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PSICOTERAPIA Y COMUNICACIÓN
PSYCHOTHERAPY AND COMMUNICATION
ENSAYO
La acción comunicativa en el acontecer
de la psicoterapia1
(Rev GPU 2015; 11; 2: 151-153)
Margarita María Becerra2
El trabajo clínico psicoterapéutico con pacientes solicitantes de asilo y refugiados se realiza a partir
de un diálogo, que se ancla en la relación recíproca con un prójimo. Esencial es el uso del lenguaje y
de la comunicación como acción, que trasforman el mero diálogo en acción inscrita en el lenguaje.
La potencia de la palabra como acontecimiento crea un mundo compartido entre el terapeuta y el
paciente, experiencia propia y esencial al ser humano que resulta terapéutica.
INTRODUCCIÓN
D
esde hace quince años trabajo clínicamente con
pacientes solicitantes de asilo y refugiados que
provienen de diversas comunidades lingüísticas y culturales, y que experimentan o manifiestan sufrimiento
psicológico. En Chile, como en el extranjero, he tenido
la oportunidad de establecer relaciones terapéuticas
con personas provenientes de diversos países, tanto
sudamericanos como centroamericanos, europeos,
africanos y asiáticos. Así también con pacientes rusos,
chechenos, azeríes y armenios, además de etnias específicas como gitanos (macedonios) y otavalos. Un
elemento importante a destacar es que la gran mayoría de las personas que llegan a consultar no ha estado en contacto con profesionales de la salud mental,
desconocen la terminología diagnóstica psicológica o
psiquiátrica, y no están necesariamente familiarizados
con las convenciones del encuadre terapéutico, ni de
cómo debe o debiera comportarse el profesional de la
salud mental o el paciente.
Antes de adentrarme en cómo entenderé la relación terapéutica para efectos de esta reflexión, quisiera
precisar que el establecer este tipo de relación en este
contexto particular releva dimensiones de especificidad temática y técnica. En una situación terapéutica
intercultural, donde además hay elementos asociados
a experiencias de violencia extrema, estas dimensiones
se complejizan. Esto debido a que el sujeto (paciente)
que tenemos en frente –y su experiencia–, aparece ante
nosotros como muy distinto o ajeno. A su vez, encontrarse con pacientes en una (su) primera experiencia
Mi reconocimiento a la extensiva labor del profesor Humberto Giannini, cuyas conversaciones inspiraron las reflexiones del
presente trabajo.
2
Psicóloga Pontificia Universidad Católica de Chile, Posgrado en Psicoterapia Sistémica Institut de Formation Sociale de Bélgica,
Estudiante de Doctorado en Psicología Universidad de Chile. [email protected]
1
Psiquiatría universitaria
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La acción comunicativa en el acontecer de la psicoterapia
en salud mental, le agrega al espacio terapéutico una
cualidad inédita, donde desde el primer encuentro la
novedad y la curiosidad mutua entre terapeuta y paciente se hacen evidentes. Desde allí se abre una campo de conversaciones en torno a temas múltiples, que
van desde ¿cómo se es y cómo se hace en el país de
origen?, ¿qué es la salud mental?, ¿cómo es vivida la
experiencia de malestar en salud mental?, ¿quién es y
qué hace un psicoterapeuta?, ¿cómo es y qué implica
estar sano y estar enfermo (para tal o cual cultura)?, entre muchas otras preguntas. Lo interesante es el vínculo
que se va tejiendo en el espacio terapéutico a través de
estas conversaciones, vínculo único y original, espacial
y temporalmente acotado, relacionalmente profundo
y recíproco.
Dado que la psicoterapia se realiza a través del
uso de la palabra, del lenguaje y de la comunicación,
me parece fundamental centrar nuestra atención en
un gesto comunicativo esencial, que revela que el lenguaje se sitúa también en el plano de la acción y en
donde podemos observar cómo “comunicar es acción”
(Giannini et al., 2008, p. 11).
Antes de adentrarnos en lo que es propio a la
acción comunicativa, creo importante precisar que
entenderé la relación terapéutica como una relación
intersubjetiva, que se da entre dos sujetos, el terapeuta
y el paciente. Quien incita esta relación es en primera
instancia el sujeto, que en un determinado momento
de su trayectoria decide libremente consultar al terapeuta. Al solicitar atención el sujeto realiza el gesto que
lo moviliza hacia el terapeuta, iniciando así el primer
movimiento hacia la relación terapéutica. Este movimiento puede o no puede ser acogido por el terapeuta.
