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El poder de las redes asociativas en las políticas
públicas locales:
El milagro del Candeal
Michelle Fernández1
[email protected]
Universidad de Salamanca
"Da janela da minha cidade, enxergo o mundo".
Carlos Drummond de Andrade
Palabras claves: Participación ciudadana; redes asociativas;
periferias; derechos económicos, sociales y culturales.
RESUMEN
En los países en vía de desarrollo consolidar la democracia se vuelve más
difícil por el escenario de desigualdad que se presenta en estas sociedades.
Muchas veces el Estado no cumple efectivamente su papel a la hora de
garantizar los derechos básicos de los ciudadanos y eso lleva a que se
agrave la situación de desigualdad social. En este trabajo se plantea la idea
de la reconstrucción del concepto de políticas públicas en el escenario
político contemporáneo. En esta nueva realidad de las políticas públicas se
atribuye un papel importante a la sociedad civil y, más específicamente, a
las redes asociativas cuando se habla de políticas en periferias de países en
vías de desarrollo. Así, lo que se intenta demostrar es la importancia de las
redes asociativas en la creación, implementación y gestión de las políticas
locales y contestar a la pregunta: ¿pueden las redes locales hacer que sus
políticas se extiendan más allá de su entorno cercano?
1 – Introducción.
Para el sostenimiento de una sociedad democrática, es decir, una
sociedad formada por individuos dotados de derechos y que, a su
1
Michelle Fernández es alumna del Programa de Doctorado Procesos Políticos
Contemporáneos de la Universidad de Salamanca/España, es máster en Derecho con
Especialidad en Estudios de la Unión Europea por la Universidad de La Coruña/España, es
especialista en Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos por la Universitat
Oberta de Catalunya y licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Brasilia/Brasil.
Actualmente es colaboradora en el Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de
Salamanca.
2
vez, reconocen que los poseen, el Estado tiene el deber de reconocer
estos derechos al mismo tiempo de respetarlos y promoverlos para
que
se
evite
la
reproducción
de
situaciones
de
exclusión
y
discriminación.
El dificil proceso histórico de construcción de muchos de los Estados
en los países en vías de desarrollo muestra que enfrentar la exclusión
social que está inmersa en esta realidad sólo será posible si se crea
un nuevo formato de democracia, capaz de reconocer a los excluidos
como ciudadanos, crear espacios públicos de participación, control
social y reparación de la desigualdad, y aplicar eficazmente las
políticas públicas redistributivas (Krischke, 2003).
En la realidad actual predominan las dimensiones del cambio por
sobre los factores de estabilidad. A grandes rasgos, se puede hablar
de una transición de la sociedad liberal capitalista industrial a una
neoliberal también capitalista pero posindustrial, donde la variable
internacional adquiere gran peso; con la salvedad, por supuesto, de
que se pueden identificar matices en los distintos continentes y según
países. Sin embargo las consecuencias de esta variable internacional
pueden ser sentidas más fuertemente en el ámbito local. Es por ese
motivo
que
es
importante
pensar
en
soluciones
locales
para
problemas que, por lo que se puede observar, son sensibles en los
cuatro rincones del mundo.
Toda la estructura social ha sido tocada por estas transformaciones:
la esfera mercantil, la relacional, la doméstico familiar y la estatal
(Adelantado et. al, 2001). Los cambios en la economía son quizá los
más visibles. Como el sistema mundial es, antes que nada un
mercado, es en esta esfera donde la globalización actúa de manera
más rápida y eficaz. Así, la deslocalización de la producción en pro de
la optimización de benefícios para las empresas es una de esas
3
principales “ventajas competitivas” que, en el terreno del empleo, se
traduce fácilmente en paro estructural y en precarización de los
puestos de trabajo disponibles. Nada mejora si a esta tendencia
sumamos, por ejemplo, la actual liberalización de los mercados de
mercancías –tras la de los mercados de divisas y capitales- que solían
proteger las industrias nacionales, generadoras a su vez de recursos
con los que el Estado pueda llevar a cabo políticas de bienestar.
En estos países donde las periferias urbanas son regla, y no
excepción, la institucionalidad democrática no se construyó sobre
bases sólidas. La plena vigencia de los derechos humanos como el
imperativo ético de la democracia encuentra graves obstáculos en el
aumento de la desigualdad social y económica. En la construcción de
la
sociedad
contemporánea
la
búsqueda
de
una
nueva
institucionalización para la democracia que sea capaz de atender
conjuntamente a los principios de reconocimiento, de participación y
de redistribución identifica el momento actual. Se trata de un vínculo
entre la innovación social y la innovación institucional que permitiría
la construcción de una nueva cara para la democracia, teniendo en
cuenta que más que un conjunto de normas, la democracia implica el
reconocimiento del otro, la inclusión de todos los ciudadanos en una
comunidad política, la promoción de la participación activa y la lucha
contra todas las formas de exclusión social.
2 – Periferias urbanas: espacios de exclusión social.
2.1 Los espacios urbanos modernos y el surgimiento de las periferias
Una característica de la modernidad en que vivimos es la agrupación
de las personas en las ciudades. El ambiente urbano ha adquirido,
desde principios de la edad moderna y del final del sistema feudal, un
papel importante en la organización de la sociedad. Sin embargo, es
4
con la revolución industrial y su factor de atracción de mano de obra
que las ciudades pasan a ser más llamativas que la vida campesina.
En Brasil, ese proceso de migración del campo hacia la ciudad ocurrió
de manera más extensa y expansiva a partir de la década de 19602.
En menos de cincuenta años, bajo el impulso de la industrialización y
la desruralización productiva del campo, Brasil se transformó en un
gran
territorio
articulado
por
un
complejo
sistema
urbano-
metropolitano (Ribeiro, 2008).
La convivencia social en las ciudades, a diferencia de lo que pasa en
la
vida
en
el
campo,
está
marcada
por
dos
características
fundamentales: el alejamiento social entre las personas por el ritmo
de vida que impone la modernidad en las ciudades, y el escenario
pluralista complejo formado por las distintas personas que conforman
el ambiente urbano. Vivir en un ambiente urbano se caracteriza por el
hecho de la creciente dislocación entre la proximidad física y la
proximidad social entre las personas que habitan un mismo espacio
(Zubero, 2008). Es decir, la proximidad física entre las personas que
implica la vida en la ciudad no se traduce en acercamiento social. Por
eso, la ciudad se configura como un lugar repleto de desconocidos
que viven en estrecha proximidad y que son, en general, muy
distintos entre sí.
En las últimas décadas la ciudad viene perdiendo una de sus
características más originales, que es la de ser un lugar de encuentro
e intercambio entre las diversas personas que en ella habitan. La
ciudad ha renunciado a ser un espacio compartido y sistémico, en el
que cada parte necesita de las otras para destinar espacios definidos
2
En 1960, de los 70 millones de brasileños más de la mitad vivían una vida rural tradicional.
Hoy en día, menos de un cuarto de la población, que supera los 170 millones de personas
viven en zonas rurales. (Oliva, Jaime y Giansanti, Roberto, “O espaço agrário brasileiro”, en:
Jaime Oliva, Jaime y Giansanti, Roberto, Temas da Geografia do Brasil, São Paulo, Atual
Editora, 1999. Pp.239-273).
5
a funciones y clases sociales diversas, construyendo guetos y zonas
privilegiadas (Zubero, 2008). La ciudad se asocia cada vez más con el
peligro.
Históricamente
la
ciudad
es
considerada
el
espacio
privilegiado para la civilidad, la sociabilidad, la comunicación, el
encuentro, la participación. Sin embargo, con los cambios de la
modernidad si ve reducida a un espacio sin referencia, un espacio que
ya no es necesario para la vida.
Por otro lado, la complejidad generada por la coexistencia de
personas distintas es la que ha hecho de las ciudades poderosos
mecanismos de desarrollo de progreso cultural y económico sin los
que la vida moderna no hubiera sido posible. No obstante, en las
últimas décadas esta diversidad que siempre ha enriquecido el
espacio urbano ha dado lugar a la segregación. La búsqueda de la
diversidad ha sido sustituida por la tendencia a buscar islas de
semejanza e igualdad en medio de la variedad y de la diferencia.
