Download LA HISTORIOGRAFÍA LATINA La Historiografía nace en Roma en el

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
LA HISTORIOGRAFÍA LATINA
La Historiografía nace en Roma en el s. III a. C., siguiendo la pauta que había marcado la griega,
como ocurrió con los demás géneros literarios. Fue un género muy prolífico en autores y obras
emblemáticas. Las fuentes más antiguas que tenemos son documentos que narran el inicio de
Roma y las vidas de los personajes más importantes, con un tono personal e individual. Se
trata de engrandecer a Roma en muchas ocasiones incluso exagerando, motivo por el cual se
llega a sospechar de su falta de veracidad. Estos documentos tienen un claro fin didáctico,
político e, incluso, propagandístico.
Las primeras fuentes históricas que tenemos son unos documentos que podrían ser de dos
tipos: privados o públicos. Los documentos de tipo privado son de interés familiar, ya que se
trata del relato y enumeración de las hazañas más importantes de un antepasado o familiar
muerto. Los públicos, en cambio, son de carácter religioso o político. Por lo que respecta a lo
religioso, se trata de datos que se recogían cada año en los colegios sacerdotales en torno a
sacrificios o procesiones; entre ellos cabe destacar las tablillas en las que el Pontífice Máximo
anotaba los sacrificios que se debían celebrar, los días laborables y festivos, etc. En cuanto a
los de carácter público hablamos de tratados, leyes, o senadoconsultos. En uno y otro caso
reciben el nombre de Annales por recoger datos de cada año de manera ordenada; del mismo
modo, llamaremos Analistas a los primeros representantes latinos de este género.
1. ETAPA PRECLÁSICA
Es a finales del s. III y a principios del II a. C. cuando se puede hablar ya de un autor de
Annales, Quinto Fabio Píctor, que asumió la labor que hasta entonces realizaba el Pontífice
Máximo. En esta etapa destacan también Lucio Cincio Alimento y Cayo Acilio.
Todos ellos escribían en griego pues con esta lengua llegaban a todo el mundo helenizado
como se pretendía, pues su principal fin era el de dar propaganda a la República.
El primer analista que escribió en latín fue Marco Porcio Catón (234-119 a. C.). Nació en
Tusculum en el seno de una familia noble. Luchó en la Segunda Guerra Púnica y, antes de
morir, puedo ya ver el comienzo de la Tercera. Tuvo diferentes cargos públicos que
desempeñó con dignidad y severidad. En su obra Origines (Orígenes) narra la historia de Roma
desde su fundación, la llegada de Eneas a Italia, las fundaciones de ciudades itálicas y las
guerras que vivió, llegando así hasta la Segunda Guerra Púnica. No se limita a narrar una tras
otra las hazañas que van realizando los principales protagonistas, sino que introduce un
elemento que da a la narración un tono novedoso y más vivo: el discurso. Esto lo distingue de
los demás analistas.
2. ETAPA CLÁSICA
Para un género como el historiográfico, lo importante no es sólo narrar uno tras otro los
acontecimientos acaecidos ni las hazañas de personajes más o menos populares, sino además
saber analizar las causas y las consecuencias. Debe ser, por supuesto, verídica e imparcial y le
reconoce especial importancia al orden de lo que narra así como al conocimiento geográfico
del lugar de que se está tratando, pues todo ello hace que el lector se centre con mayor
facilidad y da más credibilidad a la narración.
Se concibe la historia como un vehículo para dar ejemplo a los ciudadanos. Si además el
historiador tiene conocimientos de retórica es preferible, pues sabrá adornar como conviene la
exposición de los hechos.
Es en época clásica cuando el género madura y se desarrolla en todo su esplendor con figuras
de la altura de César, Nepote, Salustio y Tito Livio.
2.1. CAYO JULIO CÉSAR
Gaius Iulius Caesar nació en Roma el 12 de julio del año 100 a. C. y murió asesinado el día 15
(Idus) de Marzo del 44 a. C. Era de familia noble, hijo de Cayo César y de Aurelia. Se casó por
primera vez con Cornelia, hija de Cinna, rival de Sila, de modo que políticamente estuvo
siempre asociado a la facción de los populares. Intervino por vez primera en una campaña
militar, la de Asia, en el año 81. Vuelve a Roma en el 73 y llega a ser senador antes del 70. A
partir de esta fecha son muchos los cargos públicos que ocupa. Como cuestor marcha a la
Hispania Ulterior en el 68. Allí muere su mujer.