Si este lo acoge, acepta la invitación incitadora al encuentro terapéutico, definiendo así el lugar del sujeto
en la relación, como paciente.
Es importante señalar las condiciones de posibilidad (Ricoeur, 1990/1996) de este encuentro intersubjetivo, que no se da en cualquier espacio, sino en un
espacio particular, cual es el espacio terapéutico. Además, no se da en cualquier tiempo, se da en un tiempo
determinado y acordado entre las subjetividades del
terapeuta y del paciente, cual es el tiempo de la sesión.
El campo en que se da la intersubjetividad es el de la
comunicación lingüística, que abarca así la vinculación
a través del cuerpo y de la comunicación entre ambas
partes. El contenido de esta comunicación es el de las
historias de migración forzada que dan origen a la solicitud de asilo, las cuales son tomadas como eje central
en la expresión de la subjetividad de los pacientes.
Una vez actualizado el encuentro la sesión comienza con el gesto del terapeuta, quien al enunciar el “(yo)
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te escucho”, lanza el diálogo estimulando la expresión
de la subjetividad del paciente. Pero no es mero diálogo, es acción inscrita en el lenguaje. Observamos la
potencia de estas palabras como un acontecimiento,
que crea un mundo compartido entre el terapeuta y
el paciente.
Me atrevo a proponer considerar el “(yo) te escucho” como acto de habla, inscrito dentro del ámbito
terapéutico en el plano de la acción. El acto de habla
(o acto de discurso) entendido como “un enunciado
que por el simple hecho de enunciarlo equivale a realizar lo mismo que se enuncia (…)” (Austin en Ricoeur,
1990/1996, p. 20). Como enunciado, que representa
más que una proposición verdadera o falsa, y que al
decirlo realiza acción.
Es así como “(yo) te escucho” expresado por el terapeuta, como sujeto identificado, responsable y veraz que
ejerce la acción, se vuelve acción comunicativa cuando
el paciente responde a esta acción de alguna manera
en la realidad de la interacción. La acción comunicativa
constituida así “por la acción misma de comunicarse un
sujeto con otro sujeto”, y por aquello (…) llamado referente: aquello que se comunica, que se hace común”
(Giannini et al., 2008, p.12). La acción comunicativa siendo el vínculo entendido como una acción y donde, en
tanto acción, lo que predomina es la intención, en este
caso supeditada a la vinculación terapéutica.
Sin embargo, emerge una observación que podría
objetar tomar este enunciado como acto de habla. En
el momento exacto en que como terapeuta (sujeto actuante) digo “(yo) te escucho”, no necesariamente estoy
escuchando. Estoy hablando. Esta objeción puede ser
discutida al constatar que en la acción comunicativa
de escuchar se produce un desfase temporal. El “(yo)
te escucho” deja espacio al vínculo, espacio que abre a
que el otro (paciente) entre en la relación a través de la
comunicación. Es mi tiempo como terapeuta, pero también es el tiempo del paciente, transformándose en un
tiempo que es coexistido y experienciado por ambos en
el vínculo terapéutico.
Tiempo, espacio y vínculo crean el mundo compartido del terapeuta y paciente, y la comunicación entre
ambos se da en y a través de este mundo. Emerge aquí
una primera cualidad ética de este encuentro. El nosotros terapéutico exige la presencia activa y la dualidad
vinculante entre un yo y un tú, que sostienen una relación al mundo compartido. Este mundo y este intercambio tienen que ver con lo que hacen el terapeuta y
el paciente. En psicoterapia, el terapeuta está ahí para
que el paciente alivie su malestar y el paciente para
sentirse aliviado, y eso es parte de un vínculo, el vínculo
que se establece en el espacio terapéutico.
Margarita María Becerra
El vínculo terapéutico es el que ayuda a transitar ese mundo compartido, cuyo objetivo es llegar al
otro. El paciente entra a su subjetividad desde la intersubjetividad de la relación terapéutica. Primero hay
conocimiento del otro y después conocimiento de sí
mismo. La intersubjetividad es fuente de la subjetividad tanto para el terapeuta como para el paciente. En
este contexto, la psicoterapia establece la simetría del
vínculo en el encuentro humano, simetría que implica
reciprocidad. Tanto terapeuta como paciente son transformados a través de este encuentro intersubjetivo y a
través de este vínculo. Esto es clave, ya releva una segunda cualidad ética del encuentro terapéutico, cual es
la reciprocidad.
