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Intersecciones en Comunicación
ISSN 1515­2332 (versión impresa)
ISSN 2250­4184 (versión On­line)
Intersecciones en Comunicación. n.2 Olavarría ene./dic. 2002
La sociedad gerenciada por el mercado
La cultura, la integración mundial y los sujetos políticos del “globalismo”
Por María Rosa Gómez
Armand Mattelart, investigador y teórico especializado en temas de comunicación y cultura, participó del V Foro Eurolatinoamericano de Comunicación realizado en noviembre de 1999 en La
Habana, para analizar la relación mediática entre Europa y América Latina. Allí, ante un numeroso
auditorio integrado por periodistas y académicos latinoamericanos y europeos, Mattelart provocó ­
en proporciones similares­ adhesiones y rechazos al plantear que “a fines de los años setenta,
América Latina fue el único continente que estuvo a la vanguardia en la discusión sobre la
regulación o desregulación de los sistemas de comunicación y la producción cultural” y que “Europa
llegó tarde a esta discusión, recién cuando por los acuerdos de Maastricht, debatió sobre la
televisión sin fronteras”. También defendió el rechazo de Francia a la posibilidad de que la
Organización Mundial del Comercio (OMC) tenga competencia en el terreno de lo cultural. A
escasos meses de la publicación en español de su libro “Historia de la Utopía Planetaria. De la
ciudad profética a la sociedad global”, es válido repasar lo que este belga, cuyos libros son lectura
obligatoria en la mayoría de las carreras de comunicación y periodismo, conversó con
Intersecciones durante un intermedio del Foro Eurolatinoamericano de Comunicación.
_ Profesor Mattelart, ¿podría adelantarnos el tema de su próximo libro?
_ Es la tercera parte de una trilogía iniciada por “La comunicación Mundo” y continuada con “La
invención de la Comunicación”. Se llama “Historia de las Utopías Planetarias. De la ciudad profética
a la sociedad global” y trata de terminar con la idea que plantea que la integración mundial
despega con la caída del Muro de Berlín o con la desregulación. Sostengo que, a través de la
historia, todo el imaginario de la comunidad humana apunta hacia la integración, sobre todo a partir
de un hecho histórico fundamental que inaugura la modernidad global: el descubrimiento de
América. Ahí aparecen los conceptos de integración y mestizaje que fueron estudiados por
Garcilaso de la Vega. Todo está ya incluido a fines del siglo XV, tanto las apuestas humanistas de la
modernidad como las impugnaciones que le hacen los sujetos de la dominación.
_ De acuerdo a su intervención en este Foro, se podría pensar que usted articula el rechazo de Francia al tratamiento de la cuestión cultural por parte de la OMC con el debate por el Nuevo Orden
Informativo Internacional que se dio en la década de los ‘70.
_ La articulación ­resignificada­ en realidad la dio el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al
Gore, que en 1994 tituló su intervención sobre las autopistas de la información en la Unión
Europea “Hacia un nuevo orden informativo”. Claro que él hablaba de otro Nuevo Orden.
Considero que Europa llegó tarde a este tipo de discusiones por sus antecedentes de potencia
central. Tardó en darse cuenta de que su producción cultural, al igual que la de los países del
Tercer Mundo, también estaba atravesada por un conjunto de factores que la hacían dependiente
frente a los Estados Unidos.
_ ¿Por qué tardó tanto Europa en llegar a esta discusión sobre la cuestión cultural?
_ Se dio real cuenta de la importancia de las industrias culturales y las redes técnicas de
información de los Estados Unidos después de la segunda mitad de los años ‘70, a partir de que el
Consejo de Europa planteó el problema de la dependencia de las industrias culturales.
Sin embargo, el concepto de “americanización” apareció en Europa ­de manera descalificativa­
mucho antes durante el periodo de entreguerras, con José Ortega y Gasset, Paul Valery y otros
intelectuales europeos que plantean la llegada de la técnica y el comercio a la producción de la
cultura en términos de “declive de una civilización”. Este debate caracterizó a las discusiones que
se daban ya en la Sociedad de las Naciones, pero realmente ha sido planteado como un problema
político recién a finales de los años ‘70. En ese momento Europa se da cuenta que a nivel del
mercado internacional es débil y además la apertura de sus canales de comunicación a la
competencia la lleva por la misma época a nutrirse de producciones estadounidenses. En América
Latina éste problema existió desde la fundación de sus canales de televisión ­en Argentina con el
grupo de Goar Mestre vinculado a las cadenas norteamericanas, en Brasil con la alianza Time­Life,
y así en casi todos los países­.
_ ¿Francia quedó sola en la Unión Europea defendiendo la “excepción cultural” ante la OMC?