El factor miedo pasó a determinar el arreglo territorial de las
ciudades. Las personas pasaron a organizarse de acuerdo con
modelos que les garantizaran una sensación de seguridad. Así, por
ejemplo, las clases medias en sus edificios, las clases altas en sus
conjuntos habitacionales cerrados y de lujo, los más pobres arrojados
en barrios degradados; muchas veces este es el escenario que
remonta el miedo en las ciudades. De esta manera, el sentido de
comunidad se construye cada vez más a través de los miedos
compartidos y menos a través de las responsabilidades colectivas.
Proliferan los espacios vetados y las comunidades cerradas cuyo fin
no es otro sino prohibir el acceso a los extraños (Zubero, 2008).
En este escenario de alejamiento entre personas y disminución de los
espacios
plurales
se
configuran
las
periferias
urbanas
como
comunidades de supervivencia. Aparte de las ya conocidas tendencias
6
de autoaislamiento de las capas superiores de la sociedad en
ciudades fortificadas, se observa la formación de territorios que
concentran una población que vive la acumulación de varios procesos
de vulnerabilización social, que apuntan a una tendencia a la
reproducción de la pobreza y de las desigualdades (Ribeiro, 2008). Se
trata
de
espacios
periféricos
que
tienden
a
concentrar
una
combinación de varios mecanismos de exclusión social articulados
con una expansión de la expresión de la violencia lo que forma un
espacio insalubre para vivir.
Así, las periferias urbanas son espacios que surgen por la necesidad
de aislamiento de los estratos sociales más altos por el hecho de que
lo extraño les causa miedo y repulsa. A través de este proceso los
estratos sociales más bajos, por no tener la opción de elegir dónde
vivir, terminan concentrados en estos ambientes urbanos que aquí se
refieren como periferias. Más allá de la unión física, esta gente acaba
por aglomerarse por su propia condición social. Por lo tanto, de
acuerdo con Zubero (2008), la manera más directa de unir las vidas
sociales de la gente es por pura necesidad, haciendo que con que los
hombres se conozcan mutuamente con el fin de sobrevivir. Además,
ese autor afirma que a partir de la idea de que la acción común sólo
surge de la semejanza, las periferias ofrecen el medio necesario para
que
estos
ambiente
urbanos
funcionen
como
comunidades
supervivencia.
2.2 Periferias como espacios sociales de exclusión y de segregación
territorial.
Hasta hace muy poco el escenario propio de la exclusión social era el
campo. En los últimos cincuenta años, las situaciones de exclusión y
desigualdad fueron trasladadas al ambiente urbano con la aparición
7
de diversas comunidades periféricas al margen de las grandes
ciudades. Pero este entorno no es sólo una consecuencia de la
desigualdad, sino de alguna forma, es también generado por la
misma (Burgos, 2005).
En la actualidad, el fenómeno urbano está presidido por la disociación
entre urbes (la forma espacial y arquitectónica de la ciudad) y civitas
(las relaciones humanas y políticas). Estas dos dimensiones de la
condición urbana emanciparon a los individuos, tanto por la ruptura
con los lazos de dependencia personal que los ligaba a los señores
como por la aparición de nuevos patrones de interacciones sociales
basados en la tolerancia y el reconocimiento de las diferencias
(Ribeiro, 2008). Es decir, como ya se abordó anteriormente, las
ciudades se reorganizaron en el mundo actual a partir del alejamiento
entre las personas y el aumento del individualismo en detrimento de
fuertes relaciones sociales, que ha conlleva a la disminución del
pluralismo en el espacio urbano, y a la segregación de las personas
en el arreglo espacial de la ciudad.
A partir de tal perspectiva, las personas de los estratos sociales más
pobres se ven expulsadas de ámbitos donde viven otras clases
sociales y, por lo tanto, pasan a vivir agrupadas, lo que hace que la
pluralidad en el ámbito urbano se vea reducida. En consecuencia, las
ciudades pasan a ser divididas entre barrios de clase alta, barrios de
las clases medias y barrios periféricos de muy diversa denominación.
Estos barrios periféricos, carentes de muchos recursos que no son
accesibles a su población pasan a ser vistos por los habitantes de las
otras partes de la ciudad como ambientes problemáticos por
excelencia.
Por
tanto,
existe
una
percepción
colectivamente
compartida de los problemas de la ciudad, es decir, existe una
conciencia común que afirma que los males de la ciudad nacen y son
8
reproducidos en las periferias. La percepción común, además, da por
hecho que la vida colectiva que se organiza en estos territorios es la
culpable de los males que aquejan a la sociedad y no la manera en
que son organizadas las relaciones sociales, políticas e institucionales
de estas poblaciones con la ciudad como sociedad urbana de la que
son parte integrante (Ribeiro, 2008). Por lo tanto, la pobreza y la
exclusión
social
tienden
a
estar
territorialmente
concentradas
(Subirats y Blanco, 2008).
Cuando se habla de exclusión social se hace referencia a la situación
de precariedad y deterioro en las condiciones de vida acompañada
por el factor de marginalización del grupo excluido ante la sociedad y
la privación de los derechos ciudadanos en general (Ziccard, 2008).
En Brasil esta situación ha tendido afectar a grandes mayorías, y en
todo caso, se ha amplificado y agudizado con la adopción de políticas
económicas neoliberales.
El fenómeno de la exclusión social es complejo y ha sido ampliamente
discutido desde hace algunas décadas. Sin embargo, en este estudio
se adoptan con las tres formas de tratar la exclusión social sugeridas
por Brugué et. al. (2002), es decir, la exclusión como situación, como
riesgo y como proceso:
•
La exclusión como situación puede servir para definir la
circunstancia en la que se encuentra una persona o un
colectivo. Así, la exclusión suele definirse como un estado de
necesidad intensa provocado por múltiples factores (materiales,
educativos, urbanísticos, sanitarios, etc.). La acumulación de
factores ubica a las personas en situación de exclusión en una
marginalidad extrema y sin posibilidades de poder ser vistos
desde las instancias normales de actuación.
9
•
La exclusión como riesgo no es únicamente una situación, sino
que también hace referencia al contexto de soledad que
acrecienta el propio riesgo de caer en la exclusión. El excluido
no es solo el más pobre, sino el que vive su pobreza en
soledad; sin relaciones y sin vínculos en los que apoyarse. Sin
redes sociales, con estructuras familiares cada vez más débiles
y sin valores comunitarios sólidos. La exclusión define no
únicamente una situación de pobreza sino una extrema
desconexión. El excluido está muy abajo, evidentemente, pero
sobre todo, está muy fuera. En nuestras sociedades proliferan
las personas en situación de exclusión, pero también se
extiende un proceso individualizador que nos hace cada vez
más vulnerables y generaliza el riesgo de la exclusión.
•
La exclusión como proceso, el excluido es un resultado
inevitable del progreso. El modelo de crecimiento los produce,
es decir, los modelos económicos neoliberales determinan un
arquetipo
económico
que
aumenta
el
proceso
de
“periferización” de las ciudades que, a su vez, pone a sus
habitantes en camino de la exclusión social.
Las desigualdades sociales y espaciales urbanas se expresan más en
forma de exclusión horizontal (dentro-fuera), que en los términos
habituales de exclusión vertical (arriba-abajo). En este nuevo
escenario se subraya que la fragilidad de los vínculos sociales y la
falta de integración son los elementos que van caracterizando la
situación desde el punto de vista espacial-urbano (Subirats y Blanco,
2008). El dualismo social implícito en la propia noción de exclusión
tendría por tanto una clara traducción en la realidad urbana, es decir,
las periferias son una expresión espacial de la falta de cohesión. Por
lo tanto, barrios periféricos y exclusión social tienden a coincidir y
sobreponerse como una única realidad.
