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Comunicación en campaña.
Dirección de campañas electorales
y marketing político
Julio César Herrero (Editor). Max Römer (Coordinador )
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Editorial: PEARSON, Madrid
Año: 2014
Páginas: 321
ISBN: 978-84-9035-141-3
e-book:978-84-9035-142-0
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De los textos recientes sobre campañas electorales hay en el mercado muchas
traducciones, pero escritos directamente en castellano solo el que presentamos
en esta reseña: Comunicación en campaña, editado por Julio César Herrero
y coordinado por Max Römer. Se trata de un libro escrito por diferentes
especialistas, tanto académicos como profesionales que, en 12 capítulos dan buena
cuenta del ejercicio de comunicar en campañas electorales. Con su edición en
papel, con códigos Bidi, remite a enlaces que dinamizan la lectura y la hacen
completamente vinculada a lo hipermediático.
Ésta es la primera obra en castellano que se centra de manera exclusiva en
la dirección de campañas electorales y marketing político. Es una obra colectiva
que nos aporta una lectura diversa desde diferentes puntos de vista académicos
y profesionales, asesores políticos, en activo tanto en España como en diferentes
países de América Latina. La nueva era de las comunicaciones 2.0 lleva a la necesidad de revisar, adaptar y actualizar las técnicas empleadas en la comunicación
eficiente, también en el ámbito de la política.
El mundo de las campañas electorales es cada vez más complejo y globalizado
gracias a las redes de comunicación, lo que nos hace ser más conscientes del desarrollo de nuevos planes de marketing político en otros puntos del planeta y su
aplicación práctica; pero necesitamos situarlos, contextualizarlos, analizarlos y
desgranarlos de una manera eficiente para su posterior aplicación en la dirección
de campañas electorales.
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Los 12 capítulos1 son una radiografía del manejo de las campañas políticas y
del marketing electoral desde una óptica directiva, de gestión de recursos.
En la dirección de campañas electorales, Elena Flores nos adentra en las diferentes funciones que se viven en una campaña electoral; las condiciones en las
que se trabaja, puesto que “todas las actividades de campaña deben estar sujetas
a normas y pautas de actuación que garanticen y permitan la igualdad de oportunidades de los competidores” (p. 2), considerando la autora a los competidores,
así de un modo deportivo, a los candidatos y partidos políticos.
Para construir la agenda, la propuesta de Fermín Bouza es el manejo de la
demoscopia, considerada por el catedrático –especialista en comunicación política y sociología electoral– como aquello que el ciudadano considera como el
problema más importante, de ahí que ello se convierta en la agenda del candidato,
de la campaña. Por su parte, yendo directamente a hacer operativa esa agenda,
Enrique Leite nos muestra los intersticios de los gabinetes de comunicación y cómo
deben ser las relaciones con los medios de comunicación desde las tendencias
de la web 2.0.
En el capítulo 4, Carmen Beatriz Fernández toma la batuta que deja Leite en
materia 2.0 y propone las tendencias del ciberactivismo desde las plataformas
de los partidos políticos para posicionar a sus candidatos. Y para darle sentido
al profesional que está tras esta actividad, Carlos Hidalgo nos muestra los trucos
que debe manejar el community manager en materia política.
Ya la comunicación sale del gabinete a la campaña. Ya deja de estar en pocas
manos y se transfiere hacia muchos, hacia el elector, convertida en propaganda
electoral. En este sentido, Max Römer desglosa las fases, se pasea por la historia,
los estilos y modos de la propaganda electoral y deja en manos del lector las estrategias de la propaganda; un apartado que revisa lo ético, la necesaria persuasión
al ciudadano, la investigación al adversario y el saber anticiparse a los anuncios
negativos. Luego, como receta base, da pistas de cómo producir un anuncio de TV
para una campaña electoral, puesto que en el capítulo de los autores Barberá &
Somoano veremos la importancia que todavía tiene el medio televisivo.
Como una campaña no es solo mediática, se rodea de un ceremonial bastante
complejo; Carlos Fuente y Gloria Campos dan buena cuenta de la organización de
‘actos políticos’. Las diferentes etapas de estos eventos –las estrategias, las fases de
la organización, los tipos de eventos políticos que se pueden realizar– son el fuerte
este trabajo, que plantea a quien pretenda dirigir una campaña política las pistas
de las muchas posibilidades de los actos políticos como parte de las campañas
electorales. La visibilidad de los eventos que rodean a una campaña hacen que
la imagen de un candidato, de una candidatura o incluso de un partido puedan
1 Dirección de campañas electorales; Demoscopia: la construcción de la agenda; El gabinete de comunicación
y las relaciones con los medios; Ciberactivismo; El community manager político; La propaganda electoral; La
organización de actos políticos; La cobertura informativa de campañas electorales; La imagen de los políticos;
El discurso de campaña; Los debates políticos televisados; y El lobby como instrumento de la democracia.