_ Si bien los países europeos no se pusieron de acuerdo, quedó instalada una mayor conciencia
de los desafíos que representan tanto la cultura como la información. Hoy se ha cambiado el lema
de la “ excepción cultural” por el lema de “diversidad cultural” y esto quiere decir que cada país
debe ser capaz de construir su propia respuesta, mientras que la línea impulsada por norteamérica
establecía que como todo se globaliza, el mercado debía quedar libre de cualquier política nacional
sobre comunicación o cultura.
_En sintonía con sus críticas al término “globalización”, el filósofo José Saramago prefirió definir al
llamado “pensamiento único” como “pensamiento cero”.
_Estoy totalmente de acuerdo. Si bien es fuerte el concepto de “pensamiento único” es endeble
con relación a la realidad. Yo hablo de un pensamiento “vacuo”. El problema es que esta idea de
pensamiento único se encuentra cotidianamente en los debates que se dan para hacer pasar la
idea de una total desregulación. Lo que se puede decir es que los argumentos hoy surgen de una
lógica mercantil, no hay un trabajo de reflexividad, es por eso que no se puede decir que estas
nociones sean realmente conceptos. Simplemente hay sectores de la sociedad que se apoderan de
estas nociones para imponerlas. Por ejemplo, en los últimos siglos teníamos nuestros propios
conceptos para hablar de la integración entre naciones, por ejemplo “cosmopolistismo
democrático” o “internacionalismo”. Hoy pretenden que existe uno sólo, como si éste fuera la fusión
de los otros conceptos, mientras que está claro que no lo es.
_ ¿De qué forma estas tendencias influyen sobre la formación académica?
_ De la misma forma que las técnicas del mercado son empiricistas, la sociedad tiene tendencias a
rechazar la reflexividad o el “teoricismo” ­como lo llaman despectivamente­ y en las escuelas de
periodismo y comunicación es cada vez mayor la cantidad de jóvenes que vienen a adquirir una
“habilidad”. No se dan cuenta que una vez adquirida esta habilidad no están capacitados para
adaptarse aunque sea desde una forma “neodarwiniana” al mercado de trabajo. Esta tendencia es
general y se le debería oponer, como contrapropuesta, que con el manejo de las teorías los
estudiantes se prepararán mejor no sólo como profesionales, sino también como ciudadanos. Eso
es una labor tremenda. Las universidades públicas ante el gran flujo de estudiantes tienen
enormes dificultades para afrontar estos dilemas y las universidades privadas adoptan una postura
elitista o imparten el conocimiento pragmático que reclama el empresariado.
_ Los elementos de control sobre el ciudadano que existen en la sociedad de la información, ¿no se
contradicen con los valores de la democracia representativa que la globalización tanto exalta?
_ El concepto de “sociedad de control”, acuñado en los años ‘60 y retomado por Gilles Deleuze,
plantea que el modelo de organización empresarial, gerencial, se trasladó a la organización de la
sociedad. Eso se puede ver a través de la asimilación de la libertad de expresión comercial con la
libertad de expresión. Es un modelo donde el control está asegurado mediante la rotación rápida,
donde no hay estabilidad ­como en el modo actual de administrar la empresa­. Este traslado al
modelo de sociedad efectivamente va contra la idea de libertad de expresión y la idea de
ciudadanía. Creo que en algún momento no hemos sido lo suficientemente vigilantes contra un
conjunto de temas que han terminado de entrar de “contrabando” por vías ordinarias y de repente
se implantaron.
_ ¿Existen alternativas que se contrapongan a este bombardeo de conceptos que se pretenden
“únicos”?
_ El problema es muy complejo y los lugares de respuesta son diversos. En ese sentido comparto
la definición del Subcomandante Marcos ­del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, mexicano­
cuando habla de “bolsones de resistencia” . Esta resistencia puede venir de individuos
determinados en instituciones académicas donde lo que hoy abunda es más bien el
descompromiso; puede darse en un grupo que en un momento y lugar determinado lucha contra ­
por ejemplo­ un proyecto que destruye el medio ambiente; puede ser una red multinacional que
protesta contra la ultraliberalización de la OMC: hoy no se puede vertebrar la resistencia alrededor
de un sólo eje, sino más bien pensar la articulación de “islotes” permanentes o coyunturales con los
que tal vez podamos reconstruir una visión del mundo no alineada con el “globalismo”. Hay que
reconstruir localidades de interés dentro de este marco. Yo creo que la globalización es una
realidad con índices concretos, pero es también un proyecto ideológico y la gente toma este
proyecto como la realidad.
María Rosa Gómez
© 2011 Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Facultad de Ciencias
Sociales
Avda. del Valle 5737
(B7400JWI) ­ Olavarría ­ Pcia. de Buenos Aires
República Argentina
E­mail: [email protected]