10
Como se discutió previamente, la intensificación de las dinámicas de
exclusión socio-espacial urbana está vinculada a un conjunto de
transformaciones estructurales globales, pero aunque esto signifique
que estas dinámicas sean inevitables, no quiere decir que sean
accidentales, o que no sean objeto de una respuesta política. El
territorio tiene una dimensión política que se expresa claramente en
los aspectos de exclusión social que aquí se discuten, por eso, no se
puede obviar que las desigualdades socio-espaciales urbanas son una
expresión del resultado de asimetrías de poder entre actores y
colectivos
sociales
(Subirats
y
Blanco,
2008).
Por
lo
tanto,
comprender la dinámica local de las periferias de los grandes centros
urbanos
es
muy
comunidades
desarrollo.
importante
locales
Por
ese
para entender
pueden
motivo
convertirse
se
vuelve
en
cómo
las
propias
generadoras
importante
de
estudiar
y
comprender los mecanismos que rigen la participación políticociudadana y las redes asociativas en los barrios periféricos, así como
de la labor de estas redes para incrementar la participación
ciudadana en estas comunidades para intentar hacer efectivos sus
derechos, es decir, cómo estas redes muchas veces asumen las
funciones
sociales
que
quedaron
olvidadas
por
el
aparato
gubernamental.
3 – Participación, redes asociativas y creación de ciudadanía.
3.1 ¿Qué es participación político-ciudadana?
En un escenario político marcado por formalismos, desafección
política,
distanciamiento
entre
representantes
y
representados,
asimetría entre los recursos disponibles para los ciudadanos, la
participación política ocupa un lugar central en los debates políticos
11
dirigidos al funcionamiento actual de los sistemas democráticos.
Por Participación Política se entiende la acción de individuo y grupos
sociales con el objetivo de influenciar en el proceso político (Avelar,
2004). La participación política puede definirse como toda actividad
de los ciudadanos dirigida a intervenir en la designación de sus
gobernantes o a influir en la formación de la política estatal. Esta
definición amplia abarca los diversos tipos de actividades que la
Ciencia Política contemporánea considera como indicadores de la
participación política de los individuos.
La participación política surgió juntamente con el Estado de soberanía
popular en la época de los movimientos revolucionarios europeos de
los siglos XVIII y XIX. La consolidación de un Estado de soberanía
popular proporcionaba la posibilidad de que cada individuo pudiera
reivindicar sus derechos. En este proceso la extensión del voto a las
clases populares fue una herramienta para el incremento de la
participación política (Avelar, 2004). Sin embargo, fue con la
posibilidad de organizarse políticamente que los individuos lograron
subir muchos escalones en el proceso de construcción del ciudadano,
es decir, en la posibilidad de que los individuos se transformaran en
sujetos políticos. Así, los partidos políticos, los movimientos sociales y
los grupos de interés son ejemplos actuales de esta ampliación de
participación y del fortalecimiento de la sociedad organizada que tuvo
inicio en finales del siglo XVIII.
En Brasil, este proceso de incremento de participación ocurrió
solamente a mediados del siglo XX. Este es un proceso que coincide
con el movimiento de personas del campo hacia las ciudades,
mediado
por
las
industrialización
organizaciones
brasileña
de
sindicales
este
periodo.
fruto
Este
de
la
nueva
proceso
fue
promovido también por las desigualdades sociales y la situación de
12
miseria de la población que notó a partir de lãs migraciones masivas
de las zonas rurales a las urbanas, sobre todo a través de la
movilización de las comunidades eclesiales de base de la Iglesia
Católica progresista (Avelar, 2004).
Desde entonces, la participación política figura como un componente
necesario para la consolidación de la democracia. Sin embargo,
dependiendo del enfoque teórico tomado en cuenta es definida la
importancia del papel del individuo como sujeto político participativo.
Esta diferencia se hace notar a partir de la comparación entre la
teoría participativa y la teoría elitista (Anduiza y Bosch, 2004). De
acuerdo con la teoría elitista, los individuos deben participar en los
procesos electorales cuando son convocados, además no hace falta
una participación continuada ya que las decisiones políticas son
tomadas por los representantes elegidos por los individuos. Por otro
lado, la teoría participativa considera que los individuos deben
participar de forma directa y continuada en la toma de decisiones
públicas en todos los âmbitos, ya que la participación masiva incide
en la mejoría de las decisiones tomadas.
Las
teorías
participación
convencional,
arriba
mencionadas
política.
que
se
Esta
remiten
última
relaciona
con
a
puede
la
los
dos
darse
teoría
tipos
de
elitista,
de
manera
o
no
convencional, que se relaciona con la teoría participativa (Vallès,
2007). La participación política convencional se da por medio de
acciones políticas aceptadas por las sociedades y ajustadas a los
valores dominantes, es decir, se trata de formas legitimadas y de
cierto modo promovidas por las elites políticas. El ejemplo más claro
de este tipo de participación política es el voto. Por otro lado, la
participación política no convencional es una manera de hacer política
que entra en conflicto con valores dominantes en la sociedad; este
tipo de participación trata de expresar demandas sociales que
13
difícilmente serían solucionadas a partir de la forma convencional de
participación. Un ejemplo de esta tipo de participación son las
manifestaciones populares.
Tomando como punto de partida la división de la participación política
en convencionales y no convencionales, y centrándose en la forma no
convencional, se puede encontrar tres nuevas categorias o formas de
participación política no convencional, es decir, la de presencia, de
activación y de participación (Bobbio et. al., 2002). La primera forma,
la participación política de presencia, es la que este autor caracteriza
como menos intensa y más marginal, em la que el sujeto político se
comporta de manera receptiva o pasiva. La participación política de
activación corresponde a la participación política que implica el
desarrollo de actividades de forma continuada. Y finalmente, la
participación política de participación, aunque suene redundante, es
la participación tomada en sentido estricto; em otras palabras, es la
participación que se da en situaciones en las que el individuo
contribuye más directamente para una decisión política. Es este
último tipo de participación el que se trata de discutir y entender a lo
largo de este texto.
Figura 1
Clasificación de la participación política
14
Fuente: Elaboración Propia
De modo amplio, la Participación Político-Ciudadana, es decir, la
participación política no convencional participativa, es la acción que
se desarrolla solidariamente entre los individuos en el ámbito del
Estado o de una clase, con el objetivo de cambiar la estructura y
valores de un sistema de intereses dominantes a través de la
participación directa de estos individuos en el proceso político
(Avelar, 2004).
3.2 Las redes asociativas y los espacios sociales de exclusión.
El tema de las redes sociales es un tema muy abordado en los
estudios actuales sea desde un prisma político sea del sociológico. En
las ciencias sociales el análisis de las redes es un campo de
interdisciplinariedad.
La noción de redes sociales puede ser entendida como procesos que
posicionan a los actores sociales en prácticas de sociabilidad,
formando círculos sociales y vinculándolos a instituciones. El diseño
de esta red posicionará a estos actores en un ambiente social, lo que
resultará en trayectorias biográficas particularizadas y que se derivan
de sus posiciones en la estructura social y de las experiencias por
ellos vividas. Lo que significa que, si de un lado podemos encontrar
determinantes en la estructura social, del otro, diferentes factores de
importancia igualmente significativa pueden encontrarse en las
acciones de los individuos (Fontes, 2008).
Una red es un conjunto de relaciones relativamente estables, de
naturaleza no jerárquica, que vinculan a una variedad de actores
autónomos que comparten intereses e intercambian recursos para
15
perseguir los objetivos compartidos, reconociendo que la cooperación
es la mejor manera de alcanzar las metas comunes (Mariñez, 2007).
Es importante resaltar la importancia de las interacciones individuales
en la definición de una estructura social comunitaria. El estudio de
redes implica analizar una relación de doble vía que permite explorar
el modo como los individuos están condicionados por el tejido social
donde están insertos, pero también posibilita entender cómo estos
individuos influyen en los intereses y en la conformación de las redes
(Portugal, 2007).
