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ISSN: 021 4-0314
cuadernos de Trabajo Social
2000, 13:15-32
La construcción social de la pobreza
en la sociología de Simmel
J. Manuel FERNÁNDEZt
Resumen
Abstract
En contraste con las definiciones descriptivas de la pobreza predominantes en las ciencias
sociales, George Sirnmel en su Soziologie (1908)
nos ofrece un concepto analítico que puede aportaruna iluminación teórica original al debate actual
sobro la pobreza y la exclusión social. En este artículo se analiza la visión constructi vista de este fundador de la Sociología en el marco de su proyecte sociológico. También se señalan algunos desarrollos más recientes inspirados en sus ideas,
enfarizando algunas implicaciones de esta aproximación a la situación del pobre en la sociedad
moderna para el trabajo social
Tbere la a marked contrast between the
descn»tive definition about poverty predeminant in
the socialsciences and the analyrical concept used
by George Simmel in his «york Soziologie (1908).
In this werk «ve can tind an original theoretical mspiration for the present-day debate en poverly ano
social exclusion. In fhis paper the consfructivist
view of this tounder of German socielogy is examinad within the framevvork of his sociological project. Also some recent develepments inspired en
his ideas that contain some implications ter social
«york are peinfed eut
as sociedades occidentales opulentas, que en el período expansivo posterior a la Segunda Guerra
Mundial habían soñado con erradicar la
pobreza, han visto en los últimos años
del siglo xx emerger en su interior la llamada nueva pobreza. En este fenómeno convergen diversos procesos como
la degradación del mercado de trabajo
con la multiplicación de empleos inestables, el fuerte crecimiento del paro de
larga duración, o el debilitamiento de
los vínculos sociales que parecen mos-
trar el espectacular aumento de las rupturas conyugales y el declive de las solidaridades de clase y de vecindad. Es la
otra cara de un capitalismo revitalizado
por la globalización de la economía y de
un individualismo creciente. Como sostiene Robert Castel (1997), nos hallamos ante una nueva cuestión social, la
de los individuos que ocupan en la
sociedad una posición de supernumerarios, «inempleables”, desempleados
o empleados de manera precaria, muy
diferente de la vieja cuestión social de
L
•
catedrático de Sociología de a Escuela Universitaria de Trabajo Social de la Universidad complutense
de Madrid.
15
.1 Manuel Fornández
La construcción social
la pauperización de la clase obrera
emergente. Más allá de la novedad en
la forma nos encontramos, sin embargo, con el viejo tema de la interacción
entre el pobre y la sociedad, una de las
formas de socialización analizadas
hace casi un siglo por Georg Simmel en
su Soziologie <1908). Releer el ensayo
«El pobre>’, uno de los capítulos de esa
obra, resulta muy sugerente para
entender las implicaciones sociológicas
de lo que está ocurriendo hoy. En este
texto clásico, que en muchos aspectos
puede considerarse el punto de partida
de la sociología de la pobreza, este
padre fundador de la sociología alemana planteó con gran lucidez cuestiones
fundamentales que pueden ayudarnos
a descubrir los aspectos más relevantes
del fenómeno de la nueva pobreza y a
no perdernos en interminables descripciones que nos ayudan muy poco a
avanzar en su comprensión.
Como ha observado Serge Paugam,
«se da en esto una paradoja: los investigadores no llegan a medir de modo
satisfactorio un fenómeno cuya definición parece clara a la opinión pública y
que, para colmo, moviliza la energía de
numerosas instituciones y asociaciones
permanentemente enfrentadas a las
múltiples dificultades de las poblaciones
desfavorecidas’> (1997: 20).
El análisis de la literatura sociológica permite constatar que los intentos
de construir un objeto de estudio basado en la noción de pobreza han abocado a débiles resultados o, al menos, a
resultados no desprovistos totalmente
de ambigúedad. Sobre el tema de la
reproducción de los comportamientos
considerados característicos de los
pobres se han desarrollado dos teorías
principales: la teoría de la ‘<cultura de la
pobreza», o más exactamente de la
«subcultura de los pobres’>, desarrollada por Oscar Lewis; y la teoría «estructural» que, en contraste con la anterior,
enfatiza las causas exógenas de la
pobreza, y que actualmente tiene en
Julius W. Wilson uno de los principales
representantes.
La pobreza como una
noción del sentido común
Los investigadores sociales han
intentado muchas veces definir los rasgos distintivos de las viejas y nuevas formas de la pobreza. Partiendo con frecuencia de nociones de sentido común,
han intentado medir el fenómeno para
establecer con criterios cuantitativos un
“umbral de pobreza». Establecer un
mínimo vital plantea, sin embargo,
numerosas dificultades, pues las normas que permiten definir ese minimum
son relativas, varían en función de diversas variables ecológicas y culturales.
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de la pobreza en la sociología de Simmel
Estas teorías, especialmente la
de la cultura de la pobreza, han sido
elaboradas una y otra vez al precio de
una cuestionable disociación del universo de los pobres del resto de la
sociedad. Para explicar a reproducción
de la pobreza comienzan describiendo
a los pobres y señalando su desviación
de las normas de la corriente principal
de la sociedad. En lugar de analizar los
procesos que conducen a la designación y al etiquetado de las poblaciones
16
.1 Manuel Fernández
La construcción
social de la
pobreza en la sociología de Simmel
racción social o de las formas de socialización y, como ha escrito E. Hughes,
<‘lo que hace especialmente sugerente
su ensayo son esas dimensiones inesperadas que introduce en el análisis,
como es habitual en su aproximación
sociológica a cualquier fenómeno
social, gratificando incesantemente al
lector con importantes observaciones
teóricas» (1991:208).
desfavorecidas en una sociedad o en
un ambiente concretos, es decir, en
lugar de explicar los mecanismos que
intervienen en la construcción social de
la pobreza, no hacen más que legitimar
en el plano intelectual definiciones e
interpretaciones de sentido común. En
la medida en que se apoyan en la dicotomía características de los pobres versus características del resto de la sociedad, estas teorías no consiguen romper
con la magia de una prenoción en sentido durkheimiano.
