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La Evangelización y su Extensión en el Territorio
Aunada a la conquista militar y al sometimiento económico, los
españoles se afanaron en la conquista espiritual, es decir, en inculcar al
indígena la doctrina y la práctica de la religión cristiana. A este proceso
histórico lo conocemos como evangelización.
Aunque desde su arribo a tierras mexicanas algunos frailes
acompañaban a Cortés en su empresa, fue tiempo después cuando la Corona
española intervino directamente en la organización de la Iglesia en la colonia.
Con la finalidad de propagar la fe cristiana entre la población indígena,
arribaron a Nueva España gran cantidad de frailes y misioneros de distintas
órdenes religiosas. Pronto se dieron a la empresa de construir iglesias y
monasterios, principalmente donde había estado los templos de indígenas,
pero también en otros sitios. En los primeros tiempos de la colonia cada iglesia
tenía anexa una escuela en la que los religiosos se encargaban de la
evangelización de los naturales.
Para enseñar mejor, estos perseverantes frailes aprendieron las
lenguas indígenas. Una vez que las conocieron, les fue posible la impresión de
libros, catecismo y gramáticas útiles para la evangelización. Algunos de estos
misioneros recogieron la historia antigua de los mexicanos, como fue el caso
de La Historia general de las Cosas de la Nueva España, redactada por Fray
Bernardino de Sahagún.
Aunque en ocasiones se siguieron venerando en secreto, poco a
poco los religiosos fueron consiguiendo reemplazar los antiguos dioses de los
indígenas por imágenes cristianas. Por ejemplo, el culto en honor de la Diosa
Tonantzin, que fue sustituido por el de la Virgen de Guadalupe.
Al paso de los años, la difusión de la religión católica abarcó en su
totalidad el territorio de Nueva España. La dirección que siguió la penetración
evangélica puede observarse a través de los conventos que se fueron
construyendo. Las primeras construcciones religiosas se ubicaron en la parte
central del país, circunstancia que se explica por su clima, sus condiciones
económicas y porque era la más densamente poblada de la Nueva España.
Después, la cruzada religiosa se dirigió hacia el occidente y el sur,
posteriormente hacia el norte, a lugares tan lejanos como Nayarit, sonora,
Chihuahua y las Californias. Pese al gran esfuerzo, en muchos lugares se
conservaron algunos ritos y creencias prehispánicas.
Las Órdenes Religiosas
Tan pronto tuvieron noticia de la conquista de México, varias órdenes
religiosas se dispusieron a viajar a estas tierras. Los primeros en llegar, en
1523, fueron los franciscanos, quienes establecieron sus primeros monasterios
en Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo; después fundaron los monasterios de
Cuernavaca, Tlalmanalco y Toluca. Además, para realizar una mejor
evangelización, establecieron misiones y hospitales en el centro y en el
occidente de México. Un gran benefactor de indígenas pertenecientes a esa
congregación fue Fray Pedro de Gante.
Tiempo después vinieron los dominicos, quienes extendieron su obra
por algunos lugares mencionados anteriormente, llegaron a estados como
Oaxaca y Chiapas, donde establecieron conventos y escuelas de oficios. De
entre ellos destacaron Domingo de Betanzos y Bartolomé de las Casas. En
1533 llegaron los agustinos, quienes al encontrar grandes regiones ya
ocupadas por sus antecesores, se establecieron de manera más dispersa.
Realizando su obra misionera y fundaron orfanatorios en zonas no ocupadas
por otras órdenes, por ejemplo en regiones otomíes y Mátlalzingas del México
central, en la sierra de Puebla y en algunas partes de Michoacán.
Ya tarde, llegaron los jesuitas, quienes dedicaron principalmente a la
enseñanza, fundaron instituciones educativas, sobre todo en las grandes
ciudades. Su influencia misionera se extendió por el norte y noroeste de Nueva
España. Hubo otras órdenes de menor importancia como los Hipólitos
(fundadores del hospital creado aquí en la ciudad de Xalapa, lo que
actualmente es el palacio de gobierno), los juaninos y los betlemitas que se
dedicaron a abrir hospitales y curar enfermos; los mercenarios, los carmelitas y
los dieguinos, cuyas obras de beneficencia han quedado huella. Había
conventos para mujeres, que se dedicaban a las mismas obras de
beneficencia.
En general, las órdenes religiosas creyeron indispensable eliminar
toda manifestación de las creencias indígenas, con el fin de imponer el
cristianismo. Fue así como destruyeron templos, ídolos y códices. Al mismo
tiempo, se percataron de la importancia de evangelizar a los hijos de los nobles
indígenas, quienes, por ser niños, aprendieron pronto y mejor.
Las primeras órdenes que llegaron formaban parte del clero regular,
es decir, aquel que está sujeto a ciertas reglas como vestir traje especial
(hábito) y vivir en comunidad (monasterio, convento), además de practicar la
pobreza, la humildad y la caridad. Acordes con sus votos religiosos, los
primeros frailes no sólo enseñaban la doctrina de la religión cristiana, sino
también trasmitieron a los indígenas formas de vida y conocimientos europeos;
fundaron templos y hospitales, abriendo caminos y campos, enseñaron al
indígena nuevas técnicas de cultivo y junto con ellos se pusieron a roturar
campos, entre otras obras de utilidad pública.