La estructura de las redes puede condicionar la práctica política de los
actores (Fontes, 2004). La construcción del espacio público se da por
medio de estructuras de sociabilidad localizadas en la esfera privada,
sustentada en lo que se hacen llamar de lazos fuertes. Por eso, se
puede
afirmar
la
importancia
de
las
redes
sociales
para
la
participación político ciudadana. Eso se hace notar cuando se
observan actores con posiciones sociales semejantes y prácticas
políticas distintas resultantes de los diferentes patrones de redes
donde están inmersos.
Existen cuatro principios fundamentales en la teoría de las redes: los
actores y sus acciones son percibidos como interdependientes; los
lazos entre los actores funcionan como canales de flujo de recursos;
la estructura de las relaciones como oportunidad para la acción
individual; y los modelos de las redes conceptualizan la estructura
como patrones constantes de relaciones entre actores (Portugal,
2007). Una de las clasificaciones para las redes es la que establece la
diferencia entre una de lazos estrechos y otra de lazos flojos
(Portugal, 2007). La primera determina una red que posee muchas
relaciones entre sus miembros y la red de lazos flojos es aquella
cuyas relaciones son menos intensas.
16
Las unidades sociales que componen una red pueden ser individuos o
grupo de individuos, formales o informales. Las relaciones entre los
elementos de las redes pueden ser transacciones monetarias,
intercambio de bienes y servicios, traspaso de información. Las
relaciones pueden ser directas, por medio del contacto físico, o
indirecta, además de permanente o esporádicas (Portugal, 2007).
Para describir bien una red y analizar su funcionamiento hay que
tener en cuenta quién forma esta red, cuáles son los contenidos
intercambiados en ella, y cuáles son las normas que regulan el
funcionamiento de la misma, por lo que en la búsqueda por definir
estas cuestiones resulta necesario conocer los nodos y los lazos que
componen una red en general.
Los nodos son los individuos o las agrupaciones que forman la red. Ya
los lazos se pueden presentar de distintas formas, es decir, pueden
ser negativos o positivos; fuertes o flojos; pasivos o activos
(Portugal, 2007). En la tabla que sigue se especifican las distintas
características que pueden tener los lazos que forman una red social.
Tabla 1
Características de los lazos en las redes sociales
Positivos
Lazos de
identificación,
Negativos
hacen
Lazos de diferenciación, hacen
que los actores se consideren que los individuos se establezcan
miembros de una entidad común.
como pertenecientes a un grupo
distinto.
Fuertes
Con duración
en
el
Flojos
tiempo, Poca
duración,
mucha intensidad emocional, y emocional
baja,
intensidad
y
pocos
17
multiplicidad en los contenidos de contenidos intercambiados por los
cambio establecidos por el lazo.
nodos
utilizando
el
lazo
establecido.
Pasivos
Lazos afectivos
inconstante,
de
pero
Activos
interacción Basado en una interacción directa
con
durabilidad en el tiempo.
una frecuente, en general tiene que
ver con ayudas directas y apoyo
continuado.
Fuente: Elaboración Propia.
Las características de los nodos y los lazos permite identificar algunas
propiedades de las redes (Portugal, 2007):
•
Dimensión: número de elementos que constituye la red;
•
Densidad: relación entre lazos existentes y el total de miembros
en potencia;
•
Orientación: relaciones establecidas en el sentido vertical u
horizontal;
•
Polarización: por si hay actores catalizadores en las relaciones
establecidas;
•
Segmentación: los diferentes nodos interactúan entre sí o son
núcleos de interacción independientes;
•
Disociación: si hay solo uno o más de un contenido por cada
lazo establecido.
A partir de la clasificación presentada anteriormente se pueden
clasificar las redes sociales en tres tipos: las redes de íntimos,
constituida por individuos considerados importantes y cercanos por el
nodo central de la red; las redes de interacción, basadas en
individuos que interaccionan de manera rutinaria; y las redes de
cambio, que son las redes donde hay la probabilidad de recompensa
de cambio elevada en la interacción entre los individuos.
18
El concepto de capital social es de suma importancia para entender
las redes asociativas. Según el concepto presentado por Putnam
(2007) capital social es la conexión entre los individuos, es decir, las
redes sociales y las normas de reciprocidad y confianza que emergen
de ella. Al referirse a capital se refiere a los recursos de la
organización social como confianza, normas y sistemas que ayudan a
aumentar la eficacia de la sociedad, facilitando la coordinación de
acciones. Por lo tanto, desde la perspectiva de Putnam, el capital
social es un atributo que está directamente vinculado al carácter
cívico de las relaciones sociales y a los factores que estimulan este
carácter. De este modo, para Putnam, es el carácter cívico de las
relaciones humanas que producen los beneficios de la interacción.
La primera definición de comunidad cívica: comunidad caracterizada
por
ciudadanos
virtuosos,
que
participan
activamente
en
las
relaciones publicas, bajo la condición de igualdad política y que busca
en muchos casos el interés colectivo. Esta definición está basada en
los valores y pautas culturales de los miembros de la colectividad y
reforzada por la existencia de una red asociativa. La comunidad cívica
depende de la medida en que los individuos están dispuestos a
cooperar con la comunidad política y participar en ella de acuerdo con
normas cívicas. Putnam explica la comunidad cívica por la existencia
de capital social, es decir, la existencia de expectativas mutuas de
cooperación entre los habitantes de una comunidad. Eso genera un
círculo virtuoso de cooperación (Boix, 2000).
Boix (2000) dice que al contrario de lo que supuso Putnam, la
relación entre participación en asociaciones civicas y resultados
sociales no es axiomática. Para Putnam el simple hecho de asociarse,
más allá de los objetivos de las asociaciones, lo que facilita la
cooperación social y hace que la democracia avance. No todas las
19
asociaciones generan capital social, la generación depende de las
finalidades de cada asociación. La simple existencia de capital social
no es garantía de su uso para el bien de la comunidad. Hay que tener
en cuenta hasta qué punto el capital social creado dentro de un grupo
tiene utilidad fuera de este grupo, es decir, tener en cuenta la
distinción entre capital social bridging – que vincula los grupos - y nobridging. Otra distinción importante es la de asociaciones productoras
de bienes
públicos contra
asociaciones productoras
de bienes
privados. Lo que se esperaría de las asociaciones cívicas que
dispensan bienes públicos es que produzcan un tipo de capital social
más fuerte que las dedicadas a la provisión de bienes primarios. Las
asociaciones de bienes públicos requieren un proceso de cooperación.
El poder del capital social depende en grande parte de su capacidad
de promover cooperación en situaciones en que los incentivos para la
aparición de oportunismos son altos, por eso el capital social creado
en una asociación fomentadora de bienes públicos es suceptible de
ser muy fuerte. La producción de bienes privados tiene más que ver
con el interés de los miembros de la asociación que con las relaciones
de confianza entre ellos. Así un grupo productor de bienes privados
tiene poca relación con el grado de espiritú cívico de la comunidad en
general (Boix, 2000).
Pero la pregunta que inquieta es la misma que siempre se hace
cuando se habla de capital social: ¿de dónde surge este capital?;
¿seria una especie de recurso mágico que aparece de la nada y
cambia la realidad político-social? Las respuestas a estas preguntas
no son sencillas, pero en este estudio se trabaja con una hipótesis
que es desarrollada en los párrafos que siguen.
En la actualidad la identidad es un tema muy discutido. Por un lado
se afirma que la identidad local es valorizada en un escenario global y
ella fomenta la construcción de espacios donde los individuos puedan
20
vivir juntos y sentirse implicados en los conflictos y en la convivencia
común (Brugué et. al., 2002). Por otro lado hay quien afirme que la
identidad tiene que ser tomada con mucho cuidado por su poder de
construir grupos cerrados, como los conocidos guetos, y, así,
funcionar como un mecanismo de segregación social (Zubero, 2008).
Con la debida cautela que el tema exige, se plantea con este trabajo
que es justamente la identidad la respuesta para las preguntas sobre
el capital social.
Con una política de reconocimiento, en la que el
individuo se ve en el otro por el simple hecho de compartir
semejanzas, lo que puebla el espacio público no son ya las
convicciones, sino las identidades. Ahora bien, mientras que las
convicciones se argumentan, las identidades se afirman y son
irrefutables (Zubero, 2008).