De vuelta a Roma en el 67 vuelve a casarse; esta vez con una mujer de la familia de Pompeyo,
lo cual facilitó que se estrecharan lazos. Por esta época se alía con Pompeyo y Craso, dando así
lugar al llamado Primer Triunvirato. Sigue ostentando cargos como el de cónsul (59),
gobernador en Iliria, Galia Cisalpina y Galia Transalpina (58). En los años 55 y 54 se dedicó a sus
campañas en Britania y Germania. En el año 53 muere Craso y quedan solos César y Pompeyo,
al que le une además un parentesco, pues éste último se había casado con Julia, hija de César.
Tras unos disturbios que se producen en Roma, Pompeyo es nombrado cónsul único en el 52.
El Senado comunica a César que debe disolver su ejército e incluso Pompeyo vota en su contra.
Pero éste no atiende y atraviesa con sus tropas el Rubicón, donde se encontraba. Da comienzo
entonces la Guerra Civil. En tres meses se había hecho con toda Italia, y Pompeyo tuvo que
huir a Grecia, donde fue derrotado en Farsalia, para finalmente encontrar la muerte en Egipto.
César asumió todo el poder y gobernó de una manera monárquica y casi dictatorial. Los hijos
de Pompeyo se levantaron en Hispania pero fueron derrotados en la batalla de Munda en el
año 45. En el 44, César muere asesinado dentro de la trama de una conspiración maquinada
por Casio y Bruto.
En líneas generales fue un gran estadista y muy querido y respetado por el pueblo. Fue recto
en su gestión y nada vengativo con los vencidos en sus campañas y conquistas. Restableció el
orden social después de tantas rencillas y luchas, enderezó la situación económica, abolió
algunos impuestos…
Por lo que respecta a su producción literaria, sus dos grandes obras históricas son De bello
Gallico (La Guerra de las Galias), en siete libros, y De bello Civili (La Guerra Civil), en tres. El
propio César les dio el nombre de Commentarii de bello gallico y Commentarii de bello civil,
donde deja ver que se trata de unos sencillos informes que él mismo durante sus campañas
enviaba al Senado o de unos resúmenes que hacía de lo acaecido. Pero la realidad es que se
trata de obras perfectamente estructuradas y con afán propagandístico de su propia figura y
actuaciones, y que proporcionan una información inestimable sobre el período final de la
República.
Cronológicamente es anterior la Guerra de las Galias que debió escribir entre los años 52 y 51
a. C. Como su nombre indica, en ella César nos cuenta todo lo que ocurrió durante la conquista
de la Galia. En La Guerra Civil, escrita en torno al 47, narra los enfrentamientos con Pompeyo,
la batalla de Farsalia donde éste fue derrotado, y llega hasta el momento en que comunican a
César que Pompeyo ha muerto en Egipto.
Las dos obras están escritas en estilo indirecto y lenguaje sencillo. Huye de la voluptuosidad y
narra los hechos en tercera persona para que resulte más objetivo su propio punto de vista.
Como todos los historiadores antiguos, introduce en la narración discursos que pone en boca
de los protagonistas y es aquí cuando recurre al estilo directo, algo más poético. A pesar de ir
destinadas a explicar y justificar sus propias actuaciones y decisiones, procura ser fiel a la
realidad si bien evita mencionar datos que de lleno le afecten negativamente. Su natural
tendencia a la observación y su talante curioso, lo llevan a hacer descripciones detalladas de
los lugares donde transcurren los hechos. Si ha vivido en primera persona los hechos, su
exposición es clarísima, pero si no es así, lo cuenta con tal viveza e intensidad casi dramática
que el resultado es el mismo.
De su entorno más cercano surgieron con posterioridad otras obras de este mismo carácter
narrando sus campañas en África, Alejandría e Hispania: Bellum Africanum, Bellum
Alexandrinum y Bellum Hispaniense.
2.2. NEPOTE
Cornelius Nepos nació en torno al año 100 a. C. en la Galia Cisalpina y murió en torno al 25 a.
