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Temática De Revolución Mexicana
Alumna: Samai Jiménez Herrera.
Matricula: 200517570
LA CRISTIADA EN 1926
Introducción
La Cristiada es un tema que cuenta con muy pocos documentos disponibles para
el público que no es especialista en el tema, quizás porque es muy complejo el
papel de los involucrados en el conflicto los que hasta hora producidos y los que
pude revisar me parecen que tratan de exponer lo que hasta sus días les toco
vivir, pero es necesario cuestionarse los acontecimiento en los últimos mese que
vuelve a vivir en México.
Debido al resurgimiento que la Iglesia Católica
nuevamente vuelve a tomar en cuestiones de política.
Presentación
La Cristiada me intereso en primer lugar, porque desconozco las profundidades
de la misma, considero que es un conflicto muy viejo, el cual se arrastra desde la
colonia, independencia, El Porfiriato, revolución y hasta nuestros días, el cual ha
ido evolucionando para no desaparecer, pues siempre encuentra las formas y los
medios para sobrevivir, pues es el poder lo que en realidad está en disputa entre
las autoridades del gobierno y las autoridades católicas, puesto que los primeros
buscan aniquilar por completo las facultades a los católicos
para tomar
decisiones en el país, los segundos buscan tener una representación en el
congreso que les permita mantener el control de sus instituciones que habían
perdido con las leyes de reforma, como de la misma población manipulándola a su
beneficio.
El discurso que se ha usa para fundamentar la seriedad, la importancia, la
relevancias, etc, del hacer creer que México nació siendo católico y que debe
continuar así para mantener su buen orden sobre todas las circunstancias, es
clarísima aun en la Dictadura, que aunque se ve muy limitada en la política no
desaparece sino que por el contrario resurge después de la misma reclamando
sus derechos con la creación del
El Partido Católico Nacional, así como la
creación de periódicos que los representara, no solo ante el gobiernos sino
también ante las clases dominantes en México.
La manipulación que se ha usado desde el conflicto religioso, la cristiada hasta
nuestros días no es claro pues se tratan siempre de mezclar los sentimientos
religioso con el deber de ciudadano responsable que debe vigilar un ordenen
adecuado que permita a las instituciones jurídicas el respeto, la tolerancia, la
equidad, la solidaridad, la compresión, etc., para los demás individuos que forman
un país lleno de distintas ideas, que buscan suplir sus
necesidades como
individuo, grupo, comunidad, estado y país.
El discurso se sigue usando para hacerse
pensar que la iglesia y el estado
actúan quizás por separado pero por los mismos objetivos y por lo mismo el actual
gobierno ha sosteniendo reuniones públicas con la Iglesia Católica aun que se
violan la Constitución. Puesto que lo hemos percibir ya que hace uno meses
nuestro propio presidente vuelve a recordar
pronunciado en la inauguración del sexto
a los Cristeros en su discurso,
Encuentro Mundial de la Familia,
mostrando las relaciones que el gobierno sostiene con la Iglesia abiertamente.
Antecedentes de la Cristiada.
Desde la política de Díaz la cual cubría todos los aspectos del país y no permitía
la participación de la Iglesia Católica ni de cualquier otra forma de gobierno para
el país, puesto que con sus reelecciones los grupos que se formaban no tardaban
en darse cuenta que Díaz utilizaba toda su astucia para derribar los intentos por
quitarlo del poder. Donde la iglesia principalmente está conforme debido que
mientras la política de Díaz no
aplicar las
leyes de Reforma podía seguir
conservado algunos de sus privilegios menguados por los enfrentamiento
anteriores con Juárez y Lerdo, donde habían perdido, por lo cual para los
siguientes años se tranquilizan los conflictos entre el Estado y la Iglesia.
Por lo que en el trascurso de la dictadura por lo contrario buscan unir fuerzas los
políticos católicos y otro grupo de políticos que no están de acuerdo con Díaz los
cuales quieren someter las injusticias que se estaban viviendo, formando grupos
donde la ideología tiene un papel central en dicho proceso puesto que las
mentalidades de todos los que intervienes no son justificadas en sus arraigos de
individuos como parte de un país que busca sostener su identidad que se ha ido
formando, tan atropelladamente
por un gobierno y una iglesia que buscan
manejar las políticas del país, las cuales les favorezcan como instituciones, puesto
que los dos buscan la paz, la unión y el acurdo del país, provocan lo contrario,
esto es muy notable con la Creación del Partido Católico Nacional “Limantur
maniobra para ganarse a los católicos.-Se apresura la formación del Partido.-Actitud
equivocada de don Trinidad Sánchez Santos” J. Correa 68) Puesto que lejos de llegar
acuerdos las fragmentaciones son el resultado menos esperados de los grupos
reaccionarios que intentan controlar al país después del Porfiriato.
La desorganización en la que se encontraba el país en 1913 permitió que algunos
católicos tengan el valor para proponer la creación de su representación en el
gobierno para velar por el pueblo que ha estado oprimido por la política que se
había manejado así como
para recupero lo que era suyo y no se resignan a
perder, por lo cual por medio de católicos que tiene una posesión que les permita
la organización para representar a la iglesia y sus interés, que se manejan como si
fueron los mismo del pueblo. La situación de estos años fue definitivamente de
aleccionamiento para los católicos puesto que las políticas que cada quien se
ceñía eran tan distintas que no podían tener puntos de acuerdos que les
permitieran formar un gobierno fuerte que sustentara a Madero y su política. Los
cuartelas en esos años confirma la inestabilidad a la que se enfrento México
internamente dividido ideológicamente.