En el presente trabajo cuando se habla de identidad se hace
referencia a dos sentidos específicos: el primero, al reconocimiento
de sí en el otro por compartir un modo de vida semejante que es
fundamentalmente determinado por el ambiente donde se vive – a
eso se le denomina de identidad local –, y en segundo lugar al hecho
identificarse en otros individuos por compartir lazos históricos que se
manifiestan en las creencias divididas que se le asigna el titulo de de
identidad cultural.
Como consecuencia de la discusión que existe en el entorno de este
término, surge un nuevo concepto de identidad en la modernidad, es
decir, una identidad que busca la semejanza allí donde otros
pretenden levantar muros de separación, que señala las diferencias
allí donde otros pretenden definir unidades supuestamente naturales.
Una identidad irónica, capaz de liberarse de la obsesión de cerrarse y
también de la de superarse (Zubero, 2008).
21
Así, la dinámica que surge a través de la interacción de la identidad y
del capital social, y la actuación de éstos en las redes sociales y en
las redes asociativas, más específicamente, puede ser vislumbrada en
la figura que sigue:
Figura 2
Dinámica Identidad – Capital Social – Redes Asociativas
Fuente: Elaboración Propia.
El carácter cívico resaltado por Putnam lleva a que los individuos
presten
atención
a
la
comunidad
donde
están
inmersos.
La
importancia dada al énfasis en lo local lleva al fortalecimiento de la
participación ciudadana, al desarrollo de los derechos económicos,
sociales y culturales para el incremento de la democracia en los
países subdesarrollados (Andion, 2003).
El énfasis en la participación significa la práctica del desarrollo que,
no siendo conducida de arriba hacia abajo, como consecuencias de
políticas centralizadoras y alejadas de las necesidades reales de la
población, pasan a ser concebidas colectivamente, es decir, los
diversos actores sociales pasan a asumir responsabilidades. Esa toma
de responsabilidad colectiva transforma el desarrollo en un proceso
22
político, involucrando elecciones y decisiones que sólo pueden ser
hechas a partir de una articulación entre lo local y lo global, entre lo
individual y lo colectivo y entre las diferentes esferas de la sociedad
(Andion, 2003: 1046).
Las redes funcionan como estrategias de acción colectiva para la
transformación social en determinado ámbito local. Lo local no es
percibido solamente como un ámbito de gestión estatal de los
asuntos sociales, sino como resultado de la acción de los ciudadanos
en sus espacios de vida. Este espacio, a su vez, no es fruto de un
corte para fines administrativos, sino de la interacción entre el
ciudadano y el ambiente producido por él mismo. A partir de esta
interacción del ciudadano con su ambiente local surgen políticas que
vienen a suplir las necesidades de estas comunidades. Estas políticas
– sean ellas de vivienda, de educación, de salud, etc.–, no son
creadas
exclusivamente
por
la
comunidad,
sino
también
implementadas y gestionadas por ella. Estos son los mecanismos
básicos de funcionamiento de las redes asociativas para fomentar el
incremento de derechos económicos, sociales y culturales en las
periferias.
Así, las redes asociativas locales, a través de la participación
ciudadana, se convierten en agentes promotores de desarrollo. Las
relaciones sociales y las ligaciones de reciprocidad generadas por
ellas funcionan como la propia sustentación de la democracia en los
espacios locales periféricos (Andion, 2003). De esta manera, estas
relaciones se vuelven determinantes a la hora de precisar si la
dinámica del desarrollo está presente o no en una región. De este
modo, las redes son entendidas como estrategia de acción colectiva
para la transformación social local, como formas de organización y de
acción de los actores para promover el cambio político-social, lo que
lleva a la construcción de ciudadanía a partir de la reivindicación de
23
derechos y, consecuentemente, el incremento de los derechos
económicos, sociales y culturales.
4 – Las redes asociativas y la promoción de los derechos
económicos, sociales y culturales: un posible modelo de
actuación
4.1 ¿Qué son los derechos económicos, sociales y culturales y cómo
medirlos?
Los derechos humanos son las facultades, prerrogativas y libertades
que las personas poseen por el simple hecho de existir, y sin los
cuales no pueden vivir como individuos. Estos derechos se sustentan
en la dignidad personal, es decir, garantizan que todo ser humano,
sin importar su edad, religión, sexo o condición social, tenga el
derecho a disfrutar de ellos.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la
Asamblea General de Naciones Unidas en 1948, tiene como principal
objetivo proclamar definitivamente los derechos fundamentales de la
humanidad y el respeto a la inviolable dignidad de la persona
humana. En su artículo 22, la declaración menciona explícitamente lo
que más tarde se dio por llamar los derechos económicos, sociales y
culturales (DESC), y manifiesta que estos derechos son inherentes a
todo ser humano y deben ser garantizados por los Estados y por la
comunidad internacional (Mondaini, 2006).
El crecimiento de la demanda por los derechos económicos, sociales y
culturales se produce conjuntamente con el crecimiento de una
situación de injusticia social. Estas injusticias generan un sentimiento
de dolor que reclama, por una parte, el inmediato disfrute de los
derechos en el nombre de la ética inherente a todo ser humano y, en
24
segundo lugar, las posibilidades efectivas de desarrollo bajo el
escenario político-económico dado a los ciudadanos. Por lo tanto, las
injusticias y el sufrimiento se han convertido en el estándar
dominante en los nuevos centros urbanos de la sociedad globalizada
que trae consigo la aparición de reclamos sociales, entre ellos, y
principalmente, la aplicación efectiva de los DESC (Observatorio de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 2008).
En la promoción de los DESC el Estado debería ocupar un papel
central, ya que desde una perspectiva del Estado de Derecho
(Domingo, 2006), tiene la obligación de garantizar los derechos que
poseen todas las personas por el simple hecho de formar parte de un
grupo social y figurar como ciudadano en este grupo. En este sentido,
todo Estado tiene la obligación normativa de regular y satisfacer las
demandas sociales y poner en marcha mecanismos colectivos para la
protección social.
Pero, como ya fue señalado con antelación, el Estado de Derecho en
los países en vías de desarrollo deja enormes lagunas con relación al
mantenimiento de los DESC, y como en política no hay espacios
vacíos, es decir, donde el Estado no se hace efectivo otros grupos
sociales actúan, aparecen actores colectivos que buscan fomentar y
proteger estos derechos. Estos agentes se desenvuelven como
generadores de su propia ciudadanía por el medio de la reivindicación
de derechos. Por eso, la aparición de redes asociativas (Tarrow,
1997)
en
las
zonas
periféricas
de
las
grandes
ciudades
ha
proporcionado un crecimiento en los niveles de calidad de vida de
estas comunidades.
Por redes asociativas se entiende a las unidades orgánicas que
forman la base de una sociedad. La forma más eficaz de redes
asociativas son las que se basan en unidades locales semiautónomas
25
arraigadas en el contexto donde se desarrollan, unidas entre sí por
estructuras de conexión y coordinadas por organizaciones formales
(Tarrow, 1997: 178-9). Dentro de estas redes asociativas se tendrán
en cuenta las identidades colectivas como factor de cohesión social
(Tarrow, 1997: 197). Estas redes, a través del fomento del capital
social, actúan como agentes de transformación de las sociedades en
las que están actuando como agentes de creación directa de los
DESC.
A la hora de valorar la actuación de las redes sobre el incremento de
los derechos económicos, sociales y culturales en las periferias hace
falta establecer una serie de indicadores que nos permitirían medir,
de manera cuantitativa y/o cualitativa, la ampliación de los DESC. Al
momento de elegir estos indicadores se debe tener en cuenta la
factibilidad
para conseguir estos datos, además de un sistema de
indicadores representativo y acotado para que ejerza bien su papel
de interpretación de la realidad. En esta sección se presentan los
indicadores que para este trabajo son los que se consideran que
puedan medir los derechos económicos, sociales y culturales. Dichos
indicadores son los que se pueden ver en la tabla que sigue:
Tabla 2
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y sus indicadores
Indicadores DESC
Salud
Educación
Mercado laboral
Vivienda
Participación social
Género
Seguridad
26
Fuente: Elaboración propia, con base en los datos del Observatorio de
Derechos Humanos del Mercosur.
