? ¿Oro por la Iglesia, por sus
pastores? ¿Me esfuerzo por construir la unidad y la comunión a mi alrededor o provoco tensión
y división?
- Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
¿Agradezco a Dios, a mis padres, a mis padrinos, por el don del Bautismo? Si tengo hijos, ¿los
he bautizado? ¿Ayudo a otros padres de familia para que conozcan la importancia y la belleza
del bautismo para sus hijos? ¿Me acerco con frecuencia al sacramento de la Penitencia?
¿Cuándo fue la última vez que me acerqué al sacramento de la reconciliación? ¿Cuento con
un acompañante espiritual que me ayude? ¿Soy capaz de perdonar y de promover la paz?
¿Necesito todavía librarme de algún rencor que anida en mi corazón?
- Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
¿Cultivo la virtud de la esperanza? ¿Qué esperanzas ocupan y nutren mi vida cotidiana?
¿Cómo reacciono ante la muerte? ¿Creo en la resurrección?
Rito de la Reconciliación
Confiando en la misericordia de Dios, nuestro Padre, renovemos nuestras promesas
bautismales:
•
¿Renuncias al pecado, para vivir en la libertad de los hijos de Dios? R/. Renuncio.
•
¿Renuncias a las seducciones del mal, para no dejarme dominar del pecado?
R/.Renuncio.
•
¿Renuncias a Satanás y al mal en todas sus formas, origen y causa de todo pecado?
R/. Renuncio.
Ahora, en el espíritu del Evangelio, reconciliémonos entre nosotros e invoquemos con fe Dios
Padre para obtener el perdón de nuestros pecados.
Se dice el Padre Nuestro: Padre nuestro…
Oh Dios, que con tus sacramentos has puesto remedio a nuestra debilidad, haz que acojamos
con gozo los frutos de la redención y los manifestemos en la renovación de nuestra vida. Por
Cristo nuestro Señor. R/. Amén.
Si hay confesores disponibles, es el momento oportuno para celebrar el Sacramento de la
Penitencia.
GESTO DE LA LUZ
Para concluir este momento, te invitamos a realizar un gesto muy sencillo, que recuerda el
paso de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia y del perdón recibido, y al mismo tiempo
nos lleva a la luz encendida, del cirio pascual, durante la Vigilia de la noche de Pascua, y en el
día de tu bautismo.
Encendemos una vela y cantamos. Podemos decir esta jaculatoria:
«Señor, Tu eres la Luz del mundo, lámpara para mis pasos, guía para mi camino». (Cf.
Sal.119, 105; Jn. 8,12)
Oremos. Padre Santo, que en tu infinita bondad nos has renovado a imagen de tu Hijo, haz que
toda nuestra vida se convierta en signo y testimonio de tu amor misericordioso. Por Cristo
nuestro Señor. R/. Amén.
TERCERA ETAPA. La fe vivida
«Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre
el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio,
sobre todo en este Año». (Benedicto XVI, Porta Fidei n. 9)
La fe «es compañera de vida que nos permite distinguir con ojos siempre nuevos las maravillas
que Dios hace por nosotros. Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual,
nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo
resucitado en el mundo». (Porta Fidei, n. 15)
No basta con decir que creemos, Jesús nos interpela a encarnar la fe en nuestra vida: “No son
los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que
cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo”. (Mateo 7,21).
En la Iglesia tenemos maravillosos ejemplos de personas que vivieron una fe encarnada en sus
vidas, siendo faros de la presencia de Jesús. Muchos de ellos de manera silenciosa y oculta,
otros de manera manifiesta y pública, todos movidos por el amor en la entrega y la alabanza.
Para la reflexión:
Buscamos varias biografías de personas que supieron vivir su amor a Jesús entregando su
vida incondicionalmente.
Podemos comenzar con el Santo protector de nuestra diócesis, o parroquia, o familiar.
Pensemos en los mártires y santos: José, Pablo, los Apóstoles, Ageda, Felicidad, Tarsicio,
Lorenzo, Esteban, Agustín, Teresa, Rita, Antonio, Cayetano, Madre Teresa y nuestro querido
Beato Juan Pablo II.
No nos olvidemos de aquellos que, si bien no han sido nombrado santos por la Iglesia, su
ejemplo ha sido una luz en medio de la oscuridad del mundo en que vivimos. Son los que la
Iglesia llama los “nuevos” mártires del siglo XX y XXI, aquellos de los que probablemente
hemos oído hablar en la televisión o de quienes hemos leído en los periódicos la noticia de su
muerte: el obispo Mons. Romero asesinado en El Salvador en 1980, el sacerdote romano Don
Andrea Santoro asesinado en Turquía en el 2006, religiosos católicos, ortodoxos, víctimas de
estos años de ideologías violentas e injustas. También hoy en muchas partes de mundo se
desata la furia contra los cristianos de todas las confesiones y se les mata en nombre de un
Dios muy diverso al del Padre de Jesucristo.
A la luz de estos grandes de la fe, podemos mirar nuestra vida.
Una vez que hayamos encontrado y leído detenidamente la historia de vida de alguna de estos
santos o testigos contemporáneos, nos podemos preguntar:
MPEC 3
Mirando mi fe en la vida de los testigos de la fe:
Elijo un santo o una santa que me guste especialmente y una persona que haya ejercido y
ejerce una influencia en mi vida de fe:
- ¿Qué es lo que más admiro de ellas, ¿Por qué?
- ¿En qué me resultan ejemplares. ¿Por qué?
- ¿Hay algún aspecto de la vida de ellos que puedo incorporarlo mi vida? ¿De qué
manera?