Las dimensiones mismas de la tragedia convencieron al Estado y a la Iglesia de
poner fin a un enfrentamiento que iba en contra de los fines perseguidos por
ambas instituciones: la paz, el desarrollo y la justicia que permiten a todos los
hombres vivir en libertad de acuerdo con sus creencias y conciencia. Puesto que
con el gobierno de Díaz eso solo era una falsedad para el pueblo por lo cual
Madero busca tener el apoyo de los católicos los cuales
deseaban tener los
medios para poder intervenir en los asuntos del país por lo cual Madero quiso
utilizar para fundamentar su gobierno, pues “ Madero estaba bien dispuesto para los
católicos, y de ello dio pruebas en su gira de propaganda,
durante la revolución y
después de ella, y no podrá negárseme que en lo general procuró respetar sus
compromisos y manifestarse consecuente con su ideales, ya que de esto da testimonio
brillante su respeto por la libertad de la prensa, que le costó la vida”. J. Correa100)
La desorganización del país llevo al extremo en la conducta de quienes
gobernaban al país principalmente la del Partido Católico Nacional
con su
creación en esos años quienes deseaban ansiosamente participar en las
decisiones
del rumbo que debería
seguir el país para poder tener la
representación en primer lugar como la buscaban el control del mismo después
del derrocamiento de Díaz y sus seguidores era el mejor momento para realizara
sus planes mientras que para los políticos que no se quedaron sin hacer nada,
sino por el contrario buscaron seguir en la política del país para tener los
beneficios que anteriormente tenían, la actitud por ambos bandos permite que el
país entre en conflictos unos con otros al querer tener el control cada uno.
Madero es la cabeza de esta desorganización por lo cual para el Partido Católico
Nacional buscaban como ellos mismos lo afirman
“Ganarse la estimación del
mandatario para que desenvolviera su gestión de acuerdo con nuestros postulados habría
sido obra meritoria para la República y fundamental para nosotros, que por muchos años
habremos de tropezar con gravísimos dificultades para gobernar por nosotros mismo”. J.
Correa 101).
Debido a la actuación del mismo Madero con la del Partido Católico Nacional y la
de los políticos en turno que busca aliarse para fundamentar un gobierno que al
mismo tiempo estaba dividido mientras unos que buscaban la forma para derribar
el gobierno de Madero, mientras el Partido Católico Nacional se identifica con él y
con su política puesto que Madero demostró varias veces tener la intención de
suprimir las leyes de Reforma para que estos pudieran actuar políticas del país. La
política de Madero y de sus al verdaderos aliados son anuladas y derrotadas con
el asesinato de Madero por lo cual el Partido Católico Nacional desaparecieron,
junto con las presa que habían surgido en los años de inestabilidad y confusión
Los años posteriores del derrumbe del Partido Católico Nacional.
El sobrino de Don Porfirio, Felix Díaz y Bernardo Reyes, se apoderan en la ciudad
de México de un recinto militar, "La Ciudadela", donde mueren más de 500
personas (la Decena Trágica, del 19 al 28 de febrero de 1913). La rebelión
culmina con la traición de Victoriano Huerta, designada por Madero para sofocarla.
Apresan a Madero y al vicepresidente Pino Suárez y por lo cual Victoriano Huerta
mandó matar a Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez el
día 19 de febrero de 1913. Por lo cual duró 15 meses el único gobierno
plenamente democrático y respetuoso de todas las libertades en la historia
contemporánea de México sin embargo muy deblil, para el año de 1914 Victoriana
Huerta y Venustiano Carranza el primero el usurpador, por la fuerza de las armas
simuló ser elegido por el Congreso de la Unión, quiso dar la impresión de llegar al
poder legalmente a través del congreso y a quienes se le opusieron, los asesinó
por parte de Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, se muestra vacilante
en reconocer o no a Huerta quien se proclama presidente el 19 de febrero de
1913. Un mes después, Carranza se decide a desconocer a Huerta acusándolo de
romper el orden constitucional, lo mismo hace el gobernador de Sonora, Avaro
Obregón. Por lo cual Venustiano Carranza, proclama el Plan de Guadalupe, el 26
de marzo de 1913. Carranza, forma el ejército Constitucionalista y se proclama
primer jefe. Al ejército fiel de Huerta le nombran "Los Federales". Bajo la excusa
de impedir la llegada de abastecimientos militares para Huerta, tropas
norteamericanas por órdenes de su presidente Woodrow Wilson, ocupan Veracruz
el 21 de abril de 1914. Les hacen frente al pueblo y los alumnos de la Heroica
Escuela Naval. Las tropas constitucionalistas se dividen en el ejército del noreste,
comandado por Pablo González; del norte, por el general Francisco Villa y del
noroeste, por el general Álvaro Obregón. En el sur se les une a la lucha Emiliano
Zapata El ejército constitucionalista toman Zacatecas y queda libre la entrada a
México. En junio de 1914, Victoriano Huerta huye y nombra un gobierno para
negociar con los rebeldes. El 14 de agosto de 1914, mediante los tratados de
Teoloyucan, se rinde incondicionalmente el ejército federal. Venustiano Carranza,
Francis Villa Y Emiliano Zapata (1914-1915) La derrota de Victoriano Huerta y el
triunfo de los constitucionalistas es opacado por la división de Carranza y Villa.
