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Apelación para El Domingo
Mundial de las Misiones 2014
La Sociedad de la Propagación de la Fe
Una Obra Misionera Pontificia
2014
Historias de las Misiones
El tema del Domingo Mundial de las Misiones 2014 es “Yo
edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). En el material para
la celebración de este año se presenta la historia de la
Iglesia de Mongolia, la cual es la Iglesia Católica más joven
del mundo, con tan solo dos décadas de existencia.
Tras décadas de lucha bajo un régimen comunista y sin libertad religiosa,
fue tan solo hace poco más de 20 años que el pueblo de Mongolia tuvo la
oportunidad de escuchar la Buena Nueva de Jesucristo.
“La Iglesia está llamada a transmitir la alegría del Señor a sus hijos”, nos recuerda el Papa Francisco. Y eso es lo que está haciendo, fiel a su fe y a la misión
de la Iglesia, el obispo Wenceslao (Wens) Padilla, un sacerdote misionero que
hoy en día es el primer obispo de Mongolia. Él y dos sacerdotes misioneros
llegaron a Mongolia en 1992 para edificar la Iglesia Católica y para servir a los
pobres de este país asiático.
Al proclamar y compartir su fe a través de ayuda espiritual y práctica, incluyendo educación, atención médica y programas de formación profesional, los
primeros misioneros construyeron poco a poco la Iglesia católica de Mongolia
en un país donde por generaciones no se había anunciado el Evangelio.
Lamentablemente, innumerables comunidades en Mongolia y el resto del
mundo siguen sin escuchar la Buena Nueva. Sin sacerdotes o monjas locales,
ni ningún ingreso local para sostener la difusión, nuestra familia misionera en
estas regiones necesita que le brindemos ayuda.
Este año, su generosidad en el Domingo Mundial de las Misiones llegará a la
Iglesia de Mongolia y a otras iglesias en lugares remotos del planeta, donde
los pobres reciben ayuda práctica y experimentan el amor y la misericordia
de Dios, su esperanza y su paz.
Conozca al obispo Wenceslao (Wens) Padilla
“Jesús le dijo a Pedro: ‘Sobre esta roca edificaré
mi iglesia’. Y pienso que eso también me lo dijo a
mí cuando vine a Mongolia”.
— Obispo Wens, Mongolia
Hace poco más de 20 años, el obispo Wenceslao
(Wens) Padilla, un sacerdote misionero de la
Congregación del Inmaculado Corazón de María (conocida en Estados Unidos
como Missionhurst) y actualmente el primer obispo de Mongolia, llegó a
ese país con dos compañeros sacerdotes. Sus primeras impresiones fueron
las luchas del país con el alcoholismo y la violencia doméstica, los escasos
servicios sociales proporcionados por el gobierno y la pobreza extrema. Pero
también encontró un pueblo buscando “a Dios y la santidad”.
Se formaron catequistas locales en la fe y ahora ayudan al obispo Wens a
compartir las Buena Nueva del Evangelio al pueblo de Mongolia y a conectar a
las personas con la fe católica de una manera que sea relevante y significativa
a su propia cultura.
El obispo Wens comenzó literalmente desde cero; no había católicos en
Mongolia cuando él y sus compañeros misioneros llegaron. Los primeros
bautismos, como grupo, se realizaron tres años después de su llegada. En ese
grupo de 13 personas se encontraba el secretario del obispo Wens.
“Pero antes de eso, había una familia cristiana de los Estados Unidos que había
adoptado un niño de Mongolia y deseaba bautizarlo”- recuerda el obispo
Wens. El nombre que eligieron para el niño fue Cholon que significa “roca” en
mongol. Y yo lo bauticé como “Pedro”; fue nuestro primer bautismo”.
A partir de ese primer grupo, el número de católicos ha seguido en aumento
en todo Mongolia. Se estima que actualmente hay 850 personas que profesan
la fe católica. Cada Pascua, se une a la iglesia un promedio entre 20 y 50
personas. El obispo Wens mantiene firme su compromiso desde el primer día
hasta ahora con el propósito de alcanzar a los más necesitados, ofreciéndoles
ayuda práctica y espiritual a la vez que continúa edificando la fe de la iglesia.
“Alcanzar a los necesitados y a los que están lejos de la fe”- dice el obispo
Wens – “resume todo lo que quiero hacer como sacerdote, como obispo y
como cristiano. El papa Francisco siempre recalca: ‘Salgan, vayan allí y hagan
algo por la gente, especialmente por los pobres’. Y eso es precisamente lo que
yo quería hacer, llegar a la gente, a los pobres”.