En ese texto, que en muchos
aspectos puede considerarse como el
punto de partida de la sociología de la
pobreza, Simmel clarifica los problemas de definición de este fenómeno
con una aproximación constructivista,
rigurosa y eurísticamente fecunda, que
permite comprender la formación de la
categoría de pobre y los complejos vínculos que mantiene con el conjunto de
la sociedad, rompiendo así con todo
tipo de concepciones naturalistas o
substancialistas aún en boga en los
debates científicos y políticos actuales,
frecuentemente enraizados en la sociología espontánea. Al mismo tiempo
Simmel aborda las cuestiones de la
asistencia en función de la evolución de
las sociedades europeas, abriendo así
perspectivas para una teoría socio-histórica de los modos de regulación del
vinculo social (Paugam, 1998 1-2).
La pobreza como
categoría analítica
Simmel, en su ensayo «El pobre»,
el análisis más largo y minucioso que
hizo de un problema particular en su
Soziologie (1908), nos ofrece un cuadro
analítico para pensar en términos sociológicos la cuestión de la pobreza en las
sociedades modernas. Se trata de un
modo de abordar este tema muy diferente de las descripciones minuciosas
que hallamos en los informes sociales
de la época, como el elaborado pocos
años antes por Charles Booth (19021903), quien describe con detalle la
condiciones de vida y de trabajo de los
pobres londinenses e intenta determinar con precisión la <‘línea de pobreza’<.
Tampoco tiene nada que ver con las
descripciones expresionistas de las
condiciones de vida de los slums con
las que los reformistas norteamericanos intentaban llamar la atención de la
opinión pública. Simmel elige el caso
del pobre para ilustrar su concepción de
la sociología como ciencia de la inte-
Con este texto, la sociología de la
pobreza no se reduce a un campo
específico de la sociología, sino que,
más bien al contrario, remite a las cuestiones fundamentales sobre el vínculo
social, lo cual permite obtener proposiciones teóricas de alcance general.
Este es el modo de proceder característico de este padre fundador de la
17
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a? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
sociología alemana quien busca en
todo momento contribuir a una teoría
general de la sociedad a través del análisis de los objetos empíricos más variopintos y aparentemente marginales,
convencido de que en cualquiera de
ellos se cruzan todos los hilos que componen el tejido social, de modo análogo a lo que ocurre con los cuadros
impresionistas, tan admirados por él,
cuyas características son apreciables
en todos y cada y uno de sus detalles
(Frisby, 1992).
el intento de L. A. Coser de desarrollar
una sociología de la pobreza.
Finalmente, el marco analítico para el
estudio de la pobreza esbozado por
Simmel ha inspirado los trabajos recientes del sociólogo francés Serge
Paugam sobre los procesos de descalificación social.
Este texto, junto con el famoso
excursus sobre el extranjero que hallamos en otro capítulo de la misma obra
Soziologie titulado ‘<El espacio y la
sociedad», ha tenido gran influencia en
muchas de las aproximaciones más
creativas al tema de la pobreza y de la
exclusión social. Su huella puede percibirse, por ejemplo, en un interesante
artículo de Alfred Schutz titulado «The
Stranger” (1944). Pero su influencia se
dejó sentir sobre todo en la sociología
americana. En él se inspiraron los trabajos sobre la marginalidad de Robert
Park, fundador de la Escuela de
flhicann y concretamente su concento
de «hombre marginal’>, muy próximo al
cuadro analítico propuesto por SimmeI
para estudiar, más allá de la pobreza,
fenómenos sin relación directa a primera vista como la delincuencia, el estatuto del extranjero e incluso la prostitución, y retomado luego por Stonequist.
También se puede encontrar una prolongación del análisis de Simmel en los
trabajos de Herbert J. Gans sobre las
funciones de la pobreza en Estados
Unidos y de modo aún más explícito en
La «pobreza>’ como forma de
interacción social, y no el simple hecho
material de ser pobre, es construida
socialmente cuando se produce una
reacción social que señala a algunas
personas como necesitadas de ayuda
de acuerdo con los criterios vigentes en
determinado momento en una sociedad
concreta e incluso dentro de un estrato
social por muy elevado que sea su estatus. Y es la pobreza como relación
social la que tiene interés sociológico:
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El proceso de
construcción social
de la pobreza
«El pobre como categoría
sociológica, no es el que sufre determinadas deficiencias y privaciones,
sino el que recibe socorros o debiera
recibirlos, según las normas sociales.
Por consiguiente, en este sentido, la
pobreza no puede definirse en sí misola como un estado cuantitativo, sino
sólo según la reacción social que se
produce ante determinada situación»
(Simmel, 1977: 517).
Simmel establece con enorme claridad la diferencia entre pobreza absoluta y pobreza relativa. yel carácter relativo de la pobreza en la sociedad moderna. En este segundo sentido es pobre
l8
U? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
‘<aquel cuyos recursos no alcanzan a
satisfacer sus fines». Por un lado hay
determinadas necesidades, como el alimento, la vivienda y el vestido que pueden considerarse como independientes
de toda fijación arbitraria y personal,
aunque no puede determinarse con
seguridad la medida de estas necesidades. Por otro, hay necesidades típicas de
cada ambiente general, cada clase
social y la imposibilidad de satisfacerlas
también significa pobreza. De aquí que
pueda haber personas que son pobres
dentro de su clase y no lo serían dentro
de otra inferior, ya que dispondrían de
medios suficientes para satisfacer las
necesidades típicas de estas últimas.
Resulta muy sugerente la relación que
establece Simmel entre la sociología de
la pobreza y la sociología del regalo.
También reconoce Simmel que en su
tiempo está vigente “una especie de
continuación del idealismo moderno,
que ya no trata de determinar las cosas
por la esencia que tengan en sí, sino
por las reacciones que producen en el
sujeto» (1977:517).
Es la reacción social ante la
pobreza la que, según Simmel, termina
asignando un rol específico al pobre:
«La función que desempeña el pobre
dentro de la sociedad no se produce
por el solo hecho de ser pobre; sólo
cuando la sociedad —la totalidad o los
individuos particulares— reacciona
frente a él con socorros, sólo entonces
representa un papel social especifico”
(1977:517-518). Simmel deja bien claro que la categoría del pobre se construye desde fuera, siendo la etiqueta
impuesta la que unifica a los ojos de la
sociedad el heterogéneo mundo de los
pobres al que se llega siguiendo las
más diversas trayectorias: «Esta significación social del «pobre’>, a diferencia
del sentido individual, es la que le convierte en una especie de clase o capa
unitaria dentro de la sociedad. El hecho
de que alguien sea pobre no quiere
decir que pertenezca a la categoría
social determinada de los «pobres»...