- ¿Qué pasos tendría que dar para que se encarnen en mi vida?
Mirando mi fe en la vida:
- ¿En qué me gustaría crecer?. ¿Qué necesito para desarrollarlo?
- ¿Cuáles son los pasos que tengo que dar para encarnar en mi vida estos cambios?
- Escribo una oración a Jesús pidiéndoles la gracia de crecer en la fe y ser testigo de su
amor a mis hermanos.
CUARTA ETAPA. La fe profesada
«Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y
renovada convicción, con confianza y esperanza». (Benedicto XVI, Porta Fidei n. 9)
Este itinerario está llegando al momento de la renovación de mi compromiso en la fe.
MPEC 4
Antes de profesar nuestra fe nos vamos a preguntar:
-Recorro los distintos ámbitos y realidades en que me mueve en mi vida de todos los días
¿De qué manera soy signo de esperanza, alegría, amor, fidelidad para los demás?
- Miro las personas a mí alrededor. ¿En quiénes me parece que puedo ejercer una
influencia positiva (hijos, alumnos, amigos, vecinos...)?
- Miro las personas que me rodean carentes del amor de Dios ¿de que manera puedo
hacerles presente su presencia?
- ¿Cómo vivo el servicio hacia los más pobres materialmente?
- ¿De qué manera soy testigo de la fe para los que están alejados de Dios, los
descreídos y los desesperanzados?
- ¿En qué podría crecer en el servicio a los más necesitados?
- El Señor me invita a ser su testigo. Escribo una oración en la que expreso mi deseo y
compromiso de entregarme a su servicio.
Profesión de fe
En familia y/o en comunidad vamos a profesar nuestra fe.
En la Catedral de nuestra diócesis, como símbolo de nuestra unión con el obispo y el Papa, o
en algunas de las iglesias asignadas por el obispo de la diócesis para el Año de la Fe, o en
nuestra parroquia o capilla, nos reunimos para aclamar nuestra fe.
Si no es posible de hacerlo en algún templo, lo hacemos en alguna casa de las personas de la
comunidad. Nos sentamos en círculo, en el medio podemos una imagen religiosa, la Palabra
de Dios y una vela encendida. Cada uno tiene una vela que se encenderá desde la vela que
está en el pequeño altar, antes de proclamar el Credo.
Todos tenemos una copia del Credo Niceno – Constantinopolitano.
Al comenzar podemos decir:
Guía: Hoy queremos renovar nuestra fe. Como en el día de nuestro bautismo lo proclamaron
nuestros padres y padrinos en nuestro nombre, hoy lo vamos a proclamar cada uno y todos
juntos como Iglesia, desde el corazón con el compromiso de vivir nuestra vida, entregada a
Jesús nuestro Señor, encarnando su Palabra.
Este Credo que vamos a proclamar contiene todas las verdades que nos comprometemos a
creer y vivir, con él nos unimos a nuestro obispo y al Papa, a todos los católicos del mundo, los
que ya no están entre nosotros y todos los que vendrán.
Primero el coordinador leerá el CREDO en voz alta. Todos escuchan atentamente.
Cada uno podrá decir en voz alta aquella frase o palabra. Todos escuchamos en silencio.
Luego de un período prudente, el coordinador invita a encender la vela que tiene cada uno y a
rezar el CREDO.
(Mientras se encienden las velas se puede cantar, por ej., Esta es la luz de Cristo)
Todos decimos:
CREDO
Niceno - Constantinopolitano
CREO en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo
visible y lo invisible.
CREO en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos; Dios de Dios, Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero;
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del
Espíritu Santo se encarnó en María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
CREO en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo, reciben una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas.
CREO en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén
Al finalizar el coordinador dice:
− Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, la que nos gloriamos de profesar en Jesucristo
Al nuestro Señor. R: Amén.
Podemos terminar con un canto.
HIMNO DEL AÑO DE LA FE
(Adaptación)
1. Caminamos llenos de esperanza,
pero a tientas en la noche.
Vienes tú en el Adviento de la historia,
eres tú el Hijo del Altísimo.
Con los santos que caminan con nosotros,
Señor, te pedimos:
Creemos Señor, aumenta nuestra fe.
2. Caminamos fatigados y perdidos,
sin el pan de cada día.
Tú nos nutres con la luz de Navidad,
eres tú la estrella de la aurora.
Con María, la primera creyente,
Señor, te rogamos
Creemos Señor, aumenta nuestra fe.
3. Caminamos cansados y sufrientes,
aún abiertas las heridas.
Quien te busca en su desierto, tú lo curas,
eres tú la mano que nos sana.
Con los pobres que nos llaman a la puerta,
Señor, te invocamos:
Creemos Señor, aumenta nuestra fe.
4. Caminamos bajo el peso de la cruz,
tras las huellas de tus pasos.
Resucitas la mañana de la Pascua,
eres tú el Viviente que no muere.
Con los fieles que quieren renacer,
Señor, te suplicamos:
Creemos Señor, aumenta nuestra fe.
5. Caminamos esperando el fuego nuevo
que se enciende en Pentecostés.
Tú recreas la presencia de aquel soplo,
eres tú la Palabra del futuro.
Con la Iglesia que anuncia tu Evangelio,
Señor, te imploramos:
Creemos Señor, aumenta nuestra fe.
6. Caminamos cada día que nos donas,
con los hombres de este mundo.
Tú nos guías por las sendas de la tierra,
eres tú la meta que anhelamos.
Con el mundo donde el Reino está presente,
Señor, te clamamos:
Creemos Señor, aumenta nuestra fe.