En las líneas que siguen se describirá cada una de las variables
señaladas en la tabla anterior. La relevancia del análisis de estas
variables se basa en los estudios del Observatorio de Derechos
Humanos del Mercosur (2004). A la hora de describir estas variables
se tiene en cuenta las características tal cual las toma dicho
observatorio, sin embargo para esta investigación se usarán las
variables de una manera modificada porque no se estudia a países
completos, como lo hace el observatorio, sino comunidades dentro de
una ciudad metropolitana, es decir, se explora una dimensión micro
mientras que el observatorio fija las variables desde una perspectiva
macro. Otro punto distinto que se tiene que tener presente a la hora
de analizar estas variables es el carácter eminentemente cuantitativo
que utiliza el observatorio para medirlas, mientras que los datos
referentes a la comunidad que se estudia en este manuscrito son de
carácter cualitativos basados, sobretodo, en la percepción de los
individuos que componen esta comunidad con respecto a la mejora
de los indicadores aquí presentados.
4.2 El modelo de las tres esferas de actuación de las redes
asociativas.
¿Puede hoy en día el Estado cargar toda la responsabilidad social?;
¿Hasta qué punto el mercado también es responsable de los cambios
por los que pasa la sociedad?; ¿Debe la comunidad intervenir en los
asuntos políticos-económicos locales? Estas y otras preguntas surgen
cuando
un
lector
atento
se
pone
a
leer
la
obra
La
Gran
transformación de Karl Polanyi (1989). Este es un trabajo clave que
cuestiona el liberalismo económico tal cual como lo conocemos al día
27
de hoy. Sin embargo, aunque los temas centrales del libro de Polanyi
sean muy importantes en la discusión tratada en este trabajo, lo que
interesa para este análisis es el tema de la interrelación entre las tres
esferas de la sociedad que presenta el autor, es decir, la relación
entre las esferas política, económica y comunitaria.
Polanyi, en su obra, crea una categorización más compleja y no
contempla la economía como la única esfera dominante. Su análisis,
además, no se limita a una dicotomía entre Estado y mercado. Para el
autor, la sociedad también se contrapone al mercado y estaría a favor
de políticas públicas basadas en esta distinción. Así, la figura que
sigue ilustra la interrelación entre las tres esferas que componen la
sociedad y que fue presentado por Polanyi (1989):
Figura 3
Interrelación de esferas que componen la sociedad según
Polanyi
Fuente: Elaboración propia.
De acuerdo con el modelo de las tres esferas las políticas públicas son
fruto de la interacción entre estos tres ámbitos de la sociedad. A la
28
hora de interaccionar estas esferas no poseen un papel dominante
una sobre las otras. Sin embargo, a medida que las fronteras entre
Estado/mercado/comunidad pierden nitidez, los parámetros de las
políticas
económicas,
sociales
y
culturales
creadas
por
esta
interacción cambian (Reilly, 1998).
En el escenario político-social actual en los países en vías de
desarrollo este equilibrio de actuación de las tres esferas se
encuentra descompensado. Promover políticas públicas conjuntas
entre Estado, comunidad y mercado no se hace plausible. En estos
países, muchas veces, lo que hay es una comunidad desarticulada
político-socialmente, un mercado sin responsabilidad social y un
Estado que alcanza de la misma manera a todos los ciudadanos.
En este escenario desesperanzador y desarticulado surge una teoría
de actuación que, a priori, demuestra una solución alternativa para el
funcionamiento de la teoría de las tres esferas con el objetivo de
incrementar los DESC en periferias urbanas. Esta teoría tiene como
punto central las redes asociativas, que fueron presentadas en este
trabajo
previamente.
Las
redes
asociativas
funcionarían
como
herramienta catalizadora para la actuación de las otras tres esferas
propuestas por Polanyi, es decir, las redes funcionarían como una
cuarta esfera, céntrica, que haría el papel de facilitador del trabajo
entre estas otras tres esferas que en un ambiente periférico urbano
no interactúan para la creación e implementación de políticas
públicas.
La figura 4 ilustra lo dicho anteriormente. La esfera de las redes
asociativas, en el centro, es la herramienta que posibilita la actuación
del Estado, del mercado y de la comunidad en el incremento de los
DESC en las periferias. Así, las redes asociativas facilitan al Estado la
29
creación e implementación de las políticas públicas3; posibilitan la
creación de un mercado en estas zonas urbanas, caracterizadas por
sus altos niveles de desempleo y desarticulación económica en el
ámbito local; y facilitan la creación y fortificación de los lazos
comunitarios donde antes había una comunidad desarticulada con
bajos niveles de cultura cívica.
Figura 4
Las Cuatros Esferas Sociales
Fuente: Elaboración propia.
5 – La red asociativa en el Barrio do Candeal Pequeno de
Salvador de Bahia
5.1 Espacio y sociedad en Salvador de Bahia
3
Existe un debate sobre las consecuencias de delegar a otros sectores de La sociedad la
tarea de fomentar y promover las políticas públicas. Para profundizar en este debate ver:
CUNILL GRAU, Nuria, “¿Mercantilización y neo-clientelismo o reconstrucción de la
administración pública?. Nueva Sociedad Mar/Abr. Nº 160, Caracas, 1999, pp. 101-117.
.
30
Al igual que los grandes centros urbanos de América Latina, Salvador
de Bahia pasó por un proceso parcial de modernización a finales de
los años 60 y que quedó paralizado por la crisis petrolera de 1973.
Salvador, capital del estado de Bahia, fue la primera ciudad de Brasil
y su capital administrativa por más de dos décadas. Hoy en día es
una ciudad moderna y ocupa el cuarto lugar en población en el país
con más de 3 millones de habitantes.
Esta ciudad, desde la colonia tuvo un papel importante en la
economía con la explotación de las plantaciones de caña de azúcar y
la comercialización de ganado que llegaba e iba desde Salvador al
interior del país. Sobre estas bases la ciudad desarrolló un vasto
patrimonio y conjuntamente niveles muy altos de desigualdad social
(Urrutia, 1988). Desigualdad que se hizo sentir aún más fuerte con la
incorporación de los negros ex-esclavos después de la liberación. La
herencia colonial de la asimetría social sumada a la herencia
esclavista compuso en Salvador una sociedad desigual caracterizada
por “bolsones” de pobreza y guetos culturales. En esta, como en
muchas otras de las grandes ciudades de América Latina, los DESC
no son plenamente garantizados a la ciudadanía. Las personas que
viven en las zonas periféricas se ven privados de sus derechos de
ciudadanía lo que hace que el proceso político democrático, que se
encuentra en desarrollo en todo el país, no se vea traducido en
términos de democracia ciudadano-social.
5.2 Bairro do Candeal Pequeno y su red asociativa
En una ciudad llena de desigualdades socio-culturales y pobre en
cultura político-cívica se encuentra una comunidad periférica que se
comporta de manera distinta a las demás comunidades de esta
ciudad. El desenvolvimiento distinto de esta comunidad ha traído
31
consigo consecuencias inesperadas y esperanzadoras, y se puede
decir que es como un oasis en el medio del desierto.
El Bairro do Candeal Pequeno es fruto de una finca que fue comprada
en el año de 1781 por una negra africana que llegó a Brasil en la
búsqueda de familiares suyos que habían sido llevados como
esclavos. La finca comprada por Josefa de Santana, originaria de
Costa de Marfil, fue transformándose poco a poco en un quilombo a
medida que los esclavos huían de los latifundios y encontraban
refugio en este sitio. De refugio de esclavos, el Candeal se transformó
en refugio de la cultura negra en la ciudad de Salvador. El elemento
cultural común sirvió de herramienta aglutinadora en la comunidad. A
partir
de
este
elemento
aglutinador
aparecieron
las
diversas
asociaciones que componen el tejido asociacionista del barrio. Sin
embargo, la cultura afro, que siempre estuvo presente en la
comunidad, no funcionó por si sola, como generadora del capital
social que necesitaba la sociedad para ocasionar el cambio necesario.
