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Transcript
Serie de los
Jóvenes Intérpretes
JESSICA JARAMILLO, voz (Colombia)
Jueves 17 de enero de 2013 • 4:00 p.m.
Bogotá, Sala de Conciertos Biblioteca Luis Ángel Arango
Programa perteneciente al Festival Centro 2013
TOME NOTA
•
Los conciertos iniciarán exactamente a la hora indicada en
los avisos de prensa y en el programa de mano. Llegar con
media hora de antelación le permitirá ingresar al concierto con
tranquilidad y disfrutarlo en su totalidad.
•
Si al momento de llegar al concierto éste ya ha iniciado, el
personal del auditorio le indicará el momento adecuado para
ingresar a la sala de acuerdo con las recomendaciones dadas
por los artistas que están en escena.
•
Agradecemos se abstenga de consumir comidas y bebidas, o
fumar durante el concierto, con el fin de garantizar un ambiente
adecuado tanto para el público como para los artistas.
•
Durante el transcurso del concierto por favor mantenga
apagados sus equipos electrónicos, incluyendo teléfonos
celulares, buscapersonas y alarmas de reloj. Esto ayuda a crear
un ambiente propicio para disfrutar la música.
•
Por respeto a los derechos de autor de los compositores e
intérpretes, no está permitido realizar grabaciones de audio o
video ni tomar fotografías durante el concierto.
Nacida en Sevilla (Valle del Cauca),
Jessica Jaramillo interpreta
música andina colombiana y
música latinoamericana. Con ello
busca proponer una sonoridad
fresca, la cual presenta en un
formato moderno al lado de dos
músicos colombianos: Alexander
Vargas en la batería y Diego
Alexander Ariza, guitarrista,
ambos integrantes de diferentes
agrupaciones y poseedores de
amplia experiencia en el ámbito musical.
Jessica se ha formado con diferentes maestros incluyendo a
Carolina Muñoz y Diego Ariza, su mentor musical en la actualidad.
Ha participado en diferentes concursos y festivales de la música
andina colombiana. Fue seleccionada como mejor solista vocal
y nominada al Gran Premio Mono Núñez en el Festival Mono
Núñez versión 2008. En ese mismo año ocupó el segundo lugar
en la modalidad solista vocal en el Festival Nacional del Pasillo
Colombiano. Entre 2009 y 2010 trabajó en el dueto Azahares
como segunda voz; este fue ganador del premio Gran Moncada
de Oro y el premio al mejor dueto libre en el Concurso Nacional
de Duetos Hermanos Moncada. En 2011, Jessica retomó su
trabajo como solista para participar en los concursos Antioquia
le canta a Colombia y el Concurso Nacional del Bambuco Luis
Carlos González, siendo merecedora del Gran Premio en ambos
certámenes. En la actualidad promociona su primer trabajo
discográfico titulado Mi esencia.
1
PROGRAMA
El bambuco es así
Bambuco
A bordo de tu voz
Guabina
La guaca
Bambuco
Vuelvo a comenzar
Pasillo
A pesar de tanto gris
Bambuco
Ayer y hoy
Vals/pasillo
Cuento de nunca contar
Danza
FERNANDO SALAZAR WAGNER
(n. 1959)
Autor: Ancízar Castrillón Santa
LUZ MARINA POSADA
(n. 1974)
ANCÍZAR CASTRILLÓN
(n. 1953)
FÁBER EDUARDO GRAJALES
(n. 1979)
LUZ MARINA POSADA
(n. 1974)
HÉCTOR OCHOA
(n. 1934)
LUZ MARINA POSADA
INTERMEDIO
2
Ojos de yo no sé qué
Bambuco
Cuando dices que me quieres
Pasillo
LUCHO VERGARA
(n. 1943)
JORGE ENRIQUE ESTUPIÑÁN
(n. 1960)
Las moras
JOSÉ MACÍAS
(1912-2003)
Confesión
MARTA GÓMEZ
(n. 1978)
Bambuco
Bambuco
Camina Juan
Bambuco
Un día regresaré
Danza
Decir adiós
Bambuco
La brecha
Cumbia
DIEGO ALEXANDER ARIZA
(n. 1985)
LEONARDO LAVERDE
(n. 1959)
MARÍA ISABEL SAAVEDRA
(n. 1968)
LUZ MARINA POSADA
Arreglos: Diego Alexander Ariza
CONCIERTO No. 2
NOTAS AL PROGRAMA
Por Manuel Bernal Martínez
Jessica Jaramillo proviene de una familia en la que hay una
notable presencia de buenos aficionados a la música y esto