Sólo en el momento en que son socorridos —con frecuencia ya desde que
su situación lo pide normalmente y aunque no acontezca de hecho— entran en
un círculo caracterizado por la pobreza.
Este círculo no se mantiene unido por
una acción recíproca de sus miembros,
sino por la actitud colectiva que la
sociedad en conjunto adopta frente a
él>’ (1977: 518).
Mucho antes de que la teoría del
etiquetado o de la reacción social cristalizase como una corriente explicativa
de la desviación social con perfiles bien
definidos en torno a los años sesenta
del siglo pasado, como podemos apreciar en algunos ensayos sociológicos
que tuvieron gran impacto entre los
que destacan Los extraños de Howard
Beckero Internados de Erving Goffman,
Simmel ya concebía sociológicamente
la pobreza como el producto de la reacción social. No es que en esto fuese
totalmente original, pues él mismo reconoce que un enfoque análogo ya había
sido empleado por Durkheim, a quien
cha sin nombrar, al definir el delito en
Las reglas del método sociológico como
“una acción castigada con una pena
púbdica”, es decir por la reacción que
produce y no por el contenido del acto.
19
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,1?
Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
Desde esta perspectiva constructivista que aborda la pobreza como una
categoría social que emerge a través de
la definición social, no siempre ha habido pobres. En aquellas sociedades en
las que prevalecía la indigencia y la
miseria sin que hubiese conciencia de
su presencia, los pobres no existían
fenomenológicamente como una categoría separada, sino que eran situados
en la misma categoría que las víctimas
de una enfermedad o un desastre.
Como ha escrito Lewis A. Coser inspirándose en Simmel, «históricamente la
pobreza emerge cuando la sociedad
opta por reconocer la pobreza como un
estatus especial y asigna personas
específicas a esta categoría. El hecho
de que algunas personas puedan privadamente considerarse a si mismas
como pobres es sociológicamente irrelevante. Lo que es sociológicamente
relevante es la pobreza como una condición socialmente reconocida, como
un estatus social» (1965:232).
Estado, al tiempo que organizaba la
asistencia a los pobres, les negaba ciertos derechos civiles. De este modo, con
la expansión de la asistencia social estatal y municipal, los pobres se convierten
en objetos pasivos de intervenciones
que, como sostiene Coser, al mismo
tiempo que tratan la pobreza la construyen como una categoría de exclusión y
de degradación de estatus.
Los fundamentos de la
relación de asistencia
Más allá del interés del ensayo de
Simmel «El pobre» por ofrecer un cuadro analítico para pensar en términos
sociológicos sobre la cuestión de la
pobreza en las sociedades modernas,
se encuentran en él muchos elementos
de reflexión sobre la relación de asistencia y su función social en el momento en que se estaban institucionalizando los principios nacionales de la asistencia en la mayoría de los países
europeos, paralelamente a las primeras
tentativas de elaboración de un cuadro
legislativo para unos seguros sociales
obligatorios con mejor cobertura de los
r¡e=gossoci¿I~s; que a sir vez iban
haciendo cada vez más residual la asistencia. Simmel nos ofrece su mirada
desencantada sobre la beneficencia y
la filantropía privada y pública orientadas a conseguir la cohesión social y la
garantía del vínculo social. En su análisis tiene como referencias empíricas la
situación de la asistencia en Inglaterra,
Francia y sobre todo Alemania.
De la reacción social ante la
pobreza pueden derivarse unas consecuencias muy diferentes a las que con
las mejores intenciones persiguen los
actores sociales. Desde Max Weber los
sociólogos se vienen percatando de la
importancia que tienen las consecuencias no intencionadas de la acción social
a la hora de comprender cómo funciona
realmente la sociedad. Mediante la reacción se construye el rol social de pobre,
quien se halla en la situación paradójica
de estar al mismo tiempo dentro y fuera
de la sociedad, de modo análogo al
extranjero. Esta paradoja se puso especialmente de manifiesto cuando el
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Simmel concibe la sociedad como
«una reciprocidad de seres dotados de
20
J. Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
derechos morales, jurídicos, convencionales y aun de otras muchas categorías’>, una red de derechos y deberes, en
la que los derechos de unos se convierten en los deberes de los otros,
quienes a su vez tienen derechos que
se convierten en deberes para los
demás. ¿Es primero el derecho o la
obligación? Entre las categorías sociológicas y las categorías éticas se muestra a veces una oposición fundamental:
«sólo para el derecho es el otro el terminus a quo, pero para la moral en sino
es más que el terminus ad quem”. Por
lo que se refiere a la asistencia a los
pobres, él se muestra inequívocamente
a favor de poner el énfasis en el derecho.- «el derecho del demandante...
parece ser el fundamento último y más
racional en que pueden basarse las
prestaciones de los hombres unos en
pro de otro... el derecho al socorro se
funda en la pertenencia del necesitado
al grupo... <y) cabe sostener desde un
punto de vista social, que el derecho del
necesitado es el fundamento de toda
asistencia a los pobres. Pues sólo si se
presupone semejante derechoparece
posible sustraer la asistencia de los
pobres a la arbitrariedad... (y) facilitar
interiormente a los pobres la demanda
y aceptación del socorro>’ (1977:481).
diferenciación social. Aunque Simmel se
centra en las sociedades modernas, no
deja de echar una mirada amplia al proceso que va desde las sociedades primitivas indiferenciadas, pasando por la
Edad Media, hasta llegar a las sociedades modernas organizadas en estados
nación. Allí donde la asistencia a los
pobres tiene su razón suficiente en un
vinculo orgánico, sea de origen biológico o metafísico, el derecho de los
pobres está más acentuado. Este derecho quedó totalmente obscurecido en la
concepción cristiana medieval de la
limosna que ponía el énfasis en el deber
del que da, en vez del derecho del que
recibe. Finalmente, la moderna asistencia a los pobres como institución pública ya no se basa en la motivación del
donante, lo que no significa un retorno
al derecho del pobre como fundamento
principal sino que éste se halla ahora en
la prosperidad del todo social.