C. Catulo fue compatriota suyo y, de hecho, le dedicó su libro de poemas. Entre sus amigos se
encontraban Cicerón y Ático. Por lo que respecta a su obra, supone una innovación, pues
cultiva la biografía. Ahonda y profundiza en el perfil y la vida de los personajes que trata y da
gusto así a un público que, por lo general, está ávido de esta información.
Escribió poemas de amor y una colección de anécdotas bajo el nombre de Exempla (Ejemplos)
que no se conservan; pero su obra más importante está compuesta por 16 libros sobre las
vidas de los hombres ilustres, De viris illustribus, de los que sólo se ha conservado completo el
relativo a los generales griegos. Aquí hay que destacar el retrato que hace del general
Alcibíades. Del libro de historiadores latinos se conservan las vidas de Catón y de Ático. Puede
que en general carezca de rigor histórico, pero aporta una serie de datos biográficos que
contextualizan el entorno social y político de ese momento y por ello resultan de gran interés.
2.3. SALUSTIO
Gaius Sallustius Crispus nació en Amiterno en el año 86 a. C., en el seno de una familia
plebeya, y murió en el 35 a. C. Tuvo varios cargos públicos: tribuno de la plebe en el 52, pretor
en el 47, y gobernador de Numidia en el 46. Políticamente era del partido de César; pero al
morir éste, desanimado y viendo la decadencia que se vivía en Roma, decide abandonar la
política, se retira a su villa, horti Sallustiani, y se dedica por completo a la Historia.
Dos de sus grandes obras son de carácter monográfico, Bellum Catilinae (La conjuración de
Catilina) y Bellum Iugurthinum (La guerra de Yugurta). Estas dos se conservan en su totalidad.
Su otra gran obra es Historiae (Historias) de la que sólo conservamos fragmentos.
La Conjuración de Catilina trata en concreto de un episodio de la historia de Roma. Catilina era
un ciudadano noble y ambicioso que quiso hacerse con el poder en el año 63 a. C. dando un
golpe de estado. Aprovecha la cuestión el autor para arremeter contra la nobleza por su
actitud arrogante y su corrupción. Se encuentran en la obra muchos errores de tipo
cronológico, pero quedan en un segundo plano por la fuerza dramática que Salustio presta a su
narración.
En La Guerra de Yugurta se nos presenta el autor con unas convicciones políticas mucho más
consistentes y fuertes que en la anterior obra. Aprovecha de nuevo para culpar a la clase
dirigente, la aristocracia romana, de todos los problemas que hay en Numidia: su mala gestión
y su ineptitud es la causante de todo. El tema es el siguiente: ha muerto el rey Micipsa de
Numidia y hay que asegurar un sucesor, porque los hijos del rey han muerto asesinados por
Yugurta, que quiere hacerse con el trono.
En cuanto a Historias, se trata de un conjunto de cinco libros de los que sólo conservamos
cuatro discursos, dos cartas y fragmentos sueltos. Abarca el período desde la muerte de Sila en
el 78 hasta el año 67 a. C. Toda la obra tiene un tono pesimista que queda bien claro en la
exposición que hace de las consecuencias del mandato de Sila.
Salustio supone una innovación con respecto a sus antecesores en el género, pues hace gala
de un método casi científico. Analiza las causas de los acontecimientos y profundiza
igualmente en los motivos de las decisiones y actuaciones humanas, ya que siente una gran
atracción por las costumbres y los modelos humanos.
En su concepción de la historia recuerda a Tucídides y en cuanto a su actitud frente a la
situación presente y sus meditaciones sobre la virtud recuerda a Catón. Es de la opinión de que
la verdadera virtud reside en la tradición y mira el presente con pesimismo. Toda su
producción deja ver claramente su inclinación por los populares, el partido de César, y su
oposición a los nobles.
Crea un estilo de prosa distinto, muy vivo; a esto contribuyen su brevedad, el vocabulario que
escoge, grecismos y arcaísmos, y el uso de la elipsis y el asíndeton.
2.4. TITO LIVIO
Titus Livius nació en Patavium (Padua) en el año 59 a. C. y murió en el 17 d. C. Era de familia
acomodada. Se sabe poco de su vida pero sí que hay constancia de que entabló una gran
amistad con el emperador Augusto. A pesar de esto no llegó a ostentar nunca un cargo público
sino que se dedicó por completo a la historia.