Las diferencias se tratan de resolver a través de una Convención que reúne a
todos los jefes militares, donde en la segunda reunión de la Convención de
Aguascalientes (10 de octubre de 1914) designan como presidente interino al
general Eulalio Gutiérrez. Les piden la renuncia a sus cargos y mando sobre las
tropas a Villa y Carranza, desconoce a la Convención. Carranza establece su
gobierno en Veracruz en noviembre de 1914. La convención amparada en un
principio por Villa, pierde también ese apoyo e importancia de hecho. Carranza y
su ejército al mando del general Álvaro Obregón, se enfrentan a Villa y Zapata.
Villa y Zapata, ocupan casi todo el territorio nacional a un principio, pero
posteriormente, Álvaro Obregón, gran estratega militar, destruye al ejército villista,
en la batalla de Celaya. Pablo González, el otro general carrancista, vence a
Zapata en Morelos. Las actividades de Villa y Zapata quedan reducidas a
guerrillas. Triunfa el constitucionalismo o carrancismo. Estados Unidos y varios
países latinoamericanos reconocen en octubre de 1915 a los carrancistas como
gobierno de México.
VENUSTIANO CARRANZA (1916-1920), expidió varias leyes, mientras se
encontraba en Veracruz. Estas leyes son: la Ley de restitución y dotación de ejidos
(6 de enero de 1915), como
la Ley del Municipio Libre y también decretó la
desaparición de las tiendas de raya. Para el mes de febrero de 1916 Carranza fija
la residencia de los poderes generales en Querétaro, como la convoca a una
elección de diputados para redactar una nueva constitución. Los diputados
constituyentes inician sus labores en diciembre de 1916. En sólo dos mese
elaboran la nueva Constitución, basada en la anterior Constitución Liberal de
1857, pero adicionan varios párrafos y artículos de tipo socialista (Art. 3,27 y 123).
Pero es el 5 de febrero de 1917 se promulga la nueva Constitución, cuyo principal
fin en ese entonces es legitimar al gobierno de Carranza, quien de primer jefe
pasa a ser presidente constitucional de la República, mediante elecciones
celebradas unos meses después, quien se encontró ante una grave crisis
económica: huelgas, enfrentamientos con las compañías petroleras y mineras por
el aumento de impuestos, ausencia de créditos del exterior e inflación, debido a
las emisiones monetarias de los años previos. La Corrupción se generaliza entre
los funcionarios. Por lo cual el descontento es recolectado por el general Álvaro
Obregón, a quien Carranza debía en gran parte su triunfo, pero en un afán de
terminar con el caudillismo militar, no lo postula como candidato de gobierno para
las elecciones de 1920.
Al terminar su período constitucional de cuatro años, Obregón y sus simpatizantes
los sonorenses: Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles y otros desconocen
mediante el Plan de Agua Prieta al gobierno de Carranza. Encuentran apoyo en
casi todo el ejército. Carranza parte en retirada hacia Veracruz. Es asesinado en el
camino en Tlaxcalatongo, Puebla, por lo cual, el Congreso nombró a Adolfo de la
Huerta como presidente interino de la república. Durante mientras estuvo en el
cargo (1 de junio al 30 de noviembre de 1920) logró la pacificación del país, hacer
que Villa depusiera las armas y aprehender a Félix Díaz, quien se encontraba
levantando desde 1914. Así, el 5 de septiembre, Obregón fue elegido presidente
para el período 1920-1924, quien se convirtió en presidente Constitucional de
México, el 1 de Diciembre de 1920. Una vez en la Presidencia, Obregón dio un
decidido impulso a la reforma agraria expropiando latifundios y tierras mal
cultivadas que repartió entre los campesinos; apoyó y favoreció las organizaciones
obreras como la CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana) y la CGT
(Confederación General de Trabajadores); fundó el Banco único; restableció la
Secretaría de Educación y construyó centenares de escuelas para consolidar la
enseñanza pública; reparó y construyó miles de kilómetros de líneas férreas y
telegráficas, para la política, intentó mantener el control y equilibrio de las fuerzas
políticas imperantes en el país, principalmente del ejército. Por ello, concedió la
amnistía a Francisco Villa y Saturnino Cedillo, y a cambio de rendirse y colaborar
en la estabilidad del país les otorgó tierras. Otra de las preocupaciones del
gobierno obregonista fue obtener el reconocimiento de los Estados Unidos, ya que
en caso de una nueva revuelta armada en su contra, Obregón debería usar el
apoyo de Estados Unidos, que consiguió a inicios de 1923, con el Tratado de
Bucareli, suscrito por Thomas Lamont, banquero estadounidense, y el Ministro de
Hacienda, Adolfo de la Huerta, por parte de México.