La asistencia a los pobres como
institución pública ofrece, nos dice
Simmel, un carácter sociológico muy
singular: se dirige, en su actitud concreta, al individuo y su situación. Y justamente ese individuo es, para la forma
abstracta moderna de la beneficencia,
la acción final, pero no en modo alguno
su fin último, que sólo consiste en la
protección y fomento de la comunidad>’
(1977:484).
“
En las diversas concepciones que
existen sobre la asistencia a los pobres,
nos dice Simmel, hallamos un ejemplo
o símbolo empírico de este dualismo
fundamental en los sentimientos que
rigen la conducta moral. Su ensayo puede interpretarse, pues, como un intento
de aproximarse a la evolución de ese
dualismo en el marco del proceso de
La antinomia sociológica
del pobre
En las sociedades modernas el
pobre, de modo análogo al extranjero,
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4? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simniel
es en alguna medida un extraño a la
sociedad. Por un lado, aparece como
objeto de una asistencia a la que no tiene derecho, el derecho a la asistencia
pasa por encima de él, es más bien el
derecho de los ciudadanos a que el
Estado responda de la correcta utilización de sus impuestos evitando las consecuencias negativas que para el
fomento de la comunidad puedan denvarse de la pobreza incontrolada. «Así
el pobre está, en cierto modo, fuera del
grupo, pero esta situación no es más
que una manera peculiar de acción
recíproca, que lo pone en unidad con el
todo en un sentido más amplio. Por otro
lado, el pobre es un ciudadano y, como
tal, participa de los derechos que la ley
concede a los ciudadanos, en correlación con el deber del Estado de socorrer a los pobres» (1977: 490). Unicamente entendiéndolo así se resuelve
la antinomia sociológica del pobre, en la
que se reflejan las dificultades de la
asistencia.
pobre no es un mero objeto inerme, un
mero perceptor de ayuda sino que también ofrece algo a la sociedad. Entre
líneas, Simmel parece estar evocando
la teoría del pacto social. En cualquier
caso no deja de señalar el carácter
conservador de la beneficencia moderna cuyo objetivo último no es acabar
con la pobreza sino mantener el statu
quo con los mínimos costes posibles.
El largo camino hacia la
moderna concepción
centralista del socorro a
los pobres
Para ilustrar el proceso que ha
desembocado en la concepción centralista del socorro a los pobres como un
sistema asistencial competencia del
Estado, Simmel nos ofrece una síntesis
panorámica de la evolución de la asistencia en Inglaterra que va desde que
era ejercida por los conventos en la
Edad Media, pasando por la asistencia
vinculada al impuesto para los pobres a
la propiedad territorial hasta llegar a la
forma estatal centralizada que adquiere en el siglo xíx. Simmel considera
esas diferentes formas, cada una de
ellas la más adecuada en su momento
para garantizar lo mejor posible la asistencia a los pobres de acuerdo con la
evolución social y económica, como
<‘símbolos sustanciales” del papel
orgánico de la asistencia en la vida de
la colectividad. La lógica del proceso no
obedece principalmente a una organización de las clases propietarias para
realizar el sentimiento del deber moral,
sino que es más bien ‘<una parte de la
Aunque en la concepción moderna del socorro el pobre se encuentra en
una serie teleológica superior a él, es,
sin embargo, un e!ernento que pertenece orgánicamente al todo y se halla
entretejido en las finalidades de la
colectividad. Al rehabilitar de nuevo su
actividad económica, al salvar del aniquilamiento su energía corporal, al
impedir que sus impulsos le lleven al
empleo de medios violentos para enniquecerse, la colectividad recibe del
pobre una reacción. Este modo simmeliano de concebir la interacción entre el
pobre y la sociedad tiene enormes
implicaciones para la acción social. El
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22
J. Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
que produce el pobre en los demás lo
que motiva el socorro, sino el concepto
general de pobreza. «Este —escribe
Simmel— es uno de los caminos más
largos que han tenido que socorrer las
formas sociológicas para pasar de la
forma sensible inmediata a la forma
abstracta. Al verificarse este cambio,
que considera la asistencia a los pobres
como un deber abstracto del Estado —
en Inglaterra desde 1834, en Alemania
desde mediados del siglo xíx—, modificose su naturaleza con arreglo a esta
forma centralizada» (1977:497).
organización del todo, al que el pobre
pertenece lo mismo que las clases propietarias’>, forma parte de la evolución
de la sociedad hacia una organización
estatal acorde con los intercambios
comerciales y culturales en espacios
cada vez más amplios y una movilidad
geográfica creciente.
Al filo de la pregunta, ¿a qué círculo pertenece el pobre?, Simmel evoca
la ley alemana de 1781 sobre el socorro
domiciliario en la que se afirma que el
pobre pertenece a aquella comunidad
que ha utilizado su fuerza económica
antes de su empobrecimiento. «Antes
del triunfo completo de la idea del
Estado moderno, el municipio es el lugar
que ha disfrutado del trabajo económico
del empobrecido. Pero la libertad del tráfico moderno, el cambio interlocal de
todas las fuerzas, ha suprimido esta limitación, de modo que el Estado entero
debe considerarse como el terminus a
quo y el ad quem de todas las prestaciones. Este es, pues, el estadio extremo
que ha alcanzado la posición formal del
pobre, estadio en el que se revela su
dependencia respecto al grado general
de la evolución social» (1977:493).
Para Simmel el pobre pertenece
“al círculo máximo». En el horizonte
histórico en que él escribe este era sin
duda el Estado nación. Pero ya ha
pasado casi un siglo desde que este
padre fundador de la sociología alemana hiciera esta afirmación y desde
entonces la evolución de la sociedad
nos ha llevado a una red creciente de
organizaciones supraestatales y a una
globalización muy avanzada, al menos
en la esfera económica. Actualizar el
análisis de Simmel supondría ampliar
en esta dirección el círculo máximo y
comenzar a preveer las implicaciones
que ello puede tener para la globalización de la política social, algo que aún
puede parecer una utopía, pero que
está en la lógica de lo que Ralf
Dahrendorf, entre otros, ha llamado ciudadanía universal.