La Iglesia católica de Mongolia y otras iglesias católicas en
el resto del mundo nos necesitan con urgencia para alcanzar junto a ellos a más personas, a través de nuestras
oraciones y ayuda financiera. Ellos necesitan de nuestro
apoyo, por ejemplo, para la construcción de nuevas iglesias
y escuelas; para capacitar a los catequistas, administrar
centros médicos, dar clases de inglés y otros cursos; administrar hogares para niños con discapacidades y sin hogar.
Conozca a Gantulga
“Hay una influencia positiva de la Iglesia en toda
esta comunidad. Sus vidas han cambiado para
mejor. Se puede ver y sentir el cambio. Hay más
alegría y felicidad a nuestro alrededor. Gracias al
impulso espiritual y práctico de misioneros fieles,
cada año, más y más mongoles escuchan las
Buena Nueva del Evangelio y aceptan a Jesús en sus vidas”. — Gantulga,
esposo y padre, bautizado en la Iglesia de Mongolia, Pascua de 2013
La familia de Gantulga es solo una de las familias de Mongolia cuyas vidas
han sido transformadas drásticamente después de escuchar las Buena
Nueva del evangelio y aceptar a Jesús en sus corazones. Gantulga, su
esposa Uurtsaikh y sus hijos, viven en la localidad rural de Arvaiheer, a
unos 300 kilómetros de Ulán Bator, capital de Mongolia.
La familia conoció la Iglesia Católica cuando se mudaron a la ciudad
después de haber perdido trágicamente todo su ganado hace casi 10
años. Ellos fueron una de las pocas familias afortunadas en recibir un
nuevo ger para vivir (carpa redonda tradicional de Mongolia). Mientras
que Uurtsaikh y los niños comenzaron a asistir a las actividades que se
realizaban en la iglesia católica local, Gantulga era preso del alcoholismo y
de un comportamiento destructivo. “En el pasado, cometí mucho errores
en mi vida. Era adicto al alcohol, tenía problemas con la violencia y para
relacionarme con otras personas”, explica. “Cuando empecé a ir a la iglesia
y a sentir cómo la misericordia de Dios me alcanzaba, sentí que tenía que
recibir el bautismo”.
“A veces trato de imaginar qué hubiera sido de mi vida sin fe”, dice
Gantulga. “Y honestamente no encuentro una respuesta porque
probablemente hubiese sido arrastrado por el río de mi antigua vida
hacia algo malo. Realmente no sé qué hubiera sido de mi vida sin Cristo”.
Gantulga recibió el bautismo en la Pascua de 2013, pero incluso antes
de eso (cuando empezó a asistir a la iglesia
con Uurtsaikh y sus hijos) vio cambios
drásticos en su vida. Hoy Gantulga no
solo es un mejor padre y esposo, sino que
también ha surgido como un líder en la
comunidad para ayudar a los necesitados.
En 2012, cuando la Iglesia católica de
Mongolia celebró su vigésimo aniversario,
un hito que festejaron los católicos de todo
el país,
se eligió como himno oficial una canción
compuesta por Gantulga llamada “Jesucristo nos ha salvado”, la cual
ahora se canta cada semana en su iglesia. La letra proclama cómo
Gantulga y su familia fueron salvados por Jesucristo.
Toda la familia de Gantulga está involucrada con el trabajo que la Iglesia
hace alli. Tres veces a la semana, él participa en un grupo de hombres
en el que fabrican objetos religiosos y recuerdos de madera y cuero,
mientras que su esposa, Uurtsaikh, participa en un grupo similar para
mujeres. Sus hijos también son miembros activos de la Iglesia. Asisten a
misa con sus padres y participan en programas de guardería infantiles.
La Sociedad para la Propagación de la Fe ha financiado el desarrollo
y la propagación de la Iglesia Católica desde que el obispo Wens y los
otros misioneros fueron invitados por primera vez al país hace más
de 20 años. Con el apoyo continuo que ustedes brindan a través de
la Sociedad para la Propagación de la Fe en el Domingo Mundial de
las Misiones, el trabajo de estos misioneros podrá continuar aquí y en
el resto del mundo, y los pobres recibirán ayuda práctica a la vez que
experimentan el amor y la misericordia de Dios, su esperanza y su paz.