La política seguía su curso y por ello es que De la Huerta, convencido por algunos
de sus partidarios, intentó lanzar su candidatura a la presidencia de la República
para el período 1924-1928. Pero Obregón apoyaba a Calles, y el Partido Liberal se
opuso a esta medida, por lo que lanzó la candidatura de De la Huerta a
presidente. A fines de 1923 dio inicio la rebelión. Todos los personajes en el
escenario político que podían dar batalla a Obregón habían muerto. Los de la
huertistas (como se les conoció a los partidarios de Adolfo de la Huerta), fueron
derrotados rápidamente, su líder huyó a Panamá en 1924, mismo año en que
Calles fue electo presidente sin muchos problemas. Aunque al término del período
presidencial en 1924 se retira oficialmente de la jefatura política, una vez
reformada la Constitución en el aspecto de la reelección por su fiel colaborador
Plutarco Elías Calles.
La política de Calle trata de llevar severamente el cumplimiento de la Constitucion
y es cuando el Estado pretende acorrala a la Iglesia en aquel verano de 1926,
puesto que el presidente Plutarco Elías Calles, promovió la reglamentación del
artículo 130 de la Constitución a fin de contar con instrumentos más precisos para
ejercer los severos controles que la Constitución de 1917 estableció como parte
del modelo de inmovilización de las iglesias al Estado aprobado por los
constituyentes. Estos instrumentos buscaban limitar o suprimir la participación de
las iglesias en general en la vida pública, pero--dadas algunas características de la
legislación, como el hecho que se obligaba a los ministros de culto a casarse y se
prohibía la existencia de comunidades religiosas--es posible afirmar que tenían un
claro sesgo anti-católico por ser esta confesión la única que en México cuenta con
ministros solteros y con comunidades en las que personas deciden convivir.
Por lo que fuera de los círculos revolucionarios, el mayor desafío nació de la
Iglesia católica. En 1926, la tensión existente entre la Iglesia católica que se sentía
acosada de un gobierno que no olvidaba la participación del Partido Católico
Nacional del lado de la contrarrevolución, por lo que se llevó a la aplicación
rigurosa de los artículos anticlericales de la Constitución de 1917. Con las medidas
de que en varios estados se limitó el número de sacerdotes y desde el gobierno se
alentó la organización de una Iglesia Católica Mexicana para neutralizar a la
Católica, Apostólica y Romana. Incluso, en algunos estados -como ocurrió en
Tabasco bajo las órdenes de Tomás Garrido Canabal- esta aplicación adquirió los
tintes de un radicalismo mortal. La respuesta fue la suspensión de culto por parte
de la Iglesia y luego el apoyo a una rebelión campesina en varias zonas del centro
del país: Guanajuato, Jalisco, Colima, Nayarit, Michoacán y Zacatecas.
El Conflicto entre el Estado y la Iglesia
El conflicto entre el Estado y la Iglesia antes del año de 1926, había sido eso un
conflicto entre el Estado y la Iglesia sin involucrar a la feligresía Católica tanto a
las elites intelectuales como a los
ricos ni mucho menos a los católicos
pueblerinos puesto que los conflictos entre la iglesia y el estado se habían
calmado, debido a la anterior situación en la que se encontraba el país, sin llegar
a utilizarlos a sus feligreses y al ejercito directamente para que se enfrentarán
antes de 1926, puesto que en ese año los suceso que involucran tanto al ejercito
como a los católicos es verdaderamente complejo. Ya que los católicos se sienten
limitados en sus derechos y libertades por las medidas que se tomaran para hacer
cumplir las leyes antes establecidas que se habían dejado de lado. Es notorio que
la Iglesia Católica es la que pierde en estos enfrentamientos por lo que para el
año 1925 empezaba el más violento capitulo del conflicto entre el Estado y la
Iglesia en México, ese conflicto multisecular que se remonta a los primeros siglos
del cristianismo.
Las condiciones que permitieron el enfrentamiento entre el gobierno del presidente
Calles y una buena parte de la cristianidad mexicana en algunos estados como lo
fue la Cristiada
de los Altos en Guadalajara, Michoacán,
Colima,
Nayarit,
Durango, Zacatecas, Aguascalientes, sin olvidar Puebla, Guerrero, Morelos, los
volcanes y
Oaxaca, es principalmente porque, “La mente y la letra de la
Constitución, la conducta de los gobernantes, la sociedades masónicas, la ayuda oficial a
protestantes y cismáticos, todo indicada que el fin perseguido es aniquilar al catolicismo.
La iglesia puede subsistir sin diezmos, sin propiedades, sin religioso. Sin religiosas y aun
sin templos; pero de ninguna manera sin libertad y sin independencia”. (J. Meyer 13).
La Cristiada de un pueblo es asombrosa puesto que se siente agraviado en su fe
y que, por tanto, desafía a un gobierno de hierro y a un ejército que lo aventaja en
todos los terrenos menos en uno: en el del sacrificio puesto que está en contacto
con él. La lucha desigual, como en las luchas bíblicas La cual es utilizadas con
sagacidad por los sacerdotes Cristeros que buscan tener persuadidos a los
creyentes, para manejarlos a su beneficio, no importándoles las atrocidades que
se realizarían por parte de los dos grupos para tener el control uno del otro. Las
desventajas eran dimensionales una de la otra pero aun así se enfrentaron cada
uno convencido de tener los motivos justos para hacerlo.