hizo que, de la mano de su padre, se iniciara muy temprano
en la interpretación de géneros andinos. A los doce años
comenzó su recorrido por los festivales y concursos de carácter
infantil y, ahora mayor de edad, continúa en ese empeño. Al
contrario de muchos de sus contemporáneos y de los jóvenes
compositores que admira y cuyas canciones escucharemos
hoy, manifiesta que no piensa estudiar música formalmente en
el ámbito académico porque “eso es difícil” y, paradójicamente,
no deja tiempo para hacer música. Su vocación de cantante
la ha guiado por un tipo de formación alternativa, yendo a las
fuentes que le interesan; es así como ha seguido consejos
y referencias técnicas de reconocidas cantantes como Luz
Niyireth Alarcón y Carolina Muñoz, se ha documentado en
técnica vocal y sigue juiciosamente las indicaciones de Diego
Ariza, su guitarrista, quien la orienta durante los procesos de
montaje y en las presentaciones. Es a partir de ahí que va
construyendo su propuesta vocal para la música andina, en
la que destaca la interpretación cuidadosa de los textos y las
melodías, dándoles sentido y equilibrio a ambos. Estudiar con
mucho cuidado el texto y su contexto es tarea fundamental
y previa para ella: “cantar, interpretar no es solamente hacer
fuertes y pianos. La intencionalidad, el gesto adecuado son
importantes”.
La acompaña un conjunto sui generis de guitarra y batería,
con el que busca “unos puntos medios entre antigüedad y
modernidad en la armonía y en la presentación general de los
temas”. Equilibrar esta combinación de timbres y potencias
es bastante complicado, lo que los obliga a realizar un
montaje cuidadoso y a hacer un manejo discreto pero efectivo
de la percusión, buscando reemplazar roles y tímbricas de
aplatillados de tiple y apoyar el bajo básico de la guitarra sin
abandonar los desempeños protagónicos en cortes de frase y
de sección. Lleva poco tiempo con este formato (desde el año
pasado) pero con él ya ha triunfado en importantes concursos
como el de Santafé de Antioquia y el Luis Carlos González, en
3
Pereira. Es reiterativa mencionando “nuestro modo de hacer
música”, pues siempre ve a la agrupación como un todo en
el que reconoce tres aspectos básicos: en primer lugar, que
no es un estilo único sino que proviene de la combinación
de referentes; en segundo, que trabajan especialmente en la
rearmonización de los temas, buscando no incluir las notas de
la melodía en los acordes de la guitarra; y en tercer lugar, que
se requiere mucho trabajo vocal debido a la necesidad de una
afinación perfecta y de potencia en la voz. A través de estos
aspectos quieren darle un sello al grupo y a la voz.
4
En relación con el repertorio que interpreta, Jessica nos revela
varias posturas. Para empezar, afirma que “hay que darle la
misma importancia a lo tradicional y a lo que se hace ahora”,
pero inmediatamente relativiza lo dicho, pues el grupo cuenta
con un repertorio tradicional más orientado a los concursos
porque “el público todavía es muy mayor, muy cerrado”, y con
un repertorio de concierto, más moderno, porque “queremos
resaltar el repertorio actual, por el formato” y porque cree que
deben mostrar eso nuevo sin la presión del jurado. Hay dos
aspectos fundamentales que le llaman la atención de este
último repertorio: uno, que “las canciones nuevas permiten un
mayor juego de la armonía y de la voz”, y otro, que tanto los
autores y compositores como los jurados son más abiertos a las
propuestas de la agrupación. Es por ello que hoy escucharemos
tres obras ya decantadas que conservan el estilo paradigmático
que se construyó en la primera mitad del siglo XX, al lado
de otras doce que, de una u otra manera, son una variopinta
muestra de esas formas “actuales” de composición.