El ejemplo y las virtudes de estos primeros misioneros atrajeron a los
indígenas, de quienes se volvieron defensores ante los atropellos de los
españoles. Tal fue el caso de Fray Toribio de Benavente, a quien los naturales
llamaban MOTOLINÍA. Eclesiástico e historiador español realizó su labor
evangelizadora principalmente en Centroamérica, donde fundó varios
conventos y trabajo en defensa de los indígenas. Realizó además una
importante contribución al estudio de la civilización mexica con la obra Historia
de los Indios en la nueva España.
A fines del siglo XVI, cuando ya los frailes habían hecho el trabajo
evangelización, llegaron los integrantes del clero secular, quienes desplazaron
a los primeros hacia tierras más lejanas. A diferencia de los anteriores, los
curas o sacerdotes vivían libremente en las iglesias. Entonces, con el trabajo
de indígenas, se construyeron catedrales, parroquias, iglesias, capillas y
oratorios.
Aunque, por razón de su ministerio, los sacerdotes entraron en
contacto directo con la gente del pueblo, a diferencia de los ministerios
entendieron poco al indígena y prácticamente no lo ayudaron en nada.
Principalmente se dedicaron a hacer crecer y asegurar los ingresos
económicos y las propiedades de la iglesia.
Una importante labor del clero secular fue la organización de los
dominios eclesiásticos de la colonia en demarcaciones llamadas Arzobispados
y Obispados. Del Arzobispado de México dependían los obispos de Puebla y
Tlaxcala, Guadalajara y Michoacán, Oaxaca, Chiapas y Yucatán. Por otro lado,
fue establecido en Nueva España el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición
para “vigilar” a españoles y extranjeros sospechosos de herejía o de ataque a
los dogmas y prácticas de la Iglesia Católica. Por su misma condición, los
indígenas quedaron excluidos de la acción de dicho tribunal
Relación Iglesia – Estado durante la colonia
La corona Española dictó disposiciones para que hubiera armonía
entre las autoridades civiles y eclesiásticas, manteniendo a cada una dentro de
su propia esfera de acción. Pero el clero ejercía una poderosa influencia en la
sociedad y se oponía en muchas ocasiones a los mandamientos del gobierno;
cuando éste trataba de imponerse surgían conflictos que perturbaban la paz
pública. En ciertos casos la Corona se vio obligada a utilizar medidas drásticas
para contener la influencia y ambiciones del clero, prohibiéndose acumular
bienes y domar territorios o regiones donde algunas órdenes se habían
establecido para realizar la evangelización.
Punto culminante de estos conflictos en lo s que el gobierno trató de
limitar ese poder, fue el que tuvo lugar en el siglo XVIII: influidos por las
doctrinas liberales, Carlos III consideró necesario sujetar la Iglesia a su
gobierno, por lo que dictó varias disposiciones con el objeto de hacer contribuir
al clero con los gastos públicos a este hecho se le conoce como la Reforma
Borbónica. No obstante que los jesuitas poseían casas, seminarios,
residencias y misiones distribuidas en distintas ciudades de Nueva España, no
estuvieron dispuestos a colaborar económicamente con la Corona, por lo que
se convirtieron en un obstáculo y fueron expulsados de los dominios españoles
en 1767.dos años después se vendían sus propiedades; pero su expulsión
provocó graves motines en varios lugares del país, que pusieron en peligro la
paz del virreinato.
La formación del poder económico de la iglesia en la colonia
A través del Patronato Real, la iglesia de América pasó a ser
dependencia de los monarcas españoles, desde los primeros tiempos de la
colonia. Dotada de tierras para su sosteniendo, la Iglesia tenía opción re recibir
otros recursos que aseguraran su dominio espiritual y material. Como las
tierras de su propiedad eran trabajadas por los indígenas, el clero pudo
levantar templos, monasterios, hospitales y escuelas por todo el territorio de
Nueva España. Contaba además con donaciones, limosnas, obvenciones
parroquiales (pago de los servicios religiosos como misas, bautismo,
matrimonios).
Otra fuente muy importante de recursos eran los intereses que la
Iglesia obtenía por los préstamos que otorgaban a hacendados y agricultores
mediante la ganadería de bienes raíces. Cuando el deudor no podía finalmente
pagar el préstamo, dichos bienes raíces quedaban hipotecados o pasaban
a propiedad de la Iglesia, durante el siglo XIX se convirtieron en bienes de
mano muerta. Pero la fuente principal de ingresos del clero fue el diezmo, la
décima parte de los sueldos y ganancias de todos los trabajadores y
comerciantes mestizos, criollos y españoles. Las autoridades civiles
colaboraban en su recaudación. Fue tal el poder económico de la Iglesia, que
llegó a contar con juzgados, anexos a los obispados, para operaciones
financieras. Esta enorme riqueza acumulada dio al clero una enorme fuerza
política que llegó a preocupar a los gobernantes peninsulares y novohispanos.