Fue a través de una figura ilustre de la comunidad que el elemento
cultural siempre presente en el Candela pudo ser canalizado para la
generación de los cambios necesarios. Carlinhos Brown y sus
proyectos musicales dieron el primer paso para que la comunidad
pudiera pensar en un futuro de cambios, en mejores condiciones de
vida,
en
el
empoderamiento
de
sus
derechos
y
volverse
efectivamente ciudadanos en una sociedad desigual.
Son muchas las asociaciones que componen el tejido asociativo del
Candeal Pequeno. De esas asociaciones surgen un sinnúmero
proyectos que involucran a toda la comunidad en su realización. Las
asociaciones son:
•
Asociación religiosa de Candoblé;
•
Escuela Pracatum;
32
•
Grupo de Mujeres;
•
Grupo de Jóvenes;
•
Asociación de Vecinos;
•
Filarmónica del Candeal.
Las actividades del candomblé son realizadas en el barrio desde que
éste era todavía un quilombo. Se supone que buena parte de la
herencia africana preservada tal como se ve hoy en día en el barrio
se dio por el mantenimiento de los cultos de candomblé en la
comunidad.
Así,
la
asociación
religiosa
del
barrio
puede
ser
considerada como herramienta de preservación de la identidad
cultural africana que luego sería de fundamental importancia para la
generación de capital social en la comunidad.
La Escuela Pracatum puede ser considerada el mecanismo de
institucionalización
de las actividades asociativas de la comunidad
del Candeal. La escuela sirve como punto de encuentro entre sus
jóvenes alumnos, generadora de educación musical y profesional, de
empleo en la comunidad, y de otros proyectos más allá de los temas
musicales. La escuela es la gran ONG de la comunidad que al día de
hoy alcanza, incluso, a personas que vienes de fuera del Candeal.
La Filarmónica del Candeal es una organización que está vinculada a
la Escuela Pracatum, pero que no depende de ésta. Lo mismo ocurre
con otros grupos musicales que son formados por alumnos y antiguos
alumnos de la Escuela Pracatum y que ya rebasan las barreras del
barrio.
El Grupo de Mujeres surgió de un movimiento contra la alcaldía de
Salvador para la ocupación de casas en la calle 9 de Julio en el barrio
del Candeal. Esas mujeres se unieron para impedir que fuesen
desalojadas de una zona en el barrio que estaba siendo reclamada
33
por las autoridades como zona pública. A partir de este movimiento
de resistencia, las mujeres crearon el grupo y pasaron a luchar por
otros derechos de ciudadanía en esta calle, en específico, y en todo el
barrio.
El Grupo de Jóvenes surge a través de la movilización musical que
ocurre en todo el barrio, sea por medio de la escuela Pracatum, sea
por los movimientos musicales callejeros que ocurren en el Candeal.
Los jóvenes, más allá de la música, pasan a preocuparse por la
situación general del barrio. El Grupo de Jóvenes tiene como una de
sus principales iniciativas el curso de gestión de políticas públicas y
desarrollo local. Con cursos como éstos, lo que se intenta formar en
la comunidad es una masa de ciudadanos pensantes y preocupados
con la situación político-social de su entorno inmediato.
La Asociación de Vecinos del barrio Candeal es fruto de la
movilización política de los miembros de la comunidad en el intento
de cambiar un poco la realidad de exclusión social por la que el barrio
estuvo durante muchos años sometido. Un gran número de los
proyectos llevados a cabo por la Asociación de Vecinos tienen su
origen en la Escuela Pracatum o en las otras asociaciones de la
comunidad. El tejido asociativo del barrio funciona de manera
interconectada lo que permite que un proyecto sea creado en una
asociación y sea ejecutado por otra u otras de las asociaciones que
están en el barrio.
A partir de lo descrito anteriormente sobre las asociaciones del
Candeal y su funcionamiento, se puede analizar cómo es que la teoría
de las esferas funciona en esta comunidad. Lo que ya está claro hasta
aquí es que la red asociativa que existe en el barrio influye de
manera directa en la esfera de la comunidad del barrio fomentando
su participación en proyectos que tienen como consecuencia el
34
cambio individual y comunitario de la ciudadanía. Con relación a las
otras dos esferas que cierran el modelo, la del Estado y la del
mercado, vale la pena observar cómo las redes asociativas operan
sobre estos dos ámbitos y cómo esta interacción actúa en el
incremento de los DESC de la comunidad.
Como ya fue dicho anteriormente, los proyectos creados por una
determinada asociación del barrio muchas veces no puede ser llevado
a cabo únicamente por éstas, algunas veces siquiera se logra llevar a
cabo un proyecto creado en el entorno asociativo de la comunidad
por la propia comunidad por falta de recursos financieros. Es en este
momento que las esferas Estado y mercado interaccionan con la red
asociativa local y juntos proporcionan un incremento de los DESC. En
el apartado que sigue, algunas de las experiencias que incrementaron
los derechos ciudadanos fueron realizadas en colaboración directa con
el Estado y/o el mercado.
5.3 ¿Hubo milagro en el Candeal?
A finales de los años 80 y principios de los 90 el Candeal era una
favela, como muchas otras en Brasil, llamada Ilha dos Sapos. Era un
área caracterizada por la exclusión social, donde cerca de 1500
familias vivían en condiciones precarias de vivienda e infraestructura
urbana, y en muy malas condiciones de salud y educación. La tasa de
analfabetismo alcanzaba 6%; 17% de la población en edad laboral
estaba desempleada y los que trabajaban tenían una renta mensual
muy baja. De los 5.500 habitantes del barrio, 77,29% cobraban una
renta per cápita mensual de US$ 80; 25% de las viviendas
amenazaban ruina, mientras que 37% de los hogares presentaban
problemas de saneamiento (Almeida, 2004:31).
35
Hoy en día quien visita el Candeal se depara con un escenario distinto
del que fue descrito en el párrafo anterior. La red asociativa presente
en el barrio, con el apoyo de las otras tres esferas sociales, Estado,
mercado y comunidad, cambiaron el escenario político-social del
Candeal. En las líneas que siguen serán presentados los dos
proyectos que sirvieron de guía para cambiar el escenario de la
comunidad. Con estos proyectos fueron tocados los siete indicadores
de DESC que se expusieron en el apartado 4 y, además, se puede
observar la dinámica de actuación de las cuatro esferas sociales que
también fue presentada previamente en este trabajo.
Los dos grandes proyectos que guían la actuación en el barrio
Candeal Pequeno son la Escuela de Música y el proyecto Tá
Rebocado. Ambos proyectos tenían como objetivo general cinco líneas
de acción que son: a) a mejorar las condiciones de vivienda e
infraestructura de la comunidad; b) educación y cultura; c) salud y
medio ambiente; d) generación de empleo y renta; y, e) organización
comunitaria. Para implementar el desarrollo de ambos proyectos a
través de un programa de desarrollo comunitario participativo, se
proyectó la constitución de una base comunitaria que pudiese
garantizar legitimidad a las acciones realizadas por la Asociación
Pracatum. Así, en 1996, se puso en marcha la formación de
asambleas comunitarias para apoyar social y políticamente las
propuestas elaboradas en el ámbito del Consejo Deliberativo y del
equipo técnico contratado inicialmente para diseñar la propuesta
pedagógica que sería desarrollada.
El éxito de los proyecto se debe a la capacidad de movilización en la
comunidad
y
fuera
de
ella.
Fueron
establecidos
acuerdos
de
colaboración por la Pracatum y todos los sectores de la sociedad para
que fuera realizado conjuntamente con los habitantes del Candeal la
ejecución del Plan de Desarrollo, obteniendo de esa manera, recursos
36
técnicos, humanos y financieros procedentes del sector público,
privado y de instituciones filantrópicas.