La centralización del deber de
socorrer a los pobres en un círculo tan
amplio como el Estado nación ha
supuesto un gran cambio en las formas
de socialización o interacción entre el
pobre y la sociedad que expresa la evolución de formas de vida comunitaria
hacia formas de vida societaria, en términos de Tónnies, o de la sociedad de
solidaridad mecánica a la de solidaridad
orgánica en palabras de Durkheim.
Ahora ya no es la impresión inmediata
Sentido y función
de la asistencia local
En el sistema moderno centralizado de asistencia de los pobres el
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U? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Sinimel
municipio tiene, según Simmel, la función delegada de otorgar y administrar
recursos para evitar el esquematismo.
Hay casos en que la situación de pobreza puede determinarse con criterios
objetivos, este es el caso en que aquella tiene su origen en una enfermedad
o en minusvalías físicas o psíquicas. En
estos casos, opina, Simmel, «la asistencia tiene un carácter más técnico y
por tanto, el Estado, o la corporación
más amplia, está en mejor situación
para encargarse de ella>’ (1977: 497498). En los demás casos las comunidades locales pueden conocer mejor
las circunstancias personales de los
pobres y movilizarse para obtener los
recursos necesarios para socorrerlos,
aunque la responsabilidad continúa
siendo del Estado.
se prestan a la asistencia por el Estado,
al paso que los que tienen un carácter
más individual corresponden más bien
a las comunidades locales» <1977:505).
Beneficencia pública
versus pflvada
Ambos tipos de beneficencia pueden considerarse complementarios. La
asistencia pública sólo interviene cuando existe una carencia completa de
recursos objetivamente determinada.
De este modo se renuncia a comprobar
cualquier otra circunstancia personal.
Su complemento se halla en la beneficencia privada cuyo objetivo va más allá
de atender al pobre con criterios objetivos universales ateniéndose a un mínimo y se orienta a rehabilitar en función
de circunstancias personales. En expresión de Simmel, <‘el Estado socorre a la
pobreza, la beneficencia privada socorre al pobre’>.
El derecho del pobre a ser socorrido, por lo que se refiere a las cantidades a percibir, tiene unos límites que
se rigen, según Simmel, por el principio
del mínimum ético exigible en las acciones colectivas. Este mínimo se hallaría
en «lo que se necesita para salvar a un
hombre de la miseria física>’, lo que hoy
llamaríamos el mínimo de subsistencia.
Limitado al mínimo así entendido el
socorro al pobre tiene un carácter objetivo, mientras que «todo lo que exceda
de este mínimum, todo socorro encaminado a una positiva elevación del
nivel, requiere criterios menos claros,
depende de estimaciones subjetivas» y
<‘los casos de necesidadsubjetivamen~
te homogénea, que, por tanto, no exigen una estimación subjetiva —particularmente los casos de enfermedad y
deficiencia corporal—, son los que más
cuadernos de Trabajo social
2000, 13< 15-32
Las formas concretas de articularse ambos tipos de beneficencia varian
de acuerdo con los contextos históricos
y culturales de las sociedades contem-
poráneas. En Inglaterra es donde, de
acuerdo con Simmel, aparece de modo
más claro esa complementariedad de
funciones. Allí el Estado se enfrenta
con más decisión que en ninguna otra
parte a las necesidades objetivas mientras que la beneficencia privada se
orienta hacia las causas individuales de
la pobreza. De modo diferente, en
Francia la asistencia a los pobres es
incumbencia de las asociaciones y personas privadas, mientras que el Estado
24
4? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
simboliza su desclasificación formal”.A
partir de ese momento, los individuos
de las más diversas procedencias que
pasan a ser incluidos en la categoría de
pobres son vistos y clasificados en virtud de lo que se hace con ellos y no con
los criterios que se emplean ordinariamente en la categorización social, esto
es, en virtud de lo que hacen. Creo que
en nuestro contexto actual encontramos un buen ejemplo de ese proceso
de degradación de estatus en los desempleados que una vez agotadas las
prestaciones <‘contributivas» por desempleo, se ven obligados a acudir a
prestaciones «no contributivas» o «asistenciales”, con connotaciones estigmatizantes que no se hallan en las contributivas.
sólo interviene cuando éstas no bastan.
El principio francés implica que no pueden separarse, en cuanto al contenido,
los dos grados del socorro, tan clara y
fundamentalmente como en Inglaterra.
La cuestión es, sin embargo, más
compleja de lo que aparece a primera
vista, pues, como observa Simmel, <‘dar
forma a la situación fundamental económica y cultural que sirve de base a
aquellas circunstancias personales, es
a su vez incumbencia de la generalidad,
la cual debe conformar de tal manera la
vida social que la debilidad individual o
las condiciones desfavorables, la torpeza o la mala fortuna tengan las menores probabilidades posibles de engendrar pobreza>’ (1977:509).
El estatus especial que tienen los
pobres en las sociedades modernas
está marcado sólo por atributos negativos, por lo que no tienen los que participan de él. A diferencia de cualquier
otro estatus, el de pobre no conlíeva
ninguna expectativa de contribución
social, lo que se simboliza en la falta de
visibilidad social del pobre. Los pobres
no sólo suelen padecer la segregación
física, sino también una especie de
invisibilidad moral que hace que normalmente la supervivencia de la pobreza en las sociedades opulentas
pase despercibida como denunciaron John K. Galbraith, en su famosa obra La sociedad opulenta, o Michael
Harrington en The OtherAmerica (1963).
A este ocultamiento de la pobreza contribuye actualmente la fuerza con que
los medios de comunicación transmiten
imágenes de éxito con enorme conte-
El estatus estigmatizante
de los asistidos
En las sociedades modernas la
inclusión en la categoría esencial de los
pobres tiene lugar cuando los que se
hallan en situación de privación son
designados para recibir asistencia.