Su gran obra es Ab Urbe Condita (Historia de Roma desde su fundación) que constaba de 142
libros. Nos han llegado en grupos de diez, décadas, de las que conservamos la I, III, IV y la
primera mitad de la V; estas divisiones son posteriores y no obra del autor. No obstante,
conocemos el contenido de todos los libros por unos resúmenes, periochae, que hicieron sus
compiladores. La obra abarca los siguientes temas: fundación de la ciudad, período de los
reyes, la anterior república hasta la conquista por los galos, subyugación de Italia, guerras
púnicas, macedónicas y otras guerras, muerte de Sila, guerra de las Galias, guerra civil hasta la
muerte de César y el reinado de Augusto.
Toda la obra está destinada a la historia de Roma. Huye de cualquier otro tema que no sea
éste. Tiene un clarísimo tono nacionalista y didáctico. Es muy ordenado en su narración, va
contando los acontecimientos cronológicamente y año por año al estilo de los antiguos
analistas. Concibe la Historia como una serie de ejemplos para el ciudadano, para que,
siguiéndolos, obre con rectitud.
Confía plenamente en los valores tradicionales y en la religión para lograr la armonía, la
perfección. En cuanto a su inclinación espiritual o filosófica, está al lado del estoicismo pues
acepta un fatum que lo rige todo.
Es de la opinión de que es deber de un historiador decir la verdad, no tomar partido por nada
ni por nadie y hacerlo con un estilo cuidado, con un desarrollo literario elaborado.
Donde mejor se observa el valor literario de Tito Livio es en sus relatos, de tono dramático y
vivo, en sus discursos, que crea expresamente para la ocasión y dejan ver sus conocimientos
de retórica y, por último, en los retratos tanto físicos como psicológicos que hace de los
personajes. Su prosa es elocuente, ordenada, igual que su sintaxis, en la que abundan los
períodos subordinados.
3. ETAPA POSTCLÁSICA
Empieza ahora una etapa de represión en el ámbito cultural. Los emperadores Tiberio, Calígula
y Claudio no quieren que los pensadores y los intelectuales desarrollen su actividad y se da
paso a una etapa confusa, de adulación al régimen y de conformismo que se aprecia en la
producción literaria de esta época.
Debemos destacar dentro de este período a los siguientes autores: Veleyo Patérculo, Valerio
Máximo, Tácito, con mucho el más sobresaliente, y Suetonio.
3.1. VELEYO PATÉRCULO
Debió nacer en torno al 19 a. C. y murió el 30 d. C. Tuvo algunos cargos públicos y en su obra
se observa una adulación exagerada de Tiberio. Su obra está dirigida a M. Vinicio, cónsul en el
año 30. Ad Marcum Vinicium libri duo (Historias) trata de la historia de Roma desde sus
primeros momentos hasta el 29 d. C. se centra y se recrea especialmente en lo relativo a la
cultura y es de gran interés la última parte de la obra, que constituye la única descripción de
los reinados de Augusto y Tiberio.
3.2. VALERIO MÁXIMO
Nació en el año 15 a. C. y murió en el 35 d. C. Prácticamente no se sabe nada de su vida, pero sí
que dedicó a Tiberio su obra, Factorum ac dictorum memorabilum libri IX (Hechos y dichos
memorables). Se trata de nueve libros con anécdotas y ejemplos a disposición de los oradores.
Los temas son la religión, las costumbres y usos sociales, y la conducta adecuada entre otros.
Pretende así defender las virtudes romanas que se deben hallar en la base del Estado. Por otro
lado, su estilo es muy elaborado.
3.3. TÁCITO
Las fechas de nacimiento y muerte de Publius Cornelius Tacitus son inciertas, pero debió de
nacer entre los años 56-57 d. C. y morir en el 117 d. C. Tampoco se sabe ciertamente dónde
nació. Sí está claro que en el año 77 d. C. se casó con la hija de Agrícola, que fue pretor en el 88
y llegó a ser gobernador de Asia en el 112-113 d. C. tuvo una vida política y pública muy
intensa, pues además era forense.