La Cristiada que sorprende tatos a personas como instituciones; sorprende al
ejército y a su gobierno, a la Iglesia, a los insurgentes mismos que se lanzan sin
más preparativos que los necesarios para la muerte, muerte que les espera
después de la penitencia pública, de la peregrinación y de la suplica, de la
procesión y de la fiestas patronales celebradas con pasión. La guerra cristera es
esto y esta al término de todo eso y es todo eso a la vez. Sobresale la
contradicción espectacular que existe entre la lentitud y el estancamiento del
conflicto político entre la Iglesia y el Estado, y el repentino estallido del
levantamiento popular y pueblerino. El conflicto político sigue su caminito tranquilo
Y de repente, ese movimiento revolucionario, ese movimiento popular, estalla
imprevisto, sin precedente, todo a través de todo, inesperado, no preparado, no
organizado, ni por los partidos ni por las organizaciones confesionales. Este
periodo ha sido uno de los más dramáticos porque provoco el levantamiento del
pueblo católico conocido como la Cristiada entre 1926 y 1929.
La radicalización hizo que en zonas de los estados de Guanajuato, Jalisco,
Querétaro, Aguascalientes, Nayarit, Colima, Michoacán, parte de Zacatecas, la
Ciudad de México, y en la península de Yucatán creciera un movimiento social
que reivindicaba los derechos de libertad de culto en México. La dirigencia del
movimiento, cercana pero autónoma respecto de los obispos,
mexicanos, creyó
viable una salida militar al conflicto, por lo que decide suspender los cultos,
medida de otros tiempos. El país entero se encuentra de hecho -no de derecho,
pero en la práctica
en entredicho. Campanas mudas, tabernáculos vacios,
celebración suspendida, vida sacramental clandestina. Porque el gobierno
responde a la huelga del culto público con la prohibición del culto privado. La
Iglesia suspende, el Estado impide, al pueblo se le priva de los sacramentos; no
se puede bautizar al niño, no se puede contraer matrimonio, ni confesar, ni
comulgar. Se tiene que morir uno como perro callejero, sin una queja, tras una
vida miserable, "Más vale morir combatiendo." Estas son los motivos del
levantamiento en dichas ciudades, puesto que estas prácticas son la razón de ser
de estos lugares por lo que el no poderlos practicar pierden el sentido de hacer lo
demás.
Otro aspecto es que se
dice que los cristeros
consideran que fueron ellos
mismos quienes utilizaron el nombre primero para identificarse, en todo caso, los
que se conocían como cristeros fueron capaces de proferir rápidamente una serie
de descontentos locales con las consecuencias de la Revolución Mexicana, no
sólo esos sino que, logró un uso muy eficaz de símbolos religiosos profundamente
arraigados en las prácticas colectivas en México. Este uso de símbolos como la
Virgen de Guadalupe une, por cierto, a grupos tan disímiles en la historia, como
los primeros insurgentes encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla o el líder
revolucionario Emiliano Zapata
Es por ello que las acciones en
enero de 1927, son el acopio de armas; las
primeras guerrillas estuvieron compuestas por campesinos. El apoyo a los grupos
armados fue creciendo, cada vez se unían más personas a las proclamas de ¡Viva
Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! lanzadas por quienes fueron
conocidos como los cristeros.
Es de 1925, con apoyo de la CROM se creó la Iglesia Católica Nacional Mexicana,
dotándola de edificios, recursos y medios para romper con El Vaticano.
Confrontada con esta situación, la Iglesia intentó reunir dos millones de firmas
para proponer una reforma constitucional. La petición de los católicos mexicanos
fue rechazada. Los católicos llamaron y realizaron un boicot para no pagar
impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno,
no comprar billetes de la Lotería Nacional, ni utilizar vehículos a fin de no comprar
gasolina. Esto causó severos daños a la economía nacional, al tiempo que sirvió
para que las posiciones de distintos grupos dentro de la propia Iglesia católica en
México se radicalizaran.
La Guerra
Los alzamientos cristeros comenzaron en Jalisco, Zacatecas, Guanajuato y
Michoacán, luego se sumó casi la totalidad del centro del país. El conflicto tuvo un
carácter fundamentalmente rural, se nota en el manejo de masas, aunque la
dirección de la Liga fue eminentemente urbana en el sentido económico. Los
cálculos más optimistas consideran que hacia 1927, las fuerzas cristeras rondaban
los 12 000 efectivos y dos años después, en 1929, habían alcanzado los 20 000.
Semejantes números son dignos de consideración por varias razones. En primer
lugar, los obispos mexicanos, con muy contadas excepciones se distanciaron
rápidamente del movimiento armado, desconocieron a la Liga y trataron de
negociar la paz con el gobierno de Calles con la mediación del gobierno de
Estados Unidos, lo cual es difícil de cree por sus actitudes desafiante frente al
gobierno Mexicano.