José Macías (1912-2003) fue el nombre artístico que adoptó
el caldense José de Jesús Mazo Martínez hacia 1935, cuando
comenzó a figurar en La Voz de Armenia debido a su inocultable
talento vocal. Sus biógrafos mencionan un detalle particular:
se dice que empezó a formarse como tiplista practicando en
la cárcel, mientras purgaba unos meses por haber tenido
¡una pelea a bala con su padrastro! Tuvo varias etapas en
Bogotá cantando en la Emisora Nueva Granada y en La Voz de
Colombia con otros importantes cantantes de la época, pero fue
en Armenia donde conoció a quien sería su compañero en uno
de los más afamados duetos andinos, Octavio Ríos, para luego
asentarse en la ciudad de Cali. Macías musicalizó algunos
de los versos de Luis Carlos González y es autor de obras
emblemáticas del “estilo paisa”, como Copito de Yerbabuena,
Alma y vida, Camino del dolor, Bonita, Muchacha de risa loca,
La ruana y Las moras, este último uno de sus bambucos
más conocidos e interpretados, cuyo texto responde al estilo
característico en que se le cantaba a la anatomía femenina en
las décadas centrales del siglo pasado: a través de símiles: “Las
moras que se maduran sobre el marfil de tu boca…”
Héctor Ochoa Cárdenas (n. 1924) es uno de los 18 hijos
de Eusebio Ochoa Isaza, también cantante, contrabajista y
compositor, que formó parte de la Lira Antioqueña con la que
prácticamente inauguró hacia 1910, la grabación de música
andina en Nueva York. Héctor comenzó su vida artística a los 15
años para luego dedicarse exclusivamente a su trabajo bancario,
y fue a comienzos de la década de 1980 que reapareció con
su más conocida canción, que fuera interpretada y grabada
incontables veces desde sus mismos inicios: El camino de la
vida. Más o menos de esta misma época es el vals-pasillo Ayer
y hoy, que se le asemeja también en su temática en tanto hace
un balance del transcurso vital para cerrar diciendo “Señor,
dale a mi vida otros cien años más si ves que todavía cien
años puedo amar”.
Luis María “Lucho” Vergara Gómez (n. 1943) nació en Cali y
desde muy joven se dedicó tanto a la composición de canciones
como a la interpretación del tiple solista, para luego sumarle
el diseño y construcción de modelos de este instrumento. Se
dio a conocer cuando conformó con su ex-esposa el dueto
Lucho y Hilhem, que fuera declarado fuera de concurso en la
primera versión (1975) de lo que posteriormente se consolidó
como Festival Mono Núñez. Su bambuco Ojos de yo no sé qué
ocupó el tercer lugar en el Premio Nacional de Composición
organizado por Colcultura en 1979 y fue muy popular en
festivales y concursos durante la década de 1990, con un texto
en el que todavía se presenta la ya reseñada característica del
tratamiento mediante símiles: “[tus ojos] parecen, niña, tal vez,
faroles en noche oscura…”
Para muchas personas -y podemos rastrear opiniones al
respecto desde la década de 1940 hasta los comentarios en
los corrillos y “tenidas” de los concursos de hoy día- la música
5
andina colombiana está perdiendo su identidad debido a las
“nefastas influencias” de otras músicas más mediáticas. Para
muchos otros se trata de una necesaria “evolución” acorde
con los nuevos tiempos que corren, como lo menciona nuestra
cantante de hoy. Estas tensiones entre tradición y modernidad,
que muchas veces se asimilan a dicotomías como viejo/nuevo,
están presentes de muy diversas maneras en el estilo de
innumerables compositores y de sus intérpretes.