Individuos de las más diversas profesiones pueden hallarse en dificultades
económicas, pero mientras continúen
siendo definidos en primer lugar por su
estatus ocupacional no son clasificados
como pobres. Sin embargo, una vez
que esos individuos son reconocidos
públicamente como necesitados de
asistencia y la aceptan, el estatus de
pobre pasa a primer plano. Como escribe Simmel <‘la aceptación de asistencia
remueve a quien la ha recibido de la
precondición del estatus previo; ésta
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La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
nido simbólico. En nuestro país, por
ejemplo, el machaconamente proclamado eslogan del Partido Popular,
«España va bien”, en un momento de
intenso crecimiento económico, refleja
el optimismo de quienes pilotan la
situación o de quienes se benefician
de ella, pero el énfasis con que se prodama refuerza la lógica de ocultamiento de cuanto pueda simbolizar
que no es así para todos. La barrida de
pobres del centro de las ciudades
cuando hay algún evento deportivo o
de otra índole con gran eco en los
medios de comunicación internacionales es otro ejemplo de ocultamiento
descarado de la pobreza y consiguientemente de reforzamiento de su
estigma.
social. La identidad pública de quien
recibe asistencia experimenta una
transformación hacia una nueva forma
considerada socialmente inferior, se le
asigna un nuevo estatus inferior, un
nuevo rol, el de pobre, que tiene el rango de estatus principal, en el sentido de
que a partir de ese momento cualquier
actuación de esa persona se interpretará a través de ese rol, lo mismo que
ocurre con el paciente mental una vez
que es definido como «loco”(Goffman,
1973), o con el que comete un delito
una vez que es etiquetado como delincuente <Becker, 1971).
Una de las manifestaciones de
esa degradación de estatus la hallamos, de acuerdo con Coser (1965), en
la violación de hecho del derecho a la
privacidad de quienes perciben asistencia social. Para que a un pobre le
sea reconocido su derecho a la asistencia se le obliga a abrir su vida al
escrutinio público. A los pobres se les
investiga in situ, el territorio del hogar
que se considera inviolable suele invadirse en este caso, lo que no puede
dejar de ser experimentado como humillante y degradante. Otro símbolo de
esa degradación de estatus es el control que suele ejercerse sobre el dinero
asignado a los pobres. Esto contrasta
con lo que ocurre cuando se asigna
dinero a los miembros de cualquier otra
categoría de estatus, por ejemplo a los
parados, quienes son libres para dispo-
En el hecho de prestar asistencia
a los pobres la sociedad muestra su
voluntad de asumir cierta responsabilidad para con ellos y reconoce que son
efectivamente parte de la comunidad.
¿Pero cuáles son los términos en que
se garantiza la asistencia y cuáles son
las consecuencias para el que la recibe?. Inspirándose en Simmel y en algunos desarrollos posteriores del interaccionismo simbólico, L. A. Coser (1965)
sostiene que la asignación de una persona a la categoría de los pobres tiene
el coste de una degradación de esa
persona.
Recibir asistencia significa ser
estigmatizado y apartado de la carrera
ord:nar¡a de -los--hombres; implica- una
«degradación de estatus” en el sentido
que Harold Garfinkel (1956) dio a esta
expresión en un artículo prolusamente
citado por los teóricos de la reacción
cuadernos de Trabajo Social
2000, IB: 15-32
rial
rUnnrn
rial
oé’l-o¡,-ifr~ cia Maean,
pleo como ellos consideren apropiado.
Con esos procedimientos los pobres no
sólo son degradados sino también
infantilizados.
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U? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
Los agentes
de la estigmatización
de un simbolismo que entonces intuía
pero no podía desentrañar, de un sacerdote repartiendo, en la capilla de una
pequeña población de la cuenca minera de Asturias en los años cincuenta,
leche en polvo y queso pasteurizado
donado por los americanos a familias
«pobres’> de mineros, alguno de los
cuales había desempeñado un puesto
de oficial del Ejército republicano durante la contienda civil.
Quienes tratan de ayudar a los
pobres con la mejor voluntad, o simplemente por imperativo del rol profesional
que desempeñan, como ocurre con los
trabajadores sociales, los investigadores y administradores del bienestar, o
los voluntarios locales, son paradójicamente los agentes de su degradación.
Las intenciones subjetivas y las consecuencias institucionales divergen en
este caso. La ayuda se puede prestar
por los motivos más puros y benevolentes, sin embargo el mero hecho de
ser ayudado degrada (Coser, 1965:
236).
La profesionalización de la asistencia en los paises de democracia
liberal durante el siglo xx no eliminó el
carácter estigmatizante de ésta, sino
que tuvo dos series divergentes de
consecuencias para el perceptor, como
ha señalado Coser (1965). Primera, la
institucionalización de la ayuda eliminó
el elemento personal en la relación,
transformándola en una transacción
impersonal, lo que sin duda evita ciertas humillaciones y dependencias personales. Hay que añadir, sin embargo, que el procedimiento burocrático
empleado en la asistencia a los pobres
mantuvo ciertas peculiaridades degradantes si lo comparamos con los pocodimientos burocráticos seguidos con
otras personas. Por ejemplo, en la percepción del seguro de desempleo,
considerado como un derecho incuestionable, el control de la agencia que
gestiona las prestaciones sobre el
desempleado es mínimo, en contraste
con lo que ocurre con la asistencia,
donde el control sobre la persona asistida suele ser un requisito previo. El
poder del funcionario de cualquier oficina de desempleo frente al desempleado es mínimo, en contraste con el
Si lo anterior vale para situaciones
ordinarias, hay situaciones en las que
se produce lo que podríamos llamar
una doble degradación: cuando los que
prestan la ayuda o sus mentores son
responsables directos de la situación
que pretenden remediar. Este es el
caso de los indígenas del Quiché
(Guatemala) quienes después de ver
arrasadas sus aldeas y sus cultivos por
el Ejército durante el mandato de Ríos
Montt (1982-1983>fueron obligados por
los mismos que previamente les habían
masacrado a recibir los alimentos que
se les daba a cambio de trabajo en las
aldeas modelo del Triángulo lxii, en el
marco de un programa significativamente llamado «Fusiles y Frijoles». Y
sin ir tan lejos en el espacio, aunque
algo más en el tiempo, tengo muy gravada en mi memoria la extraña sensación de humillación ajena que me produjo en mi infancia la imagen, cargada
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cuadernos de Trabajo social
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U? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simniel
poder del trabajador social sobre el
asistido, poder que se ve incrementado cuando por razones humanitarias y
benevolentes el trabajador de caso
dispone de mayor discrecionalidad
sobre el cliente, de modo parecido a lo
que ocurre con el tratamiento penal de
los menores cuando con el pretexto de
una actuación más humana y apropiada a las circunstancias acaban imponiéndose exigencias más duras de las
que requeriría una estricta aplicación
del código penal.
garantizan que el profesional no se vea
arrastrado por una excesiva empat~a
con el cliente y no deje de considerar al
pobre más que como un objeto de cuidado y un perceptor de ayuda. De este
modo se refuerza constantemente la
discrepancia de estatus entre trabajador social y cliente. Esto se acentúa,
además, en aquellos casos en que los
trabajadores del bienestar, procedentes
de la clase media baja, sienten pánico
a que una estrecha identificación con
los clientes pueda poner en peligro el
estatus respetable recientemente conseguido.