En segundo lugar, porque México recién había superado un desarrollado y muy
costoso conflicto armado que ensangrentó durante poco más de siete años buena
parte del país. No sólo eso, los cristeros eran un ejército irregular (a pesar de que
contaron con algunos militares de carrera en sus filas), que no esperaban recibir
pago y que no contaban con mecanismos formales de aprovisionamiento,
reclutamiento, entrenamiento, atención a sus heridos o cuidado de los allegados.
A diferencia de otros grupos armados en la historia de México no practicaron la así
llamada "vestimenta" (una práctica por la que se obliga a personas a sumarse a un
ejército). Finalmente, a diferencia muchos grupos armados durante la revolución y
antes durante el siglo XIX, el mercado estadounidense de armas estuvieron--al
menos formalmente--cerrados para este grupo, por lo que no pudieron adquirir
armas o municiones y debían depender de armamento anticuado (mucho de él
excedentes de la Revolución de 1910-1917) y operar con muy escasa munición.
En 1928, luego de una tortuosa reforma de la Constitución de 1917 y a pesar de
que la Revolución mexicana había iniciado al grito de "sufragio efectivo, no
reelección", el ex presidente Álvaro Obregón contendió como candidato
virtualmente único en las elecciones presidenciales. El Grupo Sonora, se pensaba
en ese entonces, repetiría la fórmula seguida 40 años antes por el grupo Oaxaca,
encabezado por Porfirio Díaz, para reformar paulatinamente la Constitución. Se
decía, sin embargo, que Obregón--a diferencia de Calles--no tenía interés en
continuar con el conflicto, por lo que llegaría a un acuerdo para acabar con la
guerra. Obregón, sin embargo fue asesinado por José de León Toral en el
restaurante "La Bombilla" en el Distrito Federal. Obregón había acudido ahí a
participar de un desayuno ofrecido por los legisladores del bloque parlamentario
que le apoyaba.
Para 1928, la sombra de Obregón dejó de proyectarse sobre Plutarco Elías Calles.
El Caudillo quería volver a Palacio Nacional, aunque -nuevamente- estaba
dispuesto a respetar las formas; por esta razón, el Congreso controlado por los
obregonistas lanzó al cesto de lo inservible el principio de no reelección y amplió el
periodo presidencial. Mientras, Obregón fingía sorpresa y aceptaba las exigencias
de la patria para volver a asumir su dirección. En esta ocasión la situación política
no era tan favorable para el: si bien es cierto que en 1920 sólo se enfrentó a un
contendiente de poco peso, Alfredo Robles Domínguez, en 1928 tenía ante sí a
algunos posibles candidatos que podrían hacerle sombra: Francisco Serrano y
Arnulfo R. Gómez, dos generales sonorenses que se arroparon con el lema
maderista de la no reelección. La solución a este problema fue tajante: ambos
fueron asesinados. De esta manera, en 1928, Obregón -gracias a la muerte de sus
opositores y sus nexos con los sobrevivientes y las nuevas fuerzas políticas
representadas por el Partido Laborista- triunfó en las elecciones, aunque las
sospechas acerca de la legalidad de su victoria eran notorias: recibió 1 670 453
votos que equivalían a 100% de los sufragios emitidos. La democracia política a la
que habían aspirado Madero y sus seguidores sólo era una formalidad.
Sin
embargo, en vísperas de volver a asumir el mando del país, un militante católico José de León Toral- decidió intercambiar su vida por la de Obregón, a quien
consideraba como causante de los conflictos entre la Iglesia y el Estado.
Fin del conflicto
Por lo cual al llegar a la presidencia interina Emilio Portes Gil, comenzó una larga
negociación, en la que participó como mediador, el recién llegado embajador
estadounidense Dwight Morrow. Se logró un acuerdo de amnistía general para
todos los levantados en armas que quisieran rendirse. Se acordó devolver las
casas rurales y episcopales, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo. Sin
embargo, para ese entonces existía una profunda división en el seno de Iglesia en
México. La fractura afectaba desde la cúpula episcopal hasta los laicos. Entre los
obispos, la mayoría estaba a favor de un acuerdo con el gobierno, pero había tres,
muy combativos, opuestos al acuerdo. El más decidido de los obispos en contra
del acuerdo fue monseñor Leopoldo Lara y Torres, obispo de Tacámbaro en
Michoacán. En el otro extremo, presionando para que se lograra un acuerdo con el
gobierno, se encontraban los obispos de la Ciudad de México José Mora y del Río
y de Tabasco Pascual Díaz Barreto S.J.
Más importantes, acaso, que las divisiones fueron las consecuencias que el
conflicto y el desempeño de los laicos católicos vinculados a la Liga tuvieron para
marcar el futuro de las relaciones entre laicos y obispos en el seno de la Iglesia
católica en México. Como consecuencia de la ruptura entre la Liga Nacional para
la Defensa de las Libertades Religiosas y los obispos mexicanos, estos últimos
desarrollaron una política de creciente centralización y control de las actividades
de los laicos católicos mexicanos por medio de la Acción Católica Mexicana.
En todo caso, la Liga y la mayoría de los efectivos de los ejércitos cristeros no
aceptaron el acuerdo, así que estimaciones de personajes cercanos a la Liga
señalan que de unas 50 mil personas involucradas directas o indirectamente en
las acciones militares, sólo 14 mil depusieron las armas, aunque estas cifras no
son confiables.