Por lo que respecta a su producción literaria tiene una serie de obras denominadas menores
que son: De vita et moribus Iulii Agricolae (Agrícola), panegírico del general Agrícola, narra la
actividad que desarrolló especialmente en Britania y sus más importantes hazañas; De origine
et situ Germanorum (Germania), sobre las diferentes tribus germanas y sus costumbres;
Dialogus de oratoribus (Diálogo de los oradores), donde cuatro hombres conocidos de esta
época discuten y cambian opiniones sobre la oratoria romana.
Pero sus obras más importantes o mayores son Historiae (Historias) y Annales (Anales).
En Historias, compuesta por catorce libros, narra la historia de Roma desde la muerte de
Nerón (69 d. C.) hasta el final de la época de Domiciano (96 d. C.). Sólo se conservan los cuatro
primeros libros. Sigue el mismo método que Salustio, busca las causas y posibles soluciones a
los conflictos. Para ilustrar la narración se apoya en discursos que introduce con naturalidad.
En Anales, que consta de dieciséis libros, cambia de tono y ya no intenta encontrar soluciones,
sino que su perspectiva es más negra y fatalista. Abarca los años comprendidos entre el 14 d.
C. y el 68 d. C., y pasa revista a los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
3.4. SUETONIO
Gaius Suetonius Tranquilus nació en el 75 d. C. y murió entre los años 140-160 d. C. De toda su
obra sólo conservamos De vita Caesarum (Vidas de los Césares), y partes de De viris illustribus
(Sobre los hombres ilustres).
Es un historiador biográfico y su Vida de los Césares carece de rigor y tiene muchas lagunas;
más bien parece que haya tomado notas y juntado los datos sin más. A pesar de ello es muy
entretenido porque aporta datos curiosos, anecdóticos y cotilleos. Es muy aséptico en su
tratamiento de la historia y no toma partido por nada ni por nadie. Su estilo es muy claro y
sencillo.
4. ETAPA TARDÍA
Este período está marcado por una decadencia paulatina, así como por la aparición de las
primeras manifestaciones de la literatura cristiana. Conviene recordar que el año 313 d. C.
Constantino reconoció la libertad de culto para los cristianos.
En esta etapa de la literatura latina cabe destacar los siguientes autores: Floro, Justino,
Amiano Marcelino, Eutropio y Orosio.
4.1. FLORO
Lucius Anneus Florus vivió entre los siglos II y III d. C. Se le atribuye la historia latina conocida
como Flori Epitomae de Tito Livio bellorum omnium annorum DCC libri duo (Epítome de las
guerras durante setecientos años). Cuenta toda la historia de Roma hasta la época de
Augusto. El primer libro trata de las guerras en el exterior, con otros pueblos, y el segundo se
centra en las guerras civiles desde los hermanos Graco. Es un panegírico del pueblo romano y
su estilo es muy retórico.
4.2. JUSTINO
Marcus Iunianus Iustinus vivió también entre los siglos II y III d. C. es muy poco lo que se sabe
de su vida y de su obras. Escribió unas Historiae (Historias) que son un resumen de la Historiae
Philippicae de Trogo Pompeyo, hoy perdida. Incluye algún pasaje interesante por sus
descripciones llenas de color. El interés que entraña es que, al no conservarse la obra de
Trogo, ésta es la única que nos informa sobre la historia de Macedonia y los reinos
helenísticos.
4.3. AMIANO MARCELINO
Nació en Antioquía en torno al 340 d. C. Compuso Res Gestae (Hazañas) en 34 libros, de los
cuales trece se han perdido. Abarca los años desde Nerva hasta la muerte de Valente (96-378
d. C.). Se le considera el último gran historiador pagano de la Antigüedad.
4.4. EUTROPIO
Vivió en el siglo IV d. C. escribió un Breviarium ab urbe condita (Estudio sobre la Historia de
Roma desde su fundación) durante el reinado del emperador Valente (364-378 d. C.). Es una
obra muy concisa aunque bien estructurada y equilibrada. Está dividida en diez libros y abarca
desde Rómulo hasta la muerte del emperador Joviano (363).
4.5. OROSIO
Paulo Orosio vivió a principios del s. V d. C. y era originario de Hispania. Escribió en el año 417
d. C. Adversum paganos libri VII (Historia contra los paganos) en siete libros a petición de San
Agustín. Es una historia que llega hasta los días del propio autor y trata de aclarar que la
situación por la que pasaba Roma no era debida a la conversión al cristianismo, sino que esos
conflictos ya eran anteriores.