Una segunda consecuencia de la
profesionalización de la asistencia es
que ésta, por definición, evita el flujo de
afecto entre los trabajadores profesionalizados y los perceptores de ayuda
convertidos en clientes. Esto no tiene
nada que ver con simpatías o antipatías personales, sino que es una consecuencia de un tipo de relación estructuralmente asimétrica. Como en cualquier
tipo de procedimiento burocrático, los
aspectos impersonales del caso están
por encima de otras consideraciones
personales. Una simpatía excesiva con
el cliente o una consideración indebida
de sus necesidades personales perjudicaría la realización del rol. A evitarlo
contribuye el hecho de que en este tipo
de trabajo se supone que la apreciación
del logro profesional proviene del grupo
de pares profesionales y no del perceptor. El cliente que es definido como
«pobre», a diferencia de los clientes de
otras profesiones, tiene pocas posibilidades, si es que tiene alguna, de controlar el comportamiento del profesional. Es así como se construyen desde
dentro mecanismos de aislamiento que
cuadernos de Trabajo Social
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Cuando no hay reciprocidad entre
el que recibe y el que da se produce
una dependencia unilateral. Al incorporarse al sistema de ayuda los pobres
son degradados a la condición de perceptores unilaterales. Y en una sociedad instrumentalmente orientada, aquellos que no pueden dar sino solo recibir
y de los que no se espera que den en
el futuro son naturalmente asignados al
estatus más bajo. Al no implicarse en
actividades que establecen interdependencia los pobres son excluidos del
reconocimiento social.
El problema de la pobreza, por
consiguiente, sólo podrá resolverse
mediante la abolición de las relaciones
unilaterales de dependencia generadas por la asistencia. Ello supone el
que se capacite a los pobres para dar
lo mismo que para recibir, y para que
los pobres tengan la oportunidad de
dar han de hallarse en condiciones de
poder funcionar al nivel óptimo de sus
capacidades. Algunas estrategias de
lucha contra la pobreza han sido dise-
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U? Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
En las sociedades industriales la
movilización de los pobres resulta una
empresa casi imposible. La falta de un
elemento positivo que aglutine a un
colectivo formado por gente de la más
diversa procedencia social y el hecho de
no resultar imprescindibles, en contraste con lo que ha ocurrido con la clase trabajadora en la sociedad industrial o con
los campesinos en las sociedades agrarias, así como la tendencia hacia una
mayor invisibilidad moral son algunos de
los factores señalados por Simmel para
que a los pobres les resulte muy difícil
movilizarse en función de sus intereses.
ñadas para caminar en esta dirección.
Por ejemplo, el ingreso mínimo garantizado para cada ciudadano, que permita verse libre de la presión de la
miseria, puede ser muy bien una precondición para la abolición de la
dependencia, pero sólo eso, un medio
que permita a los pobres liberarse de
la ansiedad mientras se preparan para
prestar a la sociedad aquellos servicios que les hagan interdependientes.
Pero el obstáculo principal no está
en el lado de los pobres. La situación de
dependencia a la que han llegado es
con frecuencia el resultado de procesos
de pauperización enraizados en la
estructura social. La historia social
reciente ha mostrado las resistencias
estructurales a la movilización de los
pobres tanto en los paises más industrializados como en los del Tercer
Mundo. Este último es el caso de los
campesinos los maya-quichés de
Guatemala, exhaustivamente estudiados por varias generaciones de antropólogos sociales norteamericanos,
algunos de los cuales, con olvido o desconocimiento de una historia de opresión colonial, han pretendido explicar la
situación de extrema pobreza en la que
viven la mayoría de ellos desde sus raíces culturales y una supuesta pasividad
campesina ante toda innovación. Pero
la realidad es que cuando las comunidades indias se movilizaron a finales de
los años setenta y comienzos de los
ochenta para protestar la usurpación de
sus tierras, la sobreexplotación en las
fincas agroexportadoras y la opresión
étnica fueron implacablemente masa-
Posibilidad de sustraerse
al determinismo
del estigma
Una visión menos determinista
que la de Coser sobre los efectos de la
relación de asistencia la podemos hallar
en la obra reciente de Serge Paugam.
En un intento explicito de desarrollar y
aplicar a la investigación la intuición de
Simmel sobre la construcción social de
la pobreza, este sociólogo francés ha
construido su “objeto científico» reemplazando la antigua categoría de
pobres proveniente del mundo social,
una prenoción en sentido durkheimiano,
por el concepto analítico de «asistidos”
y ha analizado con gran detalle las relaciones que en el contexto de la llamada «nueva pobreza» se establecen en
un barrio degradado de Saint-Brieuc en
Cótes-dArmor, Francia, entre los mismos asistidos, y entre los asistidos y los
trabajadores sociales de lo que son la
clientela (Paugam, 1995).
cradas.
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cuadernos de Trabajo Social
2000, 13: 15-32
U? Manuel Femández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Sinimel
Con ocasión de estas relaciones
se establece un sistema permanente de
negociación entre responsables y clientes de la acción social. Los asistidos no
son simples víctimas manipuladas por
un “sistema’> que determinaría sus
conductas, sino actores sociales que
disponen de un espacio de maniobras
y de negociación. Aunque las posibilidades que tienen los clientes de manipular a los trabajadores sociales se
desenvuelven en un marco muy limitado, esas posibilidades no deben subestimarse. Paugam toma en consideración el tipo de libertad de que disponen
los asistidos mudando mediante el discurso el sentido de sus experiencias
vividas, evitando a aquellos de los que
tratan de distinguirse, presentando a
los trabajadores sociales una imagen
de sí mismos que despierte simpatía y
suscite ayudas, reconstituyendo jerarquías sutiles dentro de un mundo globalmente descalificado.