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variar a favor o contra, los pequeños detalles que afectan a la comunicación, sobre
todo la no verbal, deben ser vigilados.
Rafael Barberá y Julio Somoano indagan sobre cómo debe ser la cobertura
informativa de las campañas electorales, la cobertura que los medios de comunicación deben desarrollar y el papel primordial que ejerce la televisión –aún hoy– en
materia de comunicación política. Aunque las redes sociales se instauren entre
las masas más jóvenes, el medio televisivo sigue teniendo primacía en el conocimiento de la imagen del candidato. Su reflexión pasa por la imagen televisual,
por ese “debate intelectual sobre las ideologías [que] se conviert[e] en una especie
de espectáculo icónico” (p. 189).
Siendo la pantalla el lugar donde se crea al político, Jorge Santiago Barnés
nos lleva a conocer la imagen de los políticos. Siendo que ésta “no sea estudiada
única y exclusivamente desde la perspectiva original del mensaje, contenido y
significado, sino desde el enfoque y punto de vista de lo que expresa y difunde el
candidato” (p. 209), tratándose entonces la imagen de los políticos de una sumatoria de “prestigio y aceptación social” (p. 209).
Parte de esa construcción de la imagen surge del discurso de campaña. El
capítulo escrito por Julio César Herrero y Paula Requeijo plantea cómo redactar
y poner en escena un discurso político, y se refiere las tres posibles audiencias
que un candidato puede enfrentar. Así, el discurso de rutina, el discurso sobre
temas y el discurso de defensa son definidos y desarrollados para que quien se
adentre en las páginas del libro pueda escudriñar y acercarse al problema de
construir palabras para un candidato y su público. Cada vez cobra más importancia la construcción del discurso, puesto que los candidatos están expuestos a los
medios de comunicación. En los países de habla hispana se está instaurando la
tendencia anglosajona del debate y la intervención en los programas de actualidad
por parte de los candidatos.
Como se puede intuir, ya se tiene bien adelantado el libro, vamos conociendo
la manera en la que se domina el discurso, la imagen, el problema de los medios y
de la campaña, las redes sociales. Falta poder colocar al candidato ante un debate
televisado, tener las claves para conocer y analizar un buen debate, las técnicas
de la argumentación y la contra argumentación, que ayudan al posicionamiento
a favor o en contra en un debate televisado. Una tarea que desarrollan de una
manera magistral Felicísimo Valbuena y Graciela Padilla, dando como uno de los
consejos “dominar las diversas formas de argumentación” (p. 275), no sin antes dar
una buena receta de cómo preparar ese debate para los televidentes, para ganar
frente al contrincante. Una buena habilidad del entrevistador puede hacer que
la atención del público se revierta en un entrevistado u otro, de ahí la necesidad
de conocer el arte de la oratoria.
Finalmente, la democracia requiere de participación permanente de todos los
actores que la componen, de estar en el lugar oportuno, en el momento adecuado,
donde se toman las decisiones. Para poder adentrase en lo institucional, para que
el político pueda tener acceso a posicionar sus ideas, requiere del lobby, término
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que se ha ido asentado en los países de habla hispana, puesto que esa globalización mediática también nos lleva a una globalización en los términos. Allí Carlos
Camacho y Gemi José González desarrollan los temas propios del cabildeo o del
lobby con miras a crear, sobre la base de los criterios propios de la democracia,
esa transparencia gubernamental de la que tanto se habla en estos tiempos.
Al finalizar la lectura de la obra la sensación que obtiene el lector es la de tener
entre sus manos una herramienta que ayuda a la compresión de las campañas
electorales, y en una vertiente más profesional un instrumento fundamental para
diseñar campañas electorales y marketing político eficiente. A su vez el lector
profano en la materia que se trata puede encontrar una guía didáctica para poder
iniciarse en las técnicas del marketing y campañas políticas.
María Cristina Cañamero Alvarado
Universidad CJC / [email protected]
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