El fin del conflicto se dio por la fuerte presión del gobierno de Estados Unidos,
que a su vez respondía a las peticiones repetidas de obispos y laicos católicos en
ese país, el presidente Portes Gil anunció que la Iglesia católica se sometería a la
ley sin que la Constitución sufriera alguna modificación. A partir de ese momento,
el país entró en lo que investigadores de la relación Iglesia-Estado en México han
calificado como un periodo de "relaciones nicodémicas", en referencia a
Nicodemo, el fariseo que se acercaba a Jesús de noche (de ahí el término
nicodemo, "el que viene de noche"). Otros calificaron a este periodo, que se
extendería hasta 1992, como, un modo de vivir, en el que el Estado renunciaba a
la aplicación de la ley y la Iglesia renunciaba a exigir sus derechos. Estas
relaciones nicodémicas o modus vivendi debieron enfrentar, sin embargo un
severo momento de prueba cuando Calles, presionado por los efectos
devastadores de la crisis de 1929 pronunció el así llamado Grito de Guadalajara.
En ese Grito, 21 de julio de 1934, Calles--en su oficiosa condición de "jefe máximo
de la Revolución mexicana"--hacía un llamado para que Revolución, triunfante en
lo militar, se trasladara a partir de ese momento al ámbito de la conciencia, de la
educación y, de manera más específica, de la educación de los niños. El Grito de
Guadalajara marcó el inicio de una serie de reformas al sistema educativo
mexicano que culminaron con el proyecto de la así llamada "educación socialista".
Las tensiones creadas por el Grito fueron de tales dimensiones que, una vez más,
se organizaron una serie de movilizaciones que, por su magnitud son conocidas
como "La Segunda", es decir, la segunda cristiada, aunque en esta ocasión no
hubo fracturas en el seno del episcopado. No sólo eso, sino que Roma, el Papa
Pío XI, consternado ante lo que parecía el inicio de un nuevo ciclo de violencia en
México, publicó la encíclica Acerba Animi en septiembre de 1932. Acerba Animi[1]
pertenece, junto con Non abbiamo bisogno (junio de 1931), Mit Brennender Sorge
(Con viva preocupación) de marzo de 1937, y Nos es muy conocida de marzo de
1937 a un muy reducido número de encíclicas dedicadas a criticar las políticas de
los gobiernos de México (Acerba Animi y Nos es muy conocida[2]), de la Alemania
Nazi (Con viva preocupación[3]), y de la Italia de Mussolini (Non abbiamo
bisogno[4]), especialmente por las políticas anti-católicas desarrolladas durante
este periodo por los gobiernos de esos tres países.
Durante tres años, una cruel guerra civil la guerra cristera o cristiada- volvió a
desangrar al país. Al final de cuentas, y a pesar del número de muertos, el
gobierno fue incapaz de derrotar de manera definitiva a los rebeldes ni éstos
pudieron derrocar al gobierno y transformar al régimen revolucionario. En 1929, y
con la mediación estadounidense, la Iglesia y el gobierno llegaron a un arreglo,
comprometiéndose a respetar sus espacios de acción, el temporal y el espiritual,
pero los rescoldos de la guerra se mantuvieron vivos por mucho tiempo.
El modus vivendi
Esta decisión fue correspondida por la Iglesia. Los obispos mexicanos "ungieron"
al arzobispo de México como interlocutor oficioso con las autoridades federales
(los obispos del país no se pronunciarían en materias de política nacional, dejando
cualquier opinión en manos del arzobispo de México). No sólo eso, México fue uno
de los pocos países del mundo en el que el delegado apostólico fue un obispo del
propio país. Esto fue así en el periodo 1927-1951. Durante este tiempo, la
representación de la Santa Sede en México fue ejercida sucesivamente por los
arzobispos Pascual Díaz Barreto (de la ciudad de México de 1929 a 1936),
Leopoldo Ruiz y Flores (de Morelia de 1936 a 1941) y Luis María Martínez (de la
ciudad de México de 1941 a 1951).
Durante este periodo, las relaciones Iglesia-Estado en México oscilaron de buenas
con Manuel Ávila Camacho, el primer presidente que se declararse públicamente
como católico, a excelentes con Miguel Alemán (monseñor Luis María Martínez se
convirtió en una figura omnipresente en las giras y actividades públicas del
presidente veracruzano), a ser de colaboración con Adolfo López Mateos (quien
logró que en su campaña presidencial de 1958 un sacerdote en el de Zacatecas-Antonio Quintanar, párroco de Tlaltenango--pronunciara, a pesar del artículo 130,
un discurso apoyando su candidatura el 1 de febrero de ese año), a tensas con
Luis Echeverría Álvarez y finalmente a insostenibles con José López Portillo, quien
debió asistir--acaso sin reconocerlo--a los "funerales públicos" del modus vivendi y
la legislación entonces vigente en México. Lo que es más, los "funerales" fueron
presididos por el entonces recién electo Papa Juan Pablo II.
Juan Pablo II acudió a México, en enero de 1979, a inaugurar la tercera
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, México. Sin
embargo, su viaje motivó una serie de espontáneas expresiones de apoyo y
alegría por su presencia en la capital del país, que hicieron impensable la
aplicación de lo dispuesto por el artículo 130 de la constitución y sus leyes
reglamentarias, en materia de expresiones de culto público.