Esos tres tipos no corresponden a
situaciones fijas sino a tres fases diferentes en los procesos de descalificación social. Una encuesta longitudinal
realizada por Paugam entre 1990 y
1991 a los perceptores del RMI, le permitió no sólo verificar a gran escala la
tipología elaborada en Saint Briac, sino
también analizar la evolución temporal
de esta población. Por otra parte, la
explotación reciente de la encuesta
Situations défavorisée que había sido
realizada en 1986 y 1987 por el INSEE
permitió el análisis de las múltiples formas que puede tomar la fragilidad en la
sociedad francesa y captar de un modo
aún más amplio los factores y los procesos de descalificación social susceptibles de ir llevando a diversas franjas
de la población de la inactividad a la
asistencia, aumentando para ellas el
riesgo de cúmulo de dificultades o de
handicaps. Para dejar clara esta idea de
proceso y para disipar el malentendido
que suele darse a propósito de las tipologías, que por desgracia muchos no
distinguen de las categorías empíricas,
Paugam prefiere hablar de fragilidad en
lugar de hablar de frágiles, de dependencia frente a los trabajadores sociales en lugar de asistidosyde rujfurá
del vínculo social en lugar de marginados.
A partir de los datos obtenidos en
la investigación realizada en 1987 en
Saint-Brieuc, Serge Paugam elaboró
una triple tipología en función de la
relación mantenida con los servicios
sociales: los frágiles, los asistidos y los
marginales, distinguiendo dentro de
cada una de estas categorías diversos
tipos de experiencias vitales. Esta tipologia tiene también en cuenta la estratificación de los “pobres”, en parte institucionalizada por la clasificación de la
población que hacen los diferentes servicios de asistencia, y los diferentes
sentidos que dan a sus experiencias
quienes enfrentan a la necesidad de
obtener recursos en estos servicios.
cuadernos de Trabajo Social
2000. 13:15-32
Más allá de los asistidos, Paugam
sugiere, la existencia de un mecanismo
social más general: el de los modos de
gestión del fracaso social en las sociedades fundadas sobre el valor del éxito
material. Al proclamar formalmente que
todas las posibilidades están abiertas a
todos los individuos, siguiendo el mito
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J. Manuel Fernández
La construcción social de la pobreza en la sociología de Simmel
debe responder. Es por ello que se
debe descartar la hipótesis de una vuelta a la caridad privada como forma principal de intervención con las poblaciones desfavorecidas. Aquellos que sólo
se fijan en los efectos perversos del
Estado del bienestar suelen olvidar que,
por principio, la caridad privada practicada de modo exclusivo, es contraria al
ideal democrático que afirma la igual
dignidad de todo individuo.
americano de que todo el mundo que
se lo proponga y se esfuerza puede
pasar de la cabaña del tío Tom a la
Gasa Blanca, nuestras sociedades suscitan todas las ambiciones posibles y al
no poder satisfacerlas generan una profunda decepción. Los asistidos, en su
situación extrema, revelan cómo cada
uno de nosotros debe esforzarse por
gestionar sus fracasos sociales.
Las políticas sociales suelen ser
objeto de una doble denuncia. De un
lado encontramos las críticas radicales
de la sociedad «capitalista» que denuncian el rol de cómplices involuntarios
que juegan los trabajadores sociales
para reforzar el control social. De otro
lado está la crítica llamada liberal o
«ultraliberal» que pone al día los efectos perversos del Estado del bienestar
Paugam retiene algunos elementos de
ambas críticas, pero intenta superarlas
mediante una interpretación propiamente sociológica de la política social
en las sociedades democrático-liberales. Admite que la política social coníleva la posibilidad de efectos perversos,
que corre el riesgo de disolver las solidaridades familiares, de instalar a los
pobres en una carrera de asistidos más
que incitarles a <‘salir>’ de ella por sí
mismos. Sin embargo, los riesgos de
efectos perversos no deben servir de
pretextos para dejar de garantizar que
cada ciudadano disponga de medios
para alimentarse, tener un techo y criar
a sus hijos. La política social está ligada al fundamento de la legitimidad
democrática. La supervivencia material
es un derecho del ciudadano desafortunado al que la sociedad democrática
En las sociedades modernas, la
pobreza no es sólo el estado de una
persona que carece de bienes materiales, ella comporta igualmente un estatus social específico, inferior, desvalorizado, que marca profundamente la
identidad de aquellos que la padecen.
Los pobres no están sólo privados de
recursos económicos, sino también de
influencia política y de reconocimiento
social. De acuerdo con Paugam (1997),
estudiar la descalificación social o, en
otros términos, el descrédito de aquelíos que tienen a primera vista poco que
decir, que no participan plenamente en
la vida económica y social, es estudiar
la diversidad de estatus que les definen,
las identidades personales, es decir los
sentimientos subjetivos que tienen de
su propia situación en el transcurso de
diversas experiencias sociales, y finalmente las relaciones sociales que mantienen entre sí y con los demás.
A modo de conclusión
La definición constructivista del
pobre que nos ofrece Simmel resulta
heurísticamente fecunda para com-
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prender la situación no como algo marginal sino más bien como una forma de
interacción en la que se cruzan todos
los hilos que forman el tejido social.
Este clásico de la sociología eligió tal
tema, aparentemente irrelevante del
pobre, ni más ni menos que para ilustrar su teoría de la sociedad y su idea
de lo que debía ser la sociología como
ciencia con perfiles propios. Aunque su
intención era teórica, su penetrante
mirada sociológica nos pone en la pista de las consecuencias no intencionadas que pueden derivarse de la acción
social en el caso de la asistencia a los
pobres. Los análisis más recientes de
Lewis Coser y Serge Paugam sobre la
pobreza, inspirados directamente en
Simmel, nos muestran la relevancia de
esta perspectiva constructivista para el
trabajo social.
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