6
El cantante y compositor vallecaucano Fernando Salazar
Wagner (n. 1959), egresado del Departamento de Música de
la Universidad del Valle y quien ha obtenido recientemente
mucha visibilidad al ganar premios con sus canciones en
diversos concursos, fue integrante y director musical del Grupo
Farallones; conformó el dueto Café, y desde hace algunos años
forma parte del dueto Vivir Cantando, con el maestro Lucho
Vergara. El trabajo de Salazar Wagner al lado de Vergara,
y desde tiempos más recientes con el compositor Ancízar
Castrillón, le ha permitido desarrollar también una carrera como
musicalizador de textos y poemas para moverse con comodidad
en los festivales más tradicionales e importantes de música
andina colombiana. Poseedor de una gran sensibilidad, sus
canciones se enmarcan en un estilo ecléctico en el que se notan
influencias de diversos géneros de la música latinoamericana,
especialmente la cubana, a los que ha dedicado gran parte
de su vida artística. El bambuco es así, con un texto regionalnacionalista de Castrillón, le canta a este género y a todo lo
que ha representado y -para algunos- aún representa: “Es un
verso divino hecho canción… la historia sin par de los abuelos…
testigo de tristezas… confidente y gestor de mil amores...
romántico, atrevido y muy sincero”.
El mencionado cantautor quindiano Ancízar Castrillón Santa
(n. 1953), organizador de uno de los principales concursos
infantiles de música colombiana -el Cuyabrito de Oro, por el
que pasó exitosamente Jessica Jaramillo- es reconocido por
su activa participación en distintos eventos y festivales. Ha
escrito unas 650 obras de las cuales se han grabado cerca
de 170 y ha obtenido 20 primeros lugares nacionales en obra
inédita. Uno de sus más interpretados bambucos es La guaca,
con música de Ernesto Riveros y un texto entre trágico y burlón
que reflexiona sobre la valoración del legado de un “músico de
mi tierra”.
Tal vez nadie como el cantante y compositor Leonardo Laverde
Pulido (n. 1959) encarna el dilema de asumir una tradición
bastante canonizada para integrar a ella elementos provenientes
de la que siempre se ha considerado enemiga y desigual
competidora: la música popular urbana contemporánea. En
sus obras encontramos tanto de bambuco como de balada
pop, debido tal vez a que sus inicios como compositor fueron
con el bolero y la balada. Lo cierto es que tiene mucho éxito
y que parece interpretar el sentir de unas generaciones que
crecieron desconectadas de gran parte de la tradición andina
y que, en estos tiempos de globalización y de manipulación
de los símbolos nacionales, se identifican con este tipo de
discurso. Un día regresaré es una expresiva danza con la que
obtuvo el primer lugar en el Concurso Nacional de Composición
Jorge Villamil (Neiva, 2003), obra con un diseño melódico y
secuencias armónicas absolutamente emparentadas con la
balada en español.
Jorge Enrique Estupiñán (n. 1960) también ha transcurrido
preferencialmente por el bolero y la balada, y es autor de pocas
composiciones en géneros andinos. Cuando dices que me
quieres es un pasillo que muestra esas influencias del bolero
y de la criolla o petenera tanto en su texto como en su melodía
y armonía.
La vallecaucana María Isabel Saavedra Pouchard (n. 1968) se
dio a conocer con una voz bella y profunda en el Festival Mono
Núñez, en su natal Ginebra, para luego hacer una fructífera y
exitosa carrera musical fuera del país, que la ha llevado a recibir
más de 20 premios internacionales como cantautora y ha hecho
que artistas como Óscar de León, Rey Ruiz, Andrés Cepeda,
Ángel López y Gisselle, entre otros muchos, den a conocer
su indudable talento. Su carrera la ha acercado al Latin pop,
pero tal vez lo más acertado sería describir su música de corte
colombiano como un intercambio entre rock latino y músicas
locales. Decir adiós es un bambuco que se volvió casi un himno
para Jessica Jaramillo y su grupo; sobre él comenta: “me ha
traído muchas bendiciones, muchas alegrías, porque despierta
tantos sentimientos y la gente siempre nos lo pide”. Su texto
es de nostalgia, de extrañamiento comprometido de la tierra
natal que “todavía sigue siendo aquel umbral que va conmigo,
el que inevitablemente llevo puesto, mi país, que duele aquí
pero respira. Decir adiós es abrigar esa esperanza de regreso”.