El sujeto solicitante de asilo y refugiado tiene
una experiencia en el mundo, experiencia ligada a la
inseguridad, a la amenaza y al miedo. Su vida ha sido
trastornada debido a situaciones de violencia generalizada, violaciones a los derechos humanos, conflictos
internos o agresión extranjera. Este sujeto llega a Chile
buscando protección, asociado a la necesidad de refugio o asilo en un país neutral a las conflictivas sociopolíticas del país de origen (Becerra y Altimir, 2013).
Lo característico de la experiencia del sujeto solicitante de asilo o refugiado es que el horror de los hechos vividos va más allá de lo imaginable. La violencia
extrema de la tortura, de los asesinatos masivos, de las
violaciones, de la destrucción de las familias o de pueblos enteros,… ¿cómo un sujeto es capaz de hacer esto
a otro sujeto? Esta pregunta no tiene respuesta para la
persona víctima de estos hechos, ya que estos mismos
hechos son los que han convertido al sujeto en objeto del otro para sus fines, sean estos políticos, bélicos,
criminales u otros. La violencia sin medida que ejercen
unos expulsa a otros del mundo de los humanos. Esta
deshumanización convierte la experiencia de violencia
extrema en algo que es indecible, incomunicable e innombrable, núcleo central de lo traumático.
El yo del “(yo) te escucho” expresado por el terapeuta implica la acción testimonial del yo: “lo que
viviste, verdaderamente sucedió, esa realidad verdaderamente existió”. Así, el yo te escucho y cómo te
escucho, se convierten en la esencia de la escucha terapéutica. Es a través del yo te escucho que te hago
sujeto. La escucha y el reconocimiento por un sujeto,
en un espacio recíproco y simétrico (de ser humano a
ser humano) invitan al otro a regresar a la comunidad
de los seres humanos. Es la acción comunicativa vinculante que se establece entre el terapeuta y el paciente,
donde el otro aparece como sujeto. El sujeto (paciente)
me muestra lo que conoce y yo (terapeuta) conozco a
través del otro, yo reconozco. Es un conocimiento propio, desde la experiencia subjetiva del otro. Al entrar en
un espacio compartido de experiencia, la experiencia
existe. Puede producirse entonces la vinculación de los
hechos de la experiencia, desde el mundo compartido
entre el terapeuta y el paciente hacia el mundo donde
se encuentran los otros seres humanos.
La acción comunicativa descubre que en la conversación y en la palabra terapéutica nosotros queremos
(re)establecer un vínculo, es la acción que nosotros
lanzamos al otro, una invitación donde hay un sujeto
vinculante. Hay un sujeto que por el hecho de hablar
es portador de un ahora en el mundo, que se da en el
ahora y en la acción del espacio terapéutico.
La potencia singular de la acción comunicativa del
“(yo) te escucho” en el ámbito terapéutico, radica en
que es una acción sobre el otro (paciente) que permite
cambiar el mundo al comunicar. Es así como, a través
de la acción en la comunicación, accedemos a la esencia misma del encuentro entre dos sujetos, el terapeuta y el paciente, y de lo que hace que el encuentro sea
terapéutico, que no releva tanto de aspectos técnicos
sino más bien de lo más profundo de lo que es nuestra humanidad, enriqueciendo el trabajo clínico con
nuestros pacientes.
REFERENCIAS
1.
2.
3.
Becerra M, Altimir L. Características y necesidades de las personas migrantes que consultan en salud mental: la emergencia
del fenómeno de encuentro intersubjetivo de negociación intercultural. De Familias y Terapias 2013; 22(35): 101-118
Giannini H, Fuentes JJ, Hamamé E, Álvarez I, Gardella N. Experiencia moral y acción comunicativa. Revista de Filosofía 2008;
64: 5-10
Ricoeur P. Segundo estudio. La enunciación y el sujeto hablante.
En Ricoeur P. El sí mismo como otro, pp. 18-36. Madrid: Siglo XXI
de España Editores, 1996 (Trabajo original publicado en 1990)
Psiquiatría universitaria
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