Los líderes comunitarios del Candeal unieron esfuerzos para crear la
Junta de Gobierno de la Asociación Pracatum para la Acción Social.
Dicha junta dio prioridad a aquellos proyectos que garantizaban la
autogestión y la sostenibilidad del programa ``Ta Rebocado'' y de la
Escuela de Educación Musical. El concepto subyacente era que sólo a
través de la cultura, la educación, el trabajo en red y una vivienda
digna, el barrio Candeal tendría éxito en su combate a la pobreza y el
fomento de la integración social de sus jóvenes.
Por lo tanto, los objetivos y estrategias de los dos proyectos son el
resultado de la participación democrática de los moradores del barrio,
líderes locales y profesionales que colaboran con la organización. Las
demandas se señalan en la asamblea comunitaria, en la que también
se debaten las propuestas para resolver los problemas presentados
por la comunidad. Fue así que los problemas más graves de la
comunidad fueron señalados y se convirtieron en objetivos específicos
para los proyectos en cuestión. Entre los principales objetivos se
encuentran: el acceso a la vivienda y a una red de saneamiento
básica; la creación de oportunidades de empleo y actividades que
generen ingresos; el aumento de la escolarización y la formación
profesional, así como la mejora de las condiciones sanitarias.
A partir de entonces, con los objetivos específicos en las manos, la
red asociativa de la comunidad pasa a pensar en una política de
movilización de recursos. Esta política fue una estrategia crucial para
el éxito de los proyectos del Candeal, puesto que implicó la
participación de todos los sectores de la sociedad (gobierno, sector
privado e instituciones filantrópicas). Pracatum se puso en marcha
estableciendo acuerdos de colaboración entre
el
tercer sector
37
(representado en este caso por asociaciones vecinales y por el mismo
Pracatum) y el sector público. El Proyecto de Renovación Urbana
recibió una financiación de 1'54 millones de dólares americanos a
través del acuerdo firmado por el Gobierno Federal y las autoridades
del Estado de Bahía. El propio Estado fue el encargado de administrar
la mayor parte de estos fondos. Otros organismos gubernamentales
como
el
ayuntamiento
de
Salvador
de
Bahia
colaboraron
proporcionando servicios y asesoramiento.
En el campo de la sanidad, los acuerdos de colaboración se
establecieron con la Universidade Federal da Bahia y la Associação
Dental da Bahia. La COELBA - Compañía Eléctrica de Bahía -, una
empresa privada, también proporcionó ayuda técnica suprimiendo las
instalaciones eléctricas ilegales y elaborando para los moradores un
plan que les enseñara a horrar la energía utilizada en sus casas.
La poca costumbre de los habitantes de la comunidad en participar en
el proceso decisorio de su entorno representó un reto a la hora de
ejecutar la agenda de desarrollo autogestionado de la comunidad. De
este modo, trabajar los dos proyectos, es decir, la Escuela de Música
y el “Tá Rebocado” de manera conjunta, fue la mejor manera de
implicar a la comunidad en estos cambios valorando las habilidades
de los moradores, estimulando su autoestima y fomentando su
condición de ciudadanos. La Escuela de Educación Musical de
Pracatum, construida en el corazón de la comunidad del Candeal, ha
desempeñado un papel fundamental en este proceso, basándose en
la tradicional vocación musical del barrio, unida al programa
educativo enfocado a formar músicos jóvenes.
Para fortalecer esta participación comunitaria que estaba siendo
fomentada por los proyectos fue institucionalizada una junta de
gobierno con el fin de ayudar a reforzar el papel de los líderes locales
38
y crear canales eficaces para la participación comunitaria. La junta de
gobierno está compuesta por el 45% de líderes comunitarios; la
figura del Mediador Comunitario y un grupo de agentes comunitarios
voluntarios.
El resultado de toda esta interacción entre las cuatro esferas sociales
se vio traducido en resultados concretos para la comunidad y un
cambio que pudo ser notado en las vidas de los habitantes de la
comunidad y también en el nuevo aspecto físico del barrio. A
continuación están expuestos los resultados de los dos proyectos
presentados en el Foro Iberoamericano de mejores prácticas en 2005.
Estos resultados están divididos de acuerdo con los indicadores de
DESC usados para el presente análisis:
Educación
•
Las clases de alfabetización para 90 jóvenes y adultos.
•
El curso de informática para 300 jóvenes.
•
Las clases de iniciación para 54 niños a través de talleres de
educación artística.
Mercado laboral
•
La formación de 28 asistentes sanitarios de la comunidad.
•
El fortalecimiento de pequeños negocios a través de cursos
empresariales para 20 personas.
•
El desarrollo de una formación profesional para 60 jóvenes con
cursos de Técnicas de Masaje Terapéutico y Auxiliar de
Odontología.
Vivienda e infraestructura
•
La ampliación de los sistemas de abastecimiento de agua y de
39
electricidad, así como la ejecución de una red de saneamiento
que da servicio a 85% de los hogares.
•
La ampliación en 500 metros de la red de alcantarillado.
•
La ampliación de la red viaria con 500 metros más de caminos.
•
La construcción de 122 viviendas nuevas.
•
La mejora de 86 viviendas.
•
El acondicionamiento del campo de fútbol.
Participación social
•
La ampliación del Centro Comunitario.
•
La creación de la Junta de Gobierno del barrio.
•
El fortalecimiento de las asociaciones que ya existían antes de
los proyectos.
Género
•
Los cursos de formación profesional para 142 mujeres. Estos
cursos imparten las siguientes materias: estética afro-brasileña,
clases de instrumentos musicales, cocina, fabricación de velas,
de jabones, artesanía.
•
Fortalecimiento de las actividades del Grupo de Mujeres.
Salud
•
La modernización de la fuente de agua potable.
•
La creación del Programa de Higiene Bucal Infantil con 126
citas semanales.
•
Los deportes: gimnasia y ejercicios de estiramientos para
veinte adultos e instalaciones para el ocio para otros 20 niños.
•
La formación de 28 asistentes sanitarios de la comunidad.
40
Seguridad
•
La disminución de los niveles de violencia del barrio (hoy en día
el Candeal es considerado el barrio periférico de la ciudad de
Salvador con menos índice de violencia y una tasa de homicidio
nula)
6 – Conclusiones
En el presente trabajo se intentó presentar algunas ideas que pueden
contribuir a la mejor comprensión del papel de promotor de
desarrollo local de los derechos humanos, y más específicamente de
los derechos económicos, sociales y culturales, que pueden ejercer
las redes en las comunidades donde se desarrollan.
Lo que se hizo aquí fue dejar abierta una agenda de investigación con
relación a los temas de la participación ciudadana en las periferias y
el incremento de los DESC. De ningún modo esta discusión debe
cerrarse con estas breves paginas, sino que por el contrario, todo lo
aquí planteado lleva a formular algunas preguntas que podrán ayudar
a entender esta dinámica de las periferias en los países en vías de
desarrollo, como por ejemplo: ¿cómo las redes asociativas impactan
en el desarrollo de los DESC en las comunidades periféricas de los
países en desarrollo?; ¿cómo ocurre el desarrollo de una cultura
política cívica en ambientes teóricamente inadecuados para la
aparición de estas culturas4? ¿Cómo logran estas redes influir en la
4
Según Inglehart, una cultura política cívica propiciamente surge y se mantiene en un
ambiente donde los valores posmodernos ya estén instalados, es decir, em comunidades
donde las necesidades primarias ya fueron suplidas, y esto no el lo que pasa es las periferias
urbanas de los países em vías de desarrollo. INGLEHART y WELZEL, Modernización, cambio
cultural y democracia: la secuencia del desarrollo humano, Centro de Investigaciones
Sociológicas/Siglo XXI Editores, Madrid, 2006.
41
agenda estatal de políticas públicas y así mejorar la calidad de vida
de sus comunidades?; ¿Qué determina el éxito de algunas redes
asociativas en periferias en detrimento de otras? Con esta serie de
preguntas se deja abierta una amplia agenda de investigación sobre
este tema tan actual e importante para entender muchas sociedades.
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