En los próximos años, la Iglesia, especialmente los líderes de la Conferencia del
Episcopado Mexicano como Ernesto Corripio Ahumada, lanzaron una serie de
retos a la legislación vigente en el país que culminaron en 1992. Fue entonces
cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari promovió una serie de reformas a
los artículos 3, 5, 27, 28 y 130 de la Constitución, apoyadas por una abrumadora
mayoría de diputados y senadores del Congreso electos por los tres principales
partidos políticos de México (Partido Revolucionario Institucional, Partido Acción
Nacional y Partido de la Revolución Democrática). Lo siguiente ocurrió cuando se
reanudaron, las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede para dar
paso, finalmente, a la promulgación de nuevas leyes reglamentarias de las
relaciones Estado-iglesias.
La nueva legislación otorga personalidad jurídica a las iglesias y devolvió
parcialmente los derechos políticos a los así llamados "ministros de culto", que
ahora pueden votar. Sin embargo, la legislación mexicana aún desconoce el
derecho de los "ministros de culto" a ser votados, además de que impone
mecanismos muy restrictivos para el ingreso de personal religioso extranjero a
México. La personalidad jurídica de las iglesias está limitada también en lo que
hace a su capacidad para ser propietarias de bienes inmuebles y especialmente
para ser propietarias u operar medios de comunicación electrónicos.
La guerra cristera dejó una huella profunda en la vida pública mexicana. En un
sentido, dejó en clara la disposición de grupos de civiles dentro de la Iglesia a
confrontarse con los líderes de ésta. Las autoridades civiles debieron reconocer la
imposibilidad práctica del modelo de relaciones Estado-Iglesia definido por la
original Constitución de 1917. Los líderes formales del catolicismo mexicano,
especialmente sus obispos, fueron obligados a desarrollar estrategias autónomas
de organización y financiamiento de sus actividades. Este modelo, sin paralelo en
América Latina, ha hecho del catolicismo mexicano un caso extraño cuando se le
compara con las experiencias del catolicismo en el resto de Hispanoamérica.
Otra consecuencia clave de la guerra cristera para el futuro de México lo fue la de
su contribución a la conformación de movimiento social y partido político de
distinta orientación ideológica. El más importante de todos fue, durante la década
de los treinta, el sinarquismo, como un movimiento social de base católica y
campesina, que nutrió primero a la Unión Nacional Sinarquista, y, ya durante las
décadas de los setenta y ochenta del siglo veinte, a varios partidos políticos, como
el Partido Demócrata Mexicano y la Unión Nacional Opositora. Esta vertiente, sin
embargo, se agotó durante los noventa para terminar fusionándose de manera
informal en el Partido Acción Nacional.
Para México se constituyó lo que distintos analistas de las relaciones EstadoIglesia han calificado como un modus vivendi, un "modo de vivir" entre las
autoridades civiles que optaban por no aplicar las leyes y las autoridades
religiosas que decidieron no disputar de manera pública las condiciones que les
habían sido impuestas.
Conclusiones
Es la situación actual en la que se encuentra vive México, donde el acercamiento
entre la Iglesia y el Estado en los últimos años con los presidentes en turno es
muy notable como peligroso puesto que con todas las modificaciones que se han
hecho a nuestra Constitución, se pone en peligro la estabilidad de las instituciones
jurídicas encargadas de vigilar el cumplimiento de las leyes que deben proteger
por igual, pues es uno de los principios de nuestra constitución el cual poco a poco
se ha ido modificando para beneficio de solo algunos grupos. El acercamiento de
la Iglesia Católica y el gobierno federal pone en duda la legitimidad de buscar
acuerdos que beneficien a México, puesto que el acercamiento es con la Iglesia
católica directamente, sin involucrar a las demás las cuales deben tener también
representación, pues finalmente forman parte de este País.
Considero que el
conflicto cristero hoy en día tiene relevancia debido a las actitudes que parecieran
volverse a repetir en el gobierno en turno puesto que nuevamente el estado y los
grupos que manejan al país están divididos buscado más que la unificación es el
respaldo de las instituciones principalmente las religiosas para tener los debido a
la importancia de los sentimientos más sagrados de individuos que los arraigan
como parte de un país tan lleno de distintas formas de pensar forma en las que
busca que el pueblo los apruebe como verdaderos políticos los cuales buscan el
beneficio para el pueblo mexicano, tomando las actitudes de los políticos de 1913
con Madero donde el gobierno era débil y estaba fragmentado según sus
convicciones y ambiciones. Es lo que yo puede percibir en los últimos días lo que
está pasando en México
Bibliografía.
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Económico
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Meyer, Jear, “La Cristiaeda 1 la guerra de los Cristeros”, 1926-1940. Siglo veintiuno editores.
Meyer, Jear, “Ei Conflicto Entre Iglesia y el Estado”, 1926-1929. Siglo veintiuno editores.
Ixta, Rodríguez Susana, “Partido Revolucionario Institucional Comité Ejecutivo Nacional”,
1988 Secretaria de Divulgación Ideológica.
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/vazquez/43.html