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La antioqueña Luz Marina Posada (n. 1974) se constituye en
la punta de lanza de un interesante estilo que incursiona muy
acertadamente en un tipo de obras basadas en la tradición
del siglo anterior pero con un lenguaje musical y poético más
actual, muy comprometido con la dura realidad colombiana,
con una combinación integral de armonías y melodías con
claras referencias a otras músicas urbanas tanto locales
como transnacionales. A pesar de tanto gris es un canto a
la esperanza que la autora hace presente en la cotidianidad
de las personas que habitamos este país. “Tiene tantos
rostros, anida en cualquier lugar, tiene tantos años pero nace
en cada despertar… La he visto hacerse palabra, sonido y
color a pesar de tanto gris y de tanta decepción”. La danza
Cuento de nunca contar es otro asunto: “Un cuento que nunca
nadie pudiera contar, el de un lugar donde parece que habita
el peor villano que crear pudiera la imaginación”. Al que le
caiga el guante… Por otra parte, en su cumbia La brecha nos
advierte sobre las innumerables dicotomías, falsas muchas
veces y creadas para dividirnos, en las que nos etiquetan como
derecha/izquierda, rojo/azul, arriba/abajo; no es en vano que
los discursos predominantes en los últimos tiempos en este
país estén basados en ese viejo aforismo que dice “el que
no está conmigo está contra mí”. El necesario contraste, y
una muestra de la muy bella vertiente romántica en la obra de
Posada, está representado por la guabina A bordo de tu voz,
un texto de amor declarado: “Tú me llegaste para comenzar lo
terminado y vivir cada día en un mundo recién creado, para
ver novedad en lo que parece agotado y para recordar que
todo tiene más de un lado”. Vemos en Luz Marina Posada una
saludable variedad de influencias que le permiten cierto grado
de universalidad, tan deseable para este medio localista que
solamente mira para dentro.
En ese mismo orden de ideas, un ejemplo muy visible es el de la
compositora Marta Gómez (n. 1978), graduada con honores de
la prestigiosa Berklee College of Music y quien ha desarrollado
una carrera artística en los Estados Unidos y a nivel mundial
que la posiciona como una de las intérpretes colombianas
más destacadas de la escena musical internacional. Ha sido
calificada por diferentes medios como una cantante con voz
exquisita y un talento excepcional, estando entre sus principales
logros el haber sido incluida por el sello Putumayo en su
recopilación de cantantes femeninas latinoamericanas; allí
aparece al lado de artistas de la talla de Susana Baca, Totó
la Momposina y Tania Libertad, entre otras. Con más de 70
canciones compuestas, un medio estadounidense elogió su
capacidad de “convertir la dura historia de su país en música
dulce”, cosa que ilustra el bambuco Confesión (2002), con el
que obtuvo el premio de composición Alex Ulanowsky. “Tengo
a un país atravesado en la garganta, que no deja que me vaya
acostumbrando a la distancia; vengo de una tierra que le sobra
corazón y voluntad…” Gómez se nutre de lo cotidiano, y de esa
nostalgia surgen canciones con un profundo contenido social
y humano.
Fáber Eduardo Grajales Medina (n. 1979) llegó a la música
andina por tradición familiar, con el firme propósito de continuarla
y transformarla. Su formación como músico, compositor y
productor de la Universidad Javeriana se hace evidente en
los proyectos que ha asumido, en los que la puesta en escena
juega un papel muy importante. En su rol de intérprete del
tiple acompañando a cantantes como Carolina Muñoz y Juan
Consuegra, o mostrando su vena compositiva, Grajales ha
obtenido premios y elogiosos comentarios en los últimos ocho
o nueve años.
Finalmente, está Diego Alexander Ariza Medina (n. 1985),
guitarrista y arreglista del dúo que acompaña a Jessica
Jaramillo, con una extraña combinación vital de influencias, ya
que proviene de una familia musical veleña pero nació en Sevilla
(Valle del Cauca), donde estudió en los talleres musicales del
grupo Bandola para luego hacer estudios de contrabajo en el
Conservatorio del Valle. Camina Juan (2010) es un bambuco
dedicado a su hijo Juan Pablo, que tuvo problemas para nacer,
y en el que canta y alienta a la niñez en general.
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Los conciertos realizados en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango están autorizados por
la Dirección Administrativa de la Secretaría de Gobierno de Bogotá, mediante la Resolución 027
del 